Parque Central

Parque Central de la Habana
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Obra Arquitectónica  |  (Parque)
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Parque
Descripción
Tipo:Parque
Localización:La Habana, Bandera de Cuba Cuba
Datos de su construcción
Inauguración:1877

Parque Central de La Habana. Es un espacio arbolado, concebido como plaza pública, sitio de recreo y esparcimiento. En su centro se encuentra la primera estatua de José Martí que se erigió en Cuba.

Ubicación y entorno

Ubicado en los márgenes del centro histórico de la capital cubana, en el área de la Habana Vieja, circundado por las calles Prado, Zulueta, Neptuno y San José, desde su creación ha sido siempre sitio de reunión de los residentes de la ciudad.

Ubicación del Parque Central de la Habana.

Algunos de los más significativos edificios habaneros lo rodean, el más singular de todos por el lado de la calle Prado: el Gran Teatro de La Habana y el Hotel Inglaterra, en cuyo café se han reunido, a lo largo de más de un siglo, destacadas figuras de la intelectualidad cubana; justo entre los dos edificios nace el boulevard de San Rafael, importante vía comercial, siempre repleto de peatones. Un poco más a la derecha, buscando Neptuno, está el hotel Telégrafo, a las puertas del hotel, la famosa esquina de Prado y Neptuno, inmortalizada en un cha cha chá por Enrique Jorrín.

Atravesando la calle Zulueta se ubica una de las más populares galerías comerciales de la ciudad, la Manzana de Gómez, a su lado, una plaza peatonal en la que se han expuesto obras escultóricas de gran formato, entre ellas las famosas arañas de Louise Bourgeois y un conjunto de cinco palmas de metal, “ilustradas” por los más importantes pintores cubanos.

Otras significativas edificaciones bordean el Parque Central: el hermoso hotel Plaza y el cine Payret, uno de los más grandes de la ciudad y que antaño fuera un popular teatro. Desde cualquier punto del parque puede admirarse también otro de los símbolos de la ciudad, el Capitolio de La Habana, con su enorme cúpula y su escalinata.

Construcción

Vista antigua del Parque Central.

Terminado en 1877, luego de haber sido derribadas las Murallas de La Habana en el siglo XIX, el parque adquirió las actuales dimensiones. Fue uno de los parques menos arbolados y de mayor proporción de pavimento. Después de 1959 se le incorporaron árboles, fuentes y esculturas.

Entre los árboles, muchos centenarios, hay un trazado de senderos que desembocan en pequeñas plazas interiores, adornadas por fuentes y pequeñas esculturas, bordeadas de bancos de piedra y canteros. Los jardines destacan por sus 28 palmas reales en alusión al día del natalicio de Martí. Se distinguen además ocho tumbas simbólicas en forma de canteros o jardineras, con las cuales se rinde tributo a los estudiantes de Medicina injustamente fusilados por los colonialistas españoles el 27 de noviembre de 1871.

Justo en el centro, en medio de una explanada, la Estatua de José Martí (Parque Central de La Habana) se yergue como homenaje de los cubanos a su más ilustre compatriota. Allí se celebran actos de recordación y veladas históricas, aquí culmina la tradicional Marcha de las antorchas que se realiza en recordación al natalicio de José Martí cada 28 de enero.

En este parque se han realizado manifestaciones y otros actos de carácter patriótico.

Estatua de José Martí

Estatua de José Martí.

En el año 1905 se colocó en el medio del parque una estatua de José Martí, a instancias de una encuesta popular realizada en el año 1899 por el semanario El Fígaro. A la pregunta que hiciera la revista: ¿Qué estatua debe ser colocada en nuestro Parque Central?, se recibieron 105 respuestas distribuidas de esta manera: José Martí, 16 votos; Carlos Manuel de Céspedes, 13 votos; la Libertad, 8 votos; José de la Luz y Caballero, 7 votos; Cristóbal Colón, 5 votos; Cuba Libre, 4 votos; la República, 3 votos; la Independencia, la Revolución y la Concordia, dos votos cada una. El resto de las opiniones se repartió entre otras personalidades y figuras simbólicas que obtuvieron un voto cada una.

Por Martí votaron: Fermín Valdés Domínguez, los generales Emilio Núñez y Daniel Gispert, el brigadier Loynaz del Castillo, las poetisas y patriotas Aurelia Castillo de González, Martina Pierra de Poo, Mercedes Matamoros, Nieves Xenes y Rosario Sigarroa, los intelectuales Miguel F. Viondi, Leopoldo Berriel, Esteban Borrero Echeverría, Félix R. Zahonet, Pedro Mendoza Guerra y Rodolfo Rodríguez de Armas y el patriota, poeta y sociólogo Diego Vicente Tejera.

Con antelación, desde 1875, en este lugar había una estatua de la reina española Isabel II, que estuvo colocada hasta que terminó la dominación española sobre Cuba el 1ro de enero de 1899. Dicha estatua fue desplazada de su pedestal el 12 de marzo de 1899 y enviada a los fosos municipales, hasta que en 1903, Oscar María de Rojas, director del museo de la ciudad de Cárdenas, la reclamó para esta institución.

Luego el alcalde Perfecto Lacoste ordenó colocar sobre el mismo pedestal, con motivo de la instauración de la República, el 20 de mayo de 1902, una estatua de calamina fundida que representaba a la Libertad y que fue derribada por un ciclón. Eugenio Sánchez de Fuentes y Peláez la calificó de ¨verdadero atentado al arte y al buen gusto¨.

El 21 de enero de 1900 se acordó durante una reunión celebrada en Guanabacoa, en la casa de José A. de la Cuesta, constituir un nuevo comité que promocionase la construcción de una estatua a Martí en La Habana. A los efectos, se hizo un llamamiento que culminó en una asamblea celebrada el 25 de febrero en la casa del Gobierno de la Provincia. Se creó la Comisión Ejecutiva del Monumento a Martí, la cual organizó la colecta y, para que esta tuviera carácter popular, determinó que cada donación fuera de un máximo de 25 centavos.

A los dos años se le encargó al escultor cubano, residente en Italia, José Vilalta de Saavedra, la ejecución del monumento a Martí, por la suma de $ 4,500.00, en mármol blanco de Carrara. Esta estatua fue la primera que se alzó del poeta en Cuba.

La Comisión estaba presidida por el general Emilio Núñez y tenía como vicepresidente a J. D. Poyo, tesorero a J. A. Malberty y secretario a Fernando Figueredo. A pesar de los fondos recaudados, fueron necesarios un donativo de $ 800.00 del Municipio de La Habana para culminar la obra, además de la cooperación del secretario de Obras Públicas Manuel Luciano Díaz y del ingeniero Lombillo Clarck y otras personalidades que contribuyeron con los materiales necesarios para el emplazamiento del monumento, el arreglo del Parque y construcción de la glorieta para la inauguración.

La primera piedra del monumento fue colocada el 6 de noviembre de 1904 por el general Máximo Gómez. Estaba presentes, además, Fernando Figueredo, Fermín Valdés Domínguez, Diego Tamayo, José Martí y Zayas Bazán, Benito Lagueruela, entre otras personalidades.

El viernes 24 de febrero de 1905, a las 9:00 am, se inauguró la estatua a José Martí en el Parque Central. Según la prensa habanera de la época, desde la noche del 23, se anunció a la población con bombas, cohetes y voladores, el acto que tendría lugar el día siguiente. Al amanecer los cañones de las fortalezas habaneras hicieron una salva de 21 disparos, la ciudad despertó engalanada y había gran concurrencia en plazas calles, parques, balcones y azoteas, especialmente en los alrededores del Parque Central.

En la glorieta, adornada con los colores nacionales, se encontraban el presidente de la República Tomás Estrada Palma y Máximo Gómez, general en jefe del Ejército Libertador, quien izó la bandera nacional y dirigió las palabras a la multitud congregada. El presidente Estrada Palma develó la estatua, mientras las bandas de música entonaban el himno nacional, para hacer también uso de la palabra.

También se encontraban el Comité Ejecutivo de la Asociación, veteranos de la guerra de independencia y emigrados revolucionarios, el alcalde de la ciudad Juan Ramón O´Farrill, el general Alejandro Rodríguez, jefe de la Guardia Rural, el obispo auxiliar de la Diócesis monseñor Broderick, Juan Gualberto Gómez, Francisco M. González, Ángel Peláez.

El acto oficial terminó con el desfile militar de las fuerzas armadas y de los bomberos, discursos y lectura de poesías y, por último, la parada escolar frente al monumento, organizada por la Junta de Educación.

Punto de encuentro

El Parque Central es una gran encrucijada citadina, punto de encuentro y referencia para los cubanos, siempre está vivo, miles de habaneros lo atraviesan día a día en todas sus direcciones. Su verdadero espíritu trasciende de los edificios circundantes, de su historia más que centenaria, de sus árboles y fuentes; su esencia es la gente que lo puebla día y noche. El sonido del tráfico, el barullo de las peñas deportivas, la risa de los niños, el pregonar de los vendedores de periódicos, el cantar de los pájaros arman una sinfonía peculiar.

La gente que no está de paso, los que deciden sentarse a conversar, a descansar, a leer o sencillamente a pasar el tiempo, se disputan los bancos sombreados y se están allí horas completas, más o menos integrados al general bullicio.

La esquina caliente

Al sur de la estatua de José Martí se puede ver la famosa esquina caliente, donde un grupo de hombres aficionados al béisbol, ríe, grita y discute sobre las estadísticas, las posibilidades de sus equipos de jugar la final y los hábitos de sus jugadores favoritos.

En momentos culminantes de eventos deportivos relevantes nacionales e internacionales que tienen que ver con el béisbol, la esquina caliente del Parque Central es un forum de discusión para los amantes del deporte nacional donde se debate acaloradamente sobre la actuación de los equipos y las decisiones de árbitros y managers.

Fuentes