Cine español

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Cine Español
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Concepto:Ocupa actualmente y de modo general una posición secundaria a nivel mundial si se compara con el cine producido por los países anglosajones, sobre todo Estados Unidos, destacando principalmente por la gran figura de Luis Buñuel, director cuya producción tuvo una gran influencia en Europa (a través de Francia) e Iberoamérica (a través de México).

Cine Español. Las primeras exhibiciones cinematográficas en España tuvieron lugar en Madrid en mayo de 1896. Por una parte el húngaro Edwin Rousby presentó, el día 11 de mayo, en el circo Parish, plaza del Rey, el Animatógrafo, sistema también conocido como Teatrograph derivado del Kinetoscopio de Edison, modificado por el inglés Robert William Paul. Sólo dos días después (13 de mayo) llegarían las imágenes del CinematógrafoLumière, que traía Jean Busseret, representante de los inventores lioneses para la península. La primera película con argumento fue Riña en un café (1897), del prolífico fotógrafo y director barcelonés Fructuós Gelabert. El primer director español de éxito internacional fue Segundo de Chomón, que trabajó en Francia e Italia.

Orígenes

En mayo de 1896 llegó a España el cinematógrafo de los hermanos Lumière, y en los meses siguientes varios operadores franceses filmaron los primeros cortometrajes documentales. El primer español en rodar con el cinematógrafo fue Eduardo Jimeno con Salida de misa de doce del Pilar de Zaragoza (1897). El primer filme argumental se debe a Fructuoso Gelabert (Riña en un café, 1897).

Sin embargo, el inicio del cine de ficción argumental, que exigía ya de una infraestructura industrial básica, puso de relieve lo que sería el continuo problema de la producción cinematográfica española: la disparidad entre el abundante potencial creativo y la debilidad de la industria. A pesar de todo, antes de la I Guerra Mundial (1914-1918) existían en el país más de mil salas de exhibición y una veintena de productoras. Durante el conflicto bélico se produjeron en España más de 200 películas. Al terminar la guerra, la industria europea se recuperó, desplazando a la española, que entró en un período de crisis.

En el cine español habrá personalidades aisladas, sin continuidad suficiente que posibilite una producción competitiva a escala internacional y proteja el mercado nacional de la creciente colonización estadounidense.

Los pioneros experimentadores, como Segundo de Chomón, que fue un gran innovador en el cine de animación, se vieron obligados a trabajar en Italia o en Francia. La producción nacional comenzó a basarse en la tradición literaria (Don Juan Tenorio, 1908, de Ricardo de Baños), en el costumbrismo folclórico (Malvaloca, 1927, de Benito Perojo) o taurino (Currito de la Cruz, 1925, de Alejandro Pérez Lugín y Fernando Delgado), y en episodios históricos tópicos (Agustina de Aragón, 1928, de Florián Rey), temas que durante años han dominado el panorama del cine español. La zarzuela filmada representaría en 1923 el 50% de la producción cinematográfica en España.

Cine Sonoro

La llegada del sonoro en 1929 causa un hundimiento de la producción nacional al tener que sonorizar las películas en el extranjero. Por ejemplo, La aldea maldita (1929), de Florián Rey, película mítica rodada en versión muda, se tuvo que llevar a París para grabar el sonido, se estrenó en esa ciudad, y tan sólo se exhibió comercialmente en versión sonora.

Durante la II República (1931-1936), se intentó organizar una industria solvente. En 1932 se crean en Barcelona los estudios Orphea y, en Valencia, la sociedad Cifesa (Compañía Industrial Film Española, S.A.); en 1934, en Madrid, nacen los estudios CEA (Cinematografía Española y Americana) y Filmófono, de la mano de Luis Buñuel, que trataban de hacer un cine comercial español de calidad. La primera película sonora producida en España fue Carceleras (1932), de José Buchs. Las producciones de mayor éxito volvieron a ser las de las temáticas tópicas antes descritas: Nobleza baturra (1935), de Florián Rey, o La verbena de la Paloma (1935), de Benito Perojo. Durante la Guerra Civil española, la industria volvió a sufrir un nuevo estancamiento, y las producciones cinematográficas tenían fines propagandísticos.

Con el comienzo de la dictadura de Francisco Franco en 1939 el cine se convirtió en una industria de apoyo al régimen sujeta a una férrea censura previa. Luis Buñuel se exilió en México, al igual que alguna otra figura destacada de la naciente industria, perdiéndose buena parte de los recursos humanos y creativos del medio. Durante estos años, el cine se especializó en producciones típicamente de consumo (musicales y comedias).

Florián Rey sigue con el costumbrismo en Morena Clara (1936), al que se sumará ahora el género religioso con La hermana San Sulpicio (1934) o La mies es mucha (1948), ésta de José Luis Sáenz de Heredia, realizador que lleva al cine guiones patrióticos, como Raza (1941), sobre la figura de Franco. Otro género propio del período para la exaltación de los valores del franquismo es el retrato de figuras patrióticas, en el que se especializa Juan de Orduña, destacando sus obras Locura de amor (1948) y Alba de América y La leona de Castilla, de 1951.

Postguerra

Durante la postguerra hubo un intento de hacer un cine distinto, que ejemplifica el comediógrafo Edgar Neville (La torre de los siete jorobados, 1944), que no llega a cuajar. En la década de 1950, bajo la influencia del neorrealismo italiano, empiezan a aparecer obras realmente críticas desde el punto de vista social que, sin embargo, logran pasar la censura; son películas bien construidas pero con desigual suerte comercial; entre ellas cabe citar Surcos (1951), de José Antonio Nieves Conde, Bienvenido Mr. Marshall (1952), de Luis García Berlanga, o Cómicos (1953), Muerte de un ciclista (1955) y Calle mayor (1956) de Juan Antonio Bardem; e incluso Historias de la radio (1955), del propio José Luis Sáenz de Heredia.

Uno de los más grandes éxitos comerciales de esta época fue la película del director Ladislao Vajda, Marcelino Pan y Vino (1954). En 1947 se crea el Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas, que posteriormente pasó a ser la Escuela Oficial de Cinematografía. Varias generaciones de cineastas se formaron en sus aulas y muchos impartieron después clases: directores como Berlanga, Bardem, Carlos Saura, Pilar Miró, Víctor Erice (El espíritu de la colmena, 1973, o El Sur, 1983), y directores de fotografía como Luis Cuadrado, Teo Escamilla, José Luis Alcaine o Xabier Aguirresarobe, hoy figuras destacadas de la industria nacional.

Filme "Volver", con la actriz Penélope Cruz

Otros nombres destacados de estas generaciones son el guionista Rafael Azcona y los productores Elías Querejeta y Andrés Vicente Gómez. Azcona, autor satírico que cultiva el humor negro y un costumbrismo que va de la farsa al absurdo surrealista, ha trabajado tanto con el italiano Marco Ferreri (en sus producciones españolas El pisito, 1958, o El cochecito, 1960), como con Luis García Berlanga, Carlos Saura, José Luis Cuerda (El bosque animado, 1987), José Luis García Sánchez (Divinas palabras, 1987, o Suspiros de España (y Portugal), 1995), Manuel Gutiérrez Aragón (El rey del río, 1994), Fernando Trueba (El año de las luces, 1986, y Belle Époque, 1992, Oscar a la mejor película de habla no inglesa). Todas ellas, pese a la diferencia de temáticas, año de producción y estilos, llevan su impronta inequívoca.

Escuela de Barcelona

Otra línea de autores importante desde 1960 es la surgida en la Escuela de Barcelona, que se caracterizó por su propuesta de estructuras narrativas abiertas e innovadoras. Entre los cineastas que aún siguen en activo destacan Gonzalo Suárez (Ditirambo, 1967, o El detective y la muerte, 1994) y Vicente Aranda (El Lute, camina o revienta, 1987, o Amantes, 1991), realizadores que por otra parte mantienen entre ellos pocos elementos en común.

Durante la transición política y los años inmediatamente posteriores, se inició un estilo de cine de reflexión sobre la Guerra Civil, la posguerra y la vida durante el franquismo, en el que se combinan la denuncia, la sátira y la nostalgia, como muestran las producciones Las largas vacaciones del 36 (1975) o El largo invierno (1991), de Jaime Camino; Las bicicletas son para el verano (1983), de Jaime Chávarri, sobre obra teatral de Fernando Fernán Gómez; Asignatura pendiente (1977) y Volver a empezar (1982), Oscar a la mejor película de habla no inglesa, de José Luis Garci; La colmena (1982) y Los santos inocentes (1984), de Mario Camus; El año de las luces (1986), de Fernando Trueba; La vaquilla (1984), de Luis García Berlanga; o ¡Ay, Carmela! (1990), de Carlos Saura.

Aunque los autores de esta generación han tocado otros temas, su desigual éxito ha hecho que desde el punto de vista comercial, salvo muy contadas excepciones (destacan casos aislados, como el de Amanece, que no es poco, 1988, de José Luis Cuerda), el cine español de la década de 1980 no haya obtenido grandes logros debido, en parte, a su dependencia excesiva de las subvenciones públicas. En consecuencia, la comercialización exterior ha sido mínima, y la producción extranjera doblada, especialmente la estadounidense, ha seguido predominando dentro incluso del mercado nacional.

Al amparo del movimiento contracultural de la década de 1980, especialmente en Madrid y Barcelona, surgió un nuevo cine de pretensiones provocadoras, en un principio con vocación minoritaria, pero que más tarde ha resultado ser muy fructífero desde el punto de vista comercial. Dentro de esta corriente ha destacado, sobre todo, Pedro Almodóvar y, en una línea más convencional, el también productor Fernando Colomo. En Barcelona, entre las figuras más notorias se encuentra Bigas Luna con Bilbao (1978), Las edades de Lulú (1990) o Jamón, jamón (1992).

En los últimos tiempos, ha surgido un movimiento de nuevos realizadores que comparten el afán por llegar al gran público, con un rango temático más amplio y una narrativa más ágil. Entre los directores que comparten estos objetivos se encuentran, entre otros, Juanma Bajo Ulloa (Alas de mariposa, 1991, La madre muerta, 1993, y Airbag, 1997), Alex de la Iglesia (Acción mutante, 1992, El día de la bestia, 1995, y La comunidad, 2000), Julio Medem (Vacas, 1992, La ardilla roja, 1993, y Los amantes de círculo polar, 1998), Mariano Barroso (Mi hermano del alma, 1993, y Kasbah, 2000), Icíar Bollaín (Hola, ¿estás sola?, 1995), Agustín Díaz Yanes (Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto, 1995), Alejandro Amenábar (Tesis, 1996, y Los otros, 2000), Fernando León de Aranoa (Familia, 1996), Santiago Segura (Torrente, el brazo tonto de la ley, 1998) y Benito Zambrano (Solas, 1999). Fuera de los circuitos comerciales convencionales se sitúa la obra de José Luis Guerín, autor de filmes de corte documental como En construcción (2001).

Géneros del cine español

  • Cine histórico

Narra las grandes hazañas de la historia o bien intenta reflejar la vida cotidiana de tiempos pretéritos. Podemos dividirlo en varios subgéneros.

  • Cine colonial

Inspirado tanto en la época de los descubrimientos como en el crepúsculo colonial. Sobre la epopeya del descubrimiento deben destacarse Alba de América (1951) y las superproducciones realizadas como motivo del quinto centenario, 1492, la conquista del Paraíso y Cristóbal Colón, el descubrimiento, en las que intervinieron figuras internacionales como, por ejemplo, Gérard Depardieu y Marlon Brando respectivamente.

  • Cine de la Guerra de la Independencia

Distintos episodios de la Guerra de la Independencia han sido llevados al cine, unos con carácter histórico y otros en ficciones inspiradas en el momento de la guerra. De este subgénero destacarían películas como Agustina de Aragón (Juan de Orduña, 1950), contando la leyenda de la heroína aragonesa, Lola la Piconera (Luis Lucia, 1951) inspirada en una obra de José María Pemán, Los guerrilleros (Pedro L. Ramírez, 1962), La leyenda del tambor (Jorge Grau, 1981), inspirada en el episodio del Tambor del Bruch.

  • Cine palaciego

Fue un subgénero muy en boga en los años cuarenta destacando principalmente la adaptación de la obra sobre de Manuel Tamayo y Baus Locura de amor (Juan de Orduña, 1948), vehículo de consagración de la actriz Aurora Bautista.

  • Cine biográfico

En este género son destacables versiones muy libres de las vidas de Miguel de Cervantes o El Greco así como las dedicadas a Francisco de Goya cuya vida ha servido de base, además de para una serie de televisión, para el rodaje de cinco películas entre las que sobresale Goya en Burdeos, de Carlos Saura, por el número de premios Goya que cosechó.

  • Cine taurino

La fiesta nacional ha sido llevada al cine en un sinfín de ocasiones. En ocasiones, se trataba de adaptar a las medias novelas de temática taurina, otras veces se han filmado guiones en los que se reflejaban desde los aspectos más tópicos hasta los más escabrosos de la «fiesta nacional» o bien la biografía de los toreros que en el momento de los rodajes contaban con mayor número de seguidores.

  • Cine religioso

La importancia que la religión ha tenido en España a lo largo de toda su historia, no podía dejar de quedar reflejada en el cine, llegando a ser en los años cincuenta uno de los géneros que contaron con mayor favor del público, tanto en España como fuera de las fronteras, y convirtiéndose una película de temática religiosa el primer gran éxito internacional, "Marcelino, pan y vino", (Ladislao Vajda, 1955), basada en un relato de José María Sánchez Silva.

  • Cine clásico

Mostrar en imágenes los grandes clásicos de la literatura ha sido un género que el cine español no ha sabido aprovechar, si bien ya en la era del cine mudo comenzaron a adaptarse las grandes obras de la literatura clásica española.

En este apartado debe comenzarse por hacer referencia al tratamiento cinematográfico recibido por la obra cumbre de la literatura en castellano, El Quijote, llevada a la pantalla en numerosas ocasiones tanto por cineastas nacionales como por extranjeros.

  • Cine musical

El cine musical español nació con el mismo cine sonoro. Ninguna cinematografía occidental, salvo la norteamericana, ha dado un verdadero género musical como sucedió en España. Ha sido uno de los géneros más enraizados en la idiosincrasia ibérica, pese a haber tenido la misma crisis de producción y taquilla que en la industria norteamericana a partir de la década de los 70. La edad de oro del género se desarrolló durante la II república, con directores como Florián Rey, y primeros años de la dictadura, en el que se formaron las bases de uno de los géneros más prolíficos y populares del cine nacional. Hoy está prácticamente extinguido, dando títulos muy puntuales (y muy americanizados) y siendo sólo cultivado con asiduidad por Carlos Saura.

  • Cine de turismo

Otro género tipo de cine recurrente de los años sesenta y primera mitad de los setenta es el promocionaba zonas turísticas de las costas españolas. Aquí se encuadran títulos como Amor a la española (Fernando Merino, 1966), El turismo es un gran invento (Pedro Lazaga, 1968), Fin de semana al desnudo (Mariano Ozores, 1974).

  • Cine de terror

Aunque tal vez sea Alejandro Amenábar y su película Los otros la más importante y exitosa película de terror del cine español, no debe olvidarse que desde finales de los sesenta se realizó un cine de terror de bajo presupuesto, más destacado por el empeño de sus realizadores por hacer cine y, a menudo, más valorado fuera de España que en el propio país.

Premios

Festival de cine español
  • En 1987 se crearon los premios Goya como émulo de los premios Óscar para el cine español.
  • Destacan también los premios que otorgan los más relevantes festivales de cine internacional de España: el Festival Internacional de Cine de San Sebastián y la Semana Internacional de Cine de Valladolid.

Fuentes