Mujeres holguineras en el Ejército Rebelde

Mujeres holguineras en el Ejército Rebelde
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Mujeres de la Columna 16.jpg
Mujeres de la Columna 16, en el campamento de Los Berros.
Fecha:1956--1959
Lugar:Sierra Maestra y frentes guerrilleros
Descripción:
Las féminas del siglo XX, ejemplos de mujeres que se incorporaron al ejército rebelde y no dudaron en integrarse a la lucha decisiva de Cuba
País(es) involucrado(s)
Bandera de Cuba Cuba

Mujeres holguineras en el Ejército Rebelde. La historia de las luchas libertarias en Holguín registra el nombre de valerosas mujeres que, contra todo riesgo, no solo acompañaron a los hombres en su bregar, sino estuvieron a su altura. Las féminas del siglo XX siguieron los paradigmáticos ejemplos de las mujeres que se incorporaron al ejército libertador y no dudaron en integrarse a la lucha definitiva del país, cuando la asonada golpista del 10 de marzo de 1952 cerró las posibilidades democráticas. Primero, una labor callada y de auxilio en la clandestinidad, para luego incorporarse a la vida de campaña, a la guerrilla, tanto en la Sierra Maestra, como en el teatro de operaciones militares en territorios del II Frente Oriental y IV Frentes orientales.

Holguineras en la guerrilla

En el vasto territorio de operaciones guerrilleras, que ocupó la zona de Oriente, constan 100 mujeres de la provincia, como miembros del Ejército Rebelde, de ellas, 16 ostentan la doble condición de combatientes de la clandestinidad y del Ejército Rebelde.

La integración por columnas fue como sigue:

Los combatientes de la Columna 16 “Enrique Hart”, Norma García con brazalete, Galber Riverón Hidalgo y Ana Barceló Cruz.

En esta estadística están contenidas las fallecidas, no así todas las que actualmente residen fuera de la provincia, aunque, por las entrevistas realizadas, la cifra total no debe rebasar las 120 mujeres. El grueso de las combatientes se integró a la lucha clandestina, figuran en esta condición 206 mujeres, quienes arriesgaron todo desde el terreno enemigo para colaborar con la lucha guerrillera. Con certeza, es una cifra superior, pues cuántas mujeres dieron un mensaje, orientaron un combatiente, saciaron la sed del guerrillero, ocultaron un bono, un arma, una información, y sin embargo, han silenciado su hazaña por creerla mínima. Probablemente, esta fue una de las tareas más riesgosas e importantes, sobre todo en la ciudad y los barrios de Holguín, donde la represión descabezó varias veces la dirección del Movimiento Revolucionario.

Del total de mujeres que integraron las filas guerrilleras, en los diferentes frentes, muy pocas ocuparon cargos importantes y participaron en combates. Entre ellas, se encuentran Las Marianas, quienes, aunque ninguna de Holguín, bajaron desde la Sierra con el pelotón 3 que, al mando de Eddy Suñol, formarían parte del IV Frente Oriental Simón Bolívar. De ellas Isabel Rielo alcanzaría los grados de Teniente durante la guerra, y Dersa Puebla (Teté) sería la única mujer con los grados de General en la historia de Cuba.

Una mujer muy humilde, perteneciente a la columna 19, Juana Vilma Brunet Céspedes, de Sagua de Tánamo, se incorporó a la lucha guerrillera a finales de marzo de 1958 y llegó a alcanzar el grado de sargento en el campamento El Lirial. Enma Rosa Chuy Arnau, aunque oriunda de San Luis, trabajaba como maestra en la zona de Mayarí, donde inició su vida revolucionaria, participó en la toma del entonces central Preston, Guatemala, en vísperas de la huelga del 9 de abril, a partir de entonces fue obligatorio el camino a la Sierra, a donde colaboró con la organización de las actividades de educación entre las tropas rebeldes y la población campesina del II Frente Oriental, allí alcanzó, en poco tiempo, los grados de cabo. Ambas, fallecieron en accidentes durante la guerra, más su quehacer en la lucha clandestina y en la guerrilla está por estudiarse con profundidad.

Cuando observamos la proporción de hombres y mujeres por columnas, salta que, naturalmente, es desbalanceada. Por ejemplo, en el IV Frente Oriental, los destacamentos, conocidos históricamente como pelotones de la columna 14, el 1 y 2 bajo el mando de los Capitanes Orlando Lara Batista, Cristino Naranjo Vázquez y Arsenio García Dávila; el pelotón tres bajo el mando de Eddy Suñol tuvieron un total de 465 combatientes, de ellos 35 eran mujeres, es decir el 0.7 %. En la columna 32 José Antonio Echeverría, no hubo convivencia de la mujer. Lo cual estuvo determinado por la misión de esta tropa comandada por Delio Gómez Ochoa, jefe del IV Frente. Esta columna era móvil, de coordinación entre las demás que componían el frente, sus hombres no rebasaron la cifra de 65, con características de escolta, llega a la zona de Holguín en los primeros días de noviembre cuando las demás columnas se encuentran asentadas. En la columna 12 solo tres mujeres holguineras participaron, al decir de una testimoniante, Lalo Sardiñas era renuente a la participación de la mujer en la guerra, también esta fue una tropa pequeña. En total en el IV frente participaron 38 holguineras. [2]

En la segunda mitad de 1957 cuando se produce el primer alzamiento en zona holguinera por Orlando Lara, este se alza con su esposa, y Delio Gómez Ochoa también. El apoyo fundamental a estos grupos, fue dado por las redes familiares. También, el Movimiento 26 de Julio en Holguín, sufrió constantes descabezamientos, por lo que las familias y amigos entraron a protagonizar una ayuda esencial en la supervivencia guerrillera.

Cuando en octubre de 1958, irrumpieron en la zona las columnas que fijaron el IV frente, la mujer se hizo imprescindible en el propio teatro de operaciones. No obstante, es pequeña su presencia, las tropas de este frente tenían la misión especial de fijar fuerzas enemigas en el territorio y cortarle todo tipo de aprovisionamiento desde occidente, imponiéndose la guerra constante y permanente contra el transporte, de este modo debían garantizar que los demás frentes orientales pudieran desplegar la estrategia final.

En tales condiciones no había tiempo para entrenar mujeres, máxime, cuando existían cientos de escopeteros en las inmediaciones y, además, después de la huelga del 9 de abril, decenas de hombres volvieron a sus casas por falta de armamentos. La zona de operaciones era llana, lo cual aumentaba el riesgo de enfrentar al enemigo. Estos factores influyeron en la restricción de la presencia física de la mujer. No obstante, el frente llegó a tener dirección de educación, finanzas, hospitales, talleres, donde la mano laboriosa de las féminas fue esencial.

La balanza se inclina al II Frente, con 59 holguineras, el asentamiento de este se produjo desde marzo - abril de 1958, en lugares de difícil acceso para el enemigo.

El sargento Antonio Boizán y Concepción Barrientos, con su familia, la cual se alzó e integraron la Columna 19 “José Tey”.

Este frente logró liberar un extenso territorio, estableciéndose una organización que respondía al nuevo Estado Revolucionario en embrión, el cual cumplimentó tareas de la Revolución Social contenidas en el programa de lucha. Solo en el territorio que ocupó la columna 19 existieron 32 escuelas, [3] atendidas más del 50 % por féminas, entre las que destacan las hermanas Boizán quienes, oriundas de Santiago de Cuba, se habían alzado con su familia, cuando les fue imposible continuar la lucha clandestina. El frente contó con hospitales y talleres, los tres de costura fueron atendidos por una cantidad considerable de mujeres.

Combatientes de la Columna 19 “José Tey”, sentadas la enfermera Susana Avila y Martha Rodríguez.

Especial atención merece la creación de las llamadas Brigadas Femeninas del 26 de Julio, creadas en la zona de la Compañía B, Pedro Soto Alba, de la columna 19. En la estructura de estas tropas figuraban formaciones que atendían diferentes secciones. Entre ellas, el cuerpo de enfermeras que se integraba en una Cruz Roja rebelde, es decir, un grupo auxiliar de la Sanidad Rebelde; así como el cuerpo de costureras y bordadoras para confección de uniformes e insignias. Un cuerpo de maestros (colaboraba con la Delegación de Educación). Estas brigadas fueron constituidas en El Sitio, Miguel, La Penda, El Coco, Cebollas, La Caridad, Mucaral y Manajú, barrios del territorio liberado. [4]

A las difíciles circunstancias de la guerra de guerrillas en el ámbito rural, por lo general hostil, donde poseer un arma era un trofeo, casi siempre arrebatado al enemigo, dar un arma a una mujer era considerado por muchos una pérdida, siguiendo la mentalidad machista propia de la sociedad de entonces. Por lo que la mujer, en el rudo camino escogido para derrocar a la tiranía, debió enfrentarse no solo a la hostilidad del espacio físico donde desenvolvía su actividad, sino a la incomprensión de sus iguales, quienes las consideraban distintas y débiles, muchas veces un estorbo. Son estas las razones, más la existencia de 281 de aquellas combatientes, las motivaciones para ofrecer desde la perspectiva de la mujer la visión de la guerra.

Experiencias de una guerrillera: la Suñola

Joven, vivaz, elocuente y bella, Lolita fue de la estirpe de las mujeres que, por su modestia, había silenciado su experiencia y, por el contrario, propició que otros testimoniaran sus vivencias para los varios textos escritos sobre las tropas del IV Frente Simón Bolívar. Fue una suerte que Lola, Dolores Feria, accediera desde el primer instante a ofrecer sus recuerdos de aquella etapa heroica. Al final resultó que la Suñola como la conocían en la columna madre, descubrió tener fijado en su retentiva la experiencia extraordinaria que fue la lucha en la clandestinidad y la guerrilla. [5].

Con sinceridad dijo:

"Inicialmente no sabía en lo que estaba Suñol, él era mi novio, yo solo tenía 16 años, después nos casamos, entré a la lucha porque sin quererlo me vi involucrada por él mismo y así mi familia. Cuando Suñol se esconde en los predios de su familia en Las Cruces, a través de sus hermanas comienzo a tener contacto real con los del Movimiento 26 de Julio en Holguín, traslado armas, vendo bonos. Le llevo recados a Delio Gómez Ochoa, a las hermanas de este, Mimí o a Norma.

Suñol decía que yo no aguantaría subir la Sierra, era muy flaquita, no pesaba 95 libras. Pero, a finales de 1957, me manda a buscar, preparado mi viaje y entrenada para burlar al enemigo, iba como habanera, siendo yo una guajirona, que nunca había salido de Holguín, ahora lo recuerdo y me parece increíble que se nos ocurriera eso. Así, en enero de 1958, comienzo mi escalada a los picachos de la Sierra Maestra.

Mi encuentro con Celia y Fidel, no lo olvido, ella sin dejar de escribir me hizo muchas preguntas acerca de mi familia y el viaje, luego me presentó a Fidel, este dijo: que bueno, ahora va a ver más mujeres. Entonces Suñol metió la cuchareta y dijo: No, pero ella se va. Dice él (Fidel) ¡Ah.....! Bueno yo no te digo ni que te quedes ni que te vayas."[6]

Pardo Llada en el libro Memorias de la Sierra Maestra, recuerda este momento narra Lolita:

"Otro de los que en La Plata sanó de gravísimas heridas recibidas en combate, fue Suñol, de los más bravos capitanes de la Sierra, a quien acompañaba su esposa la suñola. La señora de Suñol, en una de sus riesgosas misiones que tuvo que realizar de la Sierra a La Habana, fue que me entregó, junto con la hermana de Celia Sánchez, la célebre carta de Fidel donde pedía en abril de 1958 - la presencia de una Comisión de Periodistas en la Sierra Maestra." [7]

Sobre la conclusión de esa misión Lolita relata:

"De regreso, vine con otra misión: trasladar una enfermera desde La Habana hasta la Sierra, de esta muchacha no recuerdo el nombre, sé que estaba en la clandestinidad en La Habana y no podía seguir allí, aprendí a no preguntar, entre menos sabías mejor. Cuando llegué Celia me dijo ya han llegado periodistas.

Celia me pide que fuera a Santiago a llevar un periodista, salimos a caballo y después a pie. Nos montaron en una avioneta desde Bayamo hasta Santiago, nunca había montado un artefacto de aquellos. El piloto era un compañero del Movimiento. Lo dejé en Hotel Versalles. Luego me encontré con Vilma y otros compañeros que me mudaban de casas constantemente. Vilma me preguntó si me atrevía a llevar unas balas para allá arriba, yo dije que sí.

Nos pasamos una noche cociendo la falda, eran 500 balas 30-06, unas balas grandísimas, me ajustaron bien la saya, me pusieron una falda negra, de esas can can que le decían, y unos cascabelitos aquí, (en el hombro) como de navidad, entonces yo los sonaba como haciéndome la guanaja, para despistar. Además me dieron un maletín, con un instrumental médico, de dentista. Me llevaron para el aeropuerto, eran dos muchachas que me dijeron:- en caso de que te cojan presa tú no nos conoces. Yo digo: ¡no, jamás!."[8]

Lolita también cumplió misiones con Delio Gómez Ochoa, quien ha testimoniado que:

"Al salir de la Sierra Maestra, en mayo de 1958, fui designado como Delegado Nacional del Estado Mayor respondiendo a una estrategia después del revés de la huelga del 9 de abril. Nos enviaron a La Habana con la instrucción de crear algunos frentes guerrilleros y reestructurar el mando de las milicias."[9]

Sobre la creación del pelotón Las Marianas, Lolita comentó:

"Entonces se forma el pelotón de Las Marianas, ponen a las dos más viejas: Isabel y Lilia, que eran hermanas, y Teté. Pero entre Isabel y Teté las ponen a disparar, la que mejor tirara era la que saldría como jefa del pelotón, y la que mejor tiró fue Isabel, Teté quedó como segunda. Fidel ordena a Suñol que además de los hombres de la columna, bajara con cuatro integrantes de aquel pelotón, ellas fueron Isabel, Lidia, Teté y la Gallega[10] y, luego incrementar ese pelotón. Yo bajo porque era la mujer de Suñol, no formo parte de Las Marianas. Suñol no tuvo otra alternativa que acatarlo.”[11]

La creación de esta estructura femenina dentro del Ejército Rebelde obedeció al reclamo de aquellas muchachas, integradas a la lucha guerrillera, de combatir al ejército de la tiranía con las armas. Fidel, quien atendió la justa demanda, confió en las posibilidades de la mujer en el combate y, pese a los criterios opuestos a esta idea, convocó en una reunión a los miembros del mando rebelde, y luego de varias horas de debate, el poder de convencimiento del máximo líder prevaleció. De esa manera, el 4 de septiembre de 1958 quedó constituido el pelotón femenino del Ejército Rebelde Mariana Grajales, el que pasó a la historia como Las Marianas, integrado por trece mujeres. La participación de esta fuerza en las acciones combativas y de retaguardia demostró que aquella fue una sabia decisión.

En el caso del pelotón capitaneado por Eddy Suñol Ricardo y como segundo Raúl Castro Mercadé, con alrededor de 65 integrantes, le fue asignada una escuadra de ese pelotón femenino. El 9 de octubre de 1958, en la mañana, parten de la Sierra Maestra a los llanos, con la misión de fijar fuerza en Holguín. La mayoría de los hombres albergaban la esperanza de que, aquellas mujeres, vencidas por la extenuación y los horrores de la guerra abandonarían la idea de empuñar las armas. Más, la historia se encargaría de demostrar todo lo contrario.

Lola explicó que:

"La travesía hacía Holguín, fue muy, muy difícil, terrible, el fango era a veces a media pierna, el agua, los mosquitos. Nos pasaron muchísimas cosas en esa travesía, Teté caminando se dormía, nosotras la despertábamos. Pero nunca se quedaron atrás, había hombres que se quedaron atrás, pero las mujeres, ninguna, siempre estuvieron en la avanzada.

Hasta que llegamos a Cauto el Paso, por ahí, donde los alzados nos recibieron, fue dramático, caminábamos la noche entera sin parar, a veces nos perdíamos. Prácticamente no descansábamos, porque ya cuando logramos hacer campamento la gente de los alrededores no nos dejaba dormir. Los campesinos iban, querían ver las mujeres, ver los rebeldes, para ellos era un acontecimiento, entonces teníamos que levantarnos. Una parte ahí, llegando a Las Cruces de Purnio, era una zona que Suñol conocía, igualmente la gente que contactó. Además, Nelda en una avanzada desde la Sierra había creado las condiciones en la zona para recibirnos. [12] Ya en Las Cruces fue otra vida, siempre nos quedábamos en casas, nos atendían.

Finalmente, el pelotón capitaneado por Suñol, llegó el 24 de octubre a la Sierra de Gibara, zona de gran importancia estratégica por su dominio de la carretera que va de Tunas a Holguín pasando por Puerto Padre, Delicias Chaparra y otros puntos de interés, donde era posible la instalación de una estación de radio y el boicot a las elecciones generales de noviembre. [13] Además, las fuerzas de Lizardo Proenza y Fabio Quesada engrosaron las filas de este pelotón que, establece su capitanía en un lugar conocido como La Yaya."[14]

Lola refirió que:

"En la zona habían muchos escopeteros, ya desde que cruzamos la carretera central, Suñol comienza a organizar, a citar a la gente, se le había pasado aviso a la gente que Suñol iba a llegar, a reorganizar, a Lizardo Proenza, Fabio Quesada también se presentan, ya creo que después de la presa es que comienza a citar a todo el mundo y a organizarse.

En este campamento ayudaba a todo, a cocinar, a arreglar la ropa, a cocer, bueno, muchas cosas. Allí estaban Teté, Isabel y Lidia, ellas estaban en una escuadra, que habían cantidad de hombres también, ahí por ejemplo Isabel que era la jefa se encargaba del suministro de la comida, de todo el avituallamiento, Teté atendía de comida a todas las escuadras, los zapatos, los problemas de la zona. Mira, nosotros no nos encontramos problemas en ese lugar, fuimos bien recibidos por los pobladores.

Se construyó un hospitalito que lo atendían el doctor Díaz Legrá, Saínz, Pepito Zayas y un enfermero viejo. Con nosotros estaban los padres de Suñol, porque a ellos le desbarataron la casa aquí en Holguín, ellos se fueron para la Sierra. En el Tumbadero permanecían las avanzadas, las otras escuadras. Nosotros éramos el pelotón 3 de la columna 14 del IV frente."[15]

Lola contó:

"Nunca combatí, permanecía en el campamento, las tropas salían de operaciones, pero yo siempre fuera del peligro.

Sin embargo, el coraje mostrado por Las Marianas, comenzó a cambiar la concepción que de las féminas defendía Suñol. En la toma del Acueducto de Holguín, llamado el Combate de la Presa, el 21 de octubre, se generalizó un combate con fuerzas del Ejército de la dictadura, en el que las mujeres fueron decisivas en la derrota asestada a este.

En la presa, las primeras que vieron al ejército fueron Isabel y Teté. Allí las mujeres se destacaron, rompieron record y Suñol lo reconoce, incluso estaba con dudas, aun cuando Fidel las designa para el pelotón de Las Marianas, pero después él dijo: -la duda la perdí cuando las vi pelear-. Se fajaron palo a palo."[16]

En un parte oficial de guerra Suñol reconoce que en esta acción se destacaron “con valentía inigualable 4 mujeres al mando de la Dra. Isabel Rielo […]”.[17]

Lolita recuerda que:

”Días después, las operaciones cobran intensidad a medida que se acercaban las elecciones generales del 4 de noviembre. Este pelotón corta la electricidad a Holguín, Gibara y otros poblados, entre otras acciones, le ocasionan el día 2 de noviembre obtienen una contundente victoria en el cerro de Los Güiros, sobre el ejército de la dictadura, pero Suñol sale gravemente herido.

Cuando hieren a Suñol es Isabel la que se queda al mando del grupo que estaba peleando allí, lo sacan herido y ellas son las que avanzan, cuando Suñol, ordena avanzar, son ellas las primeras que avanzan. Y eso fue en el llano, no fue eso de que se metían detrás de un palito o algo de eso. Ahí demostraron su valor. Además dentro del ejército de Batista había comentarios que dentro de los rebeldes había mujeres combatiendo, al verlas así pelear creo que se amedrentaron. Del ejército algunos pudieron escapar, pero fueron muy pocos. La lucha fue cuerpo a cuerpo, y cuando Suñol hace responsable del grupo a Isabel, ella asumió el mando. A Suñol lo trasladan para el hospital. También es ella quien le hace las primeras curas hasta que llega el médico, hasta para eso ella era valiente. Teté, por otra parte, en la organización poniendo postas. La vida del campamento la dirigieron ellas hasta que se incorpora Omar Iser y Raúl Castro Mercadé, quien era el segundo al mando. En verdad, las mujeres del pelotón, desde que comenzaron a bajar de la Sierra hacia los llanos demostraron quiénes eran, fueron ejemplo, porque muchos hombres quedaban rezagados y ellas no, ninguna protestó, fueron corajudas.... eran muy organizadas, disciplinadas, llegaban a un campamento y lo mismo Isabel que Teté, se preocupaban por el asunto de la comida que todos comieran, curaban llagas, atendían a los enfermos. Éramos setenta y pico, un pelotón grande.

Yo me quedé en el mes de diciembre en la Sierra de Gibara, la tropa bajó y se quedó la posta abajo, en el Tumbadero, para proteger la Capitanía. Salían a hacer operaciones y volvían para allí, allá arriba jamás en la vida subieron los guardias de Batista."[18]

Sobre el triunfo de la Revolución, Lolita expresó:

"Un día por la mañana, estaba en la Capitanía, y alguien subió con la noticia de que Batista se había ido del país. A esa hora nosotros queríamos avisarle a Ramón y a Vica, los padres de Suñol, ellos estaban en una casa que uno la veía y parecía cerquita, pero era lejos, porque para llegar a ella debíamos bajar una loma y subir otra. Nosotros empezamos a vocear que se había ido Batista, lo oímos por radio también. Recuerdo que dimos la alarma, pero yo dije: que va, yo me voy, porque, además, Suñol me mandó a buscar, y metí patas pa bajo pa correr y hubo momentos que yo, no podía casi respirar, me ahogaba, aquello era piedra viva, diente de perro, no es que fuera un camino, sino que era bajando loma, pero diente de perro. Pero no paraba de correr, hasta que no pude más y un campesino me montó en un caballo.

La emoción y la carrera me ahogaban. Porque, eso era otra cosa, yo corría y voceaba al mismo tiempo, a la gente que venía detrás que me alcanzara y llegué al Tumbadero, había un jeep en el que me monté y vine para Aguas Claras. No recuerdo la hora en que llegué, pero era temprano y, ahí estábamos en una casa, recogidos porque se pensaba que iban a bombardear o que los del ejército pusieran una trampa, el caso era que no nos dejaban salir.

Una posta nos avisó que el pueblo venía avanzando por la carretera, yo, lo único que recuerdo es que veo a mi mamá por la carretera en una curva a lo lejos, de Holguín para allá, el pueblo se tiró para allá, entonces yo salí, y Suñol me decía no vayas que viene el ejército atrás, el me gritaba, pero yo no le hice caso, salí corriendo para recibirla, sé que la besé y de ahí para adelante no recuerdo nada. El agotamiento, la emoción me paralizaron y caí desplomada."[19]

Sobre la entrada a Holguín plantea:

"Entramos a Holguín por la madrugada, ya era el día dos de enero, entramos por la calle Fomento, ahí Suñol tenía una prima y fue el primer lugar en el que paramos, la calle se llenó, el pueblo con quinqués, candiles, no había luz, y de ahí seguimos, el pueblo decía que había manferreristas con armas en las azoteas que nos cuidáramos. Cuando veían una mujer entre los rebeldes se volvían locos, también les llamaba mucho la atención los hombres con pelos largos. De ahí fuimos a La Plaquita, donde vivía mi mamá, Suñol salió a ver cómo estaba la situación en el pueblo y me recogió por la mañana para ir de nuevo para Aguas Claras, por temor a la reacción del ejército, pero bueno no llegamos a ir y me dejó en La Plaquita con mi familia, el ejército se había entregado incondicionalmente."[20]

Lolita, solo portó un fusil después del triunfo, cuando como miliciana en La Habana, le correspondía la guardia en una de las dependencias revolucionarias. En una de estas, Fidel la encontró y, según relató:

“ ella se puso muy nerviosa, pero a él se le avivó el rostro de alegría al verla con el uniforme y el arma y le dijo: Tú ves, Suñol ya entendió. No usaste el fusil en la guerra, pero sí para defender la Revolución.”[21]

Sin lugar a duda, la mujer cubana y holguinera cuenta con ejemplos paradigmáticos de patriotismo y valentía. Entre tantas, Lidia Doce (holguinera), junto a Clodomira Acosta, fueron de las colaboradoras que más aportaron a la liberación, incluso sus vidas. También, de conjunto con Las Marianas son las más estudiadas y divulgadas sus vidas ejemplares, aunque todavía, estas indagaciones resultan insuficientes[22]. Muchas otras mujeres como Dolores Feria, la Suñola, son desconocidas para la mayoría o solo recuerdan su historia heroica en círculos locales. Urge encontrarlas, y dar a conocer esas vidas que en la cotidianidad de la vida guerrillera se hicieron grandes.

Referencias bibliográficas

Fuentes

  • Fuente M. Sc. Mayra San Miguel Aguilar. Historiadora holguinera.
  • Abreu Cardet, José y José R. Murt Mulet: Orlando Lara, capitán del llano, Colección Premio de la Ciudad, Ediciones Holguín, Holguín.
  • Abreu Cardet, José y otros: La columna 32 en combate, Ediciones Holguín, Holguín, 1987.
  • Comisión de Historia de la columna 19 “José Tey”: Columna 19 José Tey, Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 1982, pp. 244 – 245
  • Guevara, Ernesto Che: “Papel de la mujer”, en La guerra de guerrillas, cap. III, “Organización del frente guerrillero”, Escritos y Discursos, t. I, La Habana: - Editorial de Ciencias Sociales, 1972, p. 131.
  • Instituto Cubano del Libro: Moncada, Editorial de Ciencias Sociales, Edición Homenaje al Vigésimo Aniversario del 26 de Julio de 1953, La Habana, 1973, p. 183.
  • Murt, José R. y José Abreu Cardet: El Comandante Suñol, Ediciones Holguín, 1991, pp. 111 –113.
  • Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado. Citado por José R. Murt Mulet y José Abreu Cardet en El Comandante Suñol, Compilación Histórica, Ediciones Holguín, Holguín, 1991.
  • Pardo Llada, José: Memorias de la Sierra Maestra, Editorial Tierra Nueva, Patronato del Libro Popular, Primera Serie, Vol. 1, La Habana, 1960.
  • Puebla, Teté: Marianas en Combate: Tete Puebla & El pelotón femenino Mariana Grajales en la guerra Revolucionaria Cubana 1956-58, Editorial Pathfinder, 2003.
  • Entrevista realizada por la autora a Dolores Feria, en Holguín, mayo de 2004.