Conferencia de Evian

Conferencia de Evian
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Fecha:6 de julio de 1938-15 de julio de 1938
País(es) involucrado(s)
Bandera de los Estados Unidos de América Estados Unidos, Bandera de Argentina Argentina, Bandera de Australia Australia, Bandera de Bélgica Bélgica, Bandera de Bolivia Bolivia, Bandera de Brasil Brasil, Bandera de Canadá Canadá, Bandera de Chile Chile, Bandera de Colombia Colombia, Bandera de Costa Rica Costa Rica, Bandera de Cuba Cuba, Bandera de Dinamarca Dinamarca, Bandera de Ecuador Ecuador, Bandera de Francia Francia, Bandera de Guatemala Guatemala, Bandera de Haití Haití, Bandera de la República de Honduras Honduras, Bandera de Irlanda Irlanda, Bandera de los Estados Unidos Mexicanos México, Bandera de Nicaragua Nicaragua, Bandera de Noruega Noruega, Bandera de Nueva Zelanda Nueva Zelanda, Bandera de los Países Bajos Países Bajos, Bandera de Panamá Panamá, Bandera de Paraguay Paraguay, Bandera de Perú Perú, Bandera del Reino Unido Reino Unido, Bandera de la República Dominicana República Dominicana, Bandera de Suecia Suecia, Bandera de Suiza Suiza, Bandera de Uruguay Uruguay, Bandera de la República Bolivariana de Venezuela Venezuela
Líderes:
Franklin Delano Roosevelt

Conferencia de Evian. Fue celebrada a iniciativa del presidente Franklin Delano Roosevelt para discutir sobre el problema de los refugiados judíos víctimas de las políticas discriminatorias del régimen nazi. La discusión giraba en torno a los permisos y cuotas de exiliados judíos que el resto de países estaban dispuestos a tolerar.

Antecedentes

Desde el nombramiento de Adolf Hitler como Canciller de Alemania por el presidente Paul von Hindenburg, el 30 de enero de 1933, la situación de los judíos en los territorios bajo su gobierno pasó a ser muy delicada. Las trabas a la vida de los ciudadanos judíos no harían sino aumentar, de forma paulatina, con el objetivo ideológico de convertir el Reich en un territorio "libre de judíos". Los primeros pasos fueron los boicots a negocios regentados por judíos. Organizados por Julius Streicher y ejecutados por las SA, siempre bajo conocimiento de Hitler y Joseph Goebbels, desde el 1 de abril de 1933 se hizo muy difícil para un ciudadano judío el mantener un negocio en suelo alemán. Pintadas, destrozos, pillajes y violencia física se convirtieron en moneda de cambio en el trato a los comerciantes judíos alemanes, actitud vandálica ampliamente condenada en medios extranjeros. Sin embargo, dentro del Reich este acoso contra los judíos no era mal visto por muchos ciudadanos que, poco a poco, se fueron acostumbrando a él.

El siguiente paso de Hitler fue coartar legalmente a los ciudadanos semitas, retirándoles derechos civiles de forma progresiva. Se aprobaron una larga secuencia de leyes para restringir los derechos laborales de los judíos alemanes, recortando sus derechos de ciudadanía, incluyendo una "Ley para la Restauración del Servicio Civil Profesional" que prohibía de manera tajante a los judíos a trabajar en la administración pública. El colofón a esta escalada de prohibiciones y obstáculos a la población hebrea serían las Leyes de Núremberg, aprobadas durante el séptimo congreso anual del NSDAP (15 de septiembre de 1935). Redactadas por el jurista y político Wilhelm Frick, Ministro del Interior, al dictado de Streicher y Hitler, incluían la "Ley para la protección de la sangre y el honor alemanes" que vetaba las uniones matrimoniales entre alemanes y judíos. Económicamente, se prohibía a los judíos ejercer sus profesiones dentro del territorio alemán, ejercer el comercio u oficios menores. Se prohibió a los alemanes tener judíos en su plantilla de personal. Las propiedades judías fueron devaluadas y vendidas a bajo precio a ciudadanos alemanes "puros".

Esta escalada de marginación social y profesional, aunque también afectaba a gitanos, negros y eslavos, fue letal para los centenares de miles de judíos que vivían en suelo alemán. Por ley del Tercer Reich, se les impedía desarrollar cualquier tipo de actividad de sustento, intentando con ello provocar el exilio de la población judía. El objetivo inicial de la política antisemita nazi no era aniquilar a los judíos físicamente, como lo sería desde 1942, sino intentar forzar a los judíos a dejar el Reich y marcharse a otros países. La situación se hizo insostenible tras el Anschluss (12 de marzo de 1938), al sumarse a los judíos alemanes todos aquellos residentes en Austria, así como los que habían escapado a Austria desde Alemania. Ante el evidente caos y peligro para centenares de miles de judíos que intentaban escapar de un Reich en expansión en el cual no se les permitía vivir, el presidente de Estados Unidos Franklin D. Roosevelt promovió una Conferencia en Evian (Francia) pocos meses después del Anschluss para ver qué se podía hacer con esa población judía y dónde podría ser acomodada.

Delegados y representantes

La conferencia contó con la presencia de delegados de 32 países, asistieron representantes de entidades judías internacionales, como la Agencia Judía, el Congreso Judío Mundial y la Organización Sionista Revisionista. También asistieron diferentes representantes de de organizaciones de ayuda a refugiados y representantes de la Sociedad de Naciones. Fue seguida por periodistas europeos y norteamericanos, además de un corresponsal del diario argentino "La Prensa". Entre los activistas sionistas asistentes estaban Jaim Weizmann y Golda Meir, futuros Presidente y Primer Ministro de del Estado de Israel.

La conferencia

En Evian todas las naciones mostraron en sus discursos una gran solidaridad, simpatía y compasión frente a los refugiados judíos del Tercer Reich. Pero llegaron poco más allá de expresar deseos de que la situación se solucionase. Ningún país mostró intenciones de dar asilo a los judíos, toda vez que se trataba de varios centenares de miles de ciudadanos que alimentar. El antisemitismo era una corriente extendida y, aunque no gustaban las "formas" de Hitler y los nazis, no pocos países apoyaban o comprendían en el "fondo" las medidas anti-judías de Hitler. El control de la población era visto a esas alturas todavía como un anhelo en muchos países y, a pesar de las evidentes implicaciones genocidas de los actos hitlerianos, la mayoría de las democracias mundiales miraron para otro lado.

La Conferencia de Evian fue un rotundo fiasco que, indirectamente, dio a los nazis más munición ideológica. La propaganda nazi, siempre mordaz, hizo notar que resultaba llamativo que las democracias extranjeras criticasen al nazismo por su trato a los judíos pero que, a la hora de la verdad, ninguna de ellas se dignara a darles asilo en sus países. La única aportación real de la Conferencia fue reducir los trámites de salida de Alemania, pero poco más. Algunos países latinoamericanos aceptaron recibir judíos, en muy pequeñas cantidades. La gran mayoría de países no aceptó cobijar a los inmigrantes exiliados. Una honrosa excepción fue la República Dominicana, que mostró disposición de acoger a 100 000 judíos, aunque en la práctica la cifra final fue mucho menor a causa de las dificultades de trámite. Jaim Weizmann, futuro primer Presidente de Israel, declaró a "The Guardian":

"El mundo parece estar dividido en dos partes: Una donde los judíos no pueden vivir y la otra donde no pueden entrar".

Asistentes

Como cualquier reunión diplomática del momento, la Conferencia de Evian se parecía mucho más a unas vacaciones de grandes magnates y nobles que a una reunión política. En el listado de asistentes se aprecia, por un lado, un gran peso de los países de América Latina: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, Guatemala, Haití, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela estaban representados, jugando un papel como posibles destinos de los judíos exiliados del territorio alemán. Por otra parte, las negociaciones fueron llevadas por Estados Unidos, Francia y Reino Unido, junto a sus satélites (Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Bélgica, Países Bajos y Suíza), quienes formaban el núcleo central de la Conferencia. En un tercer grupo estaban representados los estados nórdicos (Dinamarca, Noruega y Suecia). También estuvieron presentes los representantes de la High Commission for Refugees from Germany, Sir Neill Malcolm y su secretario Frederick Ponsonby, Tevfik Erim, Jean Paul-Boncour y su asistente Gabrielle Boisseau, así como los intérpretes y traductores, J. Herbert, Edward Archibald Lloyd, Louis Constant E. Muller y William David McAfee.

Consecuencias

La conferencia sería trascendental para el destino de centenares de miles de judíos en los territorios controlados por los nazis. Las deliberaciones de Evian supusieron dar la espalda al genocidio de forma oficial por parte de las autoridades y gobiernos que podrían haberse organizado para evitar el Holocausto. El resultado de la propia conferencia pone de manifiesto que el antisemitismo no era, en absoluto, una cuestión exclusiva de Alemania, ya que todos los países occidentales mostraban una mayor o menor tendencia a ese sentimiento. Desde luego, ninguno de los países que asistieron a Evian puso de su parte para acoger exiliados judíos, con lo cual todos ellos acabaron propiciando que esos ciudadanos perseguidos no pudiesen escapar del Tercer Reich. Con ello, se colaboró indirectamente en los pasos del futuro Holocausto, empezando por la Noche de los Cristales Rotos que tendría lugar apenas cuatro meses después, y llegando hasta la Conferencia de Wansee (20 de enero de 1942) y la “Solución final”.

Cabe preguntarse hasta qué punto la inacción de los países reunidos en Evian, su absoluto desentendimiento del destino de los judíos europeos amenazados por las políticas nazis, no alentó a Hitler, Himmler y los demás jerarcas a tomar decisiones más drásticas y criminales, toda vez que, en Evian, las democracias demostraron que no les importaba demasiado el destino de los judíos.

Fuentes