Luteranismo

Iglesia Luterana
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Luteranos
Fundador:Martín Lutero
Deidad:Dios Padre, Jesucristo (Dios Hijo) y Espíritu Santo
Tipo:protestantismo
Número de seguidores:73 millones de adherentes en 85 países del mundo.
Texto sagrado:La Biblia
Nace en:ciudad de Augsburgo (Alemania)

El luteranismo es la creencia religiosa sostenida por las sectas protestantes más antiguas y numerosas de Europa.

Fue fundada por Martín Lutero.

El término “luteranismo” fue acuñado por sus opositores durante la disputa de Leipzig en 1519, y después recibió prevalencia universal.

Lutero prefería el nombre de “evangélica”, y actualmente se conoce la religión como “Iglesia Evangélica Luterana”.

En Alemania, donde los reformadores y los luteranos se reunieron, desde 1817, se ha abandonado el título de “iglesia luterana”, y se la nombra “Iglesia Evangélica” o “Iglesia Evangélica Unida”.

Historia

El luteranismo data del 31 de octubre de 1517, fecha en que el sacerdote Martín Lutero fijó sus tesis a la puerta de la iglesia del castillo de Wittenberg. Aunque él no se separó de la Iglesia Católica hasta tres años después, ya entonces se había acercado significativamente a sus posiciones posteriores acerca del plan de salvación. Las nuevas enseñanzas, sin embargo, sufrieron grandes cambios después que Lutero retornó de Wartburgo (1521).

Antes de su muerte (18 de febrero de 1546), sus enseñanzas ya habían sido propagadas en muchos territorios de Alemania, de Polonia, en las provincias bálticas, Hungría, Transilvania, Los Países Bajos, Dinamarca y Escandinavia. El luteranismo se expandió desde esos países europeos y llegó al Nuevo Mundo. En los Estados Unidos es una de las denominaciones protestantes más importantes.

Luteranos en Alemania

Primer período: desde la aparición de las tesis de Lutero a la adopción de la Fórmula de Concordia (1517-1580)

El sacerdote Martin Luther colocó sus tesis en la entrada de la Iglesia de Todos los Santos, en la ciudad de Wittenberg.

Con el favor de los gobernantes civiles, el luteranismo se difundió rápidamente a través de la parte norte de Alemania. Luego de la Dieta de Speyer (1526) el Elector de Sajonia, junto con otros príncipes, estableció iglesias estatales luteranas. En 1526, en Torgau, estos príncipes establecieron una alianza, ratificada luego en Smalkald, en 1531. La Liga Protestante aumentó día a día gracias al ingreso a ella de otras naciones, y en 1546 se inició una guerra religiosa, que culminó con la Paz de Augsburgo (1555).

Este tratado garantizaba que los luteranos mantendrían control permanente sobre lo que ellos poseían en ese momento, pero todos los funcionarios de los territorios de la Iglesia Católica que de ahí en adelante se convirtieran al protestantismo deberían ser depuestos y reemplazados por católicos. Esta cláusula, que se conoció como el Reservatum Ecclesiasticum, no fue del gusto de los protestantes, y su constante violación fue una de las causas que condujo a la Guerra de Treinta Años (1618-1648). En la época de la Paz de Augsburgo los luteranos predominaban en el norte de Alemania, mientras que los seguidores de Zwinglio, o reformados, eran muy numerosos en el sur. Austria, Bavaria y los territorios súbditos de los señores espirituales eran católicos, si bien muchos de ellos se convirtieron posteriormente al protestantismo.

Hubo varios intentos por lograr la reunificación. En 1534 el Papa Pablo III invitó a los protestantes a un concilio general. El Emperador Carlos V gestionó reuniones entre teólogos católicos y protestantes en 1541, 1546 y 1547. Su sucesor, Fernando I (1556-1564), y muchos otros individuos, tales como el luterano Federico Staphylus y el padre Consten, trabajaron también con el mismo propósito. Empero, todos esos esfuerzos resultaron infructuosos. Melanchton, Crusius y otros teólogos protestantes hicieron propuestas formales de unión con la Iglesia Griega (1559, 1574, 1578), pero no obtuvieron ningún resultado. Desde el inicio hubo gran hostilidad entre los luteranos y los reformados. La primera señal apareció durante la controversia sacramentaria entre Lutero y Zwinglio (1524). Los dos se reunieron en conferencia en Marburgo, 1529, pero no llegaron a ningún acuerdo.

Las esperanzas de unión creadas por la fórmula de compromiso de 1536, conocida como la Concordia Wittenbergensis, resultó ser un fracaso. Lutero continuó confrontando a los seguidores de Zwinglio hasta su muerte. La batalla sacramentaria se reinició en 1549 cuando los zwinglianos aceptaron la postura de Calvino acerca de la presencia real. Los seguidores de Melanchton, que favorecían la doctrina de Calvino (Filipistas, Criptocalvinistas), también fueron acremente denunciados por los luteranos ortodoxos. Durante esas controversias el estado eclesiástico del Palatinado, donde predominaba el filipismo, se convirtió de la fe luterana a la reformada (1560).

El luteranismo estuvo desde el inicio desgarrado por violentas y apasionadas disputas internas. Tales disputas fueron causadas por las cuestiones de pecado y gracia, justificación por la fe, utilidad de las buenas obras, la Cena del Señor, y la persona y obra de Cristo. La controversia más amarga fue la de los criptocalvinistas. La Forma de Concordia, el último de los símbolos luteranos, fue redactada en 1577 para ayudar a la armonía. La mayoría de las iglesias estatales la aceptaron. El documento fue redactado con un espíritu conciliador, pero acabó dando la victoria a la facción ortodoxa.

Segundo período: desde la adopción de la Forma de Concordia al inicio del movimiento pietista (1580-1689)

Durante este período el luteranismo se vio envuelto en una serie de agrias disputas con sus vecinos en Alemania. De estas discordias religiosas surgió el horror de la Guerra de Treinta Años, que llevó a muchos a desear que existiesen mejores relaciones entre as iglesias. En 1645 se llevó a cabo en Thorn un “coloquio caritativo” entre teólogos católicos, luteranos y calvinistas, pero no condujo a ninguna parte. La propuesta del profesor luterano George Calixtus en el sentido de que las diferentes confesiones se unieran en una sola iglesia tomando como base común el consenso de los primeros cinco siglos (sincretismo), levantó una ola de indignación y, a manera de protesta, las universidades sajonas aceptaron un credo (1655) que constituía la forma más radical de la ortodoxia luterana. Los teólogos luteranos de esta época imitaron el orden desarreglado de los Loci Theologici de Melanchton, pero en el fondo, con poquísimas excepciones, eran leales seguidores de la Forma de Concordia.

Si bien los escritos de Lutero abundan en diatribas contra las ciencias especulativas, sus seguidores pronto cayeron en la cuenta de la necesidad de la Filosofía para resolver problemas controvertidos. Melanchton desarrolló un sistema basado en el aristotelismo y pronto el método escolástico, que Lutero cordialmente detestaba, empezó a ser usado por los teólogos evangélicos, aunque el neo-escolasticismo era muy diferente del original. Los dogmas luteranos se vieron plagados de sutilezas refinadas, y la mera logomaquia (debate verbal, en el que las palabras son utilizadas con sentidos distintos a los que les corresponden).llegó a ser considerada la función principal del teólogo.

El resultado de ello fue una ortodoxia fanática, cuya única función era la de andar a la caza de herejías, y una controversia huera. Hubo nuevos intentos de unificar las iglesias evangélicas. Se realizaron algunas conferencias en 1586, 1631 y 1661. El profesor de Heidelberg, Pareus, en 1651 propuso un plan de unificación; el Sínodo Reformado de Charenton decidió admitir a patrocinadores luteranos al bautismo (1631). De nuevo, sin embargo, la doctrina acerca de la Última Cena del Señor se convirtió en obstáculo, dado que los luteranos no aceptaban ninguna unión que no estuviera basada en un consenso dogmático perfecto. Gracias a la Paz de Westfalia. (1648), se extendieron a los reformados las concesiones que se habían hecho a los luteranos en 1555.

Tercer período: desde el inicio del movimiento pietista hasta la unión evangélica (1689-1817)

El pietismo, que constituyó una reacción contra el frío y terrible formalismo de la ortodoxia luterana, se originó con Philip Spener (1635-1705). En sus sermones y escritos él sostenía la tesis de la santidad personal, y en 1670, siendo decano de Frankfort-en-Main, comenzó a participar en pequeñas reuniones llamadas “collegia pietatis” (de donde nace el nombre de pietismo), en las que se explicaban algunos pasajes motivadores de la Sagrada Escritura y se entablaban conversaciones piadosas. Su seguidor, August Francke, fundó en 1684 la universidad de Halle, que se convirtió en el bastión del pietismo.

Los luteranos intransigentes acusaron a los pietistas de herejía, acusación negada firmemente por los últimos, aunque de hecho la nueva escuela no sólo difería de las ortodoxas en la práctica, sino también en la doctrina. El primer entusiasmo de los pietistas pronto se transformó en fanatiquismo y perdieron popularidad. El pietismo sí ejerció una influencia benéfica, pero fue seguida por el movimiento racionalista, el cual era una reacción mucho más radical en contra de la ortodoxia, y que causó entre los luteranos, al igual que entre las demás confesiones protestantes, muchas apostasías de la fe cristiana.

La filosofía de ese tiempo y la literatura nacional, cultivada entonces con entusiasmo, habían gradualmente debilitado la fe de todos los niveles sociales. Los dirigentes de la iglesia se acomodaron a las nuevas circunstancias y no pasó mucho tiempo antes de que las cátedras de teología y los púlpitos fueron ocupados por hombres que no solamente rechazaban la enseñanza dogmática de los Libros Simbólicos, sino que incluso rechazaban los elementos sobrenaturales de la religión. Una excepción en esa infidelidad creciente fue la secta de los Herrnhuters, o Hermanos Unidos, fundada en 1722 por el Conde von Zinzedorf, seguidor de la escuela pietista (Cfr. HERMANOS BOHEMIOS). La crítica situación de sus iglesias ocasionó que muchos protestantes anhelaran la unión entre los luteranos y los reformados.

La casa real de Prusia intentó lograr la unificación, pero sus planes se frustraron por la oposición de los teólogos. Por un tiempo se vislumbraron algunas señales de reconciliación de los luteranos de Hanover con la Iglesia Católica. El obispo católico Spinola y el representante luterano Molanus (1691), sostuvieron algunas negociaciones con ese fin. Bossuet y Leibniz le dieron seguimiento (1692-1701) a los puntos de la controversia, pero no se logró ningún acuerdo.

Cuarto período: desde la Unión Evangélica (1817) hasta el siglo XX

Los eventos más sobresalientes de las iglesias luteranas del siglo XIX fueron la Unión Evangélica y el resurgimiento de la ortodoxia. Durante la celebración del tercer centenario de la Reforma, en 1817, se realizaron varios esfuerzos en Prusia para unificar a luteranos y reformados. Federico Guillermo III recomendó el uso de una liturgia común en ambas iglesias, y de hecho la iniciativa fue paulatinamente bien acogida. Empero, hubo mucha oposición al libro del ritual, publicado por la autoridad real en 1822. Juan Scheibel, diácono en Breslau, se negó a aceptarlo y, suspendido de su cargo, fundó (1830) una secta separatista llamada “Viejos Luteranos”.

El gobierno recurrió a medidas opresoras contra los no conformistas, pero en 1845 el nuevo Rey, Federico Guillermo IV, los reconoció como una secta luterana independiente. Ya para 1860 los Viejos Luteranos habían mermado en número a causa del abandono del pastor Diedrich, el cual organizó el sínodo independiente Emmanuel. También hubo movimientos separatistas fuera de Silesia. Opositores crearon iglesias luteranas libres en Hesse, Hanover, Baden y Sajonia. Un movimiento sobrenaturalista, que defendía el carácter de inspiración divina de la Biblia, comenzó un movimiento de reacción en contra del principio de racionalismo en teología.

El jubileo por el centenario de 1817 y los años subsecuentes, que recordaban los primeros tiempos del luteranismo, trajeron consigo un resurgimiento del luteranismo estricto en sus enseñanzas. Desde entonces se ha venido dando una lucha amarga y persistente entre las tendencias racionalistas y evangélicas de la iglesia unida y de las libres.

Luteranos en Dinamarca y Escandinavia

Dinamarca

Gracias a la Unión de Calmar (1397), Suecia, Noruega y Dinamarca formaron un reino bajo el Rey de Dinamarca. El déspota Cristian II (1513-1523) buscó introducir la Reforma, pero fue destronado por sus barones. Federico I de Schleswig-Holstein, su sucesor, profesó abiertamente el luteranismo en 1526. En la Dieta de Odense (1527) logró que le reconocieran una medida para garantizar igualdad de derechos a sus correligionarios, y dos años después proclamó el luteranismo como la única verdadera religión. Bajo el reinado de su sucesor, Cristian III (1533-1539), los obispos católicos fueron privados de sus sedes y la Iglesia Luterana de Dinamarca se organizó teniendo al rey como obispo supremo.

La Dieta de Copenhague (1546) emitió leyes penales que privaban a los católicos de sus derechos civiles y prohibía a los sacerdotes permanecer en Dinamarca, bajo pena de muerte. La oposición de Islandia a la nueva religión fue sofocada a la fuerza (1550). El racionalismo germano fue propagado en Dinamarca por Clausen. Entre sus opositores estaba Grundtvig, dirigente del movimiento Grundtvigiano (1824), que favorecía la aceptación del Credo de los Apóstoles como única norma de fe. En 1849 se decretó la libertad de cultos.

Noruega

Noruega, que se había unificado con Dinamarca, se convirtió al luteranismo en tiempos de los reyes Federico I y Cristian III. El racionalismo, que había sido importado desde Dinamarca, avanzó enormemente en Noruega. Hauge y algunos seguidores noruegos de Grundtvig se opusieron a él. Adolfo Lammers fundó una Iglesia Apostólica Libre alrededor del año 1850, pero luego se fusionó con la iglesia estatal. Noruega aprobó sus leyes de tolerancia en 1845, pero continuó excluyendo a los jesuitas.

Suecia

Suecia fue liberada en 1521 del yugo danés por Gustavo Vasa, quien dos años después fue elegido rey. Desde el inicio de su gobierno se mostró favorable hacia los luteranos y con astucia y violencia pudo introducir la nueva religión a su reino. La Reforma fue formalmente establecida en 1529 por la Asamblea de Orebro, y en 1544 la antigua fe fue declarada ilegal. El reinado de Eric XIV (1560-1568) estuvo marcado por conflictos violentos entre luteranos y calvinistas. Estos últimos gozaban del favor del rey, y su derrota fue seguida por el derrocamiento de Eric. Su sucesor, Juan III (1568-1592), se reunió con Gregorio XIII en Suecia, con la Iglesia Católica, pero como el Papa no podía conceder todas las exigencias del Rey, las negociaciones fracasaron.

El siguiente rey, Sigismundo (1592-1604), era católico pero, viviendo él en Polonia, de donde era rey desde 1587, el gobierno sueco era dirigido por su tío, el Duque Carlos de Sudermanland, luterano fervoroso, que utilizó la fuerza de la que gozaba para lograr que se le proclamara Rey Carlos IX en la Asamblea de Nordkoeping (1604). El sucesor de Carlos fue el famoso general y estadista Gustavo Adolfo (1611-1632). Los luteranos lo veneran como héroe religioso de su iglesia por su participación en la Guerra de Treinta Años, aunque hoy se sabe que tomó parte en el conflicto por razones políticas. Le sucedió su única hija, Cristina, quien se hizo católica y abdicó en 1654.

Una ley de 1686 obligaba a todos los súbditos del reino a adherirse, bajo amenaza de duros castigos, a la iglesia estatal. Otra ley, de 1726, contraria a los grupos religiosos, fue aplicada severamente contra los pietistas suecos (Läsare) desde 1803 hasta su derogación en 1853. La ley en contra de los disidentes religiosos no fue derogada de los libros hasta 1873. La Iglesia Sueca es controlada totalmente por el Estado, y la estricta ortodoxia que éste puso en práctica impidió al principio que se infiltrase el racionalismo. Pero a partir de 1866 dentro de la iglesia estatal emergió un “partido progresista”, cuya meta era abandonar todo símbolo religioso y hacer de la iglesia una entidad laica. Las dos universidades, de Upsala y Lund son ortodoxas.

El Gran Ducado de Finlandia, antiguamente unido a Suecia, pero desde 1809 convertido en provincia de Rusia (de la que se independizó en 1917, N.T.) considera el luteranismo como su religión nacional (en 1922 Finlandia declara la libertad de cultos, N.T.).

Luteranismo en otros países europeos

Polonia

El luteranismo fue llevado a Polonia durante el reinado de Sigismundo I (1501-1548) por algunos jóvenes que habían estudiado en Wittenberg. El rey se opuso a las nuevas enseñanzas, pero la nobleza las apoyó decididamente. Desde Danzig se extendió a las ciudades de Thorn y Elbing y, durante el reinado de Sigismundo II (1548-1572), ganó continuamente terreno. En 1570, en la ciudad de Sandomir, se redactó un símbolo de unidad que fue firmado por los protestantes, y tres años después se firmó la paz religiosa con los católicos, en cuyo texto se decía que todos los firmantes gozarían de igualdad de derechos civiles.

Esa paz, sin embargo, no duró, y durante dos siglos se dio una batalla religiosa casi continua que finalmente llevó a la ruina al reino. Con la anuencia de Polonia, el luteranismo se estableció en los territorios de la Orden Teutónica: Prusia Oriental (1525), Livonia (1539) y Courland (1561).

Hungría, Transilvania y Silesia

Fue durante el reinado del Rey Luis II de Hungría y Bohemia (1516-1526) que se comenzaron a propagar en esos países las enseñanzas de Lutero. El Rey se oponía fuertemente a toda clase de renovación religiosa, pero luego de su muerte las animosidades civiles propiciaron que la nueva doctrina avanzara.

En Silesia el luteranismo fue protegido por los duques y, en 1524, el Consejo Municipal lo estableció en Breslau, la capital. La libertad de cultos fue decretada en Transilvania en 1545, y en 1606 en Hungría. Pronto los luteranos empezaron a reñir con los calvinistas. El elemento germano entre los protestantes favorecía la Confesión de Augsburg, y la fe reformada tenía más seguidores entre los húngaros y checos. Los luteranos de Silesia estaban divididos entre ellos mismos respecto a la doctrina de la justificación y de la Eucaristía. Gaspar Schwenkfeld (1561), uno de los primeros discípulos de Lutero, atacó la doctrina de su maestro a ese respecto, y ya para 1528 el Schwenkfeldianismo contaba con muchos seguidores entre los luteranos. La memoria de Schwenkfeld aún es venerada en Silesia y algunas comunidades luteranas de Pensilvania.

También en los estados hereditarios de Austria y Bohemia conquistó terreno el luteranismo durante los reinados de Fernando I (1556-1564) y de Maximiliano II (1564-1576). Los luteranos de Bohemia se rebelaron contra la autoridad imperial en 1618, pero fueron aplacados y la fe católica se conservó en los dominios de los Hapsburgo. (Cfr. MONARQUIA AUSTRO-HÚNGARA: HUNGRÍA)

Holanda

Holanda fue una de las primeras naciones que recibió las doctrinas de Lutero. El Emperador Carlos V, ansioso por evitar los desórdenes que se suscitaron a causa de la reforma en Alemania, aplicó medidas muy severas contra quienes propagaran el luteranismo en los Países Bajos. Su hijo, Felipe II de España (1556-1598), fue aún más riguroso. Las medidas tomadas por él fueron despóticas e injustas, y la gente se rebeló (1568), por lo que España sufrió la pérdida de Holanda. Mientras tanto, las relaciones entre calvinistas y luteranos distaban mucho de ser cordiales.

La facción reformada gradualmente ganó importancia y, cuando quedó establecida la república, su supremacía política les permitió sujetar a los luteranos a muchas pesadas restricciones. Los luteranos holandeses fueron presa del racionalismo en el siglo XVIII. Gran número de iglesias y pastores se separaron del cuerpo principal para adherirse más estrechamente a las Confesiones de Augsburgo. La facción liberal tuvo un seminario teológico (fundado en 1816) en Ámsterdam, mientras que los ortodoxos daban educación teológica a base de cátedras en la universidad de dicha ciudad.

Luteranos en Estados Unidos

Período de Fundación (1624-1742)

Los luteranos se contaban entre los primeros colonos europeos de este continente. Sus primeros representantes llegaron de Holanda a la colonia holandesa de Nueva Holanda alrededor del 1624. Bajo el régimen del Gobernador Stuyvesant fueron obligados a seguir el rito reformado, aunque en Nueva Ámsterdam (Nueva York) se concedió la libertad de cultos cuando dicha ciudad fue capturada por los ingleses en 1664. El segundo grupo de luteranos arribó a América desde Suecia en 1637. Dos años después tuvieron ya un ministro y organizaron la primera congregación luterana del Nuevo Mundo en el Fuerte Cristina (actualmente Wilmington, Delaware).

Después de 1771, los suecos de Delaware y Pensilvania se separaron de la iglesia madre de Suecia. Como no tenían ministros de habla inglesa, eligieron a sus pastores de entre los miembros de la Iglesia Episcopaliana. Y en 1864 esas congregaciones declararon su unificación con la fe episcopaliana. La primera colonia de luteranos alemanes provenía del Palatinado. Llegaron en 1693 y fundaron Germantown, ahora parte de Filadelfia. Durante el siglo XVIII numerosos luteranos emigraron de Alsacia, el Palatinado y Würtemburg, y se establecieron a orillas del Río Hudson.

En la costa del Atlántico, en Nueva Jersey, Virginia, las Carolinas, habitaban numerosos grupos de luteranos alemanes aislados. Una colonia de Luteranos de Salzburgo fundó la colonia de Ebenezer, Georgia, en 1734. En Pensilvania del Este se establecieron cerca de 30,000 luteranos alemanes antes del siglo XVIII. Tres de sus congregaciones solicitaron ministros europeos; el Conde Zinzendorf se convirtió en el pastor de Filadelfia en 1741.

Período de organización (1742-1787)

En 1742 el Reverendo Henry Muhlenberg, un hombre de Hanover considerado el patriarca del luteranismo en los Estados Unidos, llegó a Filadelfia y sucedió a Zinzendorf en el puesto de pastor. Durante los 45 años que ejerció su ministerio en los Estado Unidos, Muhlenberg presidió muchas congregaciones y erigió muchos templos. Fue él quien comenzó el trabajo organizativo entre los luteranos de Estados Unidos al convocar el Sínodo de Pensilvania en 1748. Igualmente, preparó la constitución congregacional de la iglesia de San Miguel, en Filadelfia, que se convirtió en el modelo para todas las constituciones semejantes a lo ancho del país. Su hijo, el Reverendo Frederick Muhlenberg, quien a la postre fue el Presidente de la Primera Cámara de Representantes, fue quien inició el Ministerium en Nueva York, el segundo sínodo en Estados Unidos (1773)

Período de deterioro (1787-18179)

Mulhenberg y los demás pastores germanos de su tiempo se habían graduado en la Universidad de Halle. La generación siguiente también había estudiado en la misma institución. Pero el pietismo de los fundadores de Halle había cedido su lugar al criticismo destructivo de Semler. Las consecuencia se hicieron pronto manifiestas en el indiferentismo de las iglesias americanas. El Ministerium de Pensilvania eliminó todos los exámenes confesionales en su constitución de 1792.

El de Nueva York, dirigido por el Dr. Frederick Quitman, un racionalista radical, substituyó los antiguos catecismos luteranos e himnarios con obras que eran más del gusto de la teología de moda. La agenda, o libro de ritos adoptado por los luteranos de Pensilvania en 1818, constituyó una separación del antiguo ritual y una expresión de los nuevos modelos doctrinales. La transición del uso del alemán al inglés causó divisiones en muchas comunidades, con la facción alemana en contra de la introducción del inglés en las ceremonias religiosas.

Éstos llegaron a sentirse más afines a los reformados de habla germana que con los luteranos de habla inglesa, y algunos llegaron a proponer una unión evangélica semejante a la que se había propuesto en Prusia por entonces.

Período de resurgimiento y expansión (1817-1860)

Para prevenir la desintegración que ya se amenazaba, se propuso un sínodo de unión de todos los luteranos americanos. En 1820 se organizó el Sínodo General, en Hagerstown, Pensilvania, pero sólo se presentaron unos pocos distritos. Muchos sospechaban de la nueva organización y en 1824 el mismo sínodo madre de Pensilvania se retiró del cuerpo general. Desde sus inicios hubo un grupo considerable dentro del Sínodo General que favorecía un arreglo doctrinal con la iglesia reformada. Para fortalecer a la facción conservadora, el Sínodo de Pensilvania regresó al Sínodo General en 1853.

Éste, mientras tanto, había fundado un seminario teológico en Gettysburg, Pensilvania (1825), y sociedades para el trabajo misionero en Estados Unidos y en el extranjero. Varias organizaciones eclesiásticas fueron fundadas en el Oeste por los luteranos que habían emigrado de Sajonia, Prusia, Bavaria y los países escandinavos. El reverendo Carl Walter fundó el Sínodo de Missouri en 1847, y ese mismo año construyó un seminario en San Luis. Un grupo de Viejos Luteranos que se habían opuesto a la unión prusiana, emigraron de Sajonia en 1839 y dos años después crearon el Sínodo de Búfalo. Se esperaba inicialmente una unión entre este sínodo y el de Missouri, pero lo que pasó fue que sus fundadores se metieron en una serie de controversias doctrinales que duraron muchos años.

Una facción del Sínodo de Missouri, insatisfecha por lo que consideraba el congregacionalismo extremado de esa entidad y su negativa a abrirse a cuestionamientos teológicos, se separó y formó el Sínodo de Iowa, con un seminario teológico en Dubuque. Desde entonces ha habido conflictos entre esos dos sínodos. Unos predicadores itinerantes del Ministerium de Pensilvania fundaron en Ohio, en 1805, una conferencia que estaba vinculada con el sínodo madre. Esta conferencia fue reorganizada en 1818 y convertida en sínodo, el cual desde 1833 ha sido conocido como el Sínodo Conjunto de Ohio. Los primeros sínodos formados por emigrantes suecos fueron: El Sínodo Noruego de Hauge (1846) El Sínodo Noruego (1863) y El Sínodo Escandinavo de Augustana (1860). Todos estaban localizados en el Oeste Medio.

Período de reorganización (desde 1860)

En los inicios de la Guerra Civil Estadounidense (1861-1865), el Sínodo General incluía a la tercera parte de los luteranos de Estados Unidos, y se abrigaba la esperanza de que pronto todas las organizaciones formarían un solo cuerpo. Pero esta expectativas estaban condenadas a fracasar. En 1863 el Sínodo General perdió cinco de los distritos sureños, que se separaron y formaron el “Sínodo General de los Estados Confederados”, que abogaban por mantener sus esclavos. Tres años después sucedió una ruptura aún más grave.

El tiempo no había aminorado los debates entre liberales y conservadores dentro de ese organismo. En 1864 el Ministerium de Pensilvania estableció un nuevo seminario en Filadelfia, con lo que menguó grandemente el alumnado del seminario de Gettysburg, del Sínodo General. En la siguiente convención (1866) se declaró que el Sínodo de Pensilvania ya no formaba parte del Sínodo General. Inmediatamente, el Ministerium de Pensilvania mandó invitaciones a todos los sínodos americanos y canadienses para que se unieran a él y formaran un nuevo cuerpo general. En respuesta a la invitación se reunió una convención en Reading, ese mismo año, y los trece sínodos se consolidaron en el “Concilio General”.

Al término de la Guerra Civil los luteranos esclavistas del sur podrían haber regresado a la comunión con sus hermanos antiesclavistas del norte, pero la controversia existente entre los sínodos norteños los hizo decidir dentro de propia organización. En 1866 reorganizaron su cuerpo general, adoptando el nombre de “Sínodo Unido en el Sur”, y fijando su postura doctrinal, que básicamente es la misma del Concilio General. Un cuarto cuerpo nació en 1872, la Conferencia Sinodal, que actualmente es la organización más sólida entre las iglesias luteranas en Estados Unidos.

Su base se ubica en la Fórmula de Concordia de 1580, y comprende el Sínodo de Misuri y otros de la región occidental. Un debate acerca de la predestinación condujo a la salida del Sínodo de Ohio en 1881, y del Sínodo Noruego en 1884. Aún existen muchos sínodos independientes, no afiliados a ninguna organización general. Es por ello que los luteranos en Estados Unidos se encuentran divididos en varios organismos opuestos, todos declarando ser el verdadero exponente del luteranismo. La membresía de las cuatro organizaciones principales está conformada casi exclusivamente por descendientes de alemanes. La principal causa de desunión es la disparidad de opiniones respecto a la importancia o interpretación de la confesión oficial.

Enseñanzas características

Doctrinariamente hablando, el luteranismo oficial forma parte de lo que se conoce como protestantismo ortodoxo, ya que concuerda con las iglesias Católica y Griega al reconocer la autoridad de las Sagradas Escrituras y de los tres credos más antiguos (el de los Apóstoles, el de Nicea y el de Atanasio). Además de estas fórmulas de fe, los luteranos aceptan otros seis puntos concretos que los distinguen de las otras iglesias:

  • La Confesión de Augsburgo inalterada (1530)
  • La Apología de la Confesión de Augsburgo (1531)
  • El catecismo mayor de Lutero (1529)
  • El catecismo de Lutero para niños (1529)
  • Los artículos de Smalkald (1537)
  • La forma de Concordia (1577).

Esos nueve libros simbólicos (incluyendo los tres credos) constituyen el “Libro de Concordia”, publicado primeramente en Dresden en 1580 por orden del Elector Augusto de Sajonia (Cfr. FE, Confesiones Protestantes De). En esas confesiones se declara que la única regla de fe son las Escrituras. No se define ahí el número de libros del canon, pero las biblias usadas comúnmente entre los luteranos son generalmente iguales a las utilizadas por otras denominaciones protestantes (Cfr. Canon de las Sagradas Escrituras). Los símbolos y otros textos que no se hallan contenidos en la Escritura no tienen autoridad decisiva, sino que simplemente muestran de qué modo se entendían y explicaban las Escrituras en diferentes épocas por parte de los teólogos más importantes (Forma de Concordia).

El postulado principal del credo luterano, llamado por Lutero “el artículo de la Iglesia que permanece en pie y de la que cae”, hace referencia al hombre pecador. Se afirma que el pecado original consiste en la depravación total y positiva de la naturaleza humana, que convierte todo acto de los no justificados, incluso los actos civilmente rectos, en algo pecaminoso y desagradable a Dios. La justificación, que no consiste en un cambio interno sino en una declaración externa y legal por la que Dios atribuye a la creatura la justicia de Cristo, sólo se da por la fe que, a su vez, consiste en la confianza de que uno está reconciliado con Dios a través de Cristo. Las obras buenas son necesarias en cuanto son un acto de fe, y son premiadas, no por la justificación, (que ellas presuponen), sino por el cumplimiento de las promesas divinas (Apología de la Confesión de Augsburgo).

Otras doctrina típica de la Iglesia Luterana son:

La “consubstanciación” (aunque los símbolos no utilizan esta expresión), o sea, la presencia real, corpórea, del Cuerpo y Sangre de Cristo en la celebración de la Cena del Señor, en, con y bajo las substancias de pan y vino, en una unión que no es hipostática, ni de mezcla, ni de inclusión local, sino enteramente trascendente y misteriosa. · La omnipresencia del Cuerpo de Cristo, la cual tiene diferentes explicaciones en los diversos comentaristas de los Libros Simbólicos.

Dado que las fórmulas oficiales de fe no pretenden tener autoridad decisiva en ellas mismas- y de hecho en algunos aspectos muestran serias divergencias-, existe una gran diversidad de opinión entre los luteranos. Entre ellos se dan todos los matices posibles de creencia, desde el ortodoxo, que se atiene totalmente a las Confesiones, hasta el teólogo casi infiel, que niega la autoridad de la Sagrada Escritura.

Organización y culto

En los primeros tiempos de la Reforma la forma prevalente de gobierno era la llamada episcopal, que transfería la jurisdicción de los obispos a la autoridad civil. A ello seguía el sistema territorial, que reconocía al soberano como cabeza de la iglesia, en virtud de su oficio, tanto en lo administrativo como en lo doctrinal. El sistema colegial de Pfaff (1719) afirma la soberanía y la independencia de la congregación, la que, a su vez, puede delegarla al Estado. En las iglesias estatales luteranas el poder secular es de hecho la autoridad suprema. La determinación práctica de asuntos religiosos recae en la legislatura de la nación o con un consistorio cuyos miembros son nombrados por el gobierno. No se reconoce a ninguna jerarquía constituida divinamente, y todos los clérigos son considerados iguales.

Los obispos luteranos de Suecia y Dinamarca, al igual que los “superintendentes generales” de Alemania, son en realidad funcionarios del gobierno a los que se encomienda la supervisión de los pastores y congregaciones. En Holanda y los Estados Unidos, del mismo modo que las iglesias libres de Alemania, la forma de organización es sinodal, un sistema de política eclesiástica cuyas características principales han sido copiadas de la iglesia reformada. Según ese plan, los asuntos puramente congregacionales son decididos por votación de la congregación, ya directamente o a través del concilio de la iglesia.

En los Estados Unidos el concilio de la iglesia está formado por el pastor y sus asistentes laicos, los ancianos y diáconos. Todos son elegidos por la congregación. Los asuntos de interés general y las cuestiones disputadas son resueltos por el sínodo distrital, compuesto de delegados seglares y clérigos que representan todas las congregaciones que hayan aceptado una unidad mutua congregacional. Las congregaciones que componen un sínodo distrital pueden unirse con otros sínodos distritales y conformar un cuerpo más amplio.

Los poderes de una organización general de este tipo, en su relación con los cuerpos que la componen, no son iguales en todos los casos. La constitución de la Antigua Iglesia Luterana de Alemania hace de su Sínodo General la última corte de apelaciones y sus decisiones son inapelables. En los Estados Unidos prevalece un concepto distinto. En la mayor parte de los casos las asambleas generales son consideradas como simples entidades de asesoría cuyas decisiones deben ser ratificadas por las organizaciones representadas en ellas.

El culto público luterano esta basado en el ritual publicado por Lutero en 1523 y 1526. Conservó la primera parte de la Misa, pero abolió el ofertorio, el canon y todas las partes sacrificiales. En los países escandinavos aún se le llama “misa” a la principal liturgia luterana. El canto de himnos adquirió una preponderancia especial en el nuevo ritual. Se conservaron muchas antífonas católicas y se pidieron prestados algunos cantos de los antiguos poetas germanos.

El mismo Lutero escribió algunos himnos, aunque se duda que él sea el autor de las melodías que se le atribuyen. Lutero deseaba conservar la elevación y el uso de la lengua latina, pero finalmente fueron abandonados. La colecta, epístola y evangelio varían cada domingo del año. Al credo sigue un sermón acerca de la lectura escriturística del día, la que constituye el núcleo de la ceremonia. La Cena del Señor se celebra ordinariamente solamente unas cuantas veces al año.

A ella le precede, con unos días de anticipación, una liturgia de confesión y absolución pública, consistente en una promesa de conversión pronunciada por quienes desean comulgar, y por la declaración del ministro de que los verdaderos penitentes quedan perdonados. Los luteranos únicamente reconocen dos sacramentos: el bautismo y la Cena del Señor, mas la confirmación, la ordenación y la confesión, según se acaba de describir, son definidos como ritos sagrados. También existen ceremonias prescritas para el matrimonio y la sepultura. Navidad, Pascua, Pentecostés, la Fiesta de los Doce Apóstoles, la Conmemoración de la reforma (octubre 31) son observadas con ceremonias religiosas. Las imágenes están permitidas en los templos, y en Dinamarca se utilizan ornamentos y velas encendidas durante la ceremonia de comunión.

El primer ritual completo, o agenda, fue preparada para el Ducado de Prusia en 1525. Las iglesias no tienen una liturgia uniforme. La Iglesia Evangélica Unida de Alemania reconoce como oficial la agenda de Federico Guillermo III (1817). Durante muchos años, los rituales de los luteranos americanos fueron casi siempre extemporáneos, pero en 1888 se adoptó un ritual común del siglo XVI que había sido utilizado por casi todos los luteranos de habla inglesa en este país. Incluye, además del ritual principal, los maitines y vísperas.

Algunas actividades luteranas

Misiones en el extranjero y organizaciones de caridad

Las misiones en el extranjero nunca sido una actividad prominente de la Iglesia Luterana. Sus primero misioneros partieron de la Universidad de Halle hacia las Indias Orientales (Tanquebar), a invitación de Federico IV de Dinamarca en 1705. Durante el siglo XVIII, la universidad de Halle envió alrededor de sesenta misioneros a Tanquebar. En años posteriores los misioneros fueron enviados por la Misión Luterana de Leipzig. Otra misión danesa fue la del Pastor Hans Egede entre los groenlandeses en 1721. Varias sociedades de misiones extranjeras fueron creadas en el siglo XIX: la Sociedad Berlinesa de Misiones (1824), la Asociación Misionera Luterana Evangélica de Leipzig (1836), la Sociedad Hermansburg (1854) y otros organismos semejantes en los países escandinavos.

La Sociedad Germana de Misiones Extrajeras se fundó en Estados Unidos en 1837. El primer misionero luterano americano fue el Doctor Heyer, enviado a India en 1841. Al momento de escribir este artículo, varios sínodos americanos patrocinan misiones en Oceanía, India y África Oriental. La hermandad conocida como las Diaconisas Luteranas fue fundada por el pastor Fliedner en 1833, en Kaiserwerth, para el cuidado de los enfermos, la enseñanza, etc. Hoy día tienen numerosas instituciones en algunas partes de Alemania. A los Estados Unidos arribaron en 1849.

Aprendizaje sagrado y educación

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La Biblia de Lutero.

Los estudiosos luteranos han cuidado mucho el estudio de la exégesis, de la historia de la Iglesia y de la teología.

Los siglos de Magdeburgo (1559), de Flacius Ilíricus y sus colegas, la primera historia eclesiástica escrita por protestantes, es muy parcial y no tiene valor histórico.

Hay algunos exégetas (comentaristas) famosos:

  • Solomon Glassius (Philología sacra, 1623);
  • Sebastian Schmid (1696), traductor y comentarista;
  • John H. Michaelis (Biblia hebraica, 1720);
  • John A. Bengel (Gnomon novi testamenti, 1752);
  • Havernick (1845), comentarista;
  • Hegstenberg (1869), comentarista;
  • Delitzsch (1890), comentarista.

Entre los historiadores más importantes se puede mencionar a:

  • Mosheim (1755), a veces llamado “Padre de la historia moderna de la iglesia”,
  • Schrockle (1808),
  • Neander (1850),
  • Kurtz (1890),
  • Hase (1890).

Los teólogos luteranos han escrito numerosos trabajos dogmáticos. Entre los dogmatistas más respetados por los luteranos están:

  • Melanchthon, cuyos "Loci Theologici" (1521) fue la primera teología luterana;
  • Martin Chemnitz (1586) y John Gerhard (1637), los teólogos luteranos más relevantes;
  • Calovius (1686), defensor de la ortodoxia luterana más estricta;
  • Quenstedt (1688);
  • Hollaz (1713);
  • Luthardt (1902);
  • Henry Schmid, cuya teología dogmática (editada por primera vez en 1843) ha sido muy usada en los Estados Unidos en su versión inglesa.

La Iglesia Luterana aún produce muchas obras dogmáticas, pero pocas son las obras modernas que se apegan estrictamente a las viejas fórmulas de fe.

Las iglesias luteranas merecen crédito por la importancia que siempre le han dado a la educación religiosa, no únicamente en sus muchas universidades, sino también, y especialmente, en las instituciones de educación elemental. En los países luteranos son las autoridades religiosas las que supervisan la educación de los niños, puesto que los luteranos actúan sobre la base de que la educación religiosa es la parte más importante de toda educación.

El catecismo, el estudio bíblico y la música litúrgica forman parte prominente de la educación diaria. En los Estados Unidos han sido desarrolladas con mucho éxito las escuelas parroquiales de las congregaciones que aún utilizan las lenguas alemana y escandinava. Los luteranos de Wisconsin e Illinois cooperaron organizadamente con los católicos en 1890 para impedir la legalización de medidas que hubiesen lesionado las escuelas parroquiales.

¿Qué enseñanzas son importantes para los luteranos?

La Biblia de los luteranos.

1. La justificación. Es recibida sólo por gracia a través de la fe. Lutero se convenció de que la Biblia enseñaba que el perdón y la salvación no se obtienen por medio de las "obras", sino que es un regalo de Dios. Esta verdad bíblica la encontró estudiando la carta del Apóstol Pablo a los Romanos, que dice: "Así pues, libres ya de culpa gracias a la fe, tenemos paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo. Pues por Cristo gozamos del favor de Dios por medio de la fe, y estamos firmes, y nos alegramos con la esperanza de tener parte en la gloria de Dios" (Romanos 5:1-12). Lutero no negaba que las obras de caridad, la oración o muchos de los ritos y las prácticas religiosas fueran buenas, ¡al contrario! Sólo que ellas por sí mismas no pueden realizar ni garantizar la salvación. Cristo es quien nos salva, y por ello es que celebramos, rezamos y servimos al prójimo en amor y justicia.

2. La Palabra de Dios. Jesucristo es la perfecta revelación de Dios. Por lo tanto él es la Palabra de Dios encarnada, el Logos o plan de Dios para la salvación del mundo entero. La Biblia es donde encontramos el testimonio de Jesucristo, que es proclamado hoy en cada iglesia cristiana diseminada por el mundo. El testimonio de la Biblia es la norma de la fe de los luteranos.

3. Los sacramentos. El Santo Bautismo y la Eucaristía (o Santa Cena) son considerados los dos únicos sacramentos. Estas reflejan los mandatos de Jesús en donde la promesa divina y los elementos visibles (el agua bautismal, y el pan y vino eucarísticos) se unen para impartir gracia y perdón a aquellos que se reunen en comunidad para recibirlos.

4. Los Diez Mandamientos. Fueron enseñados en los tiempos del antiguo Israel para que el pueblo amara a su Dios y respetara a su prójimo. Pero los mandamientos no sólo son una guia en lo que debemos hacer sino que también nos señala nuestras limitaciones y la necesidad que tenemos siempre de la gracia. Nos ponen de relieve que no cumplimos cabalmente con el llamado de Dios, que no podemos lograr nuestra salvación por nuestro propio esfuerzo. En la comunión con Cristo vivimos los mandamientos no como una condenación sino en la alegría y la esperanza que brota de la fe. Por ello los luteranos enfatizan un compromiso y responsabilidad hacia el prójimo y la creación, que deben expresarse en las acciones de todo creyente como traducirse en instituciones y formas sociales y económicas que fomenten la paz, justicia e integridad de la creación.

5. Los Credos. Estos son fundamentales para la fe cristiana ya que expresan de una forma clara y sucinta lo que creemos y enseñamos. No sólo son una señal de nuestra comunión con la primitiva iglesia sino que también significan una norma para nuestra interpretación de las escrituras y del Dios trino revelado en ellas. Los credos Apostólico, Niceno y Atanasiano son los reconocidos por los luteranos.

6. El Padre Nuestro. Es una oración que nos enseñó Jesús dirigida a nuestro creador y Padre. Nos enseña cómo hablar con Dios, qué cosas esperar, y por qué cosas pedir. Toda vida cristiana está guiada por esta oración, que es el principio y fin de toda plegaria individual y comunitaria.

¿Por qué la iglesia luterana es evangélica y católica?

Es evangélica porque su mensaje gira alrededor de la persona y mensaje de Cristo. Además es evangélica por su énfasis en la salvación dada por la gracia a través de la fe. Estas son las buenas noticias que proclama nuestra iglesia, exactamente lo que quiere decir la palabra evangelio. Nuestra iglesia comparte estas buenas noticias para que toda persona vernga a conocer lo que Dios ha hecho y hace en Cristo.

Es católica en el sentido de que es para todos, universal. Nuestra iglesia no es excluyente ni está limitada a ningún grupo. Es una iglesia que busca la unidad entre los cristianos y la humanidad entera. También es católica porque sus tradiciones y confesiones se hallan en continuidad con lo proclamado por la iglesia cristiana desde sus inicios.

Fuentes