Cine alemán

Cine alemán
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Concepto:Conjunto de la obra cinematográfica de Alemania

Cine alemán. Conjunto de la obra cinematográfica de Alemania. El país contaba con una industria considerable antes de la I Guerra Mundial. Sus principales producciones de esos años fueron una serie de películas fantásticas dirigidas por Paul Wegener y sus socios.

Historia

Período mudo

Durante el período mudo, Paul Wegener, gran actor del teatro alemán, produjo una serie de largometrajes basados en temas de la literatura fantástica alemana del siglo XIX, como: El estudiante de Praga” (1913) y “El Golem” (1920).

En la I Guerra Mundial, Ernst Lubitsch comenzó su carrera de director de cine asimilando parte del enfoque estadounidense de la comedia y del drama, e incorporando al mismo tiempo un diseño gráfico avanzado en películas como “La muñeca” (1919) y “El gato montés” (1921).

Al concluir la guerra, se realizaron películas que mostraban decorados influidos por el «expresionismo alemán», que había empezado entonces a ser empleado en los escenarios teatrales berlineses.

Filme alemán “El gabinete del doctor Caligari”, realizado en 1919

La primera y más conocida de ellas fue “El gabinete del doctor Caligari” (1919, Robert Wiene), pero tanto ésta como otras posteriores tuvieron escasa influencia en el cine alemán. Los principales directores, F. W. Murnau, Fritz Lang o Edwald A. Dupont, tenían un estilo individual y negaron cualquier conexión con el expresionismo. El gran volumen de la producción alemana (varios cientos de películas al año) incluía la misma mezcla de géneros y estilos que el resto del cine europeo, y sufrió el mismo proceso de americanización al final de la década de 1920 que el «cine francés» y el «cine británico».

Hacia 1926, la UFA (“Universum Film Aktiengesellschaft”), la mayor compañía productora alemana, se encontró con dificultades financieras debido al excesivo coste de películas como: “El último” (1924, F. W. Murnau), “Fausto” (1926, F. W. Murnau) o “Metrópolis” (1927, Fritz Lang). Esta quiebra financiera llevó a la UFA a fusionarse con las delegaciones alemanas de la Paramount y la MGM cuando las deudas aumentaron, el financiero Alfred Hugenburg compró la compañía.

Cine sonoro alemán

Tras la introducción del cine sonoro en Alemania con “El ángel azul” (1930) de Josef von Sternberg, siguió un período muy productivo de películas arriesgadas, con un uso inteligente del medio sonoro por directores como Fritz Lang (M, “El vampiro de Düsseldorf”, 1931), G. W. Pabst (Carbón, 1931), Ludwig Berger, “Ich bei Tag und du bei Nacht” (Yo de día y tu de noche), 1932) y “Max Ophuls” (Amoríos, 1933).

En la década de 1930, la producción permanecía en unas 130 películas anuales, pero con la llegada al poder del nacionalsocialismo en 1933, los «judíos» fueron expulsados de la industria. Las principales figuras de la cinematografía alemana, que eran judías, dejaron el país. Entre ellas estaba la mayoría de los más prestigiosos directores. Se produjo el inevitable declive, y quedaron sólo películas de entretenimiento, realizadas bajo el control directo del ministro de propaganda, Joseph Goebbels, al que apasionaba el cine tanto por su potencial propagandístico como por su valor artístico. Su política general consistió en no interferir en los trabajos de los cineastas y los actores, mientras no contraviniesen los principios nazis.

Filme “El judío eterno” realizado en 1940“por el antisemita Der Ewige

La política general de los “nazis” consistía en excluir los elementos propagandísticos directos en los largometrajes, dejando esta tarea para los noticiarios y los documentales, como el antisemita Der Ewige Jüde “El judío eterno”, 1940).

Sin embargo, se hicieron algunos largometrajes propagandísticos, como Ich klage an! (Yo acuso, 1941). Aunque esta película examinaba las razones en contra y a favor de la eutanasia de un modo casi aceptable, fue concebida y utilizada como medio para suavizar la aceptación de la «doctrina nazi» sobre la eliminación masiva de seres ‘degenerados’. Hubo pocos afiliados al partido nazi entre los cineastas alemanes, y sí una cierta resistencia pasiva, como es el caso de uno de los mejores directores de este período, Helmut Käutner, quien mostró que era posible hacer películas que no fueran propaganda nazi indirecta, como “Romanza en tono menor” (1943).

Los directores no judíos Reinhold Schünzel y Detlef Sierk (Douglas Sirk) aprovecharon al máximo sus oportunidades para realizar películas como el musical “Amphitryon” (1935) o el melodrama romántico “La habanera” (1937). Hacia 1937 un número creciente de películas extranjeras empezaron a ser prohibidas por el régimen nazi y, en represalia, la exportación de películas alemanas fue limitada, lo que originó una crisis en la industria que se quiso resolver con la estatalización total. Esta crisis supuso el abandono de Alemania de cineastas como Schünzel y Sirk, que emigraron a Estados Unidos.

Durante este periodo, surgieron nuevos talentos al servicio del Tercer Reich, como Hans Steinhoff ("El rey soldado", 1935), Gustav Ucicky ("Crepúsculo rojo", 1933) y Veit Harlan ("El judío Süss", 1940).

Agfacolor

Un avance técnico importante durante esta etapa fue la cinematografía en color desarrollada por la casa alemana «Agfa». Este sistema, a diferencia del “Technicolor”, incorporaba pigmentos sensibles al color en las tres capas de la emulsión de un negativo simple, lo que constituye la base de todos los sistemas actuales del cine en color.

La película “Agfacolor” se fabricó en formato 16 mm reversible desde 1936, y en 35 mm como material de negativo para uso profesional desde 1939. Durante la guerra se produjo un reducido número de largometrajes en “Agfacolor”, siendo la más destacable “Las aventuras del barón de Münchausen” (1943), de Josef von Baky.

II Guerra Mundial

Después de la II Guerra Mundial, Alemania fue dividida en dos zonas, ocupadas por los ejércitos aliados. La industria cinematográfica sufrió la misma suerte: proliferó una serie de nuevas pequeñas productoras en la República Federal de Alemania, (RFA) y una sola compañía estatal, la DEFA, en la República Democrática de Alemania, bajo control estatal.

Las aventuras del barón de Münchausen” (1943), de Josef von Baky, producida por «Agfacolor» se fabricó en formato 16 mm”

El género más popular fue el «Heimatfilme», una serie de dramas y comedias ambientadas en el sur rural, con heroínas vistiendo trajes típicos y música del folclore alemán. Hubo que esperar hasta finales de 1950 para encontrar indicios de una nueva ambición artística entre los directores más jóvenes, cuyo ejemplo más destacado fue “El escándalo Rosemarie” (1958), de Rolf Thiele, que precedió a la nouvelle vague francesa en el empleo del zoom, efectos brechtianos y cortes bruscos, al mismo tiempo que mostraba en el argumento la relación del ‘milagro económico’ alemán con un escándalo vigente en aquel momento.

Pero las películas extranjeras, en especial las estadounidenses, fueron apoderándose cada vez más del mercado. Un grupo de jóvenes que pretendía llegar a hacer cine, y mostrar su propia visión de la realidad al estilo de la «nouvelle vague francesa», logró del gobierno de Alemania Occidental el respaldo estatal para sus producciones artísticas.

«El Kuratorium Junger Deutscher Film» fue el organismo oficial para canalizar este respaldo. Se creó en 1965, y ayudó a la producción de las películas “Una muchacha sin historia” (1966), de Alexander Kluge, “Signos de vida” (1967), de Werner Herzog, “El amor es más frío que la muerte” (1969), de Rainer Werner Fassbinder, o “El joven Törless” (1966), de Volker Schlöndorff, entre otros.

El estilo de estas películas era deudor en gran medida de las producciones francesas de la «nouvelle vague», con saltos de eje, tiempos muertos, interrupciones musicales súbitas y entrevistas con personajes reales incluidas en la película.

Décadas del 70 y 80

En la década del 70, algunos de estos directores llegaron a ser muy populares en los circuitos de arte y ensayo internacionales. Es el caso sin duda de Fassbinder con “Todos nos llamamos Alí” (1973), Herzog con Aguirre, “La cólera de Dios” (1972) y Wim Wenders con “Alicia en las ciudades” (1973).

Pero el gran público alemán no llegó a conectar con estas obras, y el mercado fue dominado completamente por películas importadas. Los únicos éxitos internacionales recientes de la industria alemana se han debido a Wolfgang Petersen, con “El submarino” (1981) y “La historia interminable” (1984).

Década del 90

En 1994, se distribuyeron en Alemania 74 producciones propias, que sólo obtuvieron el 10,4% de los ingresos de taquilla. No obstante, el cine alemán actual tiene autores, como Doris Dörrie ("Hombres, hombres", 1985; o "Nadie me quiere", 1994) de evidente interés y actualidad internacionales, aunque su distribución está restringida a los circuitos minoritarios de cine en versión original.

En Cuba

Todos los años, en el mes de junio, la Cinemateca de Cuba, en coordinación con la embajada de Alemania en este país y el Instituto Goethe, realiza una Semana de Cine Alemán en La Habana.

Enlaces Externos

Fuentes