Ópera (género musical)

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Ópera
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Concepto:La ópera es un género de música teatral en el que una acción escénica se armoniza, se canta y tiene acompañamiento instrumental

La ópera es un género de música teatral en el que una acción escénica se armoniza, se canta y tiene acompañamiento instrumental. Los actores-cantantes utilizan estilos poco comunes al cantar. Típicamente, las presentaciones se ofrecen en teatros de ópera, acompañados por una orquesta o una agrupación musical menor.

Se creó en el año 1597. La palabra “ópera” proviene del idioma italiano ópera (‘obra [musical]’), y este provenía del latín “ópera”, que es el plural de “opus” (‘obra’)

Combina las artes del canto coral y solista, la declamación, la actuación y, en ocasiones, la danza en un espectáculo escénico.

Historia

Algunos autores señalan como precursores formales de la ópera a la tragedia griega, a los cantos carnavalescos italianos del siglo XIV ―la mascherata (‘enmascarada’, baile de máscaras) italiana y a los intermezzos (‘intermedios’) del siglo XV (pequeñas piezas musicales que se insertaban durante las representaciones teatrales).

La primera composición considerada “ópera”, tal como la entendemos hoy, fue Dafne de Jacopo Peri (1561-1633). Fue escrita alrededor de 1597, bajo la gran inspiración de un círculo elitista de literatos humanistas florentinos, conocidos como la Camerata de Bardi. Significantemente, Dafne fue un intento de revivir la tragedia griega clásica, parte del más amplio revivir de las características de la antigüedad, propio del Renacimiento. Los miembros de la Camerata consideraban que las partes corales de las tragedias griegas fueron originalmente cantadas, y posiblemente el texto entero de todos los roles; la ópera entonces fue concebida como una manera de “restaurar” esta situación. Dafne se halla perdida.

Una obra posterior de Peri, Eurídice, del año 1600, es la primera ópera que ha sobrevivido. El honor de ser la primera ópera que aún se presenta regularmente le corresponde a L’Orfeo, de Claudio Monteverdi, compuesta para la corte de la ciudad de Mantua en 1607.

Otras características

La ópera tradicional se basa en distintas modalidades de canto: recitativo, arioso y aria. También se cantan dúos, tríos, cuartetos. Todas éstas, en ocasiones, pueden aparecer combinadas con coro. A partir de mediados del siglo XIX, estas formas comienzan a abandonarse, y surgen formas cada vez más libres.
A diferencia del oratorio, la ópera es una obra destinada a ser representada. Varios géneros de teatro musical están estrechamente relacionados con la ópera, como son la zarzuela española, el singspiel alemán, la opereta vienesa, la ópera-comique francesa y el musical británico y estadounidense. Cada una de estas variantes del teatro musical tiene sus características propias, sin que tales les sean privativas y, en no pocas ocasiones, provocando que las fronteras entre tales géneros no sean claras. En la ópera, como en varios otros géneros del teatro musical, se une :

La ópera se suele diferenciar de los otros géneros de teatro musical aceptándose que, a diferencia de ellos, la ópera es una representación completamente acompañada por música. La historia del género demuestra que tal afirmación no es correcta. Si bien la ópera se diferencia del teatro recitado por la extraordinaria participación de la música en su constitución, ya desde el barroco se conocían formas limítrofes como la mascarada, la ópera de baladas, la zarzuela y el singspiel que se confunden en no pocos casos con la ópera.

Así, los singspiel de Wolfgang Amadeus Mozart se consideran óperas al igual que las zarzuelas de José de Nebra, mientras que Die dreigroschenoper (La ópera de los tres centavos) de Kurt Weill está, en realidad, mucho más próxima al teatro recitado que a la ópera. Finalmente, hay otros géneros próximos a la ópera como lo son las ópera-ballet del barroco francés y algunas obras neoclasicistas del siglo XX como, por ejemplo, algunas obras de Ígor Stravinsky. No obstante, en estas obras la parte principal expresiva recae en la danza mientras que el canto es relegado a un papel secundario.

Al respecto de la diferencia entre la ópera y la zarzuela, la opereta, el singspiel y el musical británico y estadounidense, la delimitación nace de una diferencia formal. Estos géneros se caracterizan por estar estructurados en números musicales cerrados que van intercalados en una representación recitada, mientras que la ópera, se acepta, es dominada por la música y la cantidad de texto recitado es menor o nulo, y tiene acompañamiento musical.

Géneros de ópera

Los diferentes géneros de ópera existentes son resultado de diferentes tipos de libretos y resoluciones musicales diversas dadas a las proposiciones libretísticas según la época, el tema de la obra y la intención de los poetas y compositores correspondientes. No obstante puede establecerse, de modo muy general, un desarrollo que va desde un inicio muy poco sistematizado, pasando por la ópera de números musicales y diferentes formas mixtas hasta la ópera de flujo melódico constante y la ópera literaria.

El dramma per musica

Término usualmente utilizado para denominar a la opera italiana “seria” del siglo XVII. Fue una moderna y renovadora forma de teatro que presentaba una uniforme y artística promulgación dramática de historias humanas expresadas por la voz y acompañada por una orquesta.

La ópera literaria

Término aplicado a aquellas obras que utilizan como libreto una obra de teatro aplicando sólo cambios mínimos. Ejemplos conocidos son Salomé, de Oscar Wilde, con música de Richard Strauss, o Pelléas et Mélisande, de Maurice Maeterlinck, con música de Claude Debussý.

La ópera en América Latina

El 19 de octubre de 1701 se estrenó en Lima (la rica capital del virreinato del Perú) la ópera La púrpura de la rosa, ópera en un acto compuesta por Tomás de Torrejón y Velasco sobre un libreto de Pedro Calderón de la Barca. Es la primera ópera compuesta y ejecutada en América y la única ópera sobreviviente de Torrejón y Velasco. La obra cuenta el mito de los amores de Venus y Adonis, que provoca los celos de Marte y su deseo de venganza.

En 1711 se estrena en la Ciudad de México la ópera La Parténope, con música de Manuel de Sumaya, maestro de la capilla catedralicia y el más grande compositor barroco mexicano. La especial importancia de ésta ópera es que es la primera compuesta en América del Norte y la primera ópera compuesta en el continente por un americano. Esta ópera da inicio a la fecunda y aún poco estudiada historia de la creación operística latinoamericana no interrumpida desde entonces durante trescientos años. La primera ópera compuesta y estrenada en el Brasil fue I due gemelli, de José Maurício Nunes García, cuyo texto se perdió posteriormente.

Se puede considerar que la primera ópera genuinamente brasileña con texto en portugués fue A noite de são João, de Elias Álvares Lobo.

Otras tradiciones nacionales

Una de las principales tradiciones operísticas es la constituida por la ópera inglesa. Si bien el Reino Unido fue centro activo de vida operística, contó con pocos compositores reconocidos a nivel mundial. Henry Purcell fue el más notable compositor barroco. Entre sus aportes destacan su obra maestra, Dido and Aeneas (1689) y su obra shakesperiana La reina de las hadas (1692). Ya en el siglo XX, la ópera en inglés logra su esplendor principalmente gracias al aporte de Benjamin Britten, con óperas entre las cuales se cuentan Peter Grimes y La violación de Lucrecia; y se suman las composiciones de importantes creadores estadounidenses tales como George Gershwin, con su famosa Porgy and Bess, Leonard Bernstein, con West side story (1961), Philip Glass, Orpheé (1993) y La belle et la beté (1994), o Gian Carlo Menotti con Vanessa y La médium.

La ópera en Cuba

Fue en La Habana, en 1776, donde surgió el primer teatro expresamente construido para la ópera en América: el Coliseo o Teatro Principal. Aunque ya en 1750 se había representado una ópera en un teatro de Nueva York (La ópera del mendigo, de John Gay), la primera función de ópera, propiamente dicha, fue Didone abandonata, con libreto de Metastasio y música de autor desconocido, y fue en La Habana el 12 de octubre de 1776, conmemorando el descubrimiento de la isla y la inauguración del teatro. Fue el primer gran teatro de ópera en el continente americano. El siguiente sería el de Baltimore, en 1793.

Aunque desde fines del siglo XVIII ya hay cierta actividad operística, es desde principios del XIX que La Habana se convierte en un verdadero centro musical, no solo para las Américas, sino para el mundo entero. Esa efervescencia musical y cultural, que se extendió a otras ciudades como Cienfuegos, Matanzas, Camagüey, Santiago de Cuba, atrajo a la isla cantantes operísticos famosos y hasta a compañías completas provenientes de España e Italia.

La primera ópera cubana, con texto de Manuel de Zequeira y autor desconocido, es América y Apolo, estrenada en 1807.

En 1811 se crea una compañía estable básicamente con cantantes españoles. Varios compositores cubanos componen óperas y zarzuelas; pero también extranjeros radicados en Cuba, como el italiano Stefano Cristiani, que estrena varias a partir de 1817, y el español José Serrano, a partir del 1823.

Dato importante es la llegada desde Italia de los que habrían de convertirse en dos grandes compositores y directores de orquesta: Luigi Arditi y Giovanni Bottesini. Con el violín el primero y con el contrabajo el segundo, ambos encontraron trabajo en la Sinfónica del Teatro Tacón que era en ese momento el más grande, lujoso y moderno de América y tercero en el mundo, donde también fungirían como directores de la orquesta.

Desde mediados del XIX, y gracias a la labor de estos dos compositores, los cantantes, técnicos y creadores, llegados en el barco Anníbale, el auge operístico en la isla fué tal, que se traían decorados, telones y mecanismos de tramoya desde Milán, y también a escenógrafos como Carlo Fontana o el genial Antonio Meucci, uno de los ingenieros encargados de la escenografía que no solo lograba impresionantes cascadas en escena sino que inventó para el Tacón el primer teléfono del mundo, en 1850, el cual comunicaba distintas áreas del edificio y la casa del dueño del Tacón, el catalán Don Francisco Marty.

Arditi y Bottesini compusieron y estrenaron cada uno una ópera para el Tacón. La del primero se conserva: Gulnara o El corsario (1848), con libreto de Rafael María de Mendive (el maestro de José Martí); la del segundo, lamentablemente, se ha perdido: Colón en Cuba (Cristóphoro Colombo, 1848) con libreto de Ramón de Palma. La amistad de estos directores de orquesta con Verdi y otros compositores de la época permitía que en La Habana se estrenaran las óperas pocos meses después de su estreno mundial en Italia. Varias de las principales óperas del repertorio del bel canto italiano ―L’italiana in Algeri y Semirámide, de Rossini; Lucía di Lammermoor de Donizetti; Norma e i puritani, de Bellini― tuvieron su estreno americano en La Habana.

Bottesini, quien dirigiría el estreno mundial de Aída en El Cairo, en 1876, vivió en la isla hasta 1855, tocando, dirigiendo la Compañía de Ópera Italiana y componiendo, en estrecha relación con compositores cubanos como Manuel Saumell (1817-1870).

El siglo XX comienza con el estreno de la ópera cómica Los saltimbanquis, del famoso compositor de danzas Ignacio Cervantes en 1901. También Eduardo Sánchez de Fuentes fue un prolífico autor operístico. Pero sin duda José Mauri, nacido en España, es el mayor creador cubano en el género, con temas nacionalistas y estructuras más modernas, y de quien La esclava (1918) fue mantenida largamente en el repertorio cubano. Hay que destacar las óperas cubanas de Hubert de Blanck: Patria, Actea e Icaona, y la de los genios Amadeo Roldán, y Alejandro García Caturla Manita en el suelo, sin estrenar, como tantas. Ernesto Lecuona, el músico más conocido fuera de la isla, creador de numerosas zarzuelas, dejó inconclusa la ópera El sombrero de yarey.

La Sociedad Pro Arte Musical presentó muchísimas óperas bajo la dirección de Paul Csonka, y otros, a finales de los 40 y durante los 50. Ahí se destacaron cantantes cubanos de la talla de Marta Pérez, Iris Burguet, José Le Matt, Humberto Diez, Ana Menéndez, y muchos más, que habrían de hacer carreras internacionales. Csonka dirigió también ópera para la televisión.

Otros cantantes cubanos de ópera a destacar son Chalía Herrera, Zoraida Morales y Zoila Gálvez, una de las primeras cantantes negras que alcanzó el estrellato operístico en Europa y América. La conocida cantante lírica y popular Rita Montaner (1900-1958), estrenó la ópera La médium, de Gian Carlo Menotti, en 1955.

Hasta 1958, La Habana fue una plaza muy respetada y visitada por las luminarias de la ópera. Desde Caruso hasta Renata Tebaldi, desde Tito Schipa hasta Victoria de los Ángeles, muchos grandes nombres cosecharon laureles en la capital cubana.

La ópera repercutía en la cultura popular, uno de los más gustados danzones de Antonio María Romeu (1876-1955) está inspirado en La flauta mágica, de Mozart, y también hizo uno sobre El barbero de Sevilla, de Rossini.

Fuentes