Juan Pablo Duarte

Juan Pablo Duarte
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Padre de la independencia de República Dominicana
NombreJuan Pablo Duarte y Diez
Nacimiento26 de enero de 1813
Ciudad Colonial,
Santo Domingo,
isla La Española,
Reino de España Bandera de España
Fallecimiento15 de julio de 1876 (63  años) 
ciudad de Caracas,
Venezuela Bandera de la República Bolivariana de Venezuela
PadresJuan José Duarte
Manuela Diez

Juan Pablo Duarte (Ciudad Colonial, 26 de enero de 1813 - Caracas, 15 de julio de 1876). Padre de la independencia de República Dominicana, fue políglota, hablaba y escribía varios idiomas: latín, portugués, español, francés, inglés y alemán. Nació en una época especialmente convulsa de la historia de la isla, ya que en esos momentos la soberanía sobre la misma cambiaba frecuentemente de manos entre España y Francia. En 1822 la isla pasó a ser completamente posesión de Haití, que logró así unificar todo el territorio.

Síntesis biográfica

Juan Pablo Nació durante el período conocido como el de la España Boba. Sus padres fueron el comerciante Juan José Duarte (oriundo de Vejer de la Frontera, en la provincia española de Cádiz) y Manuela Diez Jiménez (oriunda de El Seibo, hija a su vez de padre español y madre dominicana). Tuvieron 12 hijos, pero no todos sobrevivieron.

En 1801, luego de que las tropas del haitiano Toussaint L'Ouverture llegaron al país, tomando posesión de la ciudad de Santo Domingo, los Duarte salieron hacia Puerto Rico, residiendo en la villa de Mayagüez, donde ha debido nacer su hijo primogénito, Vicente Celestino, pero hasta ahora no se ha encontrado constancia de ello. La familia regresó al país luego de terminada la guerra de la Reconquista en 1809, cuando el país volvió a ser colonia española.

Su padre trabajó tesonera y provechosamente en su negocio de efectos de marina y ferretería, único en su género en la ciudad de entonces, situado en la margen occidental del río  Ozama, en la zona conocida con el nombre de La Atarazana. En esta época nacieron, además de Juan Pablo, dos de los cinco hijos llegados a mayores: Filomena y Rosa. Nacieron otros que murieron jóvenes: Francisca, Sandalia y Manuel.

Juan Pablo Duarte fue el quinto hijo. Fue bautizado en la Iglesia de Santa Bárbara el 4 de febrero de 1813. La madre se encargó de educar al pequeño Juan Pablo quien mostró una inteligencia muy especial desde la más tierna infancia. Se cuenta que ya a los siete años recitaba el catecismo de memoria. Asistió a una pequeña escuela de párvulos dirigida por una profesora de apellido Montilla. De allí pasó a una escuela primaria para varones, donde desde muy temprano dio muestras de una gran inteligencia. Fue admitido más tarde en la escuela de don Manuel Aybar, completando sus conocimientos de lectura, escritura, gramática y aritmética elemental.

Cuando fracasó el intento de Juan Sánchez Ramírez para que la parte este o española, siguiendo el ejemplo de las colonias españolas en América del Sur, se declarara independiente de España acogiéndose a un protectorado de la gran Colombia creada por Simón Bolívar, esta decisión despertó la ambición de los haitianos que ocupaban la parte oeste de la isla y se habían quedado con el voluminoso arsenal de guerra que dejaron los franceses cuando fueron derrotados por los haitianos que se llenaron de gloria al lograr la única rebelión triunfante de esclavos, y, aprovechando los problemas internos de España, problemas que impedían darle la debida atención a su colonia española en la isla, decidieron ocupar la parte este o española y declararon toda la isla Hispaniola o Santo Domingo bajo su dominio. Una vez logrados sus propósitos, los haitianos cerraron la Universidad de Santo Tomás de Aquino, primada de América, que había sido fundada en 1538; e impusieron el idioma francés como idioma oficial, y dispusieron además una serie de medidas que iban contra la tradición y costumbres del pueblo dominicano.

Los padres de Duarte, cuando su hijo agotó las posibilidades existentes para educarse, comprendieron que la única opción que tenían, era enviarlo a estudiar al extranjero.

Siendo casi un niño recibió clases sobre teneduría de libros para pasar, ya adolescente bajo la tutoría del doctor Juan Vicente Troncoso, uno de los más sabios profesores de entonces. Con él estudió Filosofía y Derecho Romano, mostrando, una vez más, su gran deseo de superación y de amor por los estudios.

En 1828, 1829 o 1830, con quince a diecisiete años de edad, aprovechando el viaje de un comerciante ligado a su familia llamado Pablo Pujol, quien viajaría a Nueva York y Europa, visitando Londres, París y Barcelona, lo enviaron con él. Salió vía Estados Unidos, Inglaterra, y Francia rumbo a España, radicándose en Barcelona, donde tenía parientes. Poco se conoce de Duarte durante su permanencia en España. Parece que el viaje duró algo más de un año, porque según consigna Pedro Troncoso Sánchez, en su libro sobre Duarte, existe un documento de fecha 30 de noviembre del 1831 en que él aparece como testigo de la declaración del nacimiento de un niño.

Independencia de República Dominicana

Para 1831 o 1832 aparece de nuevo en Santo Domingo y trabaja en el negocio de su padre. Realiza una intensa vida social que le liga a importantes sectores de la pequeña burguesía urbana. Es testigo de matrimonios, apadrina bautizos y asiste areuniones de carácter cultural. Esa viviencia de la sociedad es la que le permite percibir que existe un sentimiento patriótico que rechaza la presencia de los haitianos en el país. El mérito de Duarte, como patriota y como político organizador estriba, fundamentalmente, en que supo interpretar el momento histórico que vivía la sociedad dominicana de aquel entonces, renuente en sus capas más decisivas a aceptar la dominación haitiana. Para ese momento el gobierno de Boyer había envejecido y de un gobierno liberal y progresista, pasó a ser una dictadura con graves problemas económicos y resistencia interna en su territorio original. Tan pronto regresó en 1831, Duarte se dedicó a la enseñanza de la juventud volcando en ella de manera desinteresada los conocimientos adquiridos en Europa y los demás países visitados, a la vez que aprovechaba la oportunidad para ir despertando las inquietudes libertarias entre sus alumnos y que culminó con la creación en 1938 de la sociedad secreta La Trinitaria, que fue la plataforma en que se apoyó para realizar su labor revolucionaria.

Apegado a la lectura y ávido de conocimientos, traducía del francés al español, así como del latín. El 16 de julio de 1838, después de haber realizado una discreta labor de proselitismo, fundó la sociedad secreta La  Trinitaria para que asumiera la responsabilidad de dirigir las actividades. Esta sociedad, que respondía a una estructura celular, tenía por lema «Dios, Patria y Libertad» y sus primeros miembros fueron Juan Pablo Duarte, Juan Isidro Pérez, Pedro Alejandro Pina, Jacinto de la Concha, Félix María Ruiz, José María Serra, Benito González Jiménez, Felipe Alfau y Juan Nepomuceno Ravelo. Más adelante surgió otra sociedad La Filantrópica, destinada a realizar una importante labor de propaganda mediante la representación de piezas teatrales.

La Trinitaria

Tan organizada y efectiva fue la labor en todos los campos de la vida nacional por la sociedad La Trinitaria, que aprovechaba el natural desgaste después de 22 años de la dictadura del gobierno haitiano presidido por Boyer; y que dio lugar a un movimiento liberal en la parte haitiana de la isla que fue inteligentemente aprovechado por Duarte y sus adeptos para sus propios fines independentistas, empeño que -al ser descubierto- lo obligó a salir de incógnito al extranjero.

El juramento de los trinitarios decía:

En el nombre de la santísima, augustísima e indivisible Trinidad de Dios Omnipotente, en manos de nuestro presidente Juan Pablo Duarte, cooperar con mi persona, vida y bienes a la separación definitiva del Gobierno haitiano, y a implantar una República libre, soberana e independiente de toda dominación extranjera, que se denominará República Dominicana, la cual tendrá su pabellón tricolor, en cuartos encarnados y azules, atravesados con una cruz blanca. Mientras tanto, seremos reconocidos los Trinitarios con las palabras sacramentales: Dios, Patria y Libertad. Así lo prometo ante Dios y el mundo: si lo hago, Dios me proteja, y de no, me lo tome en cuenta, y mis consocios me castiguen el perjurio y la traición, si los vendo.

Declaración de la Independencia

Con la salida de Duarte al exilio, la labor conspirativa quedó a cargo de sus discípulos, que ―fieles a sus compromisos con la Patria― continuaron sus luchas y aprovecharon la coyuntura histórica del divisionismo en que se había sumido Haití, debido a las ambiciones desencadenadas por la lucha por el poder, después de la caída de Boyer, para dar el valiente paso de declararse el 27 de febrero del 1844, independientes como República Dominicana, adelantándose a los dominicanos de poca fe, que pensaban que sólo podíamos librarnos del dominio haitiano con el apoyo de un protectorado francés.

El padre de Duarte murió en la ciudad de Santo Domingo el 25 de noviembre del 1843, estando Duarte ausente del país.

Una de las primeras resoluciones de los patriotas dominicanos fue enviar a buscar a Duarte de su exilio, quien regresó triunfal al ser gloriosamente recibido por sus conciudadanos como Padre de la Patria, como un merecido reconocimiento por su labor, sacrificio y entrega desinteresada que culminó con nuestra independencia.

Duarte tenía antes de la independencia un definido concepto de la nación dominicana y de sus integrantes. En su proyecto de constitución dice con claridad que la bandera dominicana puede cobijar a todas las razas, no excluye ni da predominio a ninguna. Su concepción de la República era la de un patriota, republicano, anticolonialista, liberal y progresista.

Cuando se inició en 1843 la revolución contra Boyer que repercutió en la parte oriental de la isla, Duarte encabeza el movimiento reformista en la ciudad de Santo Domingo. Juega un papel decisivo que lo llevó al liderato de los republicanos que luchaban por la independencia. Las circunstancias lo obligaron, más tarde, junto a otros compañeros a abandonar el país. Pero al ausentarse del territorio nacional sus compañeros, encabezados por Francisco del Rosario Sánchez y Ramón Matías Mella,[1] llevaron a cabo las gestiones finales del movimiento. Redactaron el Manifiesto del 16 de enero de 1844 en el cual quedaron plasmados los principios republicanos y liberales que Duarte predicó durante años y ratificaron, en el cuerpo de ese documento, la firme voluntad de crear un Estado soberano.

Después del 27 de febrero regresó a su patria, y se incorporó a la Junta Central Gubernativa dominada por los sectores más conservadores que no tenían fe en la viabilidad de la República. Se inició un proceso de luchas internas que culminó con la expulsión del territorio nacional de los patriotas fundadores del Estado dominicano. Ese Estado que nace a la vida pública, llevando en su seno oportunistas, conservadores y anexionistas en las más altas posiciones usurpadas a los iniciadores del movimiento separatista, que encarnaron siempre la vocación de sacrificio y el amor a la libertad de la mayoría del pueblo.

El surgimiento de Santana

Duarte esencialmente era un hombre idealista y bueno que actuaba correctamente apegado a sus principios morales e incapaz de participar ni aún con el pensamiento en las intrigas que penosamente surgen entre los hombres que aspiran al poder ya sea en los negocios o en las luchas políticas.

En esencia, Duarte era de los hombres que se entregan a una causa en cuerpo y alma; y hasta sacrificando como él lo hizo, no solo su vida personal (nunca se casó) sino también el patrimonio familiar.

Por eso no estaba preparado para afrontar la jugada que le tenia guardada el destino, porque después de la declaración de la independencia y la entrega formal; y el consecuente reconocimiento de la independencia dominicana por parte de las autoridades haitianas que representaban al Haití en la parte Este. Tan pronto pudieron lograr reorganizarse, éstos -los haitianos-, invadieron nuevamente la parte Este con un ejército de unos 15 mil hombres, para invalidar la independencia que habían logrado los dominicanos.

Ante tal situación, las autoridades dominicanas se vieron en la necesidad de organizar un ejército de voluntarios, para lo cual se seleccionó a un hombre de acción: Pedro Santana, con un fuerte liderazgo sobre los rudos hombres de su región dedicados a la cría de ganado (llamados hateros) y como tales, acostumbrados a vivir prácticamente sobre un caballo afrontando y soportando de manera natural la ruda vida del campo, lo que les permitía convertirse en soldados eficientes -sobre todo bajo el mando de un hombre con el carisma y liderazgo de Santana.

Adicionalmente, como es lógico, este ejército tenía también la motivación natural que tienen los soldados cuando luchan por una causa patriótica y Santana logró insuflarles una confianza y optimismo que los hizo prácticamente invencibles ante un ejército a su vez carente precisamente de esa dos cosas: una causa justa y un líder carismático.

Así el 19 de marzo del 1844 sólo cuatro días después de su llegada, los dominicanos dirigidos por Santana derrotaron a los haitianos, convirtiendo a Santana en el nuevo salvador de la independencia de la patria, aclamado unánimemente por todos.

Como consecuencia de esto, el liderazgo dominicano quedó compartido por un civilista puro y un líder carismático conocedor y practicante de todos los artilugios necesarios para lograr y mantener una dependencia y fidelidad de los hombres bajo su mando, convirtiéndolos en un ejercito prácticamente personal, lo que aprovechó, con el apoyo de los intrigantes que favorecían la búsqueda de un protectorado, para convertirse en el árbitro de las decisiones trascendentes del país, en esos momentos tan cruciales.

Duarte, por su parte, aunque logró el reconocimiento de sus adeptos y fue nombrado General de Brigada de los Ejércitos de Santo Domingo, por la Junta Gobernativa que se había creado al fundar la República, como hombre de principios que era, no contaba con las armas necesarias para sortear con éxito una situación como esa, por lo que -cuando fue nombrado para compartir con Santana el mando del ejército- ya había derrotado a los haitianos, porque éste después de su victoria, inexplicablemente, se había retirado de Azua sin tomar posesión de ella y acampado en Sabana Buey o sea a unos 35  km.

Santana, apoyándose en su indiscutible liderazgo sobre los hombres que conformaban el ejército, ya orgulloso por la victoria lograda bajo el mando del único jefe que reconocían como tal, prácticamente lo entretuvo los días necesarios para él obtener la anulación por parte de la Junta Gobernativa, del nombramiento de Duarte, quien -ante esa situación- debió comprender que no contaba con los medios para hacer cumplir su mandato, por lo que, juiciosamente, decidió regresar a Santo Domingo.

Apoyado en esta consolidación de su triunfo, Santana -convertido en héroe-, aprovechó a su vez para convertir a sus tropas en un ejercito prácticamente personal, y con el apoyo de los intrigantes que promovían el protectorado para que nos protegieran de los haitianos, profundizaron el enfrentamiento con Duarte y apoyados en la fuerza, lo tenían todo para ganar y como primer paso Santana fue declarado presidente, y se convirtió en un perseguidor de Duarte hasta lograr su expulsión.

La madre de Duarte murió en Caracas en 1858, durante el destierro que le impuso Santana, en unión de sus hijos.

Duarte vivió en el exilio hasta que nuevamente en 1863, al enterarse de que los falsarios al mando de Santana, lograron por fin su propósito al anexar la república esta vez a España, regresó al país con la ayuda que pudo reunir en Venezuela, donde vivía asilado, para ponerse al servicio de las nuevas generaciones que habían asumido la responsabilidad de volver a izar la bandera creada por él, pero nuevamente su regreso hizo surgir celos infundados entre los que pugnaban por el poder por lo que, dignamente, dejando establecida su desinteresada posición.

Muerte

Se retiró nuevamente al exilio en Venezuela donde murió el 15 de julio de 1876 a los 63 años.

Vigencia de su pensamiento

Los hechos, sin embargo, terminaron dándole la razón a Duarte, ya que -sin protectorado- la República Dominicana se mantuvo y mantiene independiente y las veces que los falsarios e intrigantes de siempre han puesto en peligro su independencia, como la anexión a España en 1863 y las dos intervenciones norteamericanas (1914 y 1965), nuevamente los patriotas unidos como un solo hombre, vencieron a los intrigantes de turno y en una lucha sin cuartel, lograron liberarse de España y también, dos veces, con la solidaridad de pueblos hermanos, lograros librarse de la intervención de ese ejército tan poderoso, dando así ejemplo de su capacidad y decisión de ser merecedores del legado que Duarte les dejó, por su entrega y capacidad de sacrificio.

Duarte entonces se ha mantenido como el genuino representante del patriotismo dominicano y como tal ha sido declarado Padre de la Patria y orgullo de todos los dominicanos.

Fuentes