Manuel Sucher
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Manuel Sucher. Pianista y compositor argentino.
Síntesis biográfica
Manuel Sucher, pianista y compositor nace el 31 de enero de 1913 en Rosario (Santa Fe) Argentina, familia de clase media acomodada y cierto refinamiento, vienen de Odessa en 1901. Bernardo Mendel, tercero de cuatro hermanos, nace en Rosario el 31 de enero de 1913, y pronto se convierte en Manuel o Manolo. Su madre, Berta Schupper, se vanagloriaba de su título ruso de bachiller, nada frecuente entonces para una mujer. Es además hija de una obstetra, que inmigra con ellos y sigue ejerciendo su profesión en la Argentina. Pero David Sucher, su yerno, sólo es un comerciante próspero.
Trayectoria
Manuel Sucher, a los quince años, con pantalones largos prestados, Manolo se escapa al oscurecer por el balcón para acompañar en piano las películas mudas en un cine de la calle Córdoba, en Rosario. Aunque estudia violín y parece destinado a concertista de ese instrumento, ha aprendido piano viendo tocar en la sala a sus hermanas María y Rosa.
En 1930 forma un conjunto con el bandoneonista Félix Lipesker. Cuando parte furtivamente hacia Buenos Aires en 1932 deja su carta de despedida en el estuche vacío del violín, porque a éste lo había empeñado para costearse la aventura. Su hermana María (o Mary), como le dicen ya vivía en la capital desde 1929 y lo aloja en su casa.
De Rosario venía como pianista acompañante de Fanny Loy, bailarina que ha resuelto convertirse en cancionista y logra actuar en radio Belgrano. Sucher se integra luego a la orquesta del bandoneonista y gran compositor Anselmo Aieta, que actúa en el teatro Nacional, y más tarde a la del violinista Antonio Arcieri, llamada Los Matreros. Interviene a mediados de los '40 en la orquesta de «La Mujer Tango», Ebe Bedrune. Paulatinamente se dedica a secundar cantantes, como es el caso de la consagrada Carmen Del Moral. Se le llega a reconocer una especial habilidad en ese complicado oficio.
Es por este prestigio que Ricardo Tanturi le encarga en 1943 la selección de un cantor para suceder al independizado Alberto Castillo. La elección final es entre Armando Laborde, que graba en acetato “Margarita Gauthier”, y Enrique Campos, que registra de igual forma “Percal”. Tanturi prefiere a Campos y no tiene que arrepentirse. El último intento orquestal de Sucher es el rubro que forma con el cantor Mario Landi. Ese mismo conjunto acompaña en 1948 a Horacio Deval. Pero el talante desordenado de Manolo sufre bajo la disciplina obligada del músico de orquesta.
Sucher se ha iniciado como compositor con “Como el hornero”, cuya letra surge de la inspiración de un peluquero uruguayo, José Rótulo. Ese tango queda grabado por Ángel D'Agostino con Ángel Vargas y por Pedro Laurenz con Alberto Podestá. En 1946 escribe “En carne propia”, probablemente el mejor de sus tangos, con el letrista Carlos Bahr, llevado al disco por Aníbal Troilo con Alberto Marino y por María de la Fuente. El mismo binomio ha concebido en 1944 “Nada más que un corazón”, grabado por Osvaldo Pugliese con Roberto Chanel y por Troilo con Marino. Escriben “Seis días”, grabado en 1945 por Fiorentino con Astor Piazzolla y por Miguel Caló con la voz de Raúl Iriarte.
Del resto de su producción pueden rescatar “Dónde estás” y “Noche de locura”, con Bahr, tango éste que aporta lo suyo a la enfatización sensual de los primeros años '50, permitiendo versiones tan valiosas como la de Charlo o la de Ángel Vargas, además de la de Miguel Calo con Alberto Podestá en 1954. Con “Prohibido”, pese a su escaso valor musical y a la pobre letra de Bahr, logra fabricarse un éxito, lo que sucede, aunque en menor medida, con “Precio”.
La inclinación comercial se afianza con “Muriéndome de amor”, entre otros tangos por el estilo, que en realidad contribuyen al eclipse del género. En la misma línea se inscribe “Qué me importa tu pasado”, con insufrible letra de Roberto Giménez y que Sucher firma con el seudónimo Retama. Con Tvita Merello escribe “Decime, Dios, dónde estás”. Con Zelmar Gueñol, “Señor de la amargura”, dedicado a Discepolín.
Sucher es un autor de oficio, de ésos que andan por los cafés a la búsqueda de los cantores, a cuya mesa se sientan para susurrarles: «Tengo un tango que es justo para vos», y ahí mismo se lo cantan y le daban la pieza. Después interesan al director de la orquesta. Rara vez escribe tangos instrumentales, pero una valiosa excepción es “Para el recuerdo (A Fiore)”, grabado por Carlos Figari en 1959.
Manolo es, como cuadra, muy devoto de su madre. Quería que todo el mundo la conociera, y así desfilan por la casa de ella desde Hugo Del Carril a Alejandro Romay, pasando por Ranko Fujisawa. Por halagarla incluso cumplido durante años con el complejo rito de la filacteria. Pero lo que más le gusta es la noche, la diversión, la vida mundana. Vestía con cuidada elegancia y lucía relojes y anillos. Su carácter enérgico no le ahorra encontrones, como aquel altercado que protagoniza con Juan DArienzo en el ringside mismo del Luna Park.
En su departamento de la calle Güemes 3778 se reúne a cenar todo un grupo de amigos. Ha derribado una pared para agrandar la cocina y poder acogerlos a todos. La heladera se la regalan, pero en el lugar de la marca han puesto Prohibido, como una advertencia contra sus excesos. El nombre de ese tango figura en la lápida de su tumba en el cementerio judío de La Tablada. Pero toda barrera a su búsqueda del placer resultaba, inútil: el 5 de abril de 1971, cuando cuenta 58 años, muere a consecuencia de un infarto, sufrido tras una comida abundante y una escaramuza sexual. Amante consumado, soltero inclaudicable, logra convertir su velorio en una interminable peregrinación de mujeres.
Muerte
Manuel Sucher fallece el 5 de abril de 1971 en Rosario (Santa Fe), Argentina.