Diferencia entre revisiones de «Eusebio Hernández»

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}} '''Eusebio Hernández Pérez'''. Patriota, médico y científico cubano, especialista en [[Obstetricia y Ginecología]]. Combatiente de las tres guerras del [[Siglo XIX]] por la independencia de [[Cuba]]. Como hombre de ciencias obtuvo notables reconocimientos y dejó una apreciable obra escrita en el terreno de la [[Obstetricia y Ginecología|Obstetricia y la Ginecología]]. Fue un destacado revolucionario cubano, historiador y partícipe de los hechos narrados, y un excepcional profesor de [[Obstetricia y Ginecología]] de la [[Universidad de la Habana]] durante 30 años.  
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}} '''Eusebio Hernández Pérez'''. Patriota, médico y científico cubano, especialista en [[Obstetricia]] y [[Ginecología]]. Combatiente de las tres guerras del [[Siglo XIX]] por la independencia de [[Cuba]]. Como hombre de ciencias obtuvo notables reconocimientos y dejó una apreciable obra escrita en el terreno de la [[Obstetricia y Ginecología|Obstetricia y la Ginecología]]. Fue un destacado revolucionario cubano, historiador y partícipe de los hechos narrados, y un excepcional profesor de Obstetricia y Ginecología de la [[Universidad de la Habana]] durante 30 años.  
  
== Primeros años  ==
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==Síntesis biográfica==
  
 
Eusebio Hernández Pérez, nace en [[Municipio Colón|Colón]], [[Provincia Matanzas|provincia Matanzas]], Cuba, el [[18 de enero|18 de enero]] de [[1853|1853]]. Con 16 años de edad, participó en el [[Alzamiento de Jagüey Grande]], durante la [[Guerra de los Diez Años]].  
 
Eusebio Hernández Pérez, nace en [[Municipio Colón|Colón]], [[Provincia Matanzas|provincia Matanzas]], Cuba, el [[18 de enero|18 de enero]] de [[1853|1853]]. Con 16 años de edad, participó en el [[Alzamiento de Jagüey Grande]], durante la [[Guerra de los Diez Años]].  
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Cursó el bachillerato en el [[Instituto de Segunda Enseñanza de la Habana]], donde estudiaba cuando se produce el fusilamiento de los [[Ocho estudiantes de Medicina]], el [[27 de noviembre]] de [[1871]]. En [[1874]], con 21 años, su familia lo envía a Madrid, España, para que curse los estudios de Medicina y fue en la Península misma donde estableció los nexos con la revolución independentista con la presencia del General [[Calixto García]], uno de los héroes de las guerras por la independencia de Cuba.  
 
Cursó el bachillerato en el [[Instituto de Segunda Enseñanza de la Habana]], donde estudiaba cuando se produce el fusilamiento de los [[Ocho estudiantes de Medicina]], el [[27 de noviembre]] de [[1871]]. En [[1874]], con 21 años, su familia lo envía a Madrid, España, para que curse los estudios de Medicina y fue en la Península misma donde estableció los nexos con la revolución independentista con la presencia del General [[Calixto García]], uno de los héroes de las guerras por la independencia de Cuba.  
  
En agosto de [[1879]], a los 26 años de edad, como uno más entre los muchos patriotas convencidos de que sólo el camino de las armas conduciría a la emancipación, participa en [[Santiago de Cuba]] junto a los organizadores de La [[Guerra Chiquita]] ([[1879]] -[[1880]]). Concluida ésta, marcha a [[Jamaica|Jamaica]] y en [[Kingston|Kingston]] conoce a [[Máximo Gómez]], colocándose a sus órdenes.  
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En agosto de [[1879]], a los 26 años de edad, como uno más entre los muchos patriotas convencidos de que sólo el camino de las armas conduciría a la emancipación, participa en [[Santiago de Cuba]] junto a los organizadores de La [[Guerra Chiquita]] ([[1879]] -[[1880]]). No presentó su tesis de grado como Licenciado en Medicina, carrera que terminará después, por utilizar los fondos destinados a ello a cumplir las orientaciones de [[Calixto García]] de viajar a Cuba a restablecer los contactos con los conspiradores, rotos tras las detenciones de [[Pedro Martínez Freyre]], [[Pablo Beola]], [[Flor Crombet]] y [[Mayia Rodríguez]].  
  
Asiste en 1880, a [[Bernarda Toro Pelegrín]] ([[Bernarda Toro Pelegrín|Manana]]), esposa de Máximo Gómez, en el parto de su hijo Fernando. <br>En [[1881]], es designado coordinador civil de una conspiración militar. Trabaja como profesor de la Universidad, dirige un hospital y escribe en periódicos y revistas.  
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Concluida ésta, marcha a [[Jamaica|Jamaica]] y en [[Kingston|Kingston]] conoce a [[Máximo Gómez]], colocándose a sus órdenes. En octubre de [[1880]], residiendo en [[Kingston]], conoció personalmente a Antonio Maceo. Su continuada y extensa amistad incluyó convertirse en el médico de toda la familia Maceo, añadida la atención en el parto de la jamaicana [[Amelia Marryat]], con quien Maceo sostuvo relaciones amorosas. Fue Eusebio Hernández el médico que asistió el nacimiento de [[Antonio Maceo Marryat]], el único descendiente directo de Antonio Maceo que sobrevivió sobrevivió a su muerte. 
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Asiste en 1880, a [[Bernarda Toro Pelegrín]] ([[Bernarda Toro Pelegrín|Manana]]), esposa de Máximo Gómez, en el parto de su hijo Fernando.  
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En 1881 llega Hernández a [[Tegucigalpa]] donde residió 5 años y donde ejerció no sólo su consulta particular de medicina, sino la dirección de un hospital y una Cátedra en la Escuela de Medicina, estos últimos cargos con carácter gratuito, pues para conservar su independencia política no quiso atarse a cargos estables. En [[1886]], liquidado el llamado [[Plan Gómez - Maceo]], Eusebio Hernández partió para España, a terminar la licenciatura en Madrid, después de contraer matrimonio. Ya en [[1888]] está radicado en [[París]], aunque alternara con [[Berlín]] en los estudios especializados en Ginecología y Obstetricia que tanta influencia tendrían en su vida profesional ulterior.  
  
 
En el lapso comprendido entre 1880 y 1887, fueron muy estrechos sus vínculos con el general [[Antonio Maceo]], cuya personalidad estudió con el interés de un psicólogo y la constancia de un historiador. Del héroe de [[Baraguá]] escribió:  
 
En el lapso comprendido entre 1880 y 1887, fueron muy estrechos sus vínculos con el general [[Antonio Maceo]], cuya personalidad estudió con el interés de un psicólogo y la constancia de un historiador. Del héroe de [[Baraguá]] escribió:  
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{{Sistema:Cita|"Él anuló el [[Pacto del Zanjón]], lo redujo a una tregua en Baraguá y venció a todos los que en él intervinieron"|[[Eusebio Hernández]]}}  
 
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== Estudios ==
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===Estudios===
  
 
Para [[1887]], termina la licenciatura en [[Medicina]] en [[Madrid]] y luego, teniendo en cuenta el fracaso del movimiento revolucionario del [[1884]] al [[1886]], sostenido tenazmente por los Generales [[Máximo Gómez]], Antonio Maceo, [[Crombet]], [[Carrillo]](Pancho), [[Emilio Núñez]], otros muchos ilustres cubanos y él mismo y provisto de una licencia del General Gómez y de acuerdo con Carrillo, [[Leandro Rodríguez]] y otros amigos, decide marchar a [[Europa]] para hacer una especialidad que le permitiera volver a [[Nueva York]] a poner en práctica sus anhelos patrióticos. De este modo, realiza estudios de [[Obstetricia y Ginecología]] en [[París]] – donde, en [[1889]], conoce a [[Pinard]], cuya historia científica y política él mismo considera que tiene muchos puntos de semejanza con la suya.  
 
Para [[1887]], termina la licenciatura en [[Medicina]] en [[Madrid]] y luego, teniendo en cuenta el fracaso del movimiento revolucionario del [[1884]] al [[1886]], sostenido tenazmente por los Generales [[Máximo Gómez]], Antonio Maceo, [[Crombet]], [[Carrillo]](Pancho), [[Emilio Núñez]], otros muchos ilustres cubanos y él mismo y provisto de una licencia del General Gómez y de acuerdo con Carrillo, [[Leandro Rodríguez]] y otros amigos, decide marchar a [[Europa]] para hacer una especialidad que le permitiera volver a [[Nueva York]] a poner en práctica sus anhelos patrióticos. De este modo, realiza estudios de [[Obstetricia y Ginecología]] en [[París]] – donde, en [[1889]], conoce a [[Pinard]], cuya historia científica y política él mismo considera que tiene muchos puntos de semejanza con la suya.  
  
 
Esta circunstancia, entre otras, le valió las simpatías de Pinard (a quien considera un gran patriota), y le permitió figurar entre los discípulos del reformador de la Obstetricia contemporánea en la [[Clínica Baudelocque]], al frente de la cual figuró, desde [[1890]], como profesor de partos de la Facultad de París.  
 
Esta circunstancia, entre otras, le valió las simpatías de Pinard (a quien considera un gran patriota), y le permitió figurar entre los discípulos del reformador de la Obstetricia contemporánea en la [[Clínica Baudelocque]], al frente de la cual figuró, desde [[1890]], como profesor de partos de la Facultad de París.  
 
== El profesional:  ==
 
 
El joven estudiante, cuyos cursos de Segunda Enseñanza han terminado, y cuyas convicciones patrióticas constituyen un constante peligro para él en la integrista y represiva Habana de 1874, viaja a España en ese año para comenzar sus estudios de Medicina en la Universidad de Madrid. No por ello se alejó espiritualmente de su patria y de su Revolución.
 
 
En 1875 el Mayor General Calixto García llegó a la capital española, convaleciente de la gravísima y célebre herida que a sí mismo se infligiera para no caer vivo en manos del enemigo y que, paradójicamente, le salvó de ser fusilado precisamente por su gravedad. Eusebio Hernández, en compañía de otros compañeros de estudio y cubanos residentes allá, participó en un plan para liberar al General, plan fallido y contraproducente que endureció las condiciones de prisión de Calixto, el cual fue encerrado en una mazmorra en Santoña. Una de las visitas que al ilustre prisionero hizo Eusebio Hernández fue acompañando a Da. Lucia Iñiguez, la madre del General mambí.
 
 
<br> Cuando comenzó a organizarse la Guerra Chiquita, Eusebio Hernández no presentó su tesis de grado como Licenciado en Medicina, carrera que terminará después, por utilizar los fondos destinados a ello a cumplir las orientaciones de Calixto García de viajar a Cuba a restablecer los contactos con los conspiradores, rotos tras las detenciones de Pedro Martínez Freyre, Pablo Beola, Flor Crombet y Mayia Rodríguez.
 
 
En octubre de 1880, residiendo en Kingston, conoció personalmente a Antonio Maceo. Su continuada y extensa amistad incluyó convertirse en el médico de toda la familia Maceo, añadida la atención en el parto de la jamaicana Amelia Marryat, con quien Maceo sostuvo relaciones amorosas. Fue Eusebio Hernández el médico que trajo al mundo a Antonio Maceo Marryat, el único descendiente directo del Titán que sobrevivió a su padre. Médico también de la familia de Máximo Gómez, asistió en 1880 a Manana en el parto de su hijo Fernando. En 1881 llega Hernández a Tegucigalpa donde residió 5 años y donde ejerció no sólo su consulta particular de medicina, sino la dirección de un hospital y una Cátedra en la Escuela de Medicina, estos últimos cargos con carácter gratuito, pues para conservar su independencia política no quiso atarse a cargos estables. En 1886, liquidado el llamado Plan Gómez-Maceo, Eusebio Hernández partió para España, a terminar la licenciatura en Madrid, después de contraer matrimonio. Ya en 1888 está radicado en París, aunque alternara con Berlín en los estudios especializados en Ginecología y Obstetricia que tanta influencia tendrían en su vida profesional ulterior.
 
  
 
Su dedicación al estudio de su carrera, con ser altísimo, fue inferior a su compromiso con la Patria. El mismo hombre que en 1883 desde Tegucigalpa escribía a Maceo que estaba ocupadísimo con su creciente clientela, pero que no se acordaba del negocio cuando pensaba en Cuba, tomó la decisión de escoger esta especialidad, pero subordinándola siempre a las necesidades del movimiento revolucionario.  
 
Su dedicación al estudio de su carrera, con ser altísimo, fue inferior a su compromiso con la Patria. El mismo hombre que en 1883 desde Tegucigalpa escribía a Maceo que estaba ocupadísimo con su creciente clientela, pero que no se acordaba del negocio cuando pensaba en Cuba, tomó la decisión de escoger esta especialidad, pero subordinándola siempre a las necesidades del movimiento revolucionario.  
 
En 1896 después de muchos avatares llega a los campos de Cuba Libre como Teniente Coronel del Ejército Libertador, participa en la confección de la Ley de Sanidad Militar. Es propuesto como Jefe del Departamento de Sanidad Militar con el grado de General de Brigada, lo cual no aceptó, pues al haber influido en la confección de la Ley y haber puesto ese Departamento bajo las órdenes del General en Jefe, su honestidad raigal le hacían recelar de que pudiera alguien pensar que lo había hecho aspirando a esa jefatura. En 1899, terminada la contienda, revalidó sus títulos en la Universidad de la Habana. La Asamblea de Representantes le otorgó el Grado de General de Brigada de Sanidad.
 
 
No tardó Eusebio Hernández en enriquecer, espiritualmente hablando, su profesión de médico, que ejerció con el éxito en él habitual, con la creación de una clínica de partos de servicio gratuito. En 1900 fue designado profesor de Obstetricia en la Universidad de La Habana y Decano Interior de Medicina, renunciando a este último cargo en 1923. En 1926 fue miembro Honorífico de la Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Matemáticas de la Habana y de la Sociedad de Obstetricia y Ginecología de París. Ejerció la docencia hasta 1933, año en que falleció. Su influencia sobre quienes fueron sus alumnos fue enorme. Les amplió el horizonte, científica, social y humanamente. Fue - criterio coincidente – un educador realmente excepcional, con un altísimo grado de poder de comunicación, amor por su profesión, conocimiento de ésta y amor por la enseñanza.
 
 
Prácticamente todo lo que aprendió lo hizo pensando en enseñar a los demás. Siendo un maestro en la comunicación oral, convirtió la enseñanza práctica de lo aprendido en una norma permanente. Sus lecciones, los procedimientos, métodos y principios que inculcó hacen que sea él quien marque las dos etapas de la obstetricia en Cuba, antes y después de Eusebio Hernández. Pero tal vez lo más sensacional en él sea su visión social del problema de la salud pública.
 
 
Propugnó la enseñanza y la práctica gratuita de la medicina. Su concepto social del proceso ginecológico-obstétrico-pedriático, su concepción de los Palacios Provinciales de Homicultura, centro básico de servicio popular gratuito, que velarían por una procreación bien preparada, un nacimiento exento de peligros y una supervivencia científica, donde:
 
 
Se incluiría un conocimiento previo a la procreación. Se lucharía por la creación de parejas estables y una nueva célula familiar con sus consecuencias éticas y sociales. Se prepararía a la mujer y todos los mecanismos para el feliz parto. Se tendrían en cuenta todos los cuidados al recién nacido y todo su proceso de crecimiento y maduración hasta llegar a la adultez.
 
 
Obsérvese que estos sueños y preocupaciones son los de un hombre que por su profesión, y sus logros y resultados en ella, debiera girar hacia una posición conservadora, de la alta burguesía. Solicitado por los más poderosos, tanto económica como políticamente, se negó a todo compromiso que lesionara sus principios. Recordamos una carta del Presidente José Miguel Gómez en que le solicitaba sus servicios para una hija y le reprochaba su alejamiento por culpa de “la dichosa política”.
 
 
Como profesional de la medicina, pues, tuvo mÁs en común, en muchos aspectos, con el profesional que se forma hoy que con sus propios colegas contemporáneos.
 
 
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== El Patriota:  ==
 
== El Patriota:  ==
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Como hemos comprobado, Eusebio Hernández fue una personalidad fuerte y a veces controvertible. Enamorado de la independencia de su patria, tenaz en sus convicciones, intransigente ante el injerencismo extranjero en cualquiera de sus formas, con una preocupación social y un interés por las masas trabajadoras realmente admirable, en sus acciones y proyecciones concretas, en su trato y relaciones con los hombres, acertó y erró, pero lo discutible en su quehacer jamás lo fue por miedo, vanidad o acomodo. Ni se forjó como marxista leninista práctico ni compuso el futuro-por favor no le pidamos tanto; pero luchó siempre, a su modo, por un futuro mejor para su Patria con una honestidad que no puede ser negada, como incontrovertible es, al final, definirlo como lo que fue: Todo un hombre, y un patriota de cuerpo entero.  
 
Como hemos comprobado, Eusebio Hernández fue una personalidad fuerte y a veces controvertible. Enamorado de la independencia de su patria, tenaz en sus convicciones, intransigente ante el injerencismo extranjero en cualquiera de sus formas, con una preocupación social y un interés por las masas trabajadoras realmente admirable, en sus acciones y proyecciones concretas, en su trato y relaciones con los hombres, acertó y erró, pero lo discutible en su quehacer jamás lo fue por miedo, vanidad o acomodo. Ni se forjó como marxista leninista práctico ni compuso el futuro-por favor no le pidamos tanto; pero luchó siempre, a su modo, por un futuro mejor para su Patria con una honestidad que no puede ser negada, como incontrovertible es, al final, definirlo como lo que fue: Todo un hombre, y un patriota de cuerpo entero.  
 
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== Desempeño como médico  ==
 
== Desempeño como médico  ==
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A mediados de [[1892]] realiza la primera sinfisiotomía de Pinard. Luego en [[1894]], regresa enfermo a Cuba.  
 
A mediados de [[1892]] realiza la primera sinfisiotomía de Pinard. Luego en [[1894]], regresa enfermo a Cuba.  
  
== En la Guerra del 95 ==
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===En la Guerra del 95===
  
Suena el clarín de la guerra de independencia y ocupa su puesto de honor en las filas del [[Ejército Libertador]], que abrió un paréntesis de tres largos años en su labor científica.  
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En [[1895]], embarca para [[Nueva York]], para participar activamente en la preparación de la [[Guerra del 95]] con el [[Comité Revolucionario Cubano]] en el exilio.  
  
En [[1895]], embarca para [[Nueva York]], para participar activamente en la preparación de la [[Guerra del 95]] con el [[Comité Revolucionario Cubano]] en el exilio.  
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Para marzo de [[1896]], naufraga junto a [[Calixto García|Calixto García]] en el ''Hawkins''. A las órdenes de éste desembarca tiempo después en el ''Bermuda'' y queda bajo el mando del Mayor General [[José Maceo]] en el Estado Mayor del mismo. 
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En mayo de [[1896]], el General [[Máximo Gómez|Máximo Gómez]] le concede el grado de Teniente Coronel. Con las fuerzas de éste hizo la campaña bélica hasta que el Consejo de Gobierno reclamó sus servicios como Secretario de Relaciones Exteriores de la [[República en Armas]], cargo al que pronto renunció por discrepancias con el presidente [[Salvador Cisneros Betancourt]], incorporándose de nuevo a las filas libertadoras al lado de Gómez y después en las de Calixto García.
  
Para marzo de [[1896]], naufraga junto a [[Calixto García|Calixto García]] en el '''“Hawkins”'''. A las órdenes de éste desembarca tiempo después en el '''“Bermuda”''' y queda bajo el mando del Mayor General [[José Maceo]] en el Estado Mayor del mismo.  
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Es propuesto como Jefe del Departamento de Sanidad Militar con el grado de General de Brigada, lo cual no aceptó, pues al haber influido en la confección de la Ley y haber puesto ese Departamento bajo las órdenes del General en Jefe, su honestidad raigal le hacían recelar de que pudiera alguien pensar que lo había hecho aspirando a esa jefatura.  
  
 
Participó, entre otros, en los combates de [[Loma de Hierro]], [[Guáimaro]], [[Las Tunas]], [[Guisa]] y [[Saratoga]]. En el propio año 1896 rechaza su elección como Representante a la [[Asamblea de La Yaya]] y participa en la comisión que escribe la [[Ley de Sanidad Militar del Ejército Libertador]].  
 
Participó, entre otros, en los combates de [[Loma de Hierro]], [[Guáimaro]], [[Las Tunas]], [[Guisa]] y [[Saratoga]]. En el propio año 1896 rechaza su elección como Representante a la [[Asamblea de La Yaya]] y participa en la comisión que escribe la [[Ley de Sanidad Militar del Ejército Libertador]].  
  
En mayo de [[1896]], el General [[Máximo Gómez|Máximo Gómez]] le concede el grado de Teniente Coronel. Con las fuerzas de éste hizo la campaña bélica hasta que el Consejo de Gobierno reclamó sus servicios como Secretario de Relaciones Exteriores de la [[República en Armas]], cargo al que pronto renunció por discrepancias con el presidente [[Salvador Cisneros Betancourt]], incorporándose de nuevo a las filas libertadoras al lado de Gómez y después en las de Calixto García.  
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En el campo insurrecto ganó el ascenso a General de Brigada, pero el deterioro creciente de su salud fue causa de que le autorizaran a partir hacia el extranjero ([[1898]]), desde donde tuvo conocimiento de la intromisión norteamericana ([[Guerra hispano-cubano norteamericana]]) en el conflicto.
  
En el campo insurrecto ganó el ascenso a General de Brigada, pero el deterioro creciente de su salud fue causa de que le autorizaran a partir hacia el extranjero ([[1898]]), desde donde tuvo conocimiento de la intromisión norteamericana ([[Guerra hispano-cubano norteamericana]]) en el conflicto. <br>Durante su participación en las luchas por la independencia fue un eficaz colaborador del Lugarteniente General Antonio Maceo, cuya memoria defendió sistemáticamente.  
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Durante su participación en las luchas por la independencia fue un eficaz colaborador del Lugarteniente General Antonio Maceo, cuya memoria defendió sistemáticamente.  
  
Ya para [[1899]], regresa a Cuba acompañando el cadáver de Calixto García.  
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Ya para [[1899]], regresa a Cuba acompañando el cadáver de Calixto García. Revalidó sus títulos en la [[Universidad de La Habana]]. La [[Asamblea de Representantes de la Revolución Cubana]] le otorgó el Grado de General de Brigada de Sanidad. 
  
 
Frustrada la independencia de Cuba por la intervención de los [[Estados Unidos]], mantuvo sus firmes convicciones patrióticas durante la ocupación norteamericana y la república neocolonial, apoyando las causas más progresistas, rechazando el [[Anexionismo]].  
 
Frustrada la independencia de Cuba por la intervención de los [[Estados Unidos]], mantuvo sus firmes convicciones patrióticas durante la ocupación norteamericana y la república neocolonial, apoyando las causas más progresistas, rechazando el [[Anexionismo]].  
  
Corre 1899 cuando es nombrado General de Brigada de Sanidad por la Comisión Ejecutiva de la [[Asamblea del Cerro]].
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=== Labor político-social durante la República  ===
 
 
== Labor político-social durante la República  ==
 
  
 
Durante todo el período de la ocupación norteamericana y luego, en la república neocolonial, mantuvo firmes convicciones patrióticas apoyando continuamente las mejores y más progresistas causas, rechazando las posturas anexionistas, apoyando incluso al estado socialista surgido en [[Rusia]].  
 
Durante todo el período de la ocupación norteamericana y luego, en la república neocolonial, mantuvo firmes convicciones patrióticas apoyando continuamente las mejores y más progresistas causas, rechazando las posturas anexionistas, apoyando incluso al estado socialista surgido en [[Rusia]].  

Revisión del 16:55 1 mar 2011

Eusebio Hernández Pérez
Información sobre la plantilla
F06his98.jpg
General de brigada del Ejército Libertador cubano. Eminente Médico ginecólogo.
NombreEusebio Hernández Pérez
Nacimiento18 de enero de 1853
Colón, Matanzas, Bandera de Cuba Cuba
Fallecimiento23 de noviembre de 1933
La Habana, Bandera de Cuba Cuba
NacionalidadCubana
CiudadaníaCubana
OcupaciónMédico
TítuloDoctor en Medicina
Eusebio Hernández Pérez. Patriota, médico y científico cubano, especialista en Obstetricia y Ginecología. Combatiente de las tres guerras del Siglo XIX por la independencia de Cuba. Como hombre de ciencias obtuvo notables reconocimientos y dejó una apreciable obra escrita en el terreno de la Obstetricia y la Ginecología. Fue un destacado revolucionario cubano, historiador y partícipe de los hechos narrados, y un excepcional profesor de Obstetricia y Ginecología de la Universidad de la Habana durante 30 años.

Síntesis biográfica

Eusebio Hernández Pérez, nace en Colón, provincia Matanzas, Cuba, el 18 de enero de 1853. Con 16 años de edad, participó en el Alzamiento de Jagüey Grande, durante la Guerra de los Diez Años.

Cursó el bachillerato en el Instituto de Segunda Enseñanza de la Habana, donde estudiaba cuando se produce el fusilamiento de los Ocho estudiantes de Medicina, el 27 de noviembre de 1871. En 1874, con 21 años, su familia lo envía a Madrid, España, para que curse los estudios de Medicina y fue en la Península misma donde estableció los nexos con la revolución independentista con la presencia del General Calixto García, uno de los héroes de las guerras por la independencia de Cuba.

En agosto de 1879, a los 26 años de edad, como uno más entre los muchos patriotas convencidos de que sólo el camino de las armas conduciría a la emancipación, participa en Santiago de Cuba junto a los organizadores de La Guerra Chiquita (1879 -1880). No presentó su tesis de grado como Licenciado en Medicina, carrera que terminará después, por utilizar los fondos destinados a ello a cumplir las orientaciones de Calixto García de viajar a Cuba a restablecer los contactos con los conspiradores, rotos tras las detenciones de Pedro Martínez Freyre, Pablo Beola, Flor Crombet y Mayia Rodríguez.

Concluida ésta, marcha a Jamaica y en Kingston conoce a Máximo Gómez, colocándose a sus órdenes. En octubre de 1880, residiendo en Kingston, conoció personalmente a Antonio Maceo. Su continuada y extensa amistad incluyó convertirse en el médico de toda la familia Maceo, añadida la atención en el parto de la jamaicana Amelia Marryat, con quien Maceo sostuvo relaciones amorosas. Fue Eusebio Hernández el médico que asistió el nacimiento de Antonio Maceo Marryat, el único descendiente directo de Antonio Maceo que sobrevivió sobrevivió a su muerte.

Asiste en 1880, a Bernarda Toro Pelegrín (Manana), esposa de Máximo Gómez, en el parto de su hijo Fernando.

En 1881 llega Hernández a Tegucigalpa donde residió 5 años y donde ejerció no sólo su consulta particular de medicina, sino la dirección de un hospital y una Cátedra en la Escuela de Medicina, estos últimos cargos con carácter gratuito, pues para conservar su independencia política no quiso atarse a cargos estables. En 1886, liquidado el llamado Plan Gómez - Maceo, Eusebio Hernández partió para España, a terminar la licenciatura en Madrid, después de contraer matrimonio. Ya en 1888 está radicado en París, aunque alternara con Berlín en los estudios especializados en Ginecología y Obstetricia que tanta influencia tendrían en su vida profesional ulterior.

En el lapso comprendido entre 1880 y 1887, fueron muy estrechos sus vínculos con el general Antonio Maceo, cuya personalidad estudió con el interés de un psicólogo y la constancia de un historiador. Del héroe de Baraguá escribió:

"Él anuló el Pacto del Zanjón, lo redujo a una tregua en Baraguá y venció a todos los que en él intervinieron"

Estudios

Para 1887, termina la licenciatura en Medicina en Madrid y luego, teniendo en cuenta el fracaso del movimiento revolucionario del 1884 al 1886, sostenido tenazmente por los Generales Máximo Gómez, Antonio Maceo, Crombet, Carrillo(Pancho), Emilio Núñez, otros muchos ilustres cubanos y él mismo y provisto de una licencia del General Gómez y de acuerdo con Carrillo, Leandro Rodríguez y otros amigos, decide marchar a Europa para hacer una especialidad que le permitiera volver a Nueva York a poner en práctica sus anhelos patrióticos. De este modo, realiza estudios de Obstetricia y Ginecología en París – donde, en 1889, conoce a Pinard, cuya historia científica y política él mismo considera que tiene muchos puntos de semejanza con la suya.

Esta circunstancia, entre otras, le valió las simpatías de Pinard (a quien considera un gran patriota), y le permitió figurar entre los discípulos del reformador de la Obstetricia contemporánea en la Clínica Baudelocque, al frente de la cual figuró, desde 1890, como profesor de partos de la Facultad de París.

Su dedicación al estudio de su carrera, con ser altísimo, fue inferior a su compromiso con la Patria. El mismo hombre que en 1883 desde Tegucigalpa escribía a Maceo que estaba ocupadísimo con su creciente clientela, pero que no se acordaba del negocio cuando pensaba en Cuba, tomó la decisión de escoger esta especialidad, pero subordinándola siempre a las necesidades del movimiento revolucionario.

El Patriota:

Tanto por su entorno familiar, no proclive a simpatías pro-coloniales, como por la influencia del padre Toymil, su maestro e independentista tenaz, era lógico que el joven Eusebio Hernández se inclinara por las ideas revolucionarias. Y así, estuvo, tan joven, entre los patriotas que participaron en el alzamiento de Monte Corojo, en Jagüey Grande, en febrero de 1869, que encabezara el administrador del ingenio “Australia” Gabriel García Menocal, padre del futuro Mayor General del Ejército Libertador y presidente de la República Neocolonial, Mario García Menocal y Deop.

Un tiempo más tarde fue sorprendido en las cercanías de Colón por una patrulla de los tristemente célebres “Chapelgorris de Guamutas”, dirigida por el criminal teniente Manuel Navia. Denunciado por otro chapelgorri, el sgto. Padrón, como alzado en Jagüey Grande, fue condenado a ser asesinado. Fue llevado al monte cercano. Dispararon contra él, pero corrió entre los árboles con tal habilidad y agilidad que no pudo ser capturado de nuevo. Salvado así, casi milagrosamente, la zona colombina se hizo demasiado peligrosa para él, y se traslada a concluir sus estudios de segunda enseñanza en Cárdenas, Matanzas y La Habana.

Otra influencia notable en su pensamiento y práctica revolucionaria la ejerció el Mayor General Calixto García Iñiguez, que, como sabemos, llegó en 1875 a la península, convaleciente y prisionero.

Durante tres años Eusebio Hernández tuvo con Calixto García un trato cotidiano, virtualmente diario, en que la conversación, los relatos, la constante prédica forma definitivamente al patriota que, ya profesional, pondrá siempre su ciencia médica y sus dotes personales al servicio permanente de la Revolución.

De la pensión de residencia de Eusebio Hernández salió Calixto García para tomar el ferrocarril, iniciando el viaje que a la postre lo llevaría a Nueva York para iniciar los preparativos de la Guerra Chiquita, en 1878. Desde esa ciudad escribiría a Hernández, solicitándole intervenir para sacar de la cárcel y enviar a Madrid a los importantes jefes aprehendidos. Y es con la aprobación de García que el joven Eusebio Hernández parte para Cuba para reconstruir los contactos conspirativos rotos. Comenzó allí su labor organizativa y su relación con José Martí, compleja y controvertida.

Para comprender la relación de Eusebio Hernández con las figuras políticas y militares de la Revolución Cubana, debemos dejar sentadas algunas cosas. Fue un hombre de notables condiciones de organizador. Alto, con aspecto distinguido, palabra fácil y agradable en el trato, culto y correcto (“el tipo de guajiro perfectamente educado” lo llamaría Pedro Betancourt.), con prestigio en la emigración patriótica por su participación en Jagüey Grande y en los preparativos de la Guerra Chiquita, cordial y cercano amigo de hombres de la talla de Máximo Gómez, Antonio Maceo, Calixto García, Flor Crombet, por sólo citar algunos, se consideraba capacitado para aunar voluntades, unir hombres, organizar movimientos, el enlace entre el factor militar y el civil en el quehacer revolucionario, coordinador y asesor político. No le era simpática la idea de ceder ese papel a nadie. Ni a Martí. Hombre no sólo de principios, sino de convicciones arraigadas, que podía ser sereno y mesurado, pero también tempestuoso y vehemente, practicó el sacrificio personal, el consejo, el estímulo, el apoyo, la crítica y la condena como le inspiró su leal saber y entender, y sin más límites que los que él mismo se impusiera. Eso, en ese mundo de hombres también de convicciones, ideas firmes y carácter de sobra era lógico que generara fricciones e incomprensiones, junto con afectos y adhesiones.

Con Martí, a quien conoció en La Habana en los trajines de la Guerra Chiquita, en 1879 tuvo relaciones en las que por un lado existieron elementos comunes como la edad, la honestidad esencial, la pasión patriótica, la convivencia (durante un tiempo fue Eusebio Hernández huésped en la casa de Carmen Miyares en N. Y.),y otro incomprensiones de carácter y procedimiento.

Al fracasar la intentona, Eusebio Hernández pudo escapar de la prisión y el destierro al ser buscado. A tiempo pudo escapar para Nueva Orléans por gestiones, según se dice, de su primo Tirso Mesa Hernández. Ya en Kingston, rechazó la representación del Comité Revolucionario neoyorquino, que Martí le ofreció, pero no deja de trabajar en pro de la Revolución, subordinado a Máximo Gómez, a quien allí conoce. Prácticamente no tiene relaciones con Martí, de quien se distancia desde 1882, hasta el plan Gómez-Maceo, del que es conocido que Martí se separa. Las críticas se hacen más acerbas ante la fundación del Partido Revolucionario Cubano, del que Hernández, entonces en París, rechaza estatutos y autoridad del Delegado. El desconocimiento que la lejanía le dio de las realidades y necesidades de la práctica revolucionaria, así como de la creciente autoridad moral de Martí en la emigración le hizo profundizar en este rechazo al Maestro al que no se quiso unir ni aun cuando Máximo Gómez se lo sugirió.

La realidad es que no se entendieron. Llama la atención que no se ha conservado ni una palabra de Martí sobre Eusebio Hernández, a la larga un compañero de la Revolución, destacado, culto e inteligente. En el índice onomástico de las “Obras Completas” de Martí no hay ni una sola referencia a Eusebio Hernández. Digno esto de una investigación posterior. Con Antonio Maceo y Máximo Gómez tuvo una relación más estrecha, cordial y extensa, aunque no exenta de fricciones. A ambos los conoció en Jamaica, en 1880, aunque en distintos momentos, convirtiéndose Hernández en el jefe civil del movimiento.

Compañeros de habitación en Kingston y Tegucigalpa, colaborador cercanísimo de ambos, conciliador Hernández de Roloff y Maceo, distanciados desde la Guerra Grande, crítico de Maceo cuando lo entendió, su labor en el plan de 1884-1886 fue intensa en la coordinación y búsqueda de fondos, así como organización general, con base en Honduras, desinteresada siempre y exitosa al principio, pero sin muchos resultados concretos al final, lo cual, en resumen, enfría las relaciones de ambos hasta el punto que Hernández se va a Kingston con Gómez. En esa ciudad, convocada por el gran dominicano, se efectúa una última reunión de análisis y balance final en que se suscita un incidente controversial entre Hernández y Maceo, felizmente zanjado. Nunca más volvieron a verse Eusebio Hernández y Antonio Maceo, ni continuaron la conversación epistolar hasta 1895, en que a un saludo enviado por Maceo desde Cuba Libre a Nueva York, donde está Eusebio Hernández esperando una expedición que lo lleve a combatir, respondió con una carta en que reiteraba sus convicciones revolucionarias.

Su decisión de incorporarse a la lucha en la manigua fue incomprendida por algunos que entendían que su papel como organizador y figura civil en la emigración podía ser más útil. Pero para Eusebio Hernández no era una cuestión de aptitudes sino de honestidad. Era en Cuba donde debía estar quien tanto exhortó a incorporarse a la lucha. Expedicionario de la frustrada expedición del “Hawkins”, junto con Calixto García, en memorable reunión acusó acaloradamente a Estrada Palma, increpando de paso a Enrique Trujillo. Desembarcó al fin en la expedición del “Bermuda”, con su viejo amigo Calixto García, cerca de Baracoa, el 24 de marzo de 1896. Calixto García, en reconocimiento a sus servicios y nivel profesional, le concedió el grado de Teniente Coronel del Ejército Libertador. Hernández trabajó para aliviar las difíciles relaciones entre Calixto García y José Maceo, en lo cual no tuvo mucho éxito, y ya el 26 de mayo se encontró en La Reforma con Máximo Gómez quien lo incorporó a su Cuartel General.

Con el General en Jefe participó en la batalla de Saratoga, su bautismo de fuego. Pero más tarde se suscitan incomprensiones y contradicciones entre ellos, y sus posiciones opuestas los llevan a un distanciamiento aunque de ningún modo la ruptura fue absoluta. Fue designado Subsecretario (Secretario en ejercicio) del Consejo de Gobierno en el propio 1895, integrando la Comisión que redactó la Ley de Sanidad Militar. Pero apenas está dos meses, pues las intromisiones del presidente Cisneros Betancourt en el área militar y la tirantez resultante, que llegó a provocar la renuncia de Gómez a su alto cargo, provocan que pida la dimisión. A mediados de 1896, con la mejor de las intenciones, fue vertebrando el plan de crear una crisis para que se eligiera otro gobierno, eliminando el existente. No sólo fue un fracaso, sino que provocó las acerbas críticas que contra el Dr. Hernández han caído, acusándosele incluso de responsable indirecto de la muerte de Maceo.

A nuestro juicio Hernández fue impetuoso y algo irreflexivo, falto de realismo y oportunidad, pero jamás malintencionado. Regresó con Gómez asistiendo con él al sitio de Cascorro, y más tarde con su gran amigo Calixto, a la toma de Guáimaro.

Enfermo a principios de 1897, y mientras esperaba la oportunidad de reincorporarse a las fuerzas de Calixto García participa con el Mayor General Francisco Carrillo en la toma de Arroyo Blanco. Se disgustó de nuevo con Máximo Gómez por haber éste impuesto la designación de Hernández como delegado a la Asamblea de La Yaya por el sexto Cuerpo, y por habérsele escamoteado la elección por el cuarto. Este distanciamiento con Gómez se mantuvo, en el caso de Eusebio Hernández, tozudamente mientras vivió el Generalísimo. Seriamente enfermo y tras muchas vicisitudes llegó Hernández a La Yaya, y en ácido discurso, renunció a su acta de delegado por las conocidas razones. Participó con Calixto García en la toma de Guisa, como con él había estado también en la de Victoria de Las Tunas.

Poco después, al estar seriamente enfermo, Calixto García dispone su envío al extranjero, llegando a Nueva York en enero de 1898. Allí recibió la noticia de su elección como representante a la Asamblea de Santa Cruz del Sur, pero por rechazo a la intervención norteamericana, no se involucró en estos trabajos.

Allí recibió la para él demoledora noticia de la muerte en Washington de Calixto García, con cuyo cadáver llegó a Cuba en febrero de 1899, a petición del General Carlos García Vélez, hijo de Calixto. Ya en Cuba, demostró su verticalidad patriótica emplazando virtualmente al Gobierno Interventor y al Gobierno de EEUU a definirse con respecto a la independencia de Cuba en el propio 1899.

En la lucha para organizar la futura República estuvo entre los fundadores del Partido Unión Democrática, por el cual fue candidato a la Asamblea Constituyente de 1901, y que llevó como candidato presidencial a Bartolomé Masó y a él mismo como vicepresidente, pero su alianza con antiguos elementos del autonomismo-realista a su juicio-, el apoyo (moralmente invalorable) de Máximo Gómez al candidato Tomás Estrada Palma, y la posición del Imperialismo Yanqui, que prefería al dúctil don Tomás, provocaron el retraimiento de los candidatos masoístas. Comenzó entonces, el 20 de mayo de 1902, la República Neocolonial.

En la Neocolonia:

El general Eusebio Hernández se retrajo políticamente en los primeros años de la República Neocolonial, mientras su detestado y antiguo enemigo político, Estrada Palma, ocupaba el sillón presidencial. Aún así, no apoyó a los liberales que se alzaron en agosto de 1906 porque creía que era preferible un mal gobierno nuestro antes que otra intervención extranjera. Repudió la posición de don Tomás que llevó a la Segunda Intervención. Hay una frase suya, dicha años después, que se contextualiza perfectamente aquí: “Ningún cubano, por importante que sea, tiene el derecho de abrir al extranjero las puertas de su patria”. Pero ya en 1907 se pronuncia públicamente exigiendo la completa soberanía, y con Cisneros Betancourt en lucha por derogar la Enmienda Platt. Afiliado al liberalismo, pudo ser candidato a vicepresidente en 1908 pero, en aras de la unidad, propició la candidatura de Zayas. No obstante, ante la corrupción del gobierno miguelista, se distanció de éste.

En 1911 fue precandidato a la presidencia de la República por el Partido Liberal. Pero ahí comienza Hernández a perfilarse como un político atípico en el marco de esta república oligárquico-dependiente. Planteó públicamente y a cara descubierta su rechazo a las Asambleas de Partido donde se “precocinan” los candidatos a todos los niveles, por su carácter antidemocrático. Planteó la necesidad que fuera el pueblo quien señale los candidatos, en asamblea abierta y pública, pues, decía” sólo en la masa popular residen el poder y la fuerza”. Esa concepción nos parece tan actual y contemporánea, tan coincidente con la obra de la Revolución, que nos admira. Pero completamos la imagen integral de su pensamiento político si decimos que en esos años enfocó el papel de las clases en el proceso revolucionario, poniendo en su justo lugar a los tabaqueros de la emigración.

Tuvo una transparente percepción del problema de la clase obrera, víctima de una estructura expoliadora. Defendió la idea de la educación gratuita, de la emancipación de la mujer, defendiendo su derecho al voto, la protección al niño y al anciano, defendió el sistema educativo soviético, abogó por una ley de accidentes de trabajo, jornal mínimo y regulación del horario laboral. Exigió una legislación que impidiera el traspaso de la tierra a manos foráneas. Exigió la autonomía universitaria. Por supuesto, ni logró la postulación presidencial por el Partido Liberal para las elecciones de 1912 ni después.

Se suicidó políticamente. Fue como Juan Gualberto Gómez un favorito de causas políticas perdidas, lo cual no le importaba a un hombre cuyo objetivo no era medrar sino defender aquello en lo que creía... aunque perdiera. Lo que sí está claro es que no hubo un solo político cubano a nivel de precandidato presidencial en la Neocolonia que llegara tan lejos. El haber apoyado a Zayas como candidato presidencial después de haberlo criticado acerbamente por lo fraudulento de la postulación, le restó crédito y prestigio. Se negó a pedir una fiscalización norteamericana de las elecciones de 1912, aunque los conservadores ganaran fraudulentamente. En 1916, siendo una alta figura dentro del Partido Liberal, apoyó al conservador Menocal contra el liberal Zayas, su inveterado adversario, aunque antes había declarado inmorales las reelecciones.

Esto fue un extremo nocivo para su crédito y prestigio, pero una vez más, como siempre, hizo lo que creyó mejor, o en todo caso, menos malo para el país. Contrariamente a lo que suele ocurrir con los seres humanos, sus actitudes públicas se radicalizaron al avanzar su edad. Iniciado en las ideas y obras de Marx y Engels, en gran medida a través de su profesor y amigo Adolphe Pinard, y ya familiarizado y simpatizante de ellas, celebró el triunfo de la Revolución de Octubre en 1917, convirtiéndose en un entusiasta de su sistema educacional, hasta el punto de, en apasionada intervención en el Aula Magna, junto a Mella, en la memorable Asamblea del 12 de enero de 1923 que dio inicio a la Reforma Universitaria, se definió como un “bolsheviki’’. Su óptica simpatizante del socialismo no exageremos haciendo de él un marxista conocedor, consciente y actuante su visión del problema social, su cordial y estrecha amistad con Julio Antonio Mella con quien compartió sueños y posiciones y quien tenía de él una altísima opinión, su rechazo al injerencismo de Crowder, le consolidan como un hombre político de convicciones e ideas avanzadas.

Su separación de los partidos políticos tradicionales desde 1921 y su abstencionismo en las elecciones en que triunfa Machado, así como su negativa a presidir el Partido Conservador en 1932 no niegan, sino confirman esta aseveración. Su salud se resentía con su avanzada edad. En 1926, él mismo se diagnosticó un cáncer de colon, planificando la operación que a su juicio debía hacérsele, evitando lo que hoy se llama colostomía, ante lo cual “prefería la muerte”.

Ningún médico se atrevió a intervenirlo quirúrgicamente de acuerdo a sus instrucciones ni en La Habana, ni en Nueva York, y ni siquiera en París. Ese riesgo sólo lo asumió el Dr. Seller en Berlín, con absoluto éxito, aunque para consolidarlo hubo de mantenerse allí seis meses con un tratamiento permanente de desinfección. Su viaje de ida fue costeado por orden de su viejo amigo de la Guerra de Independencia, Secretario de Instrucción Pública, General José B. Alemán, y su regreso por barco, el 2 de junio de 1928 fue literalmente apoteósico, siéndoles impuestas en el Teatro Nacional la Gran Cruz de Carlos Manuel de Céspedes, y la Orden de la Cruz Roja Nacional, los dos galardones máximos del servicio ciudadano y científico. Por cierto, el hecho de haber presidido el acto e impuesto las órdenes el presidente Machado hizo que, en su muerte, las organizaciones estudiantiles se negaran a que Hernández fuera velado en el Aula Magna de la Universidad, siéndolo en la Academia de Ciencias.

Pocas actividades realizó y fundamentalmente científicas. Conferencias, publicaciones médicas o históricas, y sus clases. Su última actividad pública fue su participación en el recibimiento y vigilia de las cenizas de Mella, el 29 de septiembre de 1933, donde, en su guardia de honor, junto al entonces joven Juan Marinello, resistió la agresión de la soldadesca batistiana, apartando, con digna serenidad, las flores que caían sobre su pecho, arrancadas de las coronas por las balas. Pero después, una pertinaz neumonía, que no pudo ser rebasada, puso fin a la vida de Eusebio Hernández el 23 de noviembre de 1933.

Algunas reflexiones

Como hemos comprobado, Eusebio Hernández fue una personalidad fuerte y a veces controvertible. Enamorado de la independencia de su patria, tenaz en sus convicciones, intransigente ante el injerencismo extranjero en cualquiera de sus formas, con una preocupación social y un interés por las masas trabajadoras realmente admirable, en sus acciones y proyecciones concretas, en su trato y relaciones con los hombres, acertó y erró, pero lo discutible en su quehacer jamás lo fue por miedo, vanidad o acomodo. Ni se forjó como marxista leninista práctico ni compuso el futuro-por favor no le pidamos tanto; pero luchó siempre, a su modo, por un futuro mejor para su Patria con una honestidad que no puede ser negada, como incontrovertible es, al final, definirlo como lo que fue: Todo un hombre, y un patriota de cuerpo entero.

Desempeño como médico

Colaborador entusiasta en la revolución obstétrica iniciada por Pinard, coincidió Eusebio Hernández con el frenesí de la palpación abdominal y sus complementos, la versión por maniobras externas y la palpación mensuradora, que transformaron el diagnóstico obstétrico. Asistió a la demostración clínica y anatómica de los mecanismos del parto, a la demostración clínica y anatómica del alumbramiento; al renacimiento de la sinfisiotomía; a la instauración del tratamiento científico de las hemorragias por placenta previa; a la reglamentación de la versión interna y de la mayor parte de las maniobras. Aplaudió los primeros esfuerzos de Pinard a favor de las desventuradas madres pobres y de los infelices niños faltos de protección, acto generador de una ciencia nueva: la Puericultura, que Hernández consideró hermana de la Sociología por su importancia en el estudio, conservación, desarrollo y mejoramiento de la especie humana, por lo que reflexionó que podría llamársela “medicina de la especie”.

Esos estudios de ampliación y rectificación le hicieron pensar en el beneficio que podría reportar a Cuba dar a conocer, con la autorización de Pinard, el funcionamiento de la Clínica Baudelocque en la Crónica Médico Quirúrgica y en otras publicaciones médicas cubanas de aquel tiempo.

Similares deseos de generalizar los conocimientos y prácticas europeas de la época en la especialidad lo llevan a Berlín a estudiar la Ginecología operatoria, principalmente en sus relaciones con la Obstetricia.

Más tarde su salud y acontecimientos políticos, lo hicieron volver a Cuba y se propone realizar algo de lo que había visto y aprendiendo en el extranjero. Carecía La Habana de una verdadera clínica de partos, no por culpa seguramente del profesor que desempeñaba a la sazón la cátedra, ni de sus antecesores, sino por la defectuosa y un tanto mezquina enseñanza universitaria de la época colonial. Por similares razones se desconocía la enseñanza oficial de la Ginecología. Entonces y por iniciativa del Dr. Pereda, acompañado de Varela Zequeira, Francisco Domínguez Roldán y otros jóvenes entusiastas, se estableció una escuela libre de Medicina, en la que se le reserva al Dr. Eusebio Hernández la cátedra de Obstetricia y Ginecología, que profesó (el poco tiempo que vivió dicha escuela) en forma de cursos trimestrales, no tratando en ellos más que la parte constituida de la ciencia a guisa de preparación y de propaganda. Entre sus numerosos discípulos contó al entonces Secretario de Sanidad, Dr. Manuel Varona, el reputado cirujano Enrique Fortún, el no menos notable tocólogo Ernesto Aragón y a distinguidos médicos y hombres públicos de entonces, como Nicolás Ferrer, Lico Lores y Guillermo Mascaró. Sus esfuerzos individuales lograron despertar el recelo de las autoridades de la Colonia y un tanto la enemistad de algunos miembros de la Universidad, aunque en verdad en corto número.

A mediados de 1892 realiza la primera sinfisiotomía de Pinard. Luego en 1894, regresa enfermo a Cuba.

En la Guerra del 95

En 1895, embarca para Nueva York, para participar activamente en la preparación de la Guerra del 95 con el Comité Revolucionario Cubano en el exilio.

Para marzo de 1896, naufraga junto a Calixto García en el Hawkins. A las órdenes de éste desembarca tiempo después en el Bermuda y queda bajo el mando del Mayor General José Maceo en el Estado Mayor del mismo.

En mayo de 1896, el General Máximo Gómez le concede el grado de Teniente Coronel. Con las fuerzas de éste hizo la campaña bélica hasta que el Consejo de Gobierno reclamó sus servicios como Secretario de Relaciones Exteriores de la República en Armas, cargo al que pronto renunció por discrepancias con el presidente Salvador Cisneros Betancourt, incorporándose de nuevo a las filas libertadoras al lado de Gómez y después en las de Calixto García.

Es propuesto como Jefe del Departamento de Sanidad Militar con el grado de General de Brigada, lo cual no aceptó, pues al haber influido en la confección de la Ley y haber puesto ese Departamento bajo las órdenes del General en Jefe, su honestidad raigal le hacían recelar de que pudiera alguien pensar que lo había hecho aspirando a esa jefatura.

Participó, entre otros, en los combates de Loma de Hierro, Guáimaro, Las Tunas, Guisa y Saratoga. En el propio año 1896 rechaza su elección como Representante a la Asamblea de La Yaya y participa en la comisión que escribe la Ley de Sanidad Militar del Ejército Libertador.

En el campo insurrecto ganó el ascenso a General de Brigada, pero el deterioro creciente de su salud fue causa de que le autorizaran a partir hacia el extranjero (1898), desde donde tuvo conocimiento de la intromisión norteamericana (Guerra hispano-cubano norteamericana) en el conflicto.

Durante su participación en las luchas por la independencia fue un eficaz colaborador del Lugarteniente General Antonio Maceo, cuya memoria defendió sistemáticamente.

Ya para 1899, regresa a Cuba acompañando el cadáver de Calixto García. Revalidó sus títulos en la Universidad de La Habana. La Asamblea de Representantes de la Revolución Cubana le otorgó el Grado de General de Brigada de Sanidad.

Frustrada la independencia de Cuba por la intervención de los Estados Unidos, mantuvo sus firmes convicciones patrióticas durante la ocupación norteamericana y la república neocolonial, apoyando las causas más progresistas, rechazando el Anexionismo.

Labor político-social durante la República

Durante todo el período de la ocupación norteamericana y luego, en la república neocolonial, mantuvo firmes convicciones patrióticas apoyando continuamente las mejores y más progresistas causas, rechazando las posturas anexionistas, apoyando incluso al estado socialista surgido en Rusia.

A principios de siglo XX, el doctor Eusebio Hernández fue, por dos ocasiones, candidato a la vicepresidencia. Primero junto a Bartolomé Masó y contra Estrada Palma y los Estados Unidos, proclamando su interés de continuar luchando por la independencia de Cuba por encima de todo, incluso de su profesión. Después en 1912, con el doctor Alfredo Zayas, al ser éste derrotado por Mario García Menocal.

En 1920 fundó, junto al Dr. Gustavo Aldereguía Lima, la efímera publicación Los Amigos de Rusia, pionera en manifestar su apoyo solidario a la gran patria de Lenin. Ya antes, junto al propio Aldereguía, había realizado una colecta de dinero cuyos fondos enviaron al líder y conductor de la Gran Revolución Socialista de Octubre.

En 1926 es electo miembro de la Academia de Ciencias de Cuba y de la Sociedad de Obstetricia de Francia.

En 1932, una vez más se manifiesta su desinterés personal al rechazar la presidencia del Partido Conservador. Finalmente, decide retirarse de la política para dedicarse del todo a la profesión médica y a su cátedra en la Universidad de la Habana, labor que le mereció el respeto del estudiantado y demás sectores de la sociedad que lo tuvieron como paladín de honestidad, por cuanto su conducta ciudadana, en la guerra y en la paz, resultó intachable.

En 1933, el intelectual revolucionario Juan Marinello diría de él: “Rendía yo, con el General Eusebio Hernández, la última guardia a las cenizas de Mella. Los tiros que venían de la calle deshicieron en mil fragmentos las coronas que escoltaban la urna y aún me parece ver el gesto del general Hernández apartando con sobria dignidad las flores que caían sobre su pecho”.

El Dr. Eusebio Hernández, estuvo comprometido con la realidad de los humildes. La emigración fue para él “una escuela política y social”, pues allí observó las diferencias entre ricos y pobres. Su compromiso social y político orienta la crítica de la época.

A su regreso a la capital en 1899, una vez obtenida la independencia prosigue sus propósitos, intentando esta vez establecer una clínica. La señora Rosalía Abreu le regaló los instrumentos y mobiliario necesarios para una clínica de partos con servicios gratuitos. El Ayuntamiento de La Habana acordó una subvención de mil pesos mensuales para ayudar a su sostenimiento. No encuentra un local donde establecerla y las autoridades interventoras no le ceden uno de los muchos que poseía el Estado desocupados. Durante esta fecha la Sra. Rosalía Abreu y el Dr. Eusebio Hernández logran constituir un comité de señoras bajo su presidencia, dispuesto a crearle un peculio propio a la clínica, establecer un taller para las embarazadas donde se preparasen ropas para las madres y los niños que fueran egresados de la clínica. Ni aún así les dan el local.

En esos momentos, el Sr. González Lanuza acometió la Reforma universitaria comenzando por el profesorado. Nombró una comisión de profesores de la Universidad y de médicos particulares de gran reputación, quienes lo honran designándolo para desempeñar la cátedra de Obstetricia. Más tarde Enrique José Varona, Secretario de Instrucción, estudió e hizo establecer un plan completo de enseñanza en el que quedó como profesor de Obstetricia con su clínica.

Ya podían salir de sus cajas los instrumentos y muebles regalados por Rosalía Abreu; ya iban a tener empleo los 1,000 pesos de subvención del Ayuntamiento. Considerando que sus propósitos serían llevados a cabo con más amplitud por la Universidad que por él mismo, regaló a la Facultad lo poco que tenían, para que estableciera lo mucho que hacía falta.

Para la pequeña clínica, que llamó “Pinard”, en reconocimiento al maestro y amigo, Eusebio Hernández había tenido el cuidado de formar el personal: dos comadronas para el servicio de día y de noche, con las enfermeras necesarias. La clínica se estableció provisionalmente en una estrecha sala del Hospital Reina Mercedes, donde sólo cabían, apretadas, 24 camas, mientras que la Habana necesitaba para la enseñanza por lo menos cien, donde se pudieran seleccionar los casos patológicos, sobre todo distócicos. Durante años, la clínica permaneció en la misma sala, sólo con una comadrona y dos enfermeras. Se suprimió (sin informarle las razones) la subvención y el desarrollo de la clínica se detuvo. Lo que debía empezar siendo una maternidad en la capital de la joven República, quedó reducido a una simple sala del Hospital General, donde recibían sus alumnos la deficiente enseñanza que sólo podía dárseles con tan pocos elementos.

Mientras tanto, la Clínica Baudelocque, ha progresado en todos sentidos, hasta llegar a la fundación de una nueva ciencia, la Puericultura. No ha perdido el tiempo, sin embargo, el insigne patriota y científico. Ha formado en la clínica Pinard algunos excelentes discípulos, como los Dres. Reyes y Ramos. Éste último, dos veces alumno eminente de la Universidad fue por su consejo a París con el Profesor Pinard que lo distinguió desde los primeros instantes. Vio los progresos de la clínica madre, oyó al maestro, palpó buena parte de la nueva ciencia puesta en práctica por Pinard, y se dispuso a secundar sus anhelos con entusiasmo.

Como se ve, el plan concebido por el médico y mambí se amplió con la creación de la nueva ciencia y, como el estancamiento no es eterno en los pueblos, a la indiferencia que había encontrado en los poderes públicos, sucedió un período de atención primero y de entusiasmo, después.

Después de cambiar impresiones con el Dr. Domingo F. Ramos repetidas veces, se llegó a trazar un plan más vasto y adecuado a la reforma que deseaba introducir en Cuba y que fue expuesto brevemente al Dr. Matías Duque, que desempeñaba la secretaría de Sanidad y Beneficencia. Éste acogió con calor el proyecto y creó una plaza de Puericultura (agregada a la Sección de Investigaciones y Estudios, también de reciente creación), a cargo del Dr. Ramos. Se desconoce la causa por la que se suprimió el nombre el nombre Puericultura en los Presupuestos. Algunos señores representantes prometieron que lo harían constar; más los presupuestos se aprobaron y la reforma quedó sin denominación.

En su Manifiesto al país de 1912 alerta a la población sobre “la importancia del problema obrero”. Señala hacia “el bohío campesino y la sucia habitación urbana, comentario de los 104 000 niños que se pierden cada cinco años”. Para el campesino pide la entrega de tierras ociosas que posee el Estado y aplaude la prohibición del traspaso de éstas a manos extranjeras. Además aboga por la liberación de la mujer “del yugo que el hombre le tiene impuesto”.

En su reclamo por los problemas existenciales de esos momentos, no asombra verlo al lado de Julio Antonio Mella por la reforma universitaria en 1923, pues se identificó por sus ideas progresistas y su vínculo estrecho con los estudiantes universitarios, muy en particular con Mella; es importante la labor que realizó en el Primer Congreso de Estudiantes en 1923 y en la fundación de la Universidad Popular José Martí. Junto a Mella, confió en los magníficos resultados que podrían obtenerse de ella para el mejoramiento de la Sociedad cubana, señalando la necesidad de las reformas en la enseñanza y afirmó que la Universidad Popular estaba llamada a un brillante porvenir en bien de la república”. Este proyecto estudiantil que abría las puertas de la Universidad a la clase obrera, en virtud a que disfrutara de los beneficios que proporciona la cultura contó con las clases del Dr. Eusebio Hernández, entre otros. Su labor como profesor y su método peculiar de enseñanza, siempre en busca de la renovación en los contenidos universitarios, lo hacían un excepcional maestro. No es casual que se le haya nombrado como Padre de la Obstetricia en Cuba, fue maestro de generaciones y formó discípulos que brillaron en la enseñanza de la Medicina en Cuba.

Muerte

Eusebio Hernández fallece en La Habana el 23 de noviembre de 1933, víctima de un edema pulmonar agudo y es sepultado en la Necrópolis de Colón al día siguiente en un panteón familiar. El 23 de noviembre de 2010, fecha del 77 aniversario del fallecimiento del insigne patriota y científico cubano, se colocó en el Pabellón Enrique Núñez de Hospital Calixto García, la efigie del Profesor Eusebio Hernández con una tarja conmemorativa que rescató para la memoria historiográfica cubana, la toma revolucionaria de ese recinto, para incorporarlo a la enseñanza de la Obstetricia, lo que sin dudas, constituyó un hito para la docencia médica cubana.

El 19 de enero de 2011, al cumplirse el 158 aniversario de su natalicio sus restos fueron trasladados al Panteón de los Veteranos de las Guerras de las Guerras Independencia en la misma Necrópolis de Colón[1]. Al acto solemne asistieron el Primer Vicepresidente cubano José Ramón Machado Ventura y el General de Ejército Ramón Espinosa Martín. El Historiador de la ciudad de La Habana Eusebio Leal Spengler recordó la trayectoria revolucionaria y profesional del general de brigada del Ejército Libertador.

Referencias

Fuentes

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Eusebio Hernández. “Manifiesto al país”. Heraldo de Cuba. I (86):6; 20 de mayo de 1912.

Eusebio Hernández. El período revolucionario de 1879-1895. La Habana: Imp. El siglo XX; 1914, p. 35.

Heraldo de Cuba.XII (307):1; 4 de noviembre de 1923.

Carbonell MA. Eusebio Hernández. La Habana: Editorial Guáimaro; 1939, t. II, p. 72-73.

Irene Portuondo Pajón. Dr. Eusebio Hernández: “Verdadero hombre de ideas avanzadas”. Rev Haban Cienc Med. 2008; 7(1). Disponible en: http://www.ucmh.sld.cu/rhab/rhcm_vol_7num_1/rhcm09108.htm

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Archivo Histórico Municipal de Colón. Pardo González, Brígido Ariel.” Apuntes sobre la represión anti-Independentista en Colón de 1868 a 1878”. Colón 1990. (inédito). Equipo de investigación de Historia Local. Colón. “Apuntes para la Historia de Colón hasta 1980” (V. 1). Colón. 1992. (inédito)

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