Belle Époque

Belle Époque
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Fecha:1890 y 1914
Lugar:Bandera de Francia Francia
Descripción:
Una representación del glamour
País(es) involucrado(s)
Bandera de Francia Francia


Belle Époque. El término, adoptado del francés -ya que fue en Francia donde se dio principalmente este fenómeno-, hace referencia a un periodo de tiempo comprendido entre los años 1890 y el verano de 1914, cuando morirá bruscamente con la Primera Guerra Mundial.

Historia

Realmente es más una idealización de un tiempo pasado que una especie de "edad de oro" real y tangible. Es absolutamente comprensible que los desastres de la guerra motivaran una sensación de añoranza hacia el tiempo transcurido no hacia demasiados años que, como suele ocurrir casi siempre, se ve bastante mejor que el presente. El historiador francés Maurice Fontbleau escribe:

"Fueron las desgracias y carencias de una guerra tremendamente destructiva, y lo que esta representó tanto para Francia como para toda Europa, las que crearon y afianzaron en la mente de los supervivientes una época en la que parecía no haber existido los problemas, las intrigas o las miserias. Europa necesitaba agarrarse a algo bueno con la esperanza que eso volvería y en la esperanza del resurgimiento de esa nueva Belle Epoque se dio rienda a la idealización"

Sin embargo, algo hay de verdad de "Belle Époque", no todo es simplemente producto de las añoranzas del alma. La economía francesa conoció una época de gran explendor, los salarios aumentaron alrededor del 60% -con matices según los sectores y las regiones-, y la renta agrícola, la eterna olvidad, también subió. Posiblemente el aspecto que más determinó el mito de esta época fue la estabilidad monetaria que sufrió Francia, estabilidad que cambió brúscamente en 1914. En este caldo de cultivo, la idea de Belle Époque se impone a la vez en dos aspectos tan diferentes como el económico y el cultural. En cuanto al cultural, llama profundamente la atención que Francia conoció entonces un apogeo de todas las artes que sólo tiene un equivalente en la primera mitad de la Ilustración.

Pero no solamente Francia se verá envuelta en este movimiento de artes y cultura, todo el mundo parecerá estar recorrido por un nuevo viento habido de conocimientos, las teorías del psicoanalista Sigmund Freud ven la luz en el año 1901, Lenin funda el Partido bolchevique en 1903, se exponen por primera vez en 1905 las ideas sobre la Relatividad de Einstein, el cubismo alcanza su más altas cotas con los cuadros de Picasso, el impresionismo cuenta con nombres en Francia como Edouard Manet, Cézanne y Monet, aparece el cine, la radio, la aviación, en el diseño urbano se crean grandes avenidas, es la época de los grandes y lujosos trasátlanticos como el Titanic (hundido en el año 1912), el de los lujosos hoteles, se desarrolla el Art Nouveau (en castellano, Modernismo), en donde destacan nombres como Émile Gallé, Hector Guimard, Auguste y Antonin Daum, Louis Majorelle, aunque ninguno de ellos podrá compararse con los grandes modernistas catalanes, entre los que destaca por derecho propio Antoni Gaudí.

La Belle Epoque, definida varios años después como "el último reducto de la estabilidad humana, de la vida por el ansia y el placer de vivirla. Nunca más el hombre alcanzaría ese Estado de equilibrio consigo mismo y con la época que le tocaba vivir. La Primera Guerra Mundial no solamente acabó con ese modo de vida, sino que acabó también con la esperanza de volver a recuperarla alguna vez". Ciertamente podríamos ratificar estas palabras en lo que el autor alemán Thomas Mann escribió en La Montaña Mágica: "La guerra del 14 había puesto los nuevos cimientos para un mundo en estado de permanente convulsión". Konrad Adenauer, el que fuera primer canciller alemán, nacido en 1876, escribió en sus memorias "Cuando hacia mi primer curso en la Universidad de Friburgo, todo parecía estar firme bajo la tierra."

Las palabras del viejo canciller alemán, autor del verdadero milagro alemán posterior a la Segunda Guerra Mundial, son ampliamente significativas y muy reveladoras, plasmando con breves esbozos el contenido de toda una época. En el Reino Unido, donde a la Belle Epoque prefieren llamar la "Era Eduardiana", en relación al monarca Eduardo VII, también se dieron parámetros similares a los franceses. El propio monarca británico hubiera podido ser considerado el ejemplo viviente de una época, según Nazario González: "Eduardo VII, de quien se decía que con sus ligerezas de joven, había llevado al sepulcro a su padre el príncipe Alberto y que a pesar de los sesenta y tres años con que llegó al trono, acertó a ofrecer la imagen del galán otoñal de la Europa de anteguerra con su humor extravertido y amante del buen vivir, excelente "public relations" en las altas esferas de la política internacional.

Un Eduardo VII que era, por cierto, un cliente empedernido de los Hoteles Ritz" Y es que el nombre de Ritz está asociado directamente al término Belle Epoque, fueron creados por iniciativa de César Ritz. Antes de dar forma a su obra estuvo al frente del Savoy en Londres y poco después creó el Carlton, también en la capital británica. Pero, entre 1900 y 1914 pondría en marcha la famosa red de hoteles que marcaron una época, aquella de la Belle Epoque, y crearon un estilo inconfundible. César Ritz solía hacer esta observación: "Los muebles no han de tener aire de recién comprados sino que parezcan constituir la herencia de generaciones".

Los Ritz murieron con la Belle Epoque y hoy no son más que recuerdos del pasado aunque ciertamente siguen existiendo bajo esa denominación, pero se han convertido en un anacronismo histórico, el recuerdo de una época que ya no ha de volver; aquella donde prevalecían las crónicas de sociedad, las conferencias que trataban de asegurar la paz mundial, los congresos científicos que presentaban al mundo los más increibles avances, el tiempo de los grandes bailes con innumerables invitados, de las puestas de largo, de los caballeros tomando Jerez mientras vestian de "Smoking" y consultaban los aspectos políticos y económicos de sus negocios en las colonias.

El siglo XIX había traido a primera línea a una nueva clase social; la burguesía, que se apresuró a tomar algunos "vicios" de la vetusta aristocracia. La nueva clase beneficiada por la fortuna la formaban industriales, comerciantes, propietarios agrícolas... La riqueza de las colonias -estamos en plena era Imperialista- estaban configurando definitivamente a esta clase social de "triunfadores" dispuestos a disfrutar de la vida y de los placeres que ella pudiera ofrecerles. C. Hayes calificó a esta época como "la era del materialismo". Junto a esa élite de beneficiados se levanta otro sector de la sociedad que va tomando conciencia de si mismo, el proletariado. Son épocas de agitación social con huelgas en París, Viena, Barcelona... Los obreros barceloneses supieron captar perfectamente el espiritu de una época con la circular que corría de mano en mano por las fábricas de la ciudad condal: "Compañeros, salud. Pasó el Carnaval.

Esa ruín ostentación de lujo y derroche que nuestros explotadores hacen cada año, para afrentar doblemente la miseria, el frío y el hambre que nos rodea. Paremos nuestras faenas, desde el barrendero al maquinista, del criado doméstico al tipógrafo... Pare el trabajo mañana mismo y demostraremos a las clases directoras y capitalistas que sin el obrero a quien desprecian no es posible la vida social." Esta etapa de bonanza económica, aunque solamente sea para unos pocos, abre el camino para el desarrollo del comienzo de una política de lucha a muerte entre clases, la de los favorecidos y la de los explotados, y como consecuencia directa de la misma comenzaron a producirse los atentados anarquistas, atentados que jalonaron los tiempos de la Belle Epoque.

Esos ataques directos al sitema se fijaron especialmente en los lugares preferidos de esa clase dominante; balnearios, centros de diversión, palacios de ópera etc. y los objetivos se cebarán en sus miembros más representativos; políticos, princesas, reyes. Lenin escribió en uno de sus viejes por Londres algo significativo y que podría servir de esencia a lo que más tarde sería la Revolución Rusa: "Cuando las capas inferiores no resisten ya el vivir según el antiguo estilo y las capas superiores no pueden seguir viviendo según la antigua manera, sobreviene la revolución." La muerte de esta era de "explendor" fue súbita, quizá no podría ser de otra manera. La Primera Guerra Mundial acabó en el verano de 1914 con el sueño de un tiempo hermoso. Fue la generación de entreguerras, aquella que fue llamada la de los "felices años 20" la que idealizó y dio caracter al mito de la Belle Epoque. Ellos fueron posiblemente lo más parecido a aquel bello tiempo que nunca ha de volver.

Descripción

Aunque la litografía fue inventada en el siglo XVIII, no fue sino hasta finales del siglo XIX en que alcanzó su verdadero esplendor. Fueron los caballeros románticos, los pintores adelantados de la época quienes encontraron en un género creativo aparentemente menor, toda una brecha de creación artística. Por ello, pasarán a la historia pintores como Henri Toulouse Lautrec, Charles Rennie Mackintosh o Victor Mignot entre otros destacados cartelistas. Publicidad. El austriaco Aloys Senefelder fue quien inventó en 1798 la litografía, sin embargo, la lentitud en su producción la hizo impracticable.

Era además costosa, toda vez que la mayoría de los carteles eran producidos en bloques de madera a la manera de xilografías o con la técnica del grabado en metal que además tenía grandes limitaciones respecto al uso del color y las posibilidades del diseño. Pero, en 1870, París se convirtió en el medio dominante de la comunicación de masas en las ciudades de Europa y América. Las calles de París, de Milán y de Berlín fueron transformadas rápidamente en un enorme muestrario de colorido, abriendo un espacio poderoso de publicidad en el mejor estilo romano con sus antiguos álbumes, aunque esta vez eran de papel.

La Belle Epoque

Durante el florecimiento de la Belle Epoque, en 1891, el primer cartel de Toulouse-Lautrec, “Moulin Rouge”, produjo sensación, y fue él uno de los primeros que elevó el cartel a la categoría de arte. Proliferaron las exposiciones, los expositores y los distribuidores del cartel. Gracias a la gran demanda por parte del público de grandes y magníficos carteles, París era una fiesta y todos querían los museos en la calle. Los carteles eran además piezas de arte que se catalogaban y se vendían en el espíritu que varias décadas más tarde recogería Andy Warhol y su reproducción mecánica.

En 1894, Alphonse Mucha (1860-1939), un funcionario checo residente en París, creó la primera obra maestra del cartel de Art Nouveau. Florido en sus formas y adornos, Mucha consiguió bajo presión la realización de un cartel para Sarah Bernhardt, la actriz de moda en París para la época. Con influencias de los Pre-Rafaelistas y del arte bizantino, este estilo se apoderó de las calles de París hasta la Primera Guerra Mundial, creando unas pautas claras que fueron imitadas por el mundo entero.

Lejos de París

Fuera de París, el cartel se convirtió en estandarte de las grandes instituciones, como los museos, galerías de arte, palacios de gobierno, al contrario que en Francia, donde el culto del café y a los prostíbulos era de uso común. En Italia fue en la ópera, y en España en corridas de toros y festivales. En la literatura y los productos para el hogar en Holanda; en las ferias comerciales en Alemania; en los diarios literarios de Gran Bretaña y en el circo en América.

Se puede destacar además el trabajo realizado por un caricaturista italiano llamado Leonetto Cappiello, que llegó a París en 1898 en busca de fortuna. Influenciado fuertemente por Cheret y Toulouse-Lautrec, Cappiello rechazó el Art Nouveau. En su lugar se centró en crear una imagen simple, a menudo chistosa o extraña, que capturaría inmediatamente la atención y la imaginación del espectador en un bulevar ocupado. Esta capacidad de crear una identidad de la marca de fábrica convirtió a Cappiello en una especie de padre de la publicidad moderna. Es autor, entre otros famosos carteles, de los de Cinzano. La participación de los empresarios en esta pugna por la dominación en el cartel y la publicada era directa.

Primera Guerra Mundial

El cartel ocupó un lugar preponderante en las campañas de propaganda durante la Primera Guerra Mundial. Utilizado para influir en las masas, Estados Unidos produjo cerca de 2 mil 500 diseños y aproximadamente 20 millones de carteles, casi 1 para cada 4 ciudadanos, en poco más de 2 años. Después de la Primera Guerra Mundial, la inspiración orgánica del Art Nouveau parecía inaplicable en una sociedad cada vez más industrial. Las nuevas realidades fueron expresadas mejor en los movimientos modernos del arte del cubismo, del Futurismo, del Dada y del expresionismo, que tendrían una influencia profunda en el diseño gráfico. A parte de que las tecnologías habían avanzado notablemente, también se daba el hecho simple de que había desaparecido una época, una representación de la sociedad para entrar en el mundo de la tecnología.

Esta lengua científica del diseño fue popularizada en un nuevo movimiento decorativo internacional llamado arte Decó. En este estilo de la edad de la máquina, la energía y la velocidad se convirtieron en los temas primarios. Las formas fueron simplificadas y aerodinamizadas, y los tipos de letra curvados fueron sustituidos por los lisos y angulares. El arte Decó demostró una variedad amplia de influencias gráficas, de los movimientos modernos del arte del cubismo, de Futurismo y de Dada, a los avances del diseño de la Secesión de Viena, de Plakatstil, y del Constructivismo ruso; al arte exótico de Persia, de Egipto, y de África. El término Art Decó surgió de la exposición de las “artes decorativas” de 1925, en París, que demostró ser un escaparate espectacular para el estilo.

En París, el estilo de la caricatura de Cappiello llevó a las imágenes geométricas, intelectuales de A.M. Cassandre, que popularizaron las técnicas del cepillo del aire que prestaron una máquina como superficie a sus imágenes. Sus carteles elevados, los revestimientos marinos de Normandie, de Statendam y de Atlantique se convirtieron en iconos de la edad industrial. Arte Decó, como el arte Nouveau antes que él, se extendió rápidamente a través de Europa. Los artistas Federico Seneca y Giuseppe Riccobaldi en Italia, Ludwig Hohlwein en Alemania, Pieter Hofman en Holanda, Otto Morach y Herbert Matter en Suiza, E. McKnight Kauffer en Inglaterra, y Francisco Gali en España.

Fuentes