Papera de los équidos

Papera de los équidos
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La papera es una enfermedad infecciosa, aguda, contagiosa, de los équidos

Papera de los équidos. Es una enfermedad infecciosa, aguda, contagiosa, de los équidos, caracterizada, en los casos típicos, de curso febril, por inflamación aguda de la mucosa nasal y supuración de los ganglios linfáticos correspondientes. El causante directo del proceso, parcialmente originado por virus, es el estreptococo equi.

Historia

La papera de los potros fue considerada durante largo tiempo como un padecimiento específico de la edad juvenil, propio del desarrollo normal del animal, que producía la eliminación de los humores superfluos. En cambio, la misma enfermedad, en équidos adultos era considerada como esencialmente distinta (SOLLEYSEL, VITET, LAFOSSE). Al propio tiempo se suponía que, a veces, podía degenerar en muermo.

Después de haber advertido ya BOUWTNGIIAUSEN, a fines del siglo XVIII, que la [papera]] es una enfermedad infecciosa, y de haber demostrado Viborg y Erdélyi, al principio del siglo XIX, la infecciosidad del flujo nasal de los équidos enfermos, incluso por experimentos de inoculación, Schütz (1888), y otros, demostraron el valor etiológico de los estreptococos ya descritos (1873) por RIVOLTA. Sin embargo, modernamente se ha extendido en teoría, según la cual, en la papera, el estreptococo sólo desarrollaría su acción patógena en una parte de los casos, en concomitancia con una infección vírica.

Ubicación

La papera suele atacar principalmente a los potros, y por esto se presenta muy a menudo en yeguadas y depósitos de potros, donde suelen enfermar en diverso grado casi todos los potrancos; en cambio, en edades ulteriores es más rara, y casi únicamente se observa en los équidos que no la padecieron en la edad juvenil. Está extendida casi por todas partes se dice que Islandia, Irlanda y Argentina están exentos de ella y, a pesar de su curso, generalmente benigno, causa sensibles perjuicios a los propietarios de caballos, por el trastorno temporal que ocasiona en el desarrollo de los potros y, en parte, también por causar a veces la muerte.

Etiología

La papera se produce por el estreptococo equi; pero, conforme demuestra la experiencia, no se trata de un proceso único desde el punto de vista etiológico, porque en muchos casos, con la colaboración de factores predisponentes inespecíficos, se origina directamente por el estreptococo, mientras que en otros es una complicación de la tos contagiosa (catarro contagioso), y entonces el estreptococo es aquí solo el agente secundario en los procesos supurativos característicos. Los casos descritos en primer lugar suelen presentarse casi siempre en forma esporádica, mientras que los últimos suelen tener carácter epizoótico. No faltan opiniones según las cuales se trataría, en todo caso, de complicaciones del catarro contagioso.

En los últimos tiempos se han aclarado las cuestiones referentes a la etiología de la enfermedad. Antes se consideraba el estreptococo equi, en general, como el agente primario y único del proceso (SCHÜTZ y otros), e incluso recientemente, muchos autores, entre ellos SEELLEMAN (1952), sostienen este punto de vista. Sin lugar a dudas, estos gérmenes pueden aislarse en cultivo puro muchas veces en las lesiones correspondientes a la papera (comprobado últimamente por DORSSEN [1939]), y las experiencias también enseñan que, en los équidos, pueden presentarse casos de paperas cuando su capacidad de resistencia se debilita por acciones inespecíficas y en circunstancias tales que permiten excluir la posibilidad de contagio de cualquier clase de virus.

Estos hechos son comprensibles por la circunstancia de que el estreptococo equi suele encontrarse en las vías respiratorias de los équidos sanos (RICHTERS 1935, PODGORSKI 1950 y otros). Sin embargo, no han faltado las opiniones según las cuales la acción patógena del estreptococo equi en la papera se favorece; lo mismo que en otros procesos (pleuroneumonía, etc.) en los cuales intervienen también los estreptococos, por la acción de un virus. Esta hipótesis, sostenida primero por VALLÉE, recibió un firme apoyo cuando WAXBERG (1925) logró transmitir la enfermedad artificialmente a dos potros empleando flujo nasal filtrado libre de gérmenes de un caballo enfermo. Después de esto, HANKE (1936) llamó la atención sobre la sorprendente contagiosidad de muchos brotes de papera en pocos días puede enfermar el 25-45 % de los animales que viven en estrecho contacto, circunstancia que no encuentra una relación clara con la simple etiología por estreptococo.

Estas teorías recibieron un impulso por las experiencias obtenidas durante la segunda guerra mundial, al menos en los brotes epizoóticos originados por difusión del proceso fácilmente demostrable, considerándose como agente primario de la enfermedad un virus (KÓBE 1939, CHORS 1941, BELLER 1941, BELLER y TRAUB 1941, GRATZL y TRAUB 1942). Con toda probabilidad, se trata del agente causal de la tos contagiosa de los équidos, porque repetidas veces se ha comprobado que frecuentemente, la tos contagiosa se ,transforma en seguida en paperas (GRATZL y TRAUR y otros), y, por otra parte, MANNNGER (1943-1949) ha comprobado también experimentalmente la efectividad de tas teorías.

Coloración

Los estreptococos se tiñen bien con los colorantes ordinarios de anilina y por el procedimiento de GRAM. Con métodos adecuados, también se pone de manifiesto en ellos una cápsula (CARPANO, Schiphorst).

Cultivos

En medios débilmente alcalinos, el Streptococcus equi se puede cultivar aerobia y anaerobiamente a la temperatura de las habitaciones, y menos bien a la del cuerpo. En gelatina, y a lo largo de la siembra por picadura, forma puntos blancos, muy finos; en agar, colonias blancogrisáceas, opacas y algo elevadas en el centro, del tamaño, aproximadamente, de simientes de adormidera, que se coadunan y se adhieren firmemente a la parte subyacente.

En agar, por picadura, origina un hilo blancogris, de cuyos lados parten prolongaciones en forma de alas. En suero sanguíneo coagulado produce gotitas grisamarillentas, de transparencia vítrea que, más tarde, pueden confluir y formar una capa viscosa; en el agua de condensación se deposita un fino sedimento formado por cadenas muy largas.

En caldo se desarrollan finos copitos, que se precipitan al fondo, permaneciendo claro el resto del líquido.

En placas de agar con sangre ocasiona intensa hemólisis (hemólisis de BROWN). En patata no se desarrolla. La leche sola o con tintura de tornasol o azul de metileno, se coagula, cuando más, transitoriamente. Hace fermentar, la dextrosa, la sacarosa y la salicina, pero no disocia la lactosa ni la sorbita. No afecta a la aesculina y no hidroliza el hipurato sódico.

Resistencia

Los estreptococos resisten durante varias semanas la desecación, sobre todo en pus o en sangre. La temperatura de 70-75° los mata en una hora; en cambio, los cultivos en caldos helados, todavía se desarrollan al cabo de dos días de haber sido helados. Son destruidos en un cuarto de hora por el ácido sulfúrico al 1: 150, la lejía de sosa al 1: 85, el sublimado al 1 : 1500, el sulfato de hierro al 1 : 125, el ácido fénico o el lisol al 1: 200, y por la creolina al 1 80.

Infección artificial

La infección artificial se logra, en équidos, administrándoles con los alimentos o con el agua de bebida cultivos, secreción nasal purulenta o pus de ganglios (R. PFEIFFER y O. MÜLLER 1912), y más difícilmente aplicando semejante material o cultivo puro a la mucosa nasal (SCHÜTZ; según JENSEN y SAND 1887, generalmente, sólo cuando la capa epitelial ha sido lesionada previamente por frotación o se halla ya enferma de catarro. Después de la inyección subcutánea de cultivo, se desenvuelve una inflamación purulenta, y después de frotar pus que contenga estreptococos por excoriaciones cutáneas, desarrollase una dermatitis vesiculosa febril sin carácter papérico.

Receptividad

La papera es una enfermedad que solamente la padecen los solípedos, generalmente de ½ a 5 años de edad, aunque, los más, en la de postros; es raro que la padezcan ya en la de 1 a 2 meses o en la de más de 5 años. La resistencia mayor de los équidos adultos probablemente se debe, por lo menos en parte, a que pasaron ya una vez la enfermedad. Cierto que algunos équidos la contraen más de una vez, pero suelen mediar entonces intervalos de varios años entre las diversas infecciones; en cambio, es excepcional que un animal enferme dos veces de papera en un mismo año.

Infección natural

A veces, la enfermedad se presenta sin contagio demostrable. No rara vez enferman équidos, especialmente adultos, que no tuvieron contacto alguno con animales enfermos o con sus eliminaciones, inmediatamente después de un enfriamiento, de una larga marcha, de transportes fatigosos en ferrocarril o en barco, etc. Estos casos pueden explicarse porque el estreptococo equi está presente en las mucosas de los équidos en forma saprófita, penetrando en los tejidos y originando la papera cuando el organismo se debilita por influencias nocivas, lo cual disminuye su capacidad de resistencia. Naturalmente, los animales que han enfermado de esta manera pueden contagiar a sus congéneres del establo y del prado por las secreciones virulentas.

Pero, en general, la enfermedad se observa después de un contagio demostrable. En la mayor parte de los casos se trata de un brote epizoótico, en el cual aparece la tos contagiosa como proceso original, y cuyos síntomas pasan a menudo inadvertidos. En tales circunstancias, según las posibilidades de contagio, el número de enfermos puede variar desde casos aislados hasta el 100 %. El contagio se efectúa fundamentalmente por el aire, tanto en lo que se refiere al virus del catarro contagioso, como a los estreptococos, pues en cuadras poco aireadas el material expulsado por la tos y los resoplidos puede permanecer adherido a foquitos de secreción o gotitas líquidas, que flotan en el aire durante largo tiempo y luego entran en las vías respiratorias de caballos sanos o pueden ir a parar al pienso.

Patogenia

Desde la superficie de la mucosa nasofaríngea, los estreptococos entran a los intersticios y vasos linfáticos, a lo largo de los cuales llegan a los ganglios linfáticos regionales, y determinan la emigración de los leucocitos. Al mismo tiempo se producen la fusión del tejido y, con ella, focos de pus que luego confluyen y forman grandes abscesos.

Una vez evacuado el contenido de los abscesos, sobreviene la curación con rápida defervescencia. Pero en algunos casos los estreptococos llegan a ganglios linfáticos más distantes y originan, de cuando en cuando, nuevos abscesos; además, pueden atravesar las paredes vasculares y asi penetrar en la vía hemática e ir a parar, no sólo a ganglios linfáticos lejanos, sino a los más diversos órganos internos, en los que también producen inflamaciones purulentas si antes no han causado una septicemia rápidamente mortal. Generalmente, la supuración de los ganglios linfáticos internos parece producirse de este modo, es decir, por vía hemática.

En casos raros, los potros nacen ya enfermos (NOCARD, CHOISY), a causa de una infección intrauterina, producida por medio de la circulación placentaria. Se ha observado repetidamente que las madres presentaron, en tales casos, durante la preñez, faringitis y supuración de los ganglios linfáticos del canal exterior (TRÉLUT).

Alteraciones anatómicas

En los animales muertos de papera se hallan, además de alteraciones en los ganglios linfáticos superficiales, otras, diversamente localizadas, que revelan una septicemia, las más veces, metastatizante, y, en casos de curso prolongado, enflaquecimiento. En los ganglios linfáticos perifaríngeos, mediastínicos y bronquiales hay a menudo abscesos del tamaño de nueces al de puños y, excepcionalmente, al de una cabeza de niño, que contienen pus blanco, cremoso, con estreptococos. Pueden comprimir o desviar la tráquea o un bronquio vecino.

Al mismo tiempo, puede haber una inflamación purulenta consecutiva de la pleura y del pericardio. Los pulmones ofrecen, ya sólo hiperemia y edema agudo, ya neumonía catarral, o tienen incluidos en su tejido abscesos de diverso tamaño, a veces muy numerosos. La mucosa de los bronquios, de la tráquea y de la faringe se halla siempre hiperémica y relajada, con frecuencia salpicada de equimosis y cubierta de mucha secreción mucosa o purulenta, y, a menudo, con infiltración gelatiniforme a nivel de los repliegues aritenoepiglóticos.

Síntomas

El período de incubación puede ser de 4 a 8 días, pero en los casos de enfermedad llamados espontáneos, que se presentan tras enfriamientos, fatigas y acciones nocivas análogas, al día siguiente o al otro comienza ya el padecimiento con síntomas de proceso febril agudo, como lasitud, aumento de la temperatura y disminución del apetito. Casi al mismo tiempo, lo más tarde 1-2 días después, hay síntomas de catarro nasal agudo. La mucosa nasal, primero muy roja, caliente y seca, segrega pronto un líquido, al principio seroso, claro o ligeramente turbio, más tarde mucoso, 3-4 días después mucopurulento y, por último, purulento, que ahora resbala en gran cantidad por el dorso del labio. Al propio tiempo, las glándulas mucíparas de la mucosa nasal pueden hincharse hasta formar nódulos consistentes, del tamaño de cañamones; además, en la mucosa pueden formarse pequeñas vesículas purulentas, que originan úlceras diferentes, desde luego, de las muérmicas, por tener los bordes y el fondo rojovivos. En los potros jóvenes el flujo nasal suele ser grumoso, poco pegajoso y, al toser o resoplar, es arrojado en grandes bolas por la nariz. Al propio tiempo, los animales tosen con frecuencia; en este período es también frecuente observar catarro agudo de la mucosa bucal y de la conjuntiva.

En la inmensa mayoría de los casos, así que sobrevienen los primeros fenómenos catarrales puede observarse ya una inflamación aguda de los ganglios linfáticos del canal exterior. La estructura lobular, en este momento, es todavía claramente perceptible por el tacto, pero cada lóbulo es mayor, más consistente y duele a la presión. Pronto confluyen y forman una tumefacción uniforme, que crece con rapidez y llena la región gutural.

El proceso afecta muy raramente a los ganglios vecinos, y entonces aparecen también empastadas las regiones laríngeas y la tráquea. La tumefacción está limitada de modo impreciso, y aparece firme, tensa, caliente y dolorosa. Cuando están afectados los ganglios retrofaríngeos, los animales mantienen la cabeza rígida y estirada. La tumefacción, cuando ha logrado cierto volumen, a menudo ya en el cuarto día de la enfermedad, ofrece fluctuación en uno o varios puntos.

Si no se sajan a tiempo los abscesos, el pus que contienen se abre paso hacia el exterior y, una vez evacuado, el edema inflamatorio circundante disminuye rápidamente, pero por la abertura rezuma todavía pus y, más tarde, serosidad, semejante a linfa, durante algunos días, hasta que, por último, la cavidad se llena de tejido de granulación, los bordes del orificio se cierran, el tumor desaparece del todo, y acontece la curación.

Diagnóstico

Cuando la papera se manifiesta sólo por catarro agudo de la nariz o de la faringe, sin supuración de los ganglios linfáticos, únicamente se puede diagnosticar con más o menos probabilidad su naturaleza específica si, al mismo tiempo, enferman con síntomas característicos de papera otros animales de la misma caballeriza. Si hay lesiones en los ganglios linfáticos retrofaríngeos, la papera se puede confundir, por una parte, con faringitis simples y, por otra, con parotiditis. Pero si el proceso morboso está exclusivamente localizado en la región faríngea, sólo el curso ulterior de la enfermedad permitirá evidenciar su naturaleza, pues, antes, únicamente la conjeturaremos por la posible sospecha del contagio y, acaso, también porque los fenómenos de faringitis alcanzan generalmente un grado muy alto en la papera. En la parotiditis, la tumefacción inflamatoria, por lo menos al principio, corresponde, con más o menos exactitud, a los contornos de la glándula o de sus lóbulos. Más tarde se produce un reblandecimiento, casi siempre purulento.

Son más difíciles de diagnosticar bien los casos en los cuales la enfermedad se limita únicamente a los ganglios linfáticos de las cavidades del cuerpo. Mas, en tales casos, la leucocitosis neutrófila y la presencia de indicán en la orina permiten conceptuar la enfermedad como papera, especialmente si hay anamnesis de una enfermedad de las vías respiratorias altas o si entre los équidos de la misma cuadra los hay enfermos de papera típica. Las manchas de sapo que quedan después de curada la papera coital pueden hacer sospechar la durina, pero en esta última enfermedad coexisten lesiones

Tratamiento

En todas las circunstancias hay que poner el mayor esmero en la higiene del alojamiento y en el régimen dietético. Se procurará que sea puro y uniformemente templado el aire de la cuadra o, si el tiempo es caliente y tranquilo se tendrá durante el día los animales al aire libre, a la sombra y en lugar exento de polvo. Como alimento, además de buen forraje y algo de avena, se recomiendan especialmente zanahorias o, en verano, hierba, trébol o alfalfa verdes; si hay disfagia, está indicado administrar puches de cebada triturada o de salvado. Los potros de tetas se ponen junto a las madres con intervalos convenientes y se les sostiene mientras maman; pero si degluten con gran dificultad, hay que recurrir a la alimentación artificial.

Al principio de la enfermedad puede ser útil la inyección de grandes dosis (200-300 c. c. de inmunosuero bajo la piel o, mejor aún, por vía endovenosa. El inmunosuero no tiene ninguna acción destacable, si bien retrasa la tendencia de los ganglios a supurar. Sin embargo, influye casi siempre favorablemente en el estado general del enfermo y puede evitar también la irrupción de los estreptococos en el torrente sanguíneo. Según HICHTEBS (1930), es muy apropiada para el tratamiento la administración combinada de 500 c. c. de inmunosuero y 10 c. e. de un cultivo de estreptococos muertos por azul de metileno, porque la vacuna de azul de metileno excita el sistema reticuloendotelial, estimulando la producción de anticuerpos.

Según las ya múltiples experiencias, es más eficaz para el tratamiento la aplicación de preparados sulfamídicos que la terapéutica sérica, razones por las cuales no debe abandonarse, aunque los enfermos hayan recibido también suero. Entre los preparados sulfamídicos hay una serie de ellos que son aplicables para el tratamiento de las paperas. A tales efectos se ha utilizado la sulfanilamida simple (Prontosil album, Prontilín), pero son más ventajosos otros preparados menos tóxicos (sulfatiazol, sulfametiltiazol, sulfapiridina, sulfameracina, etc.).

La condición previa para el éxito del tratamiento consiste en la administración precoz de los preparados, siempre antes de haberse producido la supuración de los ganglios linfáticos. Los preparados pueden administrarse también por vía parenteral (intravenosa, subcutánea o intramuscular), pero lo mejor es la vía oral, ya en polvo, ya en tabletas, mezclados con el pienso o con el agua de bebida y, preferiblemente, utilizando la sonda nasoesofágica, previa su disolución en agua. Los caballos adultos reciben en los primeros días, tres veces, 20-30 gr.; luego, tres veces al día 10-15 gr.; los potros, diariamente, tres veces 2-5 gr.

La mejoría se observa a los dos días, con descenso de la temperatura, pero el tratamiento se debe continuar durante 2-3 días. Cuando, a los 4-5 días, no se observan síntomas claros de curación, es inútil continuar con este tipo de tratamiento, pues ya no se pueden esperar mejores efectos de los preparados sulfamídicos, y cuando se prosigue su administración, pueden provocarse hasta fenómenos de intoxicación. Además, no se ha de olvidar que la administración de preparados sulfamídicos no excluye el tratamiento sintomático ni el quirúrgico.

Tratamiento quirúrgico

Suele ser imprescindible, en la mayor parte de los casos, para tratar los ganglios linfáticos del canal exterior. En los casos recientes se intentará combatir la inflamación con antiflogísticos (compresas frías, embrocaciones con pomadas mercuriales), aunque tal proceder suele fracasar. Por tales razones, es preferible dejar que el proceso supurativo siga su curso, favoreciéndolo con compresas calientes o con calor húmedo. Si se aprecia fluctuación en cualquier punto del tumor, habrá que abrir sin demora el foco purulento. La cavidad del absceso se lava luego con un líquido antiséptico, y la herida se trata según las reglas de la cirugía.

Según observaciones recientes de Bonnov, BOUCHET (1929), NEUMANN-KLEINPAUL y RÜSCISER (1931), se activan considerablemente la mundificación y curación de los abscesos abiertos recurriendo al antivirus de BESREDKA (pág. 502), pues con él cesa rápidamente la secreción purulenta y se cierran en pocos días las cavidades, merced a una granulación rápida. Se lava con antivirus la cavidad del absceso y se introduce luego en ella una torunda empapada en aquél. Los mismos efectos se logran con el lavado de los abscesos con ácido láctico, según ¿.as experiencias de Mócsy.

Si está enferma también o únicamente la región faríngea todavía es más necesario alimentar con substancias de deglución fácil (bebidas , puches); al propio tiempo, la faringitis requiere también tratamiento especial.

La incisión de los abscesos superficiales no. presenta dificultades, pero la de los profundos, que se hallan entre la parótida y el maxilar posterior o en tejido retro- faríngeo, y que también debe practicarse lo antes posible, por el peligro inminente de la asfixia, requiere precauciones especiales. Como por aquí pasan vasos y nervios importantes, que pueden ser dislocados de su situación normal, se recomienda incidir con el escalpelo solamente la piel del punto más prominente del tumor y luego, con una sonda o con un catéter, procurar separar los vasos y los nervios unos de otros mediante movimientos penetrantes y atravesar, en lo posible, la pared del absceso.

De este modo se consigue abrir, no sólo los focos purulentos subparotídeos, sino también los retrofaríngeos. Este procedimiento, a veces, no da resultado en el acto, pero, 1-2 días después, el pus, por sí solo, se dirige hacia el conducto que se formó con el dedo y acaba por penetrar en él.

La dilatación de los abscesos de los ganglios linfáticos mediastínicos anteriores requiere sumo cuidado. Pero después de la de los ganglios linfáticos cervicales inferiores, por lo regular también supurados, es posible hacerla desde este punto. Como la enfermedad de los ganglios linfáticos cervicales inferiores generalmente se acompaña de notable hinchazón, los focos purulentos radican de unos 5 a 6 cm. por debajo de la piel. A pesar de esto, la operación carece de singulares dificultades, y especialmente no hay que temer la herida de la carótida y de la yugular, pues pasan por la parte medial del absceso y la incisión se debe hacer en la parte lateral o externa.

Profilaxis

Consiste en tener los caballos sanos, especialmente los potros, alejados de los animales enfermos y de las cuadras y sitios infectados. En las yeguadas, los potros nacidos en ellas deben tenerse lo más aislados posible de los potros extraños, y los animales recién adquiridos únicamente se instalarán en las cuadras de los potros y remontas tras unas dos semanas de observación. Si a pesar de todo se presenta la epizootia en un potrero, se consigue a veces detenerla transportando lo antes posible los animales sanos a un sitio exento de ella; además, en tales casos hay que proteger con especial cuidado los animales de los enfriamientos, que podrían disminuir su resistencia. Una vez extinguida la epizootia, es menester una rigurosa desinfección de las cuadras y del utensilio de las mismas.

Mediante alimentación adecuada, permanencia y ejercicio al aire libre y aguerrimiento contra las intemperies, crece la resistencia natural de los animales y asi, por una parte, se les protege contra enfermedades espontáneas y, por otra, se facilita el curso favorable de la enfermedad.

Inmunización

Se han elaborado y recomendado diferentes procedimientos que, sin embargo, en general no han sido reconocidos por los profesionales. Por lo demás, la inmunización preventiva ha perdido su importancia desde que se ha logrado reducir las pérdidas originadas por la papera a los límites más bajos, gracias a la administración correcta de los modernos métodos terapéuticos.

Enlaces externos

Fuente.

  • Libro de texto Patología y Terapéutica Especiales de los Animales Doméstico

Dr. Rudolf Manninger y Dr. Johannes Mócsy