Dominio absoluto de Estados Unidos (1909-1925)

El dominio absoluto de Estados Unidos (1909-1925)
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Fecha:1909- 1925
Lugar:Cuba
Descripción:
En este período se consolidó el dominio norteamericano en la economía y en la política de Cuba.
Consecuencias:
El país se sumió aún más en una crisis política y moral, asimismo aumentó en el pueblo la miseria y el desamparo.
País(es) involucrado(s)
Estados Unidos y Cuba
Líderes:
José Miguel Gómez, Mario García Menocal y Alfredo Zayas


El dominio absoluto de Estados Unidos (1909-1925). La etapa que sucede a la segunda ocupación, se caracteriza por la consolidación del dominio norteamericano en la economía y en la política de Cuba y por el desarrollo de graves males que afectaran a la república burgués-latifundista hasta su desaparición. Los tres gobernantes de esa etapa (José Miguel Gómez, Mario García Menocal y Alfredo Zayas), liberales y conservadores, compartirían en similar medida la responsabilidad por la permanente crisis política y moral en que se vio sumido el país y por la miseria y el desamparo de las masas.

Las inversiones de Estados Unidos

En esa etapa se produce un rápido crecimiento de las inversiones norteamericanas, que hacia 1915 dan alcance y sobrepasan a los capitales ingleses e inician un vertiginoso ascenso, sobre todo en la industria azucarera, que llega a su cima en 1925 - 1926. Si las inversiones yanquis en 1906 se calculaban en unos 160 millones de pesos, en 1914 llegan a 215 millones (1,3 veces más) y en 1925 ascienden a 1360 millones (6,3 veces más que en 1914).

Durante la gran expansión azucarera de 1915 a 1925, el capital norteamericano toma el control de varios sectores estratégicos de la economía cubana: además del azúcar, lo hace en la minería, los servicios públicos, la banca, la deuda externa, las tierras. Son los dueños casi absolutos de las empresas de electricidad, teléfonos, industrias energéticas varias (carbón, petróleo, alcohol); así como de la mayor parte de los ferrocarriles y fábricas de cemento, tabaco, conservas, etc.

Pero el grueso de las inversiones en este período se dirige al sector azucarero. Si en 1914 las empresas norteamericanas son dueñas de 38 centrales que producen el 38% del azúcar de Cuba, en 1927 tienen no menos de 75 centrales, con el 68.5% de la producción. Una sola de sus empresas, la Cuban Cane Co., obtuvo en la década de 1916 a 1925 ingresos de $580 000 000 por venta de azúcares y mieles, con ganancias netas de $105 O00 000.

Creció desmesuradamente también el latifundio azucarero norteamericano, que en 1927-28 abarcaba el 40% de las mejores tierras del país. Sólo 18 empresas yanquis poseían 103 992 caballerías (1 395 572 hectáreas). Si en la primera década la penetración financiera se realiza principalmente a través de los empréstitos, existiendo pocos bancos norteamericanos, éstos proliferan con la "fiebre azucarera", a partir de 1915, siendo el más importante de ellos el National City Bank of New York. También se establecen bancos canadienses y de otros países, y hasta la burguesía cubana funda unos 30 pequeños establecimientos bancarios, que se arruinarían con el crack de 1920. Entre 1914 y 1927 Cuba recibe 118 millones de pesos por concepto de seis empréstitos con casas bancarias norteamericanas, estando obligada a pagarles $170 800 000. Los bancos yanquis ganan en esas operaciones la suma de $59 800 000 a costa del tesoro nacional cubano.

Con la expansión de la industria azucarera, los monopolios norteamericanos y la burguesía nativa ligada a esa industria necesitan mano de obra abundante y barata, sobre todo para las labores de corte y alza de la caña en los meses de zafra. En 1913, el gobierno firma la primera autorización oficial para importar braceros antillanos, principalmente de Jamaica y Haití, los que son contratados y ubicados en las colonias cañeras en condiciones de semiesclavitud: se les hacina en barracones insalubres, con salarios que no alcanzan ni para comer y en total desamparo. Esta inmigración se incrementa notablemente después de 1915, con el auge azucarero impulsado por la primera guerra mundial. Se calcula que de 1913 a 1925 entraron de esa forma al país más de 250 000 braceros haitianos y jamaicanos.

Descomposición moral

Tomás Estrada Palma

También en la etapa de 1900 a 1925 se consagró la práctica de la corrupción política y administrativa. La primera se había manifestado ya con mucha fuerza en las primeras elecciones generales bajo la ocupación yanqui, con el fin de imponer a Tomás Estrada Palma como presidente; y éste la practicó después en 1905 para reelegirse. Esta lacra se expresaba en dos formas principales: tratando de ganar por el soborno o la presión el favor de los electores antes de los comicios, o burlando la voluntad popular después de expresada en las urnas. Los latifundistas, empresas o patronos, solían obtener los votos amenazando a los trabajadores y sus familiares con el despido o el desalojo, y prometiendo futuro empleo a los desocupados.

Muchos caciques políticos compraban los votos de la gente más necesitada, bien a cambio de dinero, o bien ofreciéndoles algún servicio indispensable: el ingreso en un hospital o en un plantel, la consulta de un médico la adquisición de medicinas, una factura de víveres en un establecimiento y hasta los recursos para enterrar un familiar muerto.

También era práctica frecuente el falseamiento de los registros de electores o la intervención de la guardia rural y el ejército para impedir que votaran los opositores al candidato que se quería favorecer. Cuando estos procedimientos no eran suficientes, se apelaba al "cambiazo": el robo de las urnas o cualquier acto semejante para alterar el resultado de la votación. Algunas de estas formas de fraude, o todas juntas, estuvieron presentes en cada una de las elecciones que tuvieron lugar en la República. Otro tanto ocurrió con la corrupción administrativa, inseparablemente vinculada a la politiquería imperante.

Se manifestó desde el gobierno de Leonard Wood, y sobre todo en el de Magoon; y los gobernantes criollos aprendieron bien la lección. Se veían envueltos a menudo en negocios escandalosos y desfalcos del tesoro público. Pero, además de eso, toda obra de utilidad nacional se planeaba de tal manera que dejara grandes beneficios monetarios y materiales a los que elaboraban y dirigían los proyectos. Las obras, los empréstitos, las transacciones comerciales, las concesiones a empresas privadas, los presupuestos, los créditos para atender a la población afectada por desastres naturales, en fin, toda gestión gubernamental, era una fuente de ingresos ilícitos para sus ejecutores.

Gobiernos que se establecieron

José Miguel Gómez. Partido Liberal (28 enero 1909 - 20 mayo 1913)

José Miguel Gómez (1858-1921)

El primer mandatario de esta etapa, José Miguel Gómez, se hizo general en la guerra del 95, mas pronto renegó de la causa nacional-liberadora. De carácter locuaz y populachero, se distinguió por su demagogia y por los pingües negocios con que se enriquecieron él y sus seguidores. Esta rapacidad le valió el mote de "Tiburón", y el hecho de compartir pródigamente el resultado de sus matrerías dio origen a una frase muy popular: "Tiburón se baña, pero salpica".

Su gobierno autorizó las peleas de gallos y restableció la "Lotería Nacional", juego de azar que producía todos los años millones de pesos, gran parte de los cuales iban, por diferentes vías, a las arcas privadas de los politiqueros de turno.

Entre los más escandalosos fraudes de ese gobierno, se hallan las concesiones hechas a empresas cubanas y estadounidenses para dragar los puertos de Cuba y para desecar la Ciénaga de Zapata. Pese a la indignación popular, se crearon impuestos altamente lucrativos, se entregaron fuertes sumas a los concesionarios y se otorgó a éstos, en el caso de la Ciénaga, el derecho a explotar la riqueza forestal de la zona. Hubo intervención diplomática de Estados Unidos y el pleito se extendió por varios años. Pero, en definitiva, no se dragaron los puertos ni se desecó la ciénaga, perdiéndose millones de pesos entre gobernantes y concesionarios. Otro importante y jugoso negocio fue el canje del terreno de Villanueva, donde estaba la estación central de ferrocarriles y se quería construir el edificio del Capitolio, por el del Arsenal, pagándose por el primero un valor muy superior al del segundo, cuando éste valía cuatro millones más que aquél.

Pingües beneficios ofreció también el vasto plan de construcciones que se llevó a cabo: seis escuelas de agricultura, una en cada provincia; una estación agronómica en Santiago de las Vegas, cerca de La Habana; un canal de 51 km en la provincia de Matanzas (pasos iniciales); más de quinientos kilómetros de carreteras, algunos mataderos, acueductos y cementerios; proyectos de unas mil casas para obreros, asilos de ancianos en La Habana y otras localidades y un hospital en Manzanillo; reparación de carreteras, caminos y puentes. Además, el Estado subvencionó a tres grandes empresas ferroviarias (norteamericanas e inglesas) para que ampliaran las líneas férreas de que eran dueñas en Occidente, Las Villas y Camagüey.

Se aprobaron algunas leyes de beneficio popular, como la entrega de una caballería de tierra a cada familia campesina sin tierra, la prohibición de pagar los salarios obreros en "vales" o "fichas" en sustitución de la moneda legal, y la "Ley del Cierre", que fijaba un horario de trabajo a los establecimientos comerciales. Pero estas medidas no se cumplieron nunca en aquellos años.

Gerardo Machado y Morales (1871-1939)

Junto al relajamiento y la demagogia, el régimen de Gómez apeló igualmente a la represión antiobrera y antipopular. Con ese fin, creó el Ejército Permanente, reorganizó la Guardia Rural, fortaleció la estructura de las fuerzas armadas y prestó mucha atención a su preparación militar e ideológica. El Secretario de Gobernación, general Gerardo Machado, se distinguiría desde entonces por su vocación represiva.

Ese aparato militar sería utilizado, en primer lugar, para acallar las Protestas populares. Una poderosa huelga de los obreros azucareros en varios ingenios orientales en 1912, dirigida por el Partido Socialista de Manzanillo, fue salvajemente reprimida por la Guardia Rural. De igual manera fue abatida otra importante huelga de los obreros del alcantarillado de La Habana en 1911, que terminó con la expulsión del país o la prisión de sus dirigentes.

Pero el acto represivo más brutal de ese período fue el aplastamiento de la llamada "guerrita de los negros" en 1912. La discriminación racial, heredada de la colonia, se acrecentó notablemente durante las intervenciones militares norteamericanas y corroía la república. No se admitían negros en la policía; los negros no podían asistir a los actos oficiales de mayor envergadura, ni ocupar una serie de cargos públicos, ni trabajar como empleados en numerosas empresas de servicio público, bancos, etc., ni entrar a los principales hoteles ni restaurantes. Los blancos acomodados tenían grandes colegios e instituciones de recreo, deportivas, sociales y otras, en las que no eran admitidos los negros; la preterición obligaba al negro a emplearse por un salario inferior al que recibía el blanco.

Muchas eran las denuncias y protestas del movimiento obrero, de los veteranos de la independencia, de las personalidades y organizaciones progresistas. En 1908, para luchar contra ese estado de explotación y afrenta, se fundó la Agrupación Independiente de Color, dirigida por Evaristo Estenoz, antiguo dirigente obrero y a la sazón pequeño contratista de obras, y Pedro Ivonet, coronel del Ejército Libertador. El programa de esta organización no se proponía solamente el cese de la discriminación racial, sino también la abolición de la pena de muerte, la enseñanza obligatoria y gratuita, y otras demandas de beneficio social. En 1910, la Agrupación se convirtió en partido político, y trató de participar en las elecciones; pero no pudo hacerlo porque se aprobó una ley que prohibía la existencia de partidos de una sola raza. Cerradas las vías legales, el Partido Independiente de Color apeló a las armas. El 20 de mayo de 1912 se inició el alzamiento, cuyo foco principal estaba en Oriente pero que abarcó también zonas de Pinar del Río, La Habana y Las Villas. El gobierno movilizó contra los alzados a todas sus fuerzas y liquidó el movimiento. Muchos de los rebeldes cayeron en combate y la mayor parte le ellos, como el coronel Ivonet, fueron asesinados. La masacre arrojó el saldo de unos 3000 negros muertos.

Mario García Menocal. Partido Conservador (20 mayo 1913 - 20 mayo 1921)

Mario García Menocal (1866-1941)

Mario García Menocal sucede a José Miguel Gómez en la primera magistratura de la República a partir del 20 de mayo de 1913. Ingeniero Civil, graduado en la Universidad de Cornell en Estados Unidos, Menocal había sido uno de los generales más jóvenes en la guerra del 95, sin que hubiera realizado acciones militares significativas. De ideas conservadoras y pronorteamericanas, colaboró con Leonard Wood como jefe de la policía en La Habana y fue un representante típico de los monopolios yanquis, distinguiéndose como administrador de propiedades de la Cuban American Sugar Co. y de otras empresas. La propia prensa norteamericana afirmó que Menocal era más americano que cubano. Por su agresiva política antiobrera y antipopular, se le llamó "El Mayoral" y "El Káiser de Cuba".

Menocal gobernó durante dos períodos consecutivos, hasta 1921. Cuando se reeligió mediante un escandaloso fraude en 1916, se produjo una sublevación encabezada por José Miguel Gómez y otros jefes liberales, que contó con el apoyo de un buen número de oficiales de la Guardia Rural y el Ejército. Este alzamiento pasó a la historia con el nombre de "La Chambelona", que hace alusión a una tonada de aire popular cantada en los actos y divulgada en la propaganda del Partido Liberal.

La insurrección abarcó a cinco provincias, de La Habana a Oriente, pero fue derrotada por la superioridad militar del gobierno y la intervención de Estados Unidos, que llegó a desembarcar infantes de marina en algunos puntos de la isla. Los rebeldes fueron acusados de "germanófilos" y algunos de sus cabecillas asesinados. Otros fueron presos y más tarde amnistiados.

Comenzando Menocal su período de gobierno, estalló la primera guerra mundial, que tuvo una gran repercusión económica y política en el país. En octubre de 1914, dos meses después de iniciada la conflagración, se aprueba una Ley de Defensa Económica que contempla, entre otras medidas, la introducción de economías en la Administración del Estado, emisión de bonos del Tesoro, aumento de impuestos, elevación de las tasas de interés sobre préstamos hipotecarios, reorganización del Ejército y la Guardia Rural, fijación de primas de exportación para el tabaco, creación del seguro marítimo para los exportadores y acuñación de una moneda nacional.

Vacas Gordas y Vacas Flacas

A causa de la guerra se liquidan prácticamente las cosechas de remolacha en Europa, por lo que crece considerablemente la demanda de azúcar cubano, y sus precios se elevan como nunca antes. Si el año de preguerra, 1913, Cuba había producido 2 428 000 toneladas de azúcar y había aportado el 14,3% de la producción mundial, ya en 1916 subió a 3 000 000 de toneladas, el 18,48% del total mundial, y en 1919 llegaba a 4 000 000 de toneladas para cubrir el 26,6% del azúcar del mundo. Y los precios del dulce producto, que en 1913 habían sido de 1, 15 cts. la libra, llegaron a 18,5 cts. en mayo de 1920. También aumentó considerablemente la explotación minera del país, sobre todo la de hierro y manganeso. La balanza comercial fue favorable para Cuba en esos años, ya que las exportaciones superaron sustancialmente a las importaciones. Los ingresos del Presupuesto de la República, que en 1913 fueron de $43 077 394, se elevaron en 1920 a $114 675 438.

Esta etapa de florecimiento económico es conocida como "la danza de los millones" o "las vacas gordas". Pero esa bonanza benefició principalmente a los monopolios y a los magnates azucareros, a los grandes comerciantes y a la banca, sobre todo a la norteamericana, no así a los sectores populares. Porque la guerra provocó también una drástica escasez de artículos de consumo y los comerciantes especulaban escandalosamente con los abastecimientos escasos. El costo de la vida aumentó en un 100%, mientras los salarios sólo subieron un 30%.

También a causa de la guerra se cerró el importante mercado inglés del tabaco cubano y se paralizaron por la misma causa otros renglones de la economía, lo que produjo restricciones en la producción, cierre de fábricas y desempleo masivo en esos sectores. La "fiebre del azúcar" provocó asimismo la desatención a la agricultura no cañera e incrementó la voracidad de los geófagos en perjuicio de los campesinos, a los que les fueron arrebatadas grandes áreas para aumentar el latifundio azucarero.

Pero lo peor no fue esto, sino el hecho de que a las "vacas gordas" siguieron con inusitada rapidez las "vacas flacas": a mediados de 1920 se produjo una verdadera catástrofe. La recuperación de las áreas azucareras afectadas por el conflicto bélico (terminado dos años antes), hizo que afluyera hacia el mercado norteamericano y mundial una avalancha de azúcar, lo que produjo un vertiginoso descenso de los precios.

De 22,5 cts. la libra en mayo, bajó a 17,5 en junio, 15,5 en julio, 11 en agosto, 9 en septiembre, 7 en octubre, 5,25 en noviembre y 3,75 a mediados de diciembre. A principios de octubre de ese año, ante la evidente debacle, los depositantes llenos de pánico comenzaron a llegar a los bancos para retirar sus depósitos. Pero los bancos no tenían fondos para pagar: habían hecho cuantiosos préstamos y otras operaciones sobre la base de grandes zafras y de precios previstos de hasta 30 y 40 cts. la libra, y cuando éstos cayeron en picada, se encontraron endeudados hasta el cuello y sin posibilidades de responder a las angustiosas demandas de los acreedores.

Como consecuencia, se produjo la quiebra de los bancos de menos recursos, particularmente de los cubanos, arrastrando a la ruina a hacendados, colonos y otros agricultores, comerciantes y pequeños propietarios.

Este desastre pudo haberse evitado, pero Menocal era esencialmente un representante de los intereses monopolistas norteamericanos, y acabó de poner en la mano de éstos la llave de la economía cubana.

Pese al impresionante auge económico que vivió Cuba hasta 1920 y a los cuantiosos empréstitos, la obra de gobierno de Menocal fue mediocre. Se suspendieron numerosas obras iniciadas por José Miguel Gómez y se continuó la construcción de algunas carreteras, caminos, hospitales y escuelas. Entre los resultados más significativos se hallan: la terminación del Palacio Presidencial y la creación de 6 Escuelas Normales (formadoras de maestros primarios), el Archivo Nacional y el Museo Nacional. Corresponde a esta etapa la fundación en Cuba de los llamados "centros regionales", sociedades españolas de salud y recreación.

Menocal contribuyó sustancialmente al endeudamiento de la República. Concertó cuatro empréstitos por un total de 52 millones de pesos; hizo una emisión de bonos por 5 millones, y aumentó la deuda interior en 7 millones de pesos a fin de cubrir pagos a la empresa encargada del gran fraude que fue el dragado de los puertos.

Una de las medidas de mayor importancia en la esfera de las finanzas, fue la acuñación en 1915, por primera vez en Cuba, de una moneda nacional. Desde luego que aún seguía circulando la moneda norteamericana con una solidez mucho mayor que la cubana, y el control de la banca de Estados Unidos sobre las finanzas de Cuba limitaba mucho la significación de la nueva moneda.

Menocal hizo importantes inversiones en la esfera militar. Pertrechó el Ejército, la Marina de Guerra y la Guardia Rural, y los reorganizó después de la insurrección liberal de "La Chambelona". Creó una Academia Naval y una Escuela de Aviación.

Gobierno del Alfredo Zayas. Partido Popular (20 mayo 1921 - 20 mayo 1925)

Alfredo Zayas y Alfonso (1861-1934)

En las elecciones generales de 1920 triunfa la candidatura presidencial del abogado Alfredo Zayas, quien toma posesión de su cargo el 20 de mayo de 1921.

De ejecutoria zigzagueante, Zayas había sido autonomista, pero después se pasó al independentismo; fungió como Secretario de Justicia bajo la ocupación yanqui, pero fue uno de los once cubanos que votaron contra la Enmienda Platt en 1901; asumió poses de nacionalista y antiinjerencista, pero bajo su mandato la intervención norteamericana alcanzó formas espectaculares. Había sido alcalde de La Habana y Vicepresidente de la República. Bajo su gobierno, la nación se hundió aún más en la corrupción político-administrativa. Haciendo gala de pacifista y conciliador, resolvió graves conflictos de su mandato sin derramamiento de sangre, por medio de dádivas, sinecuras y sobornos. Hizo y dejó hacer: soportó las críticas y ataques que se le hicieron, al tiempo que se enriquecía cuantiosamente. Tuvo que enfrentar un impetuoso resurgimiento del movimiento patriótico, antimperialista y revolucionario, impulsado en lo fundamental por obreros, estudiantes e intelectuales.

Zayas asume el poder en medio de la grave crisis económica, financiera y política iniciada el año anterior, y bajo su mandato se completa el proceso de dominio casi absoluto de la economía cubana por el capital yanqui. No obstante, entre 1923 y 1925 hay una señalada —aunque efímera— recuperación azucarera, que, junto a la tolerancia que se vivió en esos años, sirve para que algunos den una imagen positiva de su gobierno. Pero los hechos contradicen esa imagen. Zayas era un hombre corrupto. Ya desde 1913, al cesar en su cargo de Vicepresidente de la República, se había autodesignado historiador oficial de Cuba con un sueldo de 500 pesos mensuales. Durante su mandato ganó dos veces, "casualmente", el primer premio de la Lotería Nacional, y fue el único Presidente que se erigió una estatua en vida. Dio vía libre al juego y otros vicios; distribuyó "botellas" y promovió una ley de amnistía que beneficiaba a los que habían cometido fraudes. Al final de su mandato, su fortuna personal ascendía a varios millones de pesos.

Diario con imagen de la Protesta de los 13

Muestra de los jugosos negocios que promovió es la compra del convento capitalino de Santa Clara a una empresa privada. En la época de las "vacas gordas", la Iglesia lo había vendido por un millón de pesos a la citada empresa, y ahora, en plena crisis, el Estado paga por él dos millones trescientos mil pesos. El escándalo concitó gran repulsa popular, y dio lugar a un hecho que tuvo gran resonancia pública: la llamada "Protesta de los 13". Con motivo de un homenaje que se rendía a la escritora uruguaya Paulina Luissi en la Academia de Ciencias de Cuba, iba a usar de la palabra Erasmo Regüeiferos, miembro del Gabinete de Zayas y uno de los responsables de aquella vergonzosa operación. Antes de que el orador comenzara, varios jóvenes intelectuales se pusieron de pie, y uno de ellos, el abogado y poeta Rubén Martínez Villena, denunció la compra fraudulenta y acusó a Regüeiferos ante el auditorio. El grupo se retiró del acto y publicó un manifiesto firmado por los 13 intelectuales que le dieron nombre a la protesta. Casi todos se destacarían después en las letras y en la política, y darían origen al llamado Grupo Minorista, de honda repercusión en la historia de esa época. Dos de los protagonistas, Martínez Villena y Juan Marinello, desempeñarían más tarde, hasta la muerte, altos cargos de dirección en el movimiento obrero y comunista.

Aún más vergonzosa e indignante que la corrupción administrativa, fue la injerencia norteamericana. Durante casi todo el mandato de Zayas, quien realmente gobernaba era el representante de Estados Unidos, Enoch H. Crowder. Este maquiavélico personaje había desempeñado misiones en Cuba durante los dos gobiernos de ocupación; regresó a La Habana en 1919 y elaboró el Código Electoral que rigió los comicios en que fue electo Zayas, y volvió de nuevo en 1921, poco antes de la toma de posesión de éste. Crowder llegaba ahora como enviado especial del Presidente de Estados Unidos, Woodrow Wilson, y traía ínfulas moralizadoras. Se dijo que venía a estudiar sobre el terreno las denuncias de los liberales sobre los fraudes de las últimas elecciones y a sanear la administración pública hundida en la corrupción imperante.

La injerencia norteamericana se producía por otras razones: el despilfarro menocalista y la crisis de 1920 habían dejado a la hacienda pública en tan deplorables condiciones, que el gobierno cubano no había cumplido los compromisos de pago de los empréstitos concertados con EE.UU., y éste se dispuso a salvaguardar los intereses en peligro de la banca norteamericana sin llegar a una intervención militar.

Precisamente por eso, a este procedimiento se le llamó "injerencismo preventivo". Así lo reveló el diario yanqui The World al advertir: "Esperamos que la visita del general Crowder despierte al pueblo cubano y le haga ver la posibilidad de una intervención".

Crowder trajo un equipo de norteamericanos expertos en cuestiones de finanzas y administración pública, a los que el gobierno de Zayas abrió totalmente las puertas de los archivos y de otras fuentes de información por secretas que fueran. Y el procónsul yanqui empezó a dictar a Zayas todas las medidas que debía tomar en lo adelante. Son famosos los 13 memorándums secretos —que todo el mundo conoció—, en los que Crowder impartía sus órdenes. Si éstas no se cumplían, el gobierno zayista no recibiría un empréstito de 50 mi1lones de pesos que había solicitado y se expondría a una intervención militar.

Crowder ordenó que se rebajara en un 5% el presupuesto nacional y que se renovara todo el Gabinete, lo cual se hizo. El propio Crowder seleccionó a los nuevos Secretarios, hombres de toda su confianza, constituyendo lo que olímpicamente se llamó el "Gabinete de la Honradez". En los memorándums se determinaba la forma en que se utilizaría el empréstito, se ordenaba la suspensión de ciertas leyes y la aprobación de otras. En fin, Zayas se limitaba a firmar lo que disponía Crowder. Ningún otro Presidente de Cuba había arrostrado un grado tal de humillación.

Terminada su misión, Crowder regresó a EE.UU. y se concertó el empréstito antes citado, pero en las condiciones más onerosas para Cuba. Zayas asumió entonces algunas poses de nacionalista y antiinjerencista, e hizo manifestaciones contra la actuación de Crowder; pero éste regresó de nuevo, nombrado oficialmente Embajador en La Habana por el Presidente Warren G. Harding. Y Zayas siguió rindiéndole pleitesía a Estados Unidos, al extremo de desplegar toda una campaña de "agradecimiento" a su gobierno porque el Congreso de ese país reconoció al fin en 1925 —casi tres décadas después de terminada la guerra contra España— que Isla de Pinos y otras tierras adyacentes eran parte del territorio nacional.

Primer congreso nacional de estudiantes

La tercera década del siglo se inicia con una vigorosa irrupción de las masas populares en la vida política y social del país. El asalto de los monopolios yanquis a las riquezas del país, las insultantes intromisiones del gobierno estadounidense en la vida política, el desgaste de los gobiernos oligárquicos y la ruina económica y financiera, provocan un sentimiento de frustración en importantes sectores de la sociedad cubana, los cuales buscan nuevas vías para solucionar los problemas del país. Y no son ya solamente los obreros y campesinos quienes se rebelan contra el orden imperante, sino que entran con mucha fuerza en la palestra las masas estudiantiles, grupos avanzados de intelectuales y profesionales, e incluso sectores de la burguesía pequeña y media golpeados por la situación. Ellos se ven influenciados favorablemente por la victoria de la Revolución Rusa y por el ascenso de los sentimientos nacionalistas en México y otros países.

Participantes en el Primer Congreso Nacional de Estudiantes (1923)

El estudiantado de la Universidad de La Habana —único centro de estudios superiores del país—, de los institutos de segunda enseñanza y de otros planteles de enseñanza media, despliegan una fuerte lucha pro-reforma universitaria, aleccionados por el movimiento reformista iniciado en la universidad argentina de Córdoba en 1918 y por las transformaciones que en el campo de la educación realizaban las revoluciones rusa y mexicana. Los estudiantes reclaman la autonomía universitaria, participación en el gobierno del alto centro docente, expulsión de los profesores corruptos, modernización de los planes de estudios y otros cambios importantes. En diciembre de 1922 crean la Federación de Estudiantes Universitarios y en 1923 convocan al Congreso Nacional de Estudiantes.

Este evento se realizó en octubre de 1923. Reunió a representantes de la Universidad, Institutos de Segunda Enseñanza, colegios privados (incluyendo grandes colegios religiosos) y diversas asociaciones y revistas de la juventud. Se desarrolló durante 12 días, fue altamente combativo y adoptó muchos e importantes acuerdos relativos a la docencia, al movimiento estudiantil cubano y latinoamericano, a la lucha contra el colonialismo y el imperialismo, a la defensa de la soberanía de Cuba y de todos los pueblos, a la unidad de estudiantes y obreros.

El Congreso asumió todas las demandas ya mencionadas en relación con la reforma universitaria; elaboró un avanzado Código de Deberes y Derechos del Estudiante; condenó la corrupción imperante: en los planteles y en otros medios públicos, y acordó crear la "Universidad Popular José Martí" para contribuir a la superación cultural de los obreros.

Se manifestó contra el imperialismo en general, y particularmente contra el imperialismo norteamericano. Reclamó la anulación de la Enmienda Platt y el Tratado Permanente, el cese de las intervenciones norteamericanas en los asuntos internos de Cuba y el reconocimiento de la soberanía cubana sobre Isla de Pinos. Asimismo, se pronunció contra el "capitalismo universal", contra la Doctrina Monroe, contra los atropellos que sufren los países coloniales y dependientes, contra la existencia de «tutores» en las relaciones interamericanas y por la anulación de todos los tratados lesivos a la soberanía de los pueblos. Condenó el aislamiento a que se hallaba sometida la Rusia soviética y pidió que el gobierno cubano la reconociera diplomáticamente.

El evento dedicó varios acuerdos al establecimiento de vínculos fraternales entre los estudiantes de América Latina, incluyendo la convocatoria a un congreso del sector y a la creación de una Federación Latinoamericana de Estudiantes. Demandó que se celebraran oficialmente en las escuelas cubanas las fiestas nacionales de todos los países de América Latina y que se estudiara la historia de nuestra América.

Dando otra muestra de sus posiciones avanzadas, el Congreso dirigió un fraternal saludo a las organizaciones de los obreros y acordó realizar acciones conjuntas con ellos por demandas sectoriales, clasistas y nacionales. Un rasgo singular de este evento, que muestra la generalización del descontento por la situación imperante en Cuba, es el hecho de que, pese a la heterogeneidad ideológica de los delegados y a las agudas polémicas que se suscitaron, todos los acuerdos se tomaron por unanimidad o por una sólida mayoría.

Julio Antonio Mella

El alma de este Congreso, y de todo el movimiento estudiantil y antimperialista de esos años, fue Julio Antonio Mella (1903-1929), un joven atlético de 20 años, con una vigorosa y carismática personalidad. De padre dominicano y madre norteamericana, Mella se convierte rápidamente en el líder más destacado de la juventud cubana. Funda, entre otras organizaciones, la Universidad Popular "José Martí", la Liga Anticlerical, la Liga Antimperialista y el Partido Comunista de Cuba, así como la revista Juventud. Su breve existencia estará dedicada por completo a la causa de la revolución cubana y latinoamericana.

El gobierno de Zayas, presionado por las enérgicas demostraciones estudiantiles, accede a varias demandas relacionadas con la reforma universitaria: concede la autonomía, reconoce la participación del estudiantado en la gobernación de la Universidad y forma expediente de separación a un grupo de profesores corrompidos. Estas medidas sólo se mantendrán hasta finalizar el mandato de Zayas.

Los estudiantes realizan en esa etapa numerosas acciones de protesta, gran parte de ellas en alianza con los obreros. Impiden el intento de algunos profesores y políticos de nombrar Rector Honoris Causa de la Universidad a Enoch H. Crowder y a Leonard Wood; rechazan en importantes demostraciones la visita a Cuba del barco "Italia", enviado por la dictadura de Mussolini; y repudian la adulonería de Zayas hacia el gobierno de EE.UU. cuando éste reconoce la soberanía de Cuba sobre Isla de Pinos.

Primer Congreso Nacional de Mujeres

En los inicios de esta década se gesta también el movimiento femenista y se realiza en 1923 el primer Congreso Nacional de Mujeres, con representación de 31 organizaciones femeninas del país. Reclaman el derecho al sufragio, la igualdad de derechos con el hombre, protección material y moral a la mujer en el trabajo, leyes de defensa de la infancia, y otras demandas que no eran tan radicales como las de obreros y estudiantes, pero que constituían un paso de avance en el camino de luchas de la mujer cubana.

Entre las acciones de más amplia base social en estos años, está el Movimiento de Veteranos y Patriotas. Iniciado por los veteranos de las guerras de independencia en defensa de sus pensiones, el movimiento amplió sus demandas, e hizo énfasis en el cese de la corrupción administrativa y en el adecentamiento de la vida pública. Se sumaron a la organización políticos burgueses con fines de provecho personal, que chocaron con jóvenes honestos, de sentimientos patrióticos, como Rubén Martínez Villena y Juan Marinello. Poco más de un año después de iniciado, tras un fracasado intento insurreccional, dejó de existir el movimiento. Sus protagonistas más sanos comprendieron que no se podía esperar ningún resultado serio bajo la dirección de politiqueros burgueses.

La Federación Obrera de La Habana (FOC) y la Confederación Nacional Obrera de Cuba (CNOC)

Gran importancia tiene esta etapa en el ascenso ideológico y organizativo de la clase obrera. A las organizaciones creadas desde la década anterior se unen otras, entre las que se destacan la Federación Obrera de La Habana (1921) y la Hermandad Ferroviaria de Cuba (1924).

La primera de ellas, dirigida por anarcosindicalistas y socialistas, dio un impulso apreciable a la unidad del proletariado, a sus luchas reivindicativas y a la posterior creación de una central sindical. La Federación, de carácter provincial, promovió y apoyó numerosas acciones en sectores como los portuarios, tabaqueros, cigarreros, tipógrafos, albañiles, panaderos, zapateros, telegrafistas, choferes de alquiler, de la industria papelera, de galletas y confituras, etc. La más sonada de esas acciones, dirigida por el Sindicato de la Industria Fabril, fue la huelga de los obreros de la cervecería "Polar", que se prolongó durante tres años en los que abundaron choques periódicos con los cuerpos represivos, encarcelamientos, y hasta penas de muerte que al final no se ejecutaron.

La Hermandad Ferroviaria, dirigida por elementos reformistas, inició su vida con marcada combatividad. Se estrenó con una huelga de 21 días de duración contra el monopolio ferrocarrilero inglés, que contó con la solidaridad de los obreros azucareros en distintas zonas del país. Estos últimos no estaban organizados nacionalmente, pero desplegaron acciones huelguísticas vigorosas que abarcaron a decenas de centrales azucareros, refinerías y ferrocarriles de ingenios, con la movilización de más de 20 000 obreros industriales y agrícolas.

Estas acciones perseguían el reconocimiento de los sindicatos por las empresas y el gobierno, el derecho de huelga, mejoras en los salarios y en las condiciones de trabajo, confección de listas rotatorias en los puertos, e incluso condenaron el empréstito de 50 millones de pesos que gestionaba el Presidente Zayas. Sobre las consecuencias de este empréstito, decía el viejo dirigente proletario Carlos Baliño en el periódico obrero Justicia: "La República con todos y para todos soñada por Martí, no pasa de ser una bella frase. Hoy, siguiendo la moda imperante entre las pequeñas e indefensas repúblicas hispanoamericanas, ha pasado a ser la república de Morgan and Company".

El movimiento obrero de esta etapa se corona con dos importantes eventos: el Congreso de Cienfuegos, en febrero de 1925, y el más importante de los efectuados hasta el momento, el de Camagüey, en agosto del mismo año. Este último, realizado después de que Zayas terminó su mandato, dio origen a la primera central sindical cubana. A él asistieron 128 organizaciones obreras de todo el país, y se caracterizó por su espíritu eminentemente unitario y porque todos sus acuerdos se basaron en los principios de la lucha de clases y la solidaridad internacional de los trabajadores. En el evento se practicó la colaboración fraternal de las corrientes ideológicas allí presentes: la anarcosindicalista, que predominaba; la reformista y la comunista.

Una de sus principales debilidades fue la ausencia casi total de los trabajadores azucareros, por no encontrarse aún organizados nacionalmente; sólo contó este sector con un gremio de la zona de Puerto Padre (Oriente).

El Congreso hizo suyas las principales demandas económicas, políticas y sociales enarboladas por las masas obreras y se manifestó contra toda discriminación por motivo de raza, nacionalidad o cualquier otra que los dividiera; contra las guerras y en solidaridad con los pueblos que se enfrentaban al imperialismo así como por la creación de una confederación de todos los trabajadores de América. No obstante, el acuerdo más importante fue el de fundar la primera central sindical que abarcara a todo el país: la Confederación Nacional Obrera de Cuba. La creación de la CNOC, junto a la constitución del Partido Comunista de Cuba ocho días después, serían los dos acontecimientos cimeros de esta etapa.

Fundación del Partido Comunista de Cuba

Desde 1922, la Agrupación Socialista de La Habana había adoptado el programa y la táctica de lucha de la III Internacional, y al año siguiente cambió su nombre por el de Agrupación Comunista de La Habana. Comenzaron a crearse otras organizaciones comunistas similares en varias localidades del país (Manzanillo, Media Luna, Guanabacoa, San Antonio de los Baños), así como entre los hebreos radicados en Cuba. La Agrupación de La Habana editó un periódico, Lucha de Clases, y desarrolló una intensa labor político-ideológica en las organizaciones obreras y estudiantiles. Entre sus más destacados integrantes se hallaban Carlos Baliño, veterano luchador independentista, fundador con Martí del Partido Revolucionario Cubano en 1892; Julio Antonio Mella, representante de la joven generación revolucionaria; y José Miguel Pérez, maestro y escritor español que gozaba de gran estimación en los círculos progresistas de Cuba, así como varios dirigentes obreros de sólido prestigio.

Los días 16 y 17 de agosto de 1925, finalizado ya el mandato de Zayas, se realizó el primer congreso de esas agrupaciones, en condiciones de semilegalidad. No llegaban a 20 los delegados reunidos, en representación de un centenar de comunistas de todo el país. Allí quedó fundado el primer partido marxista-leninista de la isla, con el nombre de Partido Comunista de Cuba.

Los delegados no estaban en condiciones de elaborar un Programa del Partido en su debida forma: eran marxistas de corazón, pero sin una preparación político-ideológica suficiente. Se limitaron a adoptar un programa de reivindicaciones para los obreros y campesinos.

El Congreso aprobó la estructura del Partido y sus Estatutos; acordó participar en las luchas electorales como vía de propaganda, acuerdo que sucedió a un encendido debate; estableció la táctica a seguir en relación con los sindicatos, los campesinos y el movimiento femenino; planteó la tarea de crear una organización de los jóvenes comunistas, y decidió afiliar el Partido a la Internacional Comunista. Se eligió un Comité Central de nueve miembros, encabezado por José Miguel Pérez como Secretario General. Lo integraban, además, Carlos Baliño, Julio Antonio Mella, un empleado público, un periodista y cuatro dirigentes sindicales muy conocidos y queridos.

Toda la labor de preparación del Congreso, y el evento mismo, contaron con la colaboración de un miembro del Partido Comunista Mexicano, Enrique Flores Magón, representante de la Internacional Comunista.

Pese al bajo nivel teórico de los fundadores y al reducido número de militantes comunistas que representaban, la fundación de este partido, como la creación de la primera central sindical, marcaron un paso decisivo en la nueva etapa histórica que comenzaba.

Fuentes

  • Cantón, J. (1996). Historia de Cuba. El desafío del Yugo y la estrella. Biografía de un pueblo. Ciudad de la Habana: Editorial Si-Mar S.A.