Aborígenes en Sancti Spíritus

Aborígenes en Sancti Spíritus
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Pendiente aborigen encontrado en el sitio arqueológico Toma de Agua, en La Sierpe.
Cronología
Corrientes migratorias
Comunidades existentes
Paleolíticas
Mesolíticas
Neolíticas incipientes

Aborígenes en Sancti Spíritus o Época precolombina en Sancti Spíritus. El territorio que actualmente ocupa la provincia de Sancti Spíritus comenzó a ser habitada por seres humanos unos 8 000 años ante de la llegada de los primeros conquistadores españoles en 1514. En esta época, identificada por el nombre de precolombina, llegaron los primeros grupos de cazadores-recolectores. Desde aquellos tiempos hasta que se produce la conquista y colonización europea se establecen en el territorio espirituano comunidades con características étnicas y niveles de desarrollo económico diversos. De estas comunidades aborígenes, los cronistas sólo pudieron dar referencias, algunas distorsionadas, de las que encontraron en su paso por la región.

Los estudios arqueológicos efectuados hasta el presente han posibilitado la realización de una reconstrucción histórica, quizás bastante aproximada, de estas comunidades en lo tocante al desarrollo socioeconómico alcanzado y su filiación cultural a partir de las evidencias materiales descubiertas en diversas localidades de este territorio.

Partiendo del pormenorizado análisis, por municipios, del conjunto artefactual, de cada una de las localidades donde se han colectado evidencias materiales de las comunidades aborígenes que poblaron el actual territorio de la provincia de Sancti Spiritus en la Región Central de Cuba y de la recopilación del mayor volumen de información posible relacionado con el tema objeto de la presente investigación, se ha podido conocer la existencia de un buen número de sitios arqueológicos. El estudio recoge además, la consideración de los autores, sobre las posibles rutas migratorias, a través de las cuales, estos grupos humanos, realizaron el poblamiento, de sus cayos, costas y hacia la porción mediterránea de la provincia. Para cada una de estas comunidades (con tradiciones Paleolíticas, Mesolíticas, Neolíticas incipientes y Neolíticas.), se dan a conocer aspectos vinculados, con sus actividades económicas susistenciales fundamentales, técnicas de manufactura y tecnología, que incluyen a los principales complejos de herramientas, así como también los aspectos sociales y cuestiones propias de la superestructura como manifestaciones mágico-religiosas, el culto a los muertos y arte rupestre.

Corrientes migratorias

La llegada de los primeros hombres al territorio espirituano ocurrió en diversas o corrientes migratorias. La primera corriente migratoria se produce hace unos 8 000 años, cuando grupos de cazadores, con tradiciones paleolíticas, procedentes de América del Norte, se desplazaron a través de las islas que componen el archipiélago de las Bahamas y penetraron, a partir de la costa norte de las actuales provincias de Matanzas y Villa Clara, en estos territorios, logrando dispersarse algunos de estos grupos en la zona de la actual provincia de Sancti Spíritus.

Una segunda corriente llegó a este territorio central del país hace unos 4 500 años, en esta ocasión llegaron procedentes del continente suramericano (Venezuela, Nicaragua y Honduras), esta corriente esta formada por grandes grupos cuyo estadio se correspondía con el mesolítico temprano. Estas comunidades se establecen temporalmente en algunas áreas de la costa sur espirituana, otras se internan tierra adentro a través de los ríos que desembocan en dicha costa, mientras que otros grupos establecen sus asentamientos en determinados puntos de la costa norte y la cayería existente al norte del actual Yaguajay. La mayoría de los asientos de estas comunidades al norte de la provincia se ubicaron en cuevas y solapas de los cayos: Lucas, Salinas y Caguanes, mientras que los de tierra firme, no muy lejos del litoral. Al parecer estos últimos arribos debieron producirse por vía marítima, si se tiene en cuenta la barrera natural que impone las alturas del nordeste por un lado, y la distribución espacial de los sitios tipo reconocidos hasta el presente.

La tercera corriente migratoria se origina a partir del 500 a.n.e. Aquí se distingue claramente dos tipos de comunidades diferentes: una de ellas con características de la etapa mesolítica (tardías) con presencia de tradiciones neolíticas incipientes.

Los grupos pertenecientes a estas comunidades proceden de Norte América (Península de la Florida y Valle del Mississippi) y luego de su arribo a la costa norte de Matanzas se expanden al oriente y occidente de la isla de Cuba. En la provincia de Sancti Spiritus algunas agrupaciones humanas penetran por la costa sur hasta zonas mediterráneas, mientras que otros logran ubicarse hacia la porción norte del territorio.

Las restantes están constituidas por comunidades neolíticas (en Cuba también se denominan agricultores-ceramistas), del tronco étnico aruaco que, procedentes de la isla La Española, se asentaron en la región oriental de la isla y desde allí llegaron por la costa sur hasta el territorio espirtuano estableciéndose unas próximas al litoral, mientras que otras lo hacen en zonas mediterráneas[1].

Comunidades existentes

Paleolíticas

El manatí, uno de los mamíferos cazados por los grupos paleolíticos cubanos.

Las primeras comunidades existentes en el archipiélago cubano poseían, según las herramientas de piedras encontradas en investigaciones arqueológicas y su patrón habitacional, una economía de apropiación, un desarrollo socioeconómico de cazadores-recolectores y una división natural del trabajo por sexo y edad[2]. Emplearon piezas de piedra tallada de grandes dimensiones, como láminas puntiagudas para ser usadas en lanzas y otros artefactos cortantes, tales como cuchillos; que pudieran emplearse no sólo para la caza de pequeños roedores, reptiles, aves, etcétera; sino para la caza de animales de cierta corpulencia, como la foca tropical (Manachus Tropicalus), ya extinta y el manatí (Trichechus Manatus). También recolectaban moluscos terrestres y marinos, capturaban crustáceos y reptiles, practicaron la pesca y la caza de aves y jutías.

En el territorio de la provincia de Sancti Spiritus, se han reportado dos sitios de habitación correspondientes a los períodos más tempranos de su ocupación, localizados en la cayería al norte de Yaguajay, además de algunas evidencias aisladas hacia el centro del municipio de Cabaiguán en el contexto de grupos paleolíticos más tardíos.

Por lo general, sus asentamientos se localizan a cielo abierto, y en menor medida en cuevas y abrigos rocosos. La presencia de estas comunidades ha sido ubicada en las márgenes del río Zaza y algunos de sus afluentes, y en otros puntos de la provincia en los municipios La Sierpe, Sancti Spiritus y Cabaiguán. En cuevas pueden citarse los sitios de Cueva de la Guinea y la de los Cuchillos, en el municipio de Yaguajay. En estas cuevas se destacan manifestaciones del arte rupestre cubano, atribuibles a esta cultura, así como la presencia de entierros cubiertos con capas de moluscos terrestres[3].

Mesolíticas

Como pueblos que vivían de la caza y la recolección de productos terrestres y marinos, y de la pesca; estas comunidades tenían que moverse en un medio dado por las consecuencias estacionales, en las que las especies tengan ciclos de vida más abundantes y otros en las que son más escasas dentro de la misma zona.

Los ecosistemas explotados por los mesolíticos que habitaron el territorio provincial fueron muy variados, así tenemos las cuevas de los Cayos de Piedra, al norte de Yaguajay, sitios mediterráneos con fuerte énfasis en la zona de manglar como la Toma de Agua, en La Sierpe; mediterráneos hacia la zona de la llanura central con una explotación intensiva de los ecosistemas de tierra adentro y una dependencia menos marcada de los recursos de la zona de manglares y costeras, como son los casos de La Luisa y La Aurora, y aquellos que explotaban los ecosistemas de montaña, como El Garrote, en la zona de Banao, y los sitios ubicados en la parte montañosa de Fomento. Es de suponer que las especies obtenidas mediante la caza, pesca y recolección variaran según los ecosistemas en los que desarrollaron sus actividades subsitenciales, observándose acumulaciones significativas de conchas de moluscos marinos bivalvos y univalvos conjuntamente con abundantes huesos de jutías, algo menores de aves, de tortugas, de peces y reptiles en áreas de habitación costeras.

La elaboración y uso de los recursos maderables variados fue uno de los procesos de trabajo más comúnmente desarrollados por estos grupos aborígenes, lo que se infiere a partir de los resultados de investigación de las herramientas de piedra tallada en las que principalmente se emplean las muescas y los denticulados. De esta forma, construyeron canoas para el transporte fluvial y marítimo, levantaron viviendas, fabricaron un sinnúmero de utensilios, recolectaron frutos, semillas, raíces, tubérculos, huevos de aves, de quelonios, moluscos, etcétera.

La recolección de materiales y materias primas para la confección de medios de producción y objetos propios de los procesos de trabajo vinculados con la superestructura abarcó, a su vez, materiales silíceos, rocas tenaces, conchas de moluscos; así como ramas y troncos para el mantenimiento del fuego.

La presencia de instrumentos y artefactos de piedra y concha como majadores, piedras molederas y gubias, en cantidades significativas en sitios mesolíticos tardíos, en zonas bióticas de la llanura central, conjuntamente con la presencia de elementos transculturales neolíticos, hace suponer que ya para esta etapa; grupos mesolíticos conocían determinados cultígenos y debían practicar la agricultura como actividad subsistencial; con el conjunto herramental propio, que se desarrolla independientemente a la observada para los apuros neolíticos cubanos[4].

Construyeron herramientas de piedra tallada, empleando como materia prima el sílex, el chert, la calcedonia, el cuarzo y otras variedades, que por su alta dureza, les permitían la cumplimentación de diferentes procesos de trabajo (raspadores, raederas, muescas, buriles, denticulados, perforadores, etcétera.

Otro de los materiales ampliamente usado fue la piedra en volumen, de la cual se elaboraron diferentes tipos de herramientas (percutores, majadores, lajas molederas, lajas afiladoras, manos de morteros, morteros, así como artefactos mágico-religiosos, entre los que se destacan las esferas líticas.

Estas comunidades humanas poseían gran movilidad y flexibilidad en sus movimientos cíclicos estacionales, en los cuales, dadas las circunstancias, podían constituirse en grupos de propósito concreto para la caza, la pesca o determinadas actividades recolectoras; o grupos forrajeros integrados por distintas familias, en determinadas situaciones y épocas del año y bajo el influjo de condiciones especiales se produce, incluso la separación de familias aisladas. Estas relaciones gentilicias, establecidas a partir del derecho materno y de la división del trabajo por sexos y edades; son atribuibles, en sentido general, a las comunidades mesolíticas de Cuba.

Manifestaciones mágico religiosas

Un aspecto significativo es el culto a los muertos. Los mesolíticos tempranos sepultaban a los muertos tanto en los sitios de habitación como en los recintos dedicados a tales fines: abrigos rocosos y cuevas. Practicaban los entierros primarios y secundarios.

Las principales ofrendas que acompañaban a los muertos consistían en restos de alimentos, algunos objetos de concha (vasijas, gubias, platos, etcétera) y bolas líticas. Las primeras referencias de estas manifestaciones datan de 1888 (Cueva de la Boca del Purial, en el Pico Tuerto del Naranjal). También pueden citarse a modo de ejemplificación la Cueva de los Niños, en Cayo Salinas, al norte de Yaguajay. Otro caso particularmente interesante es el del sitio La Almendra, en el municipio La Sierpe (antigüedad: 2868 + 200 años a.p.) donde se colectaron 24 esferas líticas.

Las manifestaciones de sus concepciones mágico-religiosas quedaron plasmadas en sus expresiones del arte rupestre, cuestión que queda evidenciada con mayor profundidad en algunas cuevas de la zona de Caguanes y Punta Judas (Yaguajay), El Garrote (Banao, Sancti Spiritus) y Cueva de La Jía o María Teresa (Trinidad).

Neolíticas incipientes

Conocidas en Cuba por el término protoagricultoras, estas comunidades, a diferencia de las mesolíticas, se caracterizan por tener conocimientos rudimentarios relacionados con la elaboración de vasijas de cerámica y por la incorporación de ciertos cultivos de manera incipiente, como complemento de las actividades apropiadoras.

A pesar de no ser numerosos los asentamientos localizados en el territorio espirituano, se tiene una información bastante detallada de algunos de ellos. En primer lugar se advierten algunas diferencias sustanciales en cuanto a la economía, pues existieron comunidades con una fuerte orientación marina, como ocurre con las que habitaron Birama (Trinidad) y las de los cayos, al norte de Yaguajay; además, comunidades con economía típica mediterránea o de "tierra adentro": los emplazamientos de los territorios de Cabaiguán, Fomento y Sancti Spiritus; grupos que indiscutiblemente debieron haberse establecido mucho antes, o sea, emplazamientos de mayor antigüedad cronológica.

A excepción de Birama, en el resto de los sitios sólo se destaca la presencia de cerámica lisa dentro de su ajuar, y una industria de piedra tallada en lascas con dimensiones microlíticas; elementos que los distingue como grupos pertenecientes a la filiación cultural protoagricultores, sin embargo el resto de sus características muestra tendencias notables hacia la etapa mesolítica. En el territorio espirituano se dan dos vertientes diferenciadas, que supone una fase temprana, en lo esencial arcaica y con cerámica, y otra tardía, en la que se incorpora el componente agroalfarero aruaco[5]

Evidentemente la supervivencia de estas comunidades con modelos económicos orientados a la explotación del ecosistema de manglar era mucho más eficiente, si se tiene en cuenta toda la fuente protéica que se obtiene de su explotación. Dicha actividad estaba asegurada en el caso de Birama, pues el río Manatí posibilitaba no sólo el acceso hasta el manglar, sino que constituía a la vez otra fuente provisoria de alimento para esta comunidad.

Entre las actividades económicas subsistenciales fundamentales figuraron la caza, la pesca, la recolección y la agricultura de manera incipiente:

  • Restos óseos de jutías de diferentes especies, pertenecientes a los géneros capromys, geocrapomys y heteroxomys, así como de iguanas, almiquí, manatí y de diversas aves demuestran evidentemente la variedad de especímenes faunísticos que les servían de alimentos; a los que se incorporaban además moluscos marinos, terrestres y fluviales; así como también quelonios, tanto marinos como fluviales y crustáceos en menor escala. Dentro de los peces, ocupó un lugar preferencial la pesca de la cubera, el sábalo, el róbalo y la lisa y menos frecuente la barracuda y la levisa, elementos óseos también presentes entre los restos de la dieta en los emplazamientos de este tipo en nuestro territorio.
  • La recolección, se centraba en la colección de vegetales (tubérculos, frutas y semillas), como en la de animales. Esta última comprendía la recolección de moluscos marinos y fluviales; además de huevos de quelonios y de aves. A esto se suma la colecta de diversos materiales para la fabricación de herramientas y artefactos tanto de uso doméstico (majadores, morteros, vasijas de cerámica, etcétera); contemplados todos ellos en las diferentes industrias que llegaron a desarrollar, a parecer con cierta amplitud.
  • Sobre la agricultura se poseían conocimientos en el sitio Birama donde los restos arqueológicos indican el cultivo del maní o cacahuete (Arachis hipogea); según las investigaciones realizadas. La posibilidad de que el cultivo, por otra parte, de la yuca amarga de forma incipiente, haya sido practicado por esta comunidad se hace también evidente por la colecta en las capas más superficiales de dos fragmentos de burén, artefacto de barro sobre el cual se depositaba la torta de cazabe para su cocción.

Aspectos sociales y la superestructura

La ubicación espacial de estos grupos protoagricultores en el entorno de los ríos, permite suponer, ciclos económicos más extensos y dinámico, lo cual debió incidir en el papel de los grupos forrajeros, organizados en familias interclánicas, capaces de garantizar la reproducción generacional.

Otros grupos de propósito concreto pescadores, cazadores y recolectores- se integraban, en épocas específicas del año, a partir de campamentos base. Ello posibilita pensar en la existencia, durante buena parte del año, de una residencia también neolocal, lo que debió haber creado una situación que, en sí misma, implicaba el detrimento de las relaciones gentilicias[1]. La uniformidad de las pequeñas dimensiones de la cerámica y su carácter utilitario, así como el análisis de los ajuares de silex se corresponden con grupos más reducidos. Debía existir una división del trabajo por sexos y edades, tanto en las actividades de elaboración de materias primas como en las actividades apropiadoras.

A medida que el trabajo en la agricultura se fue consolidando, dicha actividad quedaría a cargo de las mujeres, mientras que los hombres proseguirían encargados de las actividades apropiadoras.

Técnicas de manufactura y tecnología

Estas colectividades se encontraban en una fase de neolitización, al elaborarse ya artefactos de piedra pulida, lo que introdujo nuevas técnicas en la producción y manufacturas tanto en sus útiles de trabajo como de otros componentes del ajuar.

La industria de la piedra tallada está representada principalmente por exponentes microlíticos, en lascas, con escasos representantes de medianas dimensiones y una baja frecuencia laminar microlítica, mostrando similitudes tipológicas con la de Playitas; entre las herramientas de silex más significativas aparecen: raspadores, perforadores, lascas retocadas, buriles, raederas y puntas, entre otras[4]. Estas herramientas cumplían diversas funciones dentro de las actividades extrativas (caza, pesca y recolección) y de elaboración de materias primas.

Hacha utilizada por los aborígenes cubanos.

Dentro de los componentes de la industria de la piedra en volumen se destacan los majadores campaniformes con superficies bien pulimentadas, lajas molederas, lajas afiladoras, morteros con sus manos, esferas líticas, pulidores, desbastadores, percutores, pesos para redes de pesca y hachas petaloides, los mismos intervenían directamente en diferentes actividades, ya sea preparación de alimentos, elaboración de medios de trabajo o elaboración de objetos utilitarios y no utilitarios[6].

La industria de concha la componen gubías y martillos, elaborados respectivamente a partir de los caracoles marinos strombus (cobo) y cassis sp., además diversos objetos de uso corporal, como cuentas de collar, pendientes y olivas sonoras, entre otros. Estos objetos fueron creados mediante las técnicas de rotura y fractura; además de la abrasión de las conchas.

Para elaborar la cerámica se basaron en el modelado mediante el acordonamiento o "acordelado", predominando las vasijas globulares o en forma de "boles" desprovistas en su mayoría de asas o decoraciones, salvo algunas excepciones, donde se presenta la decoración incisa de líneas. Hay una tendencia a la producción de vasijas de mediana a pequeñas dimensiones. El proceso de cocción de las vasijas resultó incompleto, sin lograr obtener una atmósfera oxidante, lo que demuestra que estas comunidades no habían logrado aún el dominio de las técnicas alfareras en esta etapa de desarrollo social. Dicha cerámica cumplía un fin más bien utilitario o doméstico[7].

Manifestaciones mágico religiosas

No resulta posible establecer una diferenciación entre las manifestaciones mágico religiosas de estas comunidades con tradicciones neolíticas incipientes y la de la etapa mesolítica, debido muchas veces a la convergencia y de manera reiterada- de útiles de ambas culturas. Los asentamientos de El Garrote (Banao) y cueva La Jía (Trinidad), donde fueron tallados en la roca un buen número de petroglifos, son ejemplos elocuentes de la presencia de algunas de estas manifestaciones[8].

En general, y como ha ocurrido en muchos pueblos primitivos los protoagricultores practicaron determinados ritos o cultos dedicados a los muertos, basados todos ellos en la creencia de una vida después de la muerte.

El hallazgo de una esfera lítica en el sitio Birama evidencia la utilización por el grupo que habitó el lugar, de estos artefactos como ofrendas funerarias.

Las prácticas funerarias debían estar impregnadas de un contenido mágico animista y totémico profundo, las que a su vez posibilitaban la confección de determinados objetos para estos fines.

Referencias

Fuentes

  • Santiago Silva García, Orlando Alvarez de la Paz y Reinaldo Pérez Jiménez (2012): Aborígenes del territorio de las comunidades Sancti Spiritus. Capítulo publicado en el libro Síntesis histórica de la provincia de Sancti Spíritus. La Habana: Editora Anales, Instituto de Historia de Cuba. ISBN 978-959-7048-94-7