Culto a San Antonio en Mariel

Culto a San Antonio en Mariel
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Templo dedicado a San Antonio en Pueblos Viejos, Quiebra Hacha, Mariel..jpg
Religión o MitologíaVínculo con la Católica y la Yoruba
Día celebración13 de junio
País o región de origenQuiebra Hacha, Mariel

Culto a San Antonio en Mariel. Celebración religiosa que se desarrolla anualmente en el municipio de Mariel. Es una de las tradiciones más representativas de la actual provincia de Artemisa, por tener más de dos siglos de existencia en el barrio Pueblos Viejos, en la localidad de Quiebra Hacha, Mariel, y porque la práctica religiosa en la zona originó un estrecho vínculo con el tambor kinfuiti, que a la vez adquiere mayor connotación por ser en este lugar donde único queda vestigio de uso en el país.

El kinfuiti es además una expresión artística de marcado carácter social, que no solo responde al interés estético y recreativo de los participantes, sino que actúa como vínculo necesario de las actividades religiosas.

La fiesta anual se celebra los 13 de junio, coincidiendo con el calendario de la iglesia católica.La intención de la fiesta es alabar a la deidad objeto de culto y representa un elemento importante para la identidad local y nacional, por ser la única celebración vigente que se acompaña por los toques, cantos y bailes de kinfuiti.

Es uno de los ejemplos más enaltecedores, donde está vigente el culto de origen bantú dedicado a la deidad Makwenda Yaya, doblemente sincretizado con el orisha Eleggúa y el santo católico San Antonio de Padua, respectivamente.

Antecedentes

El factor religioso ha estado presente siempre en las comunidades marieleñas, desde los aborígenes que habitaron la isla hasta la actualidad. Además, ha sido un factor importante en la cultura del municipio, es una fusión de la cultura de diferentes etnias, razas y países del mundo.

Los esclavos provenientes de África (procedentes de diferentes lugares de ese continente), fueron introducidos en Mariel para trabajar en las plantaciones cafetaleras y cañeras, que abundaban en el municipio, ya que se contaba en aquella época con 21 pequeños ingenios, ubicados principalmente en los poblados de Quiebra Hacha y Cabañas (actualmente consejos populares).

Los negros más influyentes fueron los Yorubas, los Bantú (congos), semibantús (carabalíes), los Ararás y Gangas. Al ser mayoritarios los grupos étnicos yoruba y bantú y con la integración de personas de diversas ascendencias a la práctica de sus cultos, más la asimilación racial, hacen que aún prevalezcan en la preferencia de un amplio grupo de pobladores la interpretación de bembé, palo y de otros géneros.

Este africano no constituía una unidad cultural, sino más bien un mosaico de etnias a veces hostiles entre sí, y que habían desarrollado tradiciones, hábitos, costumbres, religiones e idiomas diferentes.

Los practicantes de estas religiones se manifiestan a través de cultos ricos en música, danza, rituales, cantos, bailes sagrados, procesos adivinatorios y mitos sobre la formación del universo.

Este tema ha sido abordado por diferentes investigadores desde las perspectivas de sus respectivas áreas del conocimiento. Fernando Ortiz, para la conformación del texto Los instrumentos de la música afrocubana, en 1955; posteriormente Octavio Miranda, perteneciente a una de las primeras graduaciones de la Escuela de Instructores de Arte,para la creación del grupo de Artistas Aficionados; Jorge López Carrasco, en 1983 y un equipo de especialistas del Centro de Investigación y Desarrollo de la Música Cubana (CIDMUC).

Se conoce además de otros estudios llevados a cabo para tesis de pregrado y audiovisuales que se han presentado por los canales Artev y Educativo, de la televisión cubana.

Orígenes del culto

Miles de africanos sacados de sus tierras por la fuerza, para ser utilizados como esclavos,al arribar a Cuba despojados de todo bien material, traían consigo su única arma para burlar la fatalidad de la esclavitud: la fe en sus dioses.

La amalgama producida por el estrecho vínculo entre las culturas hispánicas y africanas de diferentes ascendencias, determinó la práctica de diversos cultos populares que con el paso del tiempo se arraigaron y han pasado a formar parte de la identidad nacional.

Quizás, uno de los ejemplos más enaltecedores está en ese pequeño poblado cercano a Mariel, donde está vigente el culto de origen bantú dedicado a la deidad Makwenda Yaya, doblemente sincretizado con el orisha Eleggúa y el santo católico San Antonio de Padua, respectivamente.

La devoción se manifiesta en la adoración a una imagen de madera barnizada con el nombre de la ciudad de origen bantú Makwenda Yaya, sincretizada con el orisha Eleguá y con el referido santo católico. Aunque no se ha encontrado la fecha exacta de fundación del poblado de Quiebra Hacha, sí se conoce que es alrededor de 1795, después del auge económico del país (1790-1860), porque en esta etapa se construyeron los ingenios azucareros Balbanera, Angosta y Tinaja, en el mismo año, y, posteriormente, Begoña, San Felipe y San José, Menocal y Asunción, en ese orden.

Por medio de la búsqueda de información se pudo constatar en los archivos de la parroquia de Nuestra Señora de la Merced (1836), que la fuerza de trabajo de los mencionados ingenios pertenecía fundamentalmente al grupo étnico de los congos y, en menor cuantía, a los carabalí, yoruba, mandinga y arará.

Imagen de madera que representa a la deidad Makwenda Yaya, en la capilla de Pueblos Viejos construida en su honor.

En el territorio marieleño actualmente se conoce por tradición oral que los esclavos de origen congo hallaron entre la maleza del campo, en el ingenio Menocal, una figura de madera negra a la que nombraron Makwenda-Yaya. Su nombre en lengua bantú significa “mujer que cuida niños”; sin embargo, en la zona se considera o identifica con una deidad del género masculino.

Esta imagen fue oculta por los congos en un barracón solitario y la cuidaron por mucho tiempo. Inicialmente los esclavos mantuvieron oculta la efigie porque los dueños del ingenio lo consideraban hechicería, además de temer que la práctica de determinados ritos acompañados por los toques de tambor kinfuiti los condujera a rebelión, por tal motivo hubo intentos de deshacerse de la figura. Mientras que sus creyentes con el propósito de protegerla la vistieron con un traje blanco similar a los de los santos católicos, sin que existiera semejanza alguna con estos y le nombraron San Antonio; sobre lo que se supone sea motivado porque San Antonio de Padua es el santo patrón del reino de los congos.

Fueron estos los que la adoraron inicialmente, pero esta se fue extendiendo a esclavos de otros grupos étnicos debido a las relaciones de convivencia, esta vinculación del aspecto cultural con el culto, los toques y bailes del Kinfuiti salió al patio del batey y aumentó la participación de todos los esclavos.

Después de abolida la esclavitud los esclavos y descendientes de los ingenios situados alrededor de Quiebra Hacha construyeron una capilla para adorar su ídolo en el barrio Pueblos Viejos donde se asientan. El local contaba con una sala amplia para la celebración litúrgica, una habitación únicamente para la deidad, a la que solo se podía pasar por motivos muy específicos y un patio en el que se tocaba y bailaba Kinfuiti.

La práctica del culto estaba marcada por un conjunto de normas y prohibiciones impuestas por quienes lo iniciaron y el no cumplirlas se consideraba una profanación al santo, que con el paso del tiempo estas gozan de cierta flexibilidad y solo la siguen los más ortodoxos.

Corren infinidad de leyendas no solo acerca de los milagros de este santo africano sino también de su mal talante. Cuentan así mismo los creyentes más ancianos de Quiebra Hacha, que hace mucho tiempo a principio de este siglo Ta Makuende se encolerizó y le viró la espalda a sus fieles. Los congos que lo cuidaban, desesperados, trataron de hablarle y convencerlo, sin resultado alguno recurrieron entonces a los cantos y oraciones en lengua y al familiar sonido del KINFUITI hasta que Ta Makuende olvidó su enfado y volvió a darles la cara.

Sincretismo religioso en el culto

La presencia y convivencia en los barracones de esclavos procedentes de diferentes grupos étnicos trajo como resultado que adoptara e hiciera suyos elementos de otros cultos y por la hegemonía de la religión católica. Entre ellos se pueden identificar: de la Regla de Palo Monte, toma el predominio de participación masculina en determinados ritos, la juramentación o iniciación de miembros del conjunto instrumental, uso de vocablos del kikongo antiguo; de la Regla de Ocha, adopta la equiparación de la deidad Makwenda Yaya con el orisha Elegguá, la adoración a los antepasados (muertos), uso del oráculo del coco, sacrificio de animales, consagración del tambor kinfuiti y la similitud en la manera de organizar determinadas celebraciones; de la religión Católica, toma la identificación de la divinidad con el santo sin adoptar nunca la imagen de este, uso de cruz y de flores, ofrendas votivas, distribución vertical de altar y la coincidencia de celebrar determinadas fechas del santoral católico; del Espiritismo, el uso de vasos de agua o bóveda espiritual.

Todo este grupo de tendencias y elementos de determinados cultos hacen de un aspecto esencial de la identidad artemiseña.

Presencia del Kinfuiti

Vista interior del tambor kinfuiti

Se conoce por Kinfuiti al tambor, su música y baile. Como instrumento musical es un tambor [1] unimembranófono, de fricable interior con caja de madera. Su tamaño es de unos 60-80 cm de altura por 40 cm de diámetro: El centro de su membrana (cuero) tiene un orificio por donde pasa una cuerda desde el exterior que llega hasta el externo abierto. Su sonido parece zumbar o roncar a través de la fricción de la referida cuerda la cual está atada a un mástil que es fricable.

Sobre su origen existen diversos criterios e hipótesis, unos investigadores consideran que es de procedencia árabe, otros que pertenecen a los congos bamba, del área bantú.

“El kinfuiti se tocó por toda la isla donde hubo densos grupos de congos y sus descendientes, en un cabildo en Remedios, Placeta y Yaguajay, en Las Villas, en el central Manatí, en Oriente, en el batey del central Orozco y en Quiebra Hacha, en Pinar del Río”.[2]
Conjunto instrumental kinfuiti.

La voz criolla Kinfuiti viene del vocablo Kimfumti, de la lengua hablada por los congos, el kikongo, que equivale a decir tronco que funciona para la muerte, es decir, tambor para los muertos. Por tanto, el kinfuiti es el tambor sagrado de los Congos y se usaba en determinadas ceremonias evocadoras de los muertos u otras tareas de necromancia [3]

En la localidad, con el paso del tiempo, el carácter sagrado del tambor se ha debilitado con el paso del tiempo y ha adquirido otras funciones algo más profanas a partir de la integración a la práctica del culto de personas de diferente ascendencia étnica. Desde entonces se comienza a tocar por diferentes motivos como en celebraciones relacionadas con el calendario anual del santoral católico y otras consideradas eventuales que se corresponden con necesidades de los creyentes a manera de ofrendas.

El kinfuiti es además una expresión artística de marcado carácter social, que no solo responde al interés estético y recreativo de los participantes, sino que actúa como vínculo necesario de las actividades religiosas. Ha participado en varios [`Festival del Caribe|Festivales del Caribe]] en la provincia Santiago de Cuba obteniendo premios destacados.

Bailadores de kinfuiti.

Como manifestación danzaría ha pasado de una a otra generación de manera espontánea y de forma imitativa debido a la preocupación del grupo portador por mantener viva sus tradiciones.[4]

En consecuencia, a ello en 1966 y 1994, respectivamente, se formaron sendos grupos de aficionados con portadores de la tradición adultos e infantiles que son atendidos por la Casa de Cultura. Para pertenecer a ambas agrupaciones es requisito indispensable que existan lazos de consanguinidad con descendientes de esclavos de ingenios de la zona.

Fiesta anual

La fiesta anual se celebra cada 13 de junio, coincidiendo con el calendario de la iglesia católica. El culto forma parte de un conjunto de rituales que comienzan desde las primeras horas del día 12 con el baño ritual, con aceite a la imagen que se efectúa temprano en la mañana, solo participan hombres y aprovechan la ocasión para cambiarle el traje; ya adentrada la noche, inicia el sacrificio de animales, igual a otros cultos, con el propósito de alimentar la deidad y renovar sus fuerzas; en ambas ceremonias solo está permitida la participación de hombres juramentados en la regla palera.

Los animales que se ofrendan son chivo o carnero, pollo o gallo sin distinción de color.

La comida colectiva, aunque no constituye un rito específico, es una parte importante de esta ceremonia, pues funciona como nexo entre los creyentes e invitados.

La fiesta se basa en alabar la figura objeto del culto, una pequeña escultura de madera de 45 cm aproximadamente, confeccionada en suelo cubano y no traída del continente africano (lo afirman sus creyentes). Representa un elemento importante para la identidad local y nacional, por ser la única celebración vigente que se acompaña por los toques, cantos y bailes de kinfuiti.

En ella participan todo tipo de personas, sean creyentes o no; todos comen, beben, cantan y bailan hasta finalizar la noche del día 13 de junio, igual que los antepasados.

Los bailes se efectúan libres o de pareja, consiste en situar los pies separados y avanzar deslizándolos apoyados completamente en una misma dirección, realizando un simple mulleo ligado a un movimiento de los hombros. El paso se realiza en dos tiempos a la derecha y dos pasos a la izquierda realizando una pequeña caída de hombro en cada caso.

La vestimenta utilizada para el baile en la actualidad trata de conservar las raíces iniciales. Mujer: Vestido ancho con vuelos en toda la saya, pañuelo en la cabeza amarrado delante con las orejas tapadas. Se baila descalzo. El hombre: Pantalón a media pierna, sin camisa con un pañuelo atravesado en el pecho.

Referencias

Fuentes

  • Fabré, Virginia. “Breve estudio del kinfuiti como expresión danzaría” Tesis,Centro Provincial de Superación para la Cultura de La Habana. 1990.
  • Lay, Mercedes. “Breve reseña de la música popular de Cuba I” . Tesis, CIDMUC. La Habana, Cuba. 1986
  • León, Argeliers. “Del canto y del tiempo” . Editorial Pueblo y Educación. La Habana, 1974.
  • López, Jorge. “Estudio al culto sincrético a San Antonio en Quiebra Hacha, Mariel” . Año 1, Número 1. La Habana. 2000.
  • Ortiz, Fernando. “Los instrumentos de la música afrocubana” . Tomo V. Editorial Cárdenas y Cía. La Habana, 1955.
  • Sitio Web “Sitio representativo de la cultura popular tradicional marieleña”, elaborado en el Joven club de Computación y electrónica Mariel 1, con la colaboración de la Dirección Municipal de Cultura en Mariel.
  • Vélez, Francisco. “Páginas de la historia de Mariel” . Imprenta Marrón. La Habana, 1940.

Otras fuentes

  • Informantes del Atlas Etnográfico de Cuba.
  • Libro de bautizos de morenos y pardos. Tomo II, Parroquia Ntra Señora de la Merced, Quiebra Hacha. Pinar del Río.
  • Libro de defunciones de morenos y pardos. Parroquia Ntra Señora de la Merced, Quiebra Hacha. Pinar del Río.
  • Plan director del municipio Mariel. DMPF.1996