Diego Velázquez (Pintor)
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Diego Velázquez. Diego Rodríguez de Silva y Velázquez, conocido como Diego Velázquez, fue un pintor barroco, considerado uno de los máximos exponentes de la pintura española y figura indiscutible de la pintura universal.
Sumario
Síntesis biográfica
Diego Velázquez nació en Sevilla en 1599. De origen portugués por parte paterna y es posible que pudiesen tener algún remoto vinculo hebreo, y por parte materna de origen sevillano, sus antepasados fueron quizás hidalgos, pero sin especial significación económica ni social.
Con dotes desde la infancia para la pintura, inicia su formación hacia 1609, pasando algunos meses en el taller de Herrera el Viejo, pintor prestigioso en la ciudad y conocido por su mal carácter. Al parecer el joven no pudo soportarlo y en 1610 formaliza contrato de aprendizaje con el pintor sevillano Francisco Pacheco.
Un año mas tarde, a la edad de 19 años se casa con la hija de su maestro Pacheco. En estos años, como otros pintores de su generación, recibió encargos de temas religiosos.
En esta etapa inicial procura y consigue con gran maestría, dominar el natural, lograr la representación del relieve y de las calidades sirviéndose del tenebrismo, de la fuerte luz que dirigida acentúa los relieves y singulariza mágicamente las cosas más vulgares al colocarlas en un primer plano de luz y significación.
En 1623, el Conde-duque de Olivares le hace venir a Madrid a realizar un retrato ecuestre del joven rey, el cual es celebrado por la corte y desde este momento se inicia el proceso de transformación humana y artística del pintor sevillano.
En la Corte, rápidamente se granjea el afecto del rey, ello le conduce a la obtención de altos puestos en la vida palatina y la obtención del título de Caballero de Santiago, que se reservaba solo a los más altos grados de nobleza de sangre, con ello, logra disipar toda duda sobre sus posibles antepasados judíos.
Ya establecido en la corte se instala en Madrid, trae consigo a su mujer Juana Pacheco con su hija Ignacia, nacida en 1621, había tenido en 1619 otra hija, (Francisca), que murió a los pocos días del nacimiento. El matrimonio toma casa en la calle de Concepción Jerónima, en el mismo cogollo de la capital.
Sus enemigos, ante su gran maestría, hacían correr el bulo de que toda su habilidad consistía en saber pintar una cabeza. De forma muy personal afronta el asunto de forma directa, elemental y casi ruda, nos ofrece una reunión de pobres gentes, soldados de los Tercios, que en la adoración de Baco-Dionisos (un joven vulgar picaruelo) encuentran consuelo a sus desgracias y desventuradas vidas, la alegría y consuelo del vino se comunica con gran vivacidad y realismo. Su técnica esta mas perfeccionada y se nota la experiencia de la pintura veneciana.
Primer viaje a Italia
El 10 de Agosto de 1629, sale del Puerto de Barcelona rumbo a Italia, teniendo de compañero de viaje al famoso general Ambrosio Spínola. En Italia permaneció un año y medio, paró en Venecia, en casa del embajador de España, que le hizo grandes honores, pasó a la ciudad de Ferrara, donde le hizo los mismos honores el cardenal Sachetti, luego marchó a Cento y de allí a Roma, siendo muy favorecido en esta ciudad por el Cardenal Barberini, sobrino del Pontífice, dejándole vivir allí y permitiéndole recorrer sus estancias y hacer copias de sus pinturas.
Pero a temperamento tan independiente no le contentó tal hospedaje, pidiendo licencia para trasladarse a la Villa Medicis, allí permaneció dos meses, hasta que enfermó de terciarias y marchó a vivir a casa de Monterrey, quien ayudó al paciente y corrió con los gastos que ocasionaron su enfermedad. Al sanar marchó a Nápoles, donde realizó un retrato de doña María de Austria, reina de Hungría, que trajo a España y entregó a su hermano.
Volvió a Madrid después de un año y medio, siendo muy bien recibido por el Rey y por el Conde-Duque. De Roma se La Fragua de Vulcano, hoy en el Museo del Prado y la Túnica de José de el Escorial, se sabe que copió atentamente obras de Miguel Angel y Leonardo. Su educación ha sido la más completa que ningún artista español ha podido recibir y su sensibilidad recatada y secreta, se ha nutrido de ricas experiencias y su técnica ha alcanzado ya el punto de severa perfección.
Afianzamiento en la corte
Al regresar a Madrid, en enero de 1631, retoma de nuevo sus actividades palaciegas y recibe el reconocimiento y afecto de Felipe IV, que ha visto en él sus extraordinarias condiciones y va a ser ya para siempre su pintor. En esta década su actividad en palacio va ser muy intensa, se está construyendo en Madrid el Palacio del Buen Retiro, iniciativa del Conde Duque de Olivares, y para su decoración se hacen encargos a muy importantes pintores.
Velázquez va a realizar una serie de soberbios retratos ecuestres de los reyes Felipe III, Felipe IV, de sus respectivas esposas y del principe heredero, para decorar los testeros del salón de Reinos, para estos muros, también se pintan cuadros de batallas mostrando los triunfos de la monarquía, nuestro pintor sevillano contribuye con la Rendición de Breda o cuadro de Las Lanzas.
Junto a las obras del buen Retiro, trabaja también para la Torre de Parada, palacete de caza próximo al Pardo, donde Felipe IV, formó una excelente colección de pinturas. Para este lugar, realiza una serie de retratos de miembros de la familia real en traje de caza, en un tono discreto y sencillo, en escenario de montañas representando actividades cinegéticas.
Para la Torre de Parada, pintó también, ciertas figuras de carácter mitológico o literario, como el Marte, Mesipo y Esopo. En estas figuras, hay una enseñanza moral de signo entre estoico y cínico, que hace ver como depositarios de la verdadera sabiduría a los que han renunciado a las ataduras y las engañosas apariencias del mundo.
De esta época también es El Cristo Crucificado, realizado por encargo real y destinado al convento de San Placido. La plenitud del cuerpo,la morbidez del desnudo sereno como una estatua clásica, a la vez que palpitante, hacen que este cuadro sea apreciado por el público en general como la representación del Cristo por excelencia.
También pintó para el oratorio de la reina La coronación de la Virgen y para una de las ermitas del jardín del Buen Retiro, el gran lienzo de San Antonio Abad y San Pablo ermitaño. Entre los años treinta y los cuarenta, también corresponden una serie de retratos de enanos y bufones de la corte, personajes singulares que pululaban en torno al rey, al que divertían y advertían de la realidad, con un grado de sinceridad y familiaridad sorprendente.
Segundo viaje a Italia
En segunda ocasión parte a Italia con el duque de Maqueda y Najera, que iba a Trento para acompañar y recoger a doña Marina de Austria, archiduquesa de Austria y prometida de Felipe IV . Salió la comitiva de Madrid en octubre de 1648, se dirigió a Málaga, donde embarcó en enero de 1649. Velázquez era un hombre de 50 años, ya maduro, tenía el encargo del monarca de adquirir obras de arte para la colección real y contratar decoradores al fresco.
En Roma permaneció todo el año de 1650, se le abren las puertas del Vaticano, dado su condición de pintor real, y se le encarga el retrato del Pontífice Inocencio X. El lienzo sorprendió a los romanos y se le abren las puertas de la Academia de San Lucas y la de Virtuosi al Panttheon. En esta obra, refleja la personalidad cruel, recelosa y vulgar, del papa, e impone su gran técnica con un acorde de rojos deslumbrantes y novedosos en su época. Esta obra ha de decirse que junto con Las Meninas, es su obra maestra y quizás de toda la historia de la pintura.
Antes de pintar al Papa, en Roma, hace un retrato de su criado-esclavo, Juan de Pareja, que le acompañaba en el viaje, posteriormente le concede la absoluta libertad, no obstante permaneció con Velázquez como ayudante y fiel servidor hasta su defunción.
Los dos cuadros de la Villa Medicis, del Prado, parece ser que también fueron pintados en este segundo viaje, aunque algunos estudiosos de Velázquez, estiman que fueron realizados en su primer viaje italiano.
Lo nuevo, es la técnica de los mismos y su enfoque visual. Hay noticias de otros cuadros pintados en Roma por Velázquez, pero solo se ha conservado con seguridad el del cardenal Camillo Astalli.
Se cree con gran fundamento que de Roma se trajese pintada, una pieza excepcional. La Venus del Espejo. Es el único desnudo del siglo XVII, sobre él se plantean varios enigmas, como en todas las obras velazqueñas, uno es la fecha en que lo pintó, dicen que lo realizó en España mientras sostienen otros que lo hizo en Italia, impregnado por clima de libertad que había en aquel país muy diferente al que se respiraba en el inquisitorial territorio español. Se sabe que fue un encargo que le realizó el Marques de Heliche, sobrino del Conde Duque de Olivares y en ese momento favorito de Felipe IV.
Velázquez demoró su vuelta a España, porque mantuvo una aventura de la cual tuvo un hijo, Antonio, al que de vuelta a Madrid envío dinero. El rey le ordenó regresar e incluso, cuando solicita permiso más tarde para hacer un tercer viaje, le fue denegado. Este viaje, como ocurrió con el primero, hacen evolucionar su pintura dando las características que marcan su tercera etapa madrileña.
Ya en España, las pinturas y esculturas que había traído de Italia, complacen extraordinariamente al rey, quien le nombra aposentador mayor de palacio, y la amistad y cariño que siempre le había manifestado, se refuerza y permanece hasta la muerte del pintor.
Este cargo es de máxima responsabilidad palaciega, y le inserta aún más en la vida cortesana, ha de ocuparse a modo de mayordomo o intendente de toda la vida palaciega, de los desplazamientos del rey, decoración de ceremonias. Se le encomienda la decoración del Alcázar, para ello pinta cuatro lienzos mitológicos, de los que solo hoy se conserva Mercurio y Ergos.
Formando parte, quizás, de sus obligaciones palaciegas se le encarga en 1656 la instalación en el Escorial de algunos de los cuadros traídos de Italia y de los comprados a Cromwell que habían pertenecido al decapitado rey Carlos I de Inglaterra. Además de la decoración, parece ser que redactó una cuidadosa memoria descriptiva, por desgracia hoy perdida.
En estos años, retrata a los miembros de la familia real, quizás, la más retratada sea la Infanta Margarita, que la recoge desde sus tres años a los ocho, la infanta María Teresa y el infante Felipe Prospero, al que realiza un magnífico retrato vestido de azul acompañado de su perrito y las Meninas o La Familia, como se la llamó en su época.
En las Meninas, hay un misterio respecto a la composición. Si se atiende solo al pintor que pinta y el espejo que hay en el fondo, se puede pensar que su pensamiento inicial era el de retratar tan solo a los reyes, esto hace que ellos ocupen el mismo lugar que nosotros cuando estamos contemplando la obra, ello dota a la tela de una profundidad y tratamiento del espacio, totalmente novedoso.
En un primer término pinta a la infanta Margarita, rodeada de sus bufones y meninas-damas jóvenes de la nobleza que la atienden-, en el fondo en una puerta esta la silueta a contraluz de un caballero, don José Nieto, y el pintor de frente al espectador con sus pinceles en mano que parece estar interrogando y recogiendo lo que ocurre ante su mirada vigilante.
Las Hilanderas o Fábula de Aragne, pertenece también a este período, siendo también una de las pocas grandes obras maestras de la historia de la pintura. En un primer plano se observa a unas trabajadoras, bonitas con una extraordinaria composición de actitudes y movimientos especiales, con ello se adelanta sensiblemente a los problemas de la pintura de su tiempo, el movimiento que será la bandera de los impresionistas.
En el fondo, tratado con una técnica que hoy día no ha podido ser igualada, se aprecia a unas damas, posibles clientes de la casa, ante las que se exhibe un hermoso tapiz, este reproduce a un maravilloso cuadro de Tiziano El rapto de Europa.
Como aposentador mayor, se le encomienda una tarea de gran altura social, la participación en la entrega de la hija mayor del rey, infanta María Teresa, a su prometido el rey Luis XIV de Francia, en la Isla de Los Faisanes, ceremonia que ha pasado a la historia como la jornada de Fuenterrabia. Toda la ceremonia y decoración fue realizada por Velázquez, quizás por el excesivo esfuerzo realizado en tal alta tarea, llega a Madrid enfermo, los médicos dijeron en principio que sufría de terciana sincopal, sufrió grandes fatigas en el estómago y corazón, a decir de los galenos que le atendieron.
Muerte
Murió rápidamente el día 6 de Agosto de 1660. Fue enterrado en la la Iglesia de San Juan Bautista, lugar que fue arrasado en la Guerra de la Independencia y nadie se preocupó de salvar los restos de Velázquez. En 1961, en el lugar que ocupaba la antigua iglesia, se alzó una modesta columna, que señala la morada eterna del ilustre pintor, hoy plaza Ramales, siete días después murió su esposa, que tan silenciosamente le acompañó toda su vida.
Características de su obra
Su catálogo consta de 120-125 obras. El reconocimiento como pintor universal se produjo tardíamente, hacia 1850. Alcanzó su máxima fama entre 1880 y 1920, coincidiendo con los pintores impresionistas franceses para los que fue un referente. Manet se sintió maravillado con su pintura y lo calificó como pintor de pintores y el más grande pintor que jamás ha existido.

