Delia del Carril

Delia del Carril
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Pintora de profesión, fue la esposa de Neruda en sus años de residencia en España.
NombreDelia del Carril

Delia del Carril, pintora de profesión, fue la esposa de Neruda en sus años de residencia en España. El matrimonio en esos años haría amistad con algunos de los escritores y artistas más relevantes del ambiente intelectual madrileño, a los que recibían en su residencia, la Casa de las Flores.

Síntesis Biográfica

Delia del Carril nació en Polvaredas, la estancia familiar en el partido de Saladillo, la menor entre sus hermanos mayores –Justa, Julia, Ema y Victor- y la mayor de los menores –Raul, Adelina, Conrado, Carlos, Mario, Emilio, Ofelia y Ramiro-, la menos dócil, la mas curiosa, desde chica con ideas propias.

Un poco de historia

Era 1884, tiempos de bonanza económica y prestigio social para la familia. Su padre, Víctor, era hijo de Salvador del Carril, que había sido gobernador de San Juan a los 22 años, ferviente unitario, ministro de Hacienda de Rivadavia, exiliado en el Uruguay durante el gobierno de Rosas, vicepresidente de la Confederación Argentina que presidió Urquiza. Su madre, Julia Iraeta Iturriaga, con apenas l4 años cuando se casó, era la única hija de un comerciante vasco de Azul, una mujer sensible a la música y la literatura. Sujetos a la disciplina de institutrices y a los rígidos principios educativos del padre, los hermanos Del Carril vivieron durante unos años en el campo, un grupo inseparable en el que Delia sobresalía como la mas rebelde, preferida por su padre, aficionada a las locas carreras a caballo y siempre dispuesta a desafiar los códigos que restringían su trato con personas ajenas al cerrado círculo familiar.

Tenía ocho años cuando la familia se trasladó en pleno, por barco, a París, donde fue internada con sus hermanas en el convento de las religiosas de la Asunción, mas insoportable para ella que el del Sagrado Corazón que las alojaba durante su estada en Madrid.

Fue el primero de muchos viajes y señaló el fin de la vida libre en la estancia. En poco tiempo las obligaciones del padre, diputado nacional y luego vicegobernador de la provincia de Buenos Aires, además de las necesidades educativas, resolvieron el traslado a Buenos Aires, a una casa de Santa Fe al 3000. La tragedia demoró poco en golpear a la familia: Delia tenía 14 años cuando murió su abuela paterna; exactamente un año después, su padre, aquejado desde entonces por una incurable neurastenia, como se la llamaba, se pegó un tiro en el jardín de la casa. Viuda a los 36 años, Julia Iraeta confió el campo a administradores y comenzó a alternar la vida en Buenos Aires con largas permanencias en París, abriéndoles a sus hijas, mediante lecturas y espectáculos que presagiaban nuevas corrientes, posibilidades insospechadas.

Inicios

Delia cumplió con algunos requisitos, como su presentación en sociedad a los 21 años, asistiendo a bailes y fiestas benéficas y vacilando al mismo tiempo entre el canto y la pintura. Cuatro de los mayores se habían casado, y la casa era el centro de reunión de mucha gente. Entre otros, Ricardo Güiraldes.

En París, Delia afianzó su amistad con Ricardo y otros argentinos: los hermanos Oliverio y Alberto Girando, el coleccionista de arte Alfredo González Garaño.

No daba con su vocación, pero tampoco le atraía el matrimonio. En Buenos Aires encontró dos amigas afines con su necesidad de independencia: Victoria Ocampo y Lía Sansinena. En 1915, antes de vender Polvaredas, invitan alli a un grupo de amigos, y Güiraldes llega con Adán Diehl, famoso por inteligente, con una mirada sagaz para el arte. Ricardo Güiraldes y Adelina se enamoraron y poco tiempo despues se casaron. En nada se parecía su hermana Adelina a Delia; pero su vocación hogareña, su dedicación, amor y paciencia, también su dinero, fueron invalorables para que el escritor pudiera dedicarse de lleno a su obra.

Asediada por sus propios enamorados, Delia seguia soñando con una relación que la comprometiera mas profundamente.

La Primera Guerra Mundial desgarra a Europa. En 1916 llega Ortega y Gasset a Buenos Aires, deslumbra a Delia, establece una amistad con su familia y, por su intermedio, conoce a Victoria Ocampo. Ese mismo año, los Gonzalez Garaño, los Güiraldes y Delia planean un viaje en tren a Mendoza, de ahí a Chile y luego a Jamaica. Adán Diehl se presenta inesperadamente en Retiro, sube al tren con ellos y, ante el estupor general, Delia y Adán Diehl se casan en Mendoza. Durante cuatro años ella se había mantenido reticente ante este hombre bohemio y sin ataduras; como ella, atractivo y audaz, cuatro años menor. Delia tenía entonces 32 años. Fue el comienzo de una confrontación de pasiones posesivas y celos. Delia tenía belleza y encanto, lo prodigaba con naturalidad; Adán Diehl no se quedaba atrás. La larga enfermedad y la muerte, en Mar del Plata, del padre de Adán Dile ponen un paréntesis en los conflictos de la pareja. Después, de viaje en Mallorca, Adán logra comprar una vastísima propiedad en Formentor. Su mujer lo abandona, ante la flagrante evidencia de una infidelidad.

El tormentoso matrimonio había durado cuatro años. Acompañada por los Güiraldes y los Gonzalez Garaño, Delia regresa a Buenos Aires. Para sus amigos seguía siendo "un personaje necesario, animadora, con un cerebro privilegiado para la improvisación, interesada en todo, con una curiosa manera de asociar muchas ideas y formar un discurso atractivo, que ella misma terminaba por tomar en broma, para que no fueran a tomarla en serio", dice Fernando Sáez en su biografía. Eran los primeros años de la década del 20, cuando Oliverio Girondo personifica la vanguardia. Un grupo literario reúne aRicardo Güiraldes, Jorge Luis Borges, Raul González Muñón, Adelina y Delia como únicas mujeres. Delia establece una amistad con Pedro Figari. Una sucesión de desgracias familiares -la muerte accidental de un hermano durante una cacería; la de su hermana Julia; tres sobrinos muertos trágicamente en poco tiempo- dejan una profunda huella en su ánimo, y en 1926 otra pérdida marca el fin de esos años de camaradería.

Despues de la publicacion de Don Segundo Sombra, gravemente enfermo, Güiraldes soñaba con volver a la India, atraído por las religiones orientales, pero murió en el departamento de los Gonzalez Garaño, en París, el 8 de octubre de ese año.

Clases de pintura

A pesar de la amistad con Maria Rosa Oliver, las clases de pintura con Juan del Prete, los encuentros fugaces con Saint-Exupery o Marinetti, la vida de Delia seguia pareciéndole a ella superficial, sin sentido, y regresó a París, el mismo año 29 en que Adán Diehl había logrado la proeza financiera de construir, de la nada, el imponente Hotel Formentor, inaugurado, con una fiesta que hizo historia, el 29 de junio de ese año. En París Delia conoce al pintor Fernand Legar, que se apartaba de sus colegas con una forma de arte propia, en la que introducía engranajes y elementos industriales. Se había afiliado al Partido Comunista francés.

Con él Delia descubre otro mundo en París: conoce a Picasso, a Blaise Cendrars, Le Corbusier, Louis Aragón, Paul Eluard. Lo que escucha entre todos ellos, su visión de la realidad, despierta en ella una gran transformación. Comienza a interiorizarse en la ideología marxista: encontró en ella respuestas a sus búsquedas, "se sintió tocada, llamada por esas ideas", ingresó en el Partido Comunista frances, inscribiéndose como artista y pintora en la Asociación de Escritores y Artistas Revolucionarios: por fin descubría un camino que le permitía comprometerse, sentirse útil a los demás. Por cierto, en Buenos Aires, la reacción de su familia fue de rechazo total. Rafael Alberti y Maria Teresa León la instan a viajar a España, donde se vivía la era republicana. Llega allí en 1934, y comienza a trabajar en la Alianza de Intelectuales. Delia recibió en esos meses el apodo de la Hormiga, que le duró toda la vida.

Encuentro con Neruda

No se sabe bien si Delia y Pablo Neruda se conocieron en la mítica Cervecería de Correos de la calle de Alcalá o en la casa del diplomático chileno Carlos Morla Lynch, un hombre de buena pluma y sensibilidad para el arte. A la casa de Morla Lynch llegó una noche Neruda, que desempeñaba un cargo consular en Barcelona, y que poco después fue autorizado por el cónsul general de su país a establecerse en Madrid. Nacido en Parral, al sur de Chile, Neruda había sido cónsul en Ceilán, Java y Singapur. Durante esa etapa escribió Residencia en la Tierra y se casó con una holandesa, Maria Antonieta Hagenaar. El, físicamente opaco; ella, la gracia y la desenvoltura en persona. La mutua necesidad, la atracción, el amor que surgió entre ambos con el tiempo se vería como una perfecta compesación de sus respectivas carencias. Maruca, la mujer de Neruda, compartía con él el departamento de la Casa de las Flores, cercano a la Ciudad Universitaria, y se mantenía al margen de la vida bohemia del poeta. Hasta altas horas de la madrugada, Neruda tomaba anís con el grupo innovador de poetas españoles que lideraba García Lorca, al que incorporó a Miguel Hernández.

Delia le llevaba casi veinte años, lo que no se notaba. Era una mujer fina que también podía ser distante, que dominaba las situaciones con una facilidad innata, dice Saez.

La situación política comienza a agravarse y en esos días nace la hija de Maruca y Pablo, aquejada de hidrocefalía, una grave anomalía. Se ahonda un insalvable abismo entre ambos. A partir de 1935, Delia y Pablo comparten su vida ya menos secretamente, con amigos como Raul González Tuñón y su mujer, Amparo Mom. En febrero de 1936, las elecciones para las Cortes consagran la victoria del Frente Popular. Maruca parte con su hija para Barcelona y los asesinatos, el 12 de julio en Madrid, del teniente José Castillo, hombre de izquierda, y al día siguiente el de José Calvo Sotelo, desatan la división del país en las fuerzas rebeldes y las republicanas; la guerra. Pocos días despues llega la noticia de la muerte de Federico García Lorca. Pablo Neruda y Delia del Carril se comprometen con la causa republicana y simultáneamente ella comienza a ocuparse de leer, revisar, corregir, sugerir, aprobar los originales que él escribe, una tarea que cumpliría eficazmente durante muchos años. La situación se vuelve insostenible y el 7 de noviembre deciden abandonar Madrid. Delia permanece en Valencia, donde se había instalado el gobierno republicano. Un mes despues se reencuentra en Barcelona con Pablo, que había acordado la separación con su esposa, y de allí viajan a París.

Neruda le presenta a Delia a Louis Aragón, que le ofrece un empleo en una asociación antifascista que el dirigía. Una modesta suma mensual se agrega a la menguada renta que Delia recibía de Buenos Aires. Desde París, deciden regresar a Chile. "Esta es la Hormiga. Salúdenla", les dice a sus amigos de siempre, que los esperan en la estación Mapocho, en Santiago, el l0 de octubre de 1937. Alquilan una casa grande que será en adelante lugar de reuniones que se organizan como por encanto. Delia desconoce todo lo que concierne a la organización doméstica, pero es indispensable en todo lo demás.

Alianza de los intelectuales

Delia cae bien en el grupo de Neruda. Fundan la Alianza de los Intelectuales, acorde con los principios del Partido Comunista. Un breve viaje a Buenos Aires le permite despedirse de Adelina, que parte hacia la India; iniciar su divorcio de Adán Diehl, por entonces financieramente arruinado; constatar todo lo que, en ideas, la separa de su familia.

En viaje a París, Delia y Neruda, desde un pequeño departamento del Quai de L'Horloge, se dedican a organizar el traslado de refugiados españoles, cientos de los cuales cumplieron la travesía hasta Valparaiso. Permanecen dos meses en una París atenaceada por la guerra. Después regresan una vez más, y la necesidad de encontrar en Chile un lugar para escribir lleva a Delia, por intermedio de un aviso, hasta Isla Negra, donde compró, por 35 mil pesos, un pequeño caserío cercano al puerto de San Antonio. Lugar de ensueño, poco poblado, apenas por una comunidad de pescadores, ante el Pacífico. También recalan ahí los amigos, huéspedes, corre el vino, le resulta díficil a ella mantener un mínimo de orden. En 1940 -plena guerra en Europa- viajan a México, donde Neruda ha sido designado cónsul general de Chile. Acaba de ocurrir el asesinato de Trotsky. La casa de la pareja se convierte una vez más en lugar de reunión y fiesta de amigos, como Siqueiros, León Felipe y Jose Bergamin. Por supuesto, el vino y el tequila corren en cantidad. Desde alli, sufren las dolorosas noticias que llegan de lejos: la hija de Neruda falleció en Holanda; Miguel Hernández, víctima de tuberculosis, en la cárcel de Alicante.

Matrimonio

Concretado su divorcio de María Antonieta Hagenaar, Neruda (Neftali Reyes Basoalto) y Delia del Carril Iraeta contraen matrimonio en la ciudad de Tetecala, Estado de Morelos, el 2 de julio de 1943. En el certificado correspondiente ella figura con unos cuantos años menos: nadie, en realidad, le daba los casi sesenta que tenia. Ese mismo año Neruda renuncia a sus funciones y regresa a Chile. Se instalan en Santiago, en la casa de la calle Lynch. La actividad política, la disposición del Partido Comunista para emprender giras, organizar concentraciones, preparar discursos, les insume dedicación y tiempo. Neruda es elegido senador, y sus enfrentamientos con el gobierno le valen un juicio político y una orden de detención. Antes de que se hiciera efectiva, él y su mujer inician una sucesión de alojamientos clandestinos que logra mantenerlos ocultos de las autoridades durante un año. El PC colaboró con una estrategia que los llevó de un departamento a otro, y esa larga convivencia con lo clandestino dejó sus marcas en el vínculo de dos seres hechos para la libertad.

Mediante un complejo y bien planeado operativo, el poeta logró salir del pais por la cordillera y viajar a Paris, donde Delia se le unió dos meses despues. Juntos viajaron a la Unión Soviética, Rumania y Hungría.

El Congreso Latinoamericano de Partidarios de la Paz los llevó nuevamente a México, donde una tromboflebitis que aquejaba a Pablo los obliga a prolongar su estada. Una chilena, Matilde Urrutia, se queda algunos días a cuidarlo y se ocupa de detalles domésticos, sin que nadie, en el grupo siempre numeroso que va y viene, mucho menos Delia, le asignara al hecho demasiada importancia. Neruda se instala en Capri, por razones de salud y para dedicarse a escribir. Delia regresa a Chile, a la casa de la calle Lynch. Era 1952. El clima santiaguino era de descontento durante el último período del gobierno de González Videla. El Senado había solicitado la amnistía para Neruda, y lo mismo hacían Gabriela Mistral, que lo conocía y apoyaba desde su juventud, y otras figuras. Por fin, el poeta regresa a su país, en medio del beneplácito de mucha gente, lo que lo hace intocable para el gobierno. Pablo y Delia dedican gran parte de su tiempo a trabajar por la candidatura de Salvador Allende, surgida de un acuerdo entre los partidos de izquierda. Pero también había regresado Matilde, y las tácticas de Neruda para sus encuentros se volvían mas complicadas; necesitaba cómplices entre sus amigos. Como suele ocurrir, el secreto deja de serlo. Ese año, Neruda interrumpe abruptamente una estada en Moscú, invitado con Delia al Segundo Congreso de Escritores, y regresa a Santiago cediendo a las amenazas veladas de Matilde, dispuesta a abandonarlo.

Como la de él, su vida había comenzado en la pobreza; el estudio y la vocación por el canto la habían llevado a actuar en varias giras, y no estaba dispuesta a ceder el lugar que se había ganado en la vida de Neruda.

El se las arreglaba para mantenerse en una situación que muchos sospechaban, a partir de la publicación de Los versos del capitán como de autor anónimo.

Circulan comentarios dirigidos a desprestigiar a Matilde. Neruda teme un escándalo en el partido, pero Delia aparentemente permanece ajena a todo. Viaja a París para ocuparse de la publicación de Canto general.

Neruda concluye sus Odas elementales en Isla Negra. Unas cuantas personas saben que tambien Matilde había estado allí.

Por fin, es una carta encontrada en un bolsillo lo que la pone brutalmente al tanto de lo que ocurre. Se derrumba. Se niega a aceptar la situación, como Neruda le propone, y anuncia su decisión de separarse definitivamente. Por segunda vez en su vida, Delia corta por lo sano. El grupo se divide irremediablemente. Gradualmente va conociendo las verdaderas circunstancias de su vida durante los ultimos años: el golpe demoledor es la revelación del engaño, la deslealtad, lo imperdonable, y su desencanto se extiende a los amigos que la habían mantenido en la ignorancia, dejándola hacer el rídiculo.

Reanuda en París, con Bill Hayter, su aprendizaje en el duro trabajo del grabado. Enrique Zañartu, ayudante de Hayter, recordaba haberla ayudado en sus inicios: No por amistad, simplemente para evitar el desastre. Era capaz de meter la mano en el ácido, no se daba cuenta del peligro.

De nuevo en Santiago

De regreso a Santiago, ahora con el pelo blanco -había renunciado a la tintura- y una recobrada serenidad, se dedicó de lleno al grabado en el taller de Nemesio Antunez, en el que encontró afinidades y afectos en un grupo de gente de toda edad. Tenia mucha intuicion y sabia aprovechar el azar en beneficio de su trabajo. Una mancha, algo casual, la aprovechaba para el grabado que estaba haciendo; eso le costaba, porque era imaginativa. Se quejaba de que le costaba, no tenía un dibujo académico, pero sabía lo que quería expresar.

Por eso las cosas de ella tenían fuerza. Dejaba concretada la impronta de su intención. Era muy audaz, no tenia miedo, recuerda Eduardo Vilches. Despues de arduas negociaciones, Delia recuperó la casa de la calle Lynch, que había encontrado arrendada por el partido a un colegio.

En 1947, Delia había cancelado la deuda contraída por Neruda seis años antes y la casa estaba a su nombre. Ignoraba que había sido donada al partido en 196l. Se dedicó a repararla y se instaló alli con Ramón González, arquitecto, y su esposa, Sonia Muñoz. Nuevamente acudían a sus almuerzos sus amigos, como el escritor José Santos González Vera, Margarita y Alejandro Lipschutz, el escritor Manuel Rojas, Tomás Lago y Delia Soliman; se renovaba la discusión política, aparecia gente más joven.

A todos los necesitaba. Tambien le había llegado el reconocimiento artístico: coincidiendo con su cambio del grabado al dibujo con carbonilla, la flamante Galeria Central de Arte, dirigida por Carmen Waugh, exponía y vendía con éxito los grabados del taller de Nemesio Antúnez.

Vuelve a París en 1960, a visitar amigos, recorrer exposiciones, escuchar música y almorzar en La Coupole, y nuevamente dos años después, esta vez para hacer las ilustraciones de El cantar de los cantares. En sus dibujos aparecen, desde hace un tiempo, figuras de caballos en un estilo que no se parece a ninguno, surgidas de algún lugar de su memoria. Viaja a Moscú, invitada a exponer sus trabajos.

En Santiago su vida transcurre entre las visitas de Nicolás Guillén, Victoria Ocampo, Dominique, la viuda de Paul Eluard, y un ir y venir de huéspedes, fiestas para recolectar fondos para el partido, escaceses, que a veces se remedian vendiendo paltas, nueces, caquis y almendras del jardín. Internada por la quebradura de una cadera, le traen un poema del último libro de Neruda. Incluye estas lineas: Delia es la luz de la ventana abierta/ a la verdad, al árbol de la miel,/ y pasó el tiempo sin que yo supiera/ si quedó de los años malheridos/ solo su resplandor de inteligencia/ la suavidad de la que acompañó/ la dura habitación de mis dolores. Hubo otras exposiciones de sus trabajos.

En Lirolay, en Buenos Aires, a fines de 1965. Le preocupaba la opinión de las personas más cercanas aquí, como María Rosa Oliver y Victoria Ocampo, unos años después Marcela y María Teresa Solá.

La Hormiga seguía laboriosa, infatigable, sin decir su edad, - que para entonces superaba los ochenta - siempre rodeada de gente: Sergio Insunza y Aída Figueroa, su sobrino nieto Gabriel del Carril, Irene Domínguez, Eduardo Vilches, Emilio Ellena, durante sus viajes.

En 1966 se dictó la sentencia de nulidad matrimonial que Neruda le había pedido. Una o dos veces, accidentalmente y en reuniones sociales, se cruzó con Pablo y Matilde Urrutia. En su casa recibia nuevos arrendatarios, los capaces de adaptarse a su tren de vida. En 1967 le avisan que había muerto en Buenos Aires su hermana Adelina. El 4 de septiembre de 1970 Salvador Allende gana las elecciones presidenciales, y en la casa el triunfo se celebra durante varios días.

Le traen un poema que Miguel Hernández le había dedicado: Que suavidad de lirio acariciado/ con tu delicadeza de lavanderas de objetos de cristal,/ Delia, con tu cintura hecha para el anillo/ con los tallos de hinojos mas apuestos/ Delia, la de la pierna edificada con las liebres perseguidas/ Delia la de los ojos boquiabiertos/ del mismo gesto y garbo de las erales cabras. En octubre de 197l Pablo Neruda obtenía el Premio Nobel de Literatura. Ella observó en su televisor su regreso aclamado a Chile, con Matilde Urrutia, sin hacer comentario alguno.

El 10 de septiembre supo por las marchas que difundían las radios y luego con la aparición de la junta militar en la pantalla que las crecientes tensiones de los últimos meses culminaban en el golpe de las fuerzas armadas.

La rodeaba un espeso silencio, un duelo compartido. Sus arrendatarios debieron abandonar la casa y, en busca de uno de ellos, los militares se presentaron allí el día siguiente, y varias veces después, para revisarla de arriba abajo. El 24 de septiembre murió Pablo Neruda. Sus amigos la encontraron en la cama, llorando, preguntándose si él alguna vez la había querido. Muchos tuvieron que abandonar el país. Aun así, los viernes seguían siendo el dia de los amigos. Delia colaboraba con quien se lo pedía, sin arredrarse ante nada.

Para una exposición de sus obras viajó en 1975 primero a Bogotá, luego a Pereira (Colombia) y a Lima. La creciente dificultad para moverse la volvía mas dependiente, aunque se las ingeniaba para que alguien, a su lado, siguiera sus indicaciones. Hubo algunas intervenciones quirúrgicas, borrones en la memoria, una hemiplejia.

El 26 de julio de 1989 Delia del Caril murió, apaciblemente, en Santiago, con Rosita a su lado.

Poema

El amor

El firme amor, España, me diste con tus dones.
Vino a mí la ternura que esperaba y me acompaña la que lleva el beso más profundo a mi boca.
No pudieron apartarla de mí las tempestades ni las distancias agregaron tierra al espacio de amor que conquistamos. Cuando antes del incendio, entre las mieses de España apareció tu vestidura, yo fui doble noción, luz duplicada, y la amargura resbaló en tu rostro hasta caer sobre piedras perdidas. De un gran dolor, de arpones erizados desemboqué en tus aguas, amor mío, como un caballo que galopa en medio de la ira y la muerte, y lo recibe de pronto una manzana matutina, una cascada de temblor silvestre. Desde entonces, amor, te conocieron los páramos que hicieron mi conducta, el océano oscuro que me sigue y los castaños del otoño inmenso.
Quién no te vio, amorosa, dulce mía, en la lucha, a mi lado, como una aparición, con todas las señales de la estrella? Quién, si anduvo entre las multitudes a buscarme, porque soy grano del granero humano, no te encontró aparetada a mis raíces, elevada en el canto de mi sangre? No sé, mi amor, si tendré tiempo y sitio de escribir otra vez tu sombra fina extendida en mis páginas, esposa: son duros estos días y radiantes, y recogemos de ellos la dulzura amasada con párpados y espinas.
Ya no sé recordar cuando comienzas: estabas antes del amor, venías con todas las esencias del destino, y antes de tí, la soledad fue tuya, fue tal vez tu dormida cabellera.
Hoy, copa de mi amor, te nombro apenas, título de mis días, adorada, y en el espacio ocupas como el día toda la luz que tiene el universo.

Fuente

  • Biografía
  • [www.neruda.uchile.cl/deliadelcarril.htm Delia Del Carril]