Literatura griega

Literatura griega
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Concepto:Literatura de los pueblos de habla griega desde finales del segundo milenio a.n.e. hasta la actualidad

Literatura griega. Es la literatura de los pueblos de habla griega desde finales del segundo milenio a.n.e. hasta la actualidad. Se desarrolló como expresión nacional con escasas influencias exteriores hasta el periodo helenístico y tuvo un efecto formativo en toda la literatura europea posterior.

Los bardos o poetas de la Antigua Grecia compusieron canciones y poemas sobre las hazañas y aventuras de diferentes héroes. Ellos las recitaban en las fiestas con el acompañamiento de instrumentos musicales. Uno de los temas más populares fue la campaña griega contra Troya, ciudad de Asia Menor. Dos largos poemas, la Ilíada y la Odisea, narran esas hazañas. De acuerdo con las leyendas de aquellos tiempos, los cantos y narraciones fueron recolectados y perfeccionados por un famoso poeta ciego llamado Homero, que vivió de los siglos IX al VIII a.n.e. Estos poema han pasado de padres a hijos a través de los años y constituyen importantes obras de la Literatura y de la Historia Universal, que permiten conocer cómo era la vida en la Grecia de aquellos tiempos, por lo que constituyen valiosas fuentes del conocimiento histórico.[1]

Autores como Homero, Esquilo, Sófocles, Eurípides, son parte de los autores de referencia de la literatura occidental y obras como la Iliada, la Odisea, Edipo rey, Medea, forman parte del patrimonio común de toda nuestra literatura.

En los poemas homéricos, tanto en la Ilíada, que relata la guerra de Troya, como en la Odisea que se refiere al período posterior a esta guerra, se reflejan la economía y la organización social del mundo homérico.[2]

Período primitivo

Los escritos del periodo primitivo de la literatura griega son, casi en su totalidad, textos en verso.

Poesía épica

Los primitivos habitantes de Grecia, los pueblos de las civilizaciones egea y micénica, poseyeron una literatura oral compuesta en su mayor parte por canciones que hablaban de las guerras, las cosechas y los ritos funerarios. Los helenos se apropiaron de estas canciones en el segundo milenio a.n.e. y, aunque no se conserva ningún fragmento, los cantos de los aedos dedicados a los héroes prefiguran la poesía épica.

La épica griega alcanzó su máximo esplendor con la Iliada y la Odisea de Homero, aunque se cree que pueden ser obra de una sucesión de poetas que vivieron a lo largo del siglo IX a.n.e. Escritos en dialecto jónico con mezclas eólico, la perfección de sus versos hexámetros dáctilos indica que los poemas son la culminación, más que el principio, de una tradición literaria. Los poemas épicos homéricos se difundieron en las recitaciones de cantores profesionales que, en sucesivas generaciones, alteraron el original, actualizando el lenguaje. Esta tradición oral se mantuvo durante más de cuatro siglos.

Otros acontecimientos míticos y heroicos que no se celebran en la obra homérica o que no se narran en su totalidad, se convirtieron en el argumento de varios poemas épicos posteriores, algunos de cuyos fragmentos se conservan. Un grupo de estos poemas épicos, compuestos entre 800-550 a.n.e., por un número indeterminado de poetas conocidos como poetas cíclicos, tratan de la guerra de Troya y la expedición de Los Siete contra Tebas.

Hesíodo

Entre los poetas épicos conocidos, casi todos posteriores, se cuentan Pisandro de Rodas, autor de la Heracleia, que trata de las hazañas del héroe mitológico Hércules; Paniasis de Halicarnaso, que escribió una obra también llamada Heracleia, de la que sólo se conservan algunos fragmentos, y Antímaco de Colofón o Claros, autor de la Tebas y considerado fundador de la llamada escuela de poesía épica. Antímaco influyó poderosamente en los poetas épicos alejandrinos posteriores.

La crítica textual contemporánea ha establecido que varias de las obras atribuidas en un principio a Homero son de autoría posterior. Las más tempranas son, probablemente, los llamados 34 himnos homéricos, fechados entre el 700 y el 400 a.n.e., una magnífica serie de himnos a los dioses escritos en hexámetros dactílicos. Entre otros poemas semejantes destaca la burlesca Batracomiomaquia.

Poco después de Homero, el poeta Hesíodo escribió su obra principal, Los trabajos y los días, compuesta también en dialecto jónico con algunas mezclas de eólico. Es el primer poema griego que abandona la leyenda o el mito para centrarse en la vida cotidiana, las experiencias y pensamientos de un granjero beocio. La Teogonía, normalmente atribuida a Hesíodo, aunque algunos críticos la consideran posterior, narra el nacimiento del orden a partir del caos y el de los dioses.

Poesía lírica

El dístico elegíaco se popularizó en toda Grecia durante el siglo VII a.n.e. y se utilizó en composiciones de todas clases, desde canciones fúnebres a canciones de amor. El primer autor conocido de elegías fue Calino de Éfeso. Otros famosos poetas elegíacos primitivos fueron Tirteo de Esparta, Mimnermo de Colofón, Arquíloco de Paros, Solón —el primer poeta ateniense— y Teognis de Megara.

Se cree que el creador del verso yámbico fue Arquíloco, que lo utilizó ampliamente en sátiras mordaces. Solón y muchos otros poetas también lo usaron en poemas reflexivos. Puesto que representa los ritmos de la antigua habla griega con mayor fidelidad que ningún otro metro, el verso yámbico empezó a emplearse también en el diálogo de las tragedias, en la forma de trímetro yámbico. Las fábulas de Esopo se escribieron originalmente en trímetros yámbicos, aunque los textos que han llegado hasta nuestros días datan de mucho tiempo después.

La lírica, propiamente dicha, procede de canciones acompañadas de la lira, y en la antigua Grecia había dos tipos principales, la personal y la coral.

La lírica personal se desarrolló en la isla de Lesbos. El poeta y músico Terpandro, que había nacido en Lesbos pero que vivió casi toda su vida en Esparta, está considerado como el primer poeta lírico griego porque fue el que antes compuso música y poesía. La mayor parte de sus poemas eran nomos o himnos litúrgicos en honor de Apolo, y cantados por un solo intérprete acompañado de la lira.

Después de Terpandro aparecieron en el siglo VII a.n.e. los grandes poetas de Lesbos. Los poemas líricos de Alceo, inventor de la estrofa alcea, hablan de temas políticos, religiosos e intimistas. Safo, la poetisa más importante de la antigua Grecia, creó la estrofa sáfica aunque escribió también en otras formas líricas. Sus poemas de amor y amistad se encuentran entre los más apasionados y mejor trabajados de la tradición occidental. Los poetas lésbicos, así como varios poetas líricos posteriores de otras ciudades griegas, compusieron en dialecto eólico.

En el siglo VI a.n.e., el poeta Anacreonte escribió alegres poemas sobre el vino y el amor en varios metros líricos; sus obras posteriores, similares en tono y tema, se conocen como anacreónticos. También escribió dísticos (pareados) elegíacos, epigramas y poemas en metros yámbicos.

La lírica coral surgió en el siglo VII a.n.e. obra de poetas que escribieron en dialecto dórico, dominante en la región de Esparta, y que se utilizó incluso en épocas posteriores cuando los poetas de otros lugares de Grecia adoptaban este género lírico. Los poetas espartanos fueron los primeros en escribir de esta forma canciones para celebraciones públicas religiosas. Más tarde lo hicieron para celebrar triunfos personales, como, por ejemplo, una victoria en los juegos olímpicos.

Taletas, que viajó de Creta a Esparta para sofocar una epidemia con himnos corales a Apolo, fue probablemente el primer poeta lírico coral. Le siguieron Terpandro, que escribió tanto poemas líricos intimistas como corales; Alcmán, autor sobre todo de partheneia, es decir, himnos procesionales corales cantados por un coro de doncellas y de carácter parcialmente religioso, de tono más ligero que los himnos a Apolo; y Arión, posible creador del ditirambo (forma poética en honor a Dioniso) y del estilo trágico, que se utilizó ampliamente en el drama griego.

Entre los grandes escritores posteriores de poemas líricos corales se encuentran el poeta siciliano Estesícoro, contemporáneo de Alceo, que introdujo la forma ternaria de la oda coral, consistente en series de grupos de tres estrofas; Íbico de Reggio, autor de un largo fragmento que se conserva de una oda coral ternaria y de poemas líricos personales eróticos; Simónides de Ceos, cuya lírica coral incluye epinicia, u odas corales en honor de los vencedores en los juegos olímpicos, encomia, o himnos corales en honor a personas concretas, y cantos fúnebres, además de poemas líricos personales que incluyen epigramas; y [Baquílides de Ceos], sobrino de Simónides, que escribió epinicios, de los que se conservan trece, y ditirambos, cinco de los cuales han llegado hasta la actualidad.

La lírica coral alcanzó su apogeo hacia mediados del siglo V a.n.e. en las obras de Píndaro, que escribió muchos poemas de este género en todas las formas, incluyendo himnos, ditirambos y epinicios. Se conserva cerca de la cuarta parte de su obra, principalmente epinicios con la estructura triádica creada por Estesícoro. Las tragedias de la época incluyen muchas odas corales importantes.

Otras formas

Otro género que se desarrolló en el siglo VI a.n.e. fue un tipo de poema filosófico relacionado con la épica y escrito por filósofos griegos como Empédocles, Jenófanes y Parménides. Los primeros textos en prosa que han llegado hasta nuestros días datan de finales del siglo V a.n.e.; los más interesantes, sin ninguna duda, son los dedicados a la medicina atribuidos al médico Hipócrates.

Período ático (Siglos VI- IV a.n.e)

Esquilo

El drama se desarrolló en Atenas durante el siglo VI a.n.e. En su forma primitiva, consistió en un coro de hombres que cantaban y bailaban odas corales. Más tarde, se añadió un actor que dialogaba con el coro.

La tragedia

La tragedia, tal y como hoy se la conoce, se cree que fue creada en el siglo VI a.n.e. por el poeta ateniense Esquilo, que introdujo el papel de un segundo actor, aparte del coro. Sus tragedias, cerca de 90, versan sobre temas tan excelsos como la divinidad y las relaciones de los seres humanos con los dioses. Únicamente siete de sus obras han llegado hasta hoy, entre ellas Prometeo encadenado, que narra el castigo de Zeus al titán Prometeo, y la Orestiada, trilogía que retrata el asesinato del héroe griego Agamenón por su mujer, el de ésta por su hijo Orestes y el posterior destino de Orestes.

El segundo de los grandes trágicos griegos fue Sófocles. La admirable construcción de sus tramas y la manera en que sus temas y personajes despertaban al mismo tiempo piedad y temor, llevaron a Aristóteles y a otros críticos griegos a considerarle como el mejor autor de tragedias. Su Edipo rey constituye un epítome del género trágico. De las más de cien obras que escribió Sófocles, sólo se conservan siete tragedias, una obra satírica y más de mil fragmentos. Fue el primero en introducir el tercer actor en la escena, innovación que más tarde adoptaría Esquilo.

Eurípides

Eurípides, coetáneo de Sófocles, fue el tercer gran autor de teatro. Escribió cerca de 92 obras, de las que se conservan 17 tragedias y una obra satírica completa, Los cíclopes. Se le considera más realista que sus predecesores, especialmente en la agudeza psicológica de sus personajes, por lo que para algunos críticos es el dramaturgo griego más moderno. Entre sus obras principales sobresale Medea, cuyo argumento gira en torno a la venganza llevada a cabo por la hechicera Medea contra su marido Jasón; e Hipólito, que trata del amor de Fedra por su hijastro Hipólito y su destino tras ser rechazada.

La comedia

Uno de los más grandes poetas cómicos fue Aristófanes, cuya primera comedia, Daitaleis, hoy perdida, data del 427 a.n.e. Empleando la sátira dramática, ridiculizó a Eurípides en Las ranas y a Sócrates en Las nubes. Estas obras representan la antigua comedia de la literatura griega.

La comedia griega posterior se divide en dos grupos, la comedia media (400-336 a.n.e.) y la comedia nueva (336-250 a.n.e.). En la media, ejemplificada por las dos últimas obras de Aristófanes, La asamblea de las mujeres y Pluto, ambas escritas entre 392 y 388 a.n.e., la sátira personal y política se reemplaza por la parodia, la ridiculización de los mitos y la crítica literaria y filosófica. Los principales autores de la comedia media fueron Antífanes de Atenas y Alexis de Thruil. Sólo se conservan fragmentos de sus obras.

En la comedia nueva, la sátira se sustituye por la comedia social, con tramas y personajes cotidianos y familiares, y temas de amor romántico. El principal autor de esta comedia nueva fue Menandro, cuya influencia alcanzó a los dramaturgos latinos de los siglos III y II a.n.e., sobre todo a Plauto y Terencio. Se conservan una obra completa de Menandro, El tacaño, y fragmentos de otras.

La historia

El primer historiador griego, Heródoto, escribió una crónica de las guerras persas (500-449 a.n.e.) en dialecto jónico. Su principal obra, Historias, es apreciada por su rica información sobre la Grecia antigua, así como por su estilo sugestivo. Tucídides fue el primer gran escritor ático de prosa, y con su Historia de la guerra del Peloponeso se ha ganado el título de primer historiador crítico.

Las principales obras literarias del historiador y soldado Jenofonte fueron Anábasis, un relato de los mercenarios griegos que trataron de escapar de Persia; Memorabilia, una refutación de los cargos aportados contra Sócrates, junto con impresiones personales en forma de diálogo sobre su carácter y su filosofía; y Hellenica, en la que Jenofonte prosigue la historia de los griegos en el punto en que Tucídides la dejó. Un historiador posterior, Timeo, escribió una historia de Sicilia y se tiene noticia de que inventó el método de calcular el tiempo en las Olimpiadas.

La oratoria

La prosa ática alcanzó su máxima expresión en las obras de los oradores atenienses. Antifón, profesor de retórica, es uno de los primeros cuyas obras se conservan. El orador Lisias empleó un estilo sencillo y directo, desprovisto de recursos retóricos. Se cree que escribió un discurso para que Sócrates lo utilizara en su proceso (399 a.n.e.). Los discursos de Isócrates, por otra parte, son obras literarias concebidas más para ser leídas que habladas. Las obras de Demóstenes suponen la rotunda perfección de la oratoria griega. Empleando todos los recursos del lenguaje, creó discursos que se convirtieron en modelos para los oradores posteriores.

La filosofía

Los dos principales escritores de filosofía del periodo ático fueron Platón y Aristóteles. Platón desarrolló ciertos aspectos de la filosofía de Sócrates y expresó, en forma de diálogos escritos, el pensamiento filosófico que más tarde se denominó idealismo. Los Diálogos de Platón no sólo son grandes obras filosóficas, sino también obras maestras de la literatura, llenas de poesía y dramatismo. El estilo de su prosa es uno de los más clarividentes y bellos de la literatura griega.

Aristóteles, discípulo de Platón, escribió un gran número de obras sobre lógica, metafísica, ética, retórica y política. Algunos eruditos clásicos consideran que se trata de notas tomadas por los estudiantes de las clases que Aristóteles daba en el Liceo, su escuela de Atenas. De su crítica literaria sólo se conservan fragmentos sobre la tragedia, la poesía épica y la retórica.

Período helenístico (323-146 a.n.e.)

Tras las conquistas de Alejandro III el Magno en el siglo IV a.n.e., la cultura griega se expandió por un amplio imperio. La más destacada entre las muchas escuelas de literatura que se crearon y la mayor biblioteca de la antigüedad se localizaron en la ciudad de Alejandría, en Egipto.

La poesía

Una de las más admirables poéticas alejandrinas pertenece a Calímaco de Cirene, director de una escuela en Alejandría y su principal bibliotecario. Calímaco está acreditado como autor de más de 800 volúmenes, cada uno de ellos con muchas obras de las que se conservan sólo seis himnos, 64 epigramas y unas pocas elegías, además de otros poemas. Junto con sus seguidores, perfeccionó el empleo del epilio, un poema corto en hexámetros con tema épico narrativo. Además de perfeccionar el epigrama, que más tarde adoptarían sus discípulos romanos, desarrollaron el poema didáctico literario y el pastoral.

El poeta siciliano Teócrito, que escribió la mayor parte de su obra en Alejandría y que está considerado por muchos críticos como el más grande de los poetas alejandrinos, escribió dilios, una serie de poemas pastorales que fueron imitados por sus sucesores, como Bión de Esmirna, entre cuyos poemas conservados se encuentra el famoso Lamento por Adonis, y el poeta también siciliano Mosco, que escribió el poema épico Europa y composiciones pastorales.

La prosa

Posiblemente, la obra más importante del periodo helenístico fue realizada por sabios, científicos y eruditos, en particular por el médico Herófilo, el anatomista Erasístrato, los astrónomos Hiparco de Nicea, Claudio Tolomeo y Aristarco de Samos (el primero que sostuvo que la Tierra giraba alrededor del Sol) y el matemático, astrónomo y geógrafo Eratóstenes, que midió la circunferencia de la Tierra.

Período grecorromano (siglo II-siglo IV)

Después de que los romanos conquistaran Grecia en el 146 a.n.e., el historiador griego Polibio escribió una crónica de la conquista y, un siglo más tarde, el geógrafo Estrabón recopiló su Geografía, un estudio sistemático de lugares, animales y temas de interés.

A finales del siglo I y comienzos del II, Plutarco redactó sus famosas Vidas paralelas, en las que se entremezclan biografías de griegos y romanos famosos. Más adelante, en el siglo II, Galeno, el médico más importante de la antigüedad, escribió obras que sentaron los fundamentos de la medicina moderna.

Los primitivos escritores cristianos que transcribieron y reunieron el Nuevo Testamento utilizaron una variedad de la koiné ('común', en griego), la lengua cortesana y literaria de la Grecia helenística. El dialecto koiné es distinto del que emplearon los escritores griegos clásicos y sus continuadores, los llamados aticistas, el mejor de los cuales fue el satírico Luciano, autor de Diálogos de los muertos, Diálogos de los dioses y sus cómicas Historias verdaderas.

Según los eruditos modernos, el prototipo de la novela se desarrolló probablemente en Grecia antes del siglo II. Se cree que los fragmentos más importantes que se conservan de una primitiva novela griega, los de la llamada Romance de Ninos, y que tratan del amor de Ninos, fundador legendario de Ninevoli, son del siglo I a.n.e. Se conservan cinco novelas griegas completas que se escribieron después del año 100 y antes del 300: Caritón, considerada como la primera de las cinco; Etiópicas o Teágenes y Cariclea (de principios del siglo III), del hábil escritor Heliodoro de Emesa; Dafnis y Cloe, de Longo, el más conocido y probablemente el mejor de estos novelistas; Efesíacas (o Antea y Habrócomes, sus protagonistas), de Jenofonte de Éfeso, el menos dotado; y Leucipa y Clitofonte (anterior al año 300) de Aquiles Tacio, considerada la última de las cinco. Todas narran historias de amor y aventura en las que matrimonios o amantes virtuosos son separados y, tras afrontar múltiples peligros, acaban por reunirse.

La filosofía estoica estuvo representada por los escritos de Epicteto y Marco Aurelio Antonino; los neoplatónicos estuvieron su mejor representante en Plotino. Algunos de los mejores versos de este periodo son los epigramas anónimos de la Antología griega, recopilación de poesía y prosa griegas que cubre casi 2.000 años; se compone de dos libros reunidos en los siglos X y XIV, que se conocen, respectivamente, como la Antología Palatina y la Antología Planudean.

Período bizantino (de mediados del siglo IV al XV)

Desde el comienzo del reinado de Constantino en el año 323, hasta la caída del imperio Oriental en 1453, la literatura griega careció del carácter homogéneo de los periodos primitivos y estuvo muy influenciada por elementos tanto latinos como orientales. La mayor parte de los escritos de esta época son teológicos y atacan las diversas herejías que surgieron durante el primer milenio de la era cristiana. Así, san Atanasio arremetió en el siglo IV contra el arrianismo y, más tarde, Anastasio de Antioquía y León de Bizancio (siglo VI) atacaron a los monofisitas.

Los padres capadocios (san Basilio de Cesarea, san Gregorio de Nisa y san Gregorio de Nacianceno) fueron importantes escritores y teólogos, y sus ideas tuvieron una gran repercusión. En el siglo VIII, el último de los grandes teólogos griegos, san Juan de Damasco, escribió obras polémicas contra los iconoclastas, así como uno de los primeros libros del dogma cristiano, La fundación del conocimiento. Simeón Metafrastes destaca como editor de los Hechos de los mártires, en los que revisa y compara relatos anteriores de la vida de los santos. Romanus Melodus y los primeros padres de la Iglesia compusieron numerosos himnos, sobre todo san Gregorio de Nicianzo y Cosmas de Jerusalén.

La influencia eclesiástica hizo que decayera la literatura secular. Sin embargo, hubo un importante poema histórico y legendario, la notable epopeya popular Digenes Akritas (siglos X-XI), que fue difundido por transmisión oral hasta que se escribió (se conservan textos de los siglos XV y XVI). También son importantes desde un punto de vista literario los historiadores, críticos y filósofos bizantinos. Cabe destacar entre los historiadores a Procopio, el emperador Constantino VII Porfirogéneta, Miguel Pselo, Ana Comneno, Georgius Pachymeres y Juan VI Cantacuzene.

El más significativo de los críticos fue Focio, cuyos epítomes de 280 obras clásicas, que todavía existían en el siglo IX, nos han permitido conocer lo que de otra forma podría haberse perdido para siempre. En el siglo XII, Eustaquio de Tesalónica escribió un comentario sobre las obras de autores clásicos, entre los que se encontraban Hesíodo, Píndaro y los trágicos griegos. Entre los filósofos bizantinos destaca Georgio Gemisto Pletho, que introdujo la filosofía platónica en el renacimiento italiano.

Período moderno

La cuarta Cruzada, emprendida en 1204, provocó una horda de invasores francos que se establecieron en el centro y sur de Grecia adoptando títulos como duques de Atenas o barones de Tebas. Como resultado de esta ocupación, apareció una importante obra literaria, La crónica de los Morea (siglo XIV), un largo poema épico en verso griego, que probablemente fue escrito por un francés de habla griega. El poema es importante por la belleza de su poesía, su fuerza dramática y el fácil fluir de un idioma coloquial vivamente descriptivo.

A mediados del siglo XV, los turcos otomanos conquistaron el Imperio bizantino y el resto de las colonias francas en Grecia, por lo que la literatura griega se eclipsó. Hasta el final del siglo XVIII sólo siguió cultivándose en la periferia del mundo griego, lejos del Imperio otomano.

Escritos cretenses

Creta, dominada por los venecianos, fue el centro literario de Grecia durante los siglos [[XVI] y XVII. Los dramas que se escribieron en este periodo, como Erofili, de Yeoryos Jortatsis, imitaron ampliamente los modelos italianos. Dos de las obras cretenses más importantes aparecieron en este periodo, ambas en griego demótico o coloquial: el poema romántico Erotócritos, de Vitsentzos Cornaros, hoy elevado por algunos a poema épico nacional, y el Sacrificio de Abraham (1635), un drama psicológico de relaciones familiares, de autor desconocido, quizá Cornaros.

En esta época se escribió un gran número de canciones populares, incluyendo el poema pastoril La bella pastora, del que se publicó una famosa versión en 1627. La composición de este tipo de canciones fue abundante en Chipre y en las islas egeas.

La floreciente escuela cretense se extinguió en el siglo XVII con la conquista de la isla por los turcos. Las baladas de los cleftes, sin embargo, sobrevivieron hasta el siglo XVIII; se trata de las canciones de los combatientes griegos de las montañas que sostuvieron una guerrilla contra los turcos.

Griego clásico frente a demótico

Hacia finales del siglo XVIII, los sueños de libertad se convirtieron en un objetivo para el pueblo griego. Los patriotas y los poetas escribían copiosamente, en medio de un problema lingüístico que afectó a la literatura griega durante décadas. Bajo la dominación turca, la Iglesia se encargó de la educación. La enseñanza era conservadora y el lenguaje utilizado mantuvo formas antiguas del griego bizantino. Muchos de los patriotas griegos que escribían en el extranjero, pensando que la antigua Hellas estaba a punto de alzarse de sus cenizas, obligaron al idioma moderno a adoptar modelos antiguos. Adamantios Coraís, un experto clasicista que vivía en París, propuso el uso de una lengua combinada que no fuera ni antigua ni moderna.

La dicotomía de la lengua se puede seguir fácilmente a través de la poesía. Desde la edad media floreció una rica poesía popular que se transmitió oralmente. Estaba escrita en griego demótico, lengua natural para la narrativa y el verso lírico. Sin embargo, en el siglo XVIII, algunos poetas retomaron la tradición clásica. Entre ellos se encontraban Constantinos Rigas y Iacovakis Risos Nerulos. En el siglo XIX varios poetas continuaron la tradición clásica, como Aléxandros Risos Rangavis, poeta, historiador y novelista. En el siglo XIX los poetas tendieron cada vez más a emplear el griego demótico, más expresivo, y durante décadas se vivió una feroz controversia.

Actualmente se emplea el griego demótico en la literatura, mientras que para la escritura técnica y científica se utiliza otra forma de griego más clásico.

La literatura del movimiento de liberación

En las primeras décadas del siglo XIX la literatura, sobre todo la poesía, fue en su mayor parte patriótica. Los versos entusiastas del líder de la escuela jónica de poesía, Dionisios Solomós, animaron a la nación a liberarse del cautiverio turco. Su admirable Himno a la libertad (1823) se ha convertido en el himno nacional griego. Posiblemente, el mejor poeta de la escuela jónica fue Andreas Calvos, un gran erudito clásico, autor de emocionantes poemas, escritos en una lengua original, mezcla de demótico y de arcaísmos, en cuya armoniosa textura resuenan los antiguos himnos griegos.

Cuando Grecia alcanzó la independencia en 1832, la literatura cobró un renovado vigor, expresando el espíritu de un pueblo muy cohesionado. Entre los narradores del siglo XIX más importantes destacan Emmanuel Roídis, satírico, crítico literario e importante traductor de autores ingleses y franceses, cuya primera obra fue la novela Pápisa Ioana (1865). Aléxandros Papadiamandis, novelista y autor de cuentos, trazó retratos líricos de la vida de los pueblos y escenarios isleños. Su obra carece por completo de influencias foráneas. En 1913, se publicó una recopilación de sus mejores historias, Orillas rosas. Otro autor de inspiración griega pura es el escritor jónico de cuentos Aryiris Eftaliotis. Su obra más conocida es Historias isleñas, 1897.

Entre los poetas del siglo XIX del periodo posterior a la liberación destacó Aristotelis Valaoritis, famoso por el vigor de sus imágenes descriptivas en griego demótico. Otro importante autor de este periodo, el poeta simbolista Ioannes Papadiamandópulos, escribió en francés con el nombre de Jean Moréas y ejerció una influencia considerable en poetas jóvenes, como Constandinos Hadsópulos, también un gran escritor de ficción, y Miltiades Malacasis, que empezó su carrera escribiendo en francés pero pronto volvió al griego. También destaca Yeoryos Suris, un gran satírico político en la mejor tradición de Aristófanes. Suris publicó en verso un diario semanal que constituye un vivo y cáustico comentario de los asuntos públicos.

Los primeros dramaturgos griegos importantes del siglo XIX, Dimetrios Vernadakis y Spiridon Vasiliadis, escribieron a la manera clásica. Ioannis Cambisis escribió en lengua vernácula dramas realistas y satíricos sobre la vida ateniense. Influenciado por el realismo ruso, el novelista y autor de teatro Spiros Melas escribió los dramas Hijo de la sombra (1907) y La casa en ruinas (1908). Las obras de Grigorios Xenópulos, especialmente Stella Violanti (1909), denotan la influencia del dramaturgo noruego Henrik Ibsen.

Poesía moderna

Uno de los poetas más populares de la primera parte del siglo XX fue Yeoryos Drosinis. Drosinis empezó escribiendo en dialectos literarios, pero más tarde adoptó y propugnó el empleo de la lengua vernácula. Entre sus libros de poemas destacan Tinieblas luminosas (1915) y Párpados cerrados (1917). Coetáneo de Drosinis, Kostís Palamás está catalogado por los críticos como uno de los poetas más importantes de Europa; algunos de sus mejores poemas están en el libro Vida inamovible (1904). Su largo poema La flauta del rey (1910) relata episodios de la historia bizantina. Su obra maestra, el poema épico El dodecálogo del zíngaro (1907) expresa las esperanzas y aspiraciones del pueblo griego.

En general, los críticos están de acuerdo en que Constandinos Cavafis es la gran figura literaria de la Grecia moderna. Su obra cuenta con el reconocimiento mundial. Nació y vivió la mayor parte de su vida en Alejandría (Egipto). A comienzos del siglo XX, antes de la ocupación inglesa, la ciudad era el centro de la cultura griega, y este ambiente conforma el escenario de sus nostálgicos poemas históricos. Tanto sus poemas eróticos como los que evocan las conmovedoras tragedias humanas de la antigüedad están henchidos de una melancolía que recuerda a Charles Baudelaire. “Voces”, (anterior a 1911), por ejemplo, es un impresionante poema sobre el emperador romano Nerón, que yace dormido mientras las furias se acercan acosando al malvado. Cavafis escribe sus versos en una armoniosa y lírica mezcla de griego demótico y literario.

También es digno de mención Ánguelos Sikelianós, cuya poesía muestra influencias de Píndaro. Fue uno de los primeros poetas griegos en escribir en verso libre demótico, que recuerda mucho el estilo de los antiguos poemas líricos y odas corales. Entre sus mejores obras cabe citar Aphierosi (1922), el drama poético Cristo en Roma (1946), Muerte de Diyenís Acritas (1948) y Vida lírica (3 vols., 1947), una recopilación de poemas líricos. Junto con su esposa de origen estadounidense, Eva Palmer (1885-1952), Sikelianós organizó el Festival Délfico en Atenas y la impresionante producción y dirección de las obras de Esquilo en el santuario de Apolo en el monte Parnaso.

Prosa moderna

Uno de los escritores griegos del siglo XX más conocidos internacionalmente fue Nicos Kazantzakis, novelista y poeta de Creta, cuya obra, escrita en su mayor parte con su propia adaptación del dialecto cretense, ha sido traducida a varios idiomas. La más famosa es Odisea (1938), largo poema épico que comienza donde termina la Odisea de Homero. Entre sus novelas más populares y traducidas, están Zorba el griego (1943), que más tarde inspiró una película (Michael Cacoyannis, 1964) y un musical, y La última tentación de Cristo (1948), también llevada al cine por Martin Scorsese en 1988.

Otro de los escritores que también contribuyeron a elevar la literatura de este periodo es Ilías Venesis, un maestro del estilo y de la descripción realista, autor de Calma (1939) y Tierra de Eolia (1943).

Stratis Mirivilis, novelista de un gran encanto romántico, escribió Maestra de ojos dorados (1932), sobre la I Guerra Mundial, Llamas pequeñas (1942) y La virgen de la sirena (1955).

Pandelis Prevelakis, dramaturgo, novelista, ensayista, poeta y antiguo seguidor de Kazantzakis, escribió obras dramáticas como En las manos de un Dios vivo (1955) y Dos dramas cretenses (1971); su poesía completa se publicó en 1969.

Cosmás Politis, un consumado estilista que combina el romanticismo del siglo XIX con la realidad del siglo XX, ha demostrado ser un idealista con una honda perspicacia sobre los personajes femeninos. Entre sus novelas más importantes se encuentran El limonar (1928), Hekate (1933) y Eroica (1938).

Yorgos Zeotocás, novelista y dramaturgo, fue durante un tiempo director del Teatro Nacional de Grecia. Entre sus obras destacan El demonio (1938), un análisis del temperamento griego moderno, la novela Leonís (1940) y dos volúmenes en los que recopila sus obras de teatro (1944 y 1947).

Uno de los escritores griegos contemporáneos más importantes es I. M. Panayotópulos, poeta, novelista, ensayista, crítico de literatura y arte, y cronista de sus viajes. Entre sus más de treinta libros publicados destaca Cautivo (1951), una historia que transcurre entre los días anteriores a la guerra y la ocupación alemana en Grecia.

Tendencias posteriores a la II Guerra Mundial

Durante la II Guerra Mundial y toda la posguerra, muchos escritores reflejaron la participación del pueblo griego en la lucha por su supervivencia. Zemos Cornarós describe en Haidari (1946) los intentos de los soldados alemanes durante la II Guerra Mundial por romper la moral de los prisioneros griegos. Se escribieron otras obras documentales de gran valor literario sobre la resistencia griega, así como varios poemas patrióticos sobre la guerra civil.

Entre los novelistas que continuaron la obra de Nicos Kazantzakis después de su muerte en 1957, se encuentran Vassilis Vasilicós, autor de más de veinte novelas. La más conocida es Z (1966), traducida a muchos idiomas y llevada al cine por Costa-Gavras, con guión de Jorge Semprún. La obra trata del asesinato del senador izquierdista Lambrakis y es una condena de las tácticas violentas de políticos y militares que propiciaron el golpe de Estado de los coroneles en Grecia en 1967, promovido por Georgios Papadopoulos.

En la década de 1950 varios novelistas comenzaron a alejarse del tema de la guerra y sus consecuencias. Stratis Tsírcas describió la vida de los griegos exiliados en Egipto en su trilogía Ciudades a la deriva, que incluye El Club (1960), Ariagni (1962) y El murciélago (1965). Antonis Samarakis escribió sobre individuos atrapados bajo la presión de la sociedad moderna, como en El fallo (1965). Galatia Sarandi se enfrenta a la angustia psicológica actual de las mujeres y Nestoras Matsas ha escrito sobre los judíos griegos durante la guerra.

Terminada la guerra surgió en Grecia un vigoroso grupo de poetas. Su modernismo no perjudicó, sino que más bien enriqueció y continuó la antigua tradición de sentimiento nostálgico, que se expresa en renovadas formas. Yeoryos Seferis, cuyo simbolismo evocador, serena sugerencia y pincelada nostálgica despiertan el pensamiento y las emociones, ganó el Premio Nobel en 1963. El zorzal (1914) es una de sus obras más significativas.

La primera obra de Yannis Ritsos, Tractor, data de 1934, y en 1961 reunió en dos volúmenes sus obras. Más recientes son sus poemas Dieciocho canciones llanas de la patria amarga (1974). Odiseas Elitis, nacido en Creta, pintor y traductor además de poeta, es uno de los pocos surrealistas de la literatura griega. Su tema principal es la redención de los seres humanos a pesar de todos los obstáculos; su obra transmite la luz especial y los aspectos arquitectónicos del paisaje griego. Sus obras principales incluyen El sol primero (1943) y Dignum est (1959), título sacado de las primeras palabras de un salmo. En 1979 le fue concedido el Premio Nobel.

Nicos Poulantzas (1936-1979) fue un sociólogo político marxista greco-francés . En la década de 1970 Poulantzas se hizo conocido junto a Louis Althusser, como uno de los líderes del marxismo estructural y, aunque al principio era leninista, acabó apoyando el eurocomunismo. Su trabajo más conocido es su teoría del estado. También realizó contribuciones marxistas al análisis del fascismo las clases sociales en el mundo contemporáneo y la caída de las dictaduras de Europa del Sur en la década de 1970 (Franco en España, Salazar en Portugal y Papadopoulos en Grecia). En 1979 se suicidó, lanzándose del 22o piso de la Torre de Montparnasse de Paris abrazado a sus libros.

Dimitris P. Kraniotis (en griego Δημήτρης Π. Κρανιώτης), (nació en Stomio - Larissa, Grecia en 1966) es un poeta griego, un médico especialista en Medicina Interna (Internista), Doctor en Literatura (Litt.D.), Presidente de la Sociedad Mundial de Poetas (W.P.S.) y miembro de organizaciones literarias: Sociedad de Escritores Griegos, Sociedad Internacional de Escritores Griegos, Sociedad Griega de Escritores Médicos, Unión de Escritores y Poetas de Larissa (Vicepresidente anterior y Presidente por un periodo), Academia Mundial de Arte y Cultura (WAAC), Congreso Mundial de Poetas (WCP), Unión Internacional de Poetas Laureados (UPLI), Asociación Internacional de Escritores y Artistas (IWA), Union Mundial de Escritores Medicos (UMEM), Sociedad Internacional de Poetas, Academia de Poetas Americanos, Sociedad de Poesía de America (PSA) y Poetas del Mundo (Chile).

El teatro, que no se cultivó hasta el final de la II Guerra Mundial, empezó a revalorizarse a partir de la década de 1950. En contraste con las tragedias de Sikelianós y Kazantzakis, inspiradas en la antigüedad y en la época bizantina, las obras de los jóvenes escritores abordan los problemas de la actualidad.

Referencias

  1. Martínez Matún, Victoria y Bárbara Rafael Vázquez. Historia del Mundo Antiguo: Grecia y Roma. Quinto Grado. Editorial Pueblo y Educación. Ciudad de La Habana.
  2. Daisy Fariñas, María. Historia del Mundo Antiguo. Editorial Pueblo y Educación. Ciudad de La Habana, 1985

Fuentes