Miguel Hernández

Miguel Hernández
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NombreHernández Gilabert, Miguel
Nacimiento30 de octubre de 1910
ciudad de Orihuela,
provincia de Alicante,
Comunidad Valenciana,
Reino de España Bandera de España
Fallecimiento28 de marzo de 1942 (31 años)
Penal de Alicante,
provincia de Alicante,
Comunidad Valenciana,
Reino de España Bandera de España
Causa de la muertetuberculosis
Ocupaciónpoeta, cabrero
Partido políticoPCE (Partido Comunista de España)
Obras destacadasPoemas: Nanas de la cebolla, El niño yuntero.

Miguel Hernández Gilabert (Orihuela, 30 de octubre de 1910 - Penal de Alicante, 28 de marzo de 1942) fue un poeta y luchador antifascista español. Se alistó voluntariamente en el ejército de la República.[1]

Síntesis biográfica

Hijo de campesinos, desempeñó entre otros oficios, el de pastor de cabras. Guiado por su amigo Ramón Sijé,se inició en la poesía desde los veinte años; publicó su primer libro, Perito en lunas en 1933 y posteriormente, los sonetos agrupados en «El rayo que no cesa», marcaron la experiencia amorosa del poeta.

Su niñez y adolescencia transcurren por la aireada y luminosa sierra oriolana tras un pequeño hato de cabras. Por las tardes ordeña las cabras y se dedica a repartir la leche por el vecindario.

Sólo el breve paréntesis de unos años interrumpe esta vida para asistir a la Escuela del Ave María, donde estudia gramática, aritmética, geografía y religión, descollando por su extraordinario talento.

En 1925, a los quince años de edad, tiene que abandonar el colegio para volver a conducir cabras por las cercanías de Orihuela. Pero sabe embellecer esta vida monótona con la lectura de numerosos libros de Gabriel y Galán, Miró, Zorrilla, Rubén Dario, que caen en sus manos y depositan en su espíritu ávido el germen de la poesía. A veces se pone escribir sencillos versos a la sombra de un árbol realizando sus primeros experimentos poéticos. Al atardecer merodea por el vecindario y conoce a Ramón y Gabriel Sijé y a los hermanos Fenoll, cuya panadería se convierte en tertulia del pequeño grupo de aficionados a las letras.

Ramón Sijé, joven estudiante de derecho en la Universidad de Murcia, le orienta en sus lectura, le guía hacia los clásicos y la poesía religiosa, le corrige y le alienta a proseguir su actividad creadora.

El joven pastor va llevando a cabo un maravilloso esfuerzo de autoeducación con libros que consigue en la biblioteca del Círculo de Bellas Artes. Luis Almarcha le orienta en sus lecturas y le presta también libros. Poco a poco irá leyendo a los grandes autores del Siglo de Oro: Cervantes, Lope de Vega, Calderón, Góngora y Garcilaso, junto con algunos autores modernos como Juan Ramón Jiménez y Antonio Machado.

Inicios como poeta

Desde 1930 Miguel Hernández comienza a publicar poemas en el semanario El Pueblo (de Orihuela) y el diario El Día (de Alicante). Su nombre comienza a sonar en revistas y diarios levantinos.

En diciembre de 1931 se lanza a la conquista de Madrid con un puñado de poemas y unas recomendaciones que al fin de nada le sirven. Aunque un par de revistas literarias, La Gaceta Literaria y Estampa, acusan su presencia en la capital y piden un empleo o apoyo oficial para el «cabrero-poeta». A pesar de la abnegada ayuda tiene que volverse fracasado a Orihuela.

El conocimiento acerca de los gustos literarios de la capital le inspiran su libro neogongorino Perito en lunas (1933), extraordinario ejercicio de lucha tenaz con la palabra y la sintaxis, muestra de una invencible voluntad de estilo.

En el Casino de Orihuela recita y explica su Elegía media del toro. Otra vez, en abril de 1933, es en Alicante donde interpreta la misma elegía donde la prensa local se hace eco del acontecimiento literario, alimentando en el joven poeta el ansia y sed de celebridad.

Tras su enamoramiento con Josefina Manresa sus vivencias van hallando formulación lírica en una serie de sonetos que desembocarán en El rayo que no cesa (1936). Las lecturas de Calderón le inspiran su auto sacramental Quién te ha visto y quién te ve y Sombra de lo que eras, que, publicado por Cruz y Raya, le abrirá las puertas de Madrid en la primavera de 1934.

En Madrid se mantiene con un empleo que le ofrece José María de Cossío para recoger datos y redactar historias de toreros. Su correspondencia amorosa no se interrumpe y la frecuente soledad inevitable en la gran ciudad le hace sentir nostalgia por la paz e intimidad de su Orihuela.

Trata de vender algunos números de la revista El Gallo Crisis, recién fundada por Ramón Sijé, pero tiene que constatar que esta no gusta a muchos de sus nuevos amigos: Manuel Altolaguirre, Alberti, Luis Cernuda, Delia del Carril, María Zambrano Alarcón, Vicente Aleixandre y Pablo Neruda; estos lo iniciaron en el surrealismo y le sugirieron, de palabra o con el ejemplo, las formas poéticas revolucionarias y la poesía comprometida, influyendo en la ideología social y política del joven poeta provinciano.

Superada esta crisis, Miguel Hernández es ya un poeta hecho y comienza a crear lo más logrado y genial de su obra.

Participación en la Guerra Civil

En julio de 1936, el estallido de la guerra civil española (1936-1939) le obliga a tomar una decisión: formar parte como voluntario del 5.º Regimiento. No solamente entrega toda su persona, sino que también su creación lírica se trueca en arma de denuncia, testimonio, instrumento de lucha ya entusiasta, ya silenciosa y desesperada.

En plena guerra logra escapar brevemente a Orihuela para casarse el 9 de marzo de 1937 con Josefina Manresa.

Es una vida agitadísima de continuos viajes y actividad literaria. Todo esto y la tensión de la guerra le ocasionan una anemia cerebral aguda que le obliga por prescripción médica a retirarse a Cox para reponerse. Varias obritas de teatro en la guerra y dos libros de poemas que han quedado como testimonio vigoroso de este momento bélico: Viento del pueblo (1937) y El hombre acecha (1939).

En la primavera de 1939, ante la desbandada general del frente republicano, Miguel Hernández intenta cruzar la frontera portuguesa, pero es devuelto a las autoridades fascistas españolas. Así comienza su larga peregrinación por cárceles españolas. Inesperadamente, a mediados de septiembre de 1939, es puesto en libertad.

Muerte

Fatídicamente, arrastrado por el amor a los suyos, se dirige a Orihuela, donde es encarcelado de nuevo en el seminario de San Miguel, convertido en prisión. Su vida se convierte en un ir y venir de prisiones hasta que en su indefenso organismo se declara una tuberculosis pulmonar aguda que se extiende a ambos pulmones, alcanzando proporciones tan alarmantes que hasta el intento de trasladarlo al Sanatorio Penitenciario de Porta Coeli resulta imposible.

Entre dolores acerbos, hemorragias agudas y accesos de tos, Miguel Hernández se va consumiendo inexorablemente. El 28 de marzo de 1942 expira a los 31 años de edad.

Antes de morir, enfermo y detenido, publicó su última obra, Cancionero y romancero de ausencias.

Obras

De Imagen de tu huella (1934)

  • Astros momificados y bravíos...
  • Mis ojos, sin tus ojos, no son ojos...
  • Ya se desembaraza y se desmembra...
  • Pirotécnicos pórticos de azahares...

De El rayo que no cesa (1935-1936)

  • Como el toro he nacido para el luto...
  • Elegía a Ramón Sijé
  • Fuera menos penado, si no fuera...
  • Me tiraste un limón y tan amargo...
  • Mi corazón no puede con la carga...
  • Por tu pie, la blancura más bailable...
  • ¿Recuerdas aquel cuello, haces memoria...
  • Silencio de metal triste y sonoro...
  • Te me mueres de casta y de sencilla...
  • Tengo estos huesos hechos a las penas...
  • Tu corazón una naranja helada...
  • Umbrío por la pena, casi bruno...
  • Una querencia tengo por tu acento...

De Poemas últimos (1939-1941)

  • Desde que el alba quiso ser alba...
  • Muerte nupcial
  • Yo no quiero más luz que tu cuerpo ante el mío...

De Cancionero y romancero de ausencias (1941-1942)

  • Antes del odio
  • Ascensión de la escoba
  • Besarse, mujer...
  • El amor ascendía entre nosotros...
  • En el fondo del hombre...
  • Hijo de la luz y de la sombra...
  • La boca
  • Llegó tan hondo el beso...
  • Menos tu vientre todo es confuso...
  • Nanas de la cebolla
  • Orillas de tu vientre...
  • Ropas con su olor...
  • Tristes guerras
  • Tus ojos se me van...

Otros poemas

  • Canción del esposo soldado
  • Canción última
  • Casida del sediento
  • Cerca del agua te quiero llevar...
  • Dime desde allá abajo...
  • El tren de los heridos
  • Me llamo barro aunque Miguel me llame...
  • Me sobra el corazón
  • Pena bienhallada
  • Ser onda, oficio, niña, es de tu pelo...
  • Tus cartas son un vino

Fuentes