Carlos III de España

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Carlos III
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Nacimiento20 de enero de 1716
Madrid EspañaBandera de España España
Fallecimiento14 de diciembre de 1788
Madrid España Bandera de España España
NacionalidadEspañola

Carlos III. Rey de España, Nápoles  y Parma (1716-1788) perteneciente a la dinastía de los Borbones.

Historia

Recibido jubilosamente por el pueblo español, perdió a su esposa, María Amalia de Sajonia, hija de Augusto III de Polonia, con la que se casó en 1738, la cual le había aconsejado que continuara la política neutral de Fernando VI. Sin embargo,Carlos III, que sentía una profunda y justificada antipatía por Inglaterra debido a diversos incidentes en la costa hondureña y a la prohibición de la pesca del bacalao en Terranova, buscó apoyo en previsión de un nuevo conflicto y en agosto de 1761 firmó el Tercer Pacto de Familia con Francia.

Declarada la guerra contra Inglaterra, España tuvo que luchar también contra Portugal, su aliada de siempre. El balance de la contienda resultó desfavorable para España, pues aunque los portugueses perdieron la colonia del Sacramento, situada frente a Buenos Aires, los ingleses se apoderaron de La Habana y Manila, pero por la Paz de París recuperó ambas ciudades y recibió de Francia la Louisiana, si bien tuvo que ceder la Florida, el derecho a las pesquerías de Terranova y el del corte del Palo de Campeche en Honduras.

Guerras

La sublevación de las colonias inglesas en América del Norte en 1733 provocó una nueva guerra de España y Francia contra Inglaterra, siendo decisiva la ayuda de las dos naciones a los rebeldes.

Reconocida la independencia de los Estados Unidos, se reanudó la guerra entre Francia e Inglaterra, en la que intervino España en virtud de un nuevo Pacto de Familia rubricado en 1779. En esa ocasión, Bernaldo de Gálvez conquistó la Florida, mientras los ingleses fueron expulsados de Honduras. En 1782 España recuperó Menorca y sitió, aunque inútilmente, Gibraltar.

La guerra concluyó en 1783 con la Paz de Versalles, por la cual se hicieron concesiones mutuas.España conservó Menorca y la Florida e Inglaterra obtuvo Providencia y las Bahamas. A pesar de esa intensa actividad bélica, Carlos III no dejó de ocuparse del gobierno de su país, para lo cual contó con la colaboración de funcionarios competentes y emprendedores, como Leopoldo de Gregorio, marqués de Esquilache, y el marqués de Grimaldi.

El primero trató de reformar la habitual indumentaria de los españoles desterrando el chambergo y la capa larga so pretexto de que los delincuentes se ocultaban bajo ambas prendas, pero los habitantes de Madrid y de otras ciudades se rebelaron contra esa medida, provocando motines callejeros, y Carlos III tuvo que revocarla. El marqués de Esquilache debió abandonar el gobierno, siendo sustituido por el conde de Aranda, un político ilustrado y anticlerical.

Su aversión a los jesuitas lo indujo a acusarlos de haber promovido dichos motines, lo que era falso, además de considerar que su influencia, y especialmente su voto de fidelidad aRoma, resultaba perjudicial para el Estado, por lo que dispuso su extrañamiento de España y de todas las colonias ultramarinas.

Carlos III comunicó esa medida al papa Clemente XIII, y su sucesor, Clemente XIV, alentado por José Moniño y Redondo, conde de Floridablanca, disolvió la compañía mediante el breve Dominus Redempter, de julio de 1733. En Santo Domingo, el gobernador de la colonia Manuel de Azlor tuvo que cumplir la orden de expulsar a los jesuitas de todos sus dominios. Azlor se apersonó en el colegio de los jesuitas con varios soldados y le ordenó al rector, el padre Pedro de Zabala, que se diese preso con todos los demás miembros del mismo. El paquebote Santa María del Socós, de la Real Compañía de Barcelona, los condujo al puerto de Santa María, de donde fueron llevados a Italia.

Política

La política interior española quedó en manos de Floridablanca, quien contó para sus reformas con el apoyo del economista Pedro Rodríguez Campomanes, autor de un plan de colonización de la Sierra Morena con gente traída de Alemania, empresa que encargó al peruano Pablo de Olavide, pero fracasó por la mala selección de los emigrantes y su inadaptación a las labores agrícolas, teniendo que ser reemplazados por labradores españoles. Campomanes llamó a formar parte del gobierno a Gaspar Melchor de Jovellanos, jurista de una amplia cultura que coadyuvaría a la fundación de las Sociedades Económicas Amigos del País, cuyo objeto era fomentar la apicultura, la economía, las ciencias y las artes.

En el reinado de Carlos III se construyeron numerosos edificios públicos y monumentos decorativos. Se modernizó el trazado de las calles, se introdujo el empedrado y el alumbrado, se creó la policía municipal y se mejoró el alcantarillado y la traída de aguas. Las fuerzas armadas fueron reorganizadas y se fundó el Banco de San Carlos. Se modificó el sistema de enseñanza y se patrocinaron varias expediciones científicas, todo de acuerdo con los principios del despotismo ilustrado.

Política interior

En política interior, intentó modernizar la sociedad utilizando el poder absoluto del Monarca bajo un programa ilustrado. Despotismo Ilustrado En la línea de la Ilustración propia de su época, Carlos III realizó importantes cambios —sin quebrar el orden social, político y económico básico, despotismo ilustrado— con ayuda de un equipo de ministros y colaboradores ilustrados, como el Marqués de Esquilache, Aranda, Campomanes, Floridablanca, Wall y Grimaldi.

Promulgación de la Pragmática

En 1783 Carlos III promulgó la Pragmática que recoge los siguientes aspectos:

  1. Los gitanos son ciudadanos españoles.
  2. Debe dejarse de decir gitano, ya que todos los ciudadanos son iguales. Se sustituye la palabra «gitano» por «castellano nuevo».
  3. Los niños deben ir a la escuela a partir de los 4 años.
  4. Los gitanos son libres de fijar su residencia.
  5. Los gitanos pueden emplearse o trabajar en cualquier actividad.
  6. Los gitanos tienen derecho a asilo y atención a sus enfermos.
  7. Los gremios que impidan la entrada o se opongan a la residencia de los gitanos serán penalizados.
  8. Se imponen penas a los que obstaculicen la integración de los gitanos.

Sin embargo, para que el gitano pueda disfrutar de estas igualdades, debe cumplir unas condiciones:

  • Abandonar su forma de vestir.
  • No usar su lengua (el caló) en público.
  • Asentarse y abandonar la vida errante.

Las reformas de Esquilache

El Monarca nombró al marqués de Esquilache Secretario de Hacienda. Éste incorporó señoríos a la Corona, controló a los sectores eclesiásticos y reorganizó las Fuerzas Armadas. Su programa de reformas y la intervención española en la Guerra de los Siete Años necesitaron más ingresos, que se consiguieron con un aumento de la presión fiscal y nuevas fórmulas, como la creación de la Lotería Nacional. Al mismo tiempo liberalizó el comercio de los cereales, lo que originó una subida de los precios de los productos de primera necesidad a causa de las especulaciones de los acaparadores y de las malas cosechas de los últimos años.

En marzo de 1766 se produjo el Motín de Esquilache. Su detonante fue la orden de cambiar la capa larga y el sombrero de ala ancha de los madrileños por la capa corta y el sombrero de tres picos. La manipulación realizada por sectores nobiliarios y eclesiásticos lo convirtió en un ataque directo a la política reformista llevada a cabo por ministros extranjeros del gobierno del Rey. De Madrid, se trasladó a las provincias afectando a ciudades como Cuenca, Zaragoza, La Coruña, Oviedo, Santander, Bilbao, Barcelona, Cádiz y Cartagena entre otras muchas.

El aglutinador común fue la protesta por la escasez y el alza de los precios de los alimentos ocasionados por la liberalización comercial. Los amotinados exigieron la reducción del precio de los alimentos y la supresión de la Junta de Abastos, la derogación de la orden sobre la vestimenta, el cese de ministros extranjeros de Carlos III y su sustitución por españoles y un perdón general. El Monarca desterró a Esquilache y nombró en su lugar al conde de Aranda.

La política religiosa

Desaparecidos los ministros extranjeros, el Rey se apoyó en los reformistas españoles, como Pedro Rodríguez de Campomanes, el conde de Aranda o el conde de Floridablanca. Campomanes, nombrado fiscal del Consejo de Castilla, trató de demostrar que los verdaderos inductores del motín de Esquilache habían sido los jesuitas.

Se nombró una comisión de investigación y sus principales acusaciones fueron:

  • Sus grandes riquezas.
  • El control de los nombramientos y de la política eclesiástica.
  • Su apoyo al Papa.
  • Su lealtad al marqués de la Ensenada.
  • Su participación en los asuntos de Paraguay.
  • Su intervención en el dicho motín.
  • Sectores de la nobleza y diversas órdenes religiosas estuvieron claramente en contra.

Por todo ello, mediante el decreto real del 27 de febrero de 1767, se les expulsó de España y todos sus dominios y posesiones fueron confiscados.

Reformas

La expulsión de los jesuitas se quiso aprovechar para realizar una reforma de la enseñanza que debía fundamentarse en las disciplinas científicas y en la investigación. Sometió las universidades al patronazgo real y creó en Madrid los Estudios de San Isidro (1770), como centro moderno de enseñanza media destinado a servir de modelo, y también las Escuelas de Artes y Oficios, que han perdurado hasta el siglo XX (cuando pasaron a llamarse Escuelas de Formación Profesional, EFP). Las propiedades de los jesuitas sirvieron para crear nuevos centros de enseñanza y residencias universitarias. Sus riquezas, para beneficiar a los sectores más necesitados, se destinaron a la creación de hospitales y hospicios. Promovió un nuevo plan de Estudios Universitarios, que fue duramente contestado por la Universidad de Salamanca, proponiendo un plan propio, que a la postre fue implantado años después. El impulso hacia la reforma de la agricultura durante el reinado de Carlos III vino de mano de las Sociedades Económicas de Amigos del País creadas por su ministro José de Gálvez.

Campomanes, influido por la fisiocracia centró su atención en los problemas de la agricultura. En su Tratado de la Regalía de la Amortización, defendió la importancia de ésta para conseguir el bienestar del Estado y de los ciudadanos y la necesidad de una distribución más equitativa de la tierra. En 1787, Campomanes elaboró un proyecto de repoblación de las zonas deshabitadas de las tierras de realengo de Sierra Morena y del valle medio del Guadalquivir. Para ello, y supervisado por Pablo de Olavide, intendente real de Andalucía, se trajeron inmigrantes centroeuropeos. Se trataba principalmente de alemanes y flamencos católicos, para fomentar la agricultura y la industria en una zona despoblada y amenazada por el bandolerismo.

El proyecto fue financiado por el Estado. Se fundaron así nuevos asentamientos, como La Carolina, La Carlota o La Luisiana, en las actuales provincias de Jaén, Córdoba y Sevilla. Se reorganizó el ejército, al que dotó de unas Ordenanzas en 1768 destinadas a perdurar hasta el siglo XX, y se impulsó el comercio colonial formando compañías, como la de Filipinas, y liberalizando el comercio con América en 1778. También destaca el Decreto de libre comercio de granos de 1765. Otras medidas reformistas del reinado fueron la creación del Banco de San Carlos, en 1782, y la construcción de obras públicas, como el Canal Imperial de Aragón y un plan de caminos reales de carácter radial, con origen en Madrid y destino a Valencia, Andalucía, Cataluña y Galicia.

Durante el reinado de Carlos III fue una preocupación constante la necesidad de incrementar la población de la nación Hizo un ambicioso plan industrial en el que destacan como punteras las industrias de bienes de lujo: Porcelana del Buen Retiro, Cristales de la Granja y traslada la Platería Martínez a un edificio en el paseo del Prado, pero no faltaron muchas otras para la producción de bienes de consumo, en toda la geografía española. Entre los planteamientos teóricos para el desarrollo de la industria destacó el Discurso sobre el fomento de la industria popular de Campomanes, para mejorar con ella la economía de las zonas rurales y hacer posible su autoabastecimiento.

Las Sociedades Económicas de Amigos del País se encargaron de la industria y su teoría en esta época. Hizo hospitales públicos, servicios de alumbrado y recogida de basura, uso de adoquines, una buena red de alcantarillado. En Madrid, un ambicioso plan de ensanche, con grandes avenidas, monumentos como la Cibeles, Neptuno, la puerta de Alcalá, la fuente de la Alcachofa…, la construcción del jardín botánico (trasladando al Paseo del Prado el antiguo de Migas Calientes), el hospital de San Carlos (hoy Museo Reina Sofía), el edificio del museo del Prado (destinado originalmente a museo de Historia Natural).

La sociedad

La nobleza: Descendió en número, debido a la desaparición de los hidalgos en los censos por las medidas restrictivas hacia este grupo por el Rey. Representaba el 4% del total de la población. Su poder económico se acrecentó gracias a los matrimonios entre familias de la alta nobleza, que propiciaron una progresiva acumulación de bienes patrimoniales. Mediante un decreto en 1783, el Rey aprobó el trabajo manual y lo reconoció, favoreciendo a los nobles. A partir de ese momento, los nobles podían trabajar, cosa que antes no podían hacer, únicamente podían vivir de sus riquezas. Los títulos nobiliarios aumentaron con las concesiones hechas por Felipe V y Carlos III. Se crearon la Orden Militar de Carlos III y la de las Reales Maestranzas con estatutos nobiliarios. En contrapartida se pusieron numerosas restricciones a los mayorazgos y a los señoríos, aunque nunca llegaron a desaparecer durante el reinado.

El clero: La Iglesia poseía cuantiosas riquezas. Siendo el clero un 2% de la población, según el Catastro de Ensenada era propietaria de la séptima parte de las tierras de labor de Castilla y de la décima parte del ganado lanar. A los bienes inmuebles se añadían el cobro de los diezmos, a los que se descontaban las tercias reales, y otro ingresos como rentas hipotecarias o alquileres. La diócesis más rica era la de Toledo, con una renta anual de 3.500.000 reales. • El estado llano: Era el grupo más numeroso. En él se encontraban los campesinos que gozaban de cierta estabilidad económica. Los jornaleros sufrían situaciones de miseria. De acuerdo con el Catastro de Ensenada, los artesanos representaban el 15% del total de los asalariados y tenían mejores retribuciones que los campesinos. La burguesía comenzó a despuntar tímidamente en España. Localizada en la periferia peninsular, se identificó con los propósitos reformistas y los ideales ilustrados del siglo. Fue especialmente importante en Cádiz, por su vinculación al comercio americano, Barcelona y Madrid

La herencia: una Nación

Cuando el rey murió en 1788, terminó la historia del reformismo ilustrado en España, pues el estallido casi inmediato de la Revolución francesa al año siguiente provocó una reacción de terror que convirtió el reinado de su hijo y sucesor, Carlos IV, en un periodo mucho más conservador. En seguida, la invasión francesa arrastraría al país a un ciclo de revolución y reacción que marcaría el siglo siguiente, sin dejar espacio para continuar un reformismo sereno como el que había desarrollado Carlos III.

Entre los aspectos más duraderos de su herencia quizá haya que destacar el avance hacia la configuración de España como nación, a la que dotó de algunos símbolos de identidad (como el himno y la bandera) e incluso de una capital digna de tal nombre, pues se esforzó por modernizar Madrid (con la construcción de paseos y trabajos de saneamiento e iluminación pública) y engrandecerla con monumentos (de su época datan la Puerta de Alcalá, el Museo del Prado —concebido como Gabinete de Historia Natural—, el Hospital de San Carlos o la construcción del nuevo Jardín Botánico, en sustitución del antiguo de Migas Calientes) y con edificios representativos destinados a albergar los servicios de la creciente administración pública.

El impulso a los transportes y comunicaciones interiores (con la organización del Correo como servicio público y la construcción de una red radial de carreteras que cubrían todo el territorio español, convergiendo sobre la capital) ha sido, sin duda, otro factor político que ha actuado en el mismo sentido, acrecentando la cohesión de las diversas regiones españolas. Estas son sólo algunas de las razones por las cuales Carlos III fue conocido como el «mejor Alcalde de Madrid».

Fallecimiento

Carlos III falleció en Madrid.

Fuentes

Enlaces externos

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