Dispersión del fruto y la semilla

Dispersión del fruto y la semilla
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Concepto:Elemento importantísimo que garantiza la autoperpetuación y dispersión de la especie.

Dispersión del fruto y la semilla. Es un elemento importantísimo que garantiza la autoperpetuación y dispersión de la especie. Este evento ocurre a través de las diásporas.

Concepto de diásporas

Son aquellas estructuras que contribuyen a la dispersión de la planta. Puede ser el fruto completo o las semillas Ejemplo: partes vegetativas de la planta como bulbos, tubérculos, estolones, etc.

Las formas de dispersión del fruto y la semilla también reciben diferentes nombres, de acuerdo con el agente dispersante, ya sea el aire, los animales, por medios propios, mecánicos, por medio del hombre, etc.

Dispersión según el agente dispersante

Anemocoría

Es la dispersión por el aire, para lo cual se presentan las más variadas formas, en frutos y semillas, que permiten el transporte y flotabilidad en el aire. Tal es el caso de estructuras membranosas y laminares en forma de alas, pelos o estructuras muy ligeras que pueden flotar y ser transportadas por el aire; por ejemplo, los frutos alados de las sámaras, los frutos con estructuras de algunas especies de Terminalia; también las semillas aladas del cedro (Cederla sp.); las semillas con vilano del algodón (Gossypium sp.), el estrofanto (Strophanthus sp.) y la adelfa (Nerium oleander), las semillas de poco peso de las orquídeas y de los eucaliptos (Eucaliptos sp.), etc.

Zoocoría

Ocurre por la actividad de los animales. Para ello el fruto o la semilla presentan algún atractivo para los animales, como color, sustancias olorosas, sustancias azucaradas, etc. La dispersión por los animales puede realizarse de forma externa o interna.

Epizoocoría

Ocurre cuando el fruto o la semilla es transportado de forma externa. Los mismos presentan estructuras que les permiten fijarse al pelambre o plumaje de los animales, tales como las espinas de los guizazos (Cenchrus equinatus), o los ganchos del romerillo]] (Bidens pilosa). También los frutos pegajosos de Plumbago (pegapollo).

Endozoocoría

Se presenta cuando el animal come la fruta con las semillas, las cuales poseen una cubierta resistente a la actividad del jugo gástrico y salen con las deyecciones. Algunas semillas, además de liberarse del fruto por esta vía, necesitan pasar por el tracto digestivo, pues en él sus cubiertas seminales se degradan en parte y pueden germinar, ejemplo típico es el de la guayaba (Psidium guajaba), además de numerosos ejemplos de especies que son transportadas por las aves migratorias a grandes distancias y que constituyen verdaderos agentes dispersantes de especies vegetales.

Hidrocoría

Se presenta cuando el agua es el agente dispersante, no solo de especies que viven en el agua, sino también, de especies de regiones costeras y de los márgenes de ríos y lagunas, por ejemplo, en muchos países tropicales abundan cocoteros en las zonas costeras, debido a que su fruto presenta estructuras que le permiten flotar en el agua. También el agua de ríos, arroyos y lagunas es el agente dispersante de numerosas ninfeáceas, como los lotos, nenúfares y ovas.

Autocoría

Las plantas aseguran su dispersión por sus propios medios, a veces ayudadas por las variaciones de algún factor ambiental; por ejemplo, el grado de humedad del aire, que hace variar la humedad del fruto y este al secarse se explota y lanza las semillas a cierta distancia, como ocurre con la salvadera (Hura crepitans); de igual forma ocurre en el saltaperico (Ruellia discolor) y en la madama (Impatiens balsamina). Un caso particular de autocoría se presenta en el mangle (Rhizophora mangle) cuyo embrión germina y produce una raíz gruesa y grande, que le asegura el anclaje al caer en el fango.

Barocoría

Se presenta en aquellas plantas cuyos frutos, al llegar la madurez, se desprenden y caen al suelo por su propio peso, pero conduce únicamente a la migración de la planta madre. Tal es el caso del mamey (Pouteria mamosa), el mango (Mangifera indica), etc.

Antropocoría

El hombre es el agente dispersante, ya sea natural o artificial. En los lugares donde se desarrolla la actividad del hombre proliferan numerosas especies, llevadas por él para ser cultivadas, o que llegan de forma accidental, como es el caso de los guizazos, el romerillo y muchas hierbas, que abundan en los sitios de tránsito o actividad humana y constituyen la flora ruderal, la cual habita en puertos, orillas de caminos, solares yermos, ciudades, etc.

Fuente

  • González Suárez, Sergio. Botánica I. Editorial Pueblo y Educación. 1987. pp 136 – 137, il.