Espondilitis anquilosante

Espondilitis anquilosante
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Espondilitis anquilosante. Enfermedad crónica que causa inflamación de las articulaciones entre las vértebras de la columna y las articulaciones entre la columna y la pelvis. Esta enfermedad finalmente hace que las vértebras afectadas se fusionen.

Descripción

La espondilitis anquilosante es una enfermedad reumática inflamatoria crónica que afecta fundamentalmente a las articulaciones de la columna vertebral, las cuales tienden a soldarse entre sí en esta enfermedad, reduciendo así la movilidad de la columna. Es de de causa desconocida y se incluye dentro de las espondiloartropatías, que se consideran un grupo de enfermedades que presentan similitudes en algunas de sus manifestaciones clínicas, asociación al antígeno de histocompatibilidad HLA-B27, en determinadas características radiológicas, respuesta a los tratamientos, etc.
Estas espondiloartropatías incluirían enfermedades como:

Estas enfermedades se caracterizan por ser seronegativas" para el factor reumatoide, distinguiéndose así de la artritis reumatoide. Todas estas enfermedades, suelen localizarse en la entesis, o zona donde se insertan en el hueso la cápsula articular, ligamentos o tendones, afectando en mayor o menor magnitud a la columna vertebral y a las articulaciones periféricas. También suelen aparecer fenómenos de fibrosis y osificación con formación de hueso nuevo y así ocasionando lo que se conoce con el nombre de anquilosis.

La columna vertebralconsta de 24 vértebras y 110 articulaciones. Tiene tres secciones con siete vértebras cervicales, doce dorsales o torácicas y cinco lumbares. La zona cervical o del cuello es la más móvil. Las vértebras de la sección dorsal tienen una costilla unida a ellas por ambos lados. Debajo de la zona lumbar está el hueso sacro, que tiene forma de diamante y se traba en la pelvis como una piedra angular. El sacro forma parte del anillo pélvico en relación a ambos lados con los huesos iliacos, formando las articulaciones sacroilíacas. Este es frecuentemente el punto de partida de la enfermedad donde comienzan el dolor de la parte inferior de la espalda y la espondilitis.

Por tanto, indica que se trata de unas patologías de afectación fundamentalmente vertebral (que afecta al esqueleto axial). Sin embargo dentro de su amplio abanico de manifestaciones clínicas, también incluye otras como las mencionadas anteriormente de articulaciones periféricas (cadera, rodillas, mandíbula, tórax, etc) o incluso manifestaciones que van más allá de las articulaciones, como por ejemplo afectación de la aorta, o uveítis oculares, u otros fenómenos menos frecuentes.

La progresión natural de la enfermedad lleva a un deterioro progresivo de la movilidad del paciente, llegando en estadios finales a una incapacidad importante. A pesar de que las consecuencias graves e incapacitantes de esta enfermedad se hayan ido reduciendo paulatinamente con el uso de los tratamientos farmacológicos y la concienciación de pacientes y médicos respecto a la importancia de que la persona afectada realice ejercicio físico controlado por su médico y cambie sus hábitos de vida, no se conoce de momento cura para esta enfermedad.

Epidemiología

La espondilitis anquilosante se limita prácticamente a las personas que heredan el factor genético HLA B27, aunque existen casos aislados de pacientes sin este marcador. Este antígeno se limita, aproximadamente, a un 8% de la población. En torno al 96% de personas que tienen espondilitis anquilosante han heredado el B27. Sin embargo, es importante recordar que hay muchas más personas con el B27 que nunca desarrollan espondilitis.
Hay familias en que un hermano y una hermana pueden haber heredado el B27 de un progenitor, pero sólo uno desarrolla la espondilitis. Esto mismo se observa a veces en gemelos idénticos.

Hay que comentar que la asociación con el HLA-B27 es independiente de la gravedad de la enfermedad y que el tema del HLA-B27 es mucho más complicado de lo que parece, pues no existe un sólo HLA-B27, sino subtipos. De todos modos hoy en día está generalizada la prueba de detección del antígeno pues ayuda al médico a orientar el diagnóstico al estar presente en la mayoría de las personas con espondilitis.

Por otro lado, se observa una mayor incidencia de la enfermedad en el sexo masculino, siendo de dos a tres veces mas frecuente que en las mujeres. La enfermedad suele debutar a partir de los 40 años.

Además hay que decir que existe cierta asociación entre la espondilitis y la enfermedad inflamatoria intestinal (Colitis Ulcerosa y Enfermedad de Crohn). De hecho la enfermedad inflamatoria intestinal es un factor de riesgo de padecer espondilitis independientemente del HLA-B27, aunque un 50-75% de los pacientes con ambos procesos son positivos para este HLA.

Causas

Se desconoce la causa de la espondilitis anquilosante, pero los genes parecen jugar un papel. La enfermedad comienza con mayor frecuencia entre los 20 y los 40 años de edad, pero puede ocurrir antes de la edad de 10 años y afecta más a los hombres que a las mujeres. Los factores de riesgo abarcan:

  • Antecedentes familiares de espondilitis anquilosante
  • Sexo masculino

Síntomas

La enfermedad comienza con un lumbago que aparece y desaparece.

  • El dolor y la rigidez son peores en la noche, en la mañana o cuando no se está activo.
  • El dolor mejora particularmente con ejercicio o actividad.
  • El dolor de espalda puede comenzar en las articulaciones sacroilíacas (entre la pelvis y la columna). Con el tiempo, puede comprometer toda o parte de la columna.

Se puede perder movimiento o movilidad en la columna lumbar y es posible que usted no sea capaz de expandir completamente el tórax, debido al compromiso de las articulaciones intercostales. La fatiga también es un síntoma común.

Otros síntomas menos comunes abarcan:

Diagnóstico

La espondilitis anquilosante resulta una enfermedad de difícil diagnóstico al menos durante su inicio, pues el dolor lumbar que refieren los pacientes, es un síntoma frecuente e inespecífico, debiéndose en la mayoría de los casos a otras causas. Por eso en muchas ocasiones los pacientes se desesperan esperando un diagnóstico definitivo. Para el diagnóstico deben orientarnos fundamentalmente datos clínicos y radiológicos, a parte de la positividad del HLA B27.

La espondilitis suele comenzar con dolor en las nalgas, la parte posterior de los muslos y la pierna y la parte inferior de la espalda. Un lado suele doler más que el otro. El dolor parte de las articulaciones sacroilíacas donde la columna se une a la pelvis. La rigidez matutina, tan a menudo experimentada, desaparece durante el día. El dolor matutino suele interrumpir el sueño. También pueden sentir dolor y rigidez crecientes después de largos períodos sentados, por ejemplo en el teatro o en el cine, o durante un viaje largo en coche.

La espondilitis puede ocasionar un dolor considerable durante los primeros años. En años sucesivos, la enfermedad se vuelve menos activa y puede desaparecer por completo. Cualquier rigidez advertida como resultado de la enfermedad no es ningún obstáculo insalvable, siempre que no se haya tolerado la postura de la columna inclinada hacia adelante. La mayoría de los pacientes con espondilitis pueden continuar su vida laboral habitual, algunos han de efectuar ajustes, mientras que otros deberían encontrar otro trabajo más adecuado.

Existen diferentes pruebas exploratorias sencillas encaminadas a valorar la movilidad de la columna vertebral, que pueden ayudar en el diagnóstico y para determinar la gravedad de la afectación.

Por último, el diagnóstico final de la espondilitis anquilosante lo confirman los Rayos X. Los cambios característicos se producen en las articulaciones sacroilíacas, pero es posible que tarden muchos meses en desarrollarse y puede que no se manifiesten durante la primera consulta. No hay una opinión unánime sobre si se pueden registrar los síntomas característicos antes del cambio radiológico o si, cuando el paciente va de hecho al médico y le radiografían, ya se han producido cambios. En la analítica sanguínea, el análisis de la velocidad de sedimentación de los eritrocitos(VSD), una prueba por otro lado inespecífica, puede tanbien orientar sobre la actividad de la enfermedad. A veces puede presentarse la anemia.

En algunos casos, sobre todo en los que pudiera haber dudas sobre el diagnóstico, el médico puede pedirles que se hagan la prueba para localizar el antígeno HLA B27. Si éste está presente, el diagnóstico se vería reforzado. El hecho de que este resultado de negativo, no descarta por completo la enfermedad, aunque debería orientarnos hacia otros diagnósticos.

El diagnóstico precoz es complicado por no existir un síntoma o un signo que indiquen de forma precisa que esa persona tiene espondilitis. Por tanto los médicos han desarrollado criterios para determinar cuándo se trata de una espondilitis. Los criterios más extendidos son los de Nueva York del año 1984 modificados:

  • Historia de dolor de espalda de carácter inflamatorio de 3 meses de duración como mínimo, que mejora con el ejercicio y empeora con el reposo.

Limitación de los movimientos de la columna lumbar en los planos frontal y sagital

  • Limitación de las excursiones respiratorias en relación con los valores normales atendiendo a edad y sexo.
  • Sacroileítis definida radiológicamente.

Pronóstico

El pronóstico ha mejorado pues cada vez se consigue un diagnóstico más precoz y además se dispone de medicamentos cada vez más efectivos para frenar los procesos inflamatorios. Sin embargo la enfermedad sigue sin tener una cura pues todavía no se conocen el agente o agentes causales de la misma.

La enfermedad ni siquiera se comporta de la misma forma en las personas que la padecen. Su edad de aparición es variable, la forma en que se presenta también, y su evolución resulta impredecible. Sin embargo hay datos para el optimismo. El hecho de padecer espondilitis no quiere decir que, de forma obligatoria, vaya a sufrir todas las alteraciones que se asocian a la enfermedad, no hay que angustiarse, pues aunque es una enfermedad que ocasiona una molestia diaria, no es insoportable. Si hay personas que sufren una espondilitis más severa, que ocasiona daño en articulaciones periféricas y que a largo plazo puede dañar órganos, pero son un menor porcentaje.

La mayoría de los enfermos con espondilitis hacen una vida normal salvo que ciertas acciones requieren más trabajo físico, pero eso no quiere decir que una persona se vaya a quedar en silla de ruedas. De hecho, al ser una enfermedad que tiende a cursar en brotes, suelen aparecer períodos de tiempo de duración no determinada, en los que la persona tendrá la sensación de estar bien y los dolores serán menores. Por tanto, no se debe olvidar nunca que la progresión de la anquilosis es variable y en algunos casos incluso llega a remitir, al menos durante un tiempo.

El esfuerzo del paciente por no caer en el abandono físico, el buen control del médico, y el comportamiento impredecible de la enfermedad son factores a tener muy en cuenta para la vida diaria de las personas que la sufren. Siempre que se pueda hay que realizar las tablas de ejercicios e intentar ver la enfermedad como algo con lo que se tiene que convivir toda la vida, siendo el objetivo primario que la calidad de vida no se vea mermada.

Posibles complicaciones

En raras ocasiones, las personas pueden tener problemas con la válvula aórtica del corazón (insuficiencia aórtica) y problemas del ritmo cardíaco.
Algunos pacientes pueden tener fibrosis pulmonar o enfermedad pulmonar restrictiva.

Tratamiento

El objetivo del tratamiento es aliviar el dolor articular y prevenir, retardar o corregir las deformidades. Todavía no hay curación para la espondilitis, pero las diferentes medidas que se pueden adoptar son vitales para atenuar las consecuencias de la enfermedad. Por esta razón, la formación del paciente es tan importante. El paciente, el médico y el fisioterapeuta juegan un papel básico en el tratamiento. Las Asociaciones de Afectados también están jugando un papel importante en las vidas de un número creciente de personas a este nivel. Los fármacos y el ejercicio físico regular son los dos pilares sobre los que debe apoyarse el manejo de esta enfermedad.

Medicamentos

Muchas personas que tienen la enfermedad toman regularmente antiinflamatorios no esteroides para reducir la inflamación y el dolor que están asociados con esta enfermedad. El que suele resultar más eficaz en esta enfermedad es la indometacina, aunque no todos los pacientes reaccionan de la misma manera a los diferentes tipos de antiinflamatorios. Por tanto, el médico podría sugerirle que probara, con el tiempo, unas cuantas para encontrar la más efectiva para usted. Pueden tomarse a última hora de la noche para que surtan efecto durante las horas posteriores. Esto les ayudará a controlar el dolor durante un período más largo con el fin de ayudarles a dormir bien de noche y reducir la rigidez matutina.

Se puede prescribir la terapia con corticosteroides o medicamentos que suprimen el sistema inmune para controlar varios síntomas, aunque en esta enfermedad no suelen ser muy eficaces. Algunos médicos utilizan medicamentos citotóxicos (medicamentos que bloquean el crecimiento de las células) en personas que no tienen una buena respuesta a los corticosteroides o que dependen de dosis altas de los mismos. La sulfasalazina puede ser beneficiosa para la artritis periférica, sin tener prácticamente efecto sobre la afectación central.

Unos medicamentos llamados inhibidores TNF han demostrado que mejoran los síntomas de la espondilitis anquilosante.

Cambios en el estilo de vida

Los ejercicios pueden mejorar la postura y la respiración. Asimismo, acostarse sobre la espalda en la noche puede ayudar a mantener la postura normal y se recomienda igualmente usar dispositivos que ayuden con las actividades de la vida diaria.

'Fisioterapia

Es un tema vital y un área en que el espondilítico interviene, en gran medida, en el desarrollo de la enfermedad. Cuando se diagnostica la espondilitis, al paciente debe ser tratado por un fisioterapeuta y aprender una rutina de ejercicios que pueda hacer todos los días.

La finalidad del fisioterapeuta es hacerle tomar conciencia de la postura, sobre todo la posición de la espalda, y aumentar el radio de acción de ciertas articulaciones, especialmente los hombros y la cadera. Es importante conservar los músculos fuertes porque la disminución del movimiento, incluso durante poco tiempo, hace que se debiliten y puede costar mucho tiempo volverlos a poner en forma. También es importante aprender a estirar los músculos que se acortan fácilmente.

De forma general:

  • Acuéstese boca arriba sobre una superficie rígida durante unos 20 minutos cada mañana o tarde.
  • Repita los ejercicios de respiración profunda a intervalos frecuentes durante el día.
  • Tenga cuidado con la postura: corríjala constantemente, no sólo durante los períodos de ejercicio sino también a lo largo del día mientras está de pie, sentado y andando.
  • Haga algunos de los ejercicios todos lod días.

Cirugía

La cirugía se lleva a cabo si el dolor o daño de las articulaciones es severo. Sólo ocupa un lugar secundario en el tratamiento de la espondilitis. En la mayoría de los casos en que interviene, se aplica a un 6% de personas con espondilitis para sustituirles la cadera (artroplastia). Estas operaciones dan muy buen resultado, devuelven la movilidad y eliminan el dolor de la articulación dañada.

La cirugía interviene rara vez para restablecer la posición vertical de la columna y el cuello de las personas en que se han doblado. Estas personas tienen problemas para ver de frente, mirar a los demás a la cara, ver rótulos de las tiendas, números de las puertas, etc. También tienen problemas para cruzar la calle.

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