Roséola infantil

Roséola infantil
Información sobre la plantilla
Roséola infantil.jpg
Enfermedad infecciosa benigna y aguda de los recién nacidos y niños pequeños.
Agente transmisor:Agente no identificado.
Forma de propagación:No ha sido determinada.

Roséola infantil. También conocida como exantema posfebril o la sexta enfermedad. Como la mayoría es viral, muy frecuente y también de curso muy benigno. Esta enfermedad se inicia generalmente con un período de 3 a 5 días de fiebre alta, bien sostenida o en agujas va seguida de una erupción morbiliforme que aparece o bien a medida que disminuye la temperatura o poco después. Es una infección viral que comúnmente afecta a bebés y niños pequeños. Implica fiebre alta y una erupción cutánea entre rosácea y roja.

Como todas las enfermedades eruptivas, se presenta preferentemente al final del invierno y, sobre todo, en primavera. Se cree que es causada por un virus, aunque nunca se ha llegado a aislar al supuesto virus responsable. Se contagia fácilmente de un niño a otro, o a través de los familiares del pequeño.

Etiología

Aunque el agente etiológico de esta enfermedad no ha sido identificado, probablemente se trata de un virus. El suero libre de bacterias obtenido al tercer día de fiebre de un recién nacido con roséola típica, indujo la enfermedad 9 días después de su inyección en un recién nacido susceptible.

En un segundo estudio, la sangre procedente de recién nacidos afectados y obtenida en el primer día de la erupción, indujo una roséola atípica en 3 de los 14 individuos inoculados, de edades comprendidas entre los 12 y 17 meses, todo ello dentro de un período de 6–9 días, sin embargo, este agente no ha sido propagado en el laboratorio.

Epidemiología

El modo de transmisión y período de contagio no han sido determinados. Ocurren casos durante todo el año pero con cierto incremento durante el otoño y primavera. Una característica que diferencia la importancia en esta enfermedad es su edad de incidencia. La roséola es el exantema febril más común en los niños de menos de 2 años de edad y es muy rara en los lactantes de menos de 6 meses, lo cual indica que los anticuerpos maternos proporcionan una protección pasiva contra esta enfermedad. El 65% de los casos ocurren en niños cuya edad varía de 6 meses a 3 años, lo cual indica una enfermedad endémica de alta incidencia que engendra una inmunidad duradera. En varios brotes de escasa proporción se observaron pacientes con fiebre alta pero sin erupción.

Puesto que los brotes no son frecuentes, y presuntamente los hermanos menores susceptibles no suelen adquirir la enfermedad, se ha supuesto que la infectividad de la roséola es menor que la de otros exantemas comunes de la infancia, no obstante, es más probable que la infectividad sea alta y que los casos inaparentes y sin erupción (especialmente comunes entre niños de mayor edad y adultos), eludan su detección. Aproximadamente el 30% de todos los niños contraen la enfermedad.

Patogénesis y patología

No se conoce la patogenia ni la patología de la roséola. Los estudios realizados sobre estos temas se han visto dificultados por la naturaleza benigna del trastorno y la falta de una prueba diagnóstica específica.

Signos y síntomas

Normalmente, se carece de una historia de exposición por contacto de los pacientes con roséola infantil. Tras un período de incubación de 3–15 días, se produce una brusca aparición de fiebre, que oscila entre los 39,5–41,50 C. También puede presentarse malestar, coriza leve y ligero enrojecimiento de la faringe y membrana timpánica. Ocasionalmente, se observa cierta hinchazón de los párpados. Normalmente, el paciente no está tan enfermo como podría esperarse de acuerdo con el nivel de la fiebre.

El cuadro predominante es el de fiebre alta, generalmente sostenida, que solo responde transitoriamente a la aspirina y, que ocasionalmente, se asocia con vómitos, inquietud e irritabilidad. Con menor frecuencia la afiebre es intermitente. En algunos pacientes, especialmente en niños menores de 2 años de edad, el brusco aumento de la temperatura corporal puede ir acompañado de convulsiones. Al segundo o tercer día, pueden resultar palpables los ganglios occipitales, cervicales y auriculares posteriores; estas adenopatías desaparecen durante la semana siguiente. Después de 3 a 5 días de fiebre, la temperatura disminuye por crisis, a veces hasta niveles por debajo de los normales y desaparecen, simultáneamente, el malestar y la irritabilidad.

La erupción puede coincidir con la defervescencia o después de ella. Dicha erupción, que en algunos casos se parece a la rubéola, consiste en máculas o maculopápilas rosadas, pálidas, que aparecen primero sobre el tronco (anatomía) y cuello. El exantema puede quedar limitado a esta zona o bien puede diseminarse más ampliamente, sin embargo, normalmente no suele afectar ni a la cara ni a las extremidades inferiores. La erupción palidece con la presión, raras veces se descama, no deja pigmentación y puede desaparecer en horas o persistir 1–2 días. Durante los primeros días de fiebre puede aparecer en la región de la úvula y paladar blando un exantema no específico, consistente en manchas rosadas y que representa una hiperplasia linfoide, la cual persiste después de la aparición a la erupción.

Las complicaciones de la roséola quedan limitadas a los ataques convulsivos que, ocasionalmente, acompañan al brusco incremento de temperatura y, en raras ocasiones, a la encefalopatía. También se ha observado una hinchazón benigna y transitoria de la fontanela. Algunos casos de encefalopatía pueden resultar secundarios a la anoxia, sufrida durante el curso de los ataques. Aunque se han descrito residuos neurológicos, por ejemplo, hemiparesias, atrofia cerebral y epilepsia, éstos no son muy frecuentes.

Diagnóstico

La roséola debe diferenciarse de otras muchas enfermedades de la infancia y la niñez que se caracterizan también por erupciones maculopapulosas como sarampión, rubéola, infecciones por virus Coxsackie y virus ECHO. El diagnóstico se basa principalmente en la súbita aparición de fiebre alta e irritabilidad sin causa demostrable; y la aparición en el momento de la defervescencia de una erupción maculopapular rosada sobre el tronco, que se extiende al cuello, brazos y posiblemente a otros lugares. Durante el período febril preeruptivo, el diagnóstico de tanteo solo puede establecerse después de la exclusión de otras causas de la fiebre.

Antes de la erupción cutánea o rash, se produce una notable leucopenia con lifocitosis relativa, que persiste hasta después de la aparición de la erupción. El recuento total de leucocitos puede variar desde 3,000 a 5,000 células, con hasta un 90% de linfocitos. El líquido cefalorraquídeo permanece normal, incluso en pacientes con convulsiones. Ocasionalmente, la encefalopatía puede ir acompañada de pleocitosis de célula mononucleada.

Pronóstico

El pronóstico correspondiente en los casos no complicados de roséola es excelente. Si se tratan adecuadamente, la aparición de ataques generales no debe alterar el resultado.

Tratamiento

El tratamiento es sintomático. La terapéutica antipirética puede ser útil para reducir o prevenir al mínimo la actividad de los ataques y disminuir la irritabilidad. En los recién nacidos con historia de ataques, hay que utilizar medicación anticulvulsiva, así como en los casos en que sea necesaria.

Prevención

El aislamiento de estos enfermos no está indicado ya que el agente aparente está muy extendido, los contactos conocidos no son frecuentes y la enfermedad es generalmente benigna.

Fuentes

  • Paul D. Hoeprich. M.D. Tratado de enfermedades infecciosas. Tomo 2. Pág. 717. Edición Revolucionaria. La Habana. Cuba. 1982.
  • Información sobre Roséola infantil. Consultado: 27 de marzo de 2013. Disponible en: www.nlm.nih.gov
  • Información sobre Roséola infantil. Consultado: 27 de marzo de 2013. Disponible en: www.pediatraldia.cl