Imperio romano

Este artículo trata sobre Imperio romano. Para otros usos de este término, véase Romanos (desambiguación).


Artículo de referencia


IMPERIVM ROMANVM
[Impérium románum]
Imperio romano
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27 a. n. e.476

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Bandera Escudo
Bandera Escudo
Lema nacional: «SPQR: Senatvs Popvlvsqve Romanvs»
[senátus pópulus kué románus]
(‘el Senado y el pueblo romano’) 
Ubicación de Roma
Capital Roma
Idioma principal latín
Otros idiomas griego, galo, bereber, copto, arameo, fenicio
Religión religión romana (hasta el siglo IV),
cristianismo (desde el siglo IV).
Gobierno monarquía
Historia
 • Establecido 27 a. n. e.
Superficie 6 000 000 km²
Población
 •  est. 88 000 000 
     Densidad 14,7 hab./km²
Moneda denario, sestercio, sólido bizantino

El Imperio romano fue el tercer período de civilización romana en la Antigüedad clásica, posterior a la República romana. Poseía una forma de gobierno autocrática.

El nacimiento del imperio vino precedido por la expansión de su capital, Roma, que extendió su control en torno al mar Mediterráneo (el «mare nostrum» o ‘mar nuestro’ de los romanos). Bajo la etapa imperial los dominios de Roma siguieron aumentando hasta llegar a su máxima extensión durante el reinado del emperador Trajano, momento en que abarcaba desde el océano Atlántico (al oeste) hasta las orillas del mar Caspio, el mar Rojo y el golfo Pérsico (al este), y desde el desierto del Sahara (al sur) hasta las tierras boscosas a orillas de los ríos Rin y Danubio y la frontera con Caledonia (al norte). Su superficie máxima estimada sería de unos 6,5 millones de km².

La caída del Imperio romano se debió a múltiples factores que agrupados propiciaron la decadencia.

De lo que no cabe duda es de que Roma y su imperio han dejado una gran huella en nuestra sociedad actual, en temas que abarcan desde la arquitectura y la construcción hasta la literatura, el derecho e incluso en pequeños detalles de la vida cotidiana.

Historia y orígenes de Roma

La aldea de Roma fue fundada hacia el siglo VIII a. n. e. a orillas del río Tíber.[1] Esta pequeña villa floreció y se desarrolló hasta llegar a ser considerada durante la época previa a la República, superior a sus vecinos, haciéndose cada vez más fuerte a medida que se apoderaba de más territorios. Ya en la República, alrededor del año 270 a. n. e. Roma dominaba toda la península itálica y seguía en expansión. Este imperio que a partir del siglo I a. n. e. sería gobernado por emperadores, creció y absorbió ciudades y territorios que hoy en día comprenden más de 40 países, con 5000 km de un extremo a otro.

El Alto Imperio

Augusto (31 a. n. e.-14 n. e.)

Cayo Julio César Augusto (Caius Iulius Caesar Augustus; Roma, 23 de septiembre de 63 a. n. e. - Nola, 19 de agosto de 14, fue el primer emperador del Imperio romano.[2] Gobernó desde el 27 a. n. e. hasta su muerte en el año 14, convirtiéndose así en el emperador romano con el reinado más prolongado en la Historia (en total, 44 años de mandato).

Nacido bajo el nombre de Cayo Octavio Turino, fue adoptado por su tío abuelo Julio César en su testamento, en el año 44 a. n. e. Desde ese instante hasta el 27 a. n. e. pasó a llamarse Cayo Julio César Octaviano. En ese año (27 a. n. e.) el Senado le concedió usar el cognomen de «Augusto», y por consiguiente se convirtió en Cayo Julio César Augusto. A causa de los varios nombres que ostentó, es común llamarlo «Octavio» al referirse a los sucesos acontecidos entre el 63 y el 44 a. n. e., «Octaviano» desde el 44 hasta el 27 a. n. e. y «Augusto» después del 27 a. n. e. En las fuentes griegas, Augusto es conocido como Όκταβίος (Octavio), Καισαρ (César) o Αύγούστος (Augusto), dependiendo del contexto.

El mandato de Augusto inició una era de paz relativa conocida como la Paz romana o Pax Augusta (en su honor). Salvo por las constantes guerras fronterizas, y con la excepción de una guerra civil de sucesión imperial que duró un año, la sociedad del Mediterráneo gozó de un ambiente pacífico durante más de dos siglos. De igual forma, Augusto expandió el Imperio romano, asegurando en el proceso sus fronteras mediante la subordinación a Roma de las regiones circundantes. Además, celebró un acuerdo de paz con el Imperio parto ―el más poderoso de sus vecinos― por la vía diplomática, reformó el sistema tributario romano, desarrolló redes de caminos que contaban con un sistema oficial de mensajería, estableció un ejército permanente (así como un pequeño cuerpo de marina), y creó la Guardia Pretoriana junto a fuerzas policiales de seguridad, tanto para mantener el orden como para combatir los incendios en Roma. Resulta destacable añadir que gran parte de la ciudad se reconstruyó bajo su reinado.

En el plano militar Augusto estableció las fronteras del Imperio romano en lo que él consideraba debían ser sus límites máximos de extensión en el norte, el limes Elba-Danubio. Asimismo, finalizó la conquista de Hispania doblegando las últimas tribus del Norte de las montañas cantábricas: cántabros y astures, que permanecían aún al margen del control militar romano. Esta sangrienta lucha final sería conocida como las Guerras Cántabras. Tan difícil fue la tarea que Augusto se trasladó personalmente con toda su corte a la península Ibérica estableciendo Tarraco como capital provisional imperial. En este período la urbe experimentó un gran crecimiento urbanístico. Hacia el 17 a. n. e. Hispania pasa a dominio romano por completo, quedando el territorio organizado en tres provincias: Lusitania, Tarraconensis y Baetica.

Tras su muerte en 14, el Senado lo divinizó, siendo posteriormente adorado por el pueblo romano. A manera de legado, sus nombres «César» y «Augusto» serían adoptados por todos los emperadores posteriores, y el mes de Sextilis sería renombrado «Agosto» en su honor. Asimismo, sus logros son relatados en un documento conocido como «Los escritos del Divino Augusto» que, a petición del propio Augusto, fue grabado en un par de pilares de bronce y colocado enfrente de su mausoleo, llegando tiempo después a tallarse en gran cantidad de edificaciones, muchas de las cuales han sobrevivido. No obstante, este material es considerado poco objetivo históricamente, y más bien es tratado como un escrito publicitario cuyo objetivo es ofrecer una visión idílica del principado ejercido por Augusto. Tras un largo proceso para solventar los problemas en torno a su heredero, César Augusto fue sucedido por su hijastro Tiberio.

La dinastía Julio-Claudia (14-69)

Los cinco primeros emperadores romanos entroncados con Cayo Julio César: Augusto, Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón. Gobernaron el Imperio romano desde el 27 a. n. e. al 68 n. e., cuando el último de la línea sucesoria, Nerón, se suicidó.

Estos cinco emperadores estaban unidos, por matrimonio y adopciones, con las gens Julia y Claudia. Julio César es considerado algunas veces, aunque erróneamente, como el fundador; esto a pesar de que nunca fue emperador (aunque ostentó un poder superior al de ellos) y tenía conexiones con los Claudios a través del matrimonio de Augusto con Livia y de varios otros entre sus descendientes. Por las venas de Augusto, Calígula, Claudio y Nerón corría la sangre de César. Aunque muchos historiadores sostienen que la dinastía fue fundada por Julio César, otros atribuyen el hecho a su sobrino nieto Augusto. Los Julio-Claudios también se hallaban emparentados con Marco Antonio.

Tiberio (14-37)

Tiberio César Augusto, nacido con el nombre de Tiberius Claudius Nero (Tiberio Claudio Nerón, 16 de noviembre del 42 a. n. e. - 16 de marzo del 37 n. e.), fue un emperador del Imperio romano que gobernó desde el 18 de septiembre de 14, hasta su muerte. Se convirtió en el segundo emperador romano perteneciente a la dinastía Julio-Claudia. Era hijo de Tiberio Claudio Nerón y Livia Drusilla, perteneciendo por tanto a la gens Claudia.

Calígula (37-41)

Cayo César, o Gaius Julius Caesar Augustus Germanicus (31 de agosto de 12 - 24 de enero de 41), también conocido como Cayo César o Calígula, fue emperador romano desde el 16 de marzo de 37 hasta su asesinato, el 24 de enero de 41. Fue el tercer emperador del Imperio romano y miembro de la dinastía Julio-Claudia, instituida por Augusto. Hijo de Germánico. La madre de Calígula era Agripina.

Claudio (41-54)

Articulo Principal: Claudio

Tiberio Claudio César Augusto Germánico: 1 de agosto de 10 a. n. e. Roma, 13 de octubre de 54 Historiador y político romano, fue el cuarto emperador romano de la dinastía Julio-Claudia, y gobernó desde el 24 de enero del año 41 hasta su muerte en el año 54. Nacido en Lugdunum, en la Galia, fue el primer emperador romano nacido fuera de la Península Itálica.

Nerón (54-68)

Nerón Claudio Druso Germánico: Nació el 15 de diciembre del año 37, en Antium (Anzio), hijo del cónsul Cneo Domicio Ahenobardo y de Agripina la Menor, bisnieta del emperador Augusto. En el 49 Agripina se casó con su tío, el emperador Claudio I, a quien un año después convenció para que adoptara a su hijo. Más tarde, en el 53, Nerón se casó con la hija de Claudio, Octavia, y aquél le nombró su sucesor, evitando a su propio hijo, Británico. Tras el asesinato, un año después, de Claudio, la Guardia Pretoriana, dirigida por el prefecto Sexto Afranio Burro, representante de Agripina, declaró emperador a Nerón a la edad de diecisiete años.[3]

Galba

Servio Sulpicio Galba: 24 de diciembre del 3 a. n. e. - Roma, 15 de enero del 69 n. e. fue emperador del Imperio romano desde el 8 de junio de 68 hasta su muerte. Fue el primero de los cuatro emperadores que ocuparon el trono de Roma durante el año 69, el conocido como año de los cuatro emperadores.

Otón (69)

Marco Salvio Otón, llamado en ocasiones Marco Otón César Augusto y más comúnmente conocido como Otón (Ferentinum, 25 de abril de 32 - Bedriacum, 16 de abril de 69), fue emperador del Imperio romano desde el 15 de enero al 16 de abril de 69. A su muerte se convirtió en el segundo en ascender al trono durante el «año de los cuatro emperadores».

Vitelio

Articulo Principal: Aulo Vitelio Germánico

Aulo Vitelio Germánico, nacido como Aulo Vitelio, y más comúnmente conocido como Vitelio (24 de septiembre de 15 - 22 de diciembre de 69) fue emperador del Imperio romano desde el 17 de abril de 69 hasta el 22 de diciembre de ese mismo año. Accedió al trono tras las muertes de sus dos predecesores, Galba y Otón, ambas víctimas del año de los cuatro emperadores. A su ascenso al trono se convirtió en el primer emperador que añadió el cognomen honorífico de Germánico a su nombre, en vez del de César. Este primero había caído en desuso a consecuencia de los actos del último que lo portó, el emperador Nerón.

La dinastía Flavia (69-96)

Llegan al poder en una posición en la que no tenían ni prestigio, ni patrimonio, ni clientelas. Ese ascenso comportó una especie de refundación del principado, que es exponente de la renovación del Senado con la incorporación de nuevas familias provenientes del orden ecuestre. Se va elaborando una nueva concepción del principado, en el que el trono no es ocupado por derecho de nacimiento de una familia carismática, sino que aparece como la culminación de una carrera de oficios militares y administrativos abiertos al más capaz. Esa nueva dinastía tendrá que fundamentar su poder sobre nuevas bases: la lex de imperio vespasiani, y a través de la eficacia administrativa.

Vesparsiano (69-79)

Artículo Principal: Tito Flavio Vespasiano

Nacido en Reate, de origen ecuestre, realizó una carrera militar que culminó con la guerra contra los judíos, lo que puso en su posición clave para contar con el apoyo de una parte del ejército para su llegada al poder. Limitó los poderes del emperador, al que se le atribuía entre otros privilegios, bajo la concepción «por la voluntad del pueblo», el imperium maius y la tribunicia potestas, algo que ya había en la práctica, Augusto, pero que ahora, con esta lex de imperio, el poder de los príncipes se le da una fundamentación jurídica. Finalmente, Vespasiano tuvo que hacer frente a su sucesión, problema que el principado arrastraba desde Augusto. Asoció como herederos a sus dos hijos, Tito el mayor, fue declarado coadjutor del emperador con plenos poderes, mientras que Domiciano recibió los títulos de Cesar y princeps iuventutis, aunque sin poderes.

Tito (79-81)

Articulo Principal: Tito Flavio Vespasiano

Sucedió en el 79 por dos años después, en el 81 murió. Básicamente siguió la línea política de su padre. Fue bastante popular entre la plebe, aunque quienes se le opusieron calificaron su principiado como «feliz por su brevedad».

Domiciano (81-96)

Articulo Principal: Tito Flavio Domiciano

Asociado también al trono, al principado en el 81 tuvo un principado autoritario que persiguió duramente la oposición senatorial, sin embargo esto no le impidió ser un gran administrador, que siguió las líneas trazadas por su padre y hermano.

Finalmente un complot de senadores, en donde estuvieron implicados varios libertos de la casa imperial, la propia emperatriz, y los dos prefectos del pretorio, llevó a que Domiciano fuera asesinado, y se entregara el trono a Marco Coceyo Nerva, un viejo senador, acabando así la dinastía Flavia.

La dinastía de los Antoninos

En la historia se considera peculiar, en cuanto que los príncipes heredaban el trono por adopción y no por nacimiento. Por lo cual se consideraba que quien era asociado al trono lo era por ser optimus para ocupar tan alta dignidad, debiendo ser respetuoso con las normas de las leyes y las instituciones.

Nerva (96-98)

Artículo Principal: Marco Coceyo Nerva

Nerva: 8 de noviembre del 30 - 27 de enero del 98, fue emperador del Imperio romano del 96 hasta su muerte en el año 98. A su adhesión al trono contaba con 65 años; este reputado senador había dedicado su vida al servicio del imperio durante los reinados de Nerón, Vesparsiano, Tito y Domiciano.

Trajano (98-117)

Marco Ulpio Trajano, más conocido como Trajano (Itálica, 18 de septiembre del 53 - Selinus, 9 de agosto del 117) fue un emperador romano que gobernó desde el año 98 hasta su muerte en 117, el primero nacido fuera de Italia. Inició la tradicionalmente llamada dinastía Antonina o, según reciente propuesta, Dinastía Ulpio-Aelia. Primer emperador procedente del mundo provincial, concretamente de Hispania. Su elección como sucesor no fue casual, y pudo influir además su reputación militar.

Adriano (117-138)

Publio Elio Adriano (Adriano), de Itálica como Trajano y pariente de este, le sucedió en el 117 en el trono. Estando detrás de la sucesión la emperatriz, Plotina, y el prefecto del pretorio, Elio Atiano. Al obtener el principado estaba como legado en el ejército de Siria aunque esto no impidió que el senado lo reconociera como emperador.

Antonino Pío (138-161)

Artículo Principal: Titus Aelius Hadrianus Antoninus Pius

Antonino Pío (Lanuvium, 19 de septiembre del 86 - Lorium, 7 de marzo del 161) fue emperador desde el 138 hasta el 161. Pertenecía a una familia senatorial de la Galia Narbonense y de este emperador es donde se toma el nombre de los Antoninos que engloban a todos los emperadores. Su reinado se caracterizó por la «paz romana», siendo un imperio protegido por los bárbaros, con bonanza económica, y gobernado por un hombre de Estado y de grandes cualidades.

Marco Aurelio (161-180)

Marco Aurelio Antonino (Roma, 26 de abril del 121 - Roma, 17 de marzo del 180) fue emperador del 161 al 180. Tenía veleidades de filósofo. Tuvo que hacer frente a importantes invasiones en las fronteras del imperio. Su reinado estuvo cubierto por diversas guerras. En el 178 realizó una nueva estrategia que comportaba conquistar territorios, y crear dos nuevas provincias al norte del Danubio: la Marcomania y la Sarmacia, pero no se cumplió el objetivo ya que en el 180 murió debido a la peste.

Cómodo (180-192)

Lucio Aurelio Cómodo (Lanuvio, en la periferia de Roma, 31 de agosto del 161). Su padre fue el emperador Marco Aurelio Antonino y Faustina conocida como la Menor. También se le llama Marco Aurelio Cómodo por el nombre de su padre Marco Aurelio. Fue el último emperador de la dinastía Antonina. Su reinado se caracterizó por el libertinaje, el derroche y la violencia. A mediados de septiembre del año 192 se autonombró «dios» y adoptó el título de «Hércules romano». Se otorgó el título de «nuevo fundador de Roma» y le cambió el nombre a Roma, llamándola «Colonia Lucia Annia Comodiana».

La dinastía Severiana (193-235)

La dinastía Severa es una casa de emperadores romanos que reinó por varias décadas desde finales del siglo II hasta comienzos del siguiente. Fue el último linaje del principado, y precedió a la crisis del siglo III.

Septimio Severo (193-211)

Artículo Principal: Septimio Severo

Tras la muerte de Cómodo el 31 de diciembre de 192, el general Publio Helvio Pertinax asumió el poder, tras pagar un contundente soborno a la Guardia Pretoriana. Debido a la política financiera de Pertinax, que implicó rebajar la paga de los pretorianos, se sublevó la Guardia Pretoriana, y terminó asesinándolo. El rico senador Didio Juliano compró, en una subasta pública, el trono imperial.

Tras la llegada de la noticia de la muerte de Pertinax, las legiones del Danubio, el Rin y Germania proclamaron emperador a Septimio Severo.

En el año 195 nombró César a su hijo Bassiano (Caracalla) por lo que D. Clodio Albino, que había sido nombrado César por Sp. Severo en 193, se levantó contra él. La guerra finalizó dos años después. El emperador tuvo todos los poderes, prestó gran atención a las fuerzas militares (su principal apoyo) y disminuyó la influencia del Senado.

Caracalla (211-217)

Artículo Principal: Marco Aurelio Antonino (Caracalla)

Emprendió importantes reformas militares, administrativas, cívicas, fiscales y financieras. La más importante de sus reformas fue la concesión de la ciudadanía romana, en el año 212, a todos los peregrinos que habitaban en el imperio. Con la equiparación jurídica de todos los habitantes del imperio, el emperador intentaba hacer frente a las dificultades económicas, incrementando la recaudación de algunos impuestos que debían pagar todos los ciudadanos.

Otro recurso para hacer frente a los problemas económicos fue la emisión de una moneda nueva, el antoniniano, que equivalía nominalmente a dos denarios pero que, en realidad, contenía solamente la plata de uno y medio.

Macrino (217-218)

Artículo Principal: Marco Opellio Macrino

Fue el responsable de la muerte de Caracalla. No pertenecía a la dinastía de los Severo pero tomó el cognomen de esta.

Heliogábalo (218-222)

Artículo Principal: Vario Avito Basiano (Heliogábalo)

Fue emperador a los 14 años, destacando su reinado por la impiedad, pues contravino todas las tradiciones religiosas romanas. Llamado así porque en Emesa era el gran sacerdote de la divinidad local El-Gabal (dios de la montaña). En esas circunstancias, se hizo necesaria su sustitución y fue Julia Mesa la encargada de eliminarlo para mantener el poder dentro de la familia.

Alejandro Severo (222-235)

Artículo Principal: Marco Aurelio Severo Alejandro

Tenía 13 años cuando paso a gobernar como César. Practicó una política filo-senatorial, impulsó la cultura, trayendo a Roma a numerosos intelectuales de Oriente. Desde joven se dedicó a los asuntos judiciales, por lo que la jurisprudencia alcanzó gran importancia para la administración del imperio. Sufrió importantes derrotas en el terreno militar.

Crisis del siglo III (235-284)

Del 235-274 hubo tres momentos álgidos en la historia del imperio: del 249 al 253, del 258 al 260, y del 266 al 268.

Cada uno de estos momentos está separado por períodos intermedios, en los que la situación imperial vuelve más o menos a estabilizarse. En estas crisis coincidirán tres fenómenos: las usurpaciones, como consecuencia de un descontento social y militar y que se inician de forma local, viéndose en esta práctica el relevo del poder en un sistema que no lo preveía, así como una forma de control contra el abuso del príncipe. Por otra parte están las invasiones en las fronteras imperiales, y las persecuciones de los cristianos en el interior del imperio.

El Bajo Imperio (284-395)

El Bajo Imperio romano es el período histórico que se extiende desde el acceso al poder de Diocleciano en 284 hasta el fin del Imperio romano de Occidente en 395.

Diocleciano y la tetrarquía (284-395)

Artículo Principal: Cayo Aurelio Valerio Diocleciano Augusto

Diocleciano (24 de diciembre del 244 - 3 de diciembre del 311, nacido con el nombre de Diocles, fue emperador de Roma desde el 20 de noviembre del 284 hasta el 1 de mayo del 305. Nacido en una familia iliriana de bajo estatus social, fue escalando puestos en la jerarquía militar hasta convertirse en el comandante de la caballería del emperador Caro. Tras la muerte de Caro y de su hijo Numeriano en campaña en Persia, Diocleciano fue aclamado emperador por el ejército. Consiguió acceder al trono tras un breve enfrentamiento con Carino, el otro hijo del emperador Caro, en la batalla del Margus, y su llegada al poder puso fin a la crisis del siglo III. Mediante la tetrarquía como forma de gobierno mediante la cual el poder lo comparten cuatro personas que se denominan tetrarcas.

La tetrarquía fue también el sistema de gobierno colegiado instaurado por el emperador romano Diocleciano en el año 284 ante la necesidad de regular el caos interior que reinaba en el imperio tras los años conocidos como «crisis del siglo III» entre el 238 y el 285.

La dinastía constantiniana (305-363)

La dinastía constantiniana es un nombre informal dado a la familia gobernante en el imperio romano desde la subida de Diocleciano en el 284 hasta la muerte de Juliano en 363. Recibió ese nombre de su miembro más famoso, Constantino I.

La dinastía valentiniana (364-395)

Llamada así por el nombre de su fundador, Valentiniano I, e integrada por cuatro emperadores, gobernó en el Imperio romano de Occidente del 364 al 392, fecha en que murió su último representante; y en el Imperio romano de Oriente desde el 364 hasta el 378.

Valentiniano fue elegido por el estado mayor del ejército, que resolvió con buen criterio la difícil elección del sucesor de Joviano. El gobernante así elegido era realmente un combatiente valeroso, una de las cualidades más valoradas en este problemático período.

La división del imperio (395-476/1453)

Articulo Principal: Imperio romano de occidente

A principios del siglo V, las tribus germánicas, empujadas hacia el oeste por la presión de los pueblos hunos, procedentes de las estepas asiáticas, penetraron en el Imperio romano. Las fronteras cedieron por falta de soldados que las defendiesen y el ejército no pudo impedir que Roma fuese saqueada por visigodos y vándalos. Cada uno de estos pueblos se instaló en una región del imperio, donde fundaron reinos independientes. Uno de los más importantes fue el que derivaría a la postre en el Sacro Imperio Romano Germánico.

El emperador de Roma ya no controlaba el imperio, de tal manera que en el año 476, un jefe bárbaro, Odoacro, destituyó a Rómulo Augústulo, un niño de 15 años que fue el último emperador romano de occidente y envió las insignias imperiales a Zenón, emperador romano de oriente.

El fin del Imperio romano de Occidente (395-476)

Tras una breve reunificación del imperio, romano en manos de Teodosio, finalmente este fue dividido en el 395 entre sus dos hijos: Arcadio y Honorio, el primero de dieciocho años, y el segundo de diez. Honorio, recibió la parte occidental del imperio, fue tutelado por el magister utrisque militiae, Estilicón, quien fue el auténtico protagonista, por intentar mantener unido al imperio. Esto no lo logró por su corta edad, a lo que se sumaban las aspiraciones de otros personajes, como los prefectos del imperio Rufino y Eutropio.

Ambas mitades del imperio comenzaron a tener problemas entre sí. El principal de ellos fue ocasionado por los godos, que pese al foedus seguían creando inestabilidad al imperio oriental. Ello hizo que Occidente entrara en un proceso de «barbarización», en donde el ejército, incluido las escalas de mando, eran controladas por bárbaros que se habían romanizado de una forma bastante grotesca.

La primera gran amenaza bárbara que encontró Estilicón fue en el 400, cuando vándalos y alanos entraron en Retia y Nórica, y en el 405 junto con los ostrogodos llegaron hasta el valle del Po y la Toscana, donde Estilcón logró frenarlos, aunque estas dos no son las únicas en esta caída.

Supervivencia del Imperio romano de Oriente (395-1453)

Imperio bizantino es el término historiográfico utilizado desde el siglo XVIII para referirse al Imperio romano de Oriente en la Edad Media.

La capital de este imperio cristiano se encontraba en Constantinopla (en griego, Κωνσταντινούπολις [Konstantinópolis], actual Estambul), de cuyo nombre antiguo, Bizancio, fue creado el término Imperio bizantino por la erudición ilustrada de los siglos XVII y XVIII.

La caída del Imperio romano de occidente había dado lugar a una multitud de reinos. En Oriente, el poder del emperador se había mantenido, conformando lo que se conocerá como Imperio bizantino, fundado por Augusto. Convertido en un imperio medieval con rasgos diferentes. Pero lo cierto es que el imperio bizantino contrastaba con los nuevos reinos occidentales. Se mantuvo como un estado urbano que articulaba un amplio territorio, en donde destacaba la propia capital, Constantinopla, la antigua Bizancio, con un millón de habitantes. Mantuvo instituciones fuertes, a cuya cabeza se encontraba el emperador, que ejercía las competencias fiscales, judiciales y militares, y cristianas, en donde la patriarca de Constantinopla estaba, o al menos intentaba ser la cabeza de la iglesia, en un intento de convertirse en algo parecido al papa de Roma, quien estaba surgiendo como cabeza de la iglesia en Occidente.

El imperio restaurado: el Sacro Imperio Romano (800-1806)

Artículo Principal: Sacro Imperio Romano-Germánico

Unión política de un conglomerado de Estados de la Europa Central, que se mantuvo desde la Edad Media hasta inicios de la Edad Contemporánea. Formado en el 962, tuvo sus orígenes en la parte oriental de las tres en que se dividió el imperio carolingio. Desde entonces, el Sacro Imperio se mantuvo como la entidad predominante en la Europa central durante casi un milenio y hasta su disolución en 1806 por Francisco II.

Arquitectura

Artículo Principal: Arquitectura romana

Un templo de la arquitectura romana.

El arte romano se inicia en íntima conexión con el arte etrusco y con el de las colonias griegas de la Magna Grecia, de cuya cultura es directo heredero, incorporando, además, múltiples elementos de las más diversas culturas mediterráneas bajo dominio romano, con un sincretismo sumamente característico.

Se desarrolla fundamentalmente a partir del siglo III a. n. e. y evoluciona con evidente homogeneidad hasta el siglo V, a través de las etapas que van señalando su evolución política: República (hasta el año 27 a. n. e.), Alto Imperio (hasta el siglo III) y Bajo Imperio (siglos IV y V).

El espíritu práctico del pueblo romano se impone en las obras arquitectónicas, interesa hacer obras útiles, lo que contribuye a la uniformidad de los modelos arquitectónicos. Además, deben responder al espíritu de grandiosidad, orden y permanencia, que rigen la política romana; la arquitectura romana es la expresión de su poder y esto lleva a su afán de eternidad.

Según la disposición de los materiales en los muros se obtenían diferentes aparejos. Los principales aparejos romanos son: opus quadratum, con sillares de piedra aparejado a soga y tizón o al hilo; opus latericium, de ladrillos más estrechos y profundos que los actuales; opus reticulatum, que no es un aparejo, sino una forma de darle un aspecto exterior agradable mediante pequeñas teselas de forma piramidal perfectamente escuadradas, incrustadas en el muro; opus incertum, que utilizaba pequeños bloques de piedra colocados sin orden, reforzado en las escuadras por sillares tallados; opus caementicium, de cemento, el hormigón romano (mezcla de cal, arena, cascotes y piedras ligeras, que permitía una construcción rápida y crear multitud de formas como las inmensas bóvedas y cúpulas que van a caracterizar a la arquitectura romana), vertido en una armadura de madera que más tarde se retiraba (encofrado).

Todos estos materiales constructivos se recubrían con materiales nobles. Algunos de las construcciones que se han conservado eran enteramente de mármol, pero esto era un lujo sólo al alcance de los emperadores, por lo que eran mucho más frecuentes los revestimientos de mármol o de mosaicos.

En la arquitectura romana se funden los "sistemas arquitrabados" griegos, utilizándose los órdenes griegos (con más libertad, introduciendo variantes y superponiendo varios en un mismo edificio, según criterios de riqueza decorativa se ordenan toscano, jónico, corintio y compuesto) y el orden toscano (de fuste liso y con basa, que sustituye al dórico), con las soluciones en arco y bóveda de los etruscos, "arquitectura abovedada", sobresaliendo los arcos de medio punto, las bóvedas de medio cañón y anulares y las cúpulas.

Legiones romanas

Soldados romanos en combate.

En la República romana las legiones se formaban cuando la situación así lo requería, y una vez neutralizada la amenaza, o se hubieran conquistado los territorios que se buscaban, estas eran disueltas.

Augusto, Marco Antonio, y Lépido formaron en el año 43 a. n. e. el segundo triunvirato, cada uno de ellos organizó sus propias legiones, pero cuando Augusto se hace con el poder absoluto de Roma y su imperio tras la derrota de Marco Antonio en la batalla de Actium (31 a. n. e.), se encuentra con 50 legiones a su mando. Augusto decide entonces reorganizar el ejército y convertirlo en profesional. Disuelve algunas legiones, y otras las fusiona en una sola, reduciendo el número a 28. La mayoría de estás duran más de dos siglos, y algunas como la V Macedonica aún se encontraría en el siglo VI.

El nombre que recibía una legión podía tener varios orígenes. Su nombre podía ser por el nombre de la provincia en donde se había distinguido en combate (V Macedonica), por el nombre de su comandante (emperador), o también podía denotar alguna característica especial (X Equestris, denota su origen de caballería). Gemina es el término latino para gemelos, y se otorgaba a las legiones que se creaban a partir de la unión de dos o más.

Augusta es un término que significa venerable o majestuosa. Pia Fidelis significa leal, y era concedido a aquellas legiones que eran leales en alguna revuelta. Victrix cuya traducción es victoriosa, se otorgaba después de ganar alguna batalla o campaña. Adiutrix, asistencia, asistente, ayuda. Rapax, codiciosa. Firma, firme. Concors, armonioso. Para la legión V Alaudae (alondra), el origen de su nombre es confuso, y varias son las explicaciones encontradas, desde que su nombre debe referir a la costumbre de los galos (entre los cuales esta legión fue reclutada) por usar las alas de la alondra en sus cascos, o así llamada por la cimera en forma de cresta de alondra que adornaba el casco de sus soldados, pasando por el idioma que estos hablaban, hasta que eran así llamados por la excelente voz de los cantantes galos que componían la legión.

Algunos de estos nombres variarían a lo largo del tiempo, y otros incluso se les añadían nuevos nombres a los que ya tenían. Algunas de las legiones nunca conseguirían un nombre antes de su desaparición, como por ejemplo las legiones XVII, XVIII, XIX, y otras se desconocen el que tenía antes del segundo nombre (Legio VII).

El legionario

Reclutamiento

Durante la época imperial los requisitos para convertirse en legionario eran: ser delgado pero musculoso, y tener buena vista y oído. También era preciso saber leer y escribir y, sobre todo, ser ciudadano romano. Esto no quería decir que fuera ciudadano de Roma, sino que tuviese la ciudadanía romana.

La ciudadanía se conseguía después de servir en el ejército durante 25 años en puestos auxiliares, lo que le otorgaba derechos y privilegios especiales a él y toda su familia.

Los aspirantes a soldados tras acudir a la oficina de reclutamiento que se encontraba en la capital de provincia, eran sometidos a una entrevista y un reconocimiento médico. Una vez admitidos, prestaban juramento de obedecer a sus superiores y no desertar. Sus documentos junto con un certificado del gobernador y las dietas de viaje (tres monedas de oro por cabeza), se entregaban a un oficial que les acompañaba en el largo viaje hasta el destacamento asignado.

Instrucción y entrenamiento

Durante cuatro meses los nuevos reclutas eran sometidos a un entrenamiento implacable. Al concluir este período los supervivientes ya podían llamarse soldados (milites). Los que no podían resistir el entrenamiento eran rechazados.

Primero se les enseñaba a desfilar marcando el paso. Luego se les llevaba de marcha, forzándolos al máximo hasta que fueran capaces de recorrer 20 millas romanas (30 km) en cinco horas. Después tendrían que recorrer la misma distancia cargados con todo su equipo, que incluía armas y armaduras, utensilios de cocina, estacas para la empalizada, instrumentos para cavar y provisiones para varios días, pues al final de cada marcha tenían que levantar un campamento con terraplenes y fosos de defensa.

El entrenamiento continuaba hasta que eran capaces de recorrer 24 millas (36 km) en cinco horas.

En un principio los legionarios utilizaron bestias de carga y carros para transportar el equipo. Pero el célebre general Mario impulsor de grandes reformas en el ejército, les obligó a transportar personalmente casi toda la impedimenta necesaria para reducir el tamaño de las caravanas de intendencia.

El equipo completo debía pesar por lo menos 30 kilos, y las armas y armaduras más de 20. Los legionarios realizaban marchas tres veces al mes durante 25 años. Este entrenamiento y capacidad de desplazamiento fue una de las causas por la que el ejército romano era tan superior a otros ejércitos. Esto era solo parte de la instrucción, puesto que el programa de entrenamiento también incluía carreras, saltos, equitación y natación. Cuando se consideraba que se encontraba en buena forma física comenzaba la instrucción en el manejo de las armas.

Los reclutas aprendían a atacar a una gruesa estaca clavada en el suelo con una pesada espada de madera, y un escudo de mimbre que pesaba el doble que un escudo normal. Se les insistía que golpearan de frente, sin describir arcos con la espada, que puede evitarse con más facilidad. También se les entrenaba en el lanzamiento de pesadas jabalinas de madera contra las estacas.

Una vez superado este paso, se les consideraban dignos de empuñar armas auténticas forradas de cuero para evitar accidentes, que les deberían de parecer ligerísimos en comparación con las pesadas armas de madera.

Rutina diaria

Terminados los cuatro meses de instrucción y ya convertidos en soldados (milites), seguían realizando marchas, ejercicios y entrenamientos aunque ya disponían de algún tiempo libre, pero se les mantenían ocupados durante las horas de trabajo. Al amanecer se presentaban al centurión para que les asignaran las tareas de la jornada, principalmente guardias o trabajos de limpieza, a veces patrullas o funciones de policía, pero también la construcción de calzadas y obras civiles, en donde debían de picar piedra en las canteras, cavar cimientos, alisar caminos, y pavimentar. Todo nuevo legionario procuraba conseguir un destino que le evitara trabajos desagradables. Estos trabajos, destinados para los que conocían un oficio (herreros, carniceros, enfermeros, domadores de caballos,...), eximían de realizar otras tareas.

Percenio, líder de un motín contra Tiberio en el Año 14 se expresaba de la siguiente manera: "el servicio militar es duro y poco provechoso. Tu cuerpo y alma se valoran en unas cuantas monedas por día; con esta limosna tienes, además, que pagar la ropa, las armas y las tiendas de campaña, así como los sobornos para los centuriones que son demasiados crueles, y poder librarte así de los encargos pesados".

Además, los soldados tenían prohibido casarse, por ello eran muy usuales los matrimonios informales e incluso que tuvieran hijos, estos no serían legítimos, pero esto se arreglaba cuando se retiraran. De hecho, tan pronto cualquier hombre que se integrara en el ejército, su matrimonio quedaba legalmente anulado. El emperador Septimio Severo (193-211) dio permiso a los soldados para que vivieran con sus esposas, en vez de obligarles volver cada noche al campamento.

Pero también existían algunas ventajas: una paga regular considerablemente superior a la de un labrador, y el mejor servicio médico del imperio. También se podían aprender otros oficios, y después de la derrota del enemigo muchas veces se presentaban oportunidades de saqueo.

Además de la paga también se recibían otras recompensas. Augusto entregó 75 sestercios a cada uno de los legionarios, mientras que Claudio estableció una costumbre de pagar un donativo en metálico al inicio del mandato de un nuevo emperador.

Augusto también se preocupó de que se gozara de una buena jubilación después del cumplimiento del servicio; los licenciados recibían una parcela de tierra o una buena cantidad de dinero, equivalente a la paga de doce años.

Organización

Organización jerárquica

El ejército romano se encontraba muy jerarquizado. En la cúpula se encontraba el emperador. El prefecto del pretorio era, en cierto modo, el Ministro de la Guerra y estaba asistido en Roma por el prefecto de las cohortes pretorianas, de los oficiales y de los centuriones. En las provincias, cada ejército regional estaba bajo el mando de un general, el legado del ejército.

Al mando de cada legión había un comandante (legado), 7 oficiales (un prefecto del campamento y seis tribunos, los tribunos se encargaban de la selección de sus soldados) y 59 centuriones. Cada unidad auxiliar tenía un jefe y varios centuriones (infantería) o decuriones (caballería). En la marina, cada barco se organizaba como una centuria, fuese cual fuere su tamaño; su comandante, que estaba a las órdenes de un prefecto (almirante), ostentaba el título de centurión.

Dentro de una legión, un hombre empezaba como simple soldado de a pie (miles), después de varios años de servicio y para los soldados con oficio, el primer ascenso era de miles a inmunis; aunque tenía el mismo salario, les eximía de las rutinas generales de los demás soldados.

Pero el primer ascenso verdadero convertía al soldado en principal, de los que existían dos clases: los que cobraban paga y media (sesquiplicarii) y los que percibían doble paga (duplicarii). El primer grupo incluía varios tipos de suboficiales, como el tesserarius (ordenanza). Entre los segundos estaban los portaestandartes (signiferi y vexillarii), los optiones y otros oficiales. El siguiente grado era el de centurión, en donde los más veteranos y experimentados (primi ordines) formaban parte de la primera cohorte, y el más antiguo de ellos (primus pilus) tenía derecho a asistir a los consejos de guerra.

El verdadero carácter de los centuriones aparece ilustrado en un episodio de la Guerra de las Galias de Julio César. En el año 52 a. n. e., las tropas de César trataron de conquistar la fortaleza de Gergovia, pero fueron rechazados y tuvieron que retirarse monte abajo. En estas condiciones habrían sufrido terribles bajas, pero los centuriones se quedaron a cubrir la retirada de sus hombres: murieron casi 700 hombres, de los cuales 46 eran centuriones (1 por cada 14 legionarios, cuando la proporción normal era de 1 cada 80).

Organización de tropas

La legión constituía la base del ejército romano. Originalmente el término "legión" se aplicaba a todo el ejército, hasta que en el siglo IV a. n. e., adquirió un significado más familiar para describir un regimiento de infantería pesada. El secreto de su éxito radicaba en su organización, sumamente flexible.

En el siglo I, una legión con toda su capacidad, estaba formada por 5 120 hombres y dividida en diez cohortes. Una cohorte normal comprendía 480 hombres y se dividía en 6 centurias de 80 hombres; no obstante, la primera cohorte de la legión, formada por los mejores soldados, tenía 5 centurias dobles de 160 hombres. El mando de cada centuria estaba en manos del centurión, asignado por méritos especiales.

Cada centuria de 80 hombres se dividía a su vez en 10 contubernios (unidad mínima del ejército romano, que era alojado en una tienda), y dos centurias formaban un «manípulo», por lo que una cohorte esta compuesta por tres manípulos.

Un ejército lo componían habitualmente cuatro legiones aunque esta cifra podía variar incluso a cinco.

La primera cohorte era siempre la mejor de una legión, la sexta la componían los mejores hombres jóvenes, la octava eran tropas selectas, y la décima buenas tropas. Las cohortes más débiles eran la 2ª, 4ª, 7ª y 9ª, compuestas la 7ª y 9ª por tropas con poca experiencia.

Despliegue en campo

En los primeros tiempos, un ejército romano estaba compuesto por aproximadamente 1000 hombres, estos estaban divididos en cinco categorías (según su nivel económico), los más ricos estaban armados como hoplitas griegos (largas lanzas, espadas, corazas, grebas y escudos redondos), el grueso del ejército lo componía las otras cuatro categorías, con menor armamento, y los más pobres no llevaban ninguna armadura y estaban armados con ondas. Adoptaban la formación de una falange, esta consistía en un largo bloque de soldados con varias líneas de fondo protegidas por sus escudos y lanzas.

A principios del siglo IV a. n. e. la legión formada por unos 4800 hombres tiene en la infantería cinco clases de soldados: los hastati, los príncipes, los triarii, los rorarii, y los accensi.

Los hastati, eran los hombres más jóvenes, llevaban armadura completa y escudo rectangular, como armas ofensivas, empleaban el pilum, y una espada corta. Unidos a estos estaban las levas, que eran los más pobres, llevando una lanza y varios pilum.

Los príncipes, mejor armados que los hastati, pero eran hombres con más experiencia y madurez que aquellos.

Los triarii, que eran los soldados más aguerridos de la legión e iban armados de corazas y largas lanzas.

Los rorarii eran los hombres más jóvenes e inexpertos, los accensi eran los luchadores menos seguros.

La primera fila, o sea el grueso de la legión, la formaban los hastati, en las alas de la formación se colocaba la caballería; en segunda fila y como reserva para relevar y defender la primera línea se situaban los príncipes y, en la tercera, como reserva y para acudir a los sitios comprometidos, formaban los triarii. Entre los espacios que dejaban las turmas de caballería se solían situar máquinas arrojadizas.

En el siglo II a. n. e. los rorarii y los accensi se convirtieron en vélites y fueron repartidos entre todos los demás grupos a razón de 20 hombres por manípulo, se convirtieron en las tropas más móviles del ejército, ya que después de lanzar los pilum contra el enemigo, retrocedían entre las líneas de los hastati y los príncipes. Los manípulos eran ahora de 160 hombres, con dos centuriones al frente de cada uno. Otro hecho a destacar en este período fue el aumento en el número de las tropas auxiliares, y el descenso del número de ricos romanos que quisieran prestar servicio en el ejército.

El cónsul Mario introdujo el ejército profesional, aumentando el período de servicio que hasta ahora había sido de seis años, esto atrajo a muchos pobres que veían el servicio como un oficio, se tuvo cuidado de reenganchar a los soldados veteranos y de dar un buen retiro al finalizar el servicio. También se le otorga a él, el eliminar las diferencias entre las distintas líneas, dándoles a todos igual armadura y armamento, y la división de la legión en diez cohortes. De este modo la legión entraba al combate en una formación de cinco cohortes en la primera línea, y de otras cinco cubriendo los espacios que quedaban entre las primeras.

Entre la reforma de Mario y el emperador Augusto hubo dos cambios que modificarían para siempre el ejército: el primero daba autoridad a los gobernadores provinciales para reclutar tropas, permitiendo levantar las nuevas tropas en cualquier provincia del imperio; y el segundo punto era que la lealtad de los soldados pasaba ahora a los comandantes, los cuales podían proporcionarle un botín.

En el siglo I a. n. e., Julio César reformó esta disposición, añadiendo una tercera fila de tres cohortes; es decir, que la formación combativa de la legión, desde entonces, consistió en un frente de cuatro cohortes, cuyos intervalos se cubrieron con tres en segundo término, y las tres de última fila quedaban como reservas. Con tal cambio, fue borrándose la importancia de la legión como unidad táctica, viniendo a ser reemplazada por la cohorte.

Es a partir de la segunda mitad del siglo I cuando se aumenta a 480 hombres el número de cada cohorte, dividida en seis centurias, y 810 hombres la primera cohorte dividida en cinco centurias.

El método de combatir consistía en arrojar al enemigo una lluvia de flechas y piedras por parte de los arqueros y honderos de las tropas auxiliares, rápidamente estas tropas se retiraban para dar paso al resto de tropas mediante el arrojo de los pilum hasta llegar al cuerpo a cuerpo, en donde se usaba la espada corta y el escudo.

Economía

La economía del Imperio romano era la propia de un régimen esclavista, los esclavos trabajaban obviamente de manera gratuita, lo cual producía una enorme riqueza. Las diferentes ciudades y provincias estaban conectadas por una red de comunicaciones: vías y puertos que fomentaban notablemente el comercio. Aunque la vida se centraba en las ciudades, la mayoría de los habitantes vivían en el campo, donde cultivaban la tierra y cuidaban el ganado. Los cultivos más importantes eran el trigo, la viña y los olivos, también árboles frutales, hortalizas, legumbres y lino. Los romanos mejoraron las técnicas agrícolas introduciendo el arado romano, molinos más eficaces, como el grano, el prensado de aceite, técnicas de regadío y el uso del abono.

El ascenso de Augusto al trono fue el principio de una era de gobierno relativamente estable, requisito básico para la recuperación económica y la expansión. El nuevo régimen se hallaba entregado a la causa de la paz civil y la «pacificación» de los enemigos de Roma (la «pax» romana). El éxito de esta política fomentó el desarrollo económico interno y, en la medida que amplió el territorio controlado por los romanos, agrandó los horizontes económicos del imperio.

El problema de documentar el crecimiento económico y medir su importancia se agudiza de forma especial en el caso del comercio. Se intenta demostrar la expansión del comercio basándose en:

  • Que la exacción de impuestos monetarios en las provincias por parte del Gobierno romano incrementó en gran medida el volumen de comercio en el imperio;
  • Que los niveles de consumo eran muy superiores en el período romano, que en el prerromano, al menos en Occidente;
  • Que la mayor incidencia de naufragios, haciendo suponer un mayor tráfico marítimo y por último, se produjo un incremento de la oferta monetaria, que permitió financiar un aumento del comercio interregional.

Las autoridades jurídicas no se vieron sometidas a grandes presiones por parte del mundo del comercio, para que rompieran las arraigadas tradiciones del comportamiento económico. Estas conclusiones son compatibles con la hipótesis de que el intercambio y el comercio, experimentaron un crecimiento modesto durante el principado.

Los intereses y las necesidades del Gobierno romano eran pocos. Aparte de la guerra y la diplomacia, su preocupación básica era abastecer y financiar el estamento militar, la burocracia y la corte. Una vez cumplida la obligación permanente de alimentar a la plebe de la ciudad de Roma, el Gobierno tenía que gastar dinero en edificios públicos y diversiones para la capital y proporcionar periódicamente ayuda material a las comunidades en tiempo de crisis. El impuesto sobre las tierras agrícolas en todas las provincias, menos en Italia, era el que servía para sufragar la mayor parte de los gastos.

Sociedad

La sociedad romana se configura de dos clases sociales que tenían la ciudadanía romana: una aristocracia de propietarios (patricii, patricios) y una clase popular que luchaba por conseguir derechos (plebs, plebeyos). Como ya se ha dicho anteriormente la economía estaba basada en el sistema de producción esclavista donde la mayoría de los esclavos eran prisioneros de guerra. Existían mercados de esclavos donde se comerciaba con ellos como si fuesen simples mercancías.

Así pues la sociedad romana estaba dividida en:

  • Patricios: la clase dominante que poseía todos los privilegios tanto fiscales, como judiciales, políticos y también culturales (es decir eran más cultos).
  • Plebeyos: eran el pueblo que no gozaba de todos los derechos ni privilegios.
  • Esclavos: no tenían derechos y eran posesión de sus amos.

Religión

Los romanos adoraban un gran número de dioses. Los más venerados eran Júpiter, Minerva y Juno. En honor a ellos se construyeron templos y se ofrecieron sacrificios de animales. El emperador era adorado como un Dios y en todo el imperio se practicaba el culto imperial. También veneraban, en casa, a los dioses protectores del hogar y de la familia; en cada casa había un altar dedicado a esos dioses. Además, los romanos eran muy supersticiosos y, antes de tomar una decisión consultaban la voluntad de los dioses, expresada por medio de los oráculos.

La religión oficial de Roma era un racimo de creencias que se expresaban por medio de un complejo sistema de instituciones y rituales. Los romanos aceptaban la idea de que la seguridad y la prosperidad de sus comunidades dependían de los dioses, cuyos favores se conquistaban mediante el correcto cumplimiento de toda la serie de prácticas de culto heredadas del pasado. La supervisión de la religión del Estado se hallaba en manos de las autoridades políticas. Los sacerdocios eran desempeñados por los mismos hombres que ocupaban cargos políticos.

Los cargos religiosos, al igual que todo lo demás, quedaron bajo el control del emperador. Los colegios sacerdotales se vieron privados de su influencia en la toma de decisiones políticas y reorientadas al servicio del emperador. Entre las cosas que Roma exportó al imperio, la principal fue el culto a los emperadores. Fue la única intrusión romana en el campo del culto que se toleró en el mundo griego. La aceptación del culto imperial no supuso el desplazamiento de los cultos a los dioses tradicionales. Este culto imperial atrajo a Augusto, y posteriormente a sus sucesores, porque podía utilizarse para concentrar la lealtad de la gente de las provincias en la persona del emperador. El culto es importante por su novedad, su ubicuidad y por sus funciones en calidad de transmisor de la ideología imperial, foco de la lealtad para los muchos y mecanismos de progreso social para pocos.

En Oriente prosperó el culto a Zeus, el equivalente griego a Júpiter. El Templo de Zeus Olímpico en Atenas fue terminado bajo la dirección de Adriano, que adoptó el título de Olimpios, como representante del dios en la tierra.

En Egipto se hizo mucho daño a los cultos locales, porque se fue despojando a las clases sacerdotales de su riqueza, su independencia y sus privilegios. En general, los contactos de Roma con las religiones extranjeras se caracterizaron por la penetración pacífica en vez de por la coacción.

El cristianismo

Territorios ocupados por los cristianos durante el Imperio romano.

El cristianismo fue el principal beneficiario de que los defensores de la religión estatal no consiguieran controlar las innovaciones. Los cristianos provocaban la persecución al negar los dioses de Roma, lo que les valió la etiqueta de ateos.

Se siguió la política de Trajano de no perseguirles. Cuando lo hicieron fue en contextos locales, individuales, donde la ley y el orden corrían peligro, debido a la agitación de los adversarios entre los Paganos y con menor frecuencia, entre los Judíos.

A pesar de todo, de vez en cuando los cristianos se convertían en el centro de disturbios civiles. Los dioses expresaban su ira mandando plaga, hambres y otros desastres naturales, más la guerra civil y la guerra con otras naciones, cuya responsabilidad se atribuía a veces a los cristianos.

Pero el cristianismo ya era un éxito. No consiste en invocar un supuesto debilitamiento de la estructura del politeísmo que redujera su atractivo y diese más ímpetu al cristianismo, al contrario, en el nivel de la experiencia religiosa personal, el paganismo daba muestras de una vitalidad considerable, especialmente a las postrimerías del período que estamos estudiando.

Las fiestas religiosas

El calendario religioso romano reflejaba la hospitalidad de Roma ante los cultos y divinidades de los territorios conquistados. Originalmente eran pocas las festividades religiosas romanas. Algunas de las más antiguas sobrevivieron hasta finales del imperio pagano, preservando la memoria de la fertilidad y los ritos propiciatorios de un primitivo pueblo agrícola. A pesar de eso, se introdujeron nuevas fiestas que señalaron la asimilación de los nuevos dioses. Llegaron a incorporarse tantas fiestas que los días festivos eran más abundantes que los laborales. Las más importantes eran las fiestas lupercales, saturnales, equiria y de los juegos seculares.

Fuentes