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Guerra de los Diez Años en Sancti Spíritus | |
|---|---|
| Cronología | |
| Movimiento independentista | |
| Guerra de los Diez Años | |
| Levantamiento armado Acciones militares Protesta de Jarao Acciones finales |
Guerra de los Diez Años en Sancti Spíritus. Es un periodo de la historia del actual municipio cubano de Sancti Spiritus comprendido entre el 6 de febrero de 1869, fecha en la cual el movimiento independentista espirituano se une a la Revolución de 1868 que estallo en Cuba bajo la guía del hacendado independentista y antiesclavista Carlos Manuel de Céspedes, y el año 1878 cuando las fuerzas revolucionarias que componían el Ejército Libertador cubano abandonan las armas tras varias divisiones internas y la muerte de varios de sus principales dirigentes.
Sumario
Movimiento independentista
Al producirse el estallido insurreccional de 1868 en el oriente cubano, se habían agudizado extraordinariamente todas las contradicciones sociales, políticas y económicas de la colonia cubana, además de haberse formado la nacionalidad cubana.
En cuanto a la economía la situación era grave por los efectos de los altos impuestos que gravaban el comercio con las naciones extranjeras, y los que aquejaban a los productores. A través de los mismos, España extraía de Cuba los recursos para costear sus aventuras bélicas. Todos estos problemas se agudizaban por la incidencia de las crisis económicas de 1857 y 1866 y la baja internacional de los precios del azúcar impedía la tecnificación de las fábricas y las conducía a la quiebra.
Desde el punto de vista político a la carecía de libertades políticas, civiles y religiosas se unía la crisis de las ideas reformistas más aguda aún tras el fracaso de la Junta de Información. Sumado a esto una plaga de funcionarios peninsulares cometía todo tipo de arbitrariedades sin que los cubanos tuvieran derecho a reclamas.
Sancti Spíritus no era ajena a toda esta situación general del país y específicamente en la esfera social, lo referente al miedo al negro no es el elemento dominante en el panorama. En primer lugar, porque los principales dirigentes de la conspiración en Sancti Spíritus y Trinidad no se comportaron como grandes terratenientes, tal es el caso de los Fernández Cavada, de Honorato del Castillo, Marcos García, Serafín Sánchez y otros. Si bien, algunos eran acaudalados su conducta desde los inicios de la guerra fue radical con respecto a la esclavitud y las propiedades pues aplicaron la tea, liberaron esclavos y los incorporaron a las filas insurrectas.
Con respecto a la población, válido es considerar que la cantidad de esclavos de Sancti Spíritus se limitaba al 19,5% y que el total de la población negra era el 35,18%[1]. Además la economía de dicha jurisdicción era predominantemente ganadera, no requería de grandes dotaciones de esclavos por lo que no tuve inconvenientes por esa parte para incorporarse a la guerra el 6 de febrero de 1869, como mismo ocurrió con las demás jurisdicciones de Las Villas.
El pensamiento político predominante entre los criollos llegó a ser el independentismo y su modo de realizarlo, la lucha armada por lo que comenzaron a aparecer grupos que laboran por la independencia de Cuba. En Sancti Spíritus se comienza a conspirar en conexión con la Junta Revolucionaria de La Habana y muy vinculada a la Junta Revolucionaria de Santa Clara que presidía el patriota Miguel Jerónimo Gutiérrez. Entre los independentistas espirituanos quien mas se destacaba era el joven médico y profesor del colegio El Salvador, Honorato del Castillo y Cancio, quien mantenía relaciones con Rafael Morales, Luis Ayesterán, Vicente Antonio de Castro, y otros personajes notarios del reformismo habanero.
El Grito de Independencia o Muerte lanzado por Carlos Manuel de Céspedes el 10 de octubre de 1868, en el Ingenio Demajagua, había sido secundado por los Camagüeyanos el 4 de noviembre del propio año en Las Clavellinas y Las Villas, se preparaban para sumarse a la lucha por la independencia, pero al irse cercando la guerra al centro del país el reforzamiento por parte de las autoridades españolas de las regiones no imbricadas en la insurrección hacía muy difícil las labores conspirativas[2].
El historiador Segundo Marín García afirma que la Junta de Sancti Spíritus estaba constituida ya a finales de 1868, la componían mayoritariamente intelectuales, miembros de la clase media y el artesano urbano teniendo en su dirección a Honorato del Castillo y a Marcos García, ambos intelectuales seguidores de las prédicas de José de la Luz y Caballero en el colegio El Salvador. La Junta espirituana aceleró sus trabajos al calor de los acontecimientos de Oriente y Camagüey y de las primeras acciones en la región: Valdés Urra había tomado a Arroyo Blanco, Bernabé Varona, atacó a Guasimal mientras en Yaguajay se producían encuentros armados en el ingenio El Trapiche, el río Jatibonico y Mayajigua[3]. Hacia el Oeste, en la antigua jurisdicción de Trinidad, operaban los alzados del Partido de Sipiabo[3].
Guerra de los Diez Años
Levantamiento armado
Ante el aumento de las medidas represivas españolas se decide llevar a hechos el alzamiento el 6 de febrero de 1869 en cinco puntos de la Jurisdicción en forma simultánea de ahí que Honorato Jefe del Movimiento lo haga en Jobosí, Néstor Leonelo Carbonell en el Jíbaro, Leonte Guerra en Morón, Serafín Sánchez al frente de 45 hombres en la finca Los Hondones, zona de Bellamota y Marcos García en Banao, que protagoniza el levantamiento más nutrido, en los días sucesivos se levanta en arma el Partido de Yaguajay en coordinación con la Junta de Remedios. Hacia el suroeste, los trinitarios, mandados por Federico Fernández Cavada se pronuncia contra el coloniaje español, realizando exitosas acciones iniciales gracias a la labor organizativa de su Junta y al entrenamiento dado a los combatientes en la finca Boca de Camarones comprada para tal fin por el propio Fernández Cavada.
Seguidamente al levantamiento, todos los grupos envían sus representantes para la gran cita colectiva: el 7 de febrero en Cafetal González, Valle de Manicaragua, Villa Clara. Los objetivos eran pronunciarse contra el coloniaje y emprender la guerra unificadamente. El primero se logró, el segundo no, pues la guerra en Las Villas se mantuvo con criterios muy regionales aunque en determinados momentos se hacían algunas coordinaciones entre los diferentes grupos. En Cafetal se concentraron unos 5 000 hombres con sólo unas 200 escopetas lo que determinó la búsqueda de soluciones a la carencia de armas, acordándose marchar hacia el este en busca de ayuda en Oriente y Camagüey.
Acciones militares
Después de la magna concentración de Manicaragua los diferentes grupos se reintegran a sus territorios de procedencia donde ya se realizan acciones combativas: Marcos García ha tomado a Banao, el mismo día 6 incendió los ingenios próximos y liberó los esclavos que se le incorporaron; Leonte Guerra con su grupo atacó a Mayajigua el 10 de febrero, se abasteció de recursos e integró más hombres a sus huestes, posteriormente combatió también en Chambas el 13 y 14 del propio mes.
En el momento de incorporarse Las Villas a la guerra los insurrectos de Camagüey se encuentran a la ofensiva, los de Oriente en defensiva, pero tienen los recursos mínimos para batirse, sin embargo los villaclareños no logran superar la carencia de armas que los golpea siempre y tienen que buscar soluciones tácticas de acuerdo al gran problema que presentan y al reforzamiento de la actividad enemiga.
Después de la Asamblea de Guaímaro Honorato, que había sido participante en aquel magno evento, regresa a su tierra y reasume el mando de la División de Sancti Spíritus manteniendo a Marcos García al frente de la zona occidental de su jurisdicción para ambos hostigar al enemigo en diferentes frentes.
Las Coloradas, las Yanas, Judas Grande, Santa Gertrudis y el Jobo se añaden a la cadena de éxitos de Honorato mientras que Marcos moviéndose hasta los límites de Trinidad, se llega a convertir en una amenaza para el gobernador Mediavilla que pide al Ayuntamiento fondos para fortificar la ciudad. Su habilidad guerrera se manifiesta en las acciones victoriosas del Hondón, Río Abajo, Las Angosturas, Loma de los Barriles y otras[4].
Luego de estas series de acciones favorables a las huestes dirigidas por Honorato la revolución sufre un duro golpe con la caída del iniciador del movimiento independentista en Sancti Spíritus Honorato del Castillo y Cancio el 20 de julio de 1869 en el Naranjo cercano a Morón, dejando detrás una gloriosa hoja de servicio a la patria, sucede en el mando de la división el General Camagüeyano Ángel del Castillo quien dirige el 7 de agosto del propio año la acción del Júcaro o Pitajones donde las fuerzas insurrectas vengaban la muerte del caudillo caído, pues además de causarle numerosas bajas al enemigo hicieron prisionero y fusilaron a su jefe Tte. Coronel Ramón Portal, se apropiaron de gran cantidad de armas y municiones así como un cañón[5].
Después de este encuentro la fatalidad siguió cerniéndose sobre las fuerzas Villareñas el día 8 de agosto se desató una epidemia de cólera morbo asiático que diezmó considerablemente dichas tropas lo cual obligó al General Castillo a diseminar las fuerzas hacia el Camagüey; días después de reagruparse sufren una baja sensible y es cuando el 9 de septiembre del propio año en el ataque del Foso de Lázaro López cae el digno General Ángel del Castillo quedando nuevamente las fuerzas sin un caudillo. Sucesivamente ocupan el cargo el venezolano Cristóbal Acosta y José Payán quienes no dan tregua al enemigo. Este último reorganiza y entrena sus tropas y llama a su estado Mayor a Villamil, Dorado, Néstor Carbonel y Serafín Sánchez, hombres que contribuyen a lograr victorias en La Salida, Loma del Guayabo, La Jeringa y Santa Teresa, pero su más brillante actuación fue en la Finca Atollaosa, próxima al Jíbaro, en julio de 1870 al sorprender a 300 hombres del Batallón de Tarragona con una hábil maniobra de caballería e infantería que dio por resultado la fuga del batallón español que abandonó armas y municiones en el campo[6].
A pesar de los éxitos alcanzados no era posible librar una guerra manteniéndose casi exclusivamente de lo ocupado al enemigo y con la agravante del aumento progresivo del número de efectivos de guerra españolas. Téngase en cuenta que los cubanos alzados en Las Villas, sólo recibieron una ayuda de 800 fusiles en 1869[7].
En todo el año 1870 no se recibió ayuda del exterior y la única que pudo haber ayudado la expedición del El Salvador zozobró frente a la costa de Trinidad cayendo su contenido en poder de los españoles y sus expedicionarios perseguidos y aniquilados en su casi totalidad. A esto hay que unirle que la cantidad de soldados españoles ascendían ya a 34 500 (de línea) y habían llegado de la metrópoli más de 30 000 armas, varios millones de balas y 20 cañones KRUPP[8]. De ellos una buena cantidad se destinaba a Las Villas.
A esto hay que añadir las desapariciones físicas de jefes del movimiento revolucionario que lo van afectando considerablemente. Cayó combatiendo en la jurisdicción de Sancti Spíritus en el combate de Las Varas el 5 de enero de 1871 el valiente andaluz Coronel Diego Dorado; el General Federico Fernández Cavada, es fusilado por los españoles; el General Adolfo Fernández Cavada muere de fiebre; el General Juan Díaz de Villegas enfermo, tiene que marchar al extranjero; Jesús del Sol cae en acción de guerra; Guillermo Londa Ortegaza, Arcadio García y Tranquilino Valdés, jefes villaclareños, también pierden la vida.
Por otra parte se produjeron indisciplinas y sediciones que obligaron a pasar el mando de la División de Sancti Spíritus de José Payán a Francisco Villamil quien trata de imprimirle ánimo a sus tropas, combate en la Ceniza pero limitado por la falta de municiones. Villamil se vio precisado a salir hacia Camagüey, en marzo de 1871, al igual que gran parte de las tropas de Las Villas. Por el norte cruza la Trocha Roloff, más al sur, Villamil, Salomé Hernández, Carrazana, Payán y González Guerra. Serafín Sánchez que se encontraba enfermo la atraviesa más tarde el 25 de julio del propio año.
Comienza así el peregrinar de las fuerzas Villareñas, pues al llegar al Camagüey el Consejo de Gobierno los divide en dos columnas, la primera compuesta por 600 hombres bajo el mando del General Salomé Hernández es destinada a la zona de Bayamo y la otra 400 hombres a las órdenes de José Payán, se dirige a la Jurisdicción de Holguín. No va a ser hasta el año 1872 que por una comunicación de Gómez al gobierno donde le pide que reubique a los villareños a su distrito, pues poco hacían desarmados y semidesnudo en el Departamento Oriental y limadas las asperezas entre el Mayor General Ignacio Agramonte y el Consejo de Gobierno, es reintegrado el Mayor al frente del Ejército en Camagüey y las fuerzas villareñas destinadas a las órdenes del 3er Cuerpo de Ejército de Camagüey, creando Agramonte el Cuerpo de Rifleros de Las Villas del cual siempre se sintió orgulloso de pertenecer el capitán Serafín Sánchez, luego de la caída en combate del gran caudillo camagüeyano Ignacio Agramonte acaecida el 11 de mayo de 1873 le sustituye en el mando el Mayor General Máximo Gómez con el cual los villareños participan en importantes acciones como Palo Seco, la Sacra, ataque y saqueo de Nuevitas, toma de Santa Cruz del Sur y Las Guásimas, entre otras acciones gloriosas.
Las Villas queda con menos combatientes en acción, uno de ellos, el valiente José Antonio Legón[9] realiza acciones guerrilleras en la jurisdicción donde además son frecuentes los incendios a cañaverales y potreros, incluso en uno ubicado en tierras de la ciudad de Sancti Spíritus y del que se extrajeron 53 esclavos, lo que da clara idea del mantenimiento de la actividad insurrecta y su osadía, pues en junio de 1873 llegaron a incendiar el poblado de Guasimal, fortificado y comunicado por ferrocarril con la Villa.
Con respecto a este período en La Villas el historiador Ramiro Guerra escribió[10]:Protesta de Jarao
La deposición de las armas de los principales jefes cubanos no significó el fin de las operaciones en Las Villas, puesto que el coronel Ramón Leocadio Bonachea que se encontraba al este de La Trocha, decidió cruzarla y operar en los territorios de Remedios y Sancti Spíritus no tenía ayuda del extranjero pero se mantuvo 14 meses burlando a más de 20 000 soldados enemigos que andaban tras él y su tropa.
La permanencia de Bonachea en la manigua estimulaba a sus compatriotas de tal forma que había dos grupos de hombres en Santa Clara prestos a lanzarse a la lucha y secundarlo. De ellos, uno materializó sus propósitos[11].
Por eso, el mando español recurrió tanto a maniobras militares persuasivas, como a sucios manejos para tratar de eliminar su oposición a la pacificación.
Al fin, convencidos por antiguos compañeros, mucho más que por gestiones del campo enemigo, aceptó deponer las armas, rechazando todo tipo de negociación inmoral ni siquiera para salir de Cuba, aceptó otros fondos que los procedentes de la venta de una propiedad de su madre[12].
En Jarao el 15 de abril de 1879 estampó su firma en un acta que consignaba<ref>Moral, Luis F. del (1955). Serafín Sánchez, un carácter al servicio de Cuba. México: Ediciones Mirador, p. 120.<ref>:Aquella viril actuación estimuló a los cubanos para lanzarse nuevamente a las armas solo unos meses más tarde. Era una nueva manifestación de la intransigencia mambí ante la paz sin independencia.
Acciones finales
Referencias
- ↑ Datos expuestos en el Censo de población de la Isla de Cuba que terminó el 1ro de junio de 1862. En: los censos de población y viviendas en Cuba, Tomo I. Vol. II, Cuadro #32, Comité Estatal de Estadística, Instituto de Investigaciones Estadísticas.
- ↑ Archivo Provincial de Historia Sancti Spíritus. Fondo Serafín Sánchez. Legajo 7 Expediente 4. Apuntes sobre Honorato del Castillo donde se puntualiza lo referente a las conspiraciones de Sancti Spíritus relatado por Serafín Sánchez.
- ↑ 3,0 3,1 Moral, Luis F. del. Serafín Sánchez, un carácter al servicio de Cuba. México: Ediciones Mirador, 1955. Pág. 27
- ↑ Moral, Luis F. del (1955). Serafín Sánchez, un carácter al servicio de Cuba. México: Ediciones Mirador, p. 38.
- ↑ Moral, Luis F. del (1955). Serafín Sánchez, un carácter al servicio de Cuba. México: Ediciones Mirador, p. 40.
- ↑ Moral, Luis F. del (1955). Serafín Sánchez, un carácter al servicio de Cuba. México: Ediciones Mirador, p. 53.
- ↑ Ruiz de Zárate, Mary (1974): El General Candela, biografía de una guerrilla. La Habana: Editorial de Ciencias Sociales, p. 43.
- ↑ Guerra Sánchez, Ramiro (1972): Guerra de los Diez Años. Tomo I. La Habana: Editorial de Ciencias Sociales, pp. 395-396.
- ↑ Archivo Provincial de Sancti Spíritus. Fondo Ayuntamiento (colonia) Actas Capitulares. Año 1873, folios 115 Vto. y 205.
- ↑ Guerra Sánchez, Ramiro (1972): Guerra de los Diez Años. Tomo II. La Habana: Editorial de Ciencias Sociales, pp. 45 - 46
- ↑ Casasús, Juan J (1955): Ramón Leocadio Bonachea El Jefe de la Vanguardia. La Habana: Editorial Librería Martí, pp. 100 y 101.
- ↑ Archivo Nacional de Cuba. Fondo Donativo y Remisiones, Caja 684, No. 37.