José Ramón Fernández

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José Ramón Fernández
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Escudo de la República de Cuba
Ministro de Educación
1972 - 1978
Escudo de la República de Cuba
Vicepresidente del Consejo de Ministros
1978 - 22 de marzo de 2012
Escudo de la República de Cuba
Ministro de Educación
1978 - 1990
Escudo de la República de Cuba
Presidente del Comité Olímpico Cubano
1997 - 1 de octubre de 2018
SucesorRoberto León Richards
Escudo de la República de Cuba
Presidente Honorario Vitalicio del Comité Olímpico Cubano
Datos Personales
NombreFernández Álvarez, José Ramón Carlos
Nacimiento4 de noviembre de 1923
Santiago de Cuba,
provincia de Oriente,
República de Cuba Bandera de Cuba
Fallecimiento6 de enero de 2019 (95 años) 
La Habana,
República de Cuba Bandera de Cuba
EducaciónLicenciado en Ciencias Sociales
Partido políticoBandera de PCC Partido Comunista de Cuba
CónyugeAsela de los Santos Tamayo
PadreAntonio Fernández y Fernández
MadrePalmira Álvarez del Río

José Ramón Carlos Fernández Álvarez (Santiago de Cuba, 4 de noviembre de 1923 - La Habana, 6 de enero de 2019), conocido como El Gallego Fernández, fue un destacado revolucionario cubano. Héroe de la República de Cuba, General de División de la Reserva y Asesor del Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros. Atesoró una destacada trayectoria al servicio de la Revolución. Ocupó diferentes responsabilidades en las Fuerzas Armadas Revolucionarias, el Estado y el Gobierno, así como en el Comité Olímpico Cubano. Era miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular.

Síntesis biográfica

Cursó la enseñanza primaria en la Escuela Publica del poblado de Hongolosongo, municipio de El Cobre y los estudios secundarios en el Instituto de Segunda Enseñanza y en el Colegio La Salle, ambos en Santiago de Cuba.

Hijo de asturianos, su padre natural de Morcín y la madre de Oviedo, el padre Antonio Fernández y Fernández llegó a Cuba alrededor de 1914 tratando de evadir el servicio militar (Guerra de Melilla). Trabajó con el hermano que tenía una tienda de ropas en Ciego de Ávila. Se hizo propietario de un hotel y otros negocios en Santiago de Cuba.

Alrededor de 1922 regresó a España y contrajo nupcias con Palmira Álvarez del Río y cuando se produce el crack bancario en España perdió todo el dinero, regresó a Cuba donde volvió nuevamente al negocio de hoteles y más tarde arrendó una finca en las cercanías de El Cobre. Posteriormente compró una finca y fue ampliando hasta 30 caballerías que se dedicaba a la producción de leche, ganado vacuno y cerdos, etc. También invirtió en la compra de varias casas dedicadas al alquiler en Santiago de Cuba.

El padre era un hombre de cultura media, un buen lector, bastante autodidacta, no era religioso en lo absoluto e independientemente de la posición holgada que tenía, repudiaba la explotación y la corrupción de los políticos de la época, actuaba con honradez, con espíritu de justicia ajeno a toda discriminación.

La madre trabajadora abnegada, ayudó con su esfuerzo a que la familia saliera adelante en sus empeños. Era católica militante. De su familia inmediata fue la única que se solidarizó con él cuando fue juzgado y condenado como miembro del movimiento militar conocido con el nombre de "Los Puros". Su padre ya había muerto. La vio cuando ya estaba preso en el Castillo del Príncipe. No pudo estar en el juicio, pero estuvo en la puerta del tribunal.

La hermana fue a estudiar a Estados Unidos en 1945 coincidiendo el ingreso de Fernández a la Escuela de Cadetes; se casó allá. Visitó Cuba antes y después del triunfo de la Revolución

La madre, Palmira, con su intransigencia frente a los crímenes de Batista y con su apoyo activo a la Revolución, participó en manifestaciones, suministró alimentos a combatientes del Ejército Rebelde y fue un apoyo moral importante a los miembros del III Frente Oriental. La familia y los trabajadores de la finca, con su autorización, establecieron estrechas relaciones y cooperación con las fuerzas del Ejército Rebelde al mando de los Comandantes Universo Sánchez y René de los Santos.

La formación en el hogar fue decisiva; en su casa nunca existió discriminación racial, desde niños les inculcaron el sentido de la igualdad, de la justicia, de la honestidad, patrones a los que ha sido fiel a lo largo de su existencia.

Fernández ostentaba los Títulos de Hijo Adoptivo de Asturias, de Oviedo y de Morcín en referencia a los orígenes de sus padres y del municipio Jagüey Grande, de la provincia de Matanzas por el largo período en que este municipio lo eligió Diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular, ratificado el 18 de abril de 2018 en la Sesión Constitutiva de la IX Legislatura, celebrada en el Palacio de Convenciones de La Habana.

Estaba casado con Asela de los Santos Tamayo, destacada combatiente revolucionaria que ha desempeñado altos cargos y con quien tuvo 3 hijos y 4 nietos. Es familia unida y el desenvolvimiento de Asela desde su puesto de trabajo ha resultado de gran ayuda para Fernández. Ambos gozan de prestigio y autoridad en el país.

Trayectoria revolucionaria

Carrera militar

Siendo estudiante de bachillerato hizo su ingreso en el Ejército Constitucional el 30 de agosto de 1940, en el Regimiento No. 1 "Maceo" de Santiago de Cuba, con el objetivo de asistir a la Escuela de Cadetes para cursar estudios y graduarse como oficial. Lo animaron varios propósitos en aquella época. Uno de ellos era que le gustaba la profesión le atraía la disciplina militar y el orden y otro era de carácter político para llegar a tener la posibilidad de influenciar y enfrentar las múltiples injusticias que conocía, veía la miseria, la discriminación, la explotación, corrupción y la injusticia toda y el no cumplimiento de las promesas que hacían los políticos fueron elementos, que desde muy joven, le despertaron inquietudes.

No despreció cuanta oportunidad se le presentó para asistir a cursos militares, se graduó con el Primer Expediente en la Escuela de Cadetes en agosto de 1947 y fue nombrado Segundo Teniente del Ejército Constitucional.

Siempre fue inconforme con la situación que existía, con la política que se seguía en el Ejército y que seguía el país, ello condujo a que muchas veces se tomaran represalias de modo más o menos señaladas con él; como ejemplo de lo anterior, siendo alumno de la Escuela de Artillería fue sustituido para formar parte de una Unidad de Combate que Cuba preparó, cumpliendo compromisos internacionales, para enviar a la guerra que el imperialismo norteamericano llevaba a cabo en Corea, a la cual no llegó ir por una fuerte campaña de rechazo popular.

Cada vez que hubo una oportunidad se le envió a los más lejanos lugares o trabajos más complejos, aduciendo a su excelente expediente en la Escuela de Cadetes.

Practicó equitación, tiro, baloncesto, béisbol y softbol.

En el año 1951 se preparó y clasificó en Pentatlón Moderno para ir a los Juegos Olímpicos de Helsinki. Esto se vio frustrado al producirse el golpe de Estado del tirano Batista el 10 de marzo de 1952.

Al producirse el golpe de estado, antes mencionado, estuvo detenido en el Servicio de Inteligencia Militar (SIM) hasta horas de la noche, igual que otros muchos oficiales. Destinado al otro día a la 11na. Estación de la policía y el 1ro. de abril de 1952 trasladado a Holguín, a donde ya había sido enviado con anterioridad.

Cursó estudios y se graduó en la Escuela de Artillería de Cuba, en la Escuela de Artillería del Ejército de los Estados Unidos en Fort Sill, Oklahoma. También en Cuba en el Curso Avanzado Asociado de Estados Mayores y después del Triunfo de la Revolución en el Primer Curso de la Escuela Básica Superior que devino en la actual Academia de las FAR.

Fue Profesor y Director de Escuelas de Reclutas y Clases; Profesor de la Escuela de Artillería, del Curso Avanzado Asociado de Estados Mayores y Profesor y Jefe del Departamento Escolar y luego Director de la Escuela de Cadetes de Managua.

Se encontraba en la etapa final del curso que recibía en la Escuela de Artillería cuando se produjo el ataque a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes.

Las noticias eran las que daban la radio y la prensa obedeciendo a la tiranía, era apabullante la información negativa sobre participantes extranjeros, asesinatos y otras acciones que se imputaban a los combatientes revolucionarios, y que hacían llegar al pueblo de Cuba y sobre todo, al ejército en el que se dieron a conocer numerosas circulares, informaciones, fotos, avisos puestos en tablilla de ordenes, donde se describían como criminal, falta de toda sensibilidad y extranjerizante la acción de los revolucionarios.

La verdad de aquel heroico hecho se fue conociendo casi de inmediato, así como la personalidad de los atacantes, las motivaciones que los impulsaban y los objetivos que perseguían; las declaraciones, información de persona a persona, el juicio contra los asaltantes y después contra Fidel, le permitieron conocer con algún grado de exactitud lo que pasó y razonar en calma, aunque dentro del ejército estaba muy polarizada la opinión contra la acción.

Conspiración de Los Puros

Inconforme con el Golpe de Estado de Batista fomentó y encabezó en la Escuela de Cadetes, un grupo de oficiales profesores, tenientes y capitanes, con el propósito de deponer al tirano. Esto coincidió con grupos similares que de forma independiente se gestaban en Columbia, en La Cabaña, en la Fuerza Aérea y en la Marina de Guerra sin que tuvieran en esa primera etapa contacto entre ellos.

El juicio de "Los Puros". De izquierda a derecha: coronel Ramón Barquín, teniente coronel Manuel Varela Castro, comandantes Enrique Borbonet, Orihuela y Ríos Morejón, los capitanes Despaigne, Hugo Vázquez y Travieso y (detrás) los tenientes Villafaña, José Ramón Fernández, Travieso y Figueiras.

El programa de los comprometidos en el grupo de la Escuela de Cadetes y muy parecido en los grupos de otras Unidades Militares, era restablecer la Constitución de 1940: efectuar una reforma agraria; depurar el ejército de todos los bandidos, golpistas e incondicionales del batistato; reconquistar los bienes mal habidos y juzgar a Fulgencio Batista. El punto de mayor conflicto era sobre los bienes mal habidos y sobre como juzgar y enfrentar el problema del destino de Batista. Ese pensamiento similar resultaba el más lógico basado en el régimen, estudios y funciones de los comprometidos.

Lo anterior no significa que no hubiera pensamientos diferentes en cuánto a cómo enfrentar la problemática del país, las medidas sociales, las medidas a tomar contra los conspiradores del 10 de marzo que habían violado el orden constitucional, cómo proceder contra los corruptos, y otros.

El grupo no tenía relación, ni habían buscado ni esperaban el consejo, auspicio o patronazgo de los norteamericanos. Puede ser que alguien individualmente tuviera relación, amistad y que hubiese filtrado algo.

Fue una acción netamente nacional y casi netamente militar, aunque para el cargo de Presidente Provisional el candidato era un civil: Clemente Inclán, Rector de la Universidad de La Habana.

Existieron comentarios y rumores por los cargos que ostentaba el entonces coronel Ramón Barquín, en Estados Unidos, de su vinculación con ellos, pero hasta donde conocían los principales dirigentes del grupo conspirador, nunca Barquín había puesto a los norteamericanos al tanto de estas cuestiones, ni tenía relación con los mismos para estos fines.

Era Fernández el que tenía del grupo un programa más radical, pensaba que había que juzgar a Batista y ejecutarlo como gran culpable de miles de muertos.

El 3 de abril de 1956, al ser develada la conspiración, se radica la Causa No. 4/956 del Tribunal Superior de la Jurisdicción de Guerra por un delito de conspiración para la rebelión y juzgado, conjuntamente con otros 12 compañeros, en Consejo de Guerra Superior Sumarísimo el 11 de abril de 1956. Tenía entonces 33 años de edad. Sancionado a 4 años, 2 meses y 21 días y enviado a cumplir prisión, primero en La Cabaña, unos cuatro o cinco días después al Castillo del Príncipe e inmediatamente después al mal llamado "Presidio Modelo", en Isla de Pinos.

Fue el pueblo el que bautizó este movimiento con el nombre de "Los Puros".

Presidio

Allí en la prisión, después del año 1956, cuando cesó su aislamiento y pusieron a todos los miembros del Movimiento de "Los Puros" juntos, en la circular 4, es cuando se percató de las profundas divergencias de criterios que existían entre todos los que habían sido protagonistas de aquella conspiración.

Pasó en la cárcel casi 3 años, donde se encontraban más de 500 presos políticos, en su inmensa mayoría del 26 de Julio, formados por expedicionarios del Granma, algunos miembros de la Dirección y otros muchos luchadores de la clandestinidad, del Partido Socialista Popular, Directorio Revolucionario y de la Triple A.

Presidio Modelo de Isla de Pinos, donde estuvo recluido José Ramón Fernández

Allí en la prisión se pudieron conocer con bastante claridad los objetivos reales de la lucha del ya Movimiento 26 de Julio, con lo que tuvo conciencia más clara de la justeza de la causa, de la voluntad, el tesón, la habilidad, la capacidad de lucha y el espíritu de victoria de aquel improvisado ejército que dio lecciones de todo tipo al ejército de la tiranía y a los supuestamente más capaces jefes que lo dirigían.

También entró en contacto con algunos miembros del Partido Socialista Popular (Comunista) que se encontraban presos por sus actividades contra la tiranía. Con el que tuvo más estrechas relaciones fue con Lionel Soto de quien aprendió mucho. Sostenía con él conversaciones que duraban alrededor de tres o cuatro horas. Le preguntaba de todo. El le fue aclarando conceptos y explicando la teoría marxista. Ello provocó la crítica de algunos de sus compañeros militares, quienes llegaron a decir que le estaban "lavando el cerebro".

En el presidio modelo de Isla de Pinos, el Director del Penal designaba al Mayor de cada circular. Como regla era un matón, abusador y criminal. En el caso de los presos políticos, al quedar vacante por motivos internos la plaza de Mayor de la circular 4 que era donde se encontraban, el Director del Penal lo citó a su oficina y lo designó para tal cargo, a lo que respondió que necesitaba consultar con todos los líderes y la masa de presos antes de aceptar, lo que hizo obteniendo el beneplácito en primer lugar de Armando Hart, que encabezaba el grupo del 26 de Julio, el más numeroso con mucho.

Los miembros del Movimiento 26 de Julio se organizaron militarmente en la prisión, formaron un batallón y le pidieron que fuera instructor militar de esa fuerza a la que le impartió clases más de un año en las condiciones posibles en aquel lugar. Hubiera podido por sus convicciones participar como miembro del 26 de Julio, pero siendo miembro de un grupo de militares, que juntos habían intentado derrotar a la tiranía no consideró ético dar ese paso.

El conocía muy bien al ejército, su organización, estructura, equipamiento, preparación técnica y táctica, y la moral de la mayoría de los dirigentes principales y de otros que estaban en posiciones de cierta importancia, que tenían una actitud condicionada por la corrupción, el robo desaforado, la inmoralidad, la falta de ética y sobre todo, después del 10 de marzo, por la cruel represión que no en pocos casos, llegaba a la tortura más bárbara y el asesinato.

Pero en el orden material, representaba una fuerza enorme de decenas de miles de hombres frente a una incipiente lucha guerrillera con escasos recursos.

Al igual que muchas personas, y así era creído en el ejército, opinaba que "podía derribarse el Gobierno, con el ejército o sin el ejército, pero nunca contra el ejército".

No le veía mayores posibilidades a la lucha en la Sierra, no sólo porque eran pocos y estaba dirigida por hombres de la ciudad sino por la razón anterior.

Luego de lo que se publicó sobre Alegría de Pío, los rumores y la noticia sobre la muerte de Fidel, el resultado del alzamiento de Santiago de Cuba, los primeros meses de muy poca información o de casi ninguna y de las posiciones triunfalistas del ejército, creía que el Movimiento en las montañas había fracasado.

Estaba convencido de que lo que sí no tenía aquel ejército era moral de combate, espíritu de lucha y voluntad de vencer, pues no había una causa justa, patriótica, que defender; lo que sí poseía el Ejército Rebelde.

Tampoco tenían las fuerzas armadas de la tiranía la simpatía y mucho menos el apoyo del pueblo.

En los últimos tiempos el ejército de la tiranía combatía por la supervivencia del Gobierno y del ejército mismo y Batista lo sabía; reclutó miles de hombres, aumentó su equipamiento, compró aviones y tanques y se empleó a fondo en la lucha en todas las regiones.

Al propio tiempo el pueblo, los vecinos y en muchos casos la propia familia, desempeñaron un papel importante en hacer ver lo injusto de su causa y la repulsa que despertaban.

Estaba en prisión. Sabía que de ese triunfo dependían muchas cosas, incluso su libertad, pero tratando de examinar la situación con objetividad, pensaba que la guerrilla estaba embotellada en la Sierra Maestra.

No es hasta después de las acciones ofensivas del Ejército Rebelde y sobre todo, la derrota de la ofensiva de la tiranía, alrededor de mayo-junio de 1958, que se convenció de la posibilidad real de la victoria.

En primer lugar, porque Fidel desarrolló una concepción de la lucha en las condiciones de la guerrilla basada en la movilidad, la sorpresa y el ataque a las fuerzas del ejército en movimiento, para las cuales este nunca pudo encontrar protección y tampoco fue capaz de derrotarlo en la guerra de posiciones. En otras palabras, por el genio de Fidel.

Además, la moral de combate, la capacidad, audacia e iniciativa del Ejército Rebelde hicieron posible la victoria.

Revolución en el poder

Se enteró de la caída del régimen, porque desde horas de la madrugada del 1 de enero, se fue haciendo evidente que algo extraordinario estaba sucediendo en la capital. A través de un pequeño radio de transistores, que clandestinamente tenían en la prisión, que era un edificio de forma circular. Ese minirradio era manipulado, operado y escondido de modo muy meticuloso, se comenzaron a escuchar noticias extrañas y en las primeras horas de la mañana se anunció, por esos medios, que el general Eulogio Cantillo daría una conferencia de prensa en la Ciudad Militar de Columbia.

Conocía que Cantillo tenía su mando en Oriente, donde era jefe de Operaciones, no era Jefe de Estado Mayor Conjunto, ni del Estado Mayor General del Ejército y era racional pensar que si iba a dar una conferencia de prensa era porque algo extraordinario había acontecido: un golpe de Estado, o habían sido sustituidos los principales jefes militares y quedaba Cantillo, o Batista se había ido. Realmente era una combinación de estos hechos.

Los presos militares y principalmente Enrique Borbonet y él mandaron a avisar al comandante Carlos Viera de la Rosa, supervisor del penal, que viniera a verlos, lo que hizo breves minutos después y los escuchó desde fuera de la doble reja de la circular. Le pidieron con vehemencia, y en medio de un tumulto generalizado dentro de la circular, que los soltara, que sabían que Batista se había ido. No fue capaz de comprender lo que se le explicaba y les dijo que se iba a trasladar a La Habana.

Unas dos horas y media o tres después, regresó. Llegó a la circular acompañado de ocho o diez soldados; habían reforzado la vigilancia de la circular emplazando una ametralladora de trípode apuntando a la puerta de la misma, a 50 metros de distancia y les comunicó que decía Cantillo:

"que tuvieran calma, que en breve tiempo serían indultados."

El barullo, y sobre todo la arenga a Viera de la Rosa, no surtía efecto en él, pero sí en algunos de los soldados que lo acompañaban, en los que se le veía claramente que estaban a favor de que les abrieran la circular. Viera de la Rosa se los llevó y recriminó severamente.

Como a las cuatro de la tarde se personaron en la puerta del penal, Viera de la Rosa acompañando al comandante Carlos Carrillo Ugartemendía y al excomandante Montero Duque vestido de civil, entraron a la circular y fueron a hablar con Barquín en su celda.

Pasado un rato, Barquín les informó que un grupo de oficiales presos, con él a la cabeza, debían salir hacia La Habana en el avión que había llegado, pues Cantillo había accedido a una petición de los militares de Columbia, quienes consideraban a los oficiales presos como única vía para detener el triunfo del Ejército Rebelde.

De inmediato surgió la inconformidad en varios de los presos especialmente de Borbonet y Fernández. Lo conoció casi de modo simultáneo Armando Hart, que también puso objeciones y se creó un clima de gran tensión.

Hart fue a discutir con Barquín, y le exigió, más que propuso, que salieran todos los presos como pensaban Borbonet, Fernández y otros oficiales, que no podían marcharse y dejar a los demás encerrados y mucho menos después del mensaje que había llegado de Columbia.

Barquín propuso nombrar un oficial de su confianza de los allí presos, que se quedara al frente de la guarnición de la Isla. Hart no estuvo de acuerdo con esa proposición.

Fue a ver a Fernández a su celda y le preguntó si estaba dispuesto a quedarse al frente de la Isla a nombre del 26 de Julio y de la Revolución, a lo que este contestó afirmativamente, lo que se informó por Hart y por otros dirigentes del 26 a los presos políticos.

Cuando Fernández aceptó quedarse en la Isla, era sobre la base de abrirle la cárcel a todos los presos políticos y en definitiva, hacer que la Revolución gobernara en la Isla de la Juventud, tanto político- administrativa como militarmente.

Al salir el grupo de oficiales presos, también lo hicieron Hart y otros dirigentes del 26 de Julio. En esas condiciones salieron del presidio Fernández, Viera de la Rosa, Carrillo el otro comandante y unos 23 ó 24 oficiales en tres automóviles.

Al salir de la "circular" en lugar de dirigirse directamente al aeropuerto lo hicieron al Cuartel de la Guarnición del Ejército en la Isla sin que Viera se percatara de ello hasta el final.

En el Cuartel se dio la voz de atención y se ordenó a todo el mundo a formar en el patio, lo que hicieron con sus armas largas reglamentarias; el comandante Carrillo les dijo que Fernández había sido designado para quedarse al frente de la Unidad y de que Viera de la Rosa y su segundo se marchaban con él para La Habana.

Fernández le habló a los soldados de modo enérgico y claro, les dijo que no habría persecuciones de nadie que no tuviera delito y les ordenó poner las armas en los armeros. Designó 4 ó 5 soldados que habían tenido y tenían un comportamiento amistoso con los presos, como escolta suya.

El compañero Hart se quedó como representante del movimiento en la Isla y jefe civil de la misma. Fernández como jefe militar.

Fernández se armó de una carabina, granada y una camisa con los grados de primer teniente.

Inmediatamente, con esa escolta de unos pocos soldados, partió hacia la Circular 4 donde estaban los presos políticos. Ordenó abrir las rejas de la Circular para lo que encontró resistencia por parte de un cabo del ejército que era el jefe permanente de la custodia de las rejas. Tuvo que ordenar con energía, conminar a los custodios y basado en el respaldo de los soldados que lo acompañaban y de la autoridad propia, superó la resistencia para que ambas rejas que cerraban la Circular fueran abiertas completamente sin emplear la fuerza bruta.

Rápidamente el batallón formado por los presos políticos, de los que Fernández había sido el instructor dentro de la circular, salió en perfecta formación dirigiéndose al cuartel en el que le entregaron las armas de los almacenes y las que estaban en los armeros.

El tener el batallón del 26 de Julio adecuadamente organizado y con un sentido suficiente del orden y la disciplina, permitió que inmediatamente que llegaron al Cuartel y se armaron, fueron capaces de sustituir a los centinelas del propio Cuartel, a los custodios de la Circular 3 (la de los presos comunes), al cordón de protección perimetral del presidio y constituir patrullas con la misión de detener a los presos comunes escapados y a los esbirros como los comandantes Juan Capote Fiallo y Pedro Rodríguez Coto (Perico), a "pistolita", a "el japonés" y otros.

A media noche de ese día 1 se produjo un plante de presos en las circulares, pidiendo que los liberaran. Hart y Fernández fueron circular por circular, no hubo necesidad de hacer uso de la fuerza y el plante culminó.

La primera arenga revolucionaria que recibió el pueblo de Isla de Pinos mediante la radio local, fue la de Fernández, cuando aquella noche que pareció corta para todos, le pidieron que fuera a la estación y hablara al pueblo.

Tanto Hart como él no permanecieron más de 48 horas en la Isla, pues tuvieron que viajar a la capital a la que habían sido mandados a buscar al estado mayor en Columbia donde se encontraba el coronel Barquín.

Desde allí Hart partió hacia Bayamo citado por Fidel.

Barquín fue incapaz de comprender que se desarrollaba bajo la dirección de Fidel un proceso revolucionario con el apoyo masivo del pueblo, al determinar los días 1 y 2 de enero de 1959, ocupar los mandos militares con oficiales de su confianza, sobrevaloró las posibilidades de un ejército que carecía ya de la más mínima capacidad de reacción y pensó ponerse al frente de él como factor de fuerza.

Al tratar Barquín, con las acciones que tomaba, de obstaculizar la victoria plena del Ejército Rebelde, Fernández decidió abandonar las Fuerzas Armadas.

Transitaba por los pasillos del Estado Mayor cuando se topó con el 1er. Teniente Castaño Quevedo, el mismo que lo detuvo en la Escuela de Cadetes el 4 de abril de 1956 y le dijo: "Castaño, cambiaron las circunstancias. Estás detenido" y lo condujo a prisión.

El 3 de enero en horas de la mañana saliendo del Estado Mayor ya decidido a abandonar su relación con el ejército, se encontró con Aldo Vera Serafín que había sido compañero suyo en el Presidio y estaba a cargo en esos momentos de la policía en La Habana, o algo así. Le dijo que se marchaba para su casa y Aldo le contestó que de seguro, se formaría allí una guerra, que detendría al general Cantillo y que su escolta opondría resistencia. Vera iba al mando de 8-10 hombres y puntualizó que buscaría refuerzos.

Fernández le dijo:

No hace falta - que él iría solo a detener al general y se dirigió a su casa.

No sabía que Cantillo estaba suelto; había oído a Fidel y la denuncia de la traición de Cantillo; y además consideró que éste en libertad, representaba algún grado de peligro por lo que fue para su casa a detenerlo.

Al llegar preguntó por él y dos de los ayudantes que estaban allí, el teniente coronel José Martínez Suárez y el comandante Roberto Collado Álvarez (ambos vinieron en la invasión de Girón), le preguntaron en forma airada que si iban a entregar el ejército.

A lo que les respondió:

"el ejército lo entregaron ustedes. La guerra la sostuvieron y perdieron ustedes. No yo. Yo estaba preso. Quise hacer algo no tuve oportunidad. Al apoyar a Batista, ustedes traicionaron el honor, a la Patria y también al ejército."

Al pasar varios minutos y Cantillo no salía, se dirigió a la habitación donde estaba. Al verlo entrar, Cantillo se aproximó a saludarlo y expresó: "cuánto tiempo sin verte, Fernández" a lo que este contestó: "porque usted no quería General" y seguidamente le dijo: "vístase que nos vamos".

Lo llevó directamente de la residencia a los calabozos de Columbia donde había más de un centenar de coroneles, tenientes coroneles, comandantes y otros oficiales presos.

En el acto del juicio oral, ante el consejo de guerra que los juzgó, Cantillo expresó, que inconsultamente lo habían detenido, pero que Barquín le había ofrecido un avión para que se fuera de Cuba y él no había querido irse, lo cual parece que fue cierto.

Esa fue una actuación incorrecta de Barquín, violando incluso los acuerdos que había adoptado el movimiento en abril de 1956 y ratificado, infinidad de veces, en reuniones en la prisión.

Una vez que efectuó aquellas detenciones, salió de Columbia con la conciencia muy tranquila y decidido a no volver nunca más al Ejército.

Enseguida consiguió empleo. El 4 de enero, un conocido suyo, Alberto Fowler, hijo y apoderado del propietario de una empresa azucarera a la que pertenecían los centrales Constancia, Dos Hermanas, Parque Alto y Narcisa, todos en la antigua provincia de Las Villas, le ofreció la administración de ese último ingenio, después "Obdulio Morales", ubicado en Yaguajay.

Percibiría un salario de mil pesos mensuales.

Inmediatamente comenzó a recibir clases, mañana y tarde, sobre cultivo de cañas, fabricación de azúcar y ganadería.

Oficial de las FAR

El 12 de enero de 1959, Fidel convocó para el antiguo Estado Mayor de Columbia, hoy sede de la Universidad de Ciencias Pedagógicas Enrique José Varona, a un grupo de los 18-20 militares más connotados que habían estado presos. Les explicó los proyectos de la Revolución en largo intercambio y les pidió incorporarse al Ejército Rebelde.

A Fernández como única excepción lo nombró director de la Escuela de Cadetes de Managua, lugar del que procedía en la actualidad la Escuela Interarmas General Antonio Maceo.

Cuando se acabó la reunión, Fernández le pidió hablar con él.

Transcripción del relato que hace Fernández de aquel hecho tal como aparece en el libro "Secretos de Generales":

"Recuerdo que me llevó para un saloncito aledaño. Me preguntó qué quería. Le contesté que realmente no sentía que hubiera hecho nada por la Revolución, aunque no tenía nada en contra del proceso. Al contrario. También le manifesté que no tenía interés en volver al Ejército, al cual había que transformar desde sus raíces. Además, ya tenía trabajo. Me interrumpió y preguntó:

"¿Qué trabajo tienes?"

Le informé que administrador de un central. Volvió a preguntarme:

"¿Cuánto ganas?"

Le respondí: "Mil pesos". Y me dijo:

"Yo no sé si te podría pagar tanto"

Seguí argumentando. Comenzó a dar pasos dentro de aquel pequeño salón. De repente, se detuvo y expresó:

"Creo que tienes razón. Tú te vas para el central. Yo me voy a escribir un libro y la Revolución que se vaya para el carajo". Acepté y Fidel mandó a redactar y firmó mi nombramiento que se registró en el párrafo 12 de la Orden General No. 1 del Estado Mayor, de 21 de enero de 1959 que dice:

"12. Se nombra Dir de la EC al 1er Teniente José R. C. Fernández y Álvarez. Este párrafo surte efecto con fecha 1ro. de los corrientes."

Ese mismo día en horas de la tarde tomé posesión como Director de la Escuela de Cadetes de Managua."

Fundó la Escuela de Responsables de Milicias de Matanzas, que bajo su dirección, en dos cursos durante los años 1960-61 graduó más de mil 540 oficiales para las Milicias Nacionales Revolucionarias.

Fundó y dirigió las Escuelas de Batallones de milicias, que ubicadas en cuatro campamentos donde se equiparon con el armamento e instruyeron en la esencia de los combates, en cursos regulares de dos semanas de duración, a muchas decenas de batallones de milicianos, pertenecientes a la provincia de La Habana.

Fundador de los Sistemas de Preparación Combativa y de todas las Escuelas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias creadas desde los años 1960-61, lo cual comprende entre otras, Escuela de Batallones, Escuelas de Cadetes, Escuela de Tanques, Escuela Militar "Camilo Cienfuegos", hasta incluso, la Escuela Básica Superior que devino en la Academia de las FAR General Máximo Gómez que hoy tenemos.

Permaneció en las Fuerzas Armadas Revolucionarias once años, hasta el 30 de agosto de 1970, ocupando distintas responsabilidades, incluida la de viceministro.

Es de la opinión de que las Fuerzas Armadas, su prestigio, disciplina, orden y organización se deben, no solo al liderazgo de Fidel, sino también a la ejecución directa de Raúl, que como Ministro, dirigió y controló cotidianamente la actividad y en su actual cargo sigue haciéndolo.

Junto al Ministro de las FAR, Raúl Castro Ruz

Los enemigos critican, calumnian y temen a Raúl. La reacción jamás ha perdonado a sus sepultureros.

Raúl ha sido y es un extraordinario forjador de cuadros, es uno de los mejores compañeros que ha conocido en el plano personal, un hombre sumamente organizado, ordenado, sistemático, exigente, que por sobre todas las cosas predica con el ejemplo las órdenes que de su mando emanan; capaz de llamar la atención cuando tiene que hacerlo y estimular cuando hay que estimular. Justo y enemigo acérrimo de cualquier injusticia, por muy pequeña que esta sea, máxime cuando afectan al hombre del pueblo. Criollísimo, afable, atento, sensible, chistoso, con un carácter muy abierto y profundamente humano. Padre muy preocupado por la educación y el cuidado de sus hijos, exigiendo que los demás dirigentes hagan lo mismo con los suyos.

Fernández expresó muchas veces su agradecimiento a Fidel y Raúl. El primero más complejo, antiguo y que condiciona a todos los demás, fue la confianza que depositaron en él desde los primeros momentos, lo que le permitió realizar funciones y hacerlo con seguridad y respaldo.

Otros son también importantes, ascensos, condecoraciones y expresiones de reconocimiento.

José Ramón Fernández durante los combates de Playa Girón

Siempre expresó que fue a Girón entusiasmado, no solo porque iba a defender una causa justa y enfrentarse a un enemigo poderoso, sino también, porque en su caso particular, representaba una ansiada oportunidad de realización personal.

Que es verdad que él había tenido una actitud de rebeldía, de inconformidad, de rompimiento con el régimen de Batista y no se puede dejar de valorar lo que eso significaba en aquella época, pero no había tenido la oportunidad que si la tuvieron diariamente los compañeros que pelearon en la Sierra y en el llano de poner en juego su vida, para demostrar la lealtad, la confianza y la justeza de las ideas que profesaban.

Girón significó para él, participar con sus propias manos en la defensa de la Revolución y el Socialismo. Entonces reforzó su convicción de que su destino se había fundido para siempre al destino de este pueblo heroico.

Ministro de Educación

Una noche el Ministro, compañero Raúl, lo llamó y le dijo que había el propósito de que pasara a trabajar en Educación como Viceministro Primero, donde podía ser útil y con su conocida sensibilidad le comentó que si no lo deseaba no estaba obligado a aceptar.

También le manifestó que si aceptaba y en cualquier momento se arrepentía, podía correr de nuevo para el MINFAR. Por supuesto, como ha hecho a lo largo de su vida en todo el proceso revolucionario, mostró su conformidad y preguntó cuando debía ir a la nueva tarea.

El 1 de septiembre de 1970 el Comandante en Jefe le brindó una excepcional atención ayudándolo a comprender la misión. No solo se señalaron las deficiencias del sistema educacional, sino que se trazaron los fundamentos de la estrategia a seguir en esta rama: necesidad de formar maestros y de modificar los planes.

Medidas organizativas y de otra índole trajeron como resultado un mejoramiento en los indicadores principales de la educación primaria y como consecuencia una explosión en la matrícula de la enseñanza media.

Uno de los grandes logros en este período fue el hacer posible que todo el personal docente tuviera el nivel superior y la preparación de grandes contingentes de educadores que se fueron apropiando progresivamente de las Ciencias Pedagógicas.

La batalla por el sexto y el noveno grado, a alcanzar por la población adulta, fue una de las victorias obtenidas en esos años, al igual que la consolidación de la Enseñanza Técnica y Profesional.

Ya a partir de los años 80 se desarrolló de forma masiva la formación posgraduada y la investigación pedagógica y sicológica y se comienzó a consolidar el proyecto del perfeccionamiento constante del sistema nacional de educación.

Siendo aún Ministro de Educación y con motivo de la Primera Guerra del Golfo, fue designado por el gobierno de Cuba como Jefe de la Delegación cubana que viajó a Iraq en noviembre de 1990 y tratar de persuadir a Saddam Hussein de la conveniencia de que se retirara de Kuwait, del peligro que amenazaba al mundo árabe el hecho de que esa confrontación diera lugar a que los Norteamericanos pusieran el pie en la región.

En reunión con Saddam Hussein, que duró más de una sesión, donde le entregó la carta personal que le enviaba el Comandante en Jefe Fidel Castro y realizó la exposición y discusión de una larga lista de puntos, elaborados por el propio Comandante en Jefe explicándole todas las razones que había para que se retirara de Kuwait; discutir con él, mostrarle los mapas, la información sobre las tropas de Estados Unidos que rodeaban al país, de sus fuerzas y de la poca posibilidad que veíamos de que otros países árabes lo secundaran, no le pudo convencer.

Durante el periodo que fue Ministro de Educación, le correspondió ejecutar un plan de becas que atrajo a Cuba a más de 25 mil becarios de países del tercer mundo que se prepararon para servir a sus pueblos de origen.

Cuando llegó el momento y se consideró por nuestra dirección de que dejara de estar al frente de las tareas de la educación, el compañero Fidel se lo planteó, con unos dos meses de antelación a su realización, e igualmente expresó del modo llano y firme como lo sentía:

"¿A dónde debo ir, qué debo hacer, a qué tarea se me designa?"

Se fue contento del trabajo realizado. Estima que como todo ser humano cometió errores. Pero que su mayor satisfacción es haber dado su modesto aporte, convencido de que la educación es un gran monumento de Fidel a la Patria, es su obra.

Otras tareas

A principio del año 2008, siendo Vicepresidente del Consejo de Ministros, el General de Ejército Raúl Castro lo llamó, le asignó varias tareas en relación con la Educación y le indicó que debía atender en su nombre a los ministerios de Educación Superior, Educación, Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente y al INDER, tarea que realizó hasta marzo del 2012, exactamente 4 años, donde se realizó por los organismos del área una esforzada actividad, se crearon nuevas condiciones, se establecieron nuevas normas y se recuperó una buena parte de lo que en los últimos años se había perdido.

Lo principal es que quedaron establecidas las normas y las condiciones para continuar perfeccionando la Educación, en función de elevar su calidad, poniendo en el centro de la labor de Educación al maestro, su preparación, ejemplaridad y prestigio social.

El 22 de marzo del 2012 fue liberado de ese cargo y designado Asesor del Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros.

En el currículum de Fernández aparecen los siguientes datos:

Fue ascendido a Capitán en 1959, a Comandante en 1961 y posteriormente a Coronel en 1983, General de Brigada en 1996 y General de División en el 2011, grado de la Reserva que ostenta actualmente.

Se graduó en la Escuela Superior de Guerra de las Fuerzas Armadas Revolucionarias en el curso 1963-64 y de Licenciado en Ciencias Sociales en la Escuela Superior de PCC "Antonio (Ñico) López" en julio de 1979.

Comandó una de las agrupaciones principales de tropas en la lucha contra el desembarco mercenario de Playa Girón. Avanzó con su agrupación desde el Central Australia, Pálpite, Soplillar, Buenaventura, Playa Larga, Punta Perdiz hasta tomar Girón el día 19 de abril de 1961 a las 17:30 horas, en cooperación con otras tropas que también avanzaron desde el Central Covadonga, San Blas, Cayo Ramona, Playa Girón y desde Horquitas, San Blas Playa Girón y procedentes de Cienfuegos y de otras direcciones. Sufrió lesiones en estas acciones.

Muerte

Fallece el 6 de enero de 2019, a los 95 años de edad en La Habana (Cuba)[1]. Sus cenizas fueron expuestas en el Panteón de los Veteranos de la Necrópolis de Colón, donde permanecieron hasta ser trasladadas al Mausoleo del II Frente Oriental Frank País[2].

El presidente de los Consejos de Estado y de Ministros de Cuba, Miguel Díaz Canel expresó sus condolencias por el fallecimiento de José Ramón Fernández:

"(...)Nuestras sentidas condolencias para Asela (de los Santos Tamayo) que pierde a su amor, para nuestro General de Ejército (Raúl Castro) que pierde a su amigo, para Cuba que pierde a un Héroe y educador ejemplar

Atletas, entrenadores, glorias, directivos y trabajadores en general del deporte cubano rubricaron el martes 8 de enero de 2019 el libro de condolencias abierto en la sede del INDER por el deceso de José Ramón Fernández.

En el lobby de la Ciudad Deportiva, centenares de representantes del sector patentizaron el respeto por quien encabezó el Comité Olímpico Cubano (COC) entre 1997 y 2018, cuando fue declarado su titular honorífico y vitalicio.

El acto de homenaje fue liderado por Antonio Becali, titular del INDER, y el presidente del COC, Roberto León Richards, quienes igualmente estuvieron al frente de la presencia de los exponentes del deporte reunidos en el Panteón de los Veteranos en la Necrópolis de Colón para sumarse al homenaje póstumo de los cubanos a José Ramón Fernández.

Allí asistieron también hombres y mujeres de otros sectores como la educación y las Fuerzas Armadas Revolucionarias.

Responsabilidades ocupadas

Distinciones y reconocimientos

En reconocimiento a su labor le han sido conferidas numerosas condecoraciones, entre ellas:

Referencias

Fuentes