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El escrito que elaboraba Montseny y que llevaría el jovencito Rafael Martínez—participaba también en la preparación de las bombas y petardos— era para indicar al grupo de alzados en [[Sierra Canasta]], dirigidos por Luis Herrera Tito, Wüicho y [[Miguel Bertrán Bertrán]], quienes interceptaron dos rastras de combustible que el teniente coronel Arcadio Casillas Lumpuy le había solicitado al coronel [[Alberto del Río Chaviano]] en [[Santiago de Cuba]], para mantener funcionando las plantas generadoras de energía eléctrica. Solo había combustible para un día. Esta solicitud había sido escuchada por el combatiente clandestino Carlos Laén, quien tenía controles en las comunicaciones de la Compañía de Teléfonos y rápidamente lo informó a la dirección revolucionaria.</div> | El escrito que elaboraba Montseny y que llevaría el jovencito Rafael Martínez—participaba también en la preparación de las bombas y petardos— era para indicar al grupo de alzados en [[Sierra Canasta]], dirigidos por Luis Herrera Tito, Wüicho y [[Miguel Bertrán Bertrán]], quienes interceptaron dos rastras de combustible que el teniente coronel Arcadio Casillas Lumpuy le había solicitado al coronel [[Alberto del Río Chaviano]] en [[Santiago de Cuba]], para mantener funcionando las plantas generadoras de energía eléctrica. Solo había combustible para un día. Esta solicitud había sido escuchada por el combatiente clandestino Carlos Laén, quien tenía controles en las comunicaciones de la Compañía de Teléfonos y rápidamente lo informó a la dirección revolucionaria.</div> | ||
Revisión del 16:03 23 may 2023
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Obelisco Mártires del 4 de Agosto. Erigido para recordar y homenajear a los mártires de la provincia de Guantánamo. Declarado Monumento Local el 26 de julio de 1985.
Sumario
Ubicación
Está ubicado en la calle Aguilera no. 751, entre San Gregorio y Santa Rita, municipio Guantánamo, provincia Guantánamo.
Descripción actual del sitio
En el sitio se encontraba la fábrica de explosivos que servía de apoyo al Movimiento 26 de julio en la región de Guantánamo, en el sótano de la vivienda de los esposos Enrique Rodríguez Picaso y Berta Cuza Blanco, donde se encuentra actualmente el Obelisco a los Mártires del 4 de Agosto de 1957. Al triunfo de la revolución se erigió en el lugar un sencillo Obelisco en recordación a los mártires guantanameros, compuesto por tres columnas rectangulares de hormigón armado, inclinadas. Las columnas terminan a una altura aproximada de 2.50 m y están truncadas transversalmente por su cara interior. En el fondo están sembradas dos palmas en jardinera como expresión de cubanía. El área se encuentra pavimentada con losas de terrazo. En la construcción de este Obelisco se mantuvo el sótano, que se encuentra tapado, con una pieza de hormigón donde aparece grabado un texto alegórico al hecho histórico:“La muerte no es verdad, cuando se ha cumplido bien la obra de la vida”.
La huelga por el asesinato de Frank País García
El asesinato de Frank País García tuvo una contundente respuesta en Guantánamo donde fue asumida la consigna de Huelga General que se decretó espontáneamente y se realizaron preparativos para iniciar otras acciones, entre ellas sabotajes. En estos trajines se produjo un accidente el día 4, en el que pierden la vida los combatientes Gustavo Fraga Jacomino, Enrique Rodríguez Picaso y Fabio Rosell del Río, y resultaron asesinados los colaboradores Abelardo Cuza Navarro y Jesús Martín Leyva. Le correspondió a Guantánamo ser la ciudad donde más tiempo duró la paralización laboral. La huelga se extendió hasta el día 9 de agosto en algunos sectores.
Una vez en Guantánamo, Montseny se reunió con otros miembros de la dirección del movimiento y se constituye un Comité de huelga, bajo la dirección de Gustavo Fraga, encargado de la organización del paro. Entre las acciones de apoyo estaban sabotear la planta eléctrica, crear comandos para tirotear a las patrullas de los efectivos de la tiranía, explotar bombas y granadas en distintos puntos y ajusticiar a algunos connotados asesinos, en particular al sargento Marcelo Tomás Agüero Lobaina, esbirro del siniestro Servicio de Inteligencia Militar (SIM), quien había participado en innumerables crímenes y torturas contra revolucionarios detenidos.
El 1 de agosto comenzó la huelga. Los primeros en paralizar sus actividades laborales fueron los trabajadores ferroviarios, en particular los afiliados a la Delegación 11 de la Hermandad Ferroviaria y de inmediato fueron secundados por otros sectores. La ciudadanía respondió al llamamiento realizado por el MR-26-7 y fueron suspendidas casi todas las actividades comerciales y de servicios. Como reacción ante la huelga, las fuerzas del régimen desataron una brutal represión. Soldados y policías dirigieron su odio hacia los comercios y otros establecimientos, rompieron vidrieras, botaron mercancías en las calles y cometieron otras depredaciones y abusos con el propósito de neutralizar la paralización laboral, que se extendió aproximadamente hasta el 9 de agosto en algunos sectores.
Para la realización de las demás acciones Montseny citó a integrantes de los grupos de acción para la casa de María Matilla Clares, situada en la calle Martí no. 660, entre Paseo y Narciso López. Allí concurrieron Samuel González Rodiles y los hermanos Arnaldo y Teudy Trutié Matilla, hijos de María. Se analizó la situación operativa y la posibilidad de realizar algunas acciones.
Durante estas jornadas la vida cotidiana de Guantánamo se vio violentada. Las calles fueron regadas con alcayatas para ponchar las gomas de los vehículos y obstaculizar el trasiego. Sabotajes, atentados y represión se conjugaron para mostrar una ciudad casi en estado de sitio. Durante las noches las calles eran de los revolucionarios, pues los grupos de acción y de la sección obrera circulaban libremente y orientaban continuar la huelga. Por otra parte, como la dirección del movimiento había decidido realizar sabotajes en apoyo a la huelga, a partir del día 4 de agosto, se indicó trabajar intensamente en la confección de medios explosivos. En estos trajines se encontraban, ese día, el reducido grupo de revolucionarios que formaban Gustavo Fraga Jacomino, Enrique Rodríguez Picasso y Fabio Rosell del Río, todos bajo la tutela de Demetrio Montseny, jefe del movimiento en Guantánamo.
La fabricación de los explosivos se realizaba en el fondo de la casa del matrimonio de Enrique Rodríguez y Bertha Cuza Blanco, en la calle Aguilera, esquina a Santa Rita. El local habilitado para estos fines era conocido como el laboratorio y había sido visitado por el propio Frank en varias ocasiones en busca de las armas que allí estaban escondidas. En el subterráneo de ese domicilio se había instalado una suerte de almacén para el depósito de las armas. En otra parte del inmueble se fabricaban de manera artesanal bombas, petardos, niples, cocteles molotov y otros medios para ser empleados en las acciones planificadas. El lugar fue acondicionado por Enrique Rodríguez, con la ayuda de su cuñado Ernesto Cuza, Fabio Rosell, Reynaldo Brooks y otros miembros del movimiento.
La explosión
La parte de la casa que daba para la calle Aguilera, esquina a Santa Rita, era empleado para reuniones y contactos. Sobre una mesa de trabajo, donde había regado una buena cantidad del polvo amarillo de dinamita, febrilmente se preparaban varios artefactos. El olor de este producto les produce dolores de cabeza y malestar a aquellos hombres. De pronto, se produce una fuerte explosión. Al instante murieron Gustavo Fraga y Fabio Rosell, a quienes le cayeron encima numerosos escombros de la placa.
Agustina Blanco Díaz, testigo presencial de lo ocurrido el 4 de agosto, señaló:
El escrito que elaboraba Montseny y que llevaría el jovencito Rafael Martínez—participaba también en la preparación de las bombas y petardos— era para indicar al grupo de alzados en Sierra Canasta, dirigidos por Luis Herrera Tito, Wüicho y Miguel Bertrán Bertrán, quienes interceptaron dos rastras de combustible que el teniente coronel Arcadio Casillas Lumpuy le había solicitado al coronel Alberto del Río Chaviano en Santiago de Cuba, para mantener funcionando las plantas generadoras de energía eléctrica. Solo había combustible para un día. Esta solicitud había sido escuchada por el combatiente clandestino Carlos Laén, quien tenía controles en las comunicaciones de la Compañía de Teléfonos y rápidamente lo informó a la dirección revolucionaria. Montseny, ayudado por Nelsa Pérez, sale a pie para la clínica mutualista de los catalanes. En la esquina de las calles Santa Rita y Aguilera fueron interceptados por un Jeep tripulado por un esbirro conocido como Longchamp, el connotado criminal Ulisis Poutou Pacífico y otros soldados, quienes insistieron en llevarlos al hospital. Jesús Martín Leyva y Abelardo Cuza Navarro, quienes habían acudido al lugar a prestar auxilio, fueron detenidos como sospechosos y trasladados a la jefatura del Escuadrón 16 de la Guardia Rural, donde resultaron bárbaramente torturados, para finalmente trasladarlos de este lugar y aparecer asesinados en la carretera que conduce a Santiago de Cuba. Por otra parte, Bertha Cuza y su padre fueron detenidos y acusados de ser colaboradores de los revolucionarios. Demetrio Montseny, salvó la vida casi milagrosamente, pues hasta la clínica donde estaba recluido llegaron los esbirros de la tiranía, el teniente coronel Arcadio Casillas Lumpuy al frente, con el propósito de matarlo, lo que fue impedido por la actuación valiente de los médicos Enrique Pouto Suárez, Francisco Rodiz Fresneda y Desiderio Vallejo Galdeano, quienes se enfrentaron a la jauría sedienta de sangre. Luego de los acontecimientos, Montseny permaneció en el lugar bajo custodia y luego fue trasladado hacia Santiago de Cuba. En el mes de octubre, de ese propio año, obtuvo la libertad condicional y se incorporó nuevamente a la lucha revolucionaria en aquella ciudad.
Relevancia del hecho histórico
El dramatismo de los acontecimientos de aquel día caló profundamente en el sentimiento patriótico de la ciudadanía. Con el triunfo de la revolución, el 1.0 de Enero de 1959, la fecha llegaría a convertirse, espontáneamente, en un momento de recordación solemne de los mártires de la localidad caídos en la última etapa de la guerra de liberación nacional. En este lugar se erige hoy un monumento que alza al firmamento la oración martiana de que reza: La muerte no es verdad, cuando se ha cumplido bien la obra de la vida. En Guantánamo se escogió este día, 4 de agosto de 1957, para rendir tributo de agradecimiento a los caídos en esa fecha, que simboliza el día de los mártires locales.
Fuentes
- Figueras Pérez, Luis y Marisel Salles Fonseca: La lucha clandestina en Guantánamo. 1955-1958. Apuntes e interpretaciones, Editorial El Mar y la Montaña, Guantánamo, 2011.
- Colectivo de autores: Síntesis histórica municipal. Guantánamo, Editorial Historia y El Mar y la Montaña, 2011.
- Entrevistas a familiares y vecinos testigos de la explosión.
- Oficina de monumentos y sitios históricos de Guantánamo.
