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última versión al 00:40 21 jul 2019

Inicios de la educación en Cuba
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Ini.jpg
Fecha:siglos XVI y XVII
País(es) involucrado(s)
Bandera de Cuba Cuba


Inicios de la educación en Cuba (siglos XVI y XVII). Aborda la educación en Cuba desde la llegada a América, en el siglo XVI, de la monarquía hispana, hasta el siglo XVII con la presencia de los franciscanos en la Isla.

Apoyo eclesiástico a la monarquía hispana

Desde su llegada a América, la monarquía hispana contó con la Iglesia Católica para apoyar la magna empresa de conquista y colonización de los nuevos territorios. Cuba y La Española (actual territorio de Haití y República Dominicana) sirvieron de punto de partida y aprovisionamiento a las expediciones que se dirigían al continente. Durante los primeros siglos, la enseñanza estuvo controlada por la Iglesia española, que demostró eficacia para el logro de los fines propuestos.

Primeras parroquias erigidas

El centro del aparato oficial, organizado en Cuba para llevar a cabo la conquista y colonización, fue el gobernador, quien tenía funciones gubernativas, administrativas, judiciales y militares, entre ellas, el repartimiento de indios y la distribución de tierras, solares y agua. Al primer gobernador de la Isla de Cuba, el adelantado Diego Velázquez, lo acompañaron miembros del clero en los actos de fundación de las primeras villas. La parroquia fue la primera institución oficial que tuvo mayor alcance en este proceso. Entre 1512 y 1519, al fundarse estas primeras villas, se erigieron las correspondientes parroquias: Nuestra Señora de la Asunción, Baracoa (1512), la villa primada, donde se ofició la primera misa en Cuba; San Salvador, Bayazo (1514); Santa María, Puerto Príncipe (1514); Espíritu Santo, Sancti Spiritus (1514); Santísima Trinidad, Trinidad (1514); Asunción de Nuestra Señora, Santiago de Cuba (1516) y San Cristóbal de La Habana (1519).

La maestrescolía: surgimiento y objetivos

La primera maestrescolía o scholastría funcionó en la Catedral de Santiago de Cuba, a partir de algún momento posterior a 1523, con Sánchez de Céspedes como primer escolástico. La maestrescolía fue una dignidad creada en el medioevo, disfrutada y ejercida por el maestrescuela o escolástico. Tenía por objetivo difundir y fortalecer el cristianismo y preparar oficiantes para el culto, gracias al conocimiento de la Gramática latina y la doctrina cristiana. El maestrescuela debía “leer” gramática (latín) a hijos de vecinos o colocar a personas que lo hicieran en su lugar, de manera que la aprendiesen; enseñar por sí a los clérigos y demás personal de la Iglesia y a todos los diocesanos que la quisieran oír. Después de 1547, parece que la maestrescolía cesó en sus funciones o tuvo un destino incierto o irregular, pues no aparecen nuevos nombres de maestrescuelas. Miguel de Velásquez, nacido en esta tierra, hijo de india y padre español, discípulo de Sánchez de Céspedes, pudo realizar estudios en España y llegó a ser maestrescuela y organista de la catedral, también regidor y alcalde de la ciudad.

Educación no escolarizada

En el siglo XVI, la educación escolarizada en conventos, seminarios, colegios, parroquias, Escuelas de Amigos o costeada por cabildos, tuvo un alcance restringido, pues prevaleció la educación no escolarizada. Constituían fuentes de educación: la familia y la sociedad en su conjunto mediante el ejemplo y la transmisión oral. Los primeros hijos de “vecinos” asimilaron las costumbres y hábitos de vida de sus antecesores; algunos, si contaban con progenitor letrado, pudieron recibir cierta instrucción en el seno del hogar; otros aprendieron un oficio. Por encima de este conjunto de influencias que recibían los primeros “vecinos” y sus descendientes, prevaleció la Iglesia, que ejerció el más poderoso influjo en todos los órdenes de la vida. El idioma y el cristianismo fueron los dos elementos culturales de mayor importancia provenientes de la herencia ibérica. El concepto de vecino tiene particular importancia en el lenguaje colonial. La relación básica para la vecindad era la posesión de la tierra, que suponía asentamiento, arraigo y participación en el orden económico y sociocultural de la comunidad. Componente de este gobierno civil era el gobierno municipal o gobierno local, representado por los cabildos o concejos, que no tardaron en convertirse en eficaces medios para el ejercicio del poder por las familias de mayores recursos, los pequeños grupos oligárquicos en formación.

Evidente preocupación por la enseñanza

En la segunda mitad del siglo XVI, comienza a manifestarse una incipiente preocupación de los vecinos por la enseñanza, canalizada a través de los cabildos, cuyas actas recogen acuerdos dirigidos a lograr el establecimiento de órdenes regulares dedicadas a la docencia o la contratación de preceptores o dómines, quienes se ocuparan de la instrucción de sus hijos. En las actas del Cabildo de La Habana, aparecen las primeras gestiones promovidas por los vecinos para estos propósitos. En 1597, este cabildo destinaba 200 ducados anuales, de los propios de la ciudad, para costear dos maestros de escuela: Martín Hernández Segura (quien aparece como tal en una relación de vecinos de La Habana y Guanabacoa, de 1582) y Diego de Espinosa, a quien, en 1596, el cabildo abonaba la suma de 293 reales y 11 maravedíes por enseñar. En acta capitular de septiembre de 1603, se recoge un acuerdo sobre la necesidad de contratar a un preceptor de gramática con sueldo de 100 pesos al año. Se insiste en el asunto y se aumenta la propuesta a 200 ducados de propios. El 29 de julio de 1606, se repitió el pedido a través del cabildo, lo cual evidencia que no se había logrado la contratación del maestro. En mayo de 1607, un acta del cabildo habanero recogió el compromiso de un grupo de vecinos, dedicados a la cría de ganado, de suministrar diariamente una cuota de carne de res y de puerco para contribuir al sostenimiento del colegio fundado, en 1605, por el obispo Juan de las Cabezas y Altamirano. Estos y otros ejemplos sirven para evidenciar que hubo interés, canalizado a través de los cabildos, por proveer un mínimo de instrucción (sobre todo, del latín, que marcaba el límite entre los estudios menores y mayores) a los hijos de vecinos: niños blancos, nacidos en Cuba, de familias españolas principales.

Surgimiento de una cultura hispano-cristiana

La conquista y colonización fueron sinónimos de fuertes choques con las culturas autóctonas americanas y forja de una nueva cultura hispano-cristiana. Los indios –en pocos años, casi extinguidos en Cuba-, para ser considerados súbditos de la Corona española, recibían la atención de una legislación especial, centrada en su evangelización para “atraerlos” a la santa fe católica. Excepto contadas excepciones, fue la única instrucción que prevaleció para los indoamericanos. Los negros, sus sustitutos traídos de África en condición de esclavos, permanecieron siempre al margen de la enseñanza escolarizada, pero no por ello fueron excluidos, con pobres resultados, de la evangelización. Fueron las órdenes monásticas de los franciscanos, dominicos, jesuitas y agustinos, entre otras, las que gozaron de los mayores privilegios y prerrogativas para la educación, pero también fue responsabilidad de los seculares, las instituciones civiles y los particulares.

Primeros frailes: dominicos o predicadores

Los dominicos o predicadores fueron los primeros frailes, quienes evangelizaron en Cuba. Un documento del 4 de junio de 1516 permite afirmar que su presencia fue anterior a la de Diego Velásquez y sus conquistadores, pues les facilitaron la ocupación del territorio oriental de la Isla mediante el “amansamiento” de indios. Obtuvieron licencia, en 1519, para fundar convento en Santiago de Cuba, pero no lo hicieron por la extrema pobreza del lugar; no obstante, impartieron doctrina cristiana, primeras letras y Gramática latina en un local aledaño a la catedral. La villa de Santiago de Cuba, por las favorables condiciones de su puerto, pronto se convirtió en la capital de la colonia (hasta 1556) y residencia de las más altas autoridades.

Establecido el convento de San Juan de Letrán y fundada la Universidad de La Habana

Por Real Cédula, expedida en Madrid el 16 de diciembre de 1578, se conoce que en La Habana se había establecido el convento de San Juan de Letrán y que en él los dominicos habían comenzado a enseñar Gramática, Artes y Teología, materias con las cuales adquirió carácter de colegio general. El historiador Luis Felipe Le Roy anota que, al igual que en otros conventos dominicos, los estudios en San Juan de Letrán debieron ser mixtos –para religiosos y para seglares- desde sus inicios, lo cual facilitó, pasados muchos años, que en este local y bajo la misma orden se fundara, en 1728, la Universidad de La Habana. En el convento, que fuera albergue transitorio para frailes de paso hacia el continente, se impartieron la obligatoria doctrina cristiana y las primeras letras.

Docencia impartida por los jesuistas

Los jesuitas impartieron docencia en La Habana –doctrina cristiana y materias de primaria- a niños indios de La Florida e hijos de vecinos desde antes de constituirse oficialmente su colegio, en febrero de 1569, y hasta 1574. Se propusieron permanecer en La Habana, pero por falta de recursos se determinó su partida para México. Sin embargo, el cabildo de La Habana insistió en su regreso, pues comprendió las ventajas que para los jóvenes representaba una enseñanza que incluyera todas las ciencias y artes. Los franciscanos fueron los primeros misioneros en arribar a América, en 1493. A ellos confiaron los reyes de España “el cuidado de los indios”; de ahí que aprendieran las lenguas de los aborígenes americanos. Suyas fueron las primeras aulas, escuelas y cátedras creadas para evangelizarlos. En todos los centros misioneros, establecieron escuelas para la instrucción de los niños, en especial, los hijos de los caciques.

Erigido el convento franciscano

Según testimonio del padre Bartolomé de Las Casas, en los primeros tres meses de la conquista murieron de hambre siete mil niños indios. Para contrarrestar la terrible mortandad que sufrió la población aborigen e incrementar la fuerza de trabajo, las autoridades, como antes en La Española, adoptaron en Cuba tres medidas: traer indios de islas y tierras continentales vecinas, como Yucatán; traer negros esclavos de África y concentrar a los remanentes, los llamados indios “vacos”, en nuevos poblados creados para ellos bajo el cuidado evangelizador-docente de un cura párroco. Fueron los franciscanos los encargados de esa última medida, por Real Providencia de 14 de septiembre de 1526. Un fraile se trasladó de Santo Domingo a Santiago de Cuba con el propósito de dar protección a los indocubanos, cristianizarlos e incorporarlos a la sociedad como hombres libres, mediante un plan de colonias agrícolas. No se tienen noticias ciertas acerca de la construcción del primer convento de los franciscanos en Cuba, en el siglo XVI, en un medio socioeconómico pobre y vulnerable, aunque parece que llegaron a impartir doctrina cristiana, primeras letras y, quizás, Gramática latina. Sin embargo, la villa de San Salvador (Bayazo) prosperaba gracias a la ganadería extensiva y el comercio de rescate, y el legado de un hombre rico, Francisco de Parada, permitió erigir el convento franciscano, que tuvo funciones docentes desde sus inicios hasta el siglo XIX. La instalación del convento franciscano en La Habana, relativamente tardía, se inició en 1574. Debía servir como convento de tránsito y atender la evangelización de indígenas, tanto de La Habana como del poblado de Guanabacoa (fundado con indios “vacos” en 1554) y de La Florida. Los franciscanos de La Habana fueron sucesores de los jesuitas de la segunda mitad del siglo XVI, por lo que asumieron esa docencia. En la primera mitad del siglo XVII, el convento desarrollaba una importante actividad educativa: añadía a los estudios de primaria y de lenguas, otros superiores propios de un seminario: Gramática (Latín), Arte (Filosofía) y Teología, con un regente general de estudios y los respectivos lectores. En 1647, el procurador Gregorio Mojica solicitó autorización real para que los franciscanos pudieran conferir grados menores (de bachiller) en Filosofía y Teología. Los conventos franciscanos de La Habana y Bayamo, y el dominico de San Juan de Letrán, poseen gran importancia: en sus aulas se formó un clero regular criollo, el que desde el siglo XVII hasta principios del XIX, desempeñó un papel de vanguardia en la historia docente-eclesiástica de Cuba y La Florida.

Fuente