Terrorismo contra Cuba

Terrorismo contra Cuba
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El terrorismo contra Cuba ha sido una de las manifestaciones de la política agresiva de Estados Unidos hacia Cuba
Fecha:A partir de 1959
Lugar:Bandera de Cuba Cuba
País(es) involucrado(s)
Bandera de los Estados Unidos de América Estados Unidos, Bandera de Cuba Cuba
Ejecutores o responsables del hecho:
Gobierno de Estados Unidos, Agencia Central de Inteligencia, connotados terroristas y organizaciones terroristas.


Terrorismo contra Cuba. Desde los inicios de la Revolución, los grupos contrarrevolucionarios financiados y entrenados por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) norteamericana, concibieron y realizaron numerosos actos terroristas que han costado valiosas vidas y cuantiosos recursos a Cuba. Asimismo planearon diversas acciones para eliminar físicamente al Comandante en Jefe Fidel Castro y a otros dirigentes de la Revolución.

Casi 3 mil cubanos muertos es el saldo de medio siglo de hostilidad estadounidense contra Cuba, blanco en la actualidad de una nueva fase de ataques mediáticos de Washington y de sus aliados europeos.

Entre los fallecidos se cuentan más de un centenar de niños afectados por la introducción en 1981 del Dengue Hemorrágico, así como víctimas del ametrallamiento a poblados costeros. Atentados a sectores económicos, la agresión por Playa Girón, el bombardeo de ciudades y pueblos en los años 60 del pasado siglo, son una pequeña muestra de los vínculos de Estados Unidos con las acciones anticubanas.

Historia

El rasgo característico de la política agresiva norteamericana hacia Cuba es el terrorismo en sus diversas formas. Una política de Terrorismo de Estado iniciada poco después del 1 de enero de 1959, cuando EE.UU. abrió las puertas a la pandilla de criminales, torturadores y malversadores que salieron de Cuba y fundaron su redial en Miami, cuna y germen de la mafia terrorista anticubana.

Secuestro y piratería de aeronaves

Una política de Terrorismo de Estado que incentivó el secuestro y piratería de aeronaves, que se convirtió en una nueva expresión de terrorismo en el mundo y a la vez en un arma política contra Cuba, porque los secuestradores han sido recibidos desde entonces como “refugiados políticos” en territorio norteamericano. Los archivos históricos recogen unos 60 secuestros de aeronaves o intentos a partir de aquellos años.

Pocos años después, aquel fenómeno fabricado por el imperialismo norteamericano se volvió contra ellos, porque estimuló el desvío hacia Cuba de decenas de aviones civiles norteamericanos de pasajeros, asunto que el Estado Cubano al final resolvió sancionando en unos años a 69 aeropiratas y devolviendo a 2 secuestradores en 1980 a los EE.UU. lo que detuvo en lo adelante aquella peligrosa práctica.

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Bombardeos

Una política de terrorismo de Estado que toleró desde territorio norteamericano entre 1959 y 1960 más de 50 bombardeos con explosivos y fósforo vivo contra centrales azucareros cubanos y áreas urbanas pobladas, por parte de avionetas que salían y regresaban impunemente a su país o que organizó el crimen más alevoso de aquellos primeros años, a manos de la CIA, como fue la voladura del barco La Coubre en el Puerto de La Habana en marzo de 1960, donde perdieron la vida 101 obreros cubanos, entre ellos algunos de nacionalidad francesa.

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Abastecimiento de armas y explosivos

Un plan de acciones encubiertas propuesto por la CIA que el Presidente de EE.UU. D. Eisenhower convirtió en política oficial secreta, que organizó una oposición mercenaria interna y externa, y puso a su alcance dentro de Cuba cientos de toneladas de explosivos y armamentos que provocaron, según sus propios documentos desclasificados, 110 atentados dinamiteros, la detonación de 200 bombas, 950 incendios y 6 descarrilamientos en menos de 6 meses, antes de abril de 1961.

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Plan de asesinato a dirigentes

Un terrorismo que autorizó a la CIA el intento de asesinato de nuestro principal dirigente y que organizó una denominada “unidad ejecutiva” en esa agencia de subversión en 1960, para tratar de lograr tales propósitos.

Invasión mercenaria

Una política que financió y organizó una invasión mercenaria por Playa Girón en 1961, que sembró el terror y la muerte, antes de ser totalmente derrotada y una operación subversiva de gran alcance llamada Mangosta entre 1962 y 1963, que causó también muchas muertes inocentes, promovió miles de sabotajes y elaboró pretextos para tratar de justificar una vez más una invasión militar norteamericana contra Cuba.

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Guerra económica

Una política terrorista de Estado que desató una guerra económica y un bloqueo criminal para matar de hambre al pueblo cubano, y que aun aplica con más fuerza desde EE.UU. frente al rechazo de toda la comunidad internacional. Una guerra biológica que quitó la vida a niños y ancianos y ha provocado daños materiales incalculables a nuestra economía.

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Apoyo de Estados Unidos

Toda esta política genocida contra un pequeño país ha contado con el apoyo de una guerra radial y televisiva desde territorio de EE.UU. que incita también al sabotaje, el asesinato y la traición a la patria. En aquellos cinco primeros años del triunfo revolucionario, el gobierno de EE.UU. también promovió y armó un ejército irregular de 299 bandas y 3.995 bandidos y criminales en las montañas cubanas que causaron 549 muertes y miles de heridos. Pero la Revolución emergió victoriosa y fortalecida a mediados de aquella primera década. La contrarrevolución interna había fracasado y el primer Programa Cuba de terrorismo de Estado quedó reducido a cenizas.

Pero el Gobierno de los EE.UU. engendró en esos años un monstruo poderoso y sangriento. Un ejército de mercenarios había sido entrenado en sus bases de Nicaragua y Panamá antes de Playa Girón, en abril de 1961.

En 1964 cientos de mercenarios de origen cubano se entrenaron en la base militar norteamericana de Fort Benning, en Georgia. Otros cientos fueron preparados también para la guerra irregular y la subversión en los cayos de la Florida a las ordenes de la estación JM-Wave de la CIA en Miami, que contó con más de 250 oficiales y de 2 000 agentes de origen cubano y entrenó otros 800 en los métodos más refinados de terrorismo y asesinato.

Aquel Gobierno les dio ventajosos empleos como asesores de dictaduras pro-yanquis en América Latina, en regímenes sanguinarios, en los equipos de contrainsurgencia, en sus aventuras mercenarias en África y Asia, y los utilizó en oscuras operaciones en nuestro continente, como el asesinato del inolvidable comandante Ernesto Che Guevara en Bolivia, la Operación Cóndor e Irán-Contras, entre otras.

Aquellos soldados de fortuna de origen cubano se asentaron definitivamente en Miami, Nueva Jersey y Nueva York, constituyeron sus propias bandas y grupos violentos de una definida posición neofascista y convirtieron el terrorismo anticubano en un lucrativo negocio, recibiendo una patente de corso para sus crímenes por parte de las autoridades norteamericanas.

A cambio, los antiguos batistianos, malversadores y torturadores, devenidos en honorables hombres de negocio o políticos cubanoamericanos, se consolidaron como aliados incondicionales de la ultraderecha y del clan de los Bush.

A partir de entonces, como desde 1959, el FBI y la CIA estuvieron dispuestos a tolerar a estos grupos terroristas anticubanos cualquier acto de terror desde su país, siempre y cuando estuviera enfilado contra Cuba. Estados Unidos se cuidará en lo adelante para no verse involucrado públicamente en actos de terror, pero tolerará y aportará recursos y financiamiento para estos fines, apoyando operativamente a muchos de estos grupos por via secreta a través de la CIA.

El terrorismo se volvió contra el propio pueblo norteamericano y con una intensidad inusual comenzaron a estallar bombas en ciudades de aquel país dirigidas contra representaciones cubanas o instituciones y países extranjeros que mantenían relaciones diplomáticas o económicas con Cuba. Esta situación se prolongó a lo largo de los años 70 y principios de los 80.

Terrorismo en Estados Unidos

Estados Unidos, después de Cuba, ha sido el mayor receptor de actos terroristas provocados por grupos anticubanos asentados en su propio territorio.

Estos son algunos datos:

Desde 1959 hasta 1998, de un total aproximado de 560 actos de terror de magnitud cometidos por estos grupos neofascistas contra Cuba, unos 296, más de la mitad, ocurrieron en territorio de Estados Unidos. Se incluyen en estos hechos la colocación o estallido de artefactos explosivos, asesinatos y agresiones físicas y otras provocaciones. Solamente en 1968, el terrorista de origen cubano Orlando Bosch Ávila fue responsable de unos 69 hechos terroristas en EE.UU., principalmente la colocación de bombas contra intereses cubanos.

Entre los años 1968 y 1974 se realizaron por estos grupos terroristas anticubanos 201 actos de terror en América y Europa, de ellos 115 en territorio norteamericano con utilización de explosivos. Estos atentados crearon una situación más comprometida para las autoridades norteamericanas en su propio pais. En 1975 los grupos anticubanos realizaron otras 39 acciones terroristas, entre ellas, el estallido de bombas en las sedes diplomáticas de Panamá, Costa Rica y Venezuela situadas en las ciudades de Los Ángeles y Washington, y en el aeropuerto La Guardia en Nueva York, que ocasionó muertos y heridos. La CIA intentó entonces agrupar en su puño a los grupos neofascistas anticubanos más criminales de entonces, considerados por el propio FBI como los más peligrosos del país, para tratar de elevar la eficiencia y una coherencia mayor de su accionar contra Cuba e intentar sacar del territorio de los Estados Unidos hacia otros países las acciones terroristas de estas agrupaciones, lo que al final no pudo lograr. Esto definió una vez más la doble moral del gobierno de EE.UU. y su verdadera posición ante el terrorismo, que hoy mantiene.

La CIA y George Bush

El 20 de enero de 1976 asumió funciones como jefe de la CIA George Bush (padre) y pocos meses después, no por casualidad, se creó en República Dominicana el denominado CORU (Coordinación de Organizaciones Revolucionarias Unidas), que aglutinó el accionar terrorista de los grupos neofascistas anticubanos más violentos en la región. En esta alianza participarían de forma preeminente los criminales Orlando Bosch y Luis Posada Carriles, también de origen cubano.

América Latina y el Caribe

América Latina y el Caribe han sentido en su suelo el embate de esta epidemia de terror creada por Estados Unidos y se convirtieron en víctimas de los grupos terroristas anticubanos, los que han sido responsables en todos estos años de 37 hechos en México, 33 en Puerto Rico, 25 en Canadá, 17 en Perú, 15 en Bahamas, 12 en Colombia, 12 en Venezuela, 9 en Costa Rica, 9 en Jamaica, 8 en Chile y 5 en Argentina, entre otros países.

El vínculo más dramático y sangriento de esta mafia con la violencia terrorista en América Latina lo constituye, sin dudas, la alianza de estos grupos con la junta fascista chilena a partir de 1974, en el contexto de la Operación Cóndor. Los terroristas anticubanos también hallaron un espacio en este proyecto criminal.

La siniestra policía política del dictador Augusto Pinochet (DINA) en Chile les ofreció el tipo de apoyo que les había brindado siempre la CIA. Fuentes del FBI describieron en documentos hoy desclasificados por el gobierno norteamericano un programa en el cual la junta fascista chilena se comprometía con los terroristas anticubanos en el reconocimiento de un gobierno cubano en el exilio, con base en Chile, así como el suministro de armas, explosivos, entrenamiento y refugio para fugitivos. A cambio, estos grupos ejecutarían otros actos represivos por interés de la DINA.

El neofascista Movimiento Nacionalista Cubano (MNC), encabezado por los terroristas de origen cubano Felipe Rivero y Guillermo Novo Sampol, se incorporó a este esquema criminal y brindó su concurso en varios atentados, entre ellos, el asesinato del general chileno Carlos Prats y su esposa en Argentina, donde se encontraban refugiados. Los intentos de asesinato del líder democristiano chileno Bernardo Leighton Guzmán y su esposa Ana Fresno en Roma, con graves consecuencias para su vida, así como el de otras destacadas personalidades de ese pais como Pascal, Allende y Carlos Altamirano. Poco después se produciría el asesinato del ex canciller de la Unidad Popular de Chile, Orlando Letelier y su asistente Ronni Moffitt el 21 de septiembre de 1976, en una concurrida avenida de la ciudad de Washington, tres meses después de constituido el CORU.

A partir de 1976, los grupos afiliados al CORU exhibieron sus credenciales como terroristas. No sólo colocaron bombas contra representaciones diplomáticas cubanas, prepararon secuestros, realizaron asesinatos en Estados Unidos como el del emigrado cubano Eulalio Negrín y el diplomático cubano en la ONU, Félix García, planearon volar aviones en pleno vuelo y lo llevaron a cabo, así como otras operaciones complejas que requirieron estudio, acopio de información, acceso a instalaciones y coordinaciones internacionales para alcanzar sus propósitos, que solo un equipo profesional podría lograr, debidamente apoyado por un servicio especial de subversión y espionaje como la CIA.

Hombre protegido de la CIA

Artículo principal sobre: Crimen en Barbados

El hombre protegido de la CIA, Luis Posada Carriles, desde su cargo de represor en el servicio de inteligencia venezolano de entonces, y como jefe después de una supuesta oficina de detectives en la ciudad de Caracas, desde donde desarrollaba sus actos de terror contra Cuba, formaba parte, sin dudas, del cerebro, inspiración y brazo ejecutor de aquellas acciones sanguinarias que se habían venido produciendo en el continente desde finales de los años 60, por mandato de Estados Unidos.

Luis Posada poseía ya desde 1961 un sólido historial al servicio de la CIA y aunque la agencia, dirigida entonces por George Bush (padre), reconoce solo “contactos esporádicos” con Posada en aquellos momentos, los hechos permiten afirmar que este terrorista constituía una pieza importante en el dispositivo operativo de la CIA en la región.

El 6 de octubre de 1976 tendría lugar el horrendo crimen del avión de Cubana de Aviación en Barbados, organizado desde Venezuela por los criminales Orlando Bosch Ávila y Luis Posada Carriles.

Después de escapar de la prisión venezolana en 1985 con el apoyo de la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA) y el dinero norteamericano, donde se encontraba recluido por los sucesos de Barbados, Posada participó como empleado del gobierno norteamericano en la guerra sucia desatada en Centroamérica a las órdenes del mercenario de la CIA de origen cubano Félix Rodríguez Mendigutía, más tarde, se integró de lleno al brazo armado secreto creado por la FNCA en 1992 desde territorio norteamericano, como manto para dirigir las acciones de los grupos terroristas de Miami contra Cuba.

Década de los 90

En la década de los años 90, alentados por el derrumbe del campo socialista, las organizaciones contrarrevolucionarias intensificaron y continuaron desarrollando impunemente, desde territorio de Estados Unidos y otras bases de operaciones en Centroamérica, numerosas acciones violentas contra Cuba y sus dirigentes.

Se inició un nuevo programa criminal contra Cuba a principios de los años 1990 orientado a dos fines concretos: asesinar al Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz y afectar las fuentes de divisas para Cuba, en particular la industria turística, en momentos de una difícil situación económica generada despuès de la caída del socialismo en Europa Oriental y en la URSS.

Un plan criminal magnicida se ensaya en cada país que es visitado por el Presidente Fidel Castro o durante la celebración anual de las Cumbres Iberoamericanas, a las que nuestro mandatario asiste regularmente. En la mayoría de estos planes de asesinato está presente Luis Posada Carriles.

Diversos hechos de terror definen la actuación criminal contra Cuba de estas organizaciones terroristas de Miami, financiadas y armadas por la FNCA y el gobierno norteamericano, y toleradas por autoridades de la Florida hasta estos momentos.

Entre los años 1990 y 2001 se realizaron 10 infiltraciones marítimas clandestinas por costas cubanas con un total de 28 terroristas armados, con medios explosivos en su poder, casi todos de origen cubano residentes en EE.UU. Todas las embarcaciones provenían de territorio norteamericano. Uno de los terroristas asesinó impunemente a un trabajador momentos después de desembarcar al norte de la provincia de Villa Clara.

Unas cinco lanchas rápidas piratas artilladas provenientes de aquel país se acercaron a la zona turística de Varadero y realizaron disparos de armas automáticas contra las instalaciones hoteleras repletas de turistas, con el propósito de crear el caos y el terror y afectar las entradas de divisas al pais por esta via.

En la década de 1990 se reeditaron las viejas tácticas utilizadas por los grupos especiales de la CIA en los años 60: infiltraciones armadas, ataques piratas por nuestras costas, sabotajes, introducción de armas y explosivos de gran poder. Sus actores y promotores eran los mismos que décadas atrás.

Como era habitual, el Gobierno de los Estados Unidos y sus servicios especiales de espionaje y subversión intentaron mantenerse ocultos. En su lugar aparecerían ahora la FNCA y otros grupos terroristas de Miami, actuando con una aparente independencia que a nadie puede engañar. Los cabecillas y estos grupos terroristas siguen allí, tolerados, financiados por la National Endowment for Democracy (NED) y la Agencia para el Desarrollo Internacional de Estados Unidos (USAID), acompañando al presidente estadounidense George W. Bush en los actos públicos.

Los órganos de la Seguridad e Inteligencia cubanos tuvieron conocimiento, además de los hechos y acciones incluidos en esta relación, de otros 140 planes de acciones terroristas, 16 planes de atentado contra el Comandante en Jefe Fidel Castro y ocho planes para atentar contra otros dirigentes, solamente entre los años 1990 y 2001, lo que da una idea de la peligrosidad e intenso accionar de las organizaciones e individuos mencionados.

Bombas en hoteles de La Habana

La variante del empleo de mercenarios centroamericanos, actuando desde esos países pero financiados desde Miami, para sembrar el terror en las instalaciones turísticas cubanas sería una nueva idea propuesta entonces por Luis Posada Carriles desde El Salvador, la que fue aceptada de inmediato por la FNCA y sus cómplices en la administración de Estados Unidos, ya entrada la década de los años 90.

En 1997 explotaron las bombas en varios hoteles de La Habana y en dos empresas turísticas cubanas en el extranjero. Uno de estos actos monstruosos cegaba la vida del joven turista italiano Fabio di Celmo.

Los planes magnicidas contra el presidente de Cuba no cesaron ni por un momento. En todos formaría parte el criminal Luis Posada Carriles. Pocos años después del intento de asesinato en la Cumbre Iberoamericana en Panamá en el año 2000, sería indultado junto a otros cómplices gracias al dinero de la mafia y del Gobierno norteamericano.

Luchadores antiterroristas

Artículo principal sobre: Día de las Víctimas del Terrorismo de Estado

Por intentar impedir crímenes como estos guardaron prisión injusta cinco combatientes cubanos en cárceles norteamericanas por luchar contra el terrorismo desde las entrañas de estos grupos criminales.

El imperio norteamericano persiste hoy en tratar de aniquilar por cualquier medio a la nación cubana y lo proclama con insolente arrogancia. Enmascarado burdamente como “Asistencia a una Cuba libre”, pregona el regreso de Cuba al capitalismo en su expresión más brutal y bajo el yugo de los Estados Unidos.

Actualidad

El gobierno de Estados Unidos ha continuado la arbitraria práctica de poner a Cuba en las espurias listas, incluida la de Estados que supuestamente patrocinan el terrorismo internacional, que fabrica el Departamento de Estado para calificar el comportamiento de otras naciones. Este país no tiene la autoridad moral para hacer tales listados, que como regla tendría que encabezar, ni existe una sola razón para incluir a Cuba en ninguno de ellos.

El gobierno norteamericano también mantiene el injusto castigo a los Cinco cubanos luchadores antiterroristas que sufren prisión, hace más de doce años, en sus cárceles, cuya causa ha concitado la más amplia solidaridad de la comunidad internacional.

Estados Unidos debe poner fin al doble rasero y a la impunidad de que gozan en su territorio los autores confesos de actos de terrorismo, que se gestaron al amparo de la política anticubana de ese país, concebida con fines de desestabilización, en los años 60, y que incluyó el sabotaje, el secuestro, el asesinato y la agresión armada. Ello sería una verdadera contribución al combate internacional contra ese flagelo.

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Fuentes