Factores del clima
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Los factores que afectan el clima. Son aquellos agentes que con su acción y combinación determinan un comportamiento climático de todos los elementos, lo que da lugar a una resultante o tipo de clima determinado. Si se analiza en forma de relación causal, diríamos que los factores o combinaciones de ellos son la causa y el comportamiento de los elementos del clima, el efecto. Así, con el estudio de esta categoría se da respuesta, a la interrogante de por qué el clima de un determinado lugar es así y con ello se podrá argumentar la caracterización de sus variables. En muchas fuentes aparecen diferentes criterios de denominación de factores, en este caso aparecen ordenados en función de su significado o peso en la determinación general de los climas y dentro de los fundamentales se encuentran los siguientes.
Sumario
Radiación solar
Es el factor más importante en la determinación del clima y depende del ángulo de incidencia de los rayos solares sobre la superficie terrestre, o lo que es igual, de la altura del Sol sobre el horizonte, lo que es resultado de: la latitud del lugar y de la estación del año. De este factor se deriva en principio la cantidad de energía de que dispone la atmósfera para su calentamiento y por tanto influye en la temperatura del aire que como ya se conoce depende básicamente de la latitud geográfica del lugar que condiciona el ángulo de incidencia de los rayos solares sobre la superficie terrestre y por tanto, determina la densidad de radiación por unidad de superficie.
Al aumentar la latitud geográfica él ángulo de incidencia de los rayos solares sobre la superficie se reduce y con esto la cantidad total de energía que se recibe, así por término medio son las regiones ecuatoriales las que más calor reciben en el año, mientras que a las polares llega una cantidad mínima. El resultado de este fenómeno es la variación latitudinal de la temperatura con altos valores todo el año en las regiones intertropicales y un descenso paulatino hacia los polos, lo que puede ser comprobado en el mapa.
Sumado a lo anteriormente dicho hay que considerar la variación estacional que experimenta la radiación solar con la latitud a causa del movimiento de traslación terrestre en torno al Sol con su eje de rotación inclinado con respecto al plano de I: elíptica . Este hecho determina que la línea de puntos de máximo calor conocida como ecuador térmico, se desplace de trópico a trópico en ei período de una revolución completa (un año). Esta es la causa principal de ta variación estacional en los climas.
En la imagen anterior se representan gráficos de la insolación recibida en ei límite exterior de la atmósfera en latitudes seleccionadas entre el ecuador y el polo norte; los cuales permiten comprobar la estrecha relación existente entre los periodos de máxima insolación y los hechos astronómicos asociados a las posiciones de solsticios y equinoccios. Por eso en el gráfico correspondiente al ecuador existen dos máximos de insolación un tiempo después que se producen los equinoccios de marzo y septiembre, momentos estos en que los rayos solares inciden con mayor ángulo e incluso perpendiculares al mediodía, hay además dos mínimos coincidentes con los solsticios.
Para el resto de las latitudes existen sólo un máximo que se asocia al solsticio de junio y un mínimo con el de diciembre, fechas en que comienzan el verano y el invierno respectivamente para el hemisferio norte; en el caso de las latitudes polares el fenómeno se hace extremo, pues la insolación se hace nula entre los equinoccios de marzo y septiembre, por el contrario su valor se eleva en el resto del año, incluso por encima de la radiación recibida en la latitud ecuatorial, lo que se explica porque el período de iluminación es constante durante seis meses.
De lo anteriormente explicado se deriva que las diferencias anuales de la cantidad de radiación recibida aumentan con la latitud y se hacen extremas en los polos, donde el día y la noche duran 6 meses. Muy ligado al fenómeno anterior está el tiempo de exposición a la radiación, que se hace mayor en los meses de verano, cuando la duración del día excede a la de la noche incluso en varias horas y viceversa en invierno, cuestión que contribuye a intensificar el contraste entre la radiación recibida en los solsticios opuestos, lo que también aumenta con la latitud y por ende se refleja en la temperatura del aire. Una vía para comprender el papel determinante de la radiación sobre la temperatura es comparando las curvas de temperatura de los climogramas con las curvas teóricas de radiación más próxima a su latitud y así se verá la correspondencia entre ambas; de no existir un comportamiento similar hay que valorar la incidencia de otros factores climáticos en esa localidad.
Es bueno señalar que el albedo de nubes, que no es más que la fracción de radiación solar que se refleja desde la superficie de las nubes y que por tanto no participa en el calentamiento del aire, modifica la acción del factor radiación solar. Así por ejemplo a pesar de ser el ecuador la latitud donde por excelencia se producen dos máximos de radiación en el año, no es la zona que experimenta los máximos absolutos de radiación solar recibida, por ser una región de bajas presiones permanentes y por tanto, de alta nubosidad con un gran albedo de nubes; en cambio en los trópicos, a pesar de que el ángulo de incidencia de los rayos solares es algo menor que en el ecuador, su carácter predominantemente anticiclónico determina cielo despejado y pequeño valor del albedo, por lo que casi todo el flujo de radiación llega a la superficie como radiación directa, experimentando así valores de radiación solar ligeramente mayores que los registrados en la zona ecuatorial.
Se deduce que por la influencia del factor radiación solar en el planeta en las latitudes comprendidas entre el ecuador y unos 40° de latitud norte y sur existe un excedente anual de calor, mientras que desde esas latitudes hasta los polos hay un déficit, que se hace más evidente en el ciclo estacional anual, con gran contraste entre el invierno y el verano, lo que explica las diferencias en el comportamiento térmico de los climas de la Tierra. Esta situación se equilibra en parte con la transferencia de calor entre las latitudes por el efecto de los vientos y de las corrientes marinas que son otro de los factores a tener en cuenta en la conformación de los climas.
Sistema de vientos y centros báricos
Se refiere a los movimientos de la atmósfera y sus causas, que determinan los importantes traslados de calor y humedad, conformando así en buena medida los regímenes de tiempo atmosférico. La distribución de los principales centros báricos determina el estado del tiempo predominante. Se distinguen dos tipos: centros de baja presión o ciclones y centros de alta presión o anticiclones.
Los ciclones son áreas de convergencia del aire en superficie y por tanto producen inestabilidad atmosférica, condicionando nubosidad, lluvia y un estado de mal tiempo. En los anticiclones el aire se estratifica y la atmósfera es estable, determinando cielo despejado y buen tiempo. Aunque no son el único factor para ello, la distribución de los centros báricos determina en buena medida el movimiento del aire en superficie y por tanto el establecimiento de los principales sistemas de vientos.
La función climática principal de los sistemas de vientos es determinar el tipo de masa de aire que se instala con carácter permanente o estacional en el lugar que se estudia; o sea, determina la procedencia de la masa de aire (oceánica o continental) y así su grado de humedad, favoreciendo o no la formación de la lluvia. Dentro del sistema de vientos planetarios los vientos alisios, tienen una influencia húmeda en las fachadas orientales de los continentes, porque determinan la procedencia oceánica de las masas de aire por su dirección permanente del este, en cambio, en las fachadas occidentales se localizan desiertos costeros; por el contrario los vientos del oeste dan lugar a precipitaciones abundantes en las fachadas occidentales por su dirección opuesta con respecto a los alisios.
A escala regional, es muy relevante el fenómeno monzónico. Por las diferencias de calentamiento estacional entre continente y océano se originan gradientes de presión que condicionan el movimiento del aire. Así. en verano se instalan sobre los continentes masas de aire de procedencia oceánica y por tanto húmedas y en invierno, de procedencia continental y secas. El resultado es el característico clima monzónico, con un régimen de precipitación estacional marcado, exageradamente lluvioso en verano y seco en invierno; en el sur y este de Asia es fuerte esta influencia, determinando en buena medida las economías y vidas de las comunidades que allí se asientan.
Distancia al océano
El carácter continental u oceánico de la superficie que aporta las características de temperatura y humedad a la masa de aire que predomina en el lugar y que podemos determinar por su distancia al océano, constituye un importante factor del clima. En el orden térmico, se manifiesta principalmente en el valor de la amplitud térmica; como el océano es líquido, su conductividad térmica es menor que la de las superficies continentales, se calienta, lentamente en verano y también se enfría de esta manera en invierno. Un punto cercano al océano experimenta por tanto valor de amplitud térmica anual pequeño y uno lejano, el efecto contrario, esta diferencia térmica grande entre invierno y verano es conocida con el nombre de continentalidad.
En el orden pluviométrico, este factor determina que la masa de aire de procedencia oceánica sea activa o no, por la interacción con la superficie continental, por eso la cantidad total de precipitación va disminuyendo a medida que nos alejamos de la costa más húmeda. Así los sectores oceánicos expuestos a vientos húmedos son predominantemente lluviosos y los continentales predominantemente secos, aunque lógicamente, no todos los sectores oceánicos son húmedos; esta relación tiene que ver con la dirección predominante del viento, que puede determinar que aunque cercano al mar, se instale sobre él la masa de aire continental (ejemplo: costa occidental del Sahara y de Australia).
Relieve
Concretamente los sistemas montañosos influyen de dos maneras: determinando la altitud del lugar y la orientación del relieve con respecto a la dirección del viento. En el primer caso, el efecto es principalmente térmico, condicionando la disminución de la temperatura con la altura a razón de un gradiente térmico vertical de 0,6 °C/100 m. Así por ejemplo en Quito, Ecuador, a pesar de estar a 0° de latitud tiene temperaturas muy bajas (mínimas de 12 °C), con respecto a las típicas de su latitud (más de 25 °C) La altitud también afecta la distribución de las precipitaciones , pues el área de máxima concentración de la lluvia orográfica está a cierta altura de la base en la ladera de barlovento y puede incluso detenerse antes de llegar a la cima, si el agua precipitada que es transportada por la corriente de aire ascendente se agota antes de culminar el ascenso, por la excesiva altura de la montaña o por la relativa sequedad del aire que se ha ido enfriando adiabáticamente.
El segundo caso está dado por la orientación de las barreras orográficas con respecto a la dirección predominante del viento, con un efecto pluviométrico, los sistemas montañosos constituyen obstáculos al paso del aire húmedo, forzándolo a ascender y produciendo precipitaciones orográficas en la ladera de barlovento y la sombra de lluvias en la ladera de sotawento.
Corrientes marinas
Afectan corno es lógico a los sectores costeros en el orden térmico pues refuerzan o atenúan la cantidad de calor al adquirir la masa de aire sus características térmicas. Así por ejemplo, la temperatura de la costa atlántica europea es mayor que las típicas de su laitud en función de la radiación solar recibida, porque está afectada por la comente cálida del Atlántico del norte, en tanto en las costas de Perú es inferior a la típica de su latitud por que influye una corriente fría, la corriente de Humboldt.
En el orden pluviométrico, de acuerdo con su tipo (cálida o fría) estimulan o no la convección, determinando humedad o sequedad del aire, así por ejemplo, todos los desiertos costeros de la faja tropical están bañados por corrientes frías, que limitan la convección y hacen al aire estable (Atacama-corriente de Humboldt, Sahara-comente de Canarias, Desierto de Namib-corriente de Benguela, desierto australiano-corriente de Australia, etc.). Pero en realidad este hecho no es el determinante para la existencia de esos desiertos costeros, pues las corrientes por sí solas no ejercen tal influencia, sino que es el factor dirección del viento el de más peso; un ejemplo de lo anteriormente expresado está en la costa oeste de América del Sur donde ya se señaló la influencia de la fría corriente de Humboldt y la formación del desierto de Atacama en las faldas occidentales de los Andes, en las latitudes tropicales que constituyen la ladera de sotavento por el efecto de los alisios del sudeste; por el contrario en las latitudes templadas en similar posición y también en la zona de influencia de la misma corriente fría, las precipitaciones sobrepasan los 2 000 mm, pues por efecto de los vientos del oeste, las laderas de sotavento y barlovento se invierten con respecto a las de la zona tropical, lo que demuestra el papel secundario de las corrientes marinas con respecto a los vientos en la ocurrencia de precipitaciones en las costas.