Diferencia entre revisiones de «Nicolás II de Rusia»

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Tras la abdicación, Nicolás II y su familia en pleno (su esposa Alejandra, sus hijas -Olga, Tatiana, María y Anastasia- y el zarévich Alejandro, además del médico y varios sirvientes) fueron hechos prisioneros por los bolcheviques, quienes los trasladaron primero a [[Tobolsk]] en donde vivieron el crudo invierno siberiano, en la primavera fueron trasladados a [[Ekaterinburgo]] en donde los mantuvieron en el sótano de una casa de campo. Todo parece indicar que fueron fusilados el 17 de julio de 1918 . Un concilio arzobispal decidió canonizar al zar Nicolás II y su familia en el año 2000.
 
Tras la abdicación, Nicolás II y su familia en pleno (su esposa Alejandra, sus hijas -Olga, Tatiana, María y Anastasia- y el zarévich Alejandro, además del médico y varios sirvientes) fueron hechos prisioneros por los bolcheviques, quienes los trasladaron primero a [[Tobolsk]] en donde vivieron el crudo invierno siberiano, en la primavera fueron trasladados a [[Ekaterinburgo]] en donde los mantuvieron en el sótano de una casa de campo. Todo parece indicar que fueron fusilados el 17 de julio de 1918 . Un concilio arzobispal decidió canonizar al zar Nicolás II y su familia en el año 2000.
  
==Muerte==
 
 
[[Image:Nicolás.jpg|thumb|left|145x183px|Zar Nicolás II]]
 
[[Image:Nicolás.jpg|thumb|left|145x183px|Zar Nicolás II]]
En el curso de la reunión que decidió la matanza no se hallaba [[Trotsky]] pero cuando a éste se le informó algún tiempo después, el conocido dirigente manifestó que la decisión había sido acertada. Quizá lo único que lamentó fue que el asesinato le privó de llevar a cabo uno de sus sueños más acariciados, el de ser el fiscal en un gran proceso público contra Nicolás II.
 
 
   
 
   
El destino del zar y de su familia había quedado zanjado a mediados de julio de 1918 pero semejante circunstancia era ignorada por Alfonso XIII, que siguió insistiendo en su empeño de salvarlos. El 2 de agosto, documentos del ministerio francés de Asuntos Exteriores indican que estaban al corriente de las gestiones que en esos momentos realizaba el monarca español para salvar al zar. Al día siguiente, [[Alfonso XIII]] incluso podía enviar un telegrama a Victoria, hermana de la zarina, para informarle de que seguían las gestiones para salvar a Alejandra y a sus hijas. “Al parecer el zarevich ha muerto”, señalaba en ese mismo texto Alfonso XIII. En apariencia, había razones para la esperanza y el 8 de agosto, el ABC anunciaba que el gobierno bolchevique accedía a que la familia del zar viniera a España.
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Ninguna potencia había movido un dedo para salvarlos, ni siquiera las monárquicas emparentadas con los Romanov.
 
Posiblemente animado por esas buenas perspectivas —totalmente ficticias como sabemos—, Alfonso XIII volvió a cablegrafiar a Jorge V y el 13 de agosto, al káiser. El telegrama dirigido al emperador alemán hacía referencia a la “desventurada familia del zar” e incluía la promesa de que los miembros de la casa real rusa se mantendrían al margen de la política hasta el final de la guerra. Tres días después, Alfonso XIII recibió un mensaje en clave de Berlín donde se indicaba que el gobierno del káiser no tenía inconveniente en que España recibiera a la familia del zar.
 
 
El resto del mes de agosto estuvo caracterizado por una cierta euforia a la que se sumó el propio papa Benedicto XV, que estaba convencido del éxito de las gestiones españolas. El 25 de ese mes incluso llegó a anunciarse que el asunto había quedado resuelto con el gobierno soviético.
 
 
La verdad es que todavía el 1 y el 5 de septiembre, [[Fernando Gómez Contreras]], en representación del gobierno español, mantuvo sendas entrevistas en Petrogrado con el bolchevique Chicherin, uno de los ministros de Lenin. Las entrevistas —de las que informó puntualmente a sus superiores españoles— fueron un tenso tira y afloja en el que Chicherin afirmó que el gobierno leninista estaba dispuesto a poner en libertad a la familia del zar siempre que España lo reconociera como gobierno legítimo. Para aderezar las negociaciones, Chicherin se quejó incluso de lo mal que habían tratado las autoridades a Trotsky a su paso por España. Todavía el [[15 de septiembre de 1918]], Gómez Contreras envió una comunicación a España indicando que las conversaciones iban por buen camino.
 
 
Sin embargo, no tardó en descubrirse la falacia. En septiembre aparecieron distintas noticias sobre el asesinato de la casa real y, lógicamente, se llegó a la conclusión de que los bolcheviques tan sólo estaban jugando con sus interlocutores para obtener alguna ventaja. En octubre de 1918, la Santa Sede se puso en contacto con el gobierno soviético a través del cónsul austro-húngaro en Moscú para saber qué había sido de la familia del zar. La respuesta fue que la zarina y sus hijas estaban en Ucrania —a la sazón libre del dominio bolchevique— y que, por lo tanto, ignoraban dónde se encontraban. Semejante versión volvería a ser utilizada a inicios de 1919 pero ya sin credibilidad alguna. Los blancos habían entrado en Yekaterimburg, habían buscado —infructuosamente— los cuerpos de la familia imperial y habían recogido testimonios más que suficientes del asesinato. El gobierno soviético no realizaría declaración oficial alguna sobre el tema pero para cualquiera éste había quedado trágicamente zanjado.
 
 
Llegados a este punto, hay que preguntarse por qué las gestiones —verdaderamente incansables— de Alfonso XIII resultaron fallidas. La primera razón, obviamente, fue la indiferencia de las potencias mundiales en relación con la suerte de la familia imperial rusa. La republicana Francia decidió no mover un dedo para salvar al zar, y lo mismo sucedió con Estados Unidos, cuya opinión pública por otra parte era muy sensible desde hacía años a la propaganda anti-zarista que acusaba a Nicolás II de anti-semita. Sin embargo, no reaccionaron mejor las potencias monárquicas. Ni Guillermo II ni Jorge V hicieron esfuerzos por salvar a su pariente Nicolás II, una circunstancia aún peor en el caso del monarca británico, ya que Rusia podía haber firmado una paz por separado en 1916 y no lo hizo por la lealtad inquebrantable del zar hacia sus aliados. Finalmente, países pequeños como Dinamarca o Suecia hubieran deseado colaborar en esa tarea pero sólo recibieron frías respuestas de Gran Bretaña. Al fin y a la postre, sólo Alfonso XIII mantuvo sus gestiones hasta el último momento.
 
 
Si éstas fracasaron, finalmente, fue porque los bolcheviques actuaron deslealmente con el gobierno español. De ellos había partido la orden de asesinar a los Romanov pero, aún así, no sólo ocultaron el hecho sino que además pretendieron usarlo para obtener concesiones de España. Sólo cuando las noticias sobre la matanza de Yekaterimburg se difundieron resultó imposible ocultar la realidad y continuar las negociaciones.
 
 
Una última cuestión que debería analizarse es hasta qué punto el ejemplo de lo padecido por el zar influyó en la salida de Alfonso XIII de España en abril de 1931. Los motivos de su abdicación fueron varios y, ciertamente, los republicanos los aprovecharon hábilmente para, sin ninguna legitimidad, forzar la caída de la monarquía parlamentaria. Entre ellos, muy posiblemente, pudo pesar en el ánimo de Alfonso XIII el recuerdo de lo que había sucedido con Nicolás II y su familia. Ninguna potencia había movido un dedo para salvarlos, ni siquiera las monárquicas emparentadas con los Romanov. Esa pasividad se había traducido no sólo en los horribles asesinatos de la casa Ipatiev sino en el exterminio buscado y sistemático de buena parte de los familiares del zar derrocado. Difícilmente podía esperar más apoyo Alfonso XIII —a pesar de su labor humanitaria durante la guerra— y su familia si los republicanos españoles los encarcelaban.
 
  
 
==Hallazgos arqueológicos==
 
==Hallazgos arqueológicos==

Revisión del 16:11 4 abr 2011

Información sobre la plantilla
Nicolás II.jpg
NombreNikolái Aleksándrovich Romanov
Nacimiento18 de mayo de 1868
Tsárskoie Sieló
Fallecimiento17 de julio de 1918
Ekaterinburgo,Rusia
Causa de la muerteFusilamiento
ResidenciaRusa
NacionalidadRusa
CiudadaníaRusa
TítuloZar
PredecesorAlejandro III
HijosOlga,Tatiana,María,Anastasia y Alejandro
PadresZar Alejandro III y La Emperatriz Maria Fiodorovna

Nicolás II. Hijo de Alejandro III, fue coronado zar en 1894, y desde el primer momento se propuso defender con absoluta firmeza los principios autocráticos de la monarquía. Sus ansias expansionistas en Oriente llevaron al país a la derrota en la guerra contra Japón (1904-1905), situación que provocó la Revolución de 1905, que, pese a ser reprimida, obtuvo del zar la creación de una asamblea, la Duma, sin que por ello fuera concedida una verdadera monarquía parlamentaria. Proclive a la cooperación internacional, impulsó la creación del Tribunal de La Haya y la elaboración de un código de guerra, pero a pesar de la relación de cordialidad con su primo Guillermo II de Alemania, la pertenencia de Rusia a la Triple Alianza determinó que ambos Estados se enfrentaran en la primera Guerra Mundial. Esta situación acabó de mermar la ya deteriorada economía rusa, a consecuencia de lo cual se produjo la revolución bolchevique de 1917. El zar abdicó en favor de su hermano, gesto que no evitó que Nicolás II y toda su familia fueran fusilados.

Síntesis biógrafica

Primeros años

Nikolái Aleksándrovich Romanov, que pasaría a la historia como el zar Nicolás II, nació el 18 de mayo de 1868 en la población de Tsárskoie Sieló. Fue el primogénito del zar Alejandro III. Oficialmente fue el penúltimo zar de Rusia, tras abdicar en 1917 a favor de su hermano menor, el zar Miguel II (Mikail Aleksándrovich Romanov) sin embargo, en la práctica, fue el último zar ruso.

La infancia del futuro zar de todas las Rusias estuvo señalada por la rigidez de su educación dentro de los formalismos propios de una corte aristocrática. Cuando era niño, su abuelo Alejandro II fue asesinado y su padre, Alejandro III subió al trono, con lo que, automáticamente, Nicolás se convirtió el zarévich (príncipe) heredero del imperio ruso.

Juventud

Tuvo una educación sólida y esmerada, con frecuentes viajes a Japón, India e Inglaterra, nación esta última con cuya realeza, los Romanov tenían vínculos de parentesco. Nicolás dominaba el inglés, el alemán y el francés. Tenía una cercana amistad con su primo Jorge V, príncipe de Inglaterra. Nicolás tuvo una juventud marcada por la buena vida, los viajes y los amoríos, algunos tan escandalosos para su sociedad como el que sostuvo con la bailarina Mathilde Kschessinska, pero finalmente sentó cabeza con una nieta de la reina Victoria I, la princesa alemana Alix de Hesse-Darmstadt, con quien se casaría en 1894.

La futura zarina cambió de credo convirtiéndose a la religión oficial del imperio: el cristianismo ortodoxo ruso y, además, cambió su germánico nombre por el de Alejandra Fiodorovna. Poco antes de su matrimonio, el zar Alejandro III había fallecido y, tras un prudente tiempo de duelo, Nicolás fue coronado ese mismo año como zar.

Gobierno

Su gobierno se caracterizó por ser una monarquía autocrática, en la misma línea que sus antecesores y sin la menor intención de cambiarla o de ceder un ápice el poder, por el contrario, todos sus esfuerzos se centraron en preservar el poder absoluto de la monarquía rusa. Pese a todo, Nicolás no tenía capacidades políticas para dirigir un imperio, se dejaba llevar por los consejos de su neurótica esposa Alejandra, quien tenía una inmensa influencia sobre el débil zar.

Nicolás II reavivó los afanes expansionistas del imperio, emprendiendo campañas hacia el Oriente, mismas que terminaron con la Guerra ruso-japonesa (1904-1905), misma que le atraería la animadversión de los rusos y provocaría levantamientos armados en 1905. Obligado, tras las revueltas, tuvo que reconocer a una asamblea legislativa, la DUMA, que de algún modo limitaba su poder. Pese a todo, Nicolás II seguía siendo un ferviente creyente en la autocracia y evitó, por todos los medios, el tránsito de Rusia hacia la monarquía constitucional.

Nicolás seguía atendiendo los consejos de la zarina, quien, además, tenía arranques místicos manipulados hábilmente por un oscuro personaje que se hacía pasar por monje:Grigori Yefímovich Rasputín. Este personaje se había logrado colar hasta el poder gracias a que los zares estaban convencidos que, gracias a sus curaciones mágicas la enfermedad del zarévich Alejandro, la hemofilia, se había controlado. Nicolás no sería un gran zar, pero siempre gozó la fama de ser un buen esposo y un solícito padre.


Revolución rusa

La Revolución rusa de 1905 (el prolegómeno de la que en 1917 destruyó el zarismo) tuvo tres fases perfectamente definidas: el Domingo Sangriento de San Petersburgo (enero); la sublevación de los obreros de Odessa y de la tripulación amotinada del acorazado Potemkin (junio) y, finalmente, el mejor dirigido y más difícil de reprimir, la Semana Sangrienta de Moscú (diciembre). La organiza nada menos que un sacerdote que tenía una fe absoluta en el zar y que mantenía excelentes relaciones con la temida policía zarista, la 'Ojrana', el clérigo ortodoxo Gueorgui Apollónovich Gapón, quien, desde 1903 y con el patrocinio de la Policía, organizó 'clubes' a modo de embriones de futuros sindicatos controlados por el poder y los grandes industriales. Su misión reformista se veía como un contrafuego dirigido a frenar la acción de los mencheviques, bolcheviques y otras fuerzas revolucionarias que pretendían acabar con la autocracia.

En la fiesta de Reyes de 1905 (según el calendario ruso de la época) se acordó una huelga general en San Petersburgo que obligó a cerrar casi todas las empresas de la ciudad. Al estallar la huelga, el cura Gapón propuso que el 9 de enero los obreros se congregaran en procesión pacífica ante el Palacio de Invierno, con rosarios, estandartes religiosos y retratos del zar, con objeto de entregarle una petición en la que se expondrían sus reivindicaciones. En las primeras horas de la mañana, más de 120.000 personas desfilaron acompañadas de sus familias, mujeres, niños y ancianos, entonando canciones religiosas y sin armas. Más de mil cayeron muertos ante los fusiles de las tropas zaristas y más de 2.000 resultaron heridos, empapando de sangre las calles de San Petersburgo. Fue una enseñanza sangrienta la que los obreros recibieron este día. El 9 de enero murió fusilada su fe en el zar. Comprendieron que sólo luchando podían conquistar sus derechos. La noticia del crimen sangriento de Nicolás II corrió como un reguero de pólvora por toda Rusia. No hubo ciudad donde los obreros no se declarasen en huelga en señal de protesta contra el crimen y donde no formulasen reivindicaciones políticas. A partir de esta fecha, la lucha revolucionaria de los obreros tomó un carácter más agudo y más consciente. De las huelgas económicas y de solidaridad, los obreros pasaron a las huelgas políticas, a las manifestaciones y, en algunos sitios, a la resistencia armada contra las tropas zaristas.

La incapacidad de Nicolás II para entender la necesidad de reformas en 1905 aceleró la Revolución rusa. El autoritario e incapaz Nicolás II debió de darse cuenta de que la sociedad rusa necesitaba reformas, en lugar de insistir, con su falta de inteligencia política, en la naturaleza divina de su cargo. La masacre descubrió a 'Nicolás el sangriento', como pasó a ser conocido desde ese momento, no sólo como un hombre cruel y despreciable, sino también como un monarca sumamente estúpido. La gran revolución tardó más de 12 años en producirse, pero es en la fecha del 9 de enero de 1905 cuando se puede ver claramente la ruptura total entre el zar y su pueblo.

Abdicación

En 1914, estalló el conflicto armado contra Alemania, gobernada a la sazón por su primo Guillermo II con quien sostenía buenas relaciones; pese a todo, ambas naciones se vieron enfrentadas en lo que terminaría convirtiéndose en la Primera Guerra Mundial.

Las pérdidas económicas, las derrotas y el sufrimiento del pueblo ruso por la guerra, aumentaron la impopularidad del zar, quien además había asumido la dirección del ejército ruso en 1915; ante su incapacidad fue obligado a abdicar en marzo de 1917.

Tras la abdicación, Nicolás II y su familia en pleno (su esposa Alejandra, sus hijas -Olga, Tatiana, María y Anastasia- y el zarévich Alejandro, además del médico y varios sirvientes) fueron hechos prisioneros por los bolcheviques, quienes los trasladaron primero a Tobolsk en donde vivieron el crudo invierno siberiano, en la primavera fueron trasladados a Ekaterinburgo en donde los mantuvieron en el sótano de una casa de campo. Todo parece indicar que fueron fusilados el 17 de julio de 1918 . Un concilio arzobispal decidió canonizar al zar Nicolás II y su familia en el año 2000.

Zar Nicolás II

Ninguna potencia había movido un dedo para salvarlos, ni siquiera las monárquicas emparentadas con los Romanov.

Hallazgos arqueológicos

Su lugar exacto de enterramiento fue siempre todo un secreto de estado y durante muchos años se abandonó la idea de encontrarlos en los Urales. Habían quedado testigos pero la cuestión se hizo patente más adelante, como la de Yákov Yuroski. Hubo también muchas incógnitas y misterios alrededor de sus muertes. Cuando en 1991 encontraron el bosque de Ekaterimburg los restos de ocho personas fusiladas y se pudo comprobar la identificación en 1998 de los cuerpos del zar, su esposa y de sus hijas Olga, Anastasia y Tatiana, quedó en el aire saber donde se encontraban los restos de los otros dos hijos del zar, que también fueron fusilados aquella noche.

El 12 de abril de 1989 los periódicos de todo el mundo se hacia eco del descubrimiento. Ocho años antes, la iglesia ortodoxa rusa los consideró santos de la Iglesia ortodoxa lo cual quedó ratificado durante el sínodo del año 2000. Los restos de la familia imperial hallada fue enterrados en la Catedral de San Pedro y San Pablo de San Peteresburgo. La abuela María Romanov (Dagmar princesa de Dinamarca), la gran zarina madre, que desconsolada murió en su Dinamarca natal, fue sepultada en el panteón real de la catedral de Roskilde (Copenhague) a mediados de octubre de 1928.

El [[28 de septiembre del 2006 sus restos fueron trasladados a la catedral de St Petersburgo para ser enterrados junto a su familia política, hijo el Zar Nicolás y sus nietos, cumpliendo así su última voluntad. Pronto y muy seguramente, también Maria y Alexei descansarán junto el resto de sus familiares.

El 23 de agosto del 2007 los arqueólogos rusos que hallaron los esqueletos anunciaron que aquellos restos podrían ser los dos hijos que faltaba por encontrar del último zar de todas las Rusias. Recordemos que la familia fue afusilada en el sótano de una casa de Yekaterimburg la noche del 17 de julio de 1918


El 30 de abril del 2008 se ha sabido que las pruebas realizadas en los Estados Unidos de América verifican que los restos encontrados de dos niños en el bosque de Ekaterimburg (Montes Urales- Rusia) pertenecen al zarevich Alexei de 13 años (principe heredero) y a su hermana la gran duquesa Maria de todas las Rusias de 19 años.

En julio del año pasado se hallaron restos de los esqueletos de un niño y de un adolescente. Seguidamente se pudo enviar los restos a los Estados Unidos para realizarles las pruebas de ADN, morfológicas y anatómicas para comprobar la identidad de estos huesos. Sabiendo que cerca de allí mismo se encontraron en 1979 los restos del zar Nicolas II y de su familia, enseguida se llegó a la conclusión que eran miembros de la misma familia. Pero no será hasta 1991 cuando logren sacar los restos del bosque. El hallazgo fue a cargo de los historiadores rusos, Avdonin y Ryabov.



"La experiencia demuestra que los hombres y las palabras son incapaces de gobernar los acontecimientos"

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