Espejo de paciencia

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Espejo de paciencia
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Tapa del libro Espejo de paciencia
Autor(a)(es)(as)Silvestre de Balboa
GéneroPoema épico
Edición30 de julio de 1608
PaísCuba

Espejo de paciencia. Primer poema épico escrito en Cuba cuyo texto se conserva. Está fechado el 30 de julio de 1608 en la villa de Puerto Príncipe. De su autor, Silvestre de Balboa, sólo se conoce que era natural de la isla de Gran Canaria y Escribano del Cabildo de Puerto Príncipe.[1]

El primer poema escrito en Cuba

El asunto, basado en sucesos ocurridos realmente, consiste en el secuestro del obispo Fray Juan de las Cabezas Altamirano por el corsario francés Gilberto Girón, en el poblado de Yara; su rescate por unos vecinos Bayamo; la lucha entablada entre la milicia insular de Gregorio Ramos y los hombres de Girón; la muerte de este por el negro esclavo Salvador Golomón y la celebración de la victoria con un motete, cantado en la iglesia de Bayamo.

Descubrimiento del poema en 1836

Una mañana del año 1836, mientras caminaba entre los estantes de la biblioteca de la Sociedad Económica de Amigos del País, el escritor José Antonio Echeverría (escritor), encontró tres cuadernos polvorientos y comidos por polillas de un manuscrito cuyo título era Historia de la isla y catedral de Cuba. El texto databa de 1760 y había sido escrito por el obispo Pedro Agustín Morell de Santa Cruz.

Parecióle curiosa a Echeverría la existencia de pliegos tan añejos y aún más cuando en su interior, exactamente en el libro segundo, artículo VI, aparecía un largo poema cuya composición, aseguraba la dedicatoria, se remontaba a 1608. De tal forma, si fuese auténtico el manuscrito, sería esta, pues, la primera de las composiciones poéticas de que se tuviera noticia en Cuba. Espejo de paciencia era el título, y Silvestre de Balboa, su autor.

Un año después Ramón de Palma publicaría en El Aguinaldo Habanero, un artículo titulado «Un episodio de la isla de Cuba (1604)», en el cual relataba el percance del obispo que se refiere en Espejo... Sin embargo, por razones que aún se ignoran, Palma, aunque era amigo íntimo de Echeverría, omitió el nombre del poema y de su autor, argumentando que no poseía la obra como tal sino únicamente un soneto de elogio al poeta, escrito por el regidor de Bayamo en aquella época, llamado Juan Rodríguez de Sifuentes.

Resulta más llamativa la omisión de Palma cuando en 1838, en la revista El Plantel, que este editaba con Echeverría, apareció un ensayo donde, además de dar a conocer y comentar prolijamente la Historia de Morell, Echeverría presentaba oficialmente el Espejo de paciencia. En aquella oportunidad, el ilustre intelectual intercaló estrofas del texto original con fragmentos de los sucesos relatados por él mismo.

El poema narra los acontecimientos relacionados con el secuestro del obispo fray Juan de las Cabezas Altamirano, ocurrido en el puerto de Manzanillo en el año 1604. Asimismo, Echeverría da a conocer por vez primera algunos datos del autor como su nombre, nacimiento en Islas Canarias y residencia en la villa de Puerto Príncipe.

Afortunadamente, Echeverría tuvo el acierto de hacer una copia del manuscrito original pues, misteriosamente, este desapareció poco después de los archivos de la Sociedad. Muerto éste en 1885, la copia pasó a manos de su amigo Néstor Ponce de León, que en aquellos días se desempeñaba como jefe del Archivo Nacional de Cuba.

Néstor Ponce de León, en una disertación leída en la Sociedad Literaria Hispano-Americana y reproducida por la Revista Cubana en 1892, confirma la noticia de ser el poseedor de la única copia existente del Espejo... En tal oportunidad, para concluir su exposición, el notable historiógrafo habanero diría:

Considera este poema tanto más importante, cuanto que él sólo representa todo el movimiento literario de Cuba desde su conquista en 1511 hasta mediados del siglo XVIII, es decir, 250 años que a no existir ese poema, presentarían el vacío más absoluto. Después de este gran esfuerzo, las musas cubanas cayeron de nuevo en profundo silencio; acaso no fue así, acaso se escribió mucho y probablemente muy malo, pero nada he podido encontrar desde 1608, fecha del poema, hasta mediados del siglo pasado.
Néstor Ponce de León

Al morir Ponce de León en 1899, el preciado documento pasó a manos de su hijo Julio C. Ponce de León y Bachiller quién, a su vez, lo entregó a Francisco de Paula y Coronado. Gracias a este gesto, la Academia de la Historia de Cuba puede publicar en 1929 los cuadernos que se conservan de la Historia de Morell, dentro de los cuales, estaba inserto el Espejo... Sin embargo, esta no sería la primera edición aparecida en el siglo XX.

En 1927 Carlos M. Trelles incluiría el poema en su Bibliografía cubana de los siglos XVII y XVIII. Unos meses más tarde, ya en 1928, José Manuel Carbonell lo reproduce igualmente en el tomo I de su Evolución de la cultura cubana.

Otro punto trascendental en el estudio de esta, la primera de las obras líricas conservadas para la literatura cubana, fue la publicación en un número de la Revista Antillana de 1922, por José María Chacón y Calvo, de cuatro cartas del obispo fray Juan de las Cabezas Altamirano al rey de España. En la tercera de ellas, fechada en Bayamo el 2 de julio de 1604, Altamirano relata los sucesos de los que había sido protagonista, coincidiendo en lo fundamental con la narración que en octavas rimas había realizado Silvestre de Balboa.

También las pesquisas realizadas por Felipe Pichardo Moya, prologuista de la edición que diera a la luz el Ministerio de Educación en 1942, vienen a aclarar y hacer más verosímil la autenticidad de Espejo..., que algunos estudiosos habían puesto en duda. Moya halló documentos donde se establecía la fecha probable del nacimiento de Silvestre de Balboa entre 1564 y 1574 y su muerte en algún momento entre 1634 y 1644. Además, se informa de su cargo de escribano en el Cabildo de Puerto Príncipe. De la misma fuente, archivos familiares obtenidos en la ciudad de Camagüey, Pichardo pudo extraer referencias sobre los seis sonetistas que preceden el poema.

A pesar de la trascendental importancia de las copias, dos según el prólogo de Pichardo Moya, que existían del Espejo..., al parecer ninguna ha podido conservarse. En una edición del poema hecha en 1975 en La Habana por la Editorial Arte y Literatura, Cintio Vitier anunciaba la desaparición de cualquiera de las probables copias. Ni en el Archivo Nacional, ni en los archivos de la Academia de Historia, ni en la biblioteca particular de Francisco de Paula Coronado, como tampoco en la Biblioteca Nacional ni en la Sociedad Económica de Amigos del País se encontraba manuscrito semejante, siquiera de la Historia de Morell, también perdida.

Al desaparecer (de los lugares anteriormente citados) o se han perdido definitivamente por un accidente fortuito, o será cosa de echarse a buscarlos en colecciones privadas o extranjeras. No estará de más recordar que esos documentos, que técnicamente pueden considerarse «originales», pertenecen a la nación. Su pérdida constituye un verdadero escándalo.
Cintio Vitier

Investigaciones literarias

La investigadora Carolina Poncet llegó a sospechar que la obra fuese sólo una superchería literaria de su descubridor, José Antonio Echeverría, y de un conjunto de amigos capitaneados por Domingo del Monte. No pocos críticos han especulado sobre esta posibilidad, a partir de evidentes enigmas que arroja la obra.

De Espejo de paciencia dijo Cintio Vitier, en Lo cubano en la poesía:

Dos problemas de interés se han planteado en torno del Espejo. Uno: lo extraña que resulta la presencia de este grupo de siete poetas cultos en un caserío tan apartado como el Puerto Príncipe de principios del siglo XVII, cuando en ninguna otra región de la isla se conocen manifestaciones literarias análogas. [...]
Otro: la peculiaridad del lenguaje del poema, que nos parece más cercano y familiar si lo comparamos con el de las prosas y versos españoles de la época.

Rebelado contra esa misma hipótesis de una «broma literaria», pero planteando como al descuido otra incógnita no menor, escribió Lezama en el primer tomo de su Antología de la poesía cubana:

Sería una broma demasiado extensa, además tendríamos que afirmar que la «broma» demuestra más talento poético que la obra «en serio» de Del Monte o Echeverría. Quizás algún día podrá demostrarse que fue una obra coral en la que participaron por igual Balboa y los sonetistas laudatorios. Es muy raro que seis poetas, todos conocidos por los puestos que ocupaban, nada más que dejaran una muestra, un soneto como producción.[3]

Y, como redefinición del espíritu dubitativo que ha estado motivando este dilema, en el Perfil histórico de las letras cubanas desde los orígenes hasta 1898, de un colectivo de autores del Instituto de Literatura y Lingüística, se señala:

Si tenemos en cuenta que pudo ser escrito para crear el poema épico, hay que conceder que las posibilidades de una falsificación son mayores. El cuidado en lograr el espíritu de la época será mayor y el esfuerzo de escribir estará compensado por un propósito meritorio. No obstante, si comparamos el poema con los textos de los supuestos falsificadores, con cartas auténticas de Balboa y con los poemas épicos americanos de la época, veremos que no hay razones para pensar en una falsedad. Por ello, hasta tanto no se demuestre lo contrario, seguiremos considerando que Espejo de paciencia fue escrito a principios del siglo XVII por el poeta canario Silvestre de Balboa.
Colectivo de autores del Instituto de Literatura y Lingüística[4]

De este modo, los investigadores, los críticos literarios y la tradición, han hallado consenso mayoritario en la autenticidad y los méritos del único poema épico escrito en Cuba.

Dos copias existían en 1942, según Felipe Pichardo Moya, prologuista de la edición que ese año hiciera el Ministerio de Educación. Moya encontró información incluso sobre los seis sonetistas que preceden el poema. Lamentablemente ninguna copia del poema ha llegado hasta hoy, ni siquiera de la Historia de Morell.

Ya en 1975, en una edición del poema hecha por la editorial Arte y Literatura, Cintio Vitier denunciaba la desaparición de todas las copias probables:

Al desaparecer [del Archivo Nacional, los archivos de la Academia de Historia, la biblioteca particular de Francisco de Paula Coronado, la Biblioteca Nacional, la Sociedad Económica de Amigos del País] o se han perdido definitivamente por un accidente fortuito, o será cosa de echarse a buscarlos en colecciones privadas o extranjeras. No estará de más recordar que esos documentos, que técnicamente pueden considerarse «originales», pertenecen a la nación. Su pérdida constituye un verdadero escándalo.
Cintio Vitier[5]

Sobre la hazaña poética de Balboa, sobre su Espejo, el propio Vitier observa:

[…] está penetrado de una luz matinal de playa y de un aroma de frutos cubanos… Justamente quiso el destino que no fuese otra obra sino un poema de luz de aurora, la raíz visible del árbol de la literatura cubana.
Cintio Vitier[5]

Canaridad del Espejo de paciencia

En 2004 se cumplieron cuatro siglos de los sucesos que dieron pie para que el canario Silvestre de Balboa escribiera en la antigua Puerto Príncipe (la actual Santiago de Cuba su primera obra literaria, el poema épico Espejo de paciencia.

El asunto es el secuestro del obispo Juan de las Cabezas Altamirano por el corsario francés Gilberto Girón, 1604, en el poblado de Yara; su rescate por unos vecinos de Bayamo; la lucha entablada entre los milicianos de Gregorio Ramos y los hombres de Girón; la muerte del corsario a manos del esclavo Salvador y la celebración de la victoria.

Desde que apareció la primera referencia a Espejo de paciencia, se han planteado diferentes hipótesis. En algunas de ellas se duda de la existencia del autor, en otras del hecho, pero en su mayoría repiten que es el «primer poema cubano».

Gregorio Ortega, en un reciente artículo publicado en la revista Opus Habana va más allá con su hipótesis de que «quizás Espejo de paciencia sea el fruto precoz de la coña criolla, la obra que ya desde época tan temprana anuncie los cánones de ese posible atributo de los cubanos».

Espejo de paciencia es la primera obra de literatura escrita en Cuba, no la primera cubana.

Silvestre de Balboa fue bautizado el 30 de junio de 1563 en Gran Canaria y, se supone, llega a la Isla entre 1590 y 1600, ya formado y con la influencia de los poetas canarios Bartolomé Carrasco de Figueroa (1538-1610) y Antonio de Viana (1578-¿). Su calidad de poeta puede discutirse, no así la canaridad de su obra.

¿Quién osa decir que Oda al Niágara, de José María Heredia, no es una obra cubana? ¿Quién se cuestiona la cubanía de la obra de Gertrudis Gómez de Avellaneda, de José Martí, de Alejo Carpentier? Estos autores, como muchos más, gran parte de sus obras las escribieron fuera de Cuba y nadie duda de su raíz.

La obra no adquiere nacionalidad por nacimiento ni por el tema; ella es consustancial a su autor, en tanto éste mantenga su raíz.

Desde el principio

Por primera vez se dan noticias concretas de Espejo... en noviembre de 1838; en la tercera edición de la revista El Plantel, publicada por Ramón de Palma, poeta y novelista, y el erudito José Antonio Echeverría.

A propósito de esto, Cintio Vitier, refiere que el artículo de Echeverría es el que «descubre para las letras la primera Historia y el primer poema que nos hayan sido conservados».

En 1892, Nestor Ponce de León leyó una disertación en la Sociedad Literaria Hispano-Americana de Nueva York, titulada: «Los primeros poetas de Cuba»:

Considero este poema tanto más importante, cuanto que él solo representa todo el movimiento literario de Cuba desde la conquista en 1511 hasta mediados del siglo XVIII, es decir, 250 años, que á no existir ese poema presentaría el vacío más absoluto. Después de este gran esfuerzo, las musas cubanas cayeron de nuevo en profundo silencio; acaso no fue así, acaso se escribió mucho y probablemente muy malo, pero nada he podido encontrar escrito desde 1608, fecha del poema, hasta mediados del siglo pasado.

En 1927, por primera vez, aparece completo Espejo en la Bibliografía cubana de los siglos XVII y XVIII (de Carlos Manuel Trelles). Luego, en 1928, José Manuel Carbonell lo reproduce en el primer tomo de su Evolución de la cultura cubana (1608-1927).

Al año siguiente la Academia de Historia publicó los cuadernos que se conservan de la Historia de la isla y catedral en Cuba, del obispo Pedro Agustín Morell de Santa Cruz, donde aparece Espejo... Francisco de Paula Coronado, quien hace el prólogo, se ocupa exclusivamente de la Historia y de su autor, limitándose a decir escuetamente que «Espejo de paciencia es el primer monumento literario».

José María Chacón y Calvo, en su conferencia Los orígenes de la poesía en Cuba (1913), dice que Espejo son unas «fatigosas octavas del poeta canario». En tanto, Marcelino Menéndez Pelayo en su Antología de poetas hispoamericanos, lo califica de «poemita».

La doctora Carolina Poncet, en su tesis El Romance en Cuba (1914), duda, entre líneas, del poema, e incluso de la Historia de Morell de Santa Cruz.

En el Estudio sobre el movimiento científico-literario de Cuba, Aurelio Mitjans, y en el prólogo del Parnaso cubano, Antonio López Prieto, ambos autores se hacen eco del enjuiciamiento inicial de Echeverría: los versos en que Balboa celebró esta hazaña valen poca cosa; pero curiosos por su antigüedad, han merecido ser cuidadosamente conservados.

Otro criterio es el de José Lezama Lima: «Comenzar una literatura con un título de tan milenario refinamiento como Espejo de paciencia nos sobresalta y acampa, nos maravilla y aguarda».

José Antonio Portuondo en su Bosquejo histórico de las letras cubanas, simplemente señala que «La producción literaria más antigua que se conserva en Cuba ―el poema en octavas Espejo de paciencia (1608), del canario Silvestre de Balboa― es una animada pintura de la sociedad insular, sociedad de contrabandistas y de "rescatadores" en constante tratos y refriegas con los piratas, como consecuencia de la política monopolista de la corona española».

En su Estudio crítico (1942), Felipe Pichardo Moya es el único que se ha planteado la duda, al decir: «El poema de Balboa es el poema insular ―¿nacional?― de este momento. Está en él toda la preocupación cubana de entonces: los rescates, los ataques de los corsarios, la fidelidad al trono lejano».

Analiza la importancia histórica de Espejo como reflejo de los problemas económicos, las preocupaciones de quienes viven en la Isla; de una sociedad que va poniendo ya los primeros ingredientes para el "ajiaco cubano": blanco europeo, negro africano e indio aborigen. Sin embargo, no pudo ver la canaridad de Espejo, expresada desde múltiples ángulos.

Canarias en espejo

A juicio de Pichardo "en Silvestre de Balboa la influencia italiana se recibe al través del poeta español Luis Barahona de Soto, autor de Las lágrimas de Angélica", pero bien pudo ser directamente de Italia, pues por la posición de las Islas Canarias a ellas afluían o por ellas transitaban hombres cultos y menos cultos de Italia, Portugal, España y el resto de Europa.

Debe recordarse que la colonización de Canarias fue un proceso duro y lento que iniciaron los Reyes de Castilla en 1401 y concluyeron los Reyes Católicos en 1496; que desde la Gomera y Gran Canaria comienza la migración legal hacia Cuba en la segunda mitad del siglo XVI, y que es precisamente en esta etapa que llega Silvestre de Balboa (¿1590-1600?) a tierras cubanas.

Se ha dicho que el lenguaje que emplea Balboa es "más moderno que el de otras producciones de su época", que es "más cercano a nosotros"; es el español que se hablaba en Canarias, del que aún quedan rasgos en el léxico, es el lenguaje que se hablaba en Bayamo "la ciudad levítica", y en Puerto Príncipe, que sería sede de la Audiencia Real.

La cultura canaria ha atravesado por dificultades desde la colonización, y luego como reflejo de lo sucedido en España.

Un rasgo característico de la cultura canaria, ya sea oral o escrita, es el uso de aforismos, refranes y dichos. Se pueden ver en obras antiguas y modernas. Espejo de paciencia es un fiel reflejo de esa tradición, que quizá le legaron españoles, portugueses, árabes e italianos; expresiones de la sabiduría popular.

En un inventario de ellos en esta obra, se encuentran:

El gran Señor que todo lo dispensa
Y a todos con su gloria nos convida,
Si disimula como padre amigo,
Como severo juez nos da el castigo.
No teme presente ni futuro
El que con su quietud vive seguro.
Quedaron tan mortales y tan fríos
Cual si fueran de mármol o de canto,
un obstinado corazón sin freno
Pocas veces se inclina a lo que es bueno.
el verdadero amor se ve en las obras.
el miedo a morir y dar cuenta
Hace mudar al hombre los instintos,
Y mejora la vida y pensamiento.
el hombre noble y de alta cortesía
Aún de quien no conoce se confía.
el dar allana inconvenientes
Y ablanda a todo género de gente.
El ruin jamás de nadie hace confianza
no hay mayor dolor para un discreto
Como deber a ruines sin respeto.
La resolución no admite excusa.
Porque según se dice comúnmente
Si se pierde una vez se cobra tarde;
Y es muy de cuerdo y de la edad madura
No perder ocasión ni coyuntura.
un bien morir cualquier afrenta dora
el corazón, prenda preciada,
Todas las veces o las más acierta,
la imaginación, aún en discretos,
Suele a veces causar varios efectos
la necesidad todo lo iguala.
Con la vida al fin todo se alcanza.
quien en un trabajo está metido
Tienta para salir todos los vados:
las más veces vemos que un pecado
Al hombre trae a lo que nunca piensa.
el miedo sólo para huir da brío.
el (la) alegría tras de suerte amarga
Suele ser habladora y manilarga.
Como suele después de la tormenta
Venir con alegría la bonanza,

En Espejo de paciencia, Silvestre de Balboa no deja de decir que es canario o de rememorar su tierra:

Cual el pastor, después de anochecido,
Habiendo antes juntado su ganado,
Del dulce sueño queda sorprendido
Y da reposo al cuerpo fatigado,
Y llega el lobo con furor crecido,
Y hallando aquel aprisco descuidado
En él hace mortal carnicería
Sin que lo sienta hasta que llegue el día:
O cual en la Canaria en apañadas
Acechan cabras ágiles cabreros,
Que en los riscos están y en las aguadas
Despuntando la grana en sus oteros;
Y estando así paciendo descuidadas
Dan de repente en ellas los monteros,
Y con el sobresalto que allí influyen,
Unas quedan paradas y otras huyen:
De Canarias Palacios y Medina
Pasan armados de machete y dardo,
Tienen nuestros isleños sus herrones.

Reconocimiento al canario

Los sonetistas criollos y canarios reconocen que Balboa se siente orgulloso de ser hijo de Canarias y le expresan su admiración por ello y por la obra que escribe.

El Alférez Cristóbal de la Coba Machiaco, regidor de la villa de Puerto Príncipe le dice:

Tan alto vuelas, pájaro canario,
Que pierdes de vista ya tu vuelo,
Cual águila caudal que sube al cielo
Que buscar su remedio en su contrario
Y ceñirán tus sienes la corona
Del lauro bello sin razón cogido,
Que te ofrece tu madre Gran Canaria.

También el regidor Juan Rodríguez de Sifuentes le dedicó un soneto completo a las islas Canarias y a Balboa.

Espejo de paciencia (fragmentos)

Andaba entre los nuestros diligente
Un etíope digno de alabanza,
Llamado Salvador, negro valiente,
De los que tiene Yara en su labranza;
Hijo de Golomón, viejo prudente:
El cual armado de machete y lanza
Cuando vio a Gilberto andar brioso,
Arremete contra él cual león furioso...
Andaba Don Gilberto ya cansado,
Y ofendido de un negro con vergüenza:
Que las más veces vemos que un pecado
Al hombre trae a lo que nunca piensa:
Y viéndole el buen negro desmayado,
Sin que perdiese punto en su defensa,
Hízose afuera y le apuntó derecho
Metiéndole la lanza por el pecho...
¡Oh, Salvador criollo, negro honrado!
Vuele tu fama y nunca se consuma;
Que en alabanza de tan buen soldado
Es bien que no se cansen lengua y pluma.
Y no porque te doy este dictado,
Ningún mordaz entienda mi premura
Que es afición que tengo en lo que escribo
A un negro esclavo y sin razón cautivo...

Soneto IV

Las siete fortunadas islas bellas
Donde Marte y Amor tienen su asiento,
Salen surcando el líquido elemento,
Acompañadas de dos mil estrellas:
Y de aquel ámbar-gris que en todas ellas
Cría el divino autor del firmamento,
Llega el suave olor que lleva el viento,
Por donde se conocen que son bellas.
Llegan a donde vive el que las loa;
Y como a hijo dulce y regalado
Le puso cada cual su laureola:
Y así quedó Silvestre de Balboa
De estas siete diademas coronado,
Todas ganadas por su virtud sola.
El canario Antonio Hernández El Viejo, en su soneto de dirige a Cuba, la ensalsa y le pide que:
Ceñiréis de Silvestre ambas sienes;
Pues con sus versos honra y engrandece
De nuestra amenidad la patria amada.
Sin duda alguna, Canarias esta presente de manera explícita e implícita en Espejo, su autor aunque hace un retrato de una época y un paisaje cubanos, no deja de ser canario.
Más, si a Silvestre de Balboa se le ha considerado un escritor canario (1) su obra ha de catalogarse por igual, canaria.

1.- Ensayo de una bibliografía de escritores naturales de las Islas Canarias, de Agustín Millares Carlo, publicado en 1932 por la Biblioteca Nacional de Madrid, España.

Bibliografía activa

  • Pichardo Moya, Felipe (1942): «Espejo de paciencia». Estudio crítico. La Habana: Dirección de Cultura del Ministerio de Educación, 1942.
  • «Espejo de paciencia», artículo en la revista Cuadernos de Cultura, 5.ª serie, n.º 4. La Habana, sin fecha.
  • Espejo de paciencia, con prólogo y notas de Cintio Vitier. La Habana: Departamento de Estudios Hispánicos (Universidad Central de Las Villas), segunda edición, 1960.
  • Espejo de paciencia, edición facsímil y crítica a cargo de Cintio Vitier. La Habana: Publicaciones de la Comisión Nacional Cubana de la UNESCO, tercera edición, 1962.

Bibliografía pasiva

  • Chacón y Calvo, José María (1922): El primer escrito en Cuba. Documentos inéditos referentes al obispo Fray Juan de las Cabezas Altamirano. La Habana: Imp. Maza, Arroyo y Caso, 1922.
  • Fernández, Clara (1967): «Las alusiones cultas en el poema "Espejo de paciencia" de Silvestre de Balboa», artículo publicado en Taller Literario (14): págs. 22-23. Santiago de Cuba, junio de 1967.
  • García del Pino, César (1975): «El obispo Cabezas, Silvestre de Balboa y los contrabandistas de Manzanilla», artículo publicado en la Revista de la Biblioteca Nacional José Martí. 3.ª época, 17, 66 (2): págs. 13-54. La Habana, mayo-agosto de 1975.
  • Ponce de León, Néstor (1892): «Los primeros poetas de Cuba», artículo publicado en la Revista Cubana, 15: págs. 385-399. La Habana, 1892.
  • Lezama Lima, José (1965): «Silvestre de Balboa y Troya de Quesada», en su Antología de la poesía cubana, tomo 1, págs. 64-68. La Habana: Consejo Nacional de Cultura, 1965.
  • Vitier, Cintio (1970): «Primera lección. Propósito del curso. Desarrollos y estratos de lo cubano. Primeros acercamientos a la naturaleza insular», en su Lo cubano en la poesía. La Habana, Instituto del Libro, 1970, págs. 15-42.

Fuentes

  • Dirección Política del MININT: Lecturas de Historia de Cuba, págs. 60 y 61.
  • «La odisea de "Espejo de paciencia", artículo de publicado en la revista Juventud Rebelde. Consultado el 23 de diciembre de 2016.