Presencia de Guanajay en el Moncada

Presencia de Guanajay en el Moncada
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El Moncada y Guanajay.jpg
Cuartel Moncada y municipio de Guanajay
Fecha:26 de julio de 1953
Lugar:Guanajay Santiago de Cuba
Descripción:
El asalto al cuartel Moncada evidenció ante la historia, la postura revolucionaria de los guanajayenses
País(es) involucrado(s)
Bandera de Cuba Cuba
Líderes:
Fidel Castro, Pedro Julio Esperón Álvarez, José Francisco Costa Velázquez, Alfredo Corcho Cinta, José Ramón Martínez,Haydee Santamaría, Melba Hernández

Presencia de Guanajay en el Moncada. Guanajay fue una de las primeras localidades cercanas a La Habana que entró de lleno a la lucha contra el Golpe de Estado de 1952 en Cuba, que trajo de vuelta al poder a Fulgencio Batista.

El asalto al cuartel Moncada evidenció ante la historia, la postura revolucionaria de los guanajayenses, no solo por su participación directa en la acción armada con un grupo de seis combatientes, sino también por su ulterior postura ante la presencia de las dos únicas mujeres participantes, Haydee Santamaría y Melba Hernández en el Reclusorio Nacional de Mujeres ubicado en Guanajay y en el rol desempeñado por varios hijos de este pueblo en la impresión y distribución clandestina de la primera edición del libro que contenía el alegato de Fidel en el juicio del Moncada conocido como “La Historia me Absolverá”.

Antecedentes

En 1946, Eduardo Chivás, quien formaba parte del Partido Revolucionario Cubano (Auténtico) decidió romper con la línea demagógica y reaccionaria del autenticismo y fundó en mayo de 1948 el Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxo). Su consigna de “Vergüenza contra dinero” y su emblema de las escobas listas a barrer la corrupción imperante, llenaron de esperanzas a millones de cubanos.

Pedro Julio Esperón Álvarez

Desde su constitución, esta línea política tuvo su arraigo en Guanajay, donde cientos de personas se incorporaron a sus filas, sobre todo los jóvenes. El líder indiscutible de la ortodoxia guanajayense fue Pedro Julio Esperón Álvarez, delegado por la provincia de Pinar del Río, a la que pertenecía por entonces Guanajay, a la Asamblea Nacional del Partido. Esperón unía a su personalidad, la honestidad y sentido patriótico. El ala juvenil estuvo encabezada por Ángel Eros Sánchez.

En mayo de 1951 Chivás visitó Guanajay, lo que provocó una de las mayores concentraciones populares que había visto hasta entonces esta población. Al producirse su muerte el 16 de agosto del propio año, se vivieron días de profunda tristeza, sin embargo, la actividad ortodoxa no decayó en la localidad, el partido se mantuvo organizado y realizando acciones de rechazo al autenticismo.

Una de las más sonadas fue el acto de repudio que se emprendió contra el candidato auténtico Tony Varona[1], inmerso en una campaña electoral que nunca pudo realizarse, pues fue frustrada por el Golpe de Estado de 1952 en Cuba.

El cuartelazo, que acabó con las esperanzas del pueblo de alcanzar un triunfo electoral en las urnas, desató en Guanajay un estado de rebeldía que no habría de cesar, y que llevó a los guanajayenses a una participación activa y destacada en la lucha contra la tiranía.

Un grupo de jóvenes ortodoxos, encabezados por Esperón partieron hacia la Universidad de La Habana, respondiendo al llamado de la FEU a luchar contra los usurpadores del poder. En vano esperaron allí las armas que prometió el depuesto presidente Carlos Prío Socarrás al dirigente estudiantil Álvaro Barba Machado[2].Los guanajayenses regresaron indignados a sus predios, al conocer que Prío había preferido un exilio que lo liberara de la obligación de defender al pueblo que lo había elegido presidente; pero no cesaron en sus ansias de lucha.

El 1 de junio de 1952 fue organizado por las juventudes ortodoxa y socialista el primer gran acto de repudio al nuevo régimen. En el sitio más céntrico del pueblo, el hotel Niágara, fue colocada una urna electoral con el objetivo de que el pueblo depositara en ella su voto simbólico contra los estatutos constitucionales[3] impuestos por Batista, y en favor de la Constitución de 1940.

La policía irrumpió violentamente y detuvo a los presidentes de la Juventud Ortodoxa, Ángel Eros, y de la Juventud Socialista Bienvenido Ortega, así como a los jóvenes ortodoxos Heriberto Valdés, Armando Sánchez y Abelardo García (futuro asaltante al Moncada), y también al militante del Partido Socialista Popular Rogelio Prieto. Conducidos todos al Vivac, fueron enviados horas después, amarrados con una soga, hacia la cárcel de Pinar del Río para ser juzgados por el tribunal de urgencias.

La alta jerarquía batistiana se propuso organizar actos cívicos en conmemoración del 20 de mayo como fecha histórica. En Guanajay el suceso se convirtió en una manifestación contra el régimen, organizada por las juventudes ortodoxas y católica. Se llevó a cabo un desfile de antorchas, que encabezó el veterano de la Guerra de Independencia de 1895 Epifanio Ramos, enarbolando la bandera cubana, mientras los manifestantes entonaban las notas del Himno nacional.

A este desfile fueron invitados dos destacados dirigentes de la Juventud Católica en el país, Amalio Fiallo y Andrés Valdespino [4].Fiallo se encontraba fustigando al régimen en encendido discurso cuando irrumpió la guardia rural y los llevó detenidos al cuartel. Los cientos de manifestantes protestaron airadamente por la detención, y los rurales dispersaron a la multitud con disparos.

El ambiente político se incendió, dando paso a una situación de efervescencia revolucionaria que llevó a los jóvenes guanajayenses a unirse sin vacilaciones a las prédicas del joven abogado Fidel Castro.

Surgimiento del movimiento revolucionario en Guanajay

Cuando Fidel comenzó los preparativos de la lucha contra Batista, estrechó sus vínculos con los militantes ortodoxos guanajayenses, fundamentalmente con Pedro Julio Esperón , quien presidía el partido en el municipio. Visitó por primera vez la casa de Abelardo García Ills ubicada en la calla Máximo Gómez No 26. Allí se estableció el compromiso de los guanajayenses con el movimiento revolucionario que surgía.

José Francisco Costa Velázquez

El grupo participó en las primeras prácticas con armamento, que tuvieron lugar en el sótano y el salón de los mártires de la Universidad de La Habana, los instructores fueron Pedro Miret y Ñico López. Estas experiencias de arme y desarme fueron suspendidas, al conocerse de la filtración de elementos batistianos y del SIM entre los jóvenes. Fidel orientó entonces que se buscaran en cada territorio los lugares idóneos para desarrollar las habilidades en el tiro. Acompañado por Léster Rodríguez, el jefe del movimiento trajo el primer fusil para iniciar las prácticas, amarrado debajo de su automóvil.

Aquellos fueron días de intensa actividad en los que Fidel llegó a visitar el municipio dos o tres veces por semana, para supervisar los preparativos y conversar largamente con los jóvenes acerca de la necesidad de la lucha armada como única vía para derrotar la tiranía. Los lugares de reunión más frecuentes fueron la casa de Abelardo García y un pequeño café llamado “Capitolio” ubicado en la esquina de las calles Aramburu y Máximo Gómez.

El primer sitio elegido por el grupo para entrenarse fue una finca propiedad de Leopoldo Brito, que tuvo que ser rápidamente abandonada por razones de seguridad. Otras prácticas se realizaron en el sitio conocido como Jabaco, en la propiedad de un tío del futuro asaltante al Moncada José Francisco Costa Velázquez, pero tampoco resultó este un lugar seguro, debido a la cercanía con la carretera entre Guanajay y Mariel, de intenso tráfico, por lo que se determinó que podrían ser escuchados los disparos y se descartó.

El propio Costa Velázquez propuso entonces trasladarse hacia la finca conocida como Martín Mesa [5] , área más intrincada que resultó en definitiva el terreno más adecuado y seguro, en el que se desarrollaron las prácticas con fusiles y pistolas 22 hasta mediados de Julio (días 21 o 23).

Tras la última práctica de tiro, Fidel se reunió con los guanajayenses comprometidos con el movimiento en la casa de Costa Velázquez. Allí quedó determinada la célula que participaría en la acción armada que se preparaba.

Como jefe de célula fue designado Abelardo García Ills y como integrantes seleccionados José Francisco Costa Velázquez, Alfredo Corcho Cinta, José Ramón Martínez Álvarez, Ángel Sánchez y Jaime Costa (traidor a la Revolución).

Participación en el asalto al cuartel Moncada

Los combatientes escogidos por el máximo líder del movimiento recibieron precisas orientaciones de presentarse el 24 de julio en la casa de Léster Rodríguez en La Habana. Desde Guanajay partieron en dos grupos y desde lugares diferentes. Tres abordaron el ómnibus de la ruta 35 frente al parque municipal y el resto lo hizo una parada después, en la esquina de la calle Aramburu. A sus familiares les dijeron que pasarían varios días en una excursión en Varadero.

Esa misma noche, a las 9:00 p.m. salieron una vez más por ómnibus hacia Santiago de Cuba, donde fueron recibidos por Renato Guitart Rosell, quien los condujo a una casa situada frente al estadio Antonio Maceo. Allí encontraron a varios integrantes de la célula de Artemisa a los que ya conocían de algunas reuniones.

El propio Renato los fue trasladando en su automóvil hacia la Granjita Siboney. Una anécdota relatada por el asaltante Ángel Sánchez resume el compromiso de aquellos jóvenes con el movimiento y con su líder. Mientras aguardaban su traslado a la granjita, Ángel observó profundamente meditabundo a José Francisco Costa Velázquez y con la habitual confianza que existía entre ambos, le preguntó qué le sucedía; Costa le comentó que estaba claro que ellos habían ido a Santiago a pelear y él tenía el presentimiento de que lo matarían en ese combate. Entonces Ángel le manifestó que, si tenía ese presentimiento, por qué no se retiraba, que estaba a tiempo de hacerlo, a lo que Costa Velázquez respondió indignado:

“¡Estás loco!, de aquí no me voy, aunque me maten. Tengo mi palabra empeñada con Fidel y voy a cumplir hasta el final”.

Hubo guanajayenses en las tres posiciones designadas por Fidel para efectuar el ataque. Al Palacio de Justicia junto a Raúl Castro fueron Abelardo García, Ángel Sánchez y José Ramón Martínez.

En el Hospital Saturnino Lora, en el grupo comandado por Abel Santamaría estuvo José Francisco Costa Velázquez. Por la posta tres, en el primero de los automóviles entraron a la fortaleza militar junto a Fidel el combatiente Alfredo Corcho y Jaime Costa.

Los combatientes guanajayenses corrieron diversas suertes al producirse la orden de retirada. Es conocido que al grupo de Abel Santamaría nunca llegó esa orden, pues Fernando Chenard Piña, encargado de trasladarla fue hecho prisionero en el trayecto. Todos los combatientes fueron detenidos, víctimas de una delación y excepto Pez Ferro, Melba y Haydee, el resto fue detenido, brutalmente torturado y asesinado en la propia fortaleza militar. Entre ellos estaba José Francisco Costa Velázquez.

Alfredo Corcho, que entró por la posta tres, fue herido en una pierna durante el breve combate, y encontrado por la soldadesca en las cercanías del cuartel, corrió la misma suerte de su compañero Costa Velázquez. Ambos quedaron para siempre entre los muros del Moncada.

Los que integraron el grupo del Palacio de Justicia bajo las órdenes de Raúl, bajaron de la azotea del edificio en la que estaban apostados y se dispersaron. José Ramón Martínez recordó entonces a una familia santiaguera con la que había estrechado vínculos de amistad en el capitalino Hospital de Emergencias con motivos de una convalecencia suya en aquel centro hospitalario, y no dudó en buscar su ayuda junto a Abelardo García y Ángel Sánchez. La familia Méndez Cominchez, de probada raigambre patriótica, no solo los acogió, salvándolos de una muerte segura, sino que los mantuvo a salvo durante el tiempo que duró la cacería desatada por el Coronel Alberto Del Río Chaviano y el Comandante Pérez Chaumont.

Con posterioridad los ayudaron a regresar a La Habana y una vez en la capital, lograron asilarse en la embajada de Panamá y salir del país. Jaime Costa por su parte, se embarcó en un navío que partió desde el puerto santiaguero hacia Honduras salvando también su vida.

Del grupo de guanajayenses, dos regresaron a Cuba como expedicionarios del yate Granma, José Ramón Martínez y Jaime Costa. Desde México Fidel se comunicó con ambos para que se unieran al grupo que había salido de la cárcel tras la amnistía política y se preparaba en tierras aztecas para cumplir la promesa de que en 1956 serían libres o mártires.

José Ramón fue asesinado después de la batalla de Alegría de Pío, junto a Armando Mestre, el 8 de diciembre de 1956, en el sitio conocido como Macagual, cuando intentaban alcanzar las estribaciones de la Sierra Maestra.

Tras el triunfo revolucionario de 1959, Jaime Costa optó por el camino de la traición a la patria y desde Miami permaneció vinculado a la contrarrevolución, participando en campañas difamatorias.

Los restos de los mártires y héroes guanajayenses descansan hoy en el Mausoleo de Artemisa.

La presencia del Moncada volvió a sentirse en Guanajay

Reclusorio Nacional para Mujeres

En una pequeña colina desde la que se divisa el entorno guanajayense se construyó, en 1948, durante el gobierno del Dr. Ramón Grau San Martín, el Reclusorio Nacional para Mujeres, a partir de las edificaciones que habían acogido al Reformatorio de Menores.

Desde su inauguración la institución penitenciaria contó con una celda ubicada en los bajos del llamado Bloque A, destinada a presas políticas. Allí guardó prisión durante seis meses, la luchadora Eva Jiménez Ruiz, debido a su participación en una conspiración que dirigió en abril de 1953 el Dr. Rafael García Bárcenas y que concluyó con el fracasado intento de tomar en Campamento Militar de Columbia.

Melba Hernández y Haydee Santamaría

A esa celda fueron destinadas, a partir del 13 de octubre de 1953, las dos únicas mujeres combatientes en el asalto al Moncada, la Dra. Melba Hernández y Haydee Santamaría, sancionadas a siete meses de prisión en la causa No 371 del 53 que el Tribunal de Urgencias de Santiago de Cuba instruyó contra los asaltantes al cuartel Moncada.

Tras vivir horas en la fortaleza militar, donde fueron testigos del ensañamiento de los torturadores con sus compañeros de lucha, las llevaron al VIVAC y posteriormente a la Cárcel Provincial para Hombres de Boniato, hasta la terminación del juicio. Una vez sancionadas fueron traídas por vía aérea junto al grueso de los combatientes sancionados y destinados al llamado Presidio Modelo, en la entonces Isla de Pinos. Allí se despidieron de sus compañeros y el avión terminó su trayecto en el campamento de Columbia, desde donde fueron conducidas luego por carretera hasta Guanajay.

El reclusorio contaba con cuatro bloques de dos plantas cada uno para el alojamiento de las presas comunes, mientras la celda destinada a las prisioneras políticas poseía las condiciones necesarias para mantenerlas aisladas del resto de las reclusas, incluyendo un baño y una pequeña cocina.

Sin embargo, el pretendido aislamiento fue burlado por Melba y Haydee, quienes se comunicaban con el resto a través de las ventanas de su celda. Contemplaron con tristeza a los pequeños hijos de las reclusas, nacidos dentro del penal, que ignoraban que más allá de aquellos muros existía un mundo diferente.

Fueron visitadas por la Directora del Reclusorio Carmelina Guanche, a quien Melba describió como una vieja luchadora antimachadista, endurecida por la pérdida de su compañero en las duras luchas estudiantiles. Las trató respetuosamente, quizás en homenaje a los ideales revolucionarios que un día ella misma abrazó. Esa visita, sin embargo, no pudo repetirse, pues según lograron conocer más tarde, la Guanche fue llamada al Ministerio de Gobernación, donde se le exigió una explicación por la deferente actitud hacia las heroínas del Moncada.

En la pequeña cocina Yeyé preparaba los alimentos que consumían y que les eran suministrados por los padres de ambas. De la comida del penal solo consumían una harina de maíz que cada jueves les preparaba Ramona Hernández, guanajayense, cocinera del reclusorio con quien las jóvenes mantuvieron una estrecha relación. Ramona maduró políticamente en aquellos encuentros que le permitieron conocer la esencia de la lucha contra Batista.

Las visitas solo podían ser de familiares allegados, y venían con más frecuencia los padres de Melba que residían en La Habana. Les permitieron tener algunos libros, y a partir del 27 de noviembre de 1953 fueron autorizadas a recibir un radio marca Sylbania; la fecha la recordaban con precisión porque ese día oyeron la noticia del asesinato de Mario Fortuny[6], perpetrado por los sicarios del SIM.

Conmovidas por la existencia de los pequeños prisioneros solicitaron a Pastorita Núñez [7]algunos juguetes para alegrar a los niños, y se los obsequiaron el 6 de enero de 1954 [8]. Para los pequeños el asombro resultó mayor que la alegría, pues era la primera vez que veían un juguete. La periodista Marta Rojas logró obtener testimonio gráfico de aquel gesto de las combatientes, a la vez que dejaba constancia en la prensa de su presencia en la cárcel.

Una vez extinguida la sanción que les fuera impuesta, salieron del Reclusorio el 20 de febrero de 1954. Fueron esperadas por amigos, familiares y un grupo de revolucionarios guanajayenses entre los que se encontraban Pedro Julio Esperón, Evelio Prieto y Ángel Eros, futuros atacantes al Palacio Presidencial.

En 1983 se decidió crear en la celda una pequeña sala museo que perpetúa para las nuevas generaciones la permanencia durante cuatro meses y ocho días, de las dos mujeres que hicieron cierta la presencia femenina en la Generación del Centenario que asaltó la segunda fortaleza del país, para no dejar morir las ideas del Apóstol. En su inauguración estuvo presente la heroína Melba Hernández.

El Alegato “La Historia me Absolverá” llega a Guanajay

Alegato “La Historia me Absolverá”

A partir de los originales entregados en su casa de Jovellar 107 por Melba Hernández a Pedro Julio Esperón y Ángel Eros, se editaron los primeros ejemplares de “La Historia me Absolverá” en la imprenta de Nonito Gener en el municipio de San Juan y Martínez.

Desde allí fueron traídos hasta Guanajay por Adolfo Portela, médico veterinario quien manejaba un vehículo del Ministerio de Agricultura, que utilizó en el traslado para no levantar sospechas.

Esperón recibió los ejemplares y distribuyó varios en el entonces Centro Progresista de Guanajay, muy vinculado a las actividades conspirativas, llevó además hasta Artemisa y otros municipios aledaños.

Otro grupo de ejemplares se enviaron a La Habana y fueron trasladados por los combatientes revolucionarios Heriberto Valdés y Eulalio Suárez en un ómnibus de la Ruta 35. En la capital los entregaron al combatiente Alberto Morfi Bravo, en la calle Valle, cerca de Infanta[9]

Referencias

Fuentes

  • Figueredo Valdés, Reveca. Ponencia Presencia de Guanajay en el Moncada. Unhic. Provincia Artemisa, 2023.
  • Figueredo Valdés, Reveca. Historia de Guanajay (1492-1976). Año 2003