Teatro Martí

Teatro Martí
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Teatro martí.jpg
UbicaciónLa Habana
Bandera de Cuba Cuba
Capacidad750 personas
Apertura8 de junio de 1884
24 de febrero de 2014 (reapertura)
DirecciónDragones y Zulueta

El Teatro Martí, antes nombrado Irijoa, alcanzó una gran aceptación popular por su programación de obras del teatro bufo cubano y su céntrica ubicación, a lo cual también contribuían sus apropiadas soluciones de diseño y tecnología.

Inaugurado el 8 de junio de 1884, su arquitectura exterior la conforman un bloque rectangular coronado por una cornisa corrida a su alrededor y un pretil originalmente rematado por copas. La horizontalidad del edificio es equilibrada por el tratamiento vertical de las ventanas. La cubierta a dos aguas, algo retirada, se expresa como un frontón con una luceta semicircular en su centro, sobre la puerta principal.

El interior del inmueble, con columnas de hierro fundido, pisos de mármol, alfombras, cortinas, espejos y lunetas de hierro, ofrecía una mayor riqueza a la edificación patrimonial. La ventilación y la acústica eran excelentes, y a ello se sumaban adelantos tecnológicos como el que permitía, mecánicamente, colocar el piso de la platea al nivel del vestíbulo y el escenario para la realización de bailes y otras actividades. Contaba, asimismo, con locales para camerinos, vestuario, utilería y otros usos, además de un restaurante, un café al aire libre y un jardín con esculturas, fuentes y elementos de mobiliario.

En el 2015 le fue otorgado el Premio Nacional de Restauración

Inicios

El 8 de junio de 1884 fue inaugurado por su constructor, Ricardo Irijoa, cuyo apellido llevó inicialmente el inmueble.
Pero este vasco que fuera rico tres veces moriría en la pobreza, al extremo de que el 25 de enero de 1895 se ofreció en el propio teatro una función destinada a recaudar fondos para su viuda, la señora Felicia Crespo,”llena de hijos pequeñuelos”, según anunció la prensa. «El Coliseo de las cien puertas», como lo denominó el poeta bayamés José Fornaris, se inauguró con una función a beneficio del convento El Buen Pastor”,protagonizada por aficionados.

Espectáculos

Con posterioridad se ofrecieron bailes públicos y diversos espectáculos: desde compañías de bufos criollos y del circo de don Santiago Pubillones hasta zarzuelas, operetas, vodeviles y el estreno en Cuba de la ópera «La Boheme», de Giacomo Puccini. Durante 1896 los bufos habaneros de la compañía del empresario Generoso González, dirigida por el compositor José Marín Varona, empezaron a trabajar en el Martí.
En su proscenio se estrenaron «La mulata María», con música de Raimundo Valenzuela y el primer libreto de Federico Villoch, calificado luego «El Lope de Vega cubano» a causa de su vasta obra; y «Mefistófeles» de Ignacio Sarachaga y partitura de Rafael Palau.

Su nombre

Enrique Pastoriza compró el teatro a los herederos de Irijoa en 1899 y a lo largo de varios meses se llamó Edén Garden.
En 1900 lo rebautizaron con un apellido que lo dignificaría: Martí, y al siguiente año quedó inscripto en la historia nacional al servir de sede a la Asamblea Constituyente encargada de redactar la primera Carta Magna para la república cubana a estrenarse el 20 de mayo de 1902, y los candentes debates que originó la decisión del gobierno estadounidense de imponer como un apéndice a tal Constitución la Enmienda Platt, lo cual aprobó la mayoría de los delegados participantes en la reunión. En 1905 el Martí pasó a manos de José Cano de la Maza y su propiedad recayó en la señora Juana Cano de Font.

Carteleras

Cartelera

Entre 1910 y 1914 sus carteleras anunciaron a las compañías de bufos cubanos de Alberto Garrido (padre) y de Arquímides Pous, y más tarde transcurrió la época de oro del coliseo gracias a la labor de empresarios como Julián Santa Cruz y Eulogio Velasco, quienes trajeron de España a Conchita Bañuls, Eugenia Zuffoli, Pilar Aznar, María Caballé, Rosita Clavería, Blanca Pozas, Consuelo Hidalgo, Enriqueta Serrano, Carmen Tomás, María Marco, Marieta y Eugenia Galindo, Augusto Ordóñez, Casimiro Ortas, Manolo Villa, Antonio Palacios y a la diminuta valenciana Consuelo Mayendía, que se adueñó del público al cantar el cuplé «Mala entraña».

A partir de 1929 conocería aquel escenario la fiebre del tango que, con su pequeña tesitura y vestido de frac, desencadenó Paco Spaventa, al que siguieron Agustín Irusta, José Bohr, Charlo, Mercedes Simone, Azucena Maizani y, cuando el cine sonoro se apropió del teatro, las películas de Carlos Gardel. Ya en 1931 comenzó la temporada de teatro vernáculo de la Compañía de Manuel Suárez y Agustín Rodríguez, con Gonzalo Roig y Rodrigo Prats como directores de la orquesta y maestros concertadores, la cual se extendería durante más de un lustro y consolidó el arte lírico criollo mediante los estrenos de varias de sus más representativas obras: «Rosa la China», de Ernesto Lecuona; «Soledad», «Amalia Batista» y «María Belén Chacón», de Rodrigo Prats; y «|Cecilia Valdés», de Gonzalo Roig. Se inscribieron en las carteleras de tan glorioso momento los nombres de Rita Montaner, Caridad Suárez, Miguel de Grandy, Hortensia Coalla, Maruja González, Zoraida Marrero, Zoila Gálvez, Elisa Altamirano, Arturo Vila, Fernando Mendoza, Lolita Berrio, Consuelo Novoa, Luz Gil, Arnaldo Sevilla, Julito Díaz, Carmita Ortiz, Julio Richard, Julio Gallo, Humberto de Dios, Julita Muñoz, Alberto Garrido (hijo) y Federico Piñero, entre otros.

Presentaciones

Teatro abarrotado.

Más tarde salvaron al Martí de un total languidecimiento las presentaciones de la agrupación artística española Cabalgata, y diferentes temporadas de teatro cubano que auspiciaron las compañías de Carlos Pous y José Sanabria o de Alberto Garrido (hijo) y Federico Piñero, así como el denominado Teatro Cubano Libre, fundado en el decenio de los cuarenta por el escritor Carlos Robreño y el empresario Julio Vega con la cantante y actriz María de los Ángeles Santana en calidad de máxima estrella. A raíz de la victoria revolucionaria de 1959, en el Martí se estrenó el sainete «El general huyó al amanecer», y seguidamente ocupó otra vez su cartelera la compañía de Carlos Pous y José Sanabria.
Finalmente se instaló en su proscenio el grupo Jorge Anckermann, que contó con la dirección musical del maestro Rodrigo Prats, llevó a cabo las representaciones de piezas de Enrique Núñez Rodríguez y Eduardo Robreño, entre otros autores, y permitió a una nueva generación de espectadores ovacionar a dos inolvidables figuras del arte asociadas a lo anales del Martí por las décadas que allí actuaron ininterrumpidamente: Candita Quintana y Alicia Rico.

Actualidad

Desde hace algunos años es sometido a un complejo trabajo de remozamiento. Muchos habaneros esperan por su reapertura y el sonido de las tres “campanadas de la alegría” que durante varias décadas anunciaban el comienzo de las funciones diarias a un público siempre presto a llenar el coliseo y conceder cálidas ovaciones a los artistas.

Alrededor de la arquitectura, forman un tejido los problemas humanos y las artes, sobre todo la escultura, la pintura y la música, opina Taboada. Titular de la Cátedra Gonzalo de Cárdenas de Arquitectura Vernácula, y asesor de la dirección de Arquitectura Patrimonial de la OHCH, resume que lo importante en la recuperación del patrimonio es tener en cuenta la esencia del lugar.

Esta opinión se vincula con la explicación de Marilyn, de que la actual recuperación del Martí también tiene en cuenta la adecuación al teatro actual, “para que puedan venir las nuevas compañías”.

Es así que la incorporación a la obra de un edificio anexo en la calle Zulueta, implica una nueva construcción que permitirá nuevas facilidades para la escenotecnia, los camerinos, las oficinas de dirección, y otros espacios necesarios, explica Taboada.
Mientras, la proyectista general señala lo importante de llevar a todo el teatro temperaturas que se correspondan con nuevos tiempos en los que se hace necesario cerrar las puertas para que no entre el ruido de la calle; por lo que se instalarán en la azotea “grandes equipos de climatización”.

Y en cuanto a lo tradicional, se refirió al gran uso de la madera en la carpintería y de la piedra en los muros. “Fachadas antiguas, puertas, ventanas, vitrales, todo hay que rehacerlo”, dijo. Al llegar al interior del teatro, se pudo apreciar la gran labor de rehacer los palcos de platea y balcones junto a las rejas que los separaban; además de las graderías —asientos corridos— en la tertulia.

Especial interés existe en rehacer el telón pintado del escenario, de acuerdo con las referencias que se tienen. También está prevista la recuperación de los espaciosos jardines donde, a diferencia de los demás teatros, las personas disfrutaban de los intermedios a la sombra de la vegetación, los bancos, la cafetería. Por eso, recuerda Marilyn, el vestíbulo no es tan grande.
Tantos detalles y complejidades le hacen exclamar: “Son muchas obras en una sola”. Y en la expresión está presente una gran voluntad de llevar adelante tan completa recuperación a partir de proyectos cuidadosamente terminados y el serio trabajo de la constructora Puerto Carena.

En cuanto a la pregunta de en qué momento quedará todo terminado, opinó que aunque la voluntad es que sea lo antes posible, depende de muchos factores, pues se trata de una obra muy grande, que necesita materiales de primera, recursos económicos; más la propia complejidad de la obra. Y el gran espíritu para llevar adelante la labor lo volvió a poner de manifiesto cuando recordó que en una conversación con el historiador de la ciudad, Eusebio Leal, ambos coincidieron en que “piensan” al Martí ya terminado. “Incluso Leal se ve sentado en la platea” —dijo humorísticamente—.

Reapertura

Reapertura del teatro

El 24 de febrero del 2014 con la presencia de El General de Ejército, Raúl Castro, Primer Secretario del Partido Comunista de Cuba y Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, se realizó la reapertura del Teatro Martí, emblemático coliseo que vuelve a la vida después de 40 años cerrado.

La función inaugural de esta nueva etapa, en la que estuvo presente además el Primer Vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros, Miguel Díaz-Canel, entre otras personalidades; incluyó un repertorio de lujo, con la interpretación de piezas antológicas dentro de la tradición musical cubana.

Bajo el título de Volver al Martí, los espectadores escucharon de nuevo, en la legendaria sala del llamado “teatro de las cien puertas”, fragmentos de las zarzuelas Cecilia Valdés, María la O, Amalia Batista, corearon al compás de la Damisela encantadora, de Ernesto Lecuona, y disfrutaron una estampa costumbrista interpretada por Mario Limonta y Aurora Basnuevo.

Eusebio Leal, Historiador de la Ciudad de La Habana y artífice de este nuevo impulso a la recuperación de esta joya arquitectónica, calificó la apertura como un tributo pequeño y modesto a la obra de la nación cubana.

Esta obra patrimonial requirió que se hicieran nuevos los entrepisos y escaleras de madera, las columnas de hierro fundido con capiteles y elementos ornamentales ubicados en la sala, mientras para rescatar la carpintería francesa se tuvo que recurrir a fotos históricas, así como hacer una doble en la fachada para evitar que interfieran los ruidos exteriores. Se ampliaron los camerinos, la cafetería y las áreas exteriores, y se climatizó totalmente la instalación. Se evitó al máximo intervenir el diseño original y fueron introducidos solo aquellos cambios imprescindibles.

Fuentes