Batalla de Nicópolis

Batalla de Nicópolis
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La Batalla de Nicópolis.jpg
Fecha 25 de septiembre de 1396
Lugar Ciudad de Nicópolis Bandera de Bulgaria Bulgaria
Resultado Victoria otomana decisiva
Beligerantes
Bandera de Turquía Imperio Otomano

Bandera de Serbia Serbia

Bandera de Francia Francia, Bandera de Hungría Hungría, Bandera de Bulgaria Bulgaria, Valaquia, Borgoña
Comandantes
Bayezid I, Esteban Lazarevich Jean de Nevers, Segismundo de Hungría, Felipe de Eu, Enguerrand VII de Coucy, Jean de Vienne †, Jean de Carrouges†, Mircea I de Valaquia
Fuerzas en combate
15.000 hombres 12.000 hombres
Bajas
Fuertes pérdidas, especialmente al inicio del combate. Alrededor de 1.000 civiles fueron ejecutados por los cruzados la noche previa a la batalla. La mayoría del ejército fue destruido o capturado; entre 300 a 3000 prisioneros fueron ejecutados.[1]

Batalla de Nicópolis. Batalla que también es conocida como la Cruzada de Nicópolis. Fue la última cruzada a gran escala de la Edad Media. Tuvo lugar el 25 de septiembre de 1396, siendo derrotado el ejército formado por tropas de Hungría, Bulgaria, Valaquia, Francia y Borgoña, a manos de una fuerza otomana. Se levanta el asedio de la ciudad de Nicópolis, cerca del Danubio.

Antecedentes

En el siglo XIV, se realizaron cruzadas de menor importancia por los reyes o caballeros individuales. Recientemente había fracasado una cruzada contra Túnez en 1390. Después de la victoria otomana en la batalla de Kosovo en 1389, los otomanos conquistaron la mayor parte de los Balcanes, y redujeron el Imperio Bizantino al área que rodea Constantinopla, la que luego procedieron a sitiar.

En 1393, el zar búlgaro Iván Shishman perdió Nicópolis, que se convirtió en la capital temporal de los otomanos, mientras que su hermano, Ivan Stratsimir, todavía tenía la ciudad de Vidin, pero había sido reducido a la condición de vasallo otomano. A los ojos de los boyardos búlgaros, déspotas y otros gobernantes independientes de los Balcanes, esto fue una gran oportunidad para invertir el curso de la conquista otomana y liberar a los Balcanes de la ley islámica. Además, la línea del frente entre el Islam y el cristianismo se había estado moviendo lentamente hacia el Reino de Hungría, frontera entre las dos religiones en Europa del Este, por lo que los húngaros estaban en peligro de ser atacados.

También la república de Venecia temía que un control otomano de la península de los Balcanes redujera su influencia sobre el Mar Adriático, el Mar Jónico y el Mar Egeo. Por su parte, la república de Génova, veía con recelo que si los otomanos lograban hacerse con el control sobre el río Danubio y los estrechos de Turquía, finalmente obtendrían el monopolio de las rutas comerciales entre Europa y el Mar Negro, donde los genoveses tenían muchas colonias importantes como Caffa, Sinop y Amasra, además de ser dueños de la ciudadela de Gálata, situado al norte del Cuerno de Oro en Constantinopla. Ante la más que fundada amenaza que significaba el avance de las tropas del sultán Bayezid I, Segismundo de Hungría pidió ayuda al resto de los monarcas cristianos, en lo que se considera como la última cruzada, pero esta vez en territorio europeo.

En 1394, Occidente empezó a pensar en serio en la posibilidad de una Cruzada contra los otomanos. Pero lo hizo, no porque temiera por la suerte de Constantinopla, sino porque Segismundo, utilizó todas sus influencias en Francia para alentar a sus hermanos cristianos. Un siglo de gobierno de la dinastía angevina había estrechado los lazos de Hungría con la corona francesa, y la ascensión de Segismundo, el primero de los Luxemburgos confirmó estas amistosas relaciones.

En agosto, una embajada húngara visitó París, donde relató todo el cuadro de atrocidades que padecían los cristianos a manos de los turcos, como el secuestro de sus hijos para convertirlos al Islam o la violación de las doncellas. Carlos VI, después de haber conseguido una paz con Inglaterra a través del matrimonio de su hija, fue capaz de responder que como jefe de los reyes cristianos era su responsabilidad proteger a la cristiandad y castigar al sultán Bayezid I. La nobleza francesa respondió con entusiasmo a la declaración: Felipe de Artois, conde de Eu y Jean Le Maingre, el mariscal de Francia, declararon que era deber de todo varón tomar las armas contra el infiel. De modo que los embajadores retornaron a Hungría con la mejor de las noticias: habría una Cruzada.

Asedio de Nicópolis

El Gran Mariscal Jean de Nevers puso a la cabeza del ejército cruzado y se lanzó hacia Nicópolis con unos 15.000 soldados, según las estimaciones más modernas. Durante el avance conquistaron la ciudad de Vidin y saquearon Rahova, cuyos habitantes fueron asesinados o hechos prisioneros.

El 12 de septiembre de 1396 las vanguardias de la Cruzada divisaban la ciudad de Nicópolis, que se encuentra en una posición defensiva natural, era una fortaleza clave para el control del bajo Danubio y las líneas de comunicación con el interior. Una pequeña carretera discurría entre el acantilado y el río, mientras que la fortaleza estaba formada en realidad por dos ciudades amuralladas, la más grande en la parte alta del acantilado y la más pequeña en la parte inferior. En el interior de las murallas, el acantilado se prolongaba hasta la llanura.

Si los cruzados no tomaron por asalto Nicópolis fue porque su improvisación era descomunal. No tenían máquinas de asedio, trabucos, balistas, catapultas ni nada que se le pareciese. Según Le Maingre, un empedernido amante de la caballería, en su opinión, las escalas a mano eran más rápidas de fabricar y valían más que las catapultas cuando eran hombres valerosos quienes echaban mano a ellas. La realidad fue muy diferente. Rebotando contra los muros sin hacer mella en ellos, los cruzados debieron contentarse con tender un cerco.

Entretanto, Bayezid, preparando ya el asedio a Constantinopla, marchó con un gran ejército hacia Nicópolis. Se reunió con su aliado, Esteban Lazarevich de Serbia, juntando un contingente muy similar al de los cruzados.

Preparativos

Al amanecer del 25 de septiembre los combatientes comenzaron a organizarse bajo las banderas de sus líderes. En este punto, Segismundo le informó a Jean de Nevers que sus exploradores habían avistado la vanguardia otomana, y pidió que la ofensiva fuese aplazada por dos horas, hasta que sus exploradores hubiesen regresado con la información sobre los números y la disposición del enemigo.

Segismundo convocó un consejo de guerra, donde él y Mircea, príncipe de Valaquia sugirieron un plan, en el que los soldados de a pie con experiencia en batallas contra los turcos, se enviarían en el primer ataque para arrollar a la vanguardia turca, que por lo general era una mala milicia armada, utilizada normalmente para el saqueo. Segismundo afirmó que esta vanguardia no era digna de la atención de los caballeros y propuso, una vez pasada la conmoción del primer choque, la forma francesa de la línea de frente para acometer en profundidad, mientras que los húngaros y los demás aliados siguieran para apoyar el ataque y alejar a los sipahis turcos de los flancos de los cruzados.

En respuesta a esto Nevers convocó apresuradamente un consejo de asesores, en el que Coucy y Jean de Vienne, almirante de Francia y el más viejo caballero francés de la cruzada, aconsejaron obedecer los deseos del rey de Hungría, que les parecían convenientes a ellos. Ante esto, D'Eu declaró que Segismundo simplemente quería acaparar los honores de la batalla para él y declaró su disposición a llevar a cabo la carga.

Coucy, calificó las palabras de D'Eu como una presunción, y pidió el consejo de Vienne, quien señaló que si D'Eu quería avanzar, el ejército debía seguirlo, pero que sería más prudente avanzar de manera concertada con los húngaros y otros aliados. D'Eu rechazó cualquier espera y el consejo cayó en una fuerte disputa con los caballeros más jóvenes, que alegaron que los caballeros ancianos no eran prudentes, sino temerosos. La cuestión fue resuelta cuando D'Eu decidió avanzar, tomando el control de la vanguardia de los caballeros franceses, mientras Nevers y Coucy dirigían el cuerpo principal.

La batalla

Mapa de la Batalla de Nicópolis

Los caballeros franceses, acompañados por sus arqueros, salieron a caballo de espaldas a Nicópolis para enfrentar a los turcos, que descendían de las colinas al sur. Los Caballeros Hospitalarios, los alemanes y otros aliados permanecieron con las fuerzas húngaras al mando de Segismundo. Los acontecimientos posteriores se vieron obscurecidos por versiones contradictorias. La caballería francesa aplastó a los reclutas turcos sin entrenamiento en la línea del frente y avanzó hacia las líneas de infantería compuesta por soldados entrenados. Aunque los caballeros cruzados arrollaron a los otomanos, muchos perdieron el caballo en la carga y el ataque quedó bastante desorganizado.

La infantería otomana se retiró y los caballeros cristianos la persiguieron, triunfantes y sin reagruparse, en la creencia de que habían aplastado al cobarde enemigo. Coucy y Vienne recomendaron una pausa para reformar sus filas, dándole a las tropas un poco de descanso y darle tiempo a los húngaros para avanzar a una posición en la que pudieran apoyar a los franceses. Sin embargo, el consejo fue desoído por los caballeros más jóvenes que, sin tener idea de la magnitud de la fuerza turca, creían que habían derrotado a todo el ejército de Bayezid e insistieron en su persecución.

Así, los caballeros franceses continuaron subiendo la colina, aunque las crónicas narran que más de la mitad estaban a pie en este punto, ya sea por haberse desmontado debido a las líneas de estacas afiladas o para levantar el campamento. Llevando puestas sus pesadas armaduras, llegaron a la meseta en la parte superior de la ladera, donde esperaban encontrar fuerzas turcas huyendo, encontrándose frente a un cuerpo fresco de sipahis, los que Bayezid había mantenido en reserva.

La desesperación de la situación era evidente para los franceses, y algunos caballeros se dispersaron y huyeron hacia abajo por la pendiente; el resto siguió luchando. El Almirante de Vienne, a quien se le concedió el honor como caballero mayor de guiar al ejército francés en la batalla, fue herido varias veces mientras trataba de elevar la moral de sus compatriotas, antes de caer muerto. Otros caballeros notables que murieron fueron: Jean de Carrouges, Philippe de Bar y Odard de Chasseron. Los turcos amenazaron con derribar a Nevers y su guardaespaldas, quien se arrojó al suelo en sumisión silenciosa para rogar por la vida de su señor. A pesar de la declaración de jihad, los turcos estaban tan interesados en las riquezas que se podrían obtener por el rescate de los nobles cautivos, que tomaron prisionero a Nevers. Al ver a su jefe prisionero, el resto de los franceses procedió a la rendición.

Final

Fase final de la batalla

A medida que los franceses avanzaban por la pendiente, los sipahis se extendieron a lo largo de los flancos, rodeándolos. Las crónicas hablan de los húngaros y de los demás aliados envueltos en combate confuso en la llanura y de una estampida de caballos sin jinetes. Al ver esto, los transilvanos y los valacos concluyeron que todo estaba perdido y abandonaron el campo. Segismundo, el Maestro de Rodas, y los alemanes lucharon para evitar ser rodeados por ambos lados. En este punto, un refuerzo de 1.500 serbios caballeros bajo el mando de Stefan Lazarevic resultó fundamental, pues abatió a la fuerza de Segismundo. Este y el Maestro de Rodas lograron escapar en un bote de pescadores hasta las naves venecianas en el Danubio. Hermann, un soldado del ejército de Segismundo lideró la fuerza que permitió la fuga y más tarde fue recompensado. Bayezid y su aliado Stefan Lazarevic accedieron a perdonar a los que se rindieran. Un acuerdo se hizo, y el ejército de Segismundo se rindió, completando su derrota en detalle.

El 26 de septiembre, Bayezid ordenó que 3.000 prisioneros fueran ejecutados como respuesta a los asesinados en Rahova. Reclutó a los prisioneros más jóvenes para su ejército; aquellos que pudieron escapar volvieron a sus casas, pero la mayoría vivió empobrecida. Segismundo tomó el camino del retorno a su sede imperial por la ruta del Mar Negro, sin pasar por Valaquia, sospechando que le habían traicionado. El rey Carlos VI se enteró de la derrota en navidad.

Consecuencias

La batalla de Nicópolis tuvo un impacto profundo en la relación de fuerzas en los Balcanes. Aseguró el sometimiento de búlgaros y serbios a los otomanos y el aislamiento de Constantinopla, que se salvó de caer porque Bayezid fue derrotado por Tamerlán en el verano de 1402 en la Batalla de Ankara. El dominio otomano sobre los Balcanes se estableció durante unos quinientos años más y dejó al Reino de Hungría frente al poder del Islam.

Los caballeros del oeste de Europa pronto perdieron su entusiasmo por las cruzadas. La lucha seguiría en España y en el Mediterráneo, además de las disputas contra las herejías paganas del norte europeo, pero ninguna otra expedición fue enviada hacia el Este después de esta derrota. Inglaterra y Francia pronto reanudaron su guerra. Valaquia siguió frenando las expediciones de los otomanos como haría en 1397 y 1400.

Con la batalla de Nicópolis llegó el fin del movimiento cruzado en oriente, que se había iniciado tan exitosamente con la toma de Jerusalén, allá por finales del siglo XI. Los europeos occidentales no lanzarían otra expedición contra los turcos hasta el Renacimiento.

Referencias

  1. Nicolle, David. Nicopolis 1396: The Last Crusade. Campaign Series. Londrés: Osprey Publishing, 1999, p. 37.


Fuentes