Virgilio Piñera

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Virgilio Piñera
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Una de las imágenes más conocidas de Piñera, tomada por el artista del lente Mario García Joya.
Nacimiento4 de agosto de 1912
Cárdenas, Matanzas, Bandera de Cuba Cuba
Defunción18 de octubre de 1979
La Habana, Bandera de Cuba Cuba
Lengua de producción literariaEspañol
Obras notablesElectra Garrigó
Aire frío
Falsa alarma (1948)
Jesús (1950)
La boda (1958)
El flaco y el gordo (1959)
El filántropo (1960)
Dos viejos pánicos
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PremiosPremio Casa de las Américas 1967 por la obra Dos viejos pánicos
Página web oficial

Virgilio Piñera Llera (Cárdenas, 1912 - La Habana, 1979). Poeta, narrador y dramaturgo cubano considerado uno de los autores más originales de la literatura de la isla.

Se estableció en La Habana en 1938. En 1940 obtuvo el título de Doctor en Filosofía y Letras en la Universidad de La Habana. Fundó y dirigió la revista Poeta (1942). Viajó por toda América Latina, Estados Unidos y Europa. Colaborador en Espuela de Plata, Grafos, Clavileño, Ultra, Orígenes, Gaceta del Caribe, Lyceum, Universidad de la Habana, Lunes de Revolución, La Gaceta de Cuba, Unión. En Buenos Aires, Argentina trabajó como funcionario del consulado cubano, como corrector de pruebas y más tarde como traductor de la editorial Argos, colaboró en Sur, Hoy, Realidad, Mundo Argentino y Anales de Buenos Aires. Colaboró, además, en Lettres Nouvelles y en Les Temps Modernes, de París. Con José Rodríguez Feo fundó Ciclón en 1955. Fue director de Ediciones R. Es autor de la selección y las notas de Teatro del absurdo, tradujo Juan Azul, de Jean Giono; Así habló el tío, de Jean Price Mars, y Tribálicas, de Henri Lopes, entre otras obras. Tomó parte en la traducción de Ferdydurke, del polaco Witold Gombrowicz. Algunos de sus cuentos y de sus poemas han sido traducidos al inglés, italiano,alemán, ruso, húngaro, polaco, etcétera.

En 1948 estrena Electra Garrigó, reducción del mito griego a nivel de parodia y choteo. La obra en el momento de su solitario estreno, provocó polémicas y protestas, pero con los años se ha convertido en un punto de referencia. Aire frío, su mejor pieza, se representa en 1962, pero ya estaba escrita cuatro años antes. La extensa obra, de corte autobiográfico, narra la historia de una familia que se niega a proletarizarse, y vive en un mundo de valores que desaparece. El drama ilustra la crisis de la familia a los largo de dieciocho años. Otras obras de Piñera fueron Falsa alarma (1948), Jesús (1950), La boda (1958), El flaco y el gordo (1959), El filántropo (1960), y Dos viejos pánicos, premio Casa de las Américas 1967.[1]

Síntesis biográfica

1912 - 1945 Primeras experiencias e inicio de la plenitud

Virgilio Piñera en 1927 o 1928

Nació el 4 de agosto de 1912 en la ciudad de Cárdenas, provincia Matanzas, de padre agrimensor y madre maestra. Su familia se traslada, por razones de trabajo, a Guanabacoa, en La Habana. En 1925 se muda a Camagüey, y en esta cursa el bachillerato. El profesor Felipe Echemendía y el escritor e investigador Felipe Pichardo Moya dirigen sus primeros pasos en las lecturas y en los inicios de su vocación literaria.

Funda en 1935, junto a Luis Martínez y Aníbal Vega, la Hermandad de Jóvenes Cubanos, organización cuya finalidad fundamental era la difusión de la cultura y entre cuyas tareas estuvo la presentación en Camagüey del grupo Teatro de Arte "La Cueva", de la capital. Se define su vocación de escritor. Escribe sus primeros poemas significativos.

Se instala en la capital en 1937 e ingresa en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de La Habana con matrícula gratis, solicitada por él mismo dada su precaria situación económica, expuesta en carta que dirigió a esa institución. En la antología La poesía cubana en 1936, aparecida ese año y compilada por Juan Ramón Jiménez, se incluye su poema "El grito mudo".

En 1938 ya está viviendo en La Habana, en precarias condiciones por la escasez de dinero. Su primera aparición pública como poeta -si no la primera, precisión que no se tiene, sí la más significativa de esos momentos- se realiza en la importante institución cultural Sociedad Lyceum ese mismo año, con la lectura de un grupo de textos de gran calidad y la presentación de José Antonio Portuondo. Dicta una conferencia en esa misma institución. Escribe su obra de teatro Clamor en el penal, la primera de su dilatado corpus para la escena. Ambas presentaciones y la pieza a la que acabamos de aludir constituyen el inicio de una carrera literaria que si bien había tenido sus antecedentes en Camagüey, es ahora cuando comienza a alcanzar su más acabada definición.

En 1939 da a conocer otros poemas en la revista Espuela de Plata, dirigida por el poeta José Lezama Lima, el crítico de arte Guy Pérez Cisneros y el pintor Mariano Rodríguez, una de la predecesoras del Grupo Orígenes junto a Verbum -anterior a Espuela de Plata-, Nadie Parecía, Clavileño, Poeta. Fue colaborador de la Revista Grafos y en 1940 escribió su cuento "El conflicto".

Publica en 1941 su primer poemario: Las furias, en los Cuadernos Espuela de Plata. En ese mismo año escribe su pieza teatral Electra Garrigó, acaso la mejor y más importante de todo su vasto repertorio. Pronuncia, también en la Sociedad Lyceum e invitado por el investigador cubano José María Chacón y Calvo, su importante conferencia sobre Gertrudis Gómez de Avellaneda, la relevante poetisa, narradora y dramaturga cubana del siglo XIX. Su trabajo sobre La Avellaneda -conferencia que formaba parte de un ciclo denominado "Los poetas de ayer vistos por los poetas de hoy"- muestra ya a un escritor diferente, de acentuada voluntad heterodoxa, voz discrepante hasta la irritación. Sus afirmaciones no eran ciertamente las que había venido haciendo la crítica sobre la gran figura del XIX, tan celebrada en España en su momento y por los estudiosos cubanos en el siglo XX. Piñera se atreve a decir juicios como este: "He aquí el secreto de La Avellaneda: adornarlo todo con las galas orientales de las palabras y de las frases más escogidas y melodiosas. Hablar mucho sin decir nada o casi nada". Ese es el tono de sus ensayos mejores: frases terminantes, ruptura con aseveraciones y juicios que la tradición ha ido repitiendo, desestructuración de altos valores establecidos por apreciaciones de sabor academicista. Los poemas que recoge en el cuaderno de ese año son asimismo paradigmáticos de su modo de escribir, de su cosmovisión, expresión plena del poeta una vez superada la etapa inicial de búsquedas y tanteos (1935-1940).

Otro ensayo relevante de ese momento: "Dos poemas, dos poetas, dos modos de poesía", sobre "Elegía sin nombre" (1936), de Emilio Ballagas, y Muerte de Narciso (1937), de José Lezama Lima, aparecido en Espuela de Plata en agosto de 1941, constituye quizás el primer acercamiento a ambos textos de esas dos figuras de la poesía cubana a las que Piñera estuvo siempre tan ligado, como se observa en la enemistad y posterior reconciliación con el creador de Paradiso y en los otros dos acercamientos que hizo a Ballagas, de 1955 y 1959.

Funda y dirige en 1942 la revista Poeta, de brevísima vida -sólo dos números-, donde da a conocer sus ensayos "Erística de Valéry" y "Terribilia meditans", páginas de sumo interés por lo que nos revelan sobre el autor, su cosmovisión y sus preocupaciones en torno a los problemas de la escritura, un tema que lo obsesionó toda la vida, según refiere en su autobiografía, cuando dice: "Para mí, escribir ha sido siempre una verdadera tortura". En Clavileño hace público su ensayo "De la contemplación", expresión asimismo de sus más genuinas inquietudes acerca del artista y la obra de arte, antecedente de otro ensayo, mordaz en su implacable heterodoxia, titulado "En el país del Arte" (publicado en 1947 en la revista Orígenes).

Publica en el año 1943 el segundo y último número de la revista Poeta. Aparece su extenso poema "La isla en peso", texto fundamental dentro de la historia de la poesía cubana del siglo XX y todo un paradigma de la obra piñeriana por la heterodoxia de su conceptualización, su antipoesía y la ruptura de los cánones de la lírica tradicional; su intenso dramatismo, que emerge del envés de la realidad, de su visión del sinsentido de lo real, marca importantes diferencias con respecto a las visiones de la insularidad que se observan en obras de José Lezama Lima, Cintio Vitier y Eliseo Diego. "La isla en peso" fue severamente objetado por Gastón Baquero en Anuario Cultural Cubano 1943 y más tarde por Cintio Vitier en su antología Diez poetas cubanos. 1937-1947 (1948), así como en las conferencias que tituló "Lo cubano en la poesía" (1957), editadas en libro el año siguiente.

En 1944 publica Poesía y prosa, donde reúne varios textos importantes (ocho poemas y catorce cuentos), entre ellos "Vida de Flora". Este libro mereció un comentario valorativo de Vitier que apareció en la revista Orígenes (fundada este propio 1944) al año siguiente, 1945, donde el crítico apunta, entre otras valoraciones igualmente valiosas: "Aparte de su calidad literaria y el puesto inconmovible que le corresponde en el empeño expresivo de la actual generación, este libro de Virgilio Piñera podrá ostentar en todo caso el honor de haberse enfrentado, para delatarlo y ceñirlo insuperablemente, con el vacío inasible y férreo que significa para nosotros, a través de nuestra cotidiana experiencia metafísica, el demonio de la más absoluta y estéril antipoesía. Y sin duda, por ello simbolizará siempre, para el posible lector sucesivo, una desconcertante hazaña". Se niega a participar en la celebración del Día del Poeta, acto que se realizaría en el Lyceum, y en una dura carta a la institución (fechada el 2 de marzo de este año) expresa sus razones, con estas afirmaciones esenciales de su concepto de la cultura: "Quien trabaja a conciencia su arte, quien estima la cultura, no como entretenimiento elegante sino como destino dignamente recibido, no puede aceptar tales comedias". En el año 1945 colabora en Orígenes y escribe varios poemas, entre ellos "En estos páramos", "El oro de los días", "Tesis del gabinete azul" y "La oscura".

1946 - 1958 Los viajes a Buenos Aires

Su estancia en Buenos Aires y el continuo enriquecimiento de su obra definen este período, años en los que conoce de cerca el quehacer de algunos de los maestros de la literatura argentina de esos momentos y publica en importantes revistas, entre ellas Sur, para la que Jorge Luis Borges le solicita colaboración.

En febrero de 1946 viaja a Buenos Aires, donde permanece desde el 24 de ese mes hasta diciembre de 1947 como becario de la Comisión Nacional de Cultura de esa ciudad. Allí entró en contacto con muchos de los mejores escritores argentinos de esos momentos, una cercanía que sin duda influyó mucho en su formación y, en general, en la integración de su escritura. Realizó labores de corresponsal de Orígenes y trabaja en el equipo de traductores de la novela Ferdydurke, del escritor polaco Witold Gombrowicz, uno de sus más cercanos amigos en la capital argentina. En octubre su cuento "En el insomnio" sale publicado en la revista Anales de Buenos Aires, dirigida por Borges. A fines de año aparece en La Nación su artículo "Los valores más jóvenes de la literatura cubana". Escribe el poema "Treno por la muerte del príncipe Fuminaro Konoye".

Luego, en 1947, da a conocer en Orígenes el ensayo "El país del arte", en Anales de Buenos Aires el cuento "El señor ministro" y reseñas críticas en la revista Realidad, también de la capital argentina. En diciembre retorna a La Habana.

El 23 de octubre de 1948 se estrena Electra Garrigó por el grupo teatral "Prometeo", bajo la dirección de Francisco Morín, en el Teatro "Valdés Rodríguez", en La Habana. La crítica la acoge de manera desfavorable y Piñera la emprende contra los comentaristas, a los que trata de artistas fracasados, filisteos e incultos en un artículo que tituló "Ojo con el crítico" y que dió a conocer en la revista especializada Prometeo, con lo cual se desató una airada polémica con protestas por ese trato del dramaturgo. Escribe Jesús, con la que ganó el Segundo Premio en el Concurso Teatral de la Academia de Artes Dramáticas (ADAD), importante institución de la capital. Escribe asimismo Falsa alarma, pieza considerada como la primera del teatro del absurdo en Hispanoamérica, antecedente incluso de la obra de Ionesco, La soprano calva, de 1950. En 1949 aparece en Orígenes aparece Falsa Alarma; da inició a su novela La carne de René.

Buenos Aires, 1951

En abril de 1950 viaja de nuevo a Buenos Aires como empleado administrativo del Consulado de Cuba. En la Sociedad Argentina de Escritores -a la sazón presidida por Borges, quien le extiende una invitación para hablar en esa institución- imparte la conferencia "Cuba y la literatura". Viaja posteriormente a Bélgica y Francia y en ese mismo año se estrena su pieza Jesús en La Habana bajo la dirección de Morín, en la sala "Valdés Rodríguez".

En febrero de 1955 vuelve a Buenos Aires. Además aparece el primer numero de la revista Ciclón, financiada y dirigida por José Rodríguez Feo -con quien Piñera tuve una gran amistad, como se observa en las cartas cruzadas entre ambos-, tras la separación de éste y Lezama del proyecto de Orígenes, al decidir su director, sin previa consulta con Rodríguez Feo, la publicación de un texto de Juan Ramón Jiménez en el que agredía a Vicente Aleixandre. En realidad esa ruptura se produce por las diferencias ideoestéticas entre los enemistados, como se deja ver en la política editorial de Ciclón, de preocupaciones e inquietudes tan distintas de las que constituían el fundamento de Orígenes. Este año comienza Piñera a colaborar en Sur con el cuento "El enemigo" y realiza labores de corresponsal de la revista fundada por Rodríguez Feo. Publica frecuentemente en Ciclón: en septiembre da a conocer su ensayo "Ballagas en persona", en buena medida como respuesta al ensayo introductor que Vitier escribió para la compilación Obra poética de Emilio Ballagas, aparecida ese propio año, el siguiente de la muerte del importante poeta. Borges incluye su cuento "En el insomnio" en la antología Cuentos breves y extraordinarios.

En 1956 sale la edición de Cuentos fríos, en Losada, Buenos Aires. Publica además reseñas en El hogar -donde también colaboraba Borges- a petición de Carlos Mastronardi. En febrero de 1958 vuelve a Cuba. Ese propio mes se pone en escena por segunda vez, dentro de las actividades por la celebración del Mes de Teatro Cubano, Electra Garrigó, bajo la dirección de Francisco Morín. En la sala Prometeo se lleva a escena La boda, con la dirección de Adolfo de Luis. Dentro de esas festividades dicta Piñera la conferencia "¿Por dónde anda lo cubano en el teatro?" Regresa a Buenos Aires en marzo. En Sur da a conocer varias reseñas y el cuento "La gran escalera del Palacio Legislativo". En septiembre regresa a Cuba y ya no retornará nunca a Buenos Aires. Comienza a escribir Aire frío.

1959 - 1979 Tras el Triunfo de la Revolución

Con sus colegas de Lunes de Revolución, en 1961. De izquierda a derecha, Isabel Monal, Gilda Hernández, Virgilio Piñera, Adolfo de Luis, Antón Arrufat y Pablo Armando Fernández.

El triunfo revolucionario determina la publicación de numerosos ensayos y artículos críticos de Piñera en Revolución y en su suplemento Lunes de Revolución, páginas beligerantes y de apasionados juicios sobre sus contemporáneos y algunos autores del pasado.

En 1959 escribe el Flaco y el Gordo, siendo estrenada ese propio año en la Sociedad Lyceum con dirección de Julio Matas. Aire frío aparece publicado por la editorial Pagrán. Inmediatamente después de fundados, comienza a colaborar con frecuencia en el periódico Revolución -donde tiene a su cargo la sección fija "Puntos, comas y paréntesis", en la que publica textos críticos y ensayos bajo el seudónimo El Escriba- y en su suplemento Lunes de Revolución, importantísimo semanario donde colabora con diversos textos, entre ellos obras de teatro, y que se caracterizó por su agresividad y desenfado contra algunos de los más significativos representantes de Orígenes, en especial Lezama y Vitier. Los artículos publicados por Piñera en estos dos órganos de prensa son asimismo ejemplos de su beligerancia y de ese estilo que caracterizó los textos de prosa reflexiva que dio a conocer en otros momentos.

Piñera y Antón Arrufat, 1970

En 1960 se vuelve a representar en La Habana Electra Garrigó, puesta a la que asisten Jean Paul Sartre y Simone de Beauvoir, ambos de visita en Cuba por entonces. Se publica su Teatro completo en Ediciones R, en La Habana y continúa colaborando en Lunes de Revolución. En la revista Casa de las Américas da a conocer el primer capitulo de su novela Presiones y diamantes. En Lunes de Revolución publica su comedia La sorpresa. Escribe además El filántropo y se lleva a escena en la Sala Covarrubias del Teatro Nacional, dirigida por Humberto Arenal.

El suplemento Lunes de Revolución cesó en 1961 luego de un último número dedicado al pintor español Pablo Picasso, en ese mismo año comienza a dirigir Ediciones R. Electra Garrigó -de nuevo representada este año- y Jesús son llevadas a la televisión. En agosto viaja a Checoslovaquia y a Bélgica. De este año son su cuento "Oficio de tinieblas" y los poemas "Un hombre es así", "Yo estallo", "El delirante" y "Un bamboleo frenético". En diciembre de 1962 se produce el estreno de Aire frío, dirigida por Humberto Arenal. En 1964 sube de nuevo a escena Electra Garrigó, ahora en el Teatro Musical de La Habana. A finales de ese año viaja a Europa (Praga, Milán, París). Formó parte del jurado de cuento del Premio Casa de las Américas 1967.

En 1968 se le otorga el Premio Casa de las Américas en el género teatro por Dos viejos pánicos, publicada ese propio año por esa institución cubana y por el Centro Editor de América Latina, de Buenos Aires. Se representa, en enero, Falsa alarma, dirigida por Nicolás Dorr, dentro de las jornadas del Congreso Cultural de La Habana, importante reunión de escritores, intelectuales y artistas de Cuba y de otros países, en la que Piñera estuvo presente como una de las figuras relevantes de la literatura cubana de esos momentos.

Últimos años y muerte

Durante sus últimos años continúa escribiendo y asiste a tertulias de amigos escritores, en las que se mantienen vivas su rica creatividad y su beligerante espíritu crítico. El 18 de octubre de 1979 fallece en La Habana de un infarto cardíaco. Tenía en proceso de creación en esos momentos su pieza de teatro "Un pico o una pala".

Distinciones

Obra

Poesía

  • 1943 - La isla en peso
  • 1944 - Poesía y prosa
  • 1969 - La vida entera
  • 1988 - Una broma colosal
  • 1994 - Poesía y crítica

Cuento

  • 1956 - Cuentos fríos
  • 1970 - El que vino a salvarme
  • 1968 - Muecas para escribientes
  • 1992 - Algunas verdades sospechosas
  • 1994 - Cuentos de la risa del horror (antología)
  • 2008 - Cuentos fríos. El que vino a salvarme. Edición de Vicente Cervera y Mercedes Serna. Cátedra, 2008.

Novela

  • 1952 - La carne de René
  • 1963 - Pequeñas maniobras
  • 1967 - Presiones y diamantes
  • 1970 - El que vino a salvarse
  • 1997 - El caso baldomero

Teatro

  • 1960 - El filántropo
  • 1960 - Teatro completo
  • 1968 - Dos viejos pánicos
  • 1986 - Una caja de zapatos vacía
  • 1990 - Teatro inconcluso
  • 1993 - Teatro inédito

Valoraciones sobre la obra de Virgilio Piñera

  • Poesía y prosa
Sería totalmente ocioso ejercer frente a este libro el oficio, siempre triste, del cazador de influencias. Las influencias aquí son tan visibles, y en cierto modo ingenuo tan agresivas, que no parece sensato atribuir al autor el ánimo de ocultarlas. Antes bien, lo decisivo para nosotros es el hecho de que, exista o no esa pretensión, nos luce cada vez más impresionantemente influido por su propia voz. Claro que se trata de una voz que ha de salir, para que alguien la escuche por lo menos como señal confusa, de lo vano y cóncavo de una máscara, de un resonador, no de un pecho desahogado y libre; pero esa oquedad y falsía responde sobre todo a la condición y exigencia de lo que debe testificar, que no es un paisaje, ni una soledad, ni siquiera un abismo, sino, rigurosamente, un vacío. Llamamos aquí vacío al reverso humano de la nada, pues en ésta palpita siempre una significación divina, ya sea la nada como pecado (no ser del mal) o la nada como anegamiento del místico en su arrebato de plenitud, o incluso la nada mágica de la extrañeza y angustia del mundo, en que a veces residimos y que no podemos saber a qué alude. Pero sin duda -lo sabemos por su íntima forma interrogante-, alude. Lo propio del vacío, sin embargo, es no aludir a nada, ni, en última instancia, a la nada misma, pero entendida aquí no como Pecado, ni como Inefable, ni como Ser Que No Es, sino en cuanto rigurosa categorización del vacío de un mundo en que las cosas y las criaturas están y nada más sobre una superficie siniestra de trivialidad, armando el espantoso y vacuo disparate que lo absorbe todo. "Un mundo", en fin, "como hecho sin calificativos", viene a decirnos Piñera, quien demuestra siempre una conciencia implacable de su asunto. Por eso, en el momento de la invocación, cuando pudiéramos esperar para nuestra asfixia la apertura del llanto, se cierra así calladamente el anillo: "tenga piedad de nosotros la nada."

Ahora bien, ese mundo como un ojo vaciado, en que se borra el pecado y no se insinúa la melancolía, en que sólo es posible invocar a la todopoderosa nada inmanente, no es por lo mismo ni siquiera un mundo de desesperación o caótico. Frente a los poemas que tan ceñidamente lo reflejan, hemos creído sorprender el secreto de aquel alarido cerebral y graduado con la sangre impávida, que es la característica constante, desde Las furias, en la escritura sucesiva de Piñera. No hay aquí absolutamente, para nosotros, desesperación ni caos. Por el contrario, lo que hay es un mundo al que, dicho sea con valentía y tosquedad, se ha sustraído el verbo. Esto implica la imposibilidad tanto de la esperanza como de la desesperanza, de la creación como del caos; y la profunda frecuencia de lo cursi. Porque, en efecto, "cursi es todo sentimiento no compartido", según la frase genial que hallamos en una página de Gómez de la Serna, y allí donde la gracia del Verbo abandona a la palabra humana, ésta sólo puede reiterar el propio vacío, que no es una tiniebla ni un dolor, sino una incomunicabilidad radical en cuyo seno persistirán los perfiles formales del universo, pero desustanciados, grotescos, reducidos a un simulacro sin locura ni contorno. La criatura destinada a expresar ese alucinante infierno cuya esencia consiste en ser todo superficie, tendrá que aparecernos disfrazada de tantas desesperaciones ajenas como le sea imperioso utilizar. Pero aunque no lo sepa o no lo quiera estará sirviendo de catarsis a la realidad, estará expulsando por su voz ese veneno del vacío que amenaza el corazón de nuestra vida.

[...] Quien al principio creyó habérselas con el más presuntuoso y falso de los poetas, acabará fulminado por la evidencia de que su verdadero asunto no es ninguna especie, por ejemplo, de surrealismo kafkiano internacional, sino estrictamente lo que más inmediata y simplemente aherroja nuestros ojos: la muda naturaleza desligada, con mudez de discurso físico, fisiológico; la autónoma naturaleza omnímoda, vacía y exterior en que vivimos. Tierra sin telos, sin participación. [...] Lo que aquí centralmente se expresa es que en este país estamos viviendo ese grado de desustanciación por el cual dos hombres que se cruzan, una boda, una cópula o una mujer que plancha, se equivalen y autodestruyen, no guardan resonancia ni entran en una jerarquía, no son nada más que fenómenos que están ahí bajo la luz terriblemente retórica del proscenio vacío, fragmentos que no se ligan entre sí, que no alimentan ni sugieren una forma orgánica, superior e invisible. Ya de otro modo lo había hecho Piñera en su poema "La isla en peso", por el que discurre deformada la intuición que ahora nos presenta nítida. [...]

[...] Pero debemos insistir en que, aparte su altísima calidad literaria y el puesto inconmovible que le corresponde en el empeño expresivo de la actual generación, este libro de Virgilio Piñera podrá ostentar en todo caso el honor de haberse enfrentado, para delatarlo y ceñirlo insuperablemente, con el vacío inasible y férreo que representa para nosotros, a través de nuestra cotidiana experiencia metafísica, el demonio de la más absoluta y estéril antipoesía. Y sin duda por ello simbolizará siempre, para el posible lector sucesivo, una desconcertante hazaña.
  • La cuentística de Virgilio Piñera.
En Virgilio Piñera siempre hubo un clamor de goce abrumado por la voz espasmódica que exige a la desnudez del yo el discurso de la verdad. Sus cuentos cuecen las insurrecciones del miedo y de la risa allí donde los textos son un reino quimérico y extasiado. En ellos escuchamos, disueltos nosotros por una rústica canción amistosa, el ulular del silencio final, ese diálogo entre lo literal y lo metafórico, entre la lógica de las acciones humanas y la retórica de un sistema que nos habla de la finalidad dudosa de dichas acciones cuando verificamos que su literatura es una interrogación dirigida a nuestro ser. Quizás sea ese el "cociente revisionista" (para usar los términos de Harold Bloom) que está implicado en el prototexto y en la poética, una revisión de lo que creemos ser, de lo que creemos percibir dentro y fuera (la diferencia es precaria) de nosotros.

Sobre el cuerpo de la nada, el "lleno indeterminado", se produce un ejercicio de primer orden, un acto que atraviesa la poética de sus cuentos (y también, por qué no, su obra total): contrarrestar la repugnancia del vacío, o dar fe del vacío, mediante la corrupción y la denuncia del espacio usurpado, la región que ilegalmente ocupa la falsa felicidad.
  • Electra Garrigó
Electra Garrigó es la evasión de nuestra realidad, como el propio autor la ha definido en el prefacio a su Teatro completo que Ediciones R acaba de publicar. Evasión que se explica perfectamente porque Electra culmina toda una etapa dramática anterior a la Revolución y porque en el momento en que se escribió, ésa era una posición y una salida compartidas por la mayor parte de nuestros artistas. Es por eso que la cubanidad de la pieza es de mera referencia, de intelectualismo y cerebralismo de influencia francesa, de términos mentales más que realista, de pura batalla intelectual. Piñera se acerca tanteando a nuestro mundo negro, parodia la tragedia griega (el autor es un formidable humorista), utiliza una guantanamera como coro griego, y sus personajes son una gran abstracción que hablan un lenguaje falso y alambicado, totalmente extraño a nuestra habla diaria. ¿Defecto de concepción? Tal vez, pero hay que comenzar por encuadrar a Electra Garrigó en el momento social en que se hizo y convenir que el defecto mayor sería que Piñera escribiera su Electra en 1961 y no en 1948, año de su primera representación. Cualquiera que lea con detenimiento sus obras posteriores, comprenderá cómo el autor se ha ido acercando sensiblemente a nuestro mundo y cómo el tiempo mostrará que su Electra no ha sido más que el punto de partida de un teatro que necesariamente, como la mujer de Lot, si mira atrás se convertirá en una estatua de sal. Entonces, ¿cuáles son las virtudes de Electra Garrigó que este crítico encuentra y defiende? Muchas: la calidad literaria de la pieza, su teatralidad, la imaginación con que ha recreado el mito helénico, el sentido parodial y cómico, elchoteo que se escapa de los parlamentos, el ambiente en general de la tragedia, su espectacularidad, y por encima de cualquier disputa, lo que ella significó de logro para nuestra escena hace trece años. Después de todo, Electra Garrigó está ahí y la pieza habla por sí sola. [...] Saludemos pues a Elect ra. Ella se ha convertido por derecho propio en una marca de comparación para nuestros dramaturgos, una insoslayable cita en nuestra historia teatral. Yo sigo pensando, mientras no se me pruebe lo contrario, que Electra Garrigó es en su conjunto el mejor momento que ha gozado nuestra escena. ¿De acuerdo?
  • Los ensayos de Piñera
Si Piñera tuvo el don de saber admirar -ejemplo de ello fue su relación con Lezama-, tuvo al mismo tiempo el de saber criticar lo que admiraba. Ninguno de estos dones resultan muy habituales en nuestra vida literaria. (Aquí cabría citar los efectos de lo que Unamuno llamó "la envidia española".) Piñera practicaba el método de completar las cosas. Al lado de lo sublime, descubría lo grotesco. Admiraba, y mientras más lo hacía, más se preocupaba en advertir los peligros que amenazaban lo admirado. Parecía, en verdad, cuidar el objeto, la obra o el futuro del autor admirado. "Crítico tajante -lo califica Cintio Vitier- de indiscutible sagacidad". Muchas de estas críticas, escritas o habladas, le granjearon la animadversión de ciertos escritores, directores, actores de teatro y periodistas. Su lengua en La Habana era odiada por temida. Como puede comprobarse en "Terribilia meditans", llevado por este su peculiar modo de admiración, supo ver y enjuiciar pronto, en 1942 y desde las páginas de su revista Poeta, el proceso y los peligros de su generación, como asevera el propio Vitier. Enemigo de la gazmoñería, los bombos mutuos y la falsedad, escribía -tajantemente- su opinión, dentro de un ambiente cuasi provinciano, sin hacer concesiones ni dulcificar. "Sin eufemismos", solía decir, matizando su lenguaje con un término que recordaba sus largas estancias en Buenos Aires. En el ejercicio de la escritura, como manifestación de la libertad personal, fue insobornable e inflexible. Constituía su ética de escritor. Cuando sus artículos no podían publicarse, los convertía en cartas privadas que enviaba por correos a sus destinatarios.

Referencias

  1. Leal, Rine. Breve historia del teatro cubano. Editorial Félix Varela. La Habana, 2006, p. 94 ISBN 959-258-690-X
  2. Cintio Vitier."Virgilio Piñera. Poesía y prosa. La Habana, 1944" [1945], en su Crítica 2. La Habana, Editorial Letras Cubanas, 2001, p. 145-148. [Fragmento]
  3. En Alberto Garrandés. La poética del límite. Sobre la cuentística de Virgilio Piñera. La Habana, Editorial Letras Cubanas, 1993, 134 p. [Los párrafos finales]
  4. Rine Leal. "Electra Garrigó" [1961], en su En primera persona (1954-1966). La Habana, Instituto del Libro, 1967, p. 130-133. [Fragmento].
  5. En Antón Arrufat. "Prólogo", en Piñera, Virgilio. Poesía y crítica. Prólogo y [y selección] Antón Arrufat. México, D.F., Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 1994, p. 11-41. [Fragmento]

Enlaces externos

  • Librínsula, Sección Entrevistas. Virgilio Piñera: estar vivo, a pesar de todo. Por Mauricio Núñez Rodríguez [1]
  • Librínsula, Sección Nombrar Las cosas. El teatro cubano, y su mayor dramaturgo: Virgilio Piñera.Por Mercedes Santos Moray [2]

Fuentes