Mercedes Matamoros y del Valle

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Mercedes Matamoros
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Fue precursora de la poesía intimista femenina y una de las figuras claves del modernismo en Cuba.
Nombre completoMaría de las Mercedes Dolores Leandra Matamoros y del Valle
Nacimiento13 de marzo de 1851
Cienfuegos, Bandera de Cuba Cuba
Defunción25 de agosto de 1906
La Habana, Bandera de Cuba Cuba
SeudónimoOfelia
OcupaciónPoetisa, dramaturga y traductora cubano-española
NacionalidadCubana
MovimientosModernismo
Obras notablesPoesías completas, El último amor de Safo

Mercedes Matamoros y del Valle. Poetisa cienfueguera. Logró distinguirse como una creadora de avanzada en el modernismo, y las vertientes poéticas que más sobresalen en su obra son: la amorosa, una veta reflexiva y la patriótica. Poseía dotes literarias naturales y firmaba sus poemas con el seudónimo de Ofelia.

Tradujo a varios poetas extranjeros como a Byron, Thomas Moore, André Chenier, Goethe y Schiller.

Síntesis biográfica

Nació el 13 de marzo de 1851. Hija de Dionisio Vicente Matamoros Roig, habanero y María del Carmen del Valle Cuesta, natural de Cienfuegos. A la muerte de su madre, con siete años, en 1860, junto a su padre se traslada a La Habana y allá fijaron su residencia en una casa de la calle Virtudes.

Trayectoria

En La Habana comenzó estudios en el colegio El Sagrado Corazón, comenzó a escribir para periódicos y revistas habaneros, entre los que se destaca El Siglo y El Occidente. Estudió y dominó varios idiomas como el inglés, alemán y francés, lo que le permitió hacer traducciones al castellano, poemas de Goethe, Schiller, Longfellow, Chenier, Byron y Moore, que comenzó a publicar en 1868 en La Opinión traducciones en prosa del inglés y versos originales en El País. Y en el año 1878 en el periódico El Triunfo.

Se identificó con la lucha por la independencia, al participar, vestida con los colores de la bandera cubana, el 22 de enero de 1869, en los sucesos del Teatro Villanueva [1]

Se abstuvo a publicar trabajos en la prensa, pues no deseaba que su firma apareciera junto a las de los españolistas. Destacada en las tertulias de Azcarate, Cortina y Céspedes, así como en las veladas del Ateneo, de la Sociedad La Caridad del Cerro y del Liceo de Guanabacoa; los más relevantes intelectuales de la época leían sus poesías, entre ellos José Martí.

Conoció a Martí en La Habana por los años 1878-1879, se estableció una amistad que lo llevó a visitar en varias ocasiones la casa de la poetisa, donde leía en alta voz sus poemas, como también lo hacía en las tertulias de la época, especialmente en el Liceo Artístico y Literario de Guanabacoa. [2]

"en Guanabacoa, alguien le prestó a Martí un cuaderno manuscrito con poemas de ella y a este le impresionó tan formidablemente que escribe en su abanico: “Como las plegarias, pura,/ como la cólera, altiva,/ como tus sueños, triste,/ como tu inocencia, tímida, / tu, la doncella garbosa/ en cuyos ojos anidan/ blandas miradas de tórtola,/ trágicas luces sombrías,/ ¡Mercedes! Bien nos las hizo/ quien dio encomienda a las brisas/ de que bordaran tu cuna/ del Almendar en la orilla/ con hojas de nuestras palmas/ y flor de nuestras campiñas/[3]".

Ante la partida de José Martí, escribe el poema Adiós donde refleja toda la admiración que sentía por el amigo, por el poeta, por el patriota, es por eso que refiere los pesares al verlo partir, pero en especial exclama:

“la pobre patria estremecida espera! ...”.

Dentro de su círculo intelectual se encontraron figuras prestigiosas como Julián del Casal, Luisa Pérez de Zambrana, Aurelia Castillo de González.

Tras la muerte de Martí, la poetisa escribe:

“Con aullidos feroces de jauría / llega hasta mi la inmensa vocería / de la turba española, que tu muerte / hoy celebra con gritos de alegría… ”.

Posteriormente recién ubicada la estatua de Martí en el parque central de La Habana, escribe el soneto Ante la estatua de Martí, demostrando su patriotismo:

“El alma-que hoy evoca el pecho mío- / del noble ser a quien la patria adora, / no palpita ni canta: gime, implora, / bajo ese mármol silencioso y frio. / Tuviera yo el supremo poderío / que de la noche hizo brotar la aurora, / del polvo, la hermosura seductora / el casto amor del lóbrego vacío! / Entonces, esos labios sonreirán, / esas manos a Cuba bendijeran, / palabras de perdón se escucharán…, / más el tornar el pensamiento grave / hacia el dudoso porvenir; quien sabe, / quien sabe si esos ojos, llorarían![4]".

En 1884 quedó en la pobreza debido a la quiebra de la Caja de Ahorros de La Habana, ya que su padre perdió tanto el puesto de cajero-contador en esa entidad como los ahorros familiares. Para subsistir vendieron el piano y los mejores objetos de su casa y se trasladaron a una casita humilde, ubicada en Amargura 66, en Guanabacoa, donde obtuvo un humilde empleo en el Ayuntamiento, por lo que tuvo que completar los ingresos hogareños dando clases privadas a domicilio y también en la Academia de María Luisa Dolz.

El 12 de octubre de 1892 en la revista El Fígaro escribió y publicó su cuento La Tempestad. En 1895, comienza a escribir poesías patrióticas destinadas a su libro que titularía Armonías cubanas. Entre sus versos son reconocidos: A una Ceiba (1895), Al Máximo (febrero de 1899), A la bandera cubana (marzo 26 de 1899).

Publica en 1892, en un volumen sus poesías, La mejor lágrima y Ruideles, notable en la poesía descriptiva, el soneto La Muerte del Esclavo, el Himno de la lluvia.

También en su poema La bella entusiasta, de 1897, indaga en la realidad de la guerra e inserta a la mujer como protagonista, en abril de 1895 publica el poema Incógnita, una alegoría referida a Cuba, otro poema que incide por su tono y contenido patriótico es El Juramento (1898). [5]

Entre 1898 y 1899, escribió el famoso poema El último amor de Safo, en veinte sonetos, que se publicó en 1902.

Una breve cronología de su obra publicada en vida, a partir de 1867 lo constituyeron los folletines en La Opinión y El País.

Desde el año 1892 su salud fue cada vez más precaria. En julio de 1902 se le extirpó un tumor canceroso de la mama derecha, después de lo cual mejoró, lo que le permitió una gran actividad literaria, que hizo pública entre 1903 y 1904 a través del Diario de la Marina y de la revista El Fígaro.

Muerte

En 1905 se le reprodujo el cáncer y ella misma pidió ser ingresada en el Hospital Civil de Guanabacoa, donde murió a las diez y media de la noche del sábado 25 de agosto de 1906.

Al morir, el Ateneo costeó sus funerales. Al día siguiente por la mañana se trasladó al local del Ateneo en La Habana, donde estuvo en capilla ardiente hasta las nueve de la mañana del lunes veintisiete, cuando su féretro fue llevado en hombros al carro fúnebre por un grupo de amigos y admiradores seguidos de otros muchos. Acto seguido, la comitiva partió hacia el Cementerio de Colón.

Monumento

Busto dedicado a Mercedes Matamoros

En el Paseo del Prado de la ciudad de Cienfuegos, entre las calles San Fernando y Argüelles, existe un busto dedicado a la poetisa emplazado el 10 de octubre de 1921 del Autor Baralta Carrara tallado en mármol y con una dimensión de 3.00m de alto, de un valor artístico y ambiental.

En el pedestal se encuentra la siguiente inscripción:

“Mercedes Matamoros (Ofelia). La desventurada cantora del dolor. Su Ciudad natal. Ofrenda del Sr. Pedro Modesto Hernández.”.

Bibliografía activa

  • Poesías completas. Pról. de Aurelia Castillo de González. 1892.
  • Sonetos. Pról. de Manuel Márquez Sterling. 1902.

Bibliografía pasiva

  • Carbonell, José Manuel. “Mercedes Matamoros 1858-1906”, en su La poesía lírica en Cuba. Recopilación dirigida, prologada y anotada por [...]. T. 4. La Habana, Imp. El Siglo XX, 1928, p. 227-223 (Evolución de la cultura cubana. 1608-1927, 4).
  • Castellanos, Jesús. “Las triunfadoras. Mercedes Matamoros. La mejor poetisa”, en Azul y Rojo. La Habana, 2 (21-22): 7, may. 31, 1903. Chacón y Calvo, José María. “Mercedes Matamoros”, en su Las cien mejores poesías cubanas. Madrid, Editorial Reus, 1922, p. 256-257.
  • Esténger, Rafael. “Mercedes Matamoros”, en su Cien de las mejores poesías cubanas. 2ª ed., aumentada con un ensayo preliminar y la inclusión de poetas actuales. La Habana, Eds. Mirador, 1948, p. 256.
  • Feijóo, Samuel. Mercedes Matamoros, ceiba y manuscritos. Azar de lecturas. Crítica. La Habana, Universidad Central de Las Villas, 1961, p. 80-83.
  • García de Coronado, Domitila. “Mercedes Matamoros”, en su Álbum poético fotográfico de escritoras y poetisas cubanas. 3ª ed. La Habana, Imp. de El Fígaro, 1926, p. 189-193.
  • González Curquejo, Antonio. “Mercedes Matamoros”, en su Florilegio de escritoras cubanas. Recopilación de [...]. T. 2. La Habana, Aurelio Miranda, Impresor, 1913, p. 95-96.
  • Lezama Lima, José. “Mercedes Matamoros”, en su Antología de la poesía cubana. T. 3. La Habana, Consejo Nacional de Cultura, 1965, p. 530-531.
  • Márquez Sterling, M. “Mercedes Matamoros” en Azul y Rojo. La Habana, 1 (14): 2-3, nov. 2, 1902.
  • Martín Morales, Alfredo “Mercedes Matamoros. Ante su tumba”, en El Fígaro. La Habana, 22 (35): 446-447, 1906.
  • Maza y Artola, Juan José. “Safo y una poetisa cubana”, en su Asfódelos. La Habana, Editorial Hermes, 1930, p. 249-276.
  • Monte, Antonio del. “Evocando a una gran poetisa”, en El Fígaro. La Habana, 38 (36): 538-539, oct. 30, 1921.
  • Nieto y Cortadellas, Rafael. “Documentos sacramentales de algunos cubanos ilustres. 83.-María de las Mercedes Matamoros y del Valle”, en Revista de la Biblioteca Nacional. La Habana, 2ª serie, 6 (3): 167-168, jul.-sep., 1955.
  • Pichardo, Hortensia. Mercedes Matamoros, su vida y su obra. La Habana, Cárdenas, 1953; “Mercedes Matamoros. La poetisa del amor y del dolor”, en Revista de la Biblioteca Nacional. La Habana, 2ª serie, 7 (3): 105-119, jul.-sep., 1956.
  • Salazar, Salvador. “Mercedes Matamoros, su vida y su arte”, en Anales de la Academia Nacional de Artes y Letras. La Habana, 14, 13: 110-138, ene.-mar., 1929.
  • Vitier, Cintio. “Mercedes Matamoros”, en su Cincuenta años de poesía cubana (1902-1952). Ordenación, antología y notas de [...]. La Habana, Ministerio de Educación. Dirección de Cultura, 1952, p. 11-12.

Referencias

Fuente

  • Cuba Literaria
  • Edo y Llop, Enrique. (1861). «Memoria histórica de Cienfuegos y su jurisdicción» Imprenta de “El Telégrafo”. Cienfuegos. Cuba.