Mora de Rubielos

Mora de Rubielos
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Municipio de España
EntidadMunicipio
 • PaísBandera de España España
 • ProvinciaFlag of Huesca (province).png Huesca
 • ComarcaHoya de Huesca
Población (2010) 
 • Total1,756 hab hab.
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Mora de Rubielos Villa de la Comarca de Gúdar-Javalambre, en la provincia de Teruel a 41,8 km. de la capital. Situada al pie de la sierra de Gúdar (Sistema Ibérico ), junto al río Mora (cuenca del Mijares), a 1.035 m. de alt. Temperatura media anual, 11,1°. Precipitación anual, 550 mm. Población: en 2010, 1.756 hab.; en 1998, 1.378 hab.; en 1978, 1.505 hab.; en 1950, 2.166 hab.; en 1900, 3.091 hab.

Enciclopedia

La villa de Mora de Rubielos se asienta a orillas del río Fuen Lozana. Este río y el Tosquilla, ambos de corriente torrencial y afluentes del Mijares, proporcionan el agua para los riegos de su extenso término municipal, gracias a una amplia y bien cuidada red de acequias y pequeños embalses, entre los que destaca el de «Los Batanes» o «Balsa Nueva», cuya construcción data del siglo XV. La carretera de Castellón-Teruel bordea el perímetro urbano del pueblo, que cuenta además, con las carreteras de la estación de ferrocarril (de la que dista 16 km.), la de Aliaga (por Alcalá), y la de Cedrillas (por Cabra). Mora se halla diseminada en tres entidades de población bien definidas: las masías, cuya población es básicamente emigrante y está en trance de desaparición; los barrios de Santa Lucía, Troya, El Aliagarico, El Plano, La Cuba y Los Masecicos, que conservan su población; y, por último, el casco urbano propiamente dicho, con calles magníficamente pavimentadas y excelente alcantarillado. Sus casas, con alturas de dos, tres y cuatro plantas, conservan en su mayor parte el tipismo de la región, con fachadas blanqueadas, aleros de madera labrada, labores de rejería y balcones de hierro o madera. En su construcción se ha empleado básicamente la piedra de arena, muy abundante en la comarca, existiendo algunas casas blasonadas y bastantes con fachada de sillería, como el Ayuntamiento (siglos XVIII y XIX), el antiguo convento de las terciarias franciscanas, la casa parroquial, la de los Cortel, Marín, Torres, Cabañero y otras. Su casco antiguo fue declarado conjunto histórico-artístico en 1978: sobresalen, en su arquitectura, las moles impresionantes de la ex colegiata y el castillo de los Fernández de Heredia , ambos, a su vez, también declarados monumentos nacionales y en magnífico estado de conservación merced a las restauraciones efectuadas en diferentes épocas, desde 1931 hasta la actualidad. La villa fue plaza fuerte amurallada, conservándose parte de sus murallas (las Torres) y tres de sus puertas en excelente estado: Portal de la Plaza, el de Los Olmos y el de las Monjas. Mora ostenta el título de «Fidelísima» concedido a la villa por Felipe V, con motivo de la guerra de Sucesión . Mora cuenta con extensos pinares de propiedad municipal, en la sierra de su nombre cuya explotación proporciona la mayor parte de los ingresos a sus arcas municipales. En su término existen innumerables fuentes, pintorescos rincones y excepcionales vistas panorámicas, algunos de ellos acondicionados por I.co.na. Incluso posee aguas termales medicinales en la partida denominada El Babor, que en siglos pasados tuvieron excelente acogida para el tratamiento de enfermedades gástricas. En la posguerra del 36 , la villa promocionó una floreciente colonia veraniega, siendo rentable la atracción turística que la villa ejerce especialmente en la región levantina, y la construcción de apartamentos y chalés ha crecido en los últimos años con singular éxito. La devoción a sus patronos, Nuestra Señora de los Dolores y San Miguel Arcángel está muy arraigada en el vecindario, siendo éstas sus principales fiestas locales. Las de San Miguel de Mayo (la aparición) culminan con una gigantesca hoguera, en cuyo rescoldo, ya cerca del amanecer, los asistentes celebran un banquete, asando corderos y otras viandas, para conmemorar así el cerco y ocupación del castillo árabe efectuado por tropas cristianas. Las fiestas de San Miguel de septiembre son las más importantes y duran toda una semana, siendo muy concurridas por gentes de la comarca y de Levante. La «fiesta de los veraneantes», dedicada a la Virgen de los Desamparados, ha tenido fuerte arraigo últimamente, especialmente entre la colonia veraniega; también el pueblo conmemora las festividades del Pilar, Santa Lucía, San Pedro, San Juan y otras con peculiaridades propias, lo que confirma la fuerte tradición religiosa que tuvo la villa y que también avalan sus innumerables ermitas, algunas —como la de Santa Bárbara y San Agustín— desaparecidas, pero otras —como las de La Magdalena, La Dolorosa, San Roque, Santa Lucía, La Soledad, San Antonio y San Miguel— todavía en perfecto estado y con culto. Nota relevante de sus festejos populares es el «toro embolado», que tiene fama en la comarca. No se concibe en la villa una fiesta, por insignificante que sea, sin el tradicional toro de fuego, cuyos orígenes documentados datan del siglo XV. El slogan «Villa del toro embolado» se incorporó oficialmente a la propaganda turística de la villa, y dicho festejo atrae siempre nutrida concurrencia. La villa en sus orígenes se llamó solamente Mora; posteriormente Mora de Aragón, y, finalmente, la Administración la denominó Mora de Rubielos en el año 1860, para distinguirla de sus homónimas diseminadas por España. Antiguamente fue cabeza de partido judicial, y aunque su evolución demográfica ha sido negativa (llegó a una población cercana a los 3.500 hab. en el XIX), en los últimos años las pequeñas industrias y las cooperativas han contribuido a frenar la emigración.

Arqueología

En Mora se localizan dos importantes yacimientos arqueológicos: La Hoya Quemada: Corresponde a un poblado del Bronce Medio , ubicado en la cuenca alta del río Mijares, debajo del escarpe de la cima de un relieve en cuesta, situado muy próximo al actual pueblo. Ocupa una extensión aparente de 500 metros cuadrados, de los que fueron excavados 185 en campañas realizadas en 1983 y 1986. Se descubrieron parte de cinco grandes estancias de planta rectangular, con un espacio de acceso interno flanqueado por dos postes. Todas ellas presentan un banco adosado realizado con arcilla y piedra, y que en algunos casos tienen unas estructuras cóncavas de manteado de barro que servirían para sostener vasijas; otro de los elementos comunes son la presencia de resaltes de arcilla de finalidad desconocida, de escasa altura, 0,08 m., sección ligeramente trapezoidal y una longitud máxima de 2,16 m. En una de dichas estancias se localizó un depósito excavado en el suelo, tiene planta oval de 2,14 m. en su eje máximo y una profundidad de un metro, en su boca existe un reborde interno de arcilla que serviría para sostener un entramado de ramas que lo taparía y cuyos restos, convertidos en carbones, se localizaron en el fondo del mismo. Los muros son de mampostería de piedra y manteado de arcilla mezclada con paja, que en algunos casos conservan restos de postes embutidos. El enlucido de barro y el posterior encalado de las superficies, se observa tanto en las paredes como en algunas zonas de los suelos. Los materiales cerámicos corresponden a cuencos de paredes abiertas, y reentrantes, vasijas carenadas con asas en cinta o con pezones, vasijas globulares de mediano y gran tamaño, y las denominadas queseras; tienen escasa decoración; limitada a impresiones realizadas sobre algunos bordes, cordones con desarrollo longitudinal o arborescente y que se localizan en las tinajas, pezones y lengüetas con función de sujeción en la mayoría de los casos. Entre los materiales líticos, se hallaron abundantes molinos barquiformes, cantos de cuarcita, escasas láminas denticuladas de sílex y un molde de hacha plana. Los restos metálicos fueron únicamente una punta plamela de cobre y restos de un punzón. El polen no se conservó en las muestras de la Edad del Bronce estudiadas. Los restos de fauna indican la existencia de caza (Cervus Elaphus) y la de una ganadería vacuna (Bos taurus) y ovina/caprina (Ovis Aries/Capra Hircus). Las dataciones de C-14 realizadas en el laboratorio de Granada proporcionaron las siguientes fechas: 2120±190, 1500±90, 1470±100 y 1320±100. Fue posible realizar un estudio dendrocronológico de uno de los troncos carbonizados, pertenecientes a Pinus Pinaster, y que proporcionó un total de 101 anillos. La Cueva del Coscojar: Se sitúa en la ladera sur de la loma del Coscojar, dominando la depresión ocupada por el barrio de masadas de Los Salabrosos. Se realizaron dos campañas de excavación, en 1981 y 1982, centradas en cuatro catas distribuidas por el interior de la cavidad. Tan sólo la tercera, en el fondo de la cueva, proporcionó una secuencia estratigráfica clara, que junto con los materiales arqueológicos localizados nos indican la existencia de una continua ocupación. Así existe material lítico que pertenece culturalmente al Neolítico , restos muy alterados de enterramientos humanos del Eneolítico  ; también el Bronce Medio se halla presente a razón de formas cerámicas características; más escasos son los materiales del Bronce Tardío y Final, entre ellos destacan una vasija de carena alta y un fragmento con acanalados; finalmente debe destacarse la presencia de cerámica ibérica, cuencos y vasijas de gris ampuritana, materiales muy similares a los hallados en las cuevas levantinas y que fueron interpretadas como santuarios ibéricos. Las características de esta cueva han hecho que fuera utilizada como refugio en la última guerra civil .

Historia Medieval

Este territorio fue conquistado por las tropas de Alfonso II hacia 1171, siendo hasta la toma de Rubielos en 1204 la posición más avanzada de las fuerzas cristianas frente a los musulmanes del reino de Valencia. Eclesiásticamente dependía del obispado de Zaragoza, según consta en una bula de Alejandro III en 1172 por la que los clérigos de Teruel debían reconocer como suyo al prelado zaragozano. En 1198 Pedro Ladrón recibía la villa y el castillo de manos de Pedro II , pero su sucesor Jaime I la incluyó en la baronía de Jérica, con la que dotó en septiembre de 1255 a su hijo natural Jaime, habido con Teresa Gil de Vidaurre . Fue ocupada por las tropas castellanas en la guerra de los dos Pedros pero volvió a manos aragonesas en 1364, recibiendo un privilegio de Pedro IV por el que se comprometía a no separar esta villa de la corona. Sin embargo, este hecho dio lugar a diversos problemas pues la corona dispuso en diversas ocasiones de esta villa, al igual que los señores de Jérica, quienes vendieron la villa de Mora al vizconde de Cardona, don Hugo, en 1367, y poco más tarde a don Blasco Fernández de Heredia, Justicia de Aragón , quien pagó más de doscientas sesenta mil libras barcelonesas por la villa y el castillo. En 1370 éste cedía la posesión a su sobrino Juan Fernández de Heredia, nieto de su homónimo el gran maestre de la orden de San Juan , aunque por otro lado Pedro IV entregaba la villa a su hijo Martín I con el título de condado (1372). Una vez arregladas las diferencias, el linaje de los Fernández de Heredia quedó como dueño de esta población haciéndose cargo de ella en 1388 Gil Ruiz de Lihori, quien cambió su nombre por el de Juan Fernández de Heredia . En esta localidad estuvo instalada una aduana para la recaudación de impuestos sobre el comercio con Valencia. Fue el lugar de nacimiento en 1450 de Gonzalo Fernández de Heredia , importante religioso, diplomático y escritor.

Arte

La villa de Mora fue declarada «Conjunto histórico artístico» en agosto de 1978. —Urbanismo: El casco urbano aparece presidido por el castillo de los Fernández de Heredia, como exponente del poder feudal; a su lado, la ex colegiata de Santa María testimoniaría el poder eclesial sobre la villa. El trazado de sus calles es bastante rectilíneo y ortogonal, éstas forman manzanas casi siempre rectangulares. Los núcleos principales son las plazas de la Iglesia, de la Raza y la Plaza Mayor, donde se concentran las mejores edificaciones, así como en la calle de las Cuatro Esquinas y su paralela, la de las Parras. El recinto murado, realizado por los Fernández de Heredia en los siglos XIV y XV, se conserva en parte. Su principal fragmento se halla frente a la calle de las Cruces, junto a dos torreones fortificados, todo construido en sillar de arenisca; también de la muralla era el ya desaparecido «Portal» de Rubielos y los conservados «de los olmos», «de las monjas» y «de la plaza»; estos dos últimos sirven en la actualidad como soportes a edificios de viviendas y bajo sus arcos transcurre la calle, al modo medieval. —Arquitectura civil. Castillo: Existía ya en 1198, fecha en que fue donado junto con la villa por el rey Pedro II de Aragón a Pedro Ladrón. En 1275 Jaime I de Aragón lo entrega a su hijo Jaime, señor de Jérica. En 1327 es vendido al vizconde de Cardona por los albaceas testamentarios de Pedro de Jérica (permanece la doble propiedad entre los Ladrón y los Jérica hasta la compra del edificio por los Heredia al vizconde de Cardona en 1367). En 1356-1357 proseguían sus obras de construcción en las que trabajaron ingenieros llegados de Ginebra y Constanza. Los Fernández de Heredia lo habitaron desde 1367 hasta 1614, año en que lo entregaron a los monjes franciscanos, quienes lo ocuparon hasta 1835, fecha en que fueron exclaustrados y desde la que el castillo sirvió para dependencias del Estado. En 1834 el castillo actuó como bastión defensivo contra los carlistas. Durante la guerra civil (1936-1939) sirvió de prisión y cuartel, siendo este destino último prolongado en la posguerra, hasta la construcción del nuevo cuartel de la guardia civil. Las obras de restauración son dirigidas en 1980 por Antonio Almagro Gorbea. Fue declarado monumento nacional el 3-VI-1931. Su mole, de casi 4.000 m.3, orienta su fachada hacia el noreste y su planta cuadrada, algo irregular, adaptada a la topografía sin atenerse a un plan preconcebido, presenta torres en los ángulos noreste y oeste; en este último, y dentro de la torre, se sitúa la capilla. Distribuye sus salas en torno a un patio descubierto de estructura porticada, con claustro bajo arcos apuntados. La parte más antigua corresponde al estilo románico del siglo XII, en que se construirían las dos salas situadas bajo el nivel del patio, cubiertas con bóveda de medio cañón. Las torres defensivas, la capilla y crujías del patio porticado corresponden a los siglos XIV yXV. Del mismo modo que la ex colegiata, se cuenta entre las mejores obras que el gótico mediterráneo dejó en Aragón. El castillo puede parangonarse a los principales del área mediterránea levantados durante el siglo XIV, Perpignan, Bellver, el Castel Nuovo de Nápoles y el palacio de los papas en Avignon; la estructura de este último es muy similar al de Mora. —Ayuntamiento: De volumen paralelepipédico, muy macizo; su fachada de sillería corresponde al estilo herreriano generalizado en la primera mitad del siglo XVII, sobria y con moldurajes simples de tipo geométrico. La hornacina barroca situada sobre la puerta central de la planta baja lleva la inscripción «A…728» (año 1728), fecha probable de la colocación de aquélla, pues interrumpe bruscamente la moldura de la fachada del edificio, anterior éste, por tanto, a esa fecha. La arquería del piso bajo es usual ya en el siglo XVI y en la provincia de Teruel en Ayuntamientos de pueblos como Cella y Formiche Alto , este último perteneciente a la comarca de Mora de Rubielos. De los tres pisos de que se compone, el último fue elevado en el siglo XIX, para lo que se eligió piedra arenisca del mismo tono ocre, labrada asimismo en sillar y siguiendo estrictamente el estilo del edificio. —La vivienda morana: Merece una atención especial; su entronque con lo levantino, como en las otras manifestaciones arquitectónicas, es también muy claro. Se conserva una fachada románica (a la que se adosó el edificio) y dos góticas, así como el volumen externo de varias casas del Renacimiento (caserones «de Pilón» y «de Marín» y casas de Amalia Torres y «de las monjas», esta última provista de patio interior porticado, al modo italiano), más una remodelada en el siglo XVIII (casa Cortel de la Fuen del Olmo); muy similar pero quizás ya del XVII es la «casa del curato», todas estas construidas en piedra tallada en sillares y sin revoco. Se conserva también algún ejemplar del XVIII con el característico alero moldurado en caveto. El conjunto más homogéneo es el del siglo XIX, momento de auge demográfico de Mora, por lo que las casas llegan a tener cuatro y cinco plantas; suelen llevar alero de madera con tejas canales en voladizo. En estos dos siglos se utiliza la mampostería revocada y pintada a la cal en blanco con arrimaderos en gris. Del siglo XX no hay ninguna de interés artístico. —arquitectura religiosa. Iglesia ex colegial de Santa María: Se erige con la licencia otorgada en 1454 por el arzobispo de Zaragoza Dalmau de Mur , bajo el mecenazgo del señor de Mora Juan Fernández de Heredia. Desde 1482 hasta finales del siglo XV se efectuaron importantes obras a expensas del cabildo, que dedicó atención especial al claustro. En 1544 se produce un incendio que destruye una parte del templo y hace desaparecer los archivos parroquiales y la biblioteca. Entre 1549 y 1551 se realizan en la colegiata obras de cantería y albañilería; en esas fechas se tiene constancia de que se hallaba en Mora el arquitecto francés Pierres de Vedel. En 1620 se instalaba el desaparecido retablo mayor, que había sido traído del monasterio de Nuestra Señora de Rueda . Durante la guerra civil (1936-1939) la iglesia albergó talleres militares, almacenes y punto de vigilancia. Terminada la contienda, tanto la iglesia como el pueblo se hallaban totalmente desvalijados y aquélla en un estado de completo abandono y destrucción. Así el actual retablo mayor, de estilo neo-gótico, se hizo en 1945 por los hermanos Albareda , con el legado testamentario de Petra Blesa. El edificio fue declarado monumento nacional el 2-V-1944. Es una construcción en sillar bien escuadrado, de aspecto macizo reforzado por sus gruesos contrafuertes exteriores. Su portada abocinada presenta la proliferación de arquivoltas que descansan en capitel continuo, características éstas del último gótico. Su espacio interior corresponde al estilo gótico levantino por su estructura de una sola nave con capillas entre los contrafuertes; este entronque con lo levantino es una constante vital en Mora y se refleja bien en toda su arquitectura. Su amplio y espacioso interior (que, en España, es inferior en anchura sólo al de la catedral de Gerona) se cubre por bóvedas de crucería simple y tiene un total de cinco tramos; posee en cabecera tres ábsides pentagonales y, a los pies, coro cubierto por bóveda de crucería estrellada; éste se cierra con reja de forja del siglo XV. En el lado del Evangelio, la capilla del sagrario, cubierta por cúpula sobre pechinas y decorada con esgrafiados, manierista pero ya del XVIII; en el mismo lado y contiguo a la cabecera, el claustro, de recinto cuadrado y con arquería de medio punto. En el lado de la Epístola, la torre, a los pies, de planta cuadrada y provista de cuatro cuerpos. —Ermitas: En la actualidad se conservan cinco, aunque consta la existencia de alguna otra desaparecida. Las conservadas son: las de Loreto y San Roque, construidas en el siglo XVI (aquélla en 1547) y renovadas en el siglo XVIII (1795), se hallan adosadas; la de la Soledad (siglo XVI) la de la Dolorosa (siglo XVII, reformada en 1959) y la de San Miguel (fines del XVIII, reconstruida en 1978).

Fuentes