Imperio ruso

Imperio Ruso (en idioma ruso: Российская Империя [Rossiyskaya Imperiya: ‘Imperio ruso’])[1] es un período cronológico del estado ruso que comenzó en 1721 con la Declaración del Senado y terminó en el año 1917 con la Revolución de Octubre. El Imperio ruso abarcó grandes zonas de los continentes europeo, asiático y norteamericano: estados bálticos, el Reino de Polonia, Moldavia, Cáucaso, gran parte de Asia Central, Turquía y Alaska; siendo el sistema político sucesor del zarato.

La expresión «Rusia imperial» designa el periodo cronológico de la historia rusa desde la conquista de los territorios comprendidos entre el mar Báltico y el océano Pacífico iniciada por Pedro I (reinado: 1682-1725) hasta el reinado de Nicolás II (reinado: 1894-1917), el último zar, y el comienzo de la Revolución de 1917.

La capital del imperio fue San Petersburgo (rebautizada en 1914 como Petrogrado a raíz del inicio de la Primera Guerra Mundial). A finales del siglo XIX, el imperio comprendía 22.800.000 km². De acuerdo al censo de 1897, su población alcanzaba un total de 125.640.000 personas, habitando la mayoría (93,44 millones) en Europa. Más de 100 diferentes grupos étnicos convivían en el imperio (la etnia rusa componía el 44% de la población).

El Imperio estaba gobernado por una monarquía hereditaria encabezada por un emperador autocrático conocido como "Zar", que controlaba la religión oficial, el cristianismo ortodoxo, controlado por el monarca a través del Sagrado Concilio. Las clases sociales estaban muy estratificadas, que estaba formada por la nobleza («dvoryanstvo»), el clero, comerciantes, cosacos (población perteneciente a a un antiguo pueblo nómada que se situaba entre Rusia y Ucrania) y campesinos, los nativos de Asia Central y Siberia eran registrados como extranjeros («inorodtsy»).

En 1914, el Imperio ruso estaba dividido en 81 provincias (óblast) y 20 regiones (gubérniyas). Entre los vasallos y protectorados del imperio se incluían el Emirato de Bujará, el Kanato de Jiva y, tras 1914, Tuvá.

Historia

Entre 1721 y 1917 el estado ruso se convirtió en un poderoso imperio con posesiones en Europa, Asia y el norte de América. El gobernante del este extenso territorio recibía el nombre de zar. El hecho histórico que marca el inicio del imperio es la conquista paulatina de territorios desde el Mar Báltico hasta el Océano Pacífico. Esta expansión comenzó bajo el reinado del Zar Pedro el Grande, el gran modernista del Imperio, y el terminó el corto gobierno de Nicolás II, último de los zares, cuya caída detonaría el inicio de la Revolución bolchevique de octubre de 1917. Otra de sus figuras más relevantes fue la zarina Catalina II la Grande.

Pedro I el Grande

Retrato de Pedro I el Grande.

Pedro I el Grande (1672 - 1725) fue el hijo del segundo matrimonio del zar Alexis. Como varias facciones de la corte lucharon para controlar el trono, Alexis fue sucedido por el hijo de su primer matrimonio, Fiódor III, un chico enfermizo que murió en 1682. Como resultado de la Revuelta Streletski, Pedro fue hecho co-zar con su medio hermano, Iván, pero la media hermana de Pedro, Sofía, mantuvo el verdadero poder. Ella reinó mientras el joven Pedro se entretenía con juegos de guerra y cabalgaba en el Cuartel Alemán de Moscú. Estas experiencias lo llevaron a un ávido interés por la práctica militar de Occidente, particularmente por la ingeniería, artillería, navegación y construcción de barcos. En 1689, usando tropas que él había entrenado durante sus juegos de guerra, planeó cómo destronar a Sofía. Cuando Iván V de Rusia murió en 1696, Pedro se volvió el único zar.

Pedro I el Grande es para la historiografía moderna uno de los personajes reformistas más importantes de Rusia, que consiguió, usando el poder y también la fuerza que le otorgaba el cargo, transformar una nación atrasada y medieval en otra que estaba cerca de las modernas monarquías europeas occidentales. Reorganizó la administración del Estado, reformó el ejército y modernizó la incipiente industria ampliando las posibilidades de la economía y consolidando las finanzas, también fundó la academia rusa de las ciencias. Todo esto provocó que la población fuera abandonando sus viejas costumbres y adoptara las modernas formas, que estaban enraizadas en la Europa ilustrada del siglo XVIII. Decidió abandonar la vieja capital del imperio, San Petersburgo y fundó Petrogrado en 1703.

Su formación militar en Alemania lo "occidentalizó" y además le hizo considerar como tarea prioritaria de su gobierno tener un ejército sólido y disciplinado. Hizo campañas militares al sur del imperio para mantener seguras las fronteras con los tártaros y el Imperio otomano. Intentó alianzas con los países europeos más poderosos para emprender la guerra contra los turcos otomanos, pero no lo consiguió, en cambio emprendió una campaña contra Suecia apoderándose de algunos emplazamientos en Finlandia. También combatió contra Polonia.

Después de vivir una vida plena, entregada a la modernización de Rusia, y de haber fundado un auténtico imperio que dominaría el Oriente de Europa, Pedro el Grande murió en San Petersburgo, ciudad que encarnaba todos sus sueños. Le sucedió su esposa Catalina I: Rusia era gobernada por primera vez por una mujer.

Reinado de Catalina I

Al morir Pedro en febrero de 1725 su esposa Catalina, quien desde el año anterior había sido nombrada oficialmente co-gobernante, asume el poder del Imperio y continúa la labor política de su marido. La muerte de Pedro se tuvo en secreto durante algunas horas para asegurar el trono a Catalina, proclamada por los regimientos de la guardia, por el senado y por el Santo Sínodo. También se acusa a Catalina de haber intrigado para que Pedro se decidiera a quitar la vida a Alejo hijo de su primer matrimonio, abriendo así el camino del trono a los hijos de Catalina.

Catalina se apoyó en su mandato por Aleksandr Danílovich Ménshikov que actuaba con poderes de gobernador, y también asesorada por sus mejores amigos. Durante mucho tiempo se murmuró que Catalina y el príncipe Ménshikov tuvieron participación en la muerte de Pedro.

Catalina fue la primera mujer en gobernar la Rusia Imperial, abriendo el camino legal para un siglo casi totalmente dominada por mujeres, incluyendo a su hija Isabel y Catalina II la Grande, todos las cuales continuaron las políticas de Pedro el Grande en la modernización de Rusia.

En el momento de la muerte de Pedro el ejército ruso, compuesto por 130.000 hombres y completada por otros 100.000 cosacos, fue sin duda la mayor de Europa. Sin embargo, el gasto de los militares estaba resultando ruinoso para la economía rusa. Dado que el país estaba en paz, Catalina estaba decidido a reducir los gastos militares. Para la mayoría de su reinado, Catalina I fue controlada por sus asesores. Sin embargo, en esta cuestión concreta, la reducción de los gastos militares, Catalina fue capaz de salirse con la suya. El alivio tributario que resulta en el campesinado dio lugar a la reputación de Catalina I como un gobernante justo y equitativo.

Año y medio duro el reinado de Catalina I, quien se hizo indolente y abandonó el gobierno a su amante Ménshikov. Su afición al vino de Tokai abreviaron la vida de la tsarina.

Zares posteriores

Catalina I fue sucedida en 1727 por su nieto Pedro II, pero la temprana edad de este hizo que fuera coronada Ana, hija del zar coadjutor de Pedro, Iván V. Los sucesores de Pedro II hicieron que Rusia tuviera más presencia en las decisiones europeas, logró aliarse con Austria contra el Imperio Otomano.

Catalina la grande llegó al trono en 1762 tras dar un golpe de estado contra su esposo, el impopular zar Pedro III, que se había ganado las antipatías de las clases poderosas al atacar a la iglesia ortodoxa rusa.

El imperio enfrentó guerras largas, como la Gran Guerra del Norte que con veintiún años de duración dejó sin recursos al estado. Con Catalina II se impulsó el comercio y la búsqueda de nuevas rutas que conectara a Rusia con China y la India, también se volvió a anexionar al imperio el territorio concedido a los tártaros tras la Guerra de Crimea, suprimió las autonomías financieras de sus estados y tomó el control total desde el centro del imperio. También creó reformas legislativas y enfrentó sublevaciones importantes como la de los cosacos del Don que impusieron un nuevo zar al que llamaron como su esposo, Pedro III. El levantamiento fue aplastado brutalmente. Catalina prosiguió con la occidentalización iniciada con Pedro I.

Al morir Catalina en 1796, subió al trono su hijo Pablo quien modificó las leyes de sucesión otorgándosele únicamente al primogenito varón o primer varón en la línea sucesoria, al que se le llamó zarévich. Murió asesinado en 1801.

Bajo el reinado del nuevo zar, Alejandro I, se firmó una alianza con Austria y Gran Bretaña para detener los afanes expansionista de Napoleón Bonaparte. El emperador francés derrotó a Rusia en la Batalla de Austerlitz en 1805 y en la de Friedland en 1807, pero las cosas cambiaron en 1812 cuando Napoleón invadió Rusia al mando de 600 000 soldados. No contó con la crudeza del invierno ruso y su falta de conocimiento del territorio hizo que fuera la campaña más desastrosa emprendida por Bonaparte: regresó a Francia con menos de treinta mil soldados. Los siguientes zares llevaron a Rusia por el camino de las guerras y la caída económica. El último de ellos, Nicolás II no tuvo tiempo de instaurar reformas al, ya herido de muerte, imperio: en 1917 tras una larga cadena de levantamientos y sangrientas represiones, se tomó el palacio de Invierno. Tras una larga guerra el antiguo imperio ruso paso a convertirse en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.

Zares gobernantes

La lista de zares que gobernaron consecutivamente el imperio es extensa: Pedro I, Catalina I de Rusia, Pedro II, Ana, Iván VI, Isabel I, Pedro III, Catalina II, Pablo I de Rusia, Alejandro I, Nicolás I de Rusia, Alejandro II, Alejandro III y Nicolás II.

Extensión territorial

El extenso imperio ruso alcanzó casi 23 millones de kilómetros cuadrados y su población en 1897 rebasa los ciento veinticinco millones. Además de la Rusia actual, abarcaba la Bielorrusia, una porción del reino de Polonia, todo el Caúcaso, Finlandia, casi toda Asia central y la parte oriental de Turquía, así como Alaska, más allá del estrecho de Bering.

Sistema político y clases sociales

Instituido como una monarquía hereditaria, el imperio ruso estaba gobernado por un zar de la dinastía Romanov, que además era jefe de la religión oficial, el cristianismo ortodoxo. La sociedad rusa de ese tiempo estaba muy estratificada: se dividía en un clase aristócrata poseedora de la tierra, el clero, la clase comerciante, los cosacos y los campesinos. Había un último estrato que ocupaban los grupos étnicos de Siberia y los extranjeros.

Economía

La economía se basaba fundamentalmente en la agricultura, con una estructura arcaica y escasa modernización técnica. La mayoría de las tierras y las mejores, están en manos de las clases altas, siendo los siervos liberados los que sufrían las mayores cargas impositivas. La industrialización tendrá un importante desarrollo a partir del año 1880 hasta la guerra.

A principios del siglo XX la economía rusa alcanzó algunos progresos como la liberación de los siervos (1861), la extensión de las grandes líneas de ferrocarril (Transiberiano y Transcaspiano), que unieron el inmenso territorio facilitando la emigración campesina hacia Siberia, y el inicio de la explotación de materias primas y fuentes de energía; también se introduce la financiación extranjera occidental. A pesar de estas reformas e innovaciones, la situación económica de Rusia en 1914 al comienzo de la Primera Guerra Mundial, era la siguiente:

Agricultura

Era la base de la producción económica y estaba muy atrasada. La vida en los campos de Rusia estaba al margen de las transformaciones agrícolas que se habían producido en la mayoría de los estados de Europa, de ahí que en las zonas rurales predominaban todavía las formas rurales antiguas de explotación de la tierra. La propiedad de la tierra estaba mal repartida (la mayor parte de ellas estaban en manos de los aristócratas), lo que representaba un gran problema a la hora de producir eficazmente para alimentar a una población en crecimiento continuo. Además, en las zonas rurales continuaban las formas arcaicas de explotación. El campesinado explotaba las tierras por medio del mir.(comunidad campesina en la que el suelo era propiedad colectiva y las tierras se distribuían periódicamente).

Industria

Controlada por el Estado, se concentraba sobre todo en San Petersburgo y Moscú, y en las cuencas mineras. Estaba vinculada a las empresas extanjeras y a banca. La abolición de los siervos proporcionó una mano de obra necesaria para el desarrollo de la actividad industrial, que en la última década del siglo XIX creció muy rápidamente hasta duplicarse.

Finanzas

En 1860 se creó el Banco del Estado y, a partir de 1864 se multiplicaron los bancos de negocios privados, lo que favoreció el comercio y las exportaciones.

Fuente