Vinos de Argentina

Vinos de Argentina
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Concepto:La historia de la Vitivinicultura Argentina se remonta a la época de la colonización, ya que el cultivo de la vid estaba estrechamente relacionado con las prácticas agrícolas de los colonos españoles.

Vinos de Argentina. Se produce tradicionalmente en las provincias de Mendoza, San Juan, Salta, La Rioja, Córdoba, Catamarca y en las últimas décadas han comenzado a elaborarse en Neuquén, Río Negro, Entre Ríos, Chubut, Buenos Aires y Santa Fe.

Reseña histórica del vino Argentino

País de Argentina

Entre los argentinos el vino más tradicional es el llamado tinto, de mucho cuerpo y de suyo muy astringente. Por su color es llamado quebracho, alusión al schinopsis balansae, árbol austral de madera rojiza y, al igual que los vinos tintos, rico precisamente en taninos. En la segunda mitad del siglo XX las clases medias del país favorecieron los llamados "vinos rosados", de bouquet intermedio entre los intensos y ásperos tintos (popularmente llamados: "totíns" o "tintardos") y los más suaves "claretes" de tipo italiano, o incluso los muy suaves al paladar (aunque en ocasiones de alta graduación alcohólica) vinos blancos. En similar época, se generalizaron entre la población los vinos blancos comunes; tal generalización conllevó una negligente elaboración, de la cual se libraron los excelentes y originarios vinos torrontés, de color melado, gusto agradable y frutado, excelente aroma y grado alcohólico asaz fuerte.

Debido a su mesología, y especialmente a la combinatoria de heliofanía (alta) y edafología (suelos pobres en humedad aunque ricos en materia orgánica condensada), las uvas que se producen en la zona cordillerana y precordillerana de Argentina son muy ricas en glucosas, dando lugar a excelentes etanol, a su vez tan enriquecidos como equilibrados por sus flavonoides. A dicho equilibrio contribuyen también sus polifenoles.

A partir del año 1556 se remonta la producción vitivinícola en Argentina cuando el presbítero Juan Cedrón (o quizá Cidrón) plantó en Santiago del Estero (provincia), las primeras cepas de uva moscatel y "uva país", procedentes de España y a su vez traídas desde la ciudad chilena de La Serena. El propósito del clérigo era utilizar el producto en el ritual católico de la misa. Aproximadamente medio siglo después los franciscanos importaron de Canarias a la provincia de Salta uvas malvasía, el fin de estos misioneros era lograr un vino blanco y suave, asimismo apto para dicho ritual. Se obtuvieron variedades de mistela a través de uvas como la vitis rupestris y la vitis labrusca, o bien de las llamadas "uvas chinches," las cuales dan lugar a vinos de sabor áspero y ácido. Se debe a los jesuitas y franciscanos la importación temprana de excelentes cepas de vitis vinifera. A fines del siglo XVI las órdenes religiosas introdujeron cepas por el Río de la Plata, llegando a ser hoy la zona interfluvial de Concordia un importante centro productor.

Si bien todas las ciudades argentinas intentaron crear sus viñedos (cual, por ejemplo, la Buenos Aires, que los poseía en terrenos actualmente correspondientes al barrio de Palermo), el clima favorecía más a unas zonas que a otras. De este modo algunos de los primeros grandes viñedos se establecieron en territorio de la provincia de Córdoba, siendo importantes los centros administrados por los jesuitas en las estancias de Alta Gracia y Jesús María (creada en 1618). Esta llegó a ser, junto a las de Tarija, de las más grandes del Virreinato del Río de la Plata. En Jesús María se producía el vino denominado lagrimilla dorada que, según la tradición, llegaba a la mesa del rey Carlos III de España.

Según el naturalista y viajero Thadeus Haenke, a fines del siglo XVIII, tras las guerras en las que España disputara a Portugal la Banda Oriental, gran parte de los colonos portugueses capturados en la Colonia del Sacramento y la isla de Santa Catarina fueron deportados a territorios hoy situados en la provincia de Mendoza. Tales colonos, en muchos casos expertos viticultores, llevaron su industria a otros territorios, en especial a la provincia San Juan, para luego expandirse por toda la región de Cuyo.

Quien al mundo vino y no bebe vino /...! ¿para qué vino?... refrán popular que ensalza cierto carácter dionisiáco que ha de tener la vida humana
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Colonia española

En época de la colonia española, e incluso hasta los 1870, la preparación criolla de vino era absolutamente artesanal. Se prensaban los sarmientos con las uvas en sencillos trapiches, o directamente eran pisadas en odres abiertos para, posterormente, ser estacionadas en tinajas. El fermentado del mosto se realizaba en dos etapas y por esto en sendas tinajas consecutivas. Tal modo de estacionado aún se mantiene en algunas fincas del NOA); fue poco frecuente el modo español de guardar los vinos en odres de cuero. La Revolución de Mayo significó un impulso para la producción vinícola, ya que desde entonces la ciudad de Buenos Aires (e incluso la vecina Montevideo) dejaron de importar vinos españoles y comenzaron a producir los propios en sus alrededores o en las Sierras de Córdoba y el Cuyo.

La expansión de la producción argentina de vinos arranca en la segunda mitad del siglo XIX merced a dos factores: un aumento de la demanda interna y el gran aflujo migratorio de italianos, españoles e, incluso, franceses. La inmigración procedente de Francia fue especialmente un gran aporte en San Rafael). Por otra parte, dicha afluencia de mediterráneos creaba también las condiciones para que en ciudades como Buenos Aires, Rosario y Córdoba e incluso Tucumán surgiera un importante mercado de vinos, cuyo auge vendría con el desarrollo del transporte ferroviario. Con anterioridad a la llegada del ferrocarril, una carreta tardaba tres meses de Mendoza a Buenos Aires; en tal espacio de tiempo los vinos llegaban oxidados, cuando no directamente corruptos, en tanto que la locomotora solo precisaba de dos días para idéntico trayecto.

Domingo Faustino Sarmiento, el Gobernador Provincial de San Juan, fue quien gestionó, la obtención del primer Vino Malbec, con uvas de cepas traídas de Francia a la Argentina. El cultivo de las primeras cepas francesas se debe al sanjuanino Domingo Faustino Sarmiento, quien durante su presidencia comisionó al agrónomo francés Aimé Pouget para tal objeto. El francés Pouget había emigrado de Francia a Chile para desempeñarse en la Quinta Normal de la capital trasandina y allí tomó contacto con Sarmiento quien vivía su segundo exilio en Santiago. Pouget cruzó la cordillera en 1853 llevando la idea de replicar en Mendoza la Quinta Normal chilena, así como brotes de las uvas Cabernet, Cot(Malbec) y Merlot provenientes de la capital chilena las que fueron finalmente plantadas en esta institución y en el valle de Uco.

Hasta entonces, el país consumía internamente el 90% de su producción; es decir, apenas exportaba. En los 1970 surge entre los argentinos la moda de los vinos blancos. Esto dio lugar a un excedente de tintos que pronto se destinaría a la exportación. Paulatinamente, pero con firmeza, el consumo internacional se abría a los vinos del Nuevo Mundo. La producción se fue haciendo cada vez más profesional. La segunda gran expansión, a partir de 1985, hizo que se aquilataran las calidades (especialmente mediante varietales. Con todo, una quiebra económica en la Argentina de entonces afectó a gran parte de las bodegas.

Viñedo de Argentina

A partir de los 1990 se observa un doble proceso: en 1991 existían 225.000 viñedos, pero la cantidad de hectáreas que abarcaban era de unas 207.000. Se incrementó la superficie de cultivos vitícolas hasta alcanzar las 229.000 has. En pocas palabras, se produjo una gran concentración de la producción. En la producción de vinos finos, en dicha época se comienza a usar nueva tecnología, consistente sobre todo en la elaboración en tanques de acero inoxidable con control de temperatura. Esto hizo usual el estacionamiento en barricas de roble francés o americano.

En los vinos de calidad, el estacionamiento de los vinos finos insume un tiempo que llega hasta 24 meses. Para los vinos de estilo moderno, o más para vinos de estilo viejo, el tiempo depende del "estilo" que se quiera dar al vino; es decir, generalmente el tiempo es de un año a un año y medio. El roble francés aporta a los vinos bouquets con "tonalidades" de vainilla, clavo de olor, especias, chocolate, café... Se debe tener en cuenta que en Argentina la vendimia sucede entre fines de febrero e inicios de mayo; las variedades para vinos blancos suelen ser cosechadas en marzo y las uvas para tintos hasta abril. En la última década, el vino argentino ha alcanzado merecido prestigio en el mercado mundial. Ello se debe tanto al esfuerzo de bodegas locales cuanto al esmero y orientaciones de reconocidos enólogos como, por ejemplo, Alberto Antonini, gran valedor de los robustos y exquisitos malbecs del Cono Sur.

Exceptuando los vinos de la Costa y de las Sierras de Córdoba, prácticamente todos los cultivos vitícolas argentinos se hacen en oasis de riego. Estos aprovechan las aguas dulces que se producen por el deshielo de las altas montañas. Tal agua es presurizada desde los ríos y llevada por acequias o acueductos a los viñedos.

Bebida Nacional

El vino argentino es un honorable embajador en el mundo y enorgullece a los argentinos que beben en el mercado doméstico los mismos vinos que exportan y que prestigian al país en todos los continentes", señaló el decreto presidencial que declara al vino bebida nacional el 24 de noviembre de 2010.

"Y en una noche de farra cuando lleven la guitarra, si ven al vino llorar, déjenlo llorar su pena, déjenlo llorar su pena que en la lágrima morena como nunca ha de cantar"
Volver en vino, de Horacio Guarany

La calidad del vino argentino ha venido creciendo sin detenerse en los últimos años, ganando terreno en el mercado mundial: sólo en 2010 las ventas al exterior alcanzaron los USD $ 650 millones, lo que implicó un alza del 17% en relación al 2009, marcando un nuevo récord histórico. Este crecimiento explosivo ha dado como resultado que la Argentina en 2010 desplazara a Chile como el principal vendedor de vinos en los Estados Unidos, que es el mercado más importante en el mundo del vino. El vino es la bebida nacional de Argentina. Argentina es el mayor productor de vino de Latinoamérica y el quinto mayor productor en todo el mundo, así como el noveno exportador a nivel global.

Auspicia el uso de irrigación para vides, lo cual garantiza cosechas, aunque pudiendo diluir los vinos, si bien tal riesgo se encuentra contrarrestado por la fuerte heliofanía y la extrema sequedad de los territorios cultivados con vides para vino.

Se han sumado un importante número de bodegas en los últimos tiempos impulsadas por las importantes inversiones extranjeras que han llegado al país a las tradicionales bodegas argentinas como Finca Flichman, Lagarde, Trapiche, Salentein, Séptima, Graffigna y Clos de los Siete son sólo algunos ejemplos de bodegas que fueron levantadas por extranjeros atraídos por las condiciones geográficas ofrecidas en Argentina. Se han unidos emprendimientos como la Bodega Chalana en Luján de Cuyo-Mendoza y al Este Bodega y Viñedos en Médanos, Buenos Aires.

Creció también el turismo enológico en Argentina, destacándose la importante cantidad de hoteles orientados a ese mercado que fueron creados desde el 2002. En Mendoza, la posada manejada por la Bodega Salentein y el Club Tapiz (perteneciente a la bodega con el mismo nombre) son algunos ejemplos de estos novedosos emprendimientos en Argentina.

Tipos de vinos

Distintos tipos de vinos
  • Vinos tintos: La uva Malbec, de origen francés, halló en Mendoza favorables condiciones para su crecimiento, y se le considera de lo mejor que produce Argentina. Hay producción menor de coupage de Cabernet/Merlot, varietal de Pinot Noir y Syrah. En San Juan hay muy buenos exponentes de Syrah. Las uvas Criolla Grande y cereza se usan para el 50% de la producción mendocina y sanjuanina, que no es exportada y rinde vinos de bajo costo, en las últimas décadas está en un proceso de devaluación por el reemplazo de otras uvas.

Vino en la dieta Argentina

El vino es elemento clásico de la gastronomía de Argentina, seguido de ingredientes como el aceite de oliva, el limón, el ajo, la cebolla y el laurel, todos propios de la dieta mediterránea. Sería, pues, difícil de imaginar una cena o un almuerzo argentinos, especialmente si se trata del típico asado argentino, en el que faltara el vino.

Hasta que no se inició la gran inmigración transatlántica procedente de Italia, España, Occitania e incluso Grecia desde la segunda mitad del siglo XIX, el gusto de la población criolla urbana argentina se centraba en los vinos tintos de mesa, cual los de origen priorato, mientras que la población rural y semirural gaucha bebía ciertos tipos de arrope de uva fermentados, y en ciertas ocasiones verdaderas alojas de uva. En la producción artesanal de vino argentino se destacó –y mantiene merecida consideración el llamado vino patero.

Todos estos vinos, en cuanto a su tenor de fermentación y a su color, entran en la amplia clasificación de los vinos tintos. Debido al arraigo en las culturas predominantemente europeas, los argentinos son buenos consumidores de vino: en el 2006 el consumo fue de 45 litros al año per capita.

Características de la producción

La Bodega Tapiz, una de las tantas bodegas ubicadas sobre la "Ruta del Vino" en la provincia de Mendoza. A principios de 2007, manteniendo el puesto del año precedente, Argentina es el primer productor vitivinícola de Sudamérica, produciendo más de 1.200 millones de litros en 2003 y segundo exportador, después de Chile. Por tal excelente relación 'calidad/cantidad, ya desde el 2005 Argentina exportó vinos por U$S 431 millones, siendo en consecuencia para ese año el decimotercer exportador del mundo.

El importante consumo interno explica que el quinto productor mundial no figure entre los principales exportadores. En la provincia de Salta, en la localidad de Colomé, muy cercano a Cafayate donde se produce el vino y se encuentra la bodega más alta del mundo. La mayoría de los cultivos se hacen mediante ingeniosos métodos de irrigación que van desde las tradicionales acequias (canales de riego que llevan las puras aguas de deshielo) pasando por diques o el actual uso de riego por goteo, las posibles objeciones al uso de mucho riego en los viñedos argentinos se contrarrestan: el clima muy seco de las zonas de cultivo, la ya mencionada elevada heliofania y las características de los suelos permiten la producción de uvas óptimas para la actividad vitivinícola.

Gran parte de la producción vinícola de la región andina argentina tiene su excelencia a partir del "estrés hídrico" natural que tienen las viñas ante una gran cantidad de días despejados asoleados y una muy morigerada (minuciosa) irrigación con agua dulce que frecuentemente es de origen glaciar, tal situación hace que la vid concentre sus nutrientes en la uva.

Principales regiones vinícolas

De sur a norte se distinguen tres segmentos latitudinales en la producción de vinos argentinos: desde el paralelo 42°S (esta latitud varía según las circunstancias y resulta frecuente usar como referente el paralelo 41°) hasta el 38°, otro desde el 36° hasta el 29,5°m y otro desde el 29° hasta el 22° (aunque en el 22 lo que existe es un límite político ya que, sin solución ecológica de continuidad, también Tarija es una excelente productora de vinos), tales tres segmentos —puede observarse— se solapan en sus áreas fronterizas.

  • Mendoza: Es cuantitativamente la provincia más importante en lo que se refiere a producción de vinos argentinos, produciendo el 60% de la producción nacional (y exportando por valores que representan aproximadamente el 84% del total de lo exportado, según datos correspondientes al primer semestre de 2006). Dentro de Mendoza, las principales regiones de producción son Luján de Cuyo, Agrelo, Valle de Uco (Tupungato, Tunuyán y San Carlos) y San Rafael. Si bien las cepas son muchas, dentro de los tintos se destacan los Malbec (20.000 ha plantadas en Mendoza), Boyarda, Cabernet Sauvignon, Merlot, y Syrah Dentro de los blancos se destacan los Chardonnay, Riesling, Sauvignon Blanc y, muy especialmente el Torrontés.
  • San Juan: Si actualmente y desde hace décadas Mendoza resulta cuantitativamente la principal productora de vino argentino, en lo cualitativo dicha región rivaliza con la provincia de San Juan. La segunda productora a nivel nacional y en Sudamérica es la, que en los últimos años se vio crecer en cantidad y calidad su producción, dejando de lado la histórica producción de vinos de mesa de la zona, para dedicarse a la producción de vinos de considerable calidad, sobresaliendo el varietal de Syrah. En cuanto a la zona de producción se destaca el Valle del Tulúa, (Pocito, Albardón, Caucete, San Martín y Sarmiento), como el principal productor, seguido por los valles de Zonda y Ullum, también se destaca en minoría el Valle de Calingasta. A partir del año 2000, se comenzaron a exportar a diferentes lugares del mundo entre ellos Japón y China.

Turismo

De la mano con la inversión en vino llegó el turismo enológico, impulsando aún más las economías provinciales en ese entonces afectadas. En 2005, el turismo mendocino aumentó en un 80% contra el año anterior, en gran medida propulsada por turistas atraídos a la provincia en virtud de su importante producción vitivinícola. En consecuencia, la provincia ha visto muchos desarrollos hoteleros en los últimos años.

Aprovechando la naturaleza de las visitas, numerosas bodegas (como por ejemplo Salentein y Tapiz, en Mendoza) han desarrollado posadas para recibir a turistas en un ambiente claramente orientado al vino. En el 2006 la que pasó al frente en el turismo vitivinícola, fue San Juan, por ser la provincia donde más se incrementó el número de visitantes a las bodegas, casi un 80% con respecto al 2005, según un informe nacional realizado por "Bodegas de Argentina". Las visitas pasaron de 41.460 a 74.481 en un año. Destacándose la tradicional bodega Graffigna, que creó un museo donde es posible apreciar las antiguas herramientas utilizadas para este trabajo desde sus comienzos en San Juan.

El número de bodegas y marcas argentinas han crecido mucho en los últimos años, merced a la excelente aptitud de sus suelos y climas que resultan en realizaciones especialmente impulsadas por las facilidades para resultantes de la devaluación que sufrió la moneda argentina a principios de 2002. Con la recuperación de la economía, numerosas inversiones (muchas de las cuales provienen del exterior) se inyectaron en la industria vitivinícola, resultando en la creación de importantes y modernas bodegas.

Enlace relacionado

  • Origen de la producción vitivinícola en Argentina.
  • Mendoza.
  • Viñedos argentino.

Fuente