Pamplona (España)

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Bandera de Pamplona
Bandera

Escudo de Pamplona
Escudo

Ubicación de Pamplona.
Ubicación de Pamplona.
EntidadCiudad
 • PaísBandera de España España
 • comunidadNavarra
 • provinciaPamplona
Población (2020) 
 • Total203 944 hab.
Gentiliciopamplonesa y pamplonés
Pamplona Image.jpg
La ciudad de Pamplona

Pamplona es una ciudad de 204 000 habitantes, capital de la comunidad de Navarra (Reino de España).

Historia

Época romana y visigoda

Remontada al primer milenio antes de nuestra era, siendo en aquella época una aldea habitada por vascones, de nombre Uruna o Iruna, emplazada en la parte más alta de una terraza sobre el río Arga, en un emplazamiento estratégico. Aunque está considerada como punto importante en el primitivo trazado viario de la península ibérica e inevitable lugar de paso para las primeras migraciones indoeuropeas, los historiadores creen que el núcleo primitivo pudo ser utilizado como escala por los celtas.

La romanización echa raíces en el siglo I a. n. e., cuando la ciudad romana se instala sobre el primitivo poblado vascón. Está fuera de dudas que en el invierno de los años 75 a 74 a. C. sirvió de campamento al general romano Cneo Pompeyo, durante su campaña contra Sertorio, al que se considera por ello «fundador» de Pompeiópolis (‘la ciudad de Pompeyo’), que con el paso de los siglos fue llamada Pompaelo y Pompailon, hasta llamarse Pamplona. Los primeros historiadores romanos cuentan la gran dificultad que tenían los generales de Roma en conquistar estas tierras.

La cristianización del territorio y la presencia cultural de Roma propiciarán la consolidación de Pamplona como capital política y religiosa.

Pamplona (Iruña) se construyó con la intención de dominar las comunicaciones entre el mar Cantábrico, el río Ebro y la cordillera de los Pirineos por parte de los romanos, sirviendo de enlace entre la península y el resto del Imperio romano a través de la Galia.

La villa de Pompaelo creció hasta convertirse en un auténtico municipio romano, con foro y termas, que alcanzó su máximo esplendor en el siglo II. Excavaciones en torno a la catedral han puesto de manifiesto la existencia de una ciudad desarrollada y dotada de servicios. El Museo de Navarra guarda testimonios de este momento crucial, cuando el primitivo poblado de vascones entró en la Historia de la mano de la civilización romana.

La ciudad conoció hacia el 275 las primeras incursiones germánicas, a las que en el 409 se sumaron las invasiones de suevos, vándalos y alanos. Queda constancia de la toma de la ciudad por los visigodos en el año 472, en la pluma de san Isidoro, y en la de san Gregorio de Tours, de las sucesivas conquistas de Childeberto I (en 511) y Clotario I (en 561).

Navarra en general, y de manera especial Pamplona, en los siglos VI y VII fueron un constante objetivo militar para la monarquía visigoda, que trató de controlar, con escaso éxito, el territorio. Sin embargo convendrá precisar que esta empresa tuvo un interés secundario, dado que tenía lugar en un escenario alejado, remoto, para los monarcas visigodos. Wamba restaura sus murallas en el siglo VII, y es posible que en el 711, momento de la invasión islámica, el rey Rodrigo se encuentre en campaña militar frente a estos muros.

Alta edad media

Las tropas musulmanas llegaron temprano a Pamplona, en el año 714, aunque su presencia fue efímera, ya que prefirieron arraigar en la Ribera, particularmente en la comarca de Tudela, donde los musulmanes permanecieron durante 400 años, concretamente hasta 1119. Después de la Conquista, Pamplona se somete a los musulmanes mediante pactos entre éstos y los jefes nativos. Y es lugar de flujo y reflujo en los sucesivos intentos de árabes y francos por romper el equilibrio establecido a ambos lados de los Pirineos. Desde el siglo VIII, el poder musulmán, a cambio de tributos, permite a la nobleza local conservar la religión cristiana y gozar de cierta libertad de acción.

Carlomagno, dentro de su política de expansión territorial, a la vuelta de una expedición a la Zaragoza musulmana, ocupó Pamplona y destruyó sus murallas en el año 778. Inmediatamente después, en Roncesvalles, cuando estaba a punto de abandonar la tierra de los vascones, sufrió una clamorosa derrota que inspiró la Chanson de Roland y que frustró su proyecto de constituir una zona de influencia carolingia en el valle del Ebro, similar a la Marca Hispánica de Cataluña. Tres años más tarde, Abd al-Rahman I reocupa la ciudad.

Tras los episodios visigodos, musulmanes y carolingios, en la segunda mitad del siglo IX la ciudad se afianza en el emergente núcleo cristiano, que al igual que en Aragón y Asturias, se configura como elemento de oposición frente al Islam instalado en el territorio de la monarquía visigoda, cuando la familia vascona de los Íñigo dio a Pamplona su primer caudillo, Íñigo Arista.

La dinastía Jimena, en el siglo X, vertebra este movimiento social y político y da lugar al Reino de Pamplona, así llamado originariamente y que así se llamará en los dos siglos siguientes, hasta que en 1164 se tomó el título de Reino de Navarra.

Sancho Garcés I, que reinó entre los años 905 al 925, se comprometía a acatar los Fueros, códigos de leyes que garantizaban el cumplimiento de los derechos de los navarros. Con este cambio de denominación se pretendía subrayar la soberanía del territorio, del conjunto de Navarra, y marcar distancias frente a la corona de Castilla, a la que en algún momento los monarcas navarros habían prestado vasallaje. Para sobrevivir ante los reinos de Castilla y Aragón, los reyes de Navarra se pusieron bajo vasallaje de los reyes de Francia e incluso las ultimas dinastías reales navarras (los Thibault o Teobaldos, los Champagne, los Albret o Labrit) eran de origen francés.

Ciudad medieval, capital del reino

En la Pamplona medieval predomina la autoridad del obispo, en tanto que el monarca tiene una corte itinerante, como es habitual en esta época. Pamplona se reducía entonces a una pequeña aldea campesina, denominada también Iruña y más tarde Navarrería, heredera histórica de la ciudad romana, habitada por labradores dependientes del obispo y sometida al dominio temporal del obispo. De hecho durante más de 300 años, de finales del siglo X hasta 1323, permanecerá bajo la autoridad del obispo. Mientras tanto, el rey vive a compás de las coyunturas militares y políticas, y establece su corte itinerante en otras poblaciones del reino antes que en Pamplona, donde aunque también tiene palacio no se encuentra cómodo, pues su jurisdicción puede entrar en colisión con la episcopal.

Pamplona en la Edad Medieval

La Pamplona medieval no es una, sino tres. La política repobladora de los monarcas pamploneses que inicia Sancho Ramírez (en 1076), dinamizada por el auge espectacular del Camino de Santiago, motiva el surgimiento de nuevos núcleos urbanos junto a la ciudad originaria. Aquí existen, a veces a duras penas, tres núcleos urbanos diferenciados jurídica y socialmente. Cada uno de ellos tiene sus propias autoridades municipales, sus ordenanzas y sus murallas.

El primitivo poblado vascón, tradicionalmente llamado Iruña, después romanizado, alberga a los navarros, a los pobladores autóctonos; es el barrio de la Navarrería.

En el burgo de San Cernin (San Saturnino, en castellano) impulsado por la corona en los años 1090-1100, se ha establecido el influyente grupo de francos, burgueses, comerciantes, en buena parte procedentes de Francia de donde han traído su lengua y sus devociones San Cernin se venera en Toulouse a los que Alfonso I el Batallador le extendió el fuero de Jaca en 1129.

La población de San Nicolás constituye el tercer núcleo urbano de Pamplona, con una sociedad más heterogénea en su procedencia y condición social, navarros y francos, que actuará como fermento de la futura Pamplona favorecido también con el mismo privilegio.

Estas dos nuevas poblaciones se apresuran a levantar sus iglesias parroquiales y sus recintos amurallados para dejar patente su autonomía respecto al cabildo catedralicio. La trama urbana se completaba con otros núcleos menores: el pequeño burgo de San Miguel y la aljama judía junto a la Navarrería y la "Pobla Nova del Mercat', de labradores, sobre tierras del mercado del burgo de San Cernin.

Cuando en 1189 Sancho el Sabio favorece al núcleo de la Navarrería con un privilegio real que la fortifica y la repuebla, se inicia una sucesión de enfrentamientos y rencillas entre los tres burgos que dura tres siglos debido a las diferencias de origen de sus habitantes, privilegios y dependencia real o eclesial.

La división en barrios o burgos se mantendrá a lo largo de los siglos XIII y XIV, con su secuela de conflictos y violencia que frena el desarrollo de la ciudad. Orígenes, intereses y ocupaciones a menudo divergentes alimentaron frecuentes rencillas entre los tres burgos principales. La tensión alcanza su mayor intensidad en 1276, cuando al calor de la crisis política suscitada por la llegada de una dinastía extranjera al trono navarro, los Capetos, reyes de Francia, las tropas francesas asaltan el barrio de la Navarrería, matan a sus habitantes y arrasan las propiedades. El obispo, que ha padecido con especial virulencia el saqueo, pierde su tradicional hegemonía sobre la ciudad, que pasará definitivamente bajo control del monarca.

Navarra da un paso decisivo hacia el futuro, bajo la dinastía de la casa de Champaña y con los reinados de Teobaldo I, Teobaldo II y Enrique I como protagonistas. Poco a poco se van dejando atrás las viejas formas y estructuras, dando paso a otras más acordes con la modernidad de la época, tanto en apartados económicos como sociales, apostando por aires europeístas en su proyección exterior y en distintas reformas administrativas, que marcan el comienzo de una nueva era que, los historiadores, engloban hasta la muerte de Enrique I en 1274.

La llegada de la casa de Evreux al trono de Navarra en 1328 abre una época de consolidación política y de desarrollo económico y cultural. Sin embargo, la situación de casi continua guerra civil entre los burgos de la que no se libra, tampoco, la rica judería, persiste hasta el 8 de septiembre de 1423, fecha en que Carlos III, el Noble (rey de Navarra), promulga el Privilegio de la Unión, fuero municipal que integra a las tres poblaciones bajo una sola autoridad municipal y bajo el mismo escudo heráldico y que va a durar hasta la implantación del nuevo régimen en 1836. Supone la fusión perpetua de "la ciudad", "el burgo y "la población" en un solo municipio con alcalde, justicia y jurados comunes. La ciudad calificada a partir de ese momento de 'muy noble', dispondría así en adelante de un emblema definitorio: el blasón con león rampante sobre campo de azur y la corona símbolo del juramento de los reyes en la Catedral. Al fin la ciudad supera sus enfrentamientos fratricidas e inicia un periodo de desarrollo del que da testimonio el conjunto arquitectónico de la Catedral, en el que destacan el claustro del gótico final y el soberbio sepulcro, esculpido por artistas borgoñones, en el que reposan Carlos III el Noble y su esposa.

Anexión del Reino de Navarra a Castilla

Tras la muerte de Carlos III en el año 1425, Navarra se vio sumida en una profunda crisis institucional. La crisis política que sacude Navarra durante el siglo XV, condensada en la guerra civil que encarnizadamente mantienen agramonteses y beaumonteses, incide directamente en la capital del Reino. Esta coyuntura de extrema debilidad y de caos social es aprovechada por Castilla para invadir Navarra y poner sitio a la capital. Al rendirse Pamplona en 1512 se rinde el Reino; y sus reyes Juan de Albret y Catalina de Foix— se han de refugiar en sus señoríos del otro lado de Los Pirineos, en territorio francés, donde suspirarán y conspirarán por una restauración que no llegará. Lo intentaron más de una vez, la última en 1521, cuando pusieron cerco a Pamplona. Aquí, al servicio del virrey castellano, combatía Ignacio de Loyola, que resultará herido en el lugar donde hoy se levanta una capilla en su honor, cerca del Palacio de Navarra. A partir de este revés el noble guipuzcoano cambiará su vida, dejará las armas y creará un ejército espiritual, la Compañía de Jesús. Inmediatamente se le unirá Francisco de Javier, un noble navarro, estudiante en la Universidad de París, cuya familia paradójicamente había militado al lado de los reyes navarros del exilio y, por consiguiente, frente al bando en el que había luchado Ignacio de Loyola.

Navarra quedó incorporada a la Corona de Castilla como reino con instituciones, leyes y fueros propios (Cortes de Burgos, 1515). Admitiendo que Navarra era un reino diferenciado de las demás monarquías españolas en cuanto a su territorio, jurisdicción y gobierno. Conservó su independencia económica (aduanas y capacidad para acuñar moneda). El donativo era un impuesto que Navarra debía aportar, previa aprobación de sus Cortes, a la hacienda estatal.

Ciudad Fronteriza

Tras la conquista de Castilla, la capital del Reino adquiere un nuevo valor estratégico como plaza fortificada frente a la permanente amenaza de invasión del monarca francés, el entonces enemigo pertinaz de la corona castellana. Se decidió centrar la defensa del territorio en Pamplona y dotar a la ciudad de castillos y murallas, capaces de resistir cualquier asedio que va a conocer una intensa actividad fortificadora a lo largo de los siglos XVI, XVII y XVIII con el propósito de convertir la ciudad en un bastión infranqueable frente al temido ataque del otro lado de la frontera pirenaica.

Fernando el Católico ordenó construir un gran castillo en 1514 pero de este castillo no quedan restos aunque se localizaba donde hoy están los jardines de la Diputación y el comienzo de la calle San Ignacio, en recuerdo del santo herido en su defensa en 1521. Las obras comenzaron en 1514 y prácticamente en 1530 estaba concluido. Fue un castillo de altos muros de sillería rodeados de foso, pero de diseño y planta- un cubo de cuatro sobresalientes torreones circulares en los ángulos- que pronto resultaron obsoletos.

La construcción del Castillo de Fernando el Católico dio lugar a que el Castillo Viejo, en desuso, se habilitara como cárcel y posteriormente, en 1540, se demoliera dejando un espacio libre que posibilitó la actual Plaza del Castillo. La plaza se configuró en 1545 al estilo de las de la Edad Moderna: plaza rectangular, bordeada de edificios con arcadas o porches en planta baja, y utilizada para uso público.

Con los Habsburgo, la monarquía hispana disputó su posición de primera potencia europea frente a Francia, y en esas circunstancias Navarra se hallaba a la vanguardia frente al enemigo. Desde entonces las obras de fortificación fueron continuas, con la construcción de portales, lienzos, defensas, etc. y por encargo de Felipe II la construcción de una ciudadela que sustituyera al castillo de Fernando el Católico que a su vez había sustituido al castillo “Viejo”. Con el advenimiento de la artillería, las ciudades fortaleza eran vulnerables, por lo que se requería, aparte de un ejercito profesional, fortalezas alejadas de las ciudades, establecimiento de bastiones en vez de muros, y colocación de entrantes y salientes para mejor batir al enemigo.

La construcción sigue el diseño de la más avanzada arquitectura militar renacentista. Se iniciaron las obras en 1571, bajo la intervención del virrey Vespasiano Gonzaga y según los planos del ingeniero militar italiano Giacomo Palear, apodado “el Fratin” según los modelos de Amberes y Turín, conforme a la escuela italiana de Pacciotto de Urbino. Se trataba de levantar una fortificación en forma de estrella de cinco puntas, con cinco baluartes, emplazada en el extremo suroccidental de la ciudad, que era el más expuesto.

Pero Pamplona no se agotará en esta función militar y desarrollará su vocación de capitalidad política y espiritual. Aquí se congregarán las instituciones políticas, entre las que ocupará el primer lugar el Virrey, al cual actúan el Consejo de Navarra, suprema instancia judicial del Reino; la Cámara de Comptos, que ejerce de tribunal de cuentas; y la Diputación del Reino, con funciones ejecutivas emanadas de las Cortes de Navarra. Las Cortes se reunirán con frecuencia en la capital del Reino a lo largo de su dilatada existencia, que se prolongará hasta 1828.

Dos hechos contribuyeron en el siglo XVIII al mantenimiento de la peculiar situación navarra en el conjunto de la nación: El primero fue el apoyo a los Borbones en la Guerra de Sucesión a la Corona Española y Felipe V no aplicó a Navarra los Decretos de Nueva Planta, que derogaron las peculiaridades administrativas de Aragón, Cataluña o Valencia, dado que fue su aliada en dicha guerra. El segundo responde al donativo como pacto o contrato entre el rey y el reino, vinculado al funcionamiento de las Cortes como asamblea legislativa: no se aprobaba el donativo hasta que no se resolvieran los pleitos pendientes del reino con el rey y no se publicasen las leyes correspondientes.

En el siglo XVIII con el afrancesamiento y la ilustración se llevó a cabo una gran labor de renovación y de embellecimiento de la ciudad, y que coincidió con una época económicamente muy boyante. Muchos navarros enriquecidos en la Corte o en América levantaron edificaciones representativas como la primera Casa de Misericordia (1706), la Casa Consistorial (1752), el palacio arzobispal, (1732-1736),el seminario de San Juan Bautista y los palacios de Goyeneche, el del Conde de Ezpeleta, del Conde de Guendulain, de los Navarro-Tafalla y el del Marques de Rozalejo, las capillas de San Fermín (1717)en la iglesia de San Lorenzo y de la Virgen del Camino en la de San Saturnino (1776), además de la edificación de la fachada neoclásica de la Catedral (1783), y el de la modernización urbana con servicios tales como las cloacas y la red de alcantarillado (1772), empedrado y el alumbrado publico de las calles con farolas de candilejas(1799). También se aprobaron nuevas Ordenanzas que favorecieron la renovación de parte del caserío, con viviendas de varias alturas sobre las estrechas parcelas medievales. Entre 1783 y 1798 se acometieron las obras para la provisión de aguas a la ciudad desde el manantial de Subiza, situado en la falda de la sierra del Perdón, proyecto que requirió la construcción del acueducto de Noain y de cinco fuentes monumentales en la ciudad, obra de Luis Paret.

En el siglo XVIII la Ciudadela se convirtió en prisión de hombres ilustres, como el conde de Floridablanca, el marqués de Leganés o el ministro Urquijo.

Edad Contemporanea

El siglo XIX es un siglo infausto. El siglo XIX fue un siglo de guerras ―Independencia (contra Francia), realistas, carlistas―, pero la ciudad de Pamplona siguió evolucionando. La ciudad no escapó a los conflictos armados que se sucedieron en el siglo XIX. Comienza con la Invasión francesa (1808).

Así, las tropas francesas que en 1808 habían tomado por sorpresa la Ciudadela (aproximándose mientras jugaban con bolas de nieve), permanecieron en Pamplona hasta 1813. Después vendrían el asedio de las tropas realistas de los 'Cien mil hijos de San Luis', que sitian y bombardean la ciudad en 1823. contra la guarnición liberal pamplonesa (1823). Sigue con la sublevación de O'Donell en 1841.Y, además, y sobre todo, vive el intenso y repetido estremecimiento de las Guerras Carlistas (entre 1833 y 1877) en las que Pamplona y todo el reino de Navarra están profunda y epidérmicamente implicadas y en las que la capital se alineara con la monarquía isabelina frente a la Navarra rural, partidaria del pretendiente don Carlos.

La desamortización de los bienes eclesiásticos (1836) supone el derribo de algunos conventos de religiosos como el de Carmelitas, sobre el que se levantará el Palacio de Navarra (1843) sede de las instituciones forales y el Teatro Principal (1841) hoy trasladado a la avenida de Carlos III: supone también la transformación del convento de Santo Domingo en Hospital Militar y del de San Francisco en escuela. En 1860 la Compañía de los Caminos de Hierro del Norte inauguraba la estación de ferrocarril de vía ancha de Pamplona, extramuros, junto a la que nacería el barrio de La Estación. El siglo concluye con el desbordamiento demográfico del perímetro de la antigua población y la consecuente creación del primer ensanche (1888) que aportará al patrimonio urbano ciertos edificios en la línea de la estética modernista.

De Reino a Provincia

Monumento a los Fueros.

El reinado de Isabel II supone el fin de Navarra como reino dentro de la monarquía española. El triunfo final del liberalismo sobre la causa absolutista supuso la transformación del territorio en una provincia dotada de ciertas peculiaridades pero despojada del sistema institucional que se había forjado en la edad media. En 1841, la ley de los fueros de navarra llamada también lay paccionada regula la situación política de Navarra y creó un sistema específico con privilegios fundamentalmente fiscales que siguieron marcando una cierta singularidad. Con todo, el peso del tradicionalismo y la confrontación más o menos permanente con el gobierno central por la interpretación y la aplicación de ese acuerdo señalaron los hitos más importantes de la política navarra durante el resto de la centuria.

Durante el sexenio revolucionario revolucionarios y carlistas se apresuraron a proclamar su apoyo a la reintegración foral y comenzaron las revueltas, Carlos VII se instaló en Estella pero las ciudades se resistían y Pamplona sufrió un asedio a comienzos de 1875 pero pudo defenderse de los carlistas hasta la llegada de tropas enviadas por Alfonso XII que reinstauraba la monarquía de los Borbones.

La España de la Restauración Monárquica estuvo marcada por la alternancia en el gobierno de los dos grandes partidos, el conservador y el liberal y la corrupción política para manipular las elecciones en beneficio de uno y otro. Entre los conservadores militaban miembros de la aristocracia y alta burguesía, mientras que los liberales eran menos influyentes. En este tiempo empieza a desarrollarse un movimiento político, el "Fuerismo", promovido por intelectuales como Juan Iturralde y Suit o Arturo Campión que pretendían la conservación y el empuje de la lengua y la cultura vascas, pero también la defensa del régimen foral y su reintegración. El mayor encontronazo se produjo en 1893, cuando el ministro de Hacienda Germán Gamazo, proyectó acabar con la autonomía fiscal navarra e imponer el régimen común del resto de España. Diputación, representantes en Cortes, ayuntamientos e incluso la prensa se movilizaron contra el Gobierno central, se recogieron firmas de protesta entre los ciudadanos y se organizaron manifestaciones. En conmemoración de este suceso,la gamazada, se levantó en Pamplona el monumento a los fueros.

El siglo XX ha sido uno de los más convulsos y conflictivos de la historia navarra, en consonancia con el discurrir de la política española y europea. La centuria se iniciaba con una región conservadora, dominada por el carlismo. El reinado de Alfonso XIII fue muy conflictivo y la cuestión foral y la considerable presencia del carlismo enfrentó a los sucesivos gobiernos.

Con Alfonso XIII recién nombrado rey, Cuba perdida cuatro años atrás y la vida política de la Restauración a punto de agotarse, nacía en la capital navarra un nuevo periódico, Diario de Navarra. Los primeros meses de 1903 vieron cómo llegaba a buen fin la idea de crear un periódico independiente y empresarialmente moderno en Navarra. En febrero de 1903, Pamplona rondaba los 30.000 habitantes, el teléfono era un invento recién estrenado y acababan de debutar los autobuses a vapor. Era una ciudad encerrada en sus murallas con el Monumento a los Fueros del Paseo Valencia todavía en obras. La población vivirá constreñida, reducida a un espacio cada vez más angosto que le impedirá afrontar los retos de una sociedad que comienza a abandonar las formas de vida y de trabajo del Antiguo Régimen. Así surgió en 1888, el Primer Ensanche, en torno a la Ciudadela y el Segundo Ensanche, en 1905, para permitir el crecimiento ordenado hacia el Sur.

Diario de Pamplona

El carlismo, permaneció dividido en varios sectores hasta la proclamación de la República en 1931. En Navarra se implantó el partido nacionalista vasco, fundado por Sabino Arana y también el Partido Socialista Obrero Español. Durante la Dictadura de Primo de Rivera, el principal motivo de discusión de estos años fue la administración municipal.

Con la Segunda República Española, las tensiones políticas y sociales se agudizan, pero los grupos conservadores mantienen un peso político y social siempre mayoritario. El estallido de la guerra, en el que algunos líderes militares y civiles navarros fueron protagonistas, situará a la región en el lado de los vencedores desde el primer momento a pesar de la presencia de una minoría de izquierdas que fue duramente castigada.

Navarra fue una de las regiones donde triunfó el Golpe de Estado gracias al acuerdo que el General MOLA realizó con los Requetés, pocos días antes del 18 de julio de 1936. Por este motivo el General Franco aceptó la situación foral que había en Navarra a partir de la Ley Paccionada de 1841. En la primera visita que realizó a Navarra en Nov. de 1937, concedió la Cruz Laureada de San Fernando que figuró en el escudo oficial hasta la llegada de la Democracia. En Dic. de 1952 volvió para inaugurar el Pantano de Yesa, el Monumento “ de los Caídos en la Cruzada” y las casas del Patronato “Francisco Franco”, en la Chantrea, construidas para obreros en los inicios del desarrollo económico. En los carteles de bienvenida al escudo del Yugo y las Flechas, propio de la Falange, superpusieron la Cruz de San Andrés, símbolo de que el Carlismo sequía siendo la principal fuerza política en Navarra.

La década de los 60 y 70 supusieron una rápida industrialización y modernización de las estructuras económicas y Navarra se convirtió en una de las regiones más conflictivas socialmente frente al régimen de Franco. La creación del polígono industrial de Landaben, dentro del Plan de Promoción Industrial propiciado en 1964 por la Diputación Foral, impulsó definitivamente la actividad industrial de Pamplona y propició un profundo y generalizado cambio en las mentalidades y en las condiciones de vida. La Pamplona tradicional, pequeña, artesana y rural, se transformó en una sociedad viva, que impulsó las reivindicaciones sociales y políticas. La transición política del franquismo a la democracia se vivió en la capital navarra con particular intensidad, primero en el plano sindical y después, de manera generalizada, en el político y cultural.

El proceso culminó con la democratización del sistema político y la reforma del régimen foral navarro. La calidad de vida de los pamploneses experimenta una progresión paralela a la urbanística. A partir de entonces la población rebosa las estructuras urbanísticas y se expande hacia los barrios periféricos. Se inicia el tercer ensanche y con él una alteración de la imagen anterior de Pamplona que adquiere una nueva fisonomía organizada alrededor de un amplio cinturón de parques y zonas verdes.

La Pamplona de hoy se presenta al visitante como una ciudad dinámica, de tamaño medio y equilibrada que combina el legado histórico de la vieja urbe medieval con una completa oferta de servicios sociales, educativos, sanitarios y culturales que la sitúan entre las ciudades con mayor nivel de bienestar de Europa. El fuerte crecimiento demográfico y económico de Pamplona y su comarca en las últimas décadas han transformado el paisaje de esta zona de Navarra. Su privilegiada situación ha propiciado la transformación de la ciudad en los últimos decenios, hasta convertirla en un dinámico centro industrial y de servicios, e importante nudo de comunicaciones entre Europa y el Valle del Ebro. Muestra un crecimiento contenido y crece en sintonía con unas pautas urbanísticas ejemplares.

Pamplona es una ciudad abierta y acogedora, preocupada por un crecimiento ordenado. El calificativo de ciudad verde está ligado a la preocupación por la conservación de los antiguos parques y jardines heredados de la vieja ciudad fortificada -como La Taconera, Tejería, La Vuelta del Castillo o los jardines de La Media Luna- y a la creación de nuevos espacios de esparcimiento y ocio -entre los que destacan el campus de la Universidad de Navarra, los parques de La Biurdana, El Mundo y Yamaguchi, o los más recientes de Mendillorri, Mendebaldea y el Parque Fluvial del Arga-.

Pamplona está hermanada con las ciudades de Bayona (Francia), Paderborn (Alemania) y Yamaguchi (Japón). Con la ciudad colombiana de Pamplona, fundada por el navarro del Valle de Baztán Pedro de Ursúa en 1547, existen también acuerdos de jumelaje.

Escudo, bandera e himno

El escudo, la bandera y el himno de Navarra constituyen los símbolos oficiales de la Comunidad Foral. Los dos primeros están definidos en la LORAFNA. La Ley Foral 7/1986, de 28 de mayo, aprobada por el Parlamento de Navarra establece el himno oficial y regula la utilización de todos los símbolos de Navarra.

Escudo

El escudo de Navarra sobre la bandera.

La Ley Orgánica de Reintegración y Amejoramiento del Régimen Foral de Navarra (Lorafna), de 10 de agosto de 1982, establece en su artículo 7.1:

"El escudo de Navarra está formado por cadenas de oro sobre fondo rojo, con una esmeralda en el centro de unión de sus ocho brazos de eslabones y, sobre ellas, la corona real, símbolo del Antiguo Reino de Navarra".

Esta descripción corresponde al escudo histórico de Navarra -cadena de oro sobre fondo de gules- que tiene su origen en el escudo de armas que el rey navarro Sancho VII el Fuerte adoptó como propio en 1212, tras la victoria de los reyes cristianos de Navarra, Castilla y León, contra las tropas musulmanas, sucedida en las Navas de Tolosa (actual provincia de Jaén), dentro de la reconquista de la península. Las cadenas representan a las que rodeaban la tienda del rey moro Miramamolín el Verde y que Sancho el Fuerte rompió con su propia espada. Y la esmeralda central representa la que el rey moro vencido llevaba sobre su turbante.

Este símbolo heráldico personal de Sancho el Fuerte sustituyó al que el mismo rey utilizó hasta entonces, que era un águila negra. El escudo del rey paso a ser considerado más tarde escudo del reino y se representa, a lo largo de los siglos de distintas maneras -cadenas, barras, esferillas-. En 1910 la Diputación Foral aprueba un diseño como modelo oficial de escudo.

En 1931, con el advenimiento de la Segunda República Española, la corona real del escudo es sustituida por una corona mural, que asemeja un castillo o fortaleza. En 1937 se recupera la corona real. Y en este mismo año el escudo oficial incorpora tras de sí la Cruz Laureada de San Fernando, condecoración militar otorgada por el General Franco a Navarra, por la participación en el levantamiento de 1936. En 1981, mediante una Norma del Parlamento de Navarra, el escudo vuelve a tener la forma tradicional, que meses después definiría con el máximo rango legal la Lorafna.

Bandera

La LORAFNA establece en su artículo 7.2.: "La bandera de Navarra es de color rojo, con el escudo en el centro".

La bandera de Navarra viene usándose como símbolo de la Comunidad Foral desde 1910. En ese año, la Diputación Foral decidió sus características, adoptando el color rojo por ser éste el mismo del fondo del escudo oficial, y acordó izarla en el balcón del Palacio de Navarra en las festividades religiosas (San Fermín, San Francisco Javier, San Miguel y la Inmaculada Concepción, así como el 16 de julio, aniversario de la batalla de las Navas de Tolosa, y en otras fechas destacadas).

Desde la aprobación de la LORAFNA, en 1982, las banderas oficiales ondean permanentemente en las fachadas del Palacio de Navarra, al igual que en otros edificios oficiales. La Ley Foral de Símbolos de Navarra establece que la bandera deberá ondear en el exterior y ocupar lugar preferente en el interior de todos los edificios públicos civiles del ámbito de la Comunidad Foral, sin perjuicio de la preeminencia de la bandera de España.

Himno

La Ley Foral de Símbolos de Navarra establece como Himno de Navarra el "Himno de las Cortes", que debe su origen a la "Marcha para la entrada del Reino", pasaclaustro barroco que se interpretaba en el claustro de la Catedral de Pamplona al paso de las Cortes de Navarra, con motivo de la celebración de sus sesiones.

Esta marcha venía siendo interpretada desde el siglo XX en las principales ceremonias oficiales y era considerada, de hecho, como el himno propio de Navarra, aunque no se le otorgó una oficialidad expresa hasta 1985, con la aprobación de esta Ley Foral.

El himno tiene los arreglos del compositor madrileño Valentín Ruiz, si bien el himno, sin embargo, no ha sido determinado legalmente, pese a que el sentir general ha venido considerando como tal el «Himno de las Cortes» que debe su origen a la «Marcha para la entrada del Reyno», obra compuesta en el siglo XVIII y que se interpretaba en el Claustro de la Catedral de Pamplona para acompañar la inauguración de las sesiones de las Cortes camino de la Sala de la Preciosa para la celebración de sus sesiones.

La Ley Foral (7/1986) declara como himno de Navarra el «Himno de las Cortes».

Letra del himno en castellano

Compuesta en 1971 por Manuel Iribarren, es la siguiente en su versión en castellano:

Partitura del Himno de Navarra.

Por Navarra,

tierra brava y noble,

siempre fiel,

que tiene por blasón

la vieja Ley tradicional.

Por Navarra,

pueblo de alma libre,

proclamemos juntos

nuestro afán universal.

En cordial unión,

con leal tesón,

trabajemos y hermandados

todos lograremos

honra, amor y paz.

La letra del himno, en su versión en euskera

Traducida por José Mª Azpíroz, es como sigue:

Nafarroa, lut haundi

ta azkar beti leial,

zure ospea da

antzinako lege zarra.

Nafarroa, gizon

askatuen sorlekua,

zuri nahi dizugu,

gaur kanta.

Gaiten denok bat,

denok gogo bat.

Bein betiko

iritsi dezagun

aintza, pake eta maitasuna.

Geografía

Mapa físico de Pamplona

El relieve navarro es de dos tipos: montañoso, en su mitad norte (La Montaña) y una depresión, en la meridional (La Ribera). La transición entre ambas es tan gradual que el relieve permite diferenciar una Zona Media, en la que confluyen los caracteres de aquellas.

Pamplona ocupa un lugar céntrico en el mapa navarro, está situada sobre una meseta a 449 metros de altitud sobre el nivel del mar y en gran parte está bordeada por las aguas del río Arga. Tiene 23,55 Kilómetros cuadrados de extensión, limita al norte con Julaspeña y Ezcabarte, al este con Villava, Burlada, Mendillori y Aranguren, al sur con Galar y al oeste con Cizur y Olza.

Está enclavada en la llamada Cuenca de Pamplona que limita al norte con el monte San Cristóbal, al este con la Peña Izaga, al oeste con las sierras de Sarbil y Satrústegui, y al sur con las del Perdón y Aláiz-Izco. De este modo, Pamplona y su comarca se encuentran en medio de un cinturón montañoso con una altitud en torno a los 1.000 metros, destacando la peña Izaga, con 1353 msnm (metros sobre el nivel del mar).

Clima

Mes Temperatura Días de lluvia
enero 4,6 15
febrero 5,4 12
marzo 9 13
abril 11,1 13
mayo 14,4 12
junio 17,8 11
julio 20,2 7
agosto 19,7 7
septiembre 18,3 10
octubre 13,4 11
noviembre 8,2 13
diciembre 5,5 16

El rasgo más característico del clima navarro es el acusado contraste espacial que existe entre el norte lluvioso, con temperaturas reguladas por la influencia del océano Atlántico, y el sur, mucho más seco y térmicamente muy contrastado. A pesar de todo, el paso de una a otra zona se realiza de forma gradual.

El hecho de que Pamplona se encuentre entre los valles pirenaicos, los cantábricos y la influencia del mediterráneo, y el hecho de que esté rodeada de montañas por encima de los 400 metros, le hace tener un clima de tipo submediterráneo, (templado-frío) lleno de contrastes y que varia de un año a otro.

En cualquier caso, se trata de un clima de difícil previsión meteorológica, en el que los cambios más bruscos de temperatura se dan en primavera y otoño, con jornadas bochornosas en verano y días de niebla y excesiva humedad.

Demografía

Crecimiento Demográfico de Pamplona

  • Entre los 2500 y 5000 habitantes durante la mayor parte de su vida.
  • A partir del siglo XVII el aumento fue constante con pequeñas variaciones: en 1700, había unos 8500 habitantes.
  • En 1800, alcanzaba los 14.000.
  • En 1817, tenía una población de 14.946.
  • 1870, cuando acaban las guerras carlistas coincide con los diferentes planes de extensión de la ciudad, 24.600.

En el siglo XIX, el crecimiento moderado de Pamplona fue superior al del resto de Navarra, debido a la inmigración procedente en buena medida de la propia provincia. Pamplona a mediados del siglo XIX era una ciudad pequeña, de unos 23.000 habitantes, en el momento en que toda Navarra contaba con un censo aproximado de unos 30.000 habitantes. la mortalidad y la natalidad eran altas y la densidad de población baja.

Conforme progresa el siglo XX y con los avances de la medicina, la mortalidad desciende llamativamente, lo que permite que la población aumente marcadamente a partir de 1965 en la etapa del Desarrollismo industrial y económico. Poco a poco la natalidad va descendiendo progresivamente y a finales del siglo XX el envejecimiento de la población es claro y manifiesto compensado o frenado por la llegada de gran número de inmigrantes en los labores del siglo XXI.

Sociedad

Antiguo régimen

Durante los siglos XVI al XVIII, los grupos sociales están marcados por los patrones religiosos que la iglesia católica señalaba y sus relaciones se basaban en la desigualdad de derechos y la superioridad jurídica y social de determinados estamentos sobre los menos privilegiados y los marginados religiosos y económicos. En una población básicamente rural, la propiedad y el disfrute de la tierra influían decisivamente en los modos de vida y de comportamiento. Las actividades productivas quedaban limitadas a las labores agrícolas y ganaderas y el comercio que de ellas se generaba porque las manufacturas artesanales apenas cubrían las necesidades básicas. Predominaban los artesanos encuadrados en varios gremios que han dado nombre a tantas calles. Los comerciantes, aunque poco numerosos, destacaban por su riqueza. En Pamplona tan sólo una tercera parte de la población se dedicaba a la industria artesanal o al comercio. Pamplona era capital del reino y sede episcopal por lo que contaba con un elevado número de funcionarios y burócratas que gozaban de apreciación social, una docena de oficiales militares con salario del rey y un centenar y medio de soldados daban a Pamplona un aire militar.

  • Según el Censo de Godoy de 1797, residían en Pamplona, 13 titulados, 30 mayorazgos y 271 hidalgos. La catedral, la curia episcopal, 15 conventos y 4 parroquias aportaban el 6% de sus habitantes y una cuarta parte de sus vecinos eran labradores.

La vida religiosa y cultural navarra del Antiguo Régimen aparece marcada por la intensidad de la práctica religiosa de la mayoría de la población y por la carga ideológica que desde los poderes públicos (monarquía e Iglesia) se concede a esa actitud social. La religión impregna todos los apartados de la vida y se manifiesta públicamente en cualquier circunstancia. La moral católica y la práctica religiosa fueron la norma social y legal, y cualquier desviación de esas pautas religiosas era duramente perseguida. Además la mayor parte de las obras literarias y artísticas se utilizan como instrumento de propaganda politico-religiosa de gran alcance. No obstante, la mayor parte de la población era analfabeta y tan sólo unos pocos intelectuales navarro alcanzaron un relieve excepcional.

Nuevo régimen y costumbres

La sociedad navarra seguía siendo muy tradicional y la mayor parte de los navarros seguían siendo analfabetos. La burguesía era un pequeño grupo de comerciantes e industriales cuya influencia no iba mucho más allá de la ciudad aunque solían ocupar la mayor parte de los cargos municipales y en algunos casos tenían fortunas considerables. Al no haber una industria potente, los obreros eran una minoría sin grandes inquietudes sociales.

En una sociedad mayoritariamente rural, la alimentación era poco variada, lo más frecuente era un plato de habas con guindillas para almuerzo, otro con tocino al mediodía y alubias por la noche. La sencillez de las comidas diarias contrastaba con los banquetes que se servían en las ocasiones festivas o en los actos oficiales.

El vestido era distintivo de la condición social. El atuendo rural constaba de pantalón y chaqueta o blusa sobre camisa y alpargatas. La mujer rural vestía rojas oscuras, sayas y refajos, además de delantal. Sobre los hombros, el echarpe o mantón y pañuelo negro en la cabeza. Los señores usaban cuello duro y pajarita o gran corbata, sombrero y capa y se dejaban grueso bigote. Las damas usaban polisones, mariñaques, blusas y sombreros. Entre los dos grupos se encontraba una variadísima gama de uniformes militares, hábitos religiosos, atuendos de niñeras y criadas de casas ricas y los trajes de las clases medias burguesas.

La vida era sencilla, modesta, de costumbres muy arraigadas en una férrea tradición familiar e influida por las creencias religiosas. La tertulia del café y el juego de pelota constituían el principal esparcimiento. había varios frontones repartidos por toda la ciudad. En 1888 se inauguró el Café Iruña en la Plaza del Castillo. En los bajos del nuevo café se situaron los billares, donde nació Osasuna.

Construcciones

El Área Metropolitana de Pamplona tiene distintas unidades, desde la ciudad central hasta la periferia exterior. LA CIUDAD CENTRAL se compone de tres unidades que han surgido en diferentes etapas:

  • EL CASCO ANTIGUO es la ciudad de origen medieval, que permanece encerrada hasta la ruptura de las fortificaciones.
  • La construcción del PRIMER Y SEGUNDO ENSANCHES, durante el periodo de incorporación de Navarra a la modernización agraria.
  • EL TERCER ENSANCHE es fruto de la modernización industrial y terciaria de las últimas décadas del siglo XX.

Casco antiguo

Los Burgos

Los burgos constituyen el casco antiguo de la ciudad, Navarrerias, San Cernin, y la población de San Nicolás Merecen mención las iglesias en relación con los mismos, como lo son: La Catedral, San Saturnino, San Nicolás, y Santo Domingo, de estilo gótico tardío, construida durante el siglo XVI.

Catedral de Santa María (Calle Dormitalería)

La catedral está situada en el punto más alto y más antiguo de la ciudad, en La Navarrería, en el solar donde se levantaba el primitivo templo románico y, donde a su vez, probablemente se asentaba un edificio dedicado al culto religioso en la época de la Pompaelo romana. Se trata de un complejo arquitectónico resultado de sucesivas etapas constructivas entre los siglo XII y siglo XIX.

Catedral de Pamplona.

La fachada principal de la Catedral de Santa María de Pamplona, levantada a los pies, responde a una decisión del cabildo de sustituir la portada anterior románica que aún se conservaba. Dicha puerta, formada por dos huecos de medio punto abocinados siguiendo el modelo de la portada de Platerías de la catedral compostelana- entre dos torres de diferente altura, no debía corresponder con la suntuosidad del edificio gótico debido a su sencillez, y ya a mediados del siglo XVIII, el obispo don Gaspar de Miranda expresó su intención de construir una nueva, de carácter monumental que dignificase el templo.

Hasta el año 1782 el cabildo no aprueba la remodelación de la fachada, a instancias del arcediano de la Tabla, Juan Miguel de Echenique, quien aportó la cantidad de 18.000 reales de plata y 1.000 doblones para el inicio de la nueva fábrica. Son varios los arquitectos que presentaron trazas -de las que se conservan todavía sus dibujos originales en un estilo tardobarroco-, entre los que se citan los nombres de Santos Ángel de Ochandátegui, Juan Lorenzo Catalán y Vicente de Ariza.

Presentados los proyectos por el arcediano de la Valdonsella, Felipe García de Samaniego, para su aprobación a la Academia de Bellas Artes de San Fernando, ésta los rechazó y sugirió que se encargasen nuevas trazas al arquitecto Ventura Rodríguez, director de la institución, quien firma su proyecto el 5 de febrero de 1783. Ventura Rodríguez se encontró con la dificultad de tener que acoplarse a un edificio preexistente que poseía un sistema constructivo radicalmente diferente, pero consiguió resolver el enlace entre la fachada y la edificación medieval mediante la ampliación de las naves en un tramo más en la zona de los pies, de forma que pasaron a contar seis en lugar de los cinco tramos iniciales, resultando esta ampliación una replica exacta del estilo y las formulas arquitectónicas y decorativas de la fábrica gótica. La dirección de las obras, por indicación del propio Ventura Rodríguez, corrió a cargo de Santos Ángel Ochandátegui, recibiendo en correspondencia a su labor la cantidad de 800 pesos anuales. En mayo de 1784 se iniciaron los trabajos que se prolongarían por espacio de seis años.

La nueva fachada, que actúa como telón de la iglesia gótica, presenta un pórtico central tetrástilo con dobles columnas gigantes de orden corintio -realzado por una escalinata- que sostienen un entablamento y un frontón triangular superior con un escudo en cuyo campo se labra un jarrón de azucenas. Sobre el frontón, una balaustrada marca el inicio de un segundo cuerpo, retranqueado, donde se inscribe un rosetón neogótico entre paneles cajeados que reciben también como coronamiento un frontón triangular, en correspondencia con el nivel inferior, rematado en cruz que adoran dos ángeles, obra del escultor Julián de San Martín. Este cuerpo central enlaza por medio de dos paños laterales -abiertos por una puerta y una ventana superpuesta rectas- con sendas torres, una por cada lado, de fuste cúbico con molduraciones que marcan la división de los distintos cuerpos, vanos rectos encintados y cuerpo de campanas ochavado con cuatro huecos de medio punto entre dobles columnas compuestas que remata en una cúpula bulbosa. La torre norte alberga, entre otras, tres campanas del siglo XVI y la llamada campana «María», que fundida en 1584, posee un tamaño excepcional y sólo es tañida en las grandes solemnidades.

Las escasas esculturas que acompañan esta monumental portada, se ciñen a puntos muy concretos y se subordinan claramente a la arquitectura. El proyecto inicial contemplaba un programa iconográfico en el que se incluían un relieve de la Asunción de la Virgen, dos imágenes de San Pedro y San Pablo destinadas a ocupar los nichos del atrio y cuatro esculturas de santos navarros que se emplazarían en los pedestales de la balaustrada del segundo cuerpo, además de los dos ángeles del coronamiento ya comentados. Dada la delicada situación económica del cabildo, se optó únicamente por la ejecución de estos ángeles y de la medalla de la Asunción, debida a la buena labra del escultor Julián San Martín, que se empotró en el muro hastial.En conjunto, se puede afirmar que la fachada, perteneciente a la última etapa del arquitecto Ventura Rodríguez, responde ya a criterios academicistas -todavía con algunas influencias barrocas italianizantes, especialmente en el cuerpo de campanas de las torres- que valoran el sentido estructural del edificio, potencien la volumetría de los elementos constructivos y prescinden de la decoración por considerarla un aditamento superfluo, tendiendo hacia la depuración y la sobriedad de las formas. Predominan visualmente los ángulos y las líneas rectas, y la distribución de los diferentes volúmenes y el estudio de proporciones tienden a la claridad compositiva.

Detrás de su fachada neoclásica, se esconde un templo de estilo gótico francés de los siglos XIV al XV, de tres naves sobre planta de cruz latina que alberga en su altar mayor la imagen románica de Santa María la Real, ante la que eran coronados los reyes de Navarra, en un templete neogótico. En la nave central se encuentra el mausoleo del rey Carlos III de Navarra y su esposa, Leonor de Trastamara de Castilla esculpido por Jean Lomme de Tournai en 1416, impulsores de la construcción del templo.

Adosadas a éste se distribuyen otras dependencias, entre las que destacan el claustro gótico, construido entre 1286 y 1419, destaca en el muro sur la puerta Preciosa (1295), la sala capitular y la sacristía. También se conservan la cillería, el refectorio y el dormitorio de la antigua Comunidad de Canónigos, dependencias que en la actualidad albergan el Museo Diocesano. El Museo reúne valiosas obras del arte religioso procedentes de la propia catedral y de otras iglesias de Navarra: orfebrería, pintura, escultura, esmaltes, ornamentos y utensilios litúrgicos.

Iglesia de San Nicolás (Paseo Sarasate)
Iglesia de San Nicolás.

Iglesia de San Nicolás, las noticias de este templo se remontan a 1117. Esta iglesia-fortaleza levantada en el siglo XII, fue el templo parroquial de la Población de San Nicolás, uno de los tres núcleos históricos de la ciudad. El actual es de estilo gótico con algún resto románico, interior cisterciense con bóveda y ábsides góticos.

Su misión principal consistió en la defensa del burgo, de ahí sus gruesos muros, verjas, torres de vigilancia y otros elementos defensivos de los que fue despojado el templo tras la conquista de Navarra en 1512 por Castilla. De la primitiva construcción gótica se conserva parte de una de las torres medievales, restaurada en 1924, además del interior del templo, de estilo cisterciense.

El resto del edificio es resultado de sucesivas reformas entre los siglos XVII y XIX. El altar y pulpitos ecléctico de 1905 y retablos barrocos churriguerescos.Iglesia, plaza y calle forman uno de los conjuntos más entrañables del Casco Antiguo pamplonés, un área de gran actividad comercial durante el día y de animado ambiente nocturno. Rodea el templo unos pórticos edificados en 1887.

Iglesia de san Saturnino(Calle San Saturnino)

La iglesia de San Cernín, fue construida a partir del siglo XII inicialmente en estilo románico y en el s. XVIII reedificada según la estética gótica.

Iglesia de San Saturnino.

Situada al comienzo de la calle Mayor en honor a San Saturnino de Toulouse, Obispo de las Galias, considerado el primer evangelizador de Pamplona, ciudad a la que llegó en el siglo III. Según cuenta la tradición, San Saturnino bautizó a los primeros cristianos de la ciudad, entre ellos a Fermín (hijo del senador romano Firmus), en un pozo situado junto al entonces templo de la diosa romana Diana.

En la Edad Media se levantó en el mismo solar del templo romano esta iglesia-fortaleza, flanqueada por robustas torres, en torno a la cual creció el Burgo del mismo nombre. La parroquia desempeñó una importante labor defensiva en la Pamplona medieval y mantuvo su aspecto fortificado hasta el siglo XVIII. Destacan sus torres, una de ellas - la del reloj - coronada por una veleta conocida popularmente como el "Gallico".

Portada de estilo gótico francés del XIII, con capiteles, tímpanos y dintel historiados. Precedido de pórtico con sepulcros arcosolios ojivales y dos estatuas (Santiago y S. Saturnino). La cabecera semidecagonal es única.Adosada a la iglesia tiene una capilla barroca dedicada a la Virgen del Camino (s. XVIII) patrona de la ciudad.

Cámara de Comptos (Calle Ansoleaga)
Cámara de los comptos.

El edificio de la Cámara de Comptos, del siglo XIII, declarado Monumento Nacional en 1868, es la única muestra de gótico civil en Pamplona. La Cámara de Comptos Reales, que fue creado en 1365 por Carlos II para reforzar el control de las finanzas reales. Después de varios emplazamientos, Juan II hizo habilitar la Torre del Rey en 1450, para fiscalizar las finanzas reales. En el mismo edificio estaba la Casa de la Moneda, donde se acuñaban las piezas del Reino.

Entre 1525 y 1836 fue sede del tribunal de cuentas más antiguo del Estado. A partir de 1512, cuando Navarra quedó anexionada a Castilla comenzaron los intentos para suprimir esta institución, que culminaron con el Real Decreto de 18 de marzo de 1836 que la hizo desaparecer.

Dicho pasó a ser convento franciscano luego museo y en estos tiempos vuelve a recuperar su función. La Cámara de Comptos se restableció en 1980, convirtiéndose en el primer órgano autonómico de control externo. Sus funciones básicas son fiscalizar las cuentas, la gestión económica del sector público de Navarra y asesorar al Parlamento en materias económico-financieras. La institución recuperó su sede original en 1995. Con anterioridad el edificio fue utilizado por la Comisión de Monumentos Históricos y Artísticos, por el primer Museo de Navarra, la Universidad de Navarra y por la Institución Príncipe de Viana.

Museo de Navarra (Calle Santo Domingo)

Antiguo Hospital General de Nuestra Señora de la Misericordia (Calle Santo Domingo)

Museo de vavarra.

Obra renacentista fue construida en 1556. En otros tiempos sirvió de Hospital General de Nuestra Señora de la Misericordia construido en 1547, hasta 1932,del que conserva la portada plateresca y la iglesia renacentista con bóveda gótica estrellada fue levantada hacia 1550 y enriquecida con cuatro retablos.

La fachada trasladada del convento de Trinitarios de Puente la Reina se realizo al transformarse en el museo. La capilla del antiguo Hospital se incorporó al complejo museístico como sala de arte sacro tras su rehabilitación en 1997.

El origen del museo es la Comisión de Monumentos Históricos y Artísticos de Navarra, que en 1910 pasó a ser el Museo Artístico-arqueológico de Navarra, cuya primera sede fue el edificio gótico de la Cámara de Comptos.

Fortificaciones

Pamplona a partir del siglo XV adquiere un nuevo valor estratégico como plaza fortificada.

Murallas

Murallas de la Ciudad.

Las Murallas de Pamplona son unos de los conjuntos defensivos más interesantes de España. Del recinto levantado entre los siglos XV y XVIII se conservan en la actualidad tres cuartas partes. Tras la unificación de los tres núcleos primitivos en 1423 con la promulgación del "Privilegio de la Unión" por Carlos III el Noble, los recintos amurallados de la Navarrería, el Burgo de San Cernin y la Población de San Nicolás fueron derribados. A partir de ese momento se llevó a cabo la fortificación exterior de la ciudad, dando origen a una única plaza fuerte con cuatro frentes, reforzada por torreones e iglesias-fortaleza y en sus lienzos se abrían varios portales.

A partir de 1512, tras la conquista de Navarra, se realizaron importantes tareas destinadas a convertir Pamplona en una plaza inexpugnable. Los ingenieros castellanos reconstruyeron partes de la antigua muralla medieval en la Magdalena, el Redín y Rochapea, suprimiendo las torres y levantando en los ángulos recios baluartes de poca elevación con arreglo a las técnicas defensivas de la época. La construcción de la Ciudadela a partir de 1571 por orden de Felipe II obligó a ampliar el recinto amurallado con la construcción de nuevos lienzos desde la nueva fortaleza hasta la torre de Santa Engracia (ángulo noroeste) y hasta la puerta de Tejería y el Cubo de Caparroso (ángulo sudeste), nuevos baluartes y a abrir los portales de La Taconera, San Nicolás, Tejería y Santa Engracia o Portal Nuevo.

Las tareas continuaron durante los siglos XVII y XVIII, en los que se trabajó sobre todo en los frentes exteriores: el Fuerte de San Batolomé en la Media Luna; el Rebellín de los Reyes y los baluartes bajos del Pilar y Guadalupe como posición avanzada de los bastiones del Redín y Tejería; la luneta de San Roque en la Taconera y el Fuerte del Príncipe en Larrabide.

Las necesidades urbanísticas llevaron al derribo de parte del recinto amurallado a comienzos del siglo XX para construir el Segundo Ensanche de Pamplona, que afectó en el frente sur de la Plaza Fuerte a los baluartes de San Nicolás y de la Reina. También se autorizó el derribo de los portales de Rochapea y Tejería, así como el derribo parcial y ensanchamiento del resto, a excepción del Portal de Francia (1553), que es el único que se conserva íntegro.

Nuestro recinto amurallado, como parte esencial del Patrimonio Histórico de la ciudad, requiere ante todo respeto, cuidados, consolidación y mantenimientos. Pero también que los pamploneses lo conozcan y valoren. Actualmente, Las Murallas se encuentran en proceso de restauración para devolverles su antiguo esplendor. El acondicionamiento de un paseo de ronda por la parte superior del cordón amurallado entre la Taconera y la Media Luna permite conocer la Pamplona fortificada.

La Ciudadela (Avenida del Ejército)

La Ciudadela de Pamplona y el cinturón verde que la rodea - la Vuelta del Castillo - son dos de los principales recintos de esparcimiento y cultura de la ciudad. Durante el siglo XVII la Ciudadela era la mejor fortaleza de su tiempo. Tras la demolición de los viejos castillos medievales, en 1571 Felipe II impulsó las obras de construcción en el ángulo sudoeste de la ciudad de un nuevo castillo, La Ciudadela, prototipo de las nuevas construcciones defensivas renacentistas. El prestigioso ingeniero militar italiano y capitán del rey Giacomo Palearo "El Fratín" construyó esta fortaleza al estilo de la de Amberes, de planta pentagonal y con cinco baluartes en los ángulos - San Antón, la Victoria, Real, de Santa María y de Santiago - y fosos. En su construcción se utilizaron materiales del castillo de Fernando el Católico. La puerta principal de la Ciudadela, que data de finales del siglo XVI es la que se abre hacia la actual avenida del Ejército. La puerta del Socorro, data del año 1720. Su estructura principal quedó terminada hacia 1650 y en 1670-1785 se rodeó en sus frentes exteriores de un sistema de contraguardias, que miran hacia la Vuelta del Castillo, caminos cubiertos, rebellines, lunetas y escarpas, que la convirtieron en una auténtica fortaleza. En el siglo XVIII se realizaron mejoras en los edificios militares interiores, como el polvorín, la cantina, la cárcel y los cuarteles.

En 1889 la Ciudadela fue mutilada para edificar el Primer Ensanche de Pamplona. Las necesidades urbanísticas de la ciudad llevaron a la autorización del derribo de los baluartes de San Antón y de la Victoria - los más viejos del recinto -, de la luneta de Santa Teresa y la inutilización de los fosos que la separaban de la ciudad. Se conservan enterrados vestigios de la luneta de Santa Teresa que hasta 1888 defendía la puerta principal. También esta enterrado otra de las lunetas, la de Santa Lucía, entre los baluartes de San Antón y Real de San Felipe.

En 1964 el Ejército entregó la Ciudadela a Pamplona, que pasó a ser propiedad del Ayuntamiento. Desde esa fecha y tras un nuevo cambio urbanístico en 1970 que obligó al derribo de los cuarteles militares para abrir la Avenida del Ejército, sucesivas obras de reconstrucción de lienzos de muralla y de remodelación y acondicionamiento de los edificios interiores del fuerte como salas de exposición y eventos, han convertido a la Ciudadela en uno de los lugares de ocio y cultura más interesantes de la ciudad.

Viejas Murallas

El Gobierno navarro opta por integrar los restos de un baluarte del siglo XVI en el Palacio de Congresos. El subsuelo de Pamplona ha mostrado a la vista que bajo el asfalto de lo que hasta ahora era un simple aparcamiento descansan los contrafuertes y muros del baluarte de San Antón, una de las cinco puntas amuralladas del anexo recinto militar medieval de la Ciudadela de Pamplona, una de las obras de ingeniería civil del siglo XVI mejor conservadas de España en su género.

En Pamplona, todos sabían que las ruinas estaban desplegadas por ahí, pero nadie sospechaba que estuvieran en tan buen estado de conservación. Por eso, su aparición generó un inmediato debate ciudadano. Antes de que la polémica se extendiese entre partidarios y detractores de las distintas soluciones posibles, el Gobierno de Navarra actuó con celeridad, los consejeros de Educación y Cultura, de Vivienda, Comercio, Turismo y Trabajo anunciaron conjuntamente que el proyecto cultural se modificaría en lo necesario para conservar lo hallado, integrarlo en el nuevo proyecto y dar utilidad cultural al baluarte, comenzado a construir a partir del año 1571, bajo el reinado de Felipe II.

No solo se conservará lo hallado sino que se seguirá excavando hasta consolidar el recinto y convertirlo en una gran sala de exposiciones. Para ello, el Ejecutivo de UPN acordó ayer establecer la “ compatibilidad” del interés cultural de los hallazgos con el interés social de del proyecto diseñado por el equipo que dirige el arquitecto estellés Patxi Mangado. De este modo, el diseño de las tripas sumergidas del auditorio y palacio de congresos se modifica ligeramente para situar en otro punto las plazas de aparcamiento subterráneo previstas para el subsuelo donde han aparecido las escarpas y contraescarpas del baluarte. La zona de servicios también cambiará de ubicación para permitir aprovechar los hallazgos, la integración de estos restos no supondrá ningún retraso aunque encarecerá algo el proyecto.

El baluarte se conserva en perfectas condiciones y su rescate con fines culturales hará más atractivo todavía la nueva infraestructura. Las instituciones navarras no tenían muchas opciones máxime cuando en 1998 la Ciudadela y las murallas de Pamplona se declararon Bien de Interés Cultural y hace apenas tres años que la institución cultural Príncipe de Viana avaló con su firma ante la UNESCO la petición de declaración de Bien Patrimonio de la Humanidad para el conjunto fortificado de la ciudad (Ciudadela, murallas y el fuerte de San Cristóbal).

Casas nobles y palacios

En el siglo XVIII con el afrancesamiento y la ilustración se llevó a cabo una gran labor de renovación y de embellecimiento de la ciudad, y que coincidió con una época económicamente muy boyante. Muchos navarros enriquecidos en la Corte o en América levantaron edificaciones representativas, como la primera Casa de Misericordia (1706), la Casa Consistorial (1752), el palacio arzobispal, (1732-1736), el seminario de San Juan Bautista y los palacios de Goyeneche, el del Conde de Ezpeleta, del Conde de Guendulain, de los Navarro-Tafalla y el del Marques de Rozalejo, las capillas de San Fermín (1717)en la iglesia de San Lorenzo y de la Virgen del Camino en la de San Saturnino (1776), además de la edificación de la fachada neoclásica de la Catedral (1783), y el de la modernización urbana con servicios tales como las cloacas y la red de alcantarillado (1772), empedrado y el alumbrado publico de las calles con farolas de candilejas(1799). También se aprobaron nuevas Ordenanzas que favorecieron la renovación de parte del caserío, con viviendas de varias alturas sobre las estrechas parcelas medievales.

  • Palacio de Redín y Cruzat (Calle Mayor), Palacio que fue reedificado a mediados del siglo XVII. Se puede destacar el escudo de armas del antiguo mayorazgo de los Redín y Cruzat junto con una lápida en latín.
  • Palacio del Marqués de Rozalejo (Calle del Carmen) Palacio dieciochesco de estilo barroco sito en la plaza de Navarrería antiguamente de Zugarrondo. La fachada muestra unas pilastras así como el escudo de la nobleza implantado en eje vertical del edificio. En el interior destaca una magnifica escalera.
  • Palacio del Conde de Guendulain (Calle Zapatería). Edificio del siglo XVIII y de estilo barroco dieciochesco, como todos de su época, se observa una noble portalada, rematada con el blasón de su título. En el interino se puede admirar uno de los carruajes de la segunda mitad del siglo XVIII.
  • Palacio del Conde de Ezpeleta (Calle Mayor). Palacio de portada barroca fue construido en 1711 para los marqueses de San Miguel de Aguayo y vendida luego a los Ezpeleta y ahora a las Teresianas. Dos pilastras y un decorado dintel con su escudo de armas dan paso a una escalera de doble tiro.
  • La casa Consistorial (Antigua Plaza de la Fruta y desde 1866, Plaza Consistorial, s/n). La primera casa municipal de Pamplona se levantó en el siglo XV, a raíz de la promulgación por Carlos III el Noble del Privilegio de la Unión. Esta casa municipal se mantuvo en pie durante tres siglos, hasta que en 1752 fue declarada en ruina y se acordó su derribo para construir una nueva casa Consistorial en el mismo solar.

Construido entre 1752-1760, tan solo se conserva la fachada de estilo barroco en sus tres cuerpos inferiores y más clásica en su remate superior. Fue proyectada por José de Zay Lorda, salvo el remate, obra de Juan Lorenzo Catalán. En la parte superior, dos leones sostienen el escudo de la ciudad y a los lados sendos Hércules. Dos estatuas que simbolizan la Justicia y la Templanza custodian la puerta de entrada. El resto del edificio fue derribado en 1951 para levantar las dependenciaPlazacastillo_pamplona.jpgs de la actual sede del Ayuntamiento.

  • Palacio Arzobispal (Plaza Santa Maria la Real). Palacio levantado entre 1732 y 1736. Edificio de planta rectangular con tres fachadas y varias alturas. Construido en piedra y ladrillo y rematado por una galería de arcos de estilo barroco..
  • Seminario de San Juan (Calle del mercado).Antiguo Seminario de San Juan donde se educaba a los seminaristas baztaneses.

Fachada de estilo barroco de mediados del siglo XVIII, con una hornacina que acoge la figura del santo. En la actualidad a parte de ser Archivo Municipal es el Museo Pablo Sarasate.

  • Iglesia de San Lorenzo (La Taconera). Del Primitivo templo construido entre los siglos XIII y XIV en un extremo de la calle Mayor del Burgo de San Saturnino, tan solo queda una parte de una torre rebajada de la iglesia-fortaleza situada en el frente de poniente del cerco amurallado, junto al Portal de San Llorente o San Lorenzo.A mediados del siglo XIX la iglesia perdió su aspecto de fortaleza y a comienzos del siglo XX se erigió la fachada que ha llegado hasta nuestros días, obra de Florencio Ansoleaga.

La iglesia alberga la Capilla de San Fermín construida en 1717. La planta y el alzado son barrocos (1696-1717), pero la cúpula de media naranja y linterna, así como la decoración interior se adaptaron a lo largo de los siglos XVIII y XIX al estilo neoclásico. El exterior presenta un estilo barroco con una doble ala de estilo palaciego distribuida en en dos pisos: el inferior con arcadas de piedra; el superior de ladrillo.

Plazas y Edificios de los Ensanches

Plaza Castillo

Es el corazón de la ciudad. Espacio urbano por excelencia, ámbito que ya existía en la Edad Media y que sirvió, junto a otros terrenos de nadie, de separación entre los tres burgos en los momentos de difícil convivencia.

Plaza Castillo

A raíz de la destrucción de la Navarrería en 1276 el barrio quedó totalmente desprotegido frente a sus dos vecinos y enemigos, San Cernin y San Nicolás, ante lo cual el rey Luis Hutín ordenó en 1308 al cabildo de la Catedral que construyera en su defensa un castillo, cuyas obras debieron quedar terminadas en 1310. El castillo se localizaba en la zona de la bajada de Javier, en el lado oriental de la plaza; contaba con tres puertas y plaza de armas que daría a la plaza del Castillo.

A raíz de la concesión en 1324 del fuero de Jaca a los vecinos de la Navarrería por parte de Carlos el Calvo, entre los privilegios que contemplaba estaba el tener mercado los sábados en una amplia zona que se extendía entre la actual plaza del Castillo y el Ayuntamiento.

La plaza se incorporó perezosamente a la trama arquitectónica de la ciudad, y desde un principio asumió su papel de espacio de ocio y espectáculos. Así ya en 1405 se preparó un sector para que se desarrollaran la justas y torneos que el rey Carlos III organizó para celebrar la boda de su hija doña Beatriz con el príncipe Jacques de Borbón. A partir de este momento, durante los siglos XVI, XVII y XVIII, actua como una plaza Mayor y se organizan torneos y demás juegos bien para festejar a los santos patronos de la ciudad, bien para celebrar las efemérides de la monarquía y la plaza se engalanaba para la diversión.

Otra función clave de la plaza del Castillo ha sido su papel de coso taurino ya que prácticamente todas las corridas se han desarrollado en ella desde la primera documentada en 1385 hasta que en 1844 se construyó la plaza estable. Durante el amplio período en que la plaza permaneció como un erial se arreglaba en el momento de los espectáculos taurinos o conmemorativos; a partir de que se fueron edificando viviendas, el balcón era elemento fundamental para las fachadas con vista para poder satisfacer la demanda de los espectadores durante los festejos.

La plaza del Castillo se mantuvo como un verdadero erial, un descampado hasta el siglo XVII, momento a partir del cual y favorecida por la fundación del convento de las carmelitas, comenzó a incorporarse poco a poco a la vida urbana de la ciudad, siendo la primera construcción que en ella se hizo la Casa del Toril, que coincide con el actual edificio nº 37 que da sobre el lado occidental, cuya construcción data de hacia 1612.

Con todo las viviendas no comenzaron a instalarse en la plaza hasta mediados del siglo XVII, promocionadas por el Regimiento de la ciudad quien oficialmente anunció en 1651 "a todos sus vecinos y moradores y demás personas que quieran comparar alguno de los diez sitios de la plaza del Castillo para fábrica de casas, acuda a la casa de su Ayuntamiento, que se dará y venderá cada sitio a 300 ducados". Dado que socialmente la plaza no tenía la tradición de las calles de los viejos barrios en las que la clase acomodada y de linaje tenía su vivienda, el proceso constructivo de la plaza fue lento prolongándose todavía en el siglo XVIII, lentitud que también acompañó al plan de conformar las estructuras urbanas que comprendían la limpieza, iluminación, pavimento, etc.

Mantuvo su función militar hasta el siglo XIX. Este siglo fue decisivo para la transformación de su fisonomía, ya que en 1841 se erigió el Teatro Principal y en 1843 el Palacio de Navarra (la Diputación) y la Casa de Crédito, creando un conjunto neoclásico. Las fachadas y soportales del resto de la plaza se remodelaron entre 1880 y 1895 y han conservado su aspecto hasta nuestros días.

Palacio de Navarra
Palacio Navarra

Este edificio de mediados del siglo XIX es la sede histórica de las instituciones forales. El Palacio de Navarra cierra el lado este del paseo Sarasate. Se construyó entre 1840 y 1851 sobre el solar que había ocupado el convento de Carmelitas descalzas hasta la desamortización, siguiendo el proyecto del arquitecto José de Nagusia de carácter clasicista.

La fachada principal del Palacio de Navarra en Pamplona que vierte al paseo Sarasate, y como el resto del edificio, presenta gran nobleza, tanto por el sillar utilizado como por el lenguaje arquitectónico, patente en la larga secuencia del pórtico que hace las veces de basamento sobre el que se elevan dos pisos de marcada horizontalidad, rota por el cuerpo adelantado, el cual por su localización en el centro así como por la acumulación de propuestas se presenta como verdadero frontis.

Con motivo de la apertura de la Plaza del Castillo en 1931 a la Avenida de Carlos III el Noble se construyó una nueva fachada similar a la principal. En la Planta Noble se encuentran las dependencias más importantes: la Antecámara y el Salón del Trono -estancia principal y más ornamentada destinada a ceremonias oficiales-; el Despacho del Presidente; el Salón Verde que exhibe una galería de retratos reales; el Salón de Sesiones; el Salón Isabelino o Amarillo; la Capilla ―antiguo gabinete real―; el Salón de Presidentes y el Salón Comedor.

En efecto, sus dos niveles organizan un variado ritmo de huecos, diseño recto para los tres balcones flanqueado por hornacinas y ventanas termas sobre el conjunto, separando los huecos columnas dóricas de orden gigante que dan paso al clásico entablamento de triglifos y metopas así como al gran frontón triangular de remate, en el que originariamente había un sencillo óculo, sustituido en 1951 por el relieve realizado por Fructuoso Orduna bajo la dirección de Víctor Eusa.

En él se representa el escudo de Navarra entre dos personajes masculinos, con atuendo clásico, que simbolizan al hombre montañés y al ribero, la unión de las dos grandes y diversas zonas de Navarra. A Orduna se le deben también las esculturas de bronce de los monarcas Sancho el Mayor y Sancho el Fuerte, símbolos de la grandeza histórica del reino, realizadas por aquel entonces y que se incorporan a las hornacinas del piso noble. La importancia de este nivel viene enfatizada por el balcón corrido que lo ciñe. El protagonismo de este frontis se corresponde en el interior del palacio con el salón del Reino, la estancia más noble del edificio. Éste se organiza, como en los palacios clásicos, alrededor de un patio central, con soportales de piedra que describen un medio punto.

En los jardines del Palacio de Navarra se encuentra la sequoia centenaria traída en 1855 desde América por el diputado en Cortes José María Gastón de Echeberz.

Antigua audiencia
Antigua audiencia

El Ayuntamiento de Pamplona acordó en 1888 con el ramo de Guerra el derribo de los baluartes más antiguos de la Ciudadela para construir cinco manzanas destinadas a a uso civil y militar.

En el solar más próximo al Paseo de Sarasate, en el extremo opuesto al Palacio de Navarra, se levantó el Palacio de Justicia. Este edificio se construyó según el proyecto del arquitecto municipal Julián Arteaga entre 1890 y 1898, en un extremo del Paseo Sarasate para albergar la Audiencia Territorial de Pamplona y se convirtió en la bisagra entre la vieja ciudad medieval y el Primer Ensanche. Representa uno de los mejores ejemplos de la arquitectura ecléctica de finales del siglo XIX. La construcción del maravilloso grupo escultórico que remata el frontis es del escultor Enrique Clarasó.

El Parlamento de Navarra tiene su sede en este edificio desde 2002 que conserva la estructura exterior del edificio original pero el interior ha sido totalmente reformado para albergar al Legislativo navarro.

Monumento a los Fueros

Monumento a los Fueros.

Frente al Palacio, se levanta el Monumento a los Fueros, obra del artista Manuel Martínez de Ubago y Lizarraga, que fue construido en 1903 y costeado por suscripción popular en defensa del régimen foral navarro y como protesta tras el intento del ministro de Hacienda Germán Gamazo, en 1893, de suprimir los Fueros de Navarra equiparando contributivamente a Navarra con el resto de las provincias españolas e ignorando sus peculiaridades. El episodio de contrafuero es conocido como "La Gamazada".

Curiosamente, este monumento que nunca fue inaugurado mide 5,5 metros y pesa 3.000 kilos.

Exhibe los escudos de los pueblos que tenían asiento en las antiguas Cortes del Reino, y esculturas que representan el Trabajo, la Paz, la Justicia, la Autonomía y la Historia.

En su parte superior, una matrona de bronce, que simboliza Navarra, sujeta en sus manos las cadenas del escudo en su mano derecha y la Ley Foral, en su izquierda.

Escudos: En cada una de las cinco caras del monumento se representa, en gran tamaño, el escudo de una de las cinco merindades históricas del reino de Navarra -Pamplona, Tudela, Estella, Sangüesa y Olite-. En la cara frontal se representa el escudo de Navarra con el escudo de Pamplona, de menor tamaño, superpuesto y bajo ellos, el crismón, símbolo de Cristo y en consecuencia de la religión cristiana.

Bajo los grandes escudos de las merindades y en todo el perímetro del monumento se disponen 20 escudos heráldicos de otras tantas ciudades, villas y pueblos de Navarra, que son los siguientes: Torralba, Monreal, Puente la Reina, Belascoáin, Cintruénigo, Burunda, Viana, Etxarri-Aranatz, Los Arcos, Lumbier, Aoiz, Elorz, Cinco Villas del Bidasoa, Santesteban, Goizueta, Enériz, Cáseda, Aibar, Urroz y Corella.

Escudos del monumento a los Fueros.

Alegorías. En los ángulos existentes entre las cinco caras, se disponen cinco figuras humanas sentadas, esculpidas en mármol, que simbolizan la Paz, el Trabajo, la Historia, el Autogobierno y la Justicia.

La Paz.
* La Paz: la Paz está representada por una mujer que enarbola en su mano derecha una rama y lleva en su regazo una paloma.
El Trabajo.
* El Trabajo: el Trabajo está representado por un hombre que sostiene con su mano un mazo de herrero y tiene junto a sus pies un yunque de acero
La Historia.
* La Historia: la Historia la representa una mujer con una pluma en su mano, dispuesta a escribir en el libro que sostiene sobre su rodilla.
El Autogobierno.
* El Autogobierno: el Autogobierno está representado por un ángel alado que sujeta un timón
La Justicia.
* La Justicia: la Justicia la representa una mujer que porta entre sus manos una espada.

Estas alegorías simbolizan los valores que los navarros que participaron en la manifestación fuerista de 1893 querían proclamar y defender a toda costa: la historia propia como patrimonio cultural común y origen de los derechos forales; el autogobierno, como aplicación práctica y actual de los derechos históricos; el trabajo sobre el que se asienta siempre el progreso de los pueblos; la justicia, que es virtud imprescindible en toda actividad social; y la paz, tan anhelada después de un siglo plagado de guerras, que debía prevalecer en el futuro ya que la defensa de los fueros promovida por Navarra era rigurosa y decidida, pero siempre pacífica.

El remate del monumento y su figura central la constituye una gran estatua de bronce, sostenida sobre un gigantesco capitel. Representa alegóricamente a Navarra como una matrona victoriosa, que ciñe sus sienes con la corona real, símbolo del reino de Navarra y que mira hacia delante con expresión rotunda y decidida.

Remate del Monumento.

Porta en su mano derecha un tramo de las cadenas del escudo del reino, y en la izquierda enarbola un pergamino del que cuelga un sello céreo y que contiene la leyenda Ley Foral. A los pies de la matrona se encuentran arrumbados un escudo y un turbante almohade, en referencia a la victoria del rey navarro Sancho el Fuerte en la batalla de las Navas de Tolosa.

Placas. Posteriormente al año 1903, se colocaron en el cuerpo inferior cinco placas de bronce con las siguientes

Teatro Principal

Teatro princiapl

El actual edificio conserva la fachada del Teatro Principal, construido en 1841 en la plaza del Castillo, en el lugar que hoy se corresponde con el arranque de la avenida de Carlos III el Noble, entre el Palacio de Navarra y la casa de Crédito Navarro. El Teatro Principal cambió su nombre por el de Gayarre en 1903.

Con motivo de la apertura de la plaza a Carlos III, en 1931 se derribó el viejo edificio y se conservó la antigua fachada para el nuevo teatro, inaugurado el 3 de mayo de 1932 con una función en la que participaron el Orfeón Pamplonés, la Orquesta Santa Cecilia y Los Amigos del Arte.

Sin embargo, el primer teatro estable de Pamplona no fue el Teatro Principal, ya que en los siglos XVII y XVIII funcionó la Casa de las Comedias, un edificio con corral que cambió el nombre del antiguo barrio o Rúa de las Sederías por el de "Calle de las Comedias".

Plaza de toros

Plaza de toros

Los primeros festejos taurinos de los que se tiene constancia documental en Navarra tuvieron lugar a finales del siglo XIV y principios del XV durante los reinados de Carlos II el Malo y Carlos III el Noble, y se celebraban en la actual Plaza del Castillo.

La Plaza Vieja, fue edificada en 1843 cerca de la Plaza del Castillo y quedó inutilizada tras sufrir un incendio en agosto de 1921.

El 20 de agosto de 1920 el ayuntamiento aprobó globalmente la propuesta de la comisión de beneficencia. Cedió gratuitamente y a perpetuidad 11.443 metros cuadrados en la primera zona del ensanche y Cedió también los Materiales de la plaza vieja cargándose sobre la "Meca" los gastos de derribo

Francisco Urcola fue el asesor y el arquitecto de la Plaza monumental de Pamplona. Esta fue proyectada en un mes un tiempo escasísimo, si no fuese porque era en gran parte réplica de la Monumental de Sevilla que tambien había sido diseñada entre Urcola y "Gallito" en el empeño de este por popularizar la Fiesta.

La plaza fue construida por los pamploneses de Casa Martinicorena, y el guipuzcoano Antonio Mendizábal unidos para la ocasión. El tiempo de construcción fue un hito en su época, y casi en la actual, ¡16 meses! La Monumental fue inaugurada el 7 de julio de 1922 y El nuevo coso taurino tenía capacidad para 14.000 personas.

En 1967 fue reformado por el arquitecto Rafael Moneo y en nuestros días tiene un aforo de 19.529 espectadores, lo que la convierte en la cuarta mayor del mundo.

Personajes históricos

Martin de Azpilicueta

Destacan Martin de Azpilicueta (1492-1586), jurista y economista, llamado en su tiempo "el doctor navarro", misioneros como Francisco de Javier, el teólogo y literato Pedro Malón de Echaide, el filósofo Juan Huarte de San Juan, gramáticos o literatos como Bernart Etxepare, Pedro de Axular, Jerónimo de Arbolanche, y en el s. XVII, los historiadores jesuitas José de Moret y Francisco de Alesón y en el s. XVIII un economista de renombre internacional como Gerónimo de Ustariz.

El liberalismo potencia la labor cultural encabezada por la figura de José Yanguas y Miranda, partidario de la reforma del fuero, o Pascual Madoz, José Alonso o Serafín Olave, que consideraban que el futuro de Navarra se encontraba en la modernización de sus instituciones, al margen del valor innegable que concedían al pasado del reino. Literatos como Francisco Navarro Villoslada, secretario del pretendiente carlista Carlos VII, Juan Iturralde y Suit (arqueólogo, historiador, literato y pintor) y Arturo Campión (historiador, literato y político).

Si repasamos en la toponimia urbana de Pamplona el nombre de calles y plazas cuya historia comprobamos sin dificultad que constituyen un amplio resumen de la geografía y de la historia de Navarra. Reyes y reinas, cronistas, santos, músicos, literatos, montes, ríos, villas, monasterios. Qué difícil encontrar calles dedicadas a temas foráneos, o a personas no nacidas en el viejo reino o no vinculadas a él de algún modo.

Entre las más llamativas ausencias de este tipo están las de dos de los principales escritores "euskaros", es decir, miembros de la "Asociación Euskara de Navarra" (1877-1897). Arturo Campión (aunque sí está en el callejero de la vecina Ansoain) y a Hermilio de Olóriz, ambos pamploneses de nacimiento. Martín de Azpilicueta (1492-1586)

Otros personejes históricos de Pamplona
Pablo Sarasate (1844-1908)
Arturo Campión (1854-1937)

Fuentes