Chinos mambises

Chinos mambises
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Concepto:Grupo de asiáticos especificamente de China, Cantón, etc. que se unieron a las fuerzas del Ejército libertador para ayudar a Cuba a conseguir su independencia y soberanía.

Chinos mambises. Durante las Guerras independentistas de Cuba algunos inmigrantes[1] chinos se unieron a las fuerzas mambisas.

Se calcula que dos mil chinos, cantoneses y hakka, pelearon con los rebeldes en dicha guerra.

Un monumento en la ciudad de La Habana fue edificado para homenajear a los chinos cubanos que murieron tratando de conseguir la independencia del archipiélago cubano del colonialismo español, en él están inscritas las palabras de Gonzalo de Quesada:

«No hubo un solo desertor chino cubano, ningún traidor chino cubano».

Posteriormente, durante la Guerra Hispano-Cubano-Americana en 1898, algunos que llegaron procedentes de California, también pasaron a engrosar las fuerzas del Ejército Libertador.

Historia

La presencia china, junto a la africana y la española, constituye los componentes étnicos de Cuba.[2]​ Allí se han podido detectar tres grupos fundamentales como población china, desde el punto de vista étnico: los pertenecientes al grupo puntí de las provincias de Cantón y Fujian, los del grupo tomki cuyo origen antiguo está relacionado con los taik y los que procedían de la región de Sharton conocidos como jolos.[3]

La emigración china hacia Cuba se inició a comienzos de 1847 cuando muchos trabajadores de origen cantonés fueron llevados bajo contrato hacia los campos de caña de azúcar. Además de su fuerza de trabajo, los inmigrantes llevaron consigo el budismo como su religión y filosofía de vida.[4]

Cientos de miles de ellos partieron desde Hong Kong, Macao y Taiwán, durante las décadas siguientes para reemplazar o trabajar junto a los esclavos africanos en las plantaciones agrícolas. A pesar de que la mayoría de ellos deseaba la repatriación[5] después de terminar sus contratos de ocho años o lograr su independencia personal de otra manera, algunos se establecieron de forma permanente en Cuba.

La guerra necesaria

La situación del chino "contratado" mostraba que éste había sobrevivido bajo las mismas condiciones de servidumbre que los negros traídos de Africa como esclavos: padecía como uno de los sectores más maltratados por el sistema colonial.

A pesar de la intención de no mezclar a los asiáticos con los llamados de color, desde el primer momento se habían identificado y no pocas veces el monte los cobijó por igual. No es de asombrar, entonces, que desde el primer momento, en el ya lejano año de 1868, los chinos se sumaran a las huestes patrióticas del naciente Ejercito Libertador.

El 10 de Octubre, al tañer de la campana del Ingenio "La Demajagua", criollos, negros libres y también esclavizados, cimarrones chinos y otros, abrazaron la causa anticolonialista por ser la causa de los explotados y oprimidos.

En el manifiesto de la Junta Revolucionaria de la Isla de Cuba, redactado y suscrito por Carlos Manuel de Céspedes, se dirigía a los cubanos todos y al resto del mundo un mensaje de libertad e igualdad, cualidad que caracterizaría toda la contienda:

"Nosotros consagramos estos dos venerables principios: nosotros creemos que todos los hombres somos iguales, (…) deseamos la emancipación, gradual y bajo indemnización, de la esclavitud, (…) constituyéndonos en nación independiente, porque así cumple a la grandeza de nuestros futuros destinos, y porque estamos seguros de que bajo el cetro de España nunca gozaremos del franco ejercicio de nuestros derechos."

[6]

Se hacía de este modo profesión de fe: todos los hombres son iguales. Se franqueaba el paso a los negros y a los chinos para su integración plena a la lucha y a la naciente sociedad libre cubana, al tiempo que se garantizaba reclutar adeptos y fortalecer el triunfo de las armas de la Revolución. Estas premisas provocaron una natural reacción en la población asiática de la Isla, consecuentes con el espíritu de rebeldía y ansias de igualdades sociales, su incorporación no se hizo esperar.

Las autoridades coloniales sospecharon que los chinos se irían a la manigua y por eso ordenan a los capitanes y tenientes de partido, a los rancheadores y cabos de ronda, que registraran a todas las cuadrillas de chinos, pero ni esa medida pudo detener el alistamiento espontáneo, los que "después se introducían con habilidad en las ciudades para reclutar entre los de su raza, sin que las autoridades pudieran reconocerlos, por lo difícil de distinguir unos de otros"[7]

Se sabe que los primeros chinos que se incorporaron a la Revolución fueron los de la zona de Manzanillo, lugar al que habían sido llevados para la construcción de las trochas locales y la trocha transversal. Estos mismos fueron protagonistas de unas de las hazañas mas audaces del General Maceo, en el año 1873, cuando el Titán de Bronce atacó la guarnición de la villa de Manzanillo en lo que se llamó desde ese momento "el ataque de los chinos". Se sabe que los chinos mambises se infiltraron en la población y lograron confundir a los españoles, haciendo muy efectiva y rápida la toma de la guarnición y la red de fortines que ellos mismos habían ayudado a construir.

El combate de Las Guásimas

Al caer en combate El Mayor Ignacio Agramonte, su mando es ocupado por el general Máximo Gómez, quien dirige victoriosamente una serie de combates contra el enemigo español, siendo la mas destacada la de Las Guásimas, batalla que duró cuatro días y en la cual 3000 españoles de todas las armas fueron derrotados por 1300 mambises, entre los cuales había unos 500 chinos, se destaca en esta tropa el capitán Juan Sánchez, de nombre Lam Fu King, que había sido soldado en China durante una de las tantas insurrecciones campesinas y tenía experiencia militar.

Precisamente en la tropa de Máximo Gómez se alistaba el chino Jose Bu Tang, que alcanzó los grados de capitán en esta guerra y se conocía que era amigo y hombre de confianza del futuro general en jefe del Ejercito Libertador. Bu Tang fue práctico y correo personal de Gómez Son muchos los testimonios de la presencia y el valor de los chinos en los campos de batalla de la Guerra de los Diez Años, muchos los ejemplos de hechos de armas en que descollaba no solo el coraje sino también el humor y lo curioso del actuar de los chinos, vistos desde la perspectiva del cubano.

No siempre fue posible identificar a los chinos, algunos no aparecían registrados con sus nombres originales sino con los del empadronamiento o de sus antiguos dueños, tal es el caso del capitán Juan Díaz, conocido por el Apolo chino por su tez casi blanca, o Pancho Moreno, quien en la toma de Mayajigua fue el sitiador mas atrevido, según relata Gonzalo de Quesada:

Cargaba su trabuco (Pancho Moreno) con doble munición, y de día y de noche, aquel hombre, él solo, los retaba: "Baja la plasa españó, y pelea."

[8]

Qué decir de otro chino mambí, el teniente Tancredo, que vivía en la zona de las Villas y fue hecho prisionero. El español, al verlo, con desprecio, dijo:

"Este es un chino manila."

Y cuál no sería su asombro al escuchar la respuesta digna del chino herido, apoyado en un árbol y sangrando:

"No es un chino manila, no: es un teniente del Ejercito Libertador de Cuba"

y su voz vibró ardiente de coraje y decisión:

"!Fusílenme!"

Otro ejemplo de fidelidad a la causa cubana fue protagonizado por el chino Juan Anelay. Lamentablemente cayo en manos de los españoles en Santa Teresa y fue horriblemente muerto apaleado, amarrado a un árbol mientras gritaba

"!Viva Cuba libre!"

Poco antes, en prueba de su bien ganada reputación en el campo insurrecto fue comisionado por sus compañeros villareños para hablar ante diputados de la Asamblea y el Gobierno en Armas como su representante. El valeroso Anelay supo decir las verdades con el habla singular de los chinos:

"Ciudadano cubano tó: Tó la gente ta'quí jabla bonito na má. Tú dise nosotlo va pa la Camagüey, tú no da nosotlo life, tú no da pa nosotlo cásula, tú no da sino poquito póvola, no da bala, no da papé, no da pomo, pobesito nosotlo gente La Villa. (…)
Yo digo, junto tó nosotlo, tó gobieno, tó la gente camina pa la Camagüey, ayá mucho que comé, mucho baca, luego sigue pa La Villa, tó life, to gobieno, to la Lepública: luego: !Viva Cuba libe!"

[9]

Los chinos y el Zanjón

Los chinos mambises competían en heroicidad y valentía con los cubanos. Un ejemplo era el capitán Liborio Wong, de nombre Wong Seng, que fue ayudante del general Modesto Díaz, pasa a servir a las órdenes del general Maceo, al producirse la capitulación del Pacto del Zanjón. La tregua fue firmada el 10 de febrero de 1878, entre el General Arsenio Martínez Campos y los generales del Comité del Centro, en el campamento de San Agustín, Camagüey. Entre los acuerdos de este doloroso pacto se consigna, en su tercer artículo, una concesión raigal que otorga

"Libertad a los esclavos o colonos asiáticos que se hallen hoy en las filas insurrectas."

[10]

Muchos de los 6 mil chinos que se afirma pelearon en la Guerra de los Diez Años, se negaron a aceptar la tregua del Zanjón y se unen a las tropas de los generales intransigentes. Según afirma Juan Jiménez Pastrana en su libro "Los Chinos en la Historia de Cuba, 1847-1930" "El grueso de esos soldados de la libertad (opuestos al Zanjón) estaba integrado por chinos. A estos les resultaba difícil presentarse a las autoridades españolas; a tal punto que, a mediados de 1878, cuando capitularon las últimas fuerzas insurrectas, no pocos de esos chinos prefirieron convertirse en cimarrones antes de sufrir nuevamente en sus carnes los maltratos e injusticias de la esclavitud." [11]

1879-1880 otra guerra

Fue en la región oriental que prendió la chispa de la guerra, impulsada por los ánimos de algunos jefes mambises exiliados, quienes no tomaron en cuenta las condiciones de Cuba en aquel momento ni fueron conscientes de la necesidad de madurar y consolidar el proceso libertario. Los chinos, como era de esperar, dieron el paso al frente.

Desde el comienzo de la Guerra Chiquita, muchos chinos formaban parte de las tropas del Oriente y el Centro a donde se extendió la llama de la insurrección, entre ellos el capitán José Tolón (Lai Wa) y el comandante Siam, el chino mas viejo de la Guerra de los Diez Años.

Las autoridades coloniales intentaron por todos los medios refrenar la insurrección. Hay referencias a bandos publicados por las autoridades coloniales, en chino y en español, solicitando que se entregarán a los jefes mambises. En Las Villas se ofrecía una recompensa a los chinos contratados y a los negros esclavos de 500 pesos fuertes para quien entregara al general Francisco Carrillo, quien según los españoles:

"se mantenía activo con cuatro negros y veinte chinos."

Otro famoso fue el teniente Pío Cabrera, un chino que se alzó inmediatamente en armas al estallar la guerra. Participó en varios combates y escaramuzas ganando prestigio y respeto. En la acción de Buena Vista fue encargado de proteger la retirada con algunos soldados. Su muerte en aquel hecho es digna de un héroe:

"Vienen ya las tropas españolas: en la calzada los espera el soldado chino, la cabeza descubierta, rodilla en tierra, rifle al hombro. (…) Cada vez que dispara, cae en tierra un enemigo. Casi sobre él están 50 hombres. Pío, imperturbable, carga, apunta, dispara con regularidad matemática. Una bala le rompe la pierna, y Pío tendido en la tierra colorada y húmeda, con la misma calma, con la misma certeza mortal, carga, apunta, dispara. Cada vez que se oye la detonación de su arma, cae un uniforme más. Cesa de tirar. Sus enemigos se lanzan sobre él; con un supremo esfuerzo les arroja el rifle al rostro, el rifle sin balas; ¡diez tenía el corazón del heroico chino!"

[12]

Destacado fue el capitán José Cuán, conocido por Kow Kong Cuan, es decir, Cuan del poblado de Kow Kong, que murió a manos de los españoles, reía y gritaba

"Pañol no pué con lo chino cubano insulecto."

Pero a pesar del empuje inicial, la Guerra Chiquita declinó y en 1880 los últimos combatientes depusieron las armas.

La tregua fecunda

Durante los años de tregua, hasta el 95, las condiciones Cuba en lo social y lo económico van cambiando y propician un nuevo estallido anticolonial, impulsado por la certera organización de la guerra realizada por Martí y el Partido Revolucionario Cubano. Por este tiempo, los chinos no ven mejoradas sus condiciones de vida, aunque en noviembre de 1877 se había firmado el Convenio de Pekín que entre otras, prohibía la contratación de colonos chinos y estipulaba que la emigración debía ser voluntaria y libre, y:

"El Gobierno de Su Majestad el Rey de España ofrece al de la China tratar a los súbditos chinos que se hallen en Cuba, o que vayan en lo sucesivo, de igual modo que a los extranjeros de la misma categoría, súbditos de la Potencia mas favorecida."

[13]

El 26 de octubre de 1879 arriba a La Habana una delegación presidida por Lin Liang Yuang y Chung Sen Yin, cónsul general y vicecónsul respectivamente. El Consulado fue instalado en la calle de la Industria esquina a la de San Rafael en febrero de 1880. El Viceconsulado radicó en la ciudad de Matanzas. Estos dos ministros chinos tenían la misión de informarse si se cumplía los términos del convenio y estrechar los lazos de unión entre España y China.

Por el año 1860, los chinos comienzan a asentarse en la zona aledaña a la Zanja Real, cruzando la calle de Galiano y muy cerca de los grandes talleres de despalillado de tabaco donde laboraban de sol a sol. Va surgiendo el conglomerado semiurbano que con el paso de los años se convertiría en el Barrio Chino mas próspero y populoso de América Latina. Los chinos se dedican al cultivo de viandas y hortalizas y dan sus primeros pasos en el comercio y los restaurantes, sin olvidar, los mas humildes, su sangre guerrera y los años de bregar en la manigua insurrecta.

A la manigua en el 95

Gracias a la certera dirección y organización de Martí, la guerra estalla el 24 de febrero de 1895, acentuando su carácter unánime. Los chinos veteranos, principalmente, se unieron a la insurrección: el capitán José Tolón (Lai Wa), el comandante José Bu Tack, éste bajo las órdenes del Mayor General José Miguel Gómez, el futuro tristemente célebre Tiburón.

El 13 de mayo de 1895, los generales Antonio y José Maceo lograron una de las primeras victorias mambisas de la Guerra: la Acción de Jobito, en la que participó activamente el capitán Tolón con 12 chinos. Y dos meses después se volvieron a destacar en el combate de Peralejo, una de las más brillantes muestras de la estrategia militar cubana de todos los tiempos, donde fue derrotado el general Martínez Campos. Muchos de estos chinos se ganaron el honor de pertenecer a la escolta de Antonio Maceo en la invasión a Occidente.

También logró merecidos galones el chino Andrés Li Ma, en territorio villareño. Su tropa participó activamente en la acción de Palo Prieto, bajo la dirección del general Serafín Sánchez. El combate se inició sobre las ocho de la mañana con el ataque de la caballería mambisa, seguidamente entró la infantería y en ella se lució, según testimonios de participantes directos, la compañía dirigida por el capitán Li Ma. Otro tanto hizo en el combate de Paso de las Damas, compartiendo honores militares con coterráneos suyos como el capitán Facundo, al frente de la infantería del brigadier José González Planas, y en las fuerzas de la escolta del general Francisco Carrillo.

Li Ma también tuvo una destacada participación en Arroyo Blanco, también en la región villareña. Se dice que en lo mas encarnizado del combate, cuando las balas españolas mas arreciaban, la tropa china de Li Ma avanzaba impávida hacia el frente enemigo y a golpe de mandoble destruyeron totalmente las líneas. Al finalizar la guerra este bravo chino se dedicó, con absoluta humildad y sencillez, a cultivar la tierra en una modesta colonia de caña, en Morón.

Matanzas también fue testigo del hacer de los chinos mambises. Conocidos son el teniente Achón, el sargento José, el teniente Manuel Pau. Y en La Habana, el general Adolfo Castillo tenía una nutrida tropa de chinos y se dice que él hablaba el idioma por lo que se entendía muy bien con ellos, especialmente con uno llamado Víctor Arocha, facilitando la convivencia y las acciones en la batalla.

Este Arocha fue protagonista de un hecho curioso. Siempre llevaba su machetón en bandolera y lucía una larga trenza de pelo muy negro. Un día, mientras cabalgaba, fue sorprendido por una patrulla española, rápido, hincó los ijares de la bestia y se lanzó al galope, mientras los rayadillos gritaban:

!Date, chino! !Date, chino!

Y Víctor, disparando sin cesar y riendo, gritaba en respuesta

– Si pué, coge, y si no, leja.

En la escolta del Generalísimo Máximo Gómez figuraba el capitán Jose Bu Tack, que tuvo en su haber una actuación casi humorística, pero al que su valor, honradez y fidelidad a la causa le confirió un altísimo honor: pudo ser elegido presidente de la república al terminar la guerra. José, al igual que Arocha, fue sorprendido por una patrulla, pero en el tiroteo logró derribar al capitán español y como los soldados se dieron a la fuga, regresó a recoger las municiones y las armas, cuál no sería su sorpresa al encontrar entre las propiedades del oficial enemigo un delicioso, y acabado de robar seguramente, pollo asado. José fue comiendo trocitos de aquel manjar durante dos o tres días, y cuando alguien le pedía una porción, respondía alegremente

-¿Tú quiele pollo? Mata capitán pañol.

No siempre los asuntos de las Revolución andaban a la luz del día. Un bravo cubano, de nombre Benigno Souza, apoyaba la insurrección en la vida civil y en una ocasión se encontró con el sargento Luis Achón, de la tropa de Máximo Gómez. Este chino se incautó un bello alazán, propiedad de Souza, para sumarlo a su patrulla. El criollo rápidamente intento recuperar el animal pero se puso un poco violento y Achón, ni corto ni perezoso, cargó su tercerola y se dispuso a disparar. Souza, salvado gracias a la intervención rápida de un oficial mambí que sabía de sus actividades, requirió al chino con dureza:

– !Pues no faltaba mas sino que los chinos vinieran ahora a matar a los cubanos!

La respuesta del asiático no se hizo esperar. Con mayor rudeza, con una mirada de desprecio, dijo:

– Yo so má cubano que tú. Yo tá peliá… !tú ta la casa…!

[14]

Los chinos no solo participaron en la Guerra del 95 como combatientes, se sabe que algunos comerciantes hicieron aportes monetarios a la causa, y muchos entregaron víveres y géneros para alimentar y vestir a los soldados de la libertad. Al concluir la Guerra, con la libertad truncada por la entrada de los Estados Unidos, y el acuerdo enajenante de París, los chinos se incorporan a la vida civil en la naciente república. El artículo 65 de la Carta Fundamental de 1901 franqueaba el derecho a dos chinos a ser elegidos presidentes: el capitán José Tolón y el Teniente Coronel José Bu Tack, por haber servido mas de diez años en las filas insurrectas y haber peleado en las tres guerras.

Después de 1901

La presencia de los chinos en la Revolución Cubana no se limitó a su participación en las tres guerras por la independencia. Destacable es además la figura del comunista chino José Wong, Huan Tao Pay, quien junto a otros de una tendencia progresista, fundan en 1927 la Alianza Protectora de Obreros y Campesinos, en el Barrio Chino de La Habana, y editan el periódico mimeografiado y clandestino Grito Obrero Campesino a partir del año 1929 [15].

José Wong fue asesinado en el Castillo del Príncipe el 13 de agosto de 1930. Y 30 años más tarde, un grupo de descendientes y naturales chinos fundan la Milicia Popular China Brigada José Wong, en recordación a este mártir de la libertad cubana, con Pedro Eng y Rufino Alay a la cabeza, esto fue en el onceno aniversario de la fundación de la república Popular China, el 1 de octubre de 1960.

La insurrección popular que nació el 26 de julio de 1953, y continuó en la Sierra Maestra, acogió la presencia china en la guerrilla comandada por Fidel. Es conocida la participación de Moisés Sio Wong en diversas acciones y es hoy general de brigada de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, y preside la Asociación de Amistad Cuba-China, no siendo el único descendiente en ostentar este alto grado militar.

Al triunfo de enero, muchos miembros de la Comunidad China en Cuba se suman a la nueva democracia popular. Los chinos se integran a las nacientes Milicias Nacionales Revolucionarias, a las Fuerzas Armadas Revolucionarias y el Ministerio del Interior. Debemos mencionar los nombres de Rufino Alay, Fausto y Pedro Eng, Guillermo Chiu. Muchos chinos cumplieron misiones internacionalistas en diversos países del mundo, llevando la solidaridad cubana, sentimiento humanista de su segunda patria. Otro descendiente que alcanzó prestigio en las FA es el capitán de navío (r) Jorge Alay Jo, que en la actualidad es uno de los profesores de idioma chino en el seno de nuestra Comunidad.

Reconocimientos

Los chinos forman parte indisoluble de la nacionalidad cubana, de su espíritu de libertad e igualdad, de la confraternidad universal que nace de la mesticidad de nuestra cultura. A lo largo de casi 160 años, su aporte ha estado presente en todos los ámbitos de la realidad nacional: la cultura, el deporte, la culinaria, el comercio, la religión, etc. Los chinos y sus descendientes, continúan este proceso de intercambio e influencias mutuas con el resto de los grupos étnicos que conforman el ajiaco cultural cubano, al decir del sabio Don Fernando Ortíz.

En abril del año 1946 fue oficialmente inaugurado el obelisco que se consagra a la memoria de los chinos que participaron en las Guerras de Independencia, auspiciado por la Asociación de Veteranos. (El monumento se construyó en 1931, pero su inauguración de retrasó debido al ataque japonés a la Manchuria en septiembre de ese año.) Para la ocasión se reimprimió el ensayo de Gonzalo de Quesada y en la introducción, el historiador Juan Luis Martín escribió estas palabras:

"Para ellos (los chinos) los cubanos no solo tenemos la gratitud que expresamos con la recordación de sus grandes y generosos hechos, sino también la gratitud mas honda y sentida, que está en nuestros corazones y que con tanta vehemencia expresó Gonzalo de Quesada"

[16]

Para la celebración fue invitada una unidad naval china, compuesta por 8 unidades de guerra, y contó con la presencia del entonces presidente de la República, el doctor Ramón Grau San Martín y el Ministro chino Li Ti-Tsun.

Referencias

Bibliografía

  • de Quesada y Arostegui, Gonzalo. Los chinos y la independencia de Cuba.
  • Jiménez Pastrana, Juan: Los chinos en la historia de Cuba, 1847-1930. Ediciones Políticas, La Habana.
  • Álvarez Ríos, Baldomero (1995). La inmigración china en la Cuba colonial. La Habana: Publicigraf.
  • Baqués, Judith (1973). Cuadernos H. Serie Asia, Japón. La Habana: Editorial Pueblo y Educación.
  • Chuffat Latour, Antonio (1927). Apunte histórico de los chinos en Cuba. La Habana: Molina y Cía.
  • Epstein, Israel (1964). Desde la guerra del opio hasta la liberación de China. La Habana: Ediciones Venceremos.
  • Guanche, Jesús (1996). Componentes étnicos de la nación cubana. La Habana: Ediciones Unión.
  • Guanche, Jesús (1999). Presencia china en Cuba. La Habana.