Marina Semiónova

Marina Semiónova
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NombreMarina Semiónova
Nacimiento12 de junio de 1908.
San Petersburgo, Leningrado, Bandera de Rusia Rusia
Fallecimiento8 de junio de 2010
Moscú, Bandera de Rusia Rusia
OcupaciónBailarina
TítuloPrima ballerina del Teatro Nacional Académico de Ópera y Ballet
HijosYekaterina, Semiónova
Obras destacadas El lago de los cisnes, La bella durmiente y La bayadera, etc.

Marina Timoféievna Semiónova. Bailarina soviética cuyas actuaciones en El lago de los cisnes, La bella durmiente del bosque, La Bayadera, Raymonda, Don Quijote y Giselle, la convirtieron en una de las mejores bailarinas de su país. En 1946 se retira de la danza activa, pasando a formar parte del cuerpo docente del Bolshói.

Síntesis biográfica

Nació en San Petersburgo, Leningrado, Moscú, el 12 de junio de 1908.

En su etapa de estudiante bailó excepcionalmente la princesa "Florina" de El pájaro azul y la reina de las "Dríadas" de Don Quijote, y destacó enseguida por su versatilidad, desde lo dramático hasta lo lírico.

Vagánova recreó para ella el papel del hada "Naila", de La Source en la versión tradicional de Aquille Coppini, donde hizo gala de su musicalidad.

Vida personal

Su vida personal fue trágicamente discreta. Se casó dos veces, primero con el bailarín Victor Alexandrovich Semionov, a quien conoció en su juventud y que murió a los 52 años de edad en Moscú.

Antes de la muerte de Victor ya estaban separados y se había casado con el diplomático Lev Karajan, quien fue víctima de las purgas estalinistas y ejecutado en un gulag a finales de los años treinta.

Trayectoria artística

En el año de su graduación, 1925, en el colegio de coreografía, en Leningrado, (ahora San Petersburgo), obtuvo fama y se convirtió en la prima ballerina del Teatro Nacional Académico de Ópera y Ballet (ahora Teatro Mariinski), donde con su “soltura de zarina” durante cuatro temporadas interpretó más papeles que durante los siguientes 23 años de su carrera.

Vagánova siguió ocupándose de ella y puliendo los caracteres de su gran repertorio como solista , así apareció en los roles principales y más queridos como fueron "Odetta-Odilia" de El lago de los cisnes de Piotr Chaikovski, Raimonda de la obra homónima de Alexandr Glazunov, "Aurora" de La bella durmiente de Chaikovski o "Nikia" de La bayadera de Ludwig Minkus.

En la década de los años 20, el entonces joven gobierno soviético dudaba sobre si el ballet clásico era necesario en los tiempos en que se intentaba crear un nuevo tipo de cultura: la cultura proletaria, basada en la ideología revolucionaria y vanguardista del marxismo. Pensaban que la herencia burguesa y noble no tenía cabida en la Unión Soviética. En el fuego de la revolución ardían íconos y poesía del siglo XIX, el siglo dorado ruso. Semiónova y otras bailarinas, como Galina Ulánova, con su arte demostraron la vigencia de la coreografía clásica.

El cisne de Semiónova marcó cómo enfrentar en la era moderna los roles del siglo XIX. En 1928, el escritor Stefan Zweig la vio bailar y no escatimó elogios:

"...Cuando sale a escena da la impresión de una tormenta repentina que removiera la tranquilidad de una existencia monótona..."

Semiónova no fue una actriz dramática y guardaba las tradiciones de Vagánova, con sus reglas del ballet imperial, no del teatro sicológico. Así, sus cualidades estéticas, invencible fascinación, encanto femenino y el impecable baile clásico, no dramático, no resultaban necesarias. Poca gente comprendió qué significaba para la mejor bailarina de su tiempo el no tener nuevos papeles, no tener ni un espectáculo hecho especialmente para ella, ver la decandencia del nivel del ballet clásico. “Su dignidad nunca le permitió quejarse”, destacaba Nikolái Tsiskaridze.

Fue una de las primeras bailarinas en participar en giras fuera de la Unión Soviética. Entre 1935 y 1936, gracias a la invitación de Serguéi Lifar, entonces a cargo del conjunto de ballet de la Ópera Nacional de París, bailó en el escenario de ese famoso teatro.

Para muchas bailarinas, uno de los obstáculos para poder bailar son los hijos. Por su hija Yekaterina, Semiónova empezó a dar clase en una escuela de coreografía y en el año 1953, justo después de su jubilación, empezó a enseñar en el Teatro Bolshói para introducir las tradiciones de Vagánova en Moscú.

Bajo su dirección pulieron su maestría las bailarinas principales del teatro de muchas generaciones. Entre ellas están Maya Plisétskaya, Nina Timoféyeva, Marina Kondrátieva, Natalia Bessmértnova, Liudmila Semeniaka, Nadezda Pávlova y Galina Stepanenko.

Muerte

Tenía 102 años cuando murió, el 8 de junio de 2010, en su casa de Moscú.

De su muerte dijo Anatoli Ixánov, director general del emblemático teatro ruso:

"...Se ha ido una leyenda con la que se relacionan las mejores páginas de la historia del Bolshói. El teatro y todo el ballet ruso está de duelo. Marina Timoféyevna Semiónova fue fiel al teatro Bolshói hasta el último minuto. Primero brilló como prima bailarina y después fue una pedagoga sabia y absolutamente imprescindible..."

Reconocimientos

Entre sus numerosos galardones figura en el 2003 el Benois de la Danse, conocido también como el Óscar de la danza, por su trayectoria profesional.

Fuentes