Expedición Naval de Flor Crombet y Antonio Maceo
|
Expedición Naval de Flor Crombet y Antonio Maceo. Expedición dirigida por el Partido Revolucionario Cubano (PRC). Organizada y comandada por el General Flor Crombet como jefe de mar y que trajo al Mayor General Antonio Maceo como jefe de tierra, junto a otros 21 expedicionarios para sumarse a la revolución armada.
Sumario
Antecedentes
La estrategia martiana para la guerra necesaria planteaba una contienda rápida, con un costo económico y humano bajo, en la que, según las experiencias adquiridas durante la Guerra Grande, las expediciones militares a Cuba jugaran un importante papel, trasladando pertrechos, combatientes y sobre todo, líderes reconocidos de las contiendas anteriores, que movilizaran a los cubanos a derrocar al régimen colonial.
El Plan de la Fernandina
El Plan de La Fernandina, cuidadosamente organizado por Martí, debió traer a Cuba a los más reconocidos líderes independentistas, tales como Máximo Gómez, el propio Martí, José y Antonio Maceo, Flor Crombet, Mayía Rodríguez, Serafín Sánchez y Carlos Roloff Mialovsky entre otros, de manera coincidente con el levantamiento armado que se produciría en varias localidades orientales, villareñas y del sur de Matanzas, lo que pondría en jaque a las autoridades coloniales y encendería la llama libertaria en todo el país.
Este ambicioso y detallado plan falló por una indiscreción que permitió que las autoridades norteamericanas lo abortaran, perdiéndose el factor sorpresa, pero este fracaso no pudo evitar el inicio de la guerra, porque, a poco más de un mes, el 24 de febrero de 1895, se produjo el inicio de la lucha armada con levantamientos simultáneos en más de 35 localidades de toda la Isla, aunque los importantes jefes militares que se encontraban en el extranjero no pudieron entrar en combate de inmediato, por lo que Martí hizo con urgencia los reajustes necesarios para traerlos.
Antonio Maceo
Maceo fue uno de los líderes independentistas más destacados de la segunda mitad del siglo XIX en América Latina, era considerado todo un maestro en el empleo de la táctica militar, fue combatiente por excelencia y jefe de elevado prestigio. Guerrero incansable, enfrentó al enemigo con ímpetu y bravura. Martí consideraba vital para el buen desempeño de la guerra que preparaba su participación y la de Máximo Gómez.
Desde inicios de 1891 Maceo se había radicado en Costa Rica con el propósito de constituir una colonia agrícola, la que, integrada por cubanos interesados en continuar la lucha debería servir de base de operaciones para sus actividades revolucionarias. En esta colonia, llamada Nicoya y situada en la provincia de Guanacaste, se reunieron José Maceo, Flor Crombet, Agustín Cebreco y Enrique Loynaz del Castillo entre muchos otros. El propio Martí la visitó en su condición de Delegado del Partido Revolucionario Cubano para coordinar la futura guerra y después del fracaso de la Fernandina envió a Francisco J. Agramonte a contactar a Crombet y a Maceo llevándoles el dinero recaudado para la expedición.
La expedición
La expedición fue dirigida y financiada por la Delegación del Partido Revolucionario Cubano en los Estados Unidos, a partir de los fondos recaudados entre la emigración cubana y por otras vías. Su costo estuvo por encima de los $3000.
Participantes
En total vinieron a tierras cubanas 23 expedicionarios, entre ellos los mayores generales Antonio Maceo, José Maceo, y Flor Crombet, los coroneles Agustín Cebreco y Adolfo Peña (colombiano), los tenientes coroneles Silverio Sánchez Figueras, Patricio Corona, Arcid Duverger, José M. Arseno (dominicano), José Palacios y Alberto Boix, y además los comandantes Juan Fustiel y Juan B. Limonta, los capitanes Joaquín Sánchez, Francisco J. Agramonte (comisionado por Martí para llevar a Crombet el dinero de la expedición), Jesús María Santini, Isidoro Noriega y Manuel J. Granda, los tenientes Jorge Través Estrada, Tomás y Julio Sainz, y los subtenientes (Alfereces) Luis Henríquez y Luis Soler .
Armamento
Con ellos lograron traer solo 11 fusiles con 75 cartuchos cada uno, 23 revólveres, y 15 machetes.
El viaje desde Costa Rica a Bahamas en el Adirondack
El 25 de marzo de 1895, a las seis de la tarde, salió de Puerto Limón el vapor inglés "Adirondack", perteneciente a la naviera Atlas, que cubría la línea entre Centroamérica y Nueva York, con escalas en Kingston, Jamaica y Fortune Island en las Bahamas, llevando a bordo a los integrantes de la primera expedición revolucionaria que llegaría a playas cubanas en la última guerra de independencia. Les acompañaba Elena González (esposa de José Maceo), la que iba a reunirse con su familia y que era portadora de cartas y comunicaciones del general Maceo..
La noticia de la salida de Costa Rica del general Maceo y sus compañeros con destino a Cuba, conmocionó y alarmó a las autoridades españolas, pues la insurrección que, hasta ese momento, carecía de importancia, tomaba inesperadas proporciones. El 28 de marzo, fue designado Arsenio Martínez Campos como Capitán General de la isla de Cuba y general en jefe del ejército español en operaciones, cuyos efectivos serían pronto aumentados con refuerzos considerables, enviados desde la metrópoli, cesando en esas funciones el general Emilio Calleja.
Llegada a Kingston, Jamaica
El 27 de marzo, por la mañana, llegó el vapor Adirondack a Kingston, Jamaica. El capitán J. W. Samson, antes de entrar al puerto, por precaución, hizo recluir en las bodegas a los expedicionarios. Ya atracado el vapor, desembarcó la señora Elena González de Maceo y en apenas dos horas, después de embarcar cincuenta y cinco pasajeros de primera para Nueva York el buque continuó viaje. El plan de la expedición que Crombet había convenido con el capitán consistía en que, mediante el pago de una suma de dinero, después de partir de Jamaica y al pasar frente a Cuba, se detendría la marcha momentáneamente y se echarían algunos botes al agua para que condujeran a los expedicionarios a tierra. Los pasajeros tomados en Kingston vinieron a destruir el plan expedicionario, porque el capitán, temeroso de que estos, al llegar a Nueva York, lo denunciaran con las autoridades o la naviera, no se atrevió a detener la marcha para desembarcar los cubanos. Maceo era de la opinión de desembarcar de todas maneras al pasar, pero Crombet, argumentó que él le había dado su palabra de honor al capitán, como caballero y como masón, de que en ningún caso se emplearía la violencia. El capitán Samson en compensación por las afectaciones, ofreció interceder con un íntimo amigo que tenía en la isla Fortuna, para ayudarles en su empresa. Durante ocho horas en las cercanías de Cuba, intentó interceptarlos un crucero de guerra español, pero fue burlado, gracias al más rápido andar del Adirondack, que aceleró su marcha.
Arribo a Fortune Island, Bahamas
A las siete de la noche del día 29 llegaron a Fortune Island, una de las Islas Bahamas, y colonia inglesa. A los pocos minutos subió al barco Mr. Farrington, vicecónsul de Estados Unidos, poderoso hombre de negocios y amigo del capitán Samson. En el camarote de éste celebraron una larga reunión Mr. Farrington, Crombet y Agramonte (el encargado por Martí para organizar la expedición junto a Crombet), conviniendo en que el capitán Samson, para justificar la permanencia en la isla del grupo de expedicionarios, redactara una carta donde dijera al administrador de la Aduana que Monsier Lecocq, (Crombet) y el doctor Evans (Francisco J.Agramonte) habían decidido dirigirse a la isla Inagua, con un grupo de empleados y trabajadores, llevando armas para cazar. Los cubanos se hospedaron esa noche en la cómoda y espaciosa residencia de míster Farrington. Al siguiente día continuaron Crombet y Francisco Agramonte su conversación con el rico comerciante, que ya conocía el verdadero objetivo que se proponían los cubanos y este convino en alquilarles una goleta de trece toneladas de desplazamiento, nombrada “Honor”, en la que se trasladarían a la isla Inagua, pero, para la que sería necesario conseguir tripulación. A pesar de que ya se conocían en la isla los planes de los cubanos y muchos se habían acobardado, Mr. Farrington encontró los hombres apropiados. Los marinos contratados fueron el patrón Salomón Key y los tripulantes Robert Ramsley y J.M. Kinsey.
El viaje desde Bahamas a Cuba en la goleta Honor
A las cuatro de la tarde de ese día, después de ser obsequiados por Mr. Farrington con una gran comida, salieron los expedicionarios en la goleta "Honor" rumbo a Inagua. Después de una tormenta tropical seguida de una gran calma, casi frente a las costas de esta isla, por orden de Crombet, Francisco Agramonte habló con el patrón y les pidió que los llevara a Cuba, a lo que accedieron los marinos, a quienes se gratificó con cien pesos oro americano para cada uno. Navegaron con todas las luces apagadas, por lo peligroso de la zona, cruzada constantemente por los barcos de guerra españoles que fueron lanzados en persecución de Maceo y sus compañeros, para evitar que llegaran y se sumaran a la guerra. A las doce de la noche el general José Maceo abrió el baúl que contenía las armas. Con dos rifles que adquirieron en Fortune Island, hacían un total de once armas largas, las que fueron distribuidas entre los expertos tiradores, los otros doce expedicionarios tuvieron que conformarse con un revólver y un machete. Aquellos veinte y tres patriotas mal armados y escasos de parque, iban a intentar la homérica empresa de abatir al poderoso ejército español, sostén del podrido régimen colonial en Cuba.
El Desembarco
A la una de la mañana del 1 de abril de 1895 divisaron las luces del faro de la Punta de Maisí, extremo más oriental de Cuba. Con una noche de mal tiempo y el mar embravecido las olas zarandeaban la goleta. El general Maceo ordenó al patrón hacer proa a la luz del faro, pero, ante el temor que otra luz avistada en ese momento fuera la de un crucero español, decidieron dirigirse inmediatamente a la tierra más próxima, echando el ancla frente a la costa. Se lanzaron botes al agua para reconocer la costa pero era muy difícil alcanzar la tierra firme, por lo que tuvieron que regresar a la goleta. En esas apremiantes circunstancias decidieron sacrificar la goleta, echándola sobre la costa. Cuando la embarcación tocó fondo se viró de babor y todos los expedicionarios tuvieron que lanzarse al agua para ganar la playa, que afortunadamente era de arena. Las olas destrozaron con furia la goleta "Honor" y pocas horas después un cañonero español descargó sus baterías sobre los restos de la misma.
Primeros acontecimientos en tierra
Empapados de agua de mar, sin conocer el lugar que pisaban, salvo la seguridad de estar en tierra cubana, los expedicionarios se pusieron en marcha, envueltos aún en las sombras del amanecer. Llegaron a un rancho habitado por un camagüeyano, Santos Rodríguez, quien les informó que se encontraban en la desembocadura del río Duaba, cerca de la ciudad de Baracoa.
Fatal accidente
Un trágico suceso inesperado vino a perturbar la alegría de estar en Cuba. El general Maceo notó que su Winchester no funcionaba, y llamó al coronel Patricio Corona, experto mecánico, para que lo examinara. Corona no se dio cuenta que el rifle estaba cargado, y sin tomar precauciones, trató de imprimirle un movimiento con tan mala suerte que disparó un tiro que mató instantáneamente al patrón de la goleta "Honor", Salomón Key.
Primer choque con tropas españolas en Alto del Pino
El mismo día 1 de abril, fecha del desembarco, sostuvieron el primer contacto con el enemigo. Los expedicionarios se habían encaminado al caserío de Duaba, acampando en Alto del Pino, una pequeña elevación del sitio llamado Naranjo, donde estaba situada una tienda, propiedad de Pedro Godoy.
Aquí Maceo, a pesar del agotamiento y el cansancio de todos, estableció las guardias y organizó a sus hombres para no ser sorprendidos y poder repeler cualquier agresión. A las tres horas de haber establecido el campamento, los centinelas avisaron que tropas españolas se dirigían hacia ellos. Era una compañía de infantería, incompleta, 75 soldados y clases, del Regimiento Simancas No 64, al mando del teniente Fernández. Delante de la casa que ocupaban, dominando el camino por donde avanzaban los españoles, Maceo situó, convenientemente colocados a los expedicionarios armados de rifles, bravos luchadores y expertos guerrilleros de la Guerra Grande, mientras el resto, bisoños, jóvenes y mal armados, servían de retén y cubrían la retaguardia. Cuando los soldados españoles se acercaron a tiro de fusil, ordenó hacer fuego, cayendo tres soldados a la primera descarga cubana. La tropa retrocedió amparándose en una cerca, desde donde ripostaron en descargas cerradas, intentando atacar de nuevo pero fueron rechazados, retirándose ante la certera puntería de los tiradores mambises, que gritaban entusiasmados: ¡Aquí está Maceo! ¡Viva Cuba Libre!. La acción de guerra duró cerca de media hora. Los españoles derrotados, se retiraron llevándose 2 muertos y 9 heridos. Fue un éxito franco para los cubanos. El regreso a Baracoa de la tropa española, con sus muertos y heridos, causó enorme sensación en la ciudad. Esa misma tarde Félix Ruenes se sublevó en la Playa de Baracoa, yendo a incorporarse al grupo del general Maceo, que había trasladado su campamento a la finca El Juncal. Mientras tanto, los rumores que circulaban en la ciudad cercana, hicieron temer a la guarnición española que Maceo la asaltara esa misma noche. El cañonero "Nueva España" se colocó en zafarrancho de combate, y su comandante, teniente de fragata Francisco Javier Cavestany, anunció públicamente que si Maceo se apoderaba de Baracoa bombardearía la ciudad hasta no dejar en pie una sola casa.
Resonancia internacional
El 2 de abril, al día siguiente del desembarco, el periódico “El Imparcial”, de Madrid, publicaba un cable anunciando que Maceo ha logrado desembarcar en Cuba y ha atacado a las tropas españolas. Estos hechos aceleraron la partida a Cuba del general Martínez Campos, acompañado de los generales Suárez Valdés y Echangue, en el vapor "Reina María Cristina". Pronto le seguirían 2000 hombres con los que pensaba aplastar la insurrección. El 4 de abril, se dio a conocer un manifiesto de la Junta Central del Partido Autonomista de Cuba, un documento, inspirado y redactado por Rafael Montoro, condenando el movimiento independentista armado. Fueron de tal magnitud los comentarios internacionales en derredor del arribo de Maceo a Cuba en la goleta Honor, que el gobernador interino de las islas de Bahamas, requerido por el Gobierno de S.M. Británica, dictó el 5 de abril una proclama previniendo a los capitanes de buques, marineros y habitantes del archipiélago, que evitaran toda violación de las leyes de neutralidad.
Persecución de los expedicionarios
En el Juncal, celebró Maceo un cambio de impresiones con Ruenes y sus tenientes. Los 50 hombres que acompañaron a éste desde Baracoa, estaban armados, los menos, de viejas escopetas de caza y tercerolas anticuadas, y, el resto, solamente de machetes. Félix Ruenes le propuso a Maceo que se quedara por un tiempo más en aquella zona, para que, cuando los españoles volvieran al ataque, mientras los expedicionarios le daban el frente, él con sus hombres los cargaría al machete y de esa manera su destacamento se apoderaría de buenas armas y parque. Maceo respondió que en cuanto al armamento le recomendaba que estuviera muy atento, pues pronto llegarían expediciones con abundantes pertrechos, sobre permanecer en la zona, rechazó la idea, pues el plan pactado para el desembarco de Maceo en la zona oriental del país era que, cuanto antes, se pusiera en contacto con los insurrectos de este territorio, al frente de los cuales estaba el mayor general Pedro Agustín Pérez (Periquito), empresa que los revolucionarios lograron a la postre, luego de larga odisea por abruptos montes. En función de ese objetivo Antonio Maceo manda a Arcid Duverger a localizar a Periquito Pérez y pedirle que, con su gente, se desplazara a proteger a la pequeña partida de la goleta que, hambrienta y desarmada, marcharía rumbo a Guantánamo. Recibido el aviso de Maceo, el coronel Luis Bonne, jefe de las fuerzas de Ramón de las Yaguas, recibe la encomienda de colaborar en la búsqueda de los expedicionarios. Reunidos los combatientes, emprenden operaciones para distraer a los soldados enemigos y restarle ímpetu a la persecución de que eran objeto los protagonistas del desembarco. A partir del desembarco y del primer combate victorioso, se desarrolló una verdadera cacería de los expedicionarios, los que fueron atacados y perseguidos con saña por numerosas tropas españolas de línea y guerrilleros. Tratando de evadir la persecución, Maceo y sus hombres se internaron cada vez más en las abruptas montañas de Yateras.
La muerte de Crombet
El día 8, en La Alegría chocan con una emboscada montada por los guerrilleros y este encuentro hace que se dispersen y el grupo de expedicionarios se divida en tres partes.
El grupo de Flor Crombet y José Maceo llegó el día 10 al Alto de Palmarito y comenzaron a bajar por un camino en zigzag, de los construidos a principios del siglo XIX por los colonos franceses. Vieron venir a los soldados españoles en dirección opuesta y se produjo el combate donde cae herido de muerte Joaquín Sánchez, pero al ir a auxiliarlo Juan Fustiel fue derribado de un balazo. En aquel aciago momento llegó Crombet y abrió fuego contra los soldados que estaban cerca y cayó también con el cráneo destrozado de un balazo. José Maceo salvó su vida lanzándose por un barranco mientras otros jefes mambises caen prisioneros. A partir de ese momento comenzó una verdadera odisea para los integrantes de la expedición. Por su parte Antonio Maceo y su grupo logran escapar, siempre perseguidos muy de cerca, con el enemigo pisándole los talones, pasando por múltiples penalidades y caminando 186 kilómetros, desde el punto de desembarco, hasta que lograron hacer contacto con un campamento cubano el 18 de abril. Al llegar al campamento tenía un grado de deterioro físico tal que no fue reconocido en un primer momento. De los 23 expedicionarios que desembarcaron solo nueve lograron reunirse con las tropas insurrectas, entre ellos Antonio y José Maceo. Con el desembarco por Duaba, el 1 de abril de 1895, la guerra necesaria tomó mayor auge y se sucedieron una serie de combates victoriosos en toda la región, con la participación de las huestes guantanameras.
Repercusiones artísticas
En el año 2013 se estrenó en la Televisión Cubana la serie televisiva “Duaba, la odisea del Honor”, dirigida por Roly Peña rindiendo homenaje a los participantes en este hecho y rescatando para las nuevas generaciones, momentos de nuestra historia que permanecían algo olvidados.
La serie documental, de 15 capítulos de 27 minutos cada uno y basada en el libro homónimo de la autoría del Coronel Hugo Crombet, (investigador y nieto del oficial mambí), narra el regreso a Cuba de los generales Flor Crombet, Antonio Maceo y José Maceo con una excelente factura artística e histórica. La misma tuvo un altísimo rating de audiencia y ha obtenido múltiples premios en diferentes festivales en Cuba y el extranjero.
Véase también
Fuente
- César García del Pino: Expediciones de la Guerra de Independencia. 1895-1898, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1996.
- Diccionario Enciclopédico de Historia Militar de Cuba. La Habana, Ediciones Verde Olivo, 2001.
- Enrique Loynaz del Castillo: Memorias de la Guerra. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana. 2001
- José L. Franco: Antonio Maceo. Apuntes para una historia. Tomo II. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana. Tercera edición. 1975.
- Raúl Aparicio: Hombradía de Antonio Maceo. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana. 2001