Ejecución del coronel Fermín Cowley Gallegos

Ejecución del coronel Fermín Cowley Gallegos.
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Fecha:23 de noviembre de 1957
Lugar:Edificio de la Cuban Air
Descripción:
Esta acción de guerrilla urbana fue la más espectacular e importante ocurrida en Holguín, y convirtió a dicha construcción en un lugar histórico.
Líderes:
Carlos Borjas, Ramón Cordero, Alfredo Abdón y William Gálvez

Ejecución del coronel Fermín Cowley Gallegos. En el edificio de la Cuban Air un comando revolucionario ajustició a Fermín Cowley Gallegos, Jefe del Regimiento # 7 de la Guardia Rural “General Calixto García”, el 23 de noviembre de 1957. Esta acción de guerrilla urbana fue la más espectacular e importante ocurrida en Holguín, y convirtió a dicha construcción en un lugar histórico. El comando ejecutor, perteneciente al Movimiento 26 de Julio, estuvo integrado por Carlos Borjas, Ramón Cordero, Alfredo Abdón y William Gálvez; y cumplía órdenes de la Dirección Provincial de Oriente.

Historia del edificio de la Cuban Air

Desde fines del siglo XIX existió en la calle Ángel Guerra # 17, esquina a Libertad (hoy Rafael Manduley), un colgadizo de embarrado, madera y tejas, cuyos propietarios: el matrimonio formado por Pablo Paz y Josefa Hidalgo, lo cedieron por venta a Remigio Trueba González el 27 de abril de 1917, quien lo amillaró y poseyó como dueño sin título, hasta que en 1918 promovió el expediente, y por audiencia verbal y auto del Fiscal se dispuso su inscripción a favor del demandante, siendo legalizado el 20 de junio de 1928 como la Finca Urbana 10038.

En ese lugar estaba instalada, en el primer lustro del siglo XX, una tienda mixta cuyo origen se remonta a la decimonónica centuria. Los negocios del antiguo establecimiento se ampliaron a partir de 1905, hasta alcanzar los surtidos de ferretería, locería, cristalería, juguetería, zapatería y talabartería, quincalla, sedería y ropa hecha; además de víveres, vinos y licores. El comercio se nombraba “El Jazmín de Cuba” y operaba bajo la razón social de Remigio Trueba e Hijos[1].

Al fallecer los esposos Remigio Trueba González y Laureana Rippe Mascareño sin testar, la propiedad se adjudicó a sus hijos. De ellos, Bernardino Diego Ramón Trueba y Rippe vendió, por deudas, su tercera parte a Vivina Barceló en $ 500.00 y renunció a la herencia de sus padres, adjudicándosele a ella los bienes que le correspondían. Por ello, los propietarios de la finca 10038 de Ángel Guerra # 17 esquina a Libertad eran Epifanio Gerardo y Pedro Trueba Rippe, además de la mencionada Vivina Barceló.

En 1935 murió uno de los herederos, Epifanio Gerardo, quedando como sucesores de su tercera parte la viuda Sabina Pérez y sus diez hijos[2]. Poco antes, Laureana Trueba González, hermana del primer dueño titular, Remigio Trueba, había comprado la tercera parte a Vivina Barceló, quedando de nuevo toda la propiedad en manos de los Trueba, quienes la cedieron por venta a Arnaldo Boué Frías[3] en 1936 por $ 3 360.00.

La finca urbana adquirida por Boué Frías tenía las siguientes medidas y linderos: al norte o frente de la calle Ángel Guerra, una extensión de 26,90 m; al sur o fondo con la casa de Cornelio Rojas, una longitud de 27,40 m; al este o derecha saliendo por la calle Libertad, 21,45 m y por el oeste o izquierda con casa de la Sucesión de Valentín Rodríguez, representada por Amada Rodríguez, en una extensión de 21,80 m. De manera que la superficie total de la finca urbana, dentro de la cual se construyó entre 1945 y 1946 el edificio que en la década de los 50 ocupó la filial de la Cuban Air Products Corporation en Holguín, era de 597,93 m2. [4] Con anterioridad a 1945 se construyó, al sureste de la propiedad, una casa con frente a la calle Libertad que ocupaba Enrique Boué Toledano, hijo de Arnaldo y Caridad y otra al noroeste de la finca, con frente a la calle Ángel Guerra, que se alquilaba.

El 6 de junio de 1945, Arnaldo Boué envió al Alcalde Municipal Antonio Díaz Fernández los planos y memoria descriptiva de una casa, acompañados de un escrito por el que solicitaba permiso para la ejecución de las obras, las cuales estarían

“bajo la dirección facultativa del Arquitecto Alfonso Menéndez Valdés”

Un mes más tarde, el 4 de junio de 1945, el Alcalde ordenó la apertura del Expediente # 155, que fue remitido al Jefe del Departamento de Obras Públicas Arquitecto Municipal Querejeta Calderón, quien a su vez lo trasladó al Jefe de Salubridad Dr. Enrique Roca Tauler, quien dio la aprobación al proyecto en escrito dirigido a Boué el 19 de septiembre. El 21 de noviembre el Alcalde concedió la licencia de construcción para el inicio de las obras, las que una vez terminadas, el dueño debía dar aviso al Ejecutivo, lo que ocurrió el 7 de julio de 1946, mediante mensaje recibido por el Alcalde Municipal p. s. r. José Alfredo Desdín Riera, quien declaró habitable el edificio, dando por terminado el expediente y con él los trabajos[6].

De acuerdo con la documentación contenida en el Expediente # 155 del Departamento Municipal de Obras Públicas, atesorada en el Archivo Histórico Provincial de Holguín y verificada en visitas realizadas al local, el edificio consta

“de dos plantas de mampostería con techos de madera y loza (sic)... destinada la planta baja a comercio y la planta alta a dos viviendas de familias teniendo cada una un portal, sala, tres habitaciones, comedor, cuarto de baño y cocina”

. La planta baja, construida de hormigón armado con paredes de 0,30 m de ancho y la planta alta, de paredes de ladrillos de 0,15 m; todas las habitaciones de las casas de familias con más de 36 m3 de capacidad y ventanas exteriores de persianas francesas de más de 3 m2.

En la época poseía dos fosas tipo Bordeaux de 1,50 m de diámetro con un pozo absorbente de 1,50 m de diámetro; con la escalera común a los dos apartamentos de los altos. Los techos de vigas y losa portabla y el piso de locetas hidráulicas, imitación de mosaicos con rodapiés de 15 por 25 cm. Los cuartos de baño de los apartamentos con un zócalo de azulejos de 15 x 15 cm, a una altura de 1,50 m y remate de adorno corrido, la bañadera de azulejos; inodoro, tanque bajo y lavabo, ducha giratoria y llave de agua fría y caliente. En la cocina: dos fregaderos esmaltados debajo de una ventana, meseta y fogón tipo criollo de tres hornillas (una para calentador). En el frente de la pared del fogón y el fregadero un zócalo de azulejos blancos de 15 x 15 cm, de tres hiladas de altura y chimenea de 1,20 m de altura.

La instalación sanitaria mediante tubería soterrada de barro vitrificado de 6” de diámetro y las conexiones con los aparatos de 4”. Los tubos de ventilación de hierro fundido de 4” y los de reventilación de 2”. La tubería principal de acometida es en el proyecto de 1” de diámetro y de hierro galvanizado, para la distribución interior de ¾” y para las conexiones con los aparatos de ½”; poseía también un tanque de agua en la azotea (hoy en ruinas) con capacidad para 7000 litros. Las instalaciones eléctricas se proyectaron mediante cables número 12 y 14, por tubería dentro de las paredes y por condulate en los techos.

La carpintería era toda de madera dura con marcos de jigüe, para las paredes de 0,30 m se dimensionó a 3” x 4” y los de las paredes de 0,15 cm de 2” x 6”, unidos a los muros con tornillos de 4” o clavos españoles. Las puertas de tableros de 2”, de cedro y ventanas de persianas a la francesa con lucetas de cristal, con herrajes de hierro galvanizado con tiradores y pasadores en todas las puertas; en la de la calle un llavín “Yale”.La pintura de aceite, a tres manos, sin precisar el color y las fachadas mediante betún a base de cemento blanco.

Esta construcción se realizó en un área de 380 m2, siendo el área fabricada de 231 m2 y 149 m2 de patio[8].

Hasta 1948 la finca 10038, que contenía para entonces una casa en la calle Libertad al sureste de la misma, carnicería, comercio en los bajos con dos viviendas en la planta alta y otra casa en el lado noroeste frente a la calle Ángel Guerra, todo con un valor de $12000.00, perteneció a Arnaldo Boué Frías; este, al divorciarse de Caridad Toledano Figueredo, contra la cual estableció juicio de mayor cuantía sobre divorcio, logrado por sentencia del 11 de enero de 1947; y liquidarse la sociedad de gananciales entre ellos se le adjudicó a ella la susodicha finca[9].

De modo que al ocurrir los hechos que hicieron histórico el edificio, esta propiedad pertenecía a Caridad Toledano Figueredo e incluía:

“... dos viviendas, una con frente a la calle Libertad y otra con frente a la calle Ángel Guerra... y una nave que da frente a las calles de Ángel Guerra y Libertad; y la planta alta compuesta de dos viviendas con frente a la calle Ángel Guerra y compuesta cada una de ellas de tres cuartos, salas, comedor, servicio sanitario y cocina...”

. Quiere decir que en 1957 la propiedad incluía cuatro casas y la nave destinada a comercio.

En abril de 1949, tres años después de construido el edificio, propiedad de Caridad Toledano, se estableció la fábrica de helados “Mino”, propiedad de Francisco Lago Aguilar, en la esquina noroeste de Libertad y Ángel Guerra y en el mes de mayo un kiosco que duró poco, nombrado “Sí se goza”, propiedad de Casimiro Angles Díaz en la esquina noreste, en una casa de alquiler; esto, junto a la bodega de Cristo en la esquina sureste, completaban los cuatro ángulos de la intersección de Ángel Guerra y Libertad[11]. Entre la casa que ocupaba Enrique Boué y la nave destinada a comercio existió una carnicería que formaba parte de esta, hasta que la Cuban Air alquiló el edificio y destinó la carnicería para oficina de su administrador. Al sur, en la esquina de Libertad y Peralejo, se encontraba la cafetería “La Estrechita”. La nave de la planta baja del edificio, de Caridad Toledano, fue dedicada primero a la venta de implementos agrícolas, hasta que se alquiló por La Cuban Air[12].

En 1959 Caridad Toledano vendió la casa de la calle Libertad a sus nietos Carlos Arnaldo y Carlos Mariano Pacheco Boué, por $3 000.00. Dada la minoría de edad los compradores estuvieron representados por sus padres, Carlos Pacheco Miranda y Virginia Boué Toledano. La parte segregada a la propiedad de Caridad Toledano ocupaba un área de 208 m2, con un frente de 8,65 m, y con ella se creó una nueva finca urbana[13]

Llegada de la Cuban Air Products Corporation a Holguín

Empleados de Cuban Air Products Corporation

El 14 de diciembre de 1951 aparece inscripta la Cuban Air Products Corporation en el Registro de Contribuyentes del Término Municipal de Holguín, con el #1334, dedicada a la venta de efectos de ferretería con $94.00 de impuesto[14]. La Cuban Air, ubicada primero en Narciso López #126, se trasladó después para el edificio de Ángel Guerra y Libertad. Era una sucursal de una empresa de capital norteamericano que tenía sus oficinas más importantes en La Habana y Santiago de Cuba; la cual se dedicaba a la venta de oxígeno, soldadura, equipos de aeromodelismo y gases, entre ellos medicinales; en fin, productos del aire, soldadura eléctrica y chapistería.

Su primer administrador fue Gerardo Hernández Martí, quien residía en el apartamento de los altos situado al este, marcado en los años 50 con el # 63.

Después noviembre de 1957, la Cuban Air se trasladó para la esquina de Arias y Cervantes (donde hoy está Meteorología) y Elio Rosales pasó a ser el Administrador. En fecha posterior al 1 de enero de 1959 regresó de nuevo a Ángel Guerra y Libertad, hasta su nacionalización en 1960, cuando comenzó a llamarse Compañía Cubana de Productos del Aire[15].

Regimiento #7 de la Guardia Rural

El 8 de septiembre de 1945 fue aprobado el Decreto Presidencial 2419, el cual creó el Séptimo Distrito Militar y el Regimiento #9 de la Guardia Rural “Mayor General Calixto García”, con sede en Holguín. A lo largo de su existencia cambió el orden numérico por el 7° u 8° Regimiento, sin embargo, en el uso común y oficial prevaleció el primero de estos últimos.

Al acceder al poder el 10 de marzo de 1952, el General Fulgencio Batista aprobó la disolución del mando regimental de Holguín y su incorporación como Comandancia Militar al Regimiento # 1 “Maceo” de Santiago de Cuba. Días más tarde dicho mando fue restablecido por el Presidente ante las insistentes gestiones realizadas por las autoridades holguineras.

Entre las medidas iniciales del Presidente Fulgencio Batista después del golpe militar del 10 de marzo de 1952 se encuentra la reorganización de los institutos armados, con el objetivo no proclamado de eliminar toda influencia auténtica en ellas. En consecuencia, el aparato castrense fue transformado por parte de la flamante tiranía, que comenzó por ascender a la clientela del General Presidente; elaboró una nueva Ley Orgánica que agrupaba a las fuerzas de artillería, infantería y caballería en las fuerzas terrestres, y diferenciaba a la Guardia Rural, que quedó como cuerpo destinado al orden interior; surgió la Fuerza Aérea del Ejército en sustitución del Cuerpo de Aviación por la Ley-Decreto 15 del 18 de abril de 1952 publicada en la Gaceta Oficial del 23 de abril, que derogó el Decreto Presidencial 854 del 28 de marzo de 1945[16] , e introdujo cambios en la Policía Nacional.

Como parte del proceso reorganizativo de los institutos armados del país, el 23 de abril de 1952 fue aprobada la Ley Decreto No. 23, publicada en la Gaceta Oficial del día 25. Mediante ella se dejaba sin efecto el Decreto Presidencial 2419 del 8 de septiembre de 1945, que dispuso la organización del Regimiento #9 de la Guardia Rural “General Calixto García” y la división de Oriente en dos mandos militares; subordinó los escuadrones del Regimiento de Holguín (13, 14, 35 y 42) al Rgto #1 de la Guardia Rural “Maceo” de Santiago de Cuba; modificó el Artículo 30 de la Ley Orgánica del Ejército, convirtiendo a Oriente en un Departamento Militar. Por la Orden No. 76 del Ejército, al mando de Holguín se le denominó “Comandancia Militar”, organizado con una Jefatura, el Batallón 1 del Rgto. #12 del Servicio Militar de Emergencia y el Escuadrón #14 de la Guardia Rural; su jefe sería un Teniente Coronel[17].

El anuncio oficial de la desactivación del Regimiento #9 “General Calixto García” fue hecho público en Holguín el 25 de abril, y en su edición del día siguiente, sábado 26, el periódico Norte insertó dos telegramas enviados al Presidente Batista, uno por el Alcalde p. s. r. Pedro Santana del Toro, y el otro por el señor Mario Leyva, Presidente de la Sociedad Liceo. En ambos se traducía la inconformidad, “pena” y “alarma” en la sociedad por la desactivación del Regimiento, y pedían, por el bien del orden público, la administración de la justicia y la preponderancia que ello significaba, el restablecimiento de dicho mando[18].

En la propia noche del 26 de abril se desarrolló una reunión en su Sociedad “Liceo”, cuyo único acuerdo fue designar una comisión para gestionar ante el General Batista el restablecimiento del mando regimental de Holguín. Dos días más tarde se aprobó el Decreto No. 35 que por su Resuelvo segundo activó el Rgto. # 9, al

“ destinar al Departamento Militar de Oriente a los Regimientos #1 Maceo y #9 General Calixto García, y subordinar a dicho Departamento el Regimiento No.12 del S. M. E.”

La Orden Militar 179 de 6 de septiembre de 1952 cambió el número del Regimiento 9 por el 7 con el mismo territorio militar[20]. De acuerdo con un trabajo inédito ya citado, de un colectivo de autores del Instituto de Historia de Cuba, a partir del 31 de julio de 1956 se modificó la numeración del Rgto. #7, pasando a ser el #8 y conservando su nombre. Aunque no se ha podido encontrar el documento por el que se hizo la modificación, es cierto que en la documentación consultada en los archivos, referida al período de 1956 a 1958, se usan indistintamente los números 7 u 8 para identificar al mando regimental de Holguín [21].

En 1956 el Regimiento de Holguín fue reforzado en armamento, construcción de nuevos puestos de la Guardia Rural y mejoramiento de la técnica militar. El 2 de mayo, el Presidente nombró, mediante el Decreto 1073, a Fermín Cowley Gallegos como Jefe del 7mo. Distrito Militar; al día siguiente lo ascendió a Coronel para el Servicio Militar de Emergencia[22].

Desde 1951 se habían construido algunas carreteras interiores en la sede del Regimiento de Holguín, en cuyos trabajos participaron personal y equipos subordinados a la Alcaldía Municipal de Holguín bajo la dirección de José Ángel Amel. Tres años después fue erigido el Club de Oficiales, y en 1957 el régimen inauguró o inició la construcción de diversas obras militares o vinculadas a la represión como la Cárcel Provincial de Holguín. El 6 de mayo dieron inicio las obras del Cuartel de Las Parras y se inauguró el de Buenaventura, además de la nueva pista de aterrizaje, el edificio de la Jefatura regimental y la Torre de control de vuelos. Mejoró el estado de las instalaciones para los alistados, como las barracas y el Club de soldados y clases[23].

Meses más tarde, el “flamante” Jefe del Regimiento había acumulado un amplio historial de crímenes y abusos, entre los que descollaban los asesinatos de 23 opositores al régimen durante las Pascuas de 1956, y de 15 expedicionarios del “Corinthya” en mayo de 1957; se convirtió en un “connotado dirigente” de las fuerzas represivas, tipificado por su crueldad y eficacia en la represión, que hicieron necesario su ajusticiamiento.

La preparación del atentado

En el período que comprende desde los primeros momentos de preparación, hasta el momento en que es ejecutado el Jefe del Regimiento -junio a noviembre de 1957- fueron poniéndose a punto, no sin dificultades, los mecanismos para la acción. De acuerdo con todas las evidencias, el aparato revolucionario local se subordinó al atentado, llamado “Plan 1”, paralizándose cualquier acto de violencia revolucionaria para crear un clima de confianza en la ciudad, que ocultara la operación considerada más importante.

Se organizó un sistema de vigilancia sobre el Coronel, denominado “Radar”. Se manejaron varios sitios posibles para el atentado: Gibara a donde iba con frecuencia el asesino, y Barajagua donde tenía una amante. Sin embargo, hasta los primeros días de noviembre, a pesar de haber sido localizado en varias ocasiones, la dispersión del Comando, como principal deficiencia de índole organizativa, impedía consumar la operación. Llegó incluso a plantearse el abandono del “Plan 1” y que Holguín pasara al plan calendario de acciones. René Ramos Latour, en carta a Fidel le aclara que el último plazo dado a Holguín estaba al expirar.

Atentado contra el coronel Cowley

Sitio de ejecución del coronel Cowley

El viernes 22 de noviembre, el coronel Cowley visitó la ferretería de la Cuban Air con el objetivo de adquirir piezas para el equipo auxiliar de su avión particular y un balón de oxígeno para arreglos del aparato. Ese día el Jefe del comando M-26-7 conoció que el Coronel visitaría de nuevo el establecimiento en la mañana del 23, de modo que hubo tiempo suficiente para poner a punto los últimos detalles del ajusticiamiento.

Era elemental que el Comando debía estar en máxima alerta y listo para la Operación, sin embargo, ese día temprano Álex Urquiola, revolucionario que tenía la función de chofer, cuando era conocido que el Coronel iría a la Cuban Air, salió a reparar una cámara ponchada de uno de los carros, que finalmente no fue utilizado. De manera que a la hora del ajusticiamiento el Comando contó con un hombre y un carro menos, porque Juanito Estéfano, hombre del M-26-7 llegó a la casa-cuartel con el aviso de que Cowley se encontraba en la ferretería estando Álex en la gestión mencionada. A causa de ello, Carlos Borjas tuvo que manejar el Chevrolet de 1954, estilo 2-10 (two ten) verde, con chapa 283-352, que tripulaban, además, William Gálvez (al lado del chofer), en el asiento trasero Ramón Cordero (detrás de Carlos) y Alfredo Abdón a su lado.

Salieron de la casa-cuartel y doblaron a la izquierda hasta la calle Miró, luego tomaron a la derecha por Miró buscando al sur el centro de la Ciudad. Al llegar a la calle General Salazar cogieron a la derecha y giraron en igual sentido al llegar a Libertad, hacia el norte, hasta llegar a la Ferretería.

El primer pase frente la Cuban Air se produjo desde General Salazar a Libertad, donde ven el auto de Cowley y el chofer en la esquina sureste de la intersección, frente a la bodega de Cristo. De esta doblaron a la izquierda u oeste por Ángel Guerra. Al llegar a esta última, Carlos disminuye la velocidad porque no estaba pavimentada y tenía grandes baches. Al mismo tiempo que el carro avanzaba, desde un camión que descargaba balones de gas proveniente de Santiago de Cuba para la Ferretería, cayeron algunos y dos de ellos rodaron hasta meterse justamente debajo de la máquina, deteniéndose la misma.

Minutos antes, el Coronel había llegado a la Cuban Air, vestido con guayabera blanca de hilo y pantalón claro. El administrador Gerardo Hernández Martí le dijo que debía esperar unos momentos para rellenar el balón de oxígeno. El propio administrador pasó a la trastienda y después entró el Coronel, quien se paró frente a él a observar la operación. Al producirse el incidente de los balones, el Coronel y el Administrador se asomaron por la entrada de la trastienda y

“como no hubo ningún lesionado volví al lugar donde debía rellenar el balón y el coronel lo hizo también”

Este es uno de los aspectos controvertidos del atentado; al margen de las leyendas que se han tejido alrededor del hecho, la verdad incuestionable es que el incidente de los balones fue lo que permitió la identificación del coronel por Carlos, y tener una nueva corroboración de que se encontraba allí. No puede desdeñarse que, momentos antes, los miembros del comando habían visto en la calle Libertad al chofer y el auto del Coronel.

Este era otro indicativo de que el objetivo se encontraba en el lugar. Obsérvese que el Comando tiene hasta esos momentos las siguientes informaciones y evidencias:

  1. La información del día 22 de noviembre ofrecida por Figueras, de que al día siguiente Cowley iría a la Cuban Air.
  2. El aviso de Juanito Estéfano de que se encontraba en la Cuban Air el día 23.
  3. Habían visto el auto y el chofer del Coronel frente a la Ferretería por la calle Libertad.
  4. Carlos reconoce al objetivo cuando este se asomó por la puerta de la trastienda, junto al administrador del establecimiento, al producirse la caída de los balones.

Con estos elementos se podía tener la certeza de que el jefe militar estaba en la Ferretería. Sin embargo, la decisión no fue ajusticiarlo en ese momento, sino continuar por Ángel Guerra, doblar a la izquierda por Maceo, después en el mismo sentido en la cuadra siguiente (Peralejo) y coger de nuevo Libertad para un segundo pase, con la intención de ver si el Pelao Figueras se encuentra por la cremería. Cuando llegan a Libertad, el cabo Pavón y el carro del Coronel estaban en el mismo lugar, pero no vieron al Jefe del Regimiento porque seguía en la trastienda. Le dieron entonces la vuelta a la manzana, tomando la calle Cables para coger Maceo y llegar a la Cuban Air. Es decir, en el tercer y último pase llegan a la Ferretería desde la calle Maceo, en sentido contrario al primer pase. Frente al establecimiento estaban el camión de balones y el pisicorre del Administrador, en ese orden. No es ocioso precisar que en esa época por la calle Ángel Guerra se podía circular en ambos sentidos.

El plan, concebido en esos instantes, preveía parar antes de llegar al camión y dejar el motor encendido; Carlos y William debían entrar por la trastienda, mientras Abdón y Cordero entrarían por la otra puerta al salón de despacho con las tareas siguientes: si Cowley estaba en el salón lo ajusticiaban, si no, se situarían en las puertas cuidando las entradas. Sólo debían disparar al cabo Pavón u otros si sentían disparos. La orden fue que el primero que lo localizara lo matara y el otro lo protegiera[25].

Al llegar al comercio, Carlos detuvo el carro al costado del camión de balones, tan cercano a éste que por las puertas derechas no se podía salir. Por ello William y Abdón tuvieron que bajar también por el lado izquierdo[26], con la consiguiente pérdida de tiempo en el desplazamiento para el cumplimiento de las tareas de cada uno, quedando más lejos el edificio, lo que implicaba dar la vuelta al auto para llegar a la acera de la Ferretería y alcanzar el objetivo. Cuando Carlos se acerca a Cowley, William le dijo:

“ ¡No le tires que ese no es!”

Carlos es el primero en llegar a la trastienda, donde el Coronel observaba el llenado de su balón y daba las espaldas a la calle. Ya le apuntaba a la cabeza cuando William llegó. El disparo de Carlos, hecho a quemarropa, lanzó al Coronel al piso; de inmediato William comenzó a registrarlo cuando le avisaron que llegaba el Ejército[28].

Mientras esto está ocurriendo dentro, en el exterior Abdón y Cordero habían eliminado al soldado y al chofer del Coronel, peligrosa y necesaria tarea, para evitar que estos pudieran impedir u obstaculizar de algún modo el ajusticiamiento.

Carlos Borjas señaló en el testimonio ya citado que cuando

“ él salió ya William estaba fuera y había encañonado al hijo del Inspector del Regimiento Teniente Coronel Julio Díez Díaz.”
Carátula causa 500

Ramón Cordero por su parte testimonió que él encañonó al jeep en que venía el hijo de Diez Díaz y Carlos le indicó que lo dejara ir, que ese era

“hijo de un buen hombre”

, lo cual coincide con el testimonio de Abdón.

De acuerdo con los testimonios publicados o atesorados en el Archivo Histórico Provincial de Holguín, la retirada ocurrió, con toda probabilidad de la manera siguiente: después que Carlos ajustició al Coronel y se convirtió en el héroe de aquella jornada, se dirigió al Chevrolet a cumplir la parte que le restaba como chofer del Comando. Entretanto, Cordero y Abdón se enfrentaron al soldado y el chofer del Coronel. Carlos condujo el auto hasta la calle Libertad, donde montaron primero Cordero y Abdón, y luego William que fue el último.

El regreso a la casa-cuartel ocurrió desde Ángel Guerra y Libertad hasta Miró, Luz Caballero y Morales Lemus, donde tiene que retroceder para retomar Miró, debido a los trabajos de alcantarillado que obstaculizaban el tránsito, regresando definitivamente por la misma ruta que habían venido desde la casa-cuartel; algo sumamente peligroso en una operación de guerrilla urbana al retirarse por el mismo itinerario de llegada.

En la casa-cuartel escucharon la noticia radial de la muerte de Cowley, con lo que se confirmó que el objetivo había sido cumplido y “Holguín se había reivindicado”, como afirmara René Ramos Latour en carta a Fidel Castro.

Cinco meses, a partir del inicio de su organización in situ, demoró en ejecutarse la operación, lo que denota, entre otros factores a tener en cuenta, la complejidad de la misma.

La evacuación

Quedaba por delante la muy difícil tarea de evacuar el Comando y los implicados en la acción. Fue a partir de esos momentos que se revelaron las principales insuficiencias en la organización del “Plan 1”.

Al anochecer, Álex Urquiola condujo hasta la nave que tenía alquilada en la salida de San Andrés, y junto a José Manuel Borjas, enterraron las armas de la casa de El Llano y sacaron las ropas de los miembros del Comando[31].

El primer gran problema que enfrentó la dirección del M-26-7 en Holguín fue la inexistencia de un plan de evacuación rápida de la Ciudad, tanto de los miembros del Comando, participantes directos en la acción, como de los revolucionarios más comprometidos en los hechos; algo sumamente necesario en operaciones de este tipo, en el terreno más desfavorable para las acciones guerrilleras, y en una ciudad pequeña. El Comando pudo haber salido en cuanto cumplió su misión, juntos o separados, preferiblemente separados, por una misma o por distintas vías, más aconsejable la segunda; pero salir de la Ciudad inmediatamente era de suma importancia y necesidad, más factible en la confusión de los primeros momentos, incluso en las primeras horas.

El día 23 por la tarde arribaron a Holguín el Coronel Leopoldo Pérez Coujil y el Teniente Coronel Irenaldo García Báez, dando inicio a las investigaciones intensivas, las cuales incluyeron el registro de la Ciudad, casa por casa. Pero hasta esos momentos las medidas adoptadas fueron cerrar las salidas de la Ciudad y otras de índole general como el inicio de detención e interrogatorios a testigos.

Después de pasado todo el día 23 y bien avanzada la mañana del día siguiente fue que se adoptaron las primeras decisiones para evacuar de la Ciudad solamente al Comando; se ubicaron los miembros del mismo en distintas casas de revolucionarios para después trasladarlos a todos para la finca de Arcadio Reyes, cuñado de Carlos Borjas, que vivía en Guayacanes. Medida errónea: el grupo guerrillero no debe concentrarse después de la acción urbana, en todo caso lo contrario, dispersarse. Es ley de la guerra de guerrillas dispersarse en la retirada; de hecho el comando completo no llegó nunca a Guayacanes. El primer hombre, Carlos Borjas, salió para el escondite previsto el día 25; le siguieron Alfredo Abdón, el día 27; el último en llegar fue Ramón Cordero, el 28 de noviembre, cuando ya habían transcurrido 5 días del atentado. William no llegó nunca a la propiedad de Arcadio[32] porque como consecuencia de las investigaciones, el Ejército obtuvo información sobre la finca y el 30 la tomó por asalto, obligando a los tres miembros del Comando a escapar precipitadamente y dispersarse.

La forma en que cada uno vivió su odisea no es objetivo de este trabajo; basta señalar el caso de Cordero, solo, sin familiares ni amigos en Holguín, quien logró salir gracias a su sangre fría y a ser el único miembro del Comando no identificado por los órganos represivos.

No se puede culpar a ningún miembro del Comando por haber salido solo o primero que otro de la Ciudad. Por un lado esa decisión no la tomaba ninguno de ellos, sino el M-26-7 de la Ciudad; por otro, las reglas de la lucha clandestina aconsejan que en esas circunstancias no deben viajar juntos, sino separados; con ello podían evitar ser capturados todos en caso de ser descubiertos en el trayecto, pero además, en la práctica, algunos de ellos salieron gracias a su gestión personal.

Los miembros del movimiento clandestino más comprometidos en el atentado, fuera del Comando, no pudieron pasar a la vida clandestina o salir de la Ciudad porque, al no prever la evacuación inmediata planificada con antelación, tuvieron que encargarse de salvar al grupo guerrillero urbano que tuvo la misión de ejecutar al Coronel. Pero al mismo tiempo actuaron con una ingenuidad pasmosa al continuar haciendo una vida normal, al extremo de que fueron capturados en sus casas, como Rubén Bravo y Mario Pozo, en el trabajo como Ramón Flores y Atanagildo Cagigal. A Pedro Rogena su familia, en el colmo de la candidez, lo entregó confiada en las autoridades militares. Ninguno pasó a la clandestinidad o semiclandestinidad. La figura más importante del Movimiento en Holguín, Manuel Angulo Farrán, fue detenido el 29 de noviembre en su casa.

Ese error resulta tácticamente inadmisible de acuerdo con las reglas de la guerra de guerrillas. El principio fundamental de la lucha guerrillera, según Mao Tse Tung, se sintetiza en

“conservación de la propia fuerza; destrucción de la del enemigo.”

El coronel vietnamita Le Tuc Lich la resume con el planteamiento de que “aniquilar al enemigo y protegerse” es el principio más elevado y fundamental de toda guerra. El objetivo final de toda guerra es el de aniquilar al enemigo para protegerse. Debemos, por lo tanto, ocasionarle el máximo de bajas al enemigo para fortalecernos constantemente y protegernos de la forma más segura[34].

El 27 de noviembre, cuatro días después del atentado y tres antes de que el Ejército asaltara la finca de Guayacanes, se recibieron instrucciones de Santiago de Cuba para enviar al Comando y los que hubieran sido descubiertos para la Sierra Maestra; ya en esos momentos Atanagildo Cajigal, de la dirección del M-26-7 en Holguín, había sido detenido. Si algo debe señalarse a esta orden fue su tardanza; eso debió estar previsto desde antes del atentado: en esa fecha, el único lugar seguro para los que hubieran participado en una acción tan arriesgada, que logró la eliminación de un dirigente represivo de la categoría de Cowley, era la Sierra Maestra.

En 1959, el periodista Rolando Brunet, al reseñar estos acontecimientos, se refirió críticamente al hecho de que el grupo ajusticiador no saliera de la ciudad inmediatamente[35] , haciendo que el aparato clandestino de Holguín tuviera que ponerse en función de salvarlo, porque en esta parte de la Isla, el lugar donde tenían mayores posibilidades de sobrevivir era marchando a las montañas, yéndose al campo y no quedándose en la Ciudad, en la cual, dada su pequeñez, era más riesgosa su permanencia.

La dirección de las guerrillas urbanas en Holguín se había entregado en cuerpo y alma a salvar a los miembros del comando guerrillero ejecutor del coronel. Descuidó su propia seguridad, no pasó a la clandestinidad ni salió de la ciudad. Tampoco lo hicieron de inmediato los miembros del grupo ejecutor. No parece haber existido un previo y efectivo plan de evacuación.

Ninguno de los miembros del comando guerrillero fue capturado. Sin embargo, la dirección del movimiento clandestino en la ciudad de Holguín fue aprehendida y asesinada 12 días más tarde.

Uno a uno, los miembros de la dirección del M-26-7 cayeron en manos del Servicio de Inteligencia Militar¬: Manuel Angulo Farrán, Rubén Bravo y Mario Pozo fueron capturados en sus casas; Ramón Flores y Atanagildo Cagigal en sus respectivos trabajos A Pedro Rogena, su familia, en el colmo de la candidez, lo entregó confiada a las autoridades militares. Fueron sometidos a crueles tormentos, mientras los órganos judiciales, entonces independientes, reclamaban en varias oportunidades a los detenidos para ser sometidos a juicio. En la madrugada, en un cruce de caminos, resultaron asesinados mientras eran supuestamente trasladados al Vivac de Holguín para ser sometidos a la justicia.

Dos días antes, el 7 de diciembre, fue ultimado también Hugo López, jefe del movimiento clandestino del barrio holguinero de Báguanos. Con su muerte, el costo de vidas se elevó a siete. Así finalizó la acción más espectacular del movimiento revolucionario en la ciudad.

En ese lugar, como homenaje a ellos, se levantan seis columnas truncas, sitio que fue de masivas marchas de homenaje, y a donde ya pocos peregrinan cada año.

Referencias bibliográficas

Fuentes

  • Borjas, Carlos: Carlos Borjas, un hombre de su pueblo. Holguín, Ediciones publicigraf.
  • Brunet, Rolando C: “Seis por uno. Así se cobró la dictadura la muerte de Fermín Cowley”, en: Bohemia. Edición de la Libertad, 3ra parte, Año 51, No. 5. 1ro de febrero de 1959.
  • Gálvez, William: Salida 19. La Habana.
  • Gastón Arberti, Rafael: “Monstruoso el crimen del coronel Cowley”, en: Norte, sábado 30 de noviembre de 1957.
  • Leyva, José M: Selección de Órdenes del Ejército (1952-1953). Orden 76 del 26 de abril de 1952.
  • Archivo Histórico Provincial, legajo 13, documento 209, Fondo Tribunal de Urgencia y Fondo Lucha Insurreccional.
  • Archivo Provincial de Historia de Holguín. Fondo Ayuntamiento, legajo 108, expediente 5760.
  • Archivo Provincial de Historia de Holguín. Fondo Ayuntamiento 1899-1958. Registro de Contribuyentes (1950-1951), folio 33.
  • Archivo Provincial de Historia de Holguín. Colección de la Gaceta Oficial de la República, No. del 30 de abril de 1952.
  • Archivo Provincial de Historia de Holguín. Libro de Establecimientos, tomo 17, folio 53 y 86.
  • Archivo del Instituto de Historia de Cuba. Expediente personal de Fermín Concepción de la Caridad Cowley Gallegos. No. 16.1/3/10.5.3.
  • Registro de la Propiedad de Holguín. Tomo 163, folio 80-81, inscripción 1ra.
  • Registro de la Propiedad del Término Municipal de Holguín. Tomo 293, folio 97.
  • Registro de la Propiedad del Término Municipal de Holguín. Tomo 450, folio 94-95.
  • Registro de la Propiedad, tomo 450, folio 9 y 10.
  • Conversaciones del autor con Fernando Hechavarría, Elsys Bayo, Nersa Hernández, Alexis Chacón, y las hermanas Teresa y Norma Freyre Gálvez.
  • Entrevista realizada por Armando Cuba de la Cruz a Nersa Hernández y Alexis Chacón, el 15 de agosto de 2000.