Conrado III

Conrado III
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Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico
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Reinado 1138-1152
Nombre real Conrado de Hohenstaufen
Nacimiento 1093, Bandera de Alemania Alemania
Fallecimiento 15 de febrero de 1152
Bandera de Hungría Hungría
Predecesor Enrique V
Sucesor Federico I, Barbarroja
Descendencia Federico I Barbarroja
Dinastía Hohenstaufen
Padre Federico de Suabia
Madre Inés de Alemania

Conrado III (Alemania, 1093Bamberg, Alemania, 15 de febrero de 1152). Rey germano de 1138 a 1152, el primero de la dinastía Hohenstaufen. Sobrino del emperador germánico Enrique V, se rebeló cuando los electores lo pasaron por alto como heredero. Fue coronado antirrey en Nürnberg (1127) y rey de Italia (1128). Regresó a Germania en 1132 y luchó contra el monarca alemán Lotario II hasta 1135, año en que se sometió y obtuvo el perdón. Cuando Lotario falleció se convirtió en rey, sofocando la resistencia en Baviera y Sajonia. Viajó a Palestina en la segunda de las cruzadas (1147) y visitó Constantinopla (1148), donde consolidó una alianza con Manuel I Comneno. Imposibilitado para visitar Roma, nunca recibió la corona imperial.

Fue emperador del Sacro Imperio Romano Germánico y aunque fue un enérgico político, su reinado estuvo marcado por numerosas luchas, con poco éxito, de tal manera que a su muerte, el prestigio y el poder de la monarquía germana había descendido y el Imperio quedó en un estado de total desorden.

Síntesis biográfica

Hijo del duque Federico de Suabia y de Inés, una hija del emperador Enrique IV, Conrado fue nombrado duque de Franconia por el emperador Enrique V, mientras que su hermano, Federico, recibía Suabia. A la muerte del emperador (1125) fue elegido rey Lotario II. En 1127 Conrado de Hohenstaufen logró levantar el sitio impuesto por el emperador a la ciudad de Nuremberg. Este triunfo hizo que los gibelinos quisiesen disputar la corona a Lotario II y Conrado fue coronado rey el 18 de diciembre de 1127. Sin embargo, la práctica totalidad del clero germano estaba del lado de Lotario, mientras que Conrado apenas podía contar con el apoyo de Espira, que se constituyó en el principal centro de resistencia de los Hohenstaufen. A la muerte de Lotario, Conrado fue coronado emperador. Depuso al duque de Sajonia, pero su decisión fue contestada y el emperador debió luchar contra el depuesto Enrique el Soberbio y contra aquellos que defendieron los derechos de Enrique el León. En 1142 firmó con los güelfos la paz de Frankfurt, lo que sirvió para detener las hostilidades, pero no para alcanzar una paz duradera. Conrado III intervino sin éxito en la Baja Lorena y Polonia, pero logró hacer que en Bohemia se coronase a su candidato. Participó en la Segunda Cruzada, donde tuvo poco protagonismo.

Oposición a Lotario II

En 1128 Conrado marchó a Italia y el año siguiente el emperador asedió Espira, lo que llevó a la disolución del partido gibelino. Durante el tiempo que permaneció en Italia, Conrado otorgó diversas libertades a las comunas de Lombardía y pudo recibir la corona de los Lombardos en Monza, de manos del arzobispo de Milán, pero fracasó en su intento de adquirir las posesiones de la condesa Matilde de Toscana y fue excomulgado por el papa Honorio II. Al final, uno a uno, sus aliados le fueron abandonando hasta que en 1130 tuvo que regresar a Alemania, donde ya no podía contar con apoyos.

La campaña de Lotario II contra los centros de poder de los Hohenstaufen (1134) trajo la destrucción de Suabia y, al fin, la sumisión de Federico de Suabia hacia el emperador en la dieta de Bamberga (1135) y más tarde la de Conrado, en Mülhausen, con la misma condición que su hermano: la de acompañar a Lotario en la campaña italiana programada para 1136.

Emperador y luchas contra los güelfos

Muerto Lotario II (1137), Conrado, a instancias del arzobispo Adalberto de Tréveris, fue elegido emperador en una asamblea reunida en Coblenza (7 de marzo de 1138), en la que no había representación sajona ni bávara. Diez días después Conrado III fue coronado en Aquisgrán por el legado pontificio y en la dieta reunida en Bamberga el 22 de mayo, obtuvo el reconocimiento de la mayor parte de la nobleza del reino, incluida la emperatriz viuda, Richenza. Conrado recibió las insignias imperiales del candidato güelfo, Enrique el Soberbio, duque de Baviera y de Sajonia y uno de los principales apoyos de Lotario II durante su reinado. El emperador arguyó que era incompatible que los dos ducados fuesen mantenidos por una misma persona; en realidad, en la dieta de Bamberga, Conrado había prometido entregar Sajonia a Alberto el Oso. En julio de 1138 el emperador desterró a Enrique el Soberbio y cumplió la promesa hecha a Alberto el Oso; poco después confiscó Baviera, que entregó a Leopoldo de Austria. El destierro de Enrique fue un error político que, lejos de consolidar el poder de los Hohenstaufen, desató la guerra entre güelfos y gibelinos, agravada por una doble elección papal. Esta guerra fue continuada por los sucesores de Enrique y ocupó una buena parte de la centuria siguiente.

En Sajonia la emperatriz Richenza ganó el apoyo de la mayor parte de los príncipes para defender los derechos de Enrique, pero Alberto el Oso atacó antes de que los güelfos preparasen la campaña y conquistó sus territorios en Lüneberg y Bardowiek. La aparición del depuesto duque en el norte del país alteró la situación: una por una, las ciudades sajonas fueron cayendo en su poder y en primavera de 1139 Alberto detuvo la campaña y buscó el amparo del arzobispo de Maguncia. El emperador, consciente por las experiencias pasadas de la dificultad de vencer a los sajones rebelados, reunió un enorme ejército, en el que tomaron parte los arzobispos de Maguncia y Tréveris, los obispos de Worms y Espira, los nuevos duques de Sajonia y Baviera y Luis de Turingia, pero aunque las tropas imperiales se encontraron con las sajonas en Kreuzberg, se decidió llegar a un acuerdo pacífico en una reunión que se celebró en Worms. Nada se decidió en la asamblea, sin embargo, ya que los negociantes se dedicaron a festejar con los treinta toneles de vino llevados a la campaña por el arzobispo de Tréveris (el único beneficiado en la reunión, ya que obtuvo la rica abadía de San Maximino, en Tréveris). Al final la situación continuó como al principio, con Enrique dominando Sajonia y Alberto teniendo que conformarse con el título de duque, aunque sin poder alguno.

La muerte de Enrique el Soberbio en octubre de 1139 no supuso ninguna ventaja para el partido gibelino. Los intentos de Alberto el Oso para recuperar Sajonia fueron desbaratados por el arzobispo de Magdeburgo, Conrado y por el conde-palatino Federico, ambos fieles al joven duque, sucesor del Soberbio, Enrique el León, que apenas contaba diez años. Ambos caudillos tomaron la iniciativa de la ofensiva y conquistaron varios castillos de Alberto. El emperador les ordenó comparecer en sendas dietas en Worms (febrero de 1140) y Frankfurt (abril de 1140), pero ellos se negaron a obedecer; Conrado exigió la rendición sin condiciones, aunque en realidad no tenía fuerza para subyugar a los sajones, mientras en el sur, otra rebelión más peligrosa, atrajo la atención de Conrado III. Allí, Güelfo, tío de Enrique, lideró la causa familiar, con la probable intención de obtener Baviera, y en verano de 1140 venció a Leopoldo, que rápidamente solicitó la ayuda del emperador. Conrado acudió a Baviera y puso sitio a la ciudad de Weinsberg, que capituló el 21 de diciembre. La leyenda dice al respecto de la rendición de Weinsberg, que el emperador separó a las mujeres de la ciudad y les permitió marchar con todo aquello que pudiesen llevarse con ellas; las mujeres entonces salieron de las murallas, llevando sobre los hombros a sus esposos condenados. Aunque esta historia carece de documentación que la respalde, está basada sin embargo en una fuente contemporánea, los Annales de Paderborn.

La victoria de Weinsberg cambió los asuntos, tanto en Baviera como en Sajonia, y la muerte de la emperatriz Richenza (10 de junio de 1141) supuso la eliminación del principal obstáculo para alcanzar la paz. Algunos magnates sajones acudieron en Würzbug a negociar con Conrado en Pentecostés de 1141, y aunque no se llegó a ningún acuerdo, ya era patente el espíritu conciliatorio que posibilitó la brillante asamblea de Frankfurt (3 de mayo de 1142), en la que se reconciliaron varios partidos. Enrique el León recibió Sajonia, pero no Baviera, donde el duque Leopoldo había muerto, y que fue entregada a su hermano, Enrique de Jasomirgott, que ya había obtenido el margraviato de Austria; Alberto el Oso fue restablecido en la Marca del Norte. Conrado proclamó una amnistía general para todos los que habían participado en la rebelión y finalmente la pacificación fue sellada con el matrimonio entre Enrique de Jasomirgott y Gertudis, viuda de Enrique el Soberbio.

Lo cierto es que la paz de Frankfurt a nadie satisfizo y según Otón de Freising fue "la semilla de las más grandes discordias de nuestra tierra". Güelfo no se conformó con la alienación a su familia del ducado de Baviera y pronto comenzó a enfrentarse al nuevo duque. Federico de Suabia alimentó su rencor por el trato de favor dado a Enrique de Jasomirgott; más tarde se uniría a Güelfo y a Roger de Sicilia contra el emperador. La muerte de Gertrudis en abril de 1143 supuso un golpe fatal a los designios de paz.

Relaciones con Lorena, Bohemia y Polonia

Desde la coronación de Conrado III, Lorena había sido escenario de una violenta guerra civil y de disputas eclesiásticas. Tras la muerte del duque Godofredo de Lorena en 1138, Conrado había otorgado el ducado de la Baja Lorena a su sucesor, Godofredo el Joven, provocando una rebelión de Enrique de Limburg, hermano mayor de Godofredo y que había detentado el título ducal durante la vida de éste. Tras su derrota, Enrique renunció a sus aspiraciones.

En 1146 el emperador infeudó el ducado de Polonia a su cuñado, el príncipe Vladislao, hijo mayor del gran duque Boleslao. No obstante las disposiciones testamentarias de Boleslao apuntaban hacia que la región fuese dividida entre sus cuatro hijos. Por ello, Boleslao y Mesco, dos de los hijos del fallecido duque, se rebelaron en 1146 contra el nuevo vasallo del emperador y lograron expulsarlo, haciéndose con el control del país. Por tanto, la intervención de Conrado en Polonia provocó una mayor independencia del ducado respecto al Imperio. La injerencia del emperador en los asuntos de Bohemia también desembocó en una guerra. En la dieta de Bamberga de 1139 Conrado había asegurado al duque Sobeslao la sucesión sobre su hijo Vladislao; sin embargo, tras la muerte del duque en 1140, Conrado entregó el ducado a un sobrino de Sobeslao, llamado también Vladislao, y que estaba casado con su hermanastra, Gertrudis. Vladislao, el hijo, se rebeló y venció a su primo en Kuttenberg (25 de abril de 1142). Conrado intervino y envió un ejército a Bohemia, que, sin lucha, entró en Praga y restauró con seguridad a Vladislao II.

Segunda Cruzada

La predicación de la Segunda Cruzada por parte de Bernardo de Claraval había sido rápidamente acogida por algunos soberanos como Luis VII de Francia, pero Conrado dudó en un principio, temeroso de abandonar el Imperio, amenazado dentro y fuera de sus fronteras. Pero Enrique de Baviera había tomado la Cruz y en Navidad de 1146, Conrado, persuadido por la elocuencia de San Bernardo, accedió a marchar a Oriente. El 19 de marzo de 1147 se reunió una dieta en Frankfurt, en la que se tomaron las disposiciones necesarias para la ausencia de Conrado: su hijo de diez años, Enrique, fue coronado rey en Aquisgrán y puesto bajo la custodia del arzobispo de Maguncia; el gobierno del imperio fue encargado al abad Wibaldo de Stablo; y fue proclamada una paz general para toda Alemania. En mayo el emperador tomó el camino de Constantinopla, con un ejército de 70.000 jinetes y caballeros. Su participación en la Cruzada fue mínima, ya que apenas llegó a Asia Menor, su ejército fue diezmado por los turcos y las epidemias. Regresó a Constantinopla y se embarcó para Palestina, donde en abril de 1148 se unió a Luis VII para una campaña contra Damasco que resultó infructuosa. La única ventaja que obtuvo Conrado III de la Cruzada fue la firma de una alianza con el emperador Manuel I Comneno, contra Roger II de Sicilia. Pero incluso ésta alianza resultó vana, desde que el propio Roger acordó pagar una suma anual a Güelfo de Baviera, para que éste mantuviese ocupado al emperador en Alemania. En verano de 1149 Conrado regresó a Alemania, agotado y enfermo y encomendó a su hijo Enrique la guerra contra Güelfo.

Últimos años

Los planes inmediatos de Conrado después de la Cruzada eran viajar a Italia para obtener la deseada coronación imperial de manos del papa, pero ese viaje nunca llegó a realizarse, ya que el emperador debió hacer frente a los asuntos de Alemania, que requerían su atención. En la dieta de Frankfurt, Enrique el León había planteado sus derechos al ducado de Baviera, pero Conrado pospuso la cuestión hasta que regresase de la Cruzada. En septiembre de 1149 Enrique volvió a reclamar la decisión imperial, pero, ante la inacción de Conrado, pasó a titularse por su cuenta duque de Sajonia y Baviera. Conrado trató de resolver la cuestión por la vía diplomática, pero Güelfo de Baviera lanzó un fugaz ataque a las posesiones de los Hohenstaufen en Suabia en febrero de 1150, siendo derrotado después por el joven Enrique, heredero del Imperio. Ésto cambió la situación y en 1151, mientras Enrique el León se encontraba en Suabia, Conrado inició el asedio de su capital, Brunswick, mientras ordenaba una especial vigilancia en las fronteras para evitar que el duque, cuya sola presencia podría desbaratar los planes de Conrado, regresase a Sajonia. Sin embargo Enrique eludió la vigilancia y llegó a su ducado en diciembre de 1151, destrozando los esquemas de Conrado, que abandonó el asedio y tomó el camino de Alemania. Cayó enfermo en Bamberg y murió, siendo sucedido por su sobrino, Federico I Barbarroja, que se convirtió en heredero tras la repentina muerte del Rey de Romanos, Enrique.

Fuentes