Figuras de arcilla egipcias de ganado (3500 a. n. e)

Figuras de arcilla egipcias de ganado
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Maqueta pintada, encontrada en Abidos (cerca de Luxor), Egipto, 3500 a. C.

Figuras de arcilla egipcias de ganado. Maqueta pintada, encontrada en Abidos, cerca de Luxor, Egipto, 3500 a. n. e. Las cuatro vacas astadas están una al lado de otra sobre la tierra fértil. Llevan pastando en su simulado prado alrededor de 5500 años, lo que las convierte en auténticas representantes del antiguo Egipto, más antiguo aún que los faraones o las pirámides.

Historia

En 1900, un miembro de la Sociedad de Exploración de Egipto excavó una tumba en el sur de dicho país. Discretamente, etiquetó su descubrimiento como Tumba A23 y anotó su contenido.

Las Figuras de arcilla egipcias de ganado

Las cuatro vacas astadas están una al lado de otra sobre la tierra fértil. Llevan pastando en su simulado prado alrededor de 5500 años, lo que las convierte en auténticas representantes del antiguo Egipto, más antiguo aún que los faraones o las pirámides.

Estas cuatro pequeñas vacas de arcilla, moldeadas a mano a partir de un solo bloque de arcilla del río Nilo, están muy lejos del encanto de los faraones, pero se puede argumentar fácilmente que las vacas y lo que representan han sido mucho más importantes para la historia humana. Los bebés se han criado con su leche, se les han dedicado templos, han alimentado a sociedades enteras, han sido la base de algunas economías. Nuestro mundo habría sido un lugar diferente y más aburrido sin las vacas.

En esta maqueta todavía pueden verse débiles rastros de la pintura blanca y negra aplicada después de que la arcilla se hubiera cocido ligeramente en el horno, haciendo de estas vacas algo parecido a los animales de granja de juguete con los que muchos de nosotros jugábamos de niños. Tienen sólo unos pocos centímetros de altura, la base de arcilla que comparten tiene aproximadamente el tamaño de un plato llano. Al igual que otros objetos que se describen, la presencia de este en la Tumba A23, donde fue enterrado junto con un hombre en un cementerio situado cerca de la pequeña población de Al-Amrah, en el sur de Egipto, nos informa de las consecuencias del cambio climático y de las respuestas humanas a él.

Todos los objetos encontrados en esta tumba estaban destinados a ser útiles en otro mundo, lo cierto es que, de un modo jamás imaginado por la gente que los colocó allí, lo son. Aun así, son útiles para nosotros, no para el difunto. Permite hacernos una idea bastante profunda de unas sociedades remotas, ya que la forma de morir de aquellas gentes arroja luz sobre su forma de vivir. Nos revelan no sólo lo que la gente hacía, sino también lo que pensaba y creía.

La mayor parte de lo que hoy sabemos del Egipto más antiguo, antes de la época de los faraones y los jeroglíficos, se basa en objetos funerarios como estas pequeñas vacas, pertenecientes a una época en la que Egipto estaba poblado sólo por pequeñas comunidades agrarias que vivían a lo largo del valle del Nilo. Comparadas con los espectaculares objetos de oro y los ornamentos sepulcrales del Egipto posterior, estas pequeñas vacas de arcilla resultan modestas.

El dueño de nuestras cuatro vacas de arcilla debió de ser colocado en un foso ovalado, en posición agazapada y tendido sobre una estera de mimbre, de cara al sol poniente. A su alrededor se disponían sus bienes funerarios, objetos de valor para su viaje al más allá. Las maquetas de vacas como esta son bastante comunes, de modo que podemos afirmar con cierta confianza que las vacas debían de desempeñar un papel significativo en la vida cotidiana egipcia un papel tan significativo, de hecho, que no se las podía olvidar cuando su dueño pasaba el trance de la muerte y entraba en la vida de ultratumba.

¿Cómo es posible que este humilde animal se volviera tan importante para los seres humanos?

La historia empieza hace más de 9.000 años en las vastas extensiones del Sahara. Por entonces, en lugar del árido desierto que configura su paisaje actual, el Sahara era una sabana fértil y despejada, con gacela, jirafas, cebras, elefantes y bóvidossalvajes deambulando por toda su extensión, un terreno de abundante caza para los humanos. Pero hace unos 8000 años, las lluvias que alimentaban este paisaje cesaron. Sin la lluvia, la tierra empezó a convertirse en el desierto que hoy conocemos, obligando a personas y animales a buscar los cada vez más escasos manantiales de agua. Este dramático cambio ambiental significó que la gente hubo de encontrar una alternativa a la caza. Los diferentes animales que habían cazado, sólo uno podía ser domesticado: el vacuno. Las cuatro vacas bien podrían representar un banco de sangre ambulante. A primera vista parece la respuesta más obvia, que eran vacas lecheras, ya que, por varias razones, la leche, lamentablemente, estaba ausente del menú. No sólo estas primeras vacas domésticas producían muy poca leche, sino que lo que es más importante para los humanos, nutrirse bebiendo leche de vaca es una aptitud adquirida.

El ganado de la Tumba A23 no muestra ningún indicio externo de ser especialmente importante. Sin embargo, si se examina más de cerca, puede verse que no se parece a las vacas que hoy se encuentran en las granjas de toda Europa, Norteamérica o incluso el Egipto moderno. Sus cuernos son sorprendentemente distintos, se curvan hacia adelante y son mucho más pequeños que los de cualquier vaca que conocemos.

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