Guerra Necesaria en Sancti Spíritus

Guerra Necesaria en Sancti Spíritus
Información sobre la plantilla
Cronología
Preparativos bélicos
Alzamiento
Organización combativa
Año 1895
Columna invasora
Año 1896
Combate de Las Damas
Año 1897
Campaña de La Reforma
Año 1898
Guerra Hispano-Cubano-Norteamericana
Fin de la guerra
Consideraciones finales

Guerra Necesaria en Sancti Spíritus. Es un periodo de la historia del actual municipio cubano de Sancti Spiritus comprendido entre mayo de 1895, fecha en la cual el movimiento independentista espirituano se une a la Guerra Necesaria que estallo en Cuba bajo la guía del escritor, profesor y político José Martí, y el año 1898 cuando las fuerzas coloniales que conformaban el Ejército de Operaciones de España en Cuba se rinden ante la imposibilidad que salir victoriosos en el conflicto que efectuaban contras las fuerzas revolucionarias que componían el Ejército Libertador cubano y sus aliados de los Estados Unidos que se sumaron al final del conflicto contra España.

Preparativos bélicos

Para hablar de los preparativos independentistas de la denominada Guerra Necesaria, antes se debe decir que en el territorio espirituano el Partido Liberal Autonomista, dirigido localmente por Marcos García, destacado combatiente de la Guerra de los Diez Años, tiene una fuerza destacada, la cual arrastraba parte de las masas y trataban de influir en ellas para impedir nuevos brotes independentistas, por lo que el trabajo de los revolucionarios se hace más difícil en esta región.

A pesar de lo expresado no pudieron impedir la influencia de los acontecimientos de la época: Guerra Chiquita, intentos separatistas, expediciones; el laborantismo y el movimiento conspirativo, todo lo cual expresa que se mantiene vivo el ideal independentista y que no se ha transigido con el autonomismo; a la vez que demuestra la inconformidad con el régimen al cual está sometido el país. Prueba de ello lo constituyen algunas actividades que se producen antes del levantamiento del 24 de febrero de 1895; desde 1890 Luis Lagomasino mantiene comunicación con los revolucionarios de Cayo Hueso, el 10 de febrero de 1891 se produce en el teatro municipal de Sancti Spiritus una congregación separatista en la que participan 25 personas presidida por Luis Lagomasino Alvarez, bastante audaz para ese momento; en junio de 1892 Lagomasino se traslada a Cayo Hueso y sostiene una reunión con el Club Luz de Yara donde propone un plan para el alzamiento de Las Villas y Oriente para el 25 de agosto de ese año, lo que no se logra por la labor preparatoria que Martí viene realizando en espera del momento preciso.

Estos prematuros intentos preocupan a Martí por lo que en agosto de 1892 decide enviar comisionados a la Isla con el propósito de coordinar las acciones; con relación a esto Martí le da orientaciones precisas a Gerardo Castellanos de las tareas a realiza en Las Villas y especialmente en Sancti Spiritus donde su misión sería cercar el peligro que representaba Marcos García, alcalde de la ciudad en esos momentos y de filiación autonomista; pero sin darle motivos para que se considerara excluido; así como explicarle bien a Lagomasino el plan del Partido[1]:

(...) para que con la esperanza de cosa mayor refrene su impaciencia noble.

Las instrucciones de Martí fueron cumplidas: Castellanos visitó a Marcos García y le dio el trato especial que le recomendara el Delegado; también se entrevistó con Lagomasino, quien planteó su decisión de continuar al frente de la jefatura de Las Villas; pero esto fue rebatido por Castellanos, señalándole que el Partido Revolucionario Cubano (PRC) y la Convención Cubana harían una reestructuración completa del movimiento conspirativo.

Como parte de la misión de Castellanos se convocó a una reunión que se efectuó en la casa del maestro Manuel Jané Román, sita en Céspedes # 54 (moderno) entre Pérez Luna y San Anselmo, Sancti Spiritus; allí fue creada la delegación o comité del PRC. A esta reunión asistieron 16 conspiradores y fueron elegidos Manuel Jané Román como presidente y Luis Lagomasino Alvarez como secretario[2].

A pesar de la organización del PRC en Sancti Spiritus y la posición que ocupaba Lagomasino en el mismo, él y sus principales partidarios mantenían la idea de provocar un levantamiento armado en la región a espalda de las orientaciones del Partido. Prueba de ello son las intentonas de marzo de 1893 con 200 hombres y de principios de mayo de ese mismo año[3]. En abril de 1895 se produce un nuevo intento que no pudo llevarse a vías de hecho. Estos intentos fracasaron; primero por no estar dadas aún las condiciones para ello y segundo porque los españoles y autonomistas dominaban todos sus planes, claves de aviso y sus seudónimos.

Independientemente que estas acciones están contra la línea del Partido y resultan ineficaces, se puede apreciar que ponen de manifiesto el interés de lo más radical de la población espirituana por lanzarse a la lucha por la independencia; además se mantenía la propaganda revolucionaria en el territorio, se propalaban noticias y se repartían periódicos y cartas que traían de Cayo Hueso Gerardo Castellanos, Raimundo Sánchez y Luis Lagomasino; lo que contribuía a crear un clima favorable con relación al movimiento independentista.

Al producirse el levantamiento armado del 24 de febrero de 1895 en la zona oriental de Cuba, la región espirituana, dada la fuerza que habían alcanzado los autonomistas, se siente segura y las autoridades españolas y cubanas autonomistas piensan que esta región no se un levantamiento armado en apoyo a la lucha iniciada. Así se refleja en la proclama de Marcos García alcalde de Sancti Spiritus, del 24 de febrero en respuesta al bando del gobernador general que señalaba la necesidad de mantener el orden y hacer sentir el peso de la ley a los que lo alteren; donde expresa que[4]:

(...) en Sancti Spiritus esas disposiciones no tendrán que aplicarse, sino antes bien, que todos á una resueltamente contribuirán conmigo al sostenimiento de la paz (...) que el trabajo honrado (...) y el respeto a la Ley, sea una vez más, la silenciosa pero enérgica protesta que los espirituanos saben oponer á toda tentativa de perturbación (...)

Según testimonio de Lagomasino a principio de 1895, estando en Cienfuegos, recibió en su escondite a Tranquilino Latapier enviado por Juan Gualberto Gómez y portador de la orden de alzamiento; que juntos tomaron el vapor, siguiendo Latapier para Oriente, mientras él se quedaba en tierra espirituana[5]. Al recibir la orden los independentistas espirituanos realizan todas las gestiones necesarias para levantarse en armas el 13 de abril, pero el día 11 es detenido Luis Lagomasino, que según su testimonio se debió a la traición de un conspirador nombrado Vicente Febles[6], por lo que el plan de alzamiento es fallido.

El 25 de abril de 1895 se produce el alzamiento del doctor Juan Bruno Zayas en Vega Alta –zona de Vueltas–, quien poco después se une al grupo de Joaquín Castillo López en Las Delicias, perteneciente a los términos de Sancti Spiritus y Yaguajay, sumando aproximadamente unos 60 hombres, el que poco a poco continúa incrementándose con nuevas incorporaciones. Unas semanas después, el 16 de mayo, se produce el alzamiento victorioso de Luis Lagomasino y sus hombres.

Alzamiento

El 24 de febrero de 1895, luego de una intensa preparación, los cubanos se lanzan nuevamente a la guerra contra España (este nuevo conflicto bélico es denominado por los historiadores como Guerra Necesaria o Guerra del 95) para darle solución a los problemas que el fracaso de la guerra anterior dejó pendientes y a los nuevos que se incrementan en el período 1878-1895.

Esta guerra, que en los primeros momentos se centró en la región más oriental del país, se extendió con rapidez hacia otras zonas y en abril –mes de la llegada de los principales jefes de la misma–, tiene lugar el levantamiento de Las Villas con el doctor Juan Bruno Zayas en la zona de Vueltas y Joaquín Castillo en la zona norte de la actual provincia espirituana.

Sancti Spiritus, por su parte se ve inmerso en este proceso; un grupo de hombres que nunca aceptaron el autonomismo, ni confiaron en otra solución que no fuera la independencia de Cuba; protagonizaron el alzamiento revolucionario el 16 de mayo de 1895 en la finca La Cueva, cerca de Tunas de Zaza. El alzamiento estuvo liderado por Luis Lagomasino, quien en su obra Las Selvas Cubanas[nota 1] de 1897 afirma que se escapó de un cerco español en Tunas de Zaza la tarde del 15 de mayo y que pronunció el grito de independencia en la madrugada del día 16[7]. Con este valiente revolucionario se alzaron los patriotas Ramón Solano, José Salina, José y Francisco Rosendo, José Cabrera, Rafael Mursulí y Manuel Gómez, armados con dos tercerolas, un rifle largo y cuarenta tiros[8]. A estos compañeros se le sumaron otros independentistas que ya el día 18 componían una fuerza inicial de 11 revolucionarios[9].

En cuanto a las primeras acciones de ese grupo de insurrectos, con poco parque y en condiciones difíciles tienen que subdividirse y sólo pueden operar durante varios días por los territorios próximos a Banao, limitándose a tiroteos, cortar líneas telegráficas, etc.; viéndose obligados a internarse en las lomas de esta localidad, producto de la persecución española y la escasez de armamentos y hombres, donde permanecen por algún tiempo, sin ser apoyados por grandes incorporaciones de hombres.

Desde que se produce el levantamiento la comandancia militar de la ciudad de Sancti Spiritus reaccionó inmediatamente comenzando los trabajos de fortificación, reparando las que se habían hecho para la guerra pasada. Por otra parte, desde el 12 de mayo, se encuentra el general Francisco Carrillo operando por el norte del territorio espirituano, en el que sostiene encuentros con columnas españolas como en Piñero el 19 y 22 de mayo y en Nuevas de Jobosí el día 27.

A pesar de que ya a principios de julio de 1895 se encuentran sobre las armas diferentes grupos de hombres en Trinidad, Sancti Spiritus, Fomento y el norte espirituano –zona de Yaguajay–, haber desarrollado algunas acciones y logrado un primer intento de organización; no es hasta la llegada de la Expedición Roloff-Sánchez-Rodríguez por Punta Caney, cerca de Tayabacoa, al sur de Sancti Spiritus, el 24 de julio de 1895, que se puede hablar de acciones importantes y de un verdadero estado de guerra en el territorio.

A su arribo a tierras espirituanas el general Serafín Sánchez Valdivia lanzó una proclama a los habitantes de Las Villas, que constituye un llamado a la lucha y la cual expresa entre otras cosas lo siguiente[10]:

Yo os invito, villareños, para que vengais á ocupar el puesto que el deber os señala en las filas de vuestros hermanos, para combatir contra el enemigo común de la libertad, el reposo y el bienestar de los habitantes todos de esta isla: el tiranico gobierno de España (...) Villareños! la ansiada hora de la reivindicaciones de nuestro pueblo ha sonado ya, y no seríais dignos de la patria y la libertad por que combatimos, si cobardes no viniérais á cubriros de gloria en las filas del Ejército Libertador.

Esta expedición aporta 150 nuevos combatientes, tres experimentados y prestigiosos generales y numerosos recursos necesarios para la lucha que permiten equipar convenientemente a muchos soldados que se incorporan a partir de este momento a la guerra. Por otra parte contribuyó notablemente a la cohesión del movimiento revolucionario en Las Villas, pues la presencia de Carlos Roloff y Serafín Sánchez implicaba mucho para los revolucionarios del centro, por su destacada participación en la contienda anterior. De ahí que a la llegada de Gómez y Maceo con la invasión se encontraran con un ejército equipado y organizado.

A partir del desembarco se produce la incorporación a los expedicionarios de los principales grupos que estaban sobre las armas: a finales de julio se les unen los capitanes Quirino Amézaga primero, y Federico Toledo después, más de 30 hombres entre ambos; en los primeros días de agosto se le unen el capitán Basilio Guerra con 123 hombres, el coronel Joaquín Castillo, teniente coronel Justo Sánchez, los comandantes Quirino Reyes y Pío Cervantes y el capitán José Joaquín Sánchez con sus fuerzas, que suman unos 500 hombres y parte de la fuerza del general Lino Pérez. En estos momentos –3 de agosto de 1895– cuenta con una fuerza de unos 800 hombres[11][12]. `

Organización combativa

Mayor General Carlos Roloff, Jefe del Cuarto Cuerpo del Ejército Libertador.

También a partir del desembarco, en los primeros días de agosto, se comienza la organización militar de las fuerzas que operan en Las Villas. Carlos Roloff asume la dirección del Cuarto Cuerpo del Ejército Libertador, estructura del Ejército Libertador cubano encargada de dirigir y ejecutar las operaciones militares en la región de Las Villas, que cuenta con dos divisiones; la Primera División para la cual nombra como jefe al general Serafín Sánchez, compuesta por tres Brigadas. La primera de estas brigadas tenía la misión de operar en Sancti Spiritus, estando al frente de las misma el coronel Joaquín Castillo. Dicha brigada estaba estructurada de la siguiente forma[13]:

Junto a la organización militar también se produce la civil, a través de la creación de las prefecturas y subprefecturas sin afectar las fuerzas del ejército, entre estas: Arroyo Blanco, Monte Oscuro, Gavilanes, Taguasco, Pelayo, Banao, El Jíbaro, Jobosí, Las Charcas, Jubainicú, Cabaiguán y Chorrera Brava en territorio espirituano. Estas tenían entre sus funciones: el control del orden en su zona, atender al servicio de postas correo, informar al ejército los movimientos del enemigo, atender heridos y enfermos, cuidar de las familias que estuvieran en los montes, establecer talleres de talabartería hacer sogas, sudaderas, etc.; abrir siembras de todas clases, destruir vías de comunicación del enemigo, impedir la entrada de ganado y productos del comercio a poblaciones enemigas, etc.

Además se tuvo en cuenta organizar las comunicaciones con el exterior, la inspección de costas con un cuerpo de inspectores, en el caso del municipio espirituano existían dos zonas de inspección: de Tunas de Zaza al río Ay bajo la inspección del ciudadano Emilio Ortega y de Júcaro a Tunas de Zaza con el alférez José R. Rendón como principal vigía[13]. Se emite también una serie de circulares para regular la vida de la población civil en el territorio, donde se establecen las normas a las que quedaban sujeto.

Año 1895

El Cuarto Cuerpo del Ejército Libertador fue creado en plena guerra contra las fuerzas militares españolas y desde sus primeros días comenzó una serie de acciones militares contra estos uniformados. Durante los meses agosto, septiembre y octubre de 1895, las acciones de las fuerzas cubanas que están operando en el territorio, se han caracterizado por interrupción de las comunicaciones: destrucción de los puentes como los de Mayábuna, Los Muertos, Jarao, Cayajaná, etc.; destrucción de vías férreas, alcantarillas, postes de líneas telegráficas y telefónicas; con ello se proponen desconcertar el enemigo, obligarlo a emplear muchas tropas en cuidas sus vías de comunicaciones y tener que hacer las jornadas a pie.

Otras actividades son los asaltos a convoyes y almacenes para la obtención de víveres y armamento, como el de Sancti Spiritus a Iguará el 12 de agosto; hostilizamiento y ataque a columnas; ejemplo, en Pozo Azul 12-14 de agosto, donde muere el ayudante de Serafín Sánchez, Indalecio Martínez-Moles; ataque y toma de fuertes como el Taguasco el 6 de agosto, y ataques a poblados.

Estas acciones bélicas se corresponden con el tipo de guerra de desgaste al enemigo que estaba llevando a cabo las fuerzas cubanas, obligadas por las propias condiciones; incluso, Carlos Roloff en comunicación a Gómez, con fecha 1 de diciembre de 1895, así lo expresa al señalar que no ha empeñado combates de gran poder por no disponer de un contingente bastante disciplinado ni avezados aún a ellos, ni el suficiente número de armas; aparte de tratarse siempre de enemigos muy superior en número; sin embargo, señala que la situación es buena y que en los encuentros habidos, las fuerzas cubanas han obtenido el triunfo[14].

En esta etapa se convoca a las fuerzas de los distintos cuerpos de ejércitos para la celebración de la Asamblea Constituyente de Jimaguayú, la que se celebró entre el 13 y 16 de septiembre de 1895. Para la misma los representantes de La Habana, Matanzas, y Las Villas: Fermín Valdés Domínguez, Santiago García Cañizares, Severo Pina Marín, Enrique Loynaz del Castillo, Francisco Díaz Silveira, Pedro Piñán, Orencio Nodarse, Francisco López Leiva, José Clemente Vivanco y Raimundo Sánchez Valdivia; salen de la finca San Marcos –norte del territorio espirituano– el día 6 de septiembre, cruzan la Trocha el día 8 penetrando en territorio camagüeyano; según lo recoge el Diario de Operaciones del comandante Raimundo Sánchez Valdivia.

Ya de regreso los delegados a la misma, el 7 de octubre en la localidad espirituana de Piñero, se reúnen representantes de las tres Brigadas pertenecientes a la Primera División del Cuarto Cuerpo de Las Villas para dar lectura a la Constitución aprobada en Jimaguayú, la comunicación de Gómez a todos los jefes de cuerpos y la información sobre la composición del gobierno de la República en Armas[15].

El Consejo de Gobierno creado en Jimaguayú dictó la Ley del Gobierno Civil que dividió el territorio de la República en seis provincias, cada una de ellas en distritos y estas en prefecturas y subprefecturas. Sancti Spiritus quedó comprendido en la provincia de Las Villas con un teniente gobernador y catorce prefecturas. Por la misma ley se establecen talleres de armería, pólvora, herrería, fustes para monturas, carpintería, zapatería, tenería y sombrerería; además, del servicio de comunicaciones con casas, jefes e inspectores de postas[16]. Como se conoce, ya Roloff había atendido esto provisionalmente al organizar el Cuarto Cuerpo y la vida civil.

A partir de la puesta en marcha de los acordado en Jimaguayú se producen otras acciones en el territorio, que reflejan el auge de la lucha como el Combate de Las Varas el 23 de septiembre, donde resulta herido el General Serafín Sánchez –jefe principal de las tropas en combate–. En esta acción participan las fuerzas de los regimientos Honorato y Martí de la Brigada de Sancti Spiritus dirigidos por el brigadier Joaquín Castillo y el coronel Rosendo García; así como las tropas que comanda el coronel Pedro Díaz, jefe de la Brigada de Remedios. La columna enemigo se vio obligada a retirarse hacia Manacas Jobosí.

A partir de noviembre comienza un movimiento del Mayor General Máximo Gómez por el noreste del territorio espirituano recorriendo lugares claves como Pozo Azul, Las Damas, Saltadero, Los Pasitos, Pelayo, etc.; lugares próximos a los cuales pasaría después el contingente invasor. Durante este recorrido lanza circulares prohibiendo la zafra, disposiciones y medidas organizativas, aunando las fuerzas que están operando en el territorio y desarrollando acciones de hostigamiento y ataque; entre los que sobresalen la toma de Pelayo y destrucción de sus fuertes el 17 de noviembre de 1895, tomando prisionero al comandante del destacamento del lugar con toda la guarnición, liberándolos al día siguiente, hostigamiento y ataque al fuerte de Río Grande del 20 al 23 de noviembre, el cual no fue tomado, pero las fuerza españolas lo incendian y lo abandonan, por lo que realmente constituye una victoria. Gómez y sus fuerzas se quedan en el territorio.

Como se puede apreciar, la actividad de Gómez y las fuerzas de la Primera División del Cuarto Cuerpo en este territorio, tenía como objetivo principal preparar las condiciones para garantizar el paso relativamente fácil y exitoso de los invasores por la Trocha; operando constantemente para atraer sobre sí las fuerzas españolas de la zona que según su propio criterio son de unos 4 a 5 mil hombres.

Acampados en Los Hoyos, recibe la noticia que Maceo y el contingente invasor ha cruzado la Trocha –29 de noviembre–; parte a recibirlos encontrándolos en un lugar conocido por San Juan, produciéndose el encuentro de ambos y la celebración de un acto emotivo; después acampa en el potrero de Lázaro López. En este lugar se produce el día 30 la formación militar donde Gómez pronuncia a los invasores su famosa arenga, explica los objetivos de la invasión y las realidades que tendrán que afrontar durante la misma.

Columna invasora

Mayor General Máximo Gómez, el hombre que preparo en Las Villas las condiciones para el paso de la columna invasora por ese territorio.

A partir de ese momento comienza su avance por el territorio espirituano, dirigiéndose el día 1 de diciembre hacia La Reforma y de ahí el día 2 hasta Trilladeritas, donde acampan hasta el amanecer del día 3. En este lugar se produce la división del contingente invasor: una columna de infantería con 700 hombres bajo el mando del general Quintín Banderas y el teniente coronel José Miguel Gómez, partió en horas tempranas de ese día con órdenes de avanzar por el sur, destruir la riqueza azucarera del valle de Trinidad, sostén económico del régimen español en la zona y aplastar el enemigo para unirse posteriormente al ejército invasor en Matanzas o La Habana; el resto de las fuerzas y núcleo principal de la invasión –caballería– marcharía por el centro bajo el mando de los generales Máximo Gómez, Antonio Maceo y Serafín Sánchez, junto con esta fuerza avanza el Consejo de Gobierno, el que venía acompañando al contingente invasor.

Ese mismo día –3 de diciembre– al realizar el cruce sobre el río Jatibonico del Sur, se produce el primer encuentro con el enemigo en tierras villareñas: el combate de Iguará; al enfrentar una columna española de 800 hombres al mando del coronel Enrique Segura Campoy que se movía del fuerte de Iguará a Sancti Spiritus, la posición ventajosa de las fuerzas españolas, unido a las características del terreno, limitaban el movimiento de la caballería invasora; lo que obliga a los jefes de las fuerzas cubanas –Maceo y Gómez– a una peligrosa carga al machete.

La acción resultó una victoria para los cubanos después de dos horas de combate, obligando al jefe español a retirarse hacia el fuerte de Iguará en busca de refugio; lo que pudo lograr gracias a su serenidad, sus acertadas disposiciones y la bravura de sus soldados ante la persecución de los cubanos. Con el triunfo mambí le quedo libre el camino a las fuerzas invasoras en su avance; el día 4 pasan por La Campana donde entierran a los muertos, curan y envían los heridos a la prefectura de Taguasco y llegan a Ciego Potrero donde acampan.

Mayor General Serafín Sánchez, nombrado Jefe del Cuarto Cuerpo del Ejército Libertador en diciembre de 1895.

Temprano en la mañana del día 5 de diciembre en este lugar forman las fuerzas cubanas. El Consejo de Gobierno en la figura de su presidente Salvador Cisneros Betancourt, entregó al lugarteniente general Antonio Maceo, una bandera cubana enviada por jóvenes camagüeyanas para que acompañara a los invasores y la hicieran ondear en los confines de occidente; también le son ratificados a Serafín Sánchez los grados de mayor general y su nombramiento de jefe del Cuarto Cuerpo del Ejército Libertador de Las Villas.

Acto seguido se produce la despedida y separación del Consejo de Gobierno que marcha hacia Oriente, mientras la columna invasora continúa su marcha rumbo noroeste, encontrándose el día 6 en Remate de Las Vueltas –Remedios–, lugar donde Maceo lanza su proclama a los villareños. De ahí marchan hacia el sur, cruzan el río Zaza y acampa en Sabanilla el día 7. Después se dirigen casi en línea recta hacia el suroeste, acampando en Las Pozas el día 8. Emprenden nuevamente la marcha el día 9 con dirección oeste, cruzando por el norte y frente de Fomento, lugar bien defendido por las fuerzas españolas desde donde son tiroteados los invasores. En horas de la tarde sostienen un encuentro en el lugar conocido como Casa de Tejas o Los Indios, donde estaba emboscado el enemigo, causando un muerto y trece heridos a las fuerzas cubanas; Maceo ripostó el ataque y obligó a retirarse al enemigo. Después de esta acción –última en el territorio espirituano– continúan su marcha entrando en Quemado Grande, territorio actualmente villareño.

Durante el cruce de la invasión y los meses iniciales del año 1896, se observa que la mayoría de las fuerzas destacadas en la región marchan junto con los invasores, tal es el caso de las comandadas por el mayor general Serafín Sánchez Valdivia quien llegó hasta los límites de La Habana; donde una parte de ellas continúa con la invasión hasta el extremo occidental mientras que Serafín regresa con el resto al territorio villareño a principios de enero de 1896.

Durante esta etapa en el territorio se quedan operando solamente algunas unidades menores, como el escuadrón de caballería bajo el mando del teniente coronel José Rafael Legón y las principales acciones que se realizan son: hostigamiento sistemático como tiroteos a posiciones y columnas españolas en movimiento, emboscadas, destrucción de vías de comunicaciones, ataques a trenes en movimiento, e incendios de ingenios azucareros y cañaverales entre otros.

Año 1896

En los primeros días de este año el Mayor General Serafín Sánchez se dedica a la reestructuración del Cuarto Cuerpo del Ejército Libertador desde su campamento en territorio espirituano, buscando el aglutinamiento y cohesión de nuevas fuerzas para robustecer la guerra en Las Villas.

En breve recorrido en los primeros días del mes de febrero de 1896 por el norte del territorio de Las Villas: Placetas, Camajuaní, etc.; Serafín logra aglutinar unos 2 mil hombres, muchos de ellos desarmados, para entregarlos en Manajanabo a Quintín Banderas, según habían convenido y quien debía conducirlos hasta el Occidente; lo que no pudo ser, por no haber comparecido Banderas y tener que enfrentar el Combate de Manajanabo, que aunque victorioso, muy costoso.

A mediados de febrero de 1896 Serafín reinicia sus operaciones militares en la zona espirituana, dedicándose fundamentalmente a hostilizar con pequeños grupos a columnas españolas. En los Hondones se le unen fuerzas de Lino Pérez y Juan Bravo Pérez de la Brigada de Trinidad y de forma habilidosa eluden encuentros con columnas españolas en Saltadero, La Campana, Los Pasitos, etc.

El 14 de marzo penetra Gómez en Las Villas, lo que provoca una fuerte reacción española, el día 8 de abril llega a Sancti Spiritus y se encuentra con Serafín en Macaguabo, antes este había recibido (18 de marzo) el comunicado oficial del cese de su jefatura al frente del Cuarto Cuerpo y su designación como Inspector General del Ejército Libertador. Los dos líderes mambises permanecen juntos varios días durante los cuales Gómez le da las indicaciones precisas que debe cumplir en su nuevo cargo. El 24 de abril se dirige a la zona de la Trocha a cumplir su misión como inspector.

El Mayor General Francisco Carrillo asumió la jefatura del Cuarto Cuerpo en abril de 1896.

En 1896, mientras en Oriente se desarrolla la campaña de José Maceo y Calixto García y en el occidente se encuentra operando Antonio Maceo; a fines de abril –día 28– se produce la llegada del General Francisco Carrillo para ocupar la jefatura del Cuarto Cuerpo de Las Villas; mientras que el general José Miguel Gómez asume la dirección de la primera Brigada de Sancti Spiritus. Este hecho produjo un incremento del accionar de las fuerzas insurrectas sobre todo a partir de abril.

Entre abril y agosto de 1896, se aprecia un incremento de la actividad revolucionaria de las fuerzas que actúan en el territorio espirituano; las que ejecutan acciones tales como emboscadas a columnas españolas en movimiento: la del convoy de Arroyo Blanco 18 de abril, en Santa Teresa 21 de abril, Tuinucú 2 de junio, en Boquerones y La Sierpe 12 de junio y el 5 de agosto en Rosa Perdida y Constancia a una columna española que conducía un convoy a Mayajigua el 26 de agosto, entre otras; hostilizamiento de las fuerzas españolas: en Tuinucú el 16 y 18 de abril; el Majá y Siguaney el 22 de abril, en el camino de Paso de Las Damas a Sancti Spiritus 3, 4, 5 y 6 de mayo, en Las Delicias el 16 de mayo; en el Bejuco y Covadonga, así como en Bacuino y Yagunal el día 2 de junio; columnas con rumbo al Jíbaro y Trinidad el 11 de junio, columna que va de Sancti Spiritus a Tuinucú el 17 de julio y el 23 a otra que se dirige a Cabaiguán, el 27 al convoy que va hacia Pico Tuerto; el 4 de agosto a columna española de 1 500 hombres que se dirigen desde Sancti Spiritus hasta El Jíbaro; incendio de casas, cañaverales y campamentos españoles: 18 de abril campamento español en Cabaiguán, los cañaverales del central Tuinucú el 19 de abril; así como los cañaverales de los ingenios Mapos, Natividad y San Fernando.

Haciendo un balance del estado de la guerra en la zona, el general José Miguel Gómez en su comunicación a Máximo Gómez el 31 de agosto de 1896 expresa[17]:

Las fuerzas pelean y pelean bien. Como están tan diseminadas en tan grande extensión de terreno no paran un momento de una a otra acción. No puedo dar acciones de mucha importancia por razones que en otras anteriores le he dicho y porque no tengo parque.

El último tercio del año 1896 la actividad de las fuerzas cubanas en el territorio, presenta las mismas características del período analizado anteriormente, en cuanto a la forma y tipo de acciones combativas que se realizan; se mantiene la hostilización constante sobre el enemigo, en sus diversas formas: del 1 al 4 de septiembre tiroteos a columnas que se dirigían a Siguaney y Taguasco, batida una columna en el paso de Iguará del río Jatibonico el 6 de septiembre, tiroteo a columna que se dirige de Sancti Spiritus a Jarao, hostilizada de Taguasco a Iguará una columna española el 3 de octubre, tiroteo al enemigo en las cercanías de Las Guásimas el 10 de octubre, ataque a columna en el río Tuinucú el 4 de noviembre, fuego a columna española que se dirigía de Sopimpa a Fomento por fuerzas de Carrillo el 11 de noviembre, hostigamiento a columna que se mueve hacia Los Limpios de Taguasco el 26 de noviembre, hostilizada guerrilla por fuerza de José Miguel Gómez el 8 y 9 de diciembre, tiroteos a columnas que se mueven por Sabanilla, Sancti Spiritus, Jarao y otros lugares entre el 13 y el 25 de diciembre.

Se desarrollan emboscadas a los soldados del fuerte Manaca-Jobosí, el 15 de septiembre; también fueron emboscados cerca de Arroyo Blanco por fuerzas de Tello Sánchez el 26 de septiembre y a una columna española en Iguará el 5 de octubre. Las fuerzas españolas que cuidan el Batey del central Tuinucú fueron emboscadas el 4 de noviembre así como a las tropas españolas en Lebrije el 26 de ese mismo mes. En esta etapa se producen combates como lo fue el de Arroyo Blanco por fuerza de los regimientos Honorato y Máximo Gómez el 7 de septiembre y en la finca La Chucha, en Güinía, por fuerzas de la Brigada de Trinidad el día 19; se combate además en Los Pasitos contra una columna española que se dirigía a Manaca Jobosí el 6 de octubre.

Combate de Las Damas

Caída en combate de Serafín Sánchez Valdivia, pintura expuesta en el Museo Casa Natal Serafín Sánchez Valdivia.

En este año se produjo un enfrentamiento militar que ocasionó la lamentable muerte de una de las figuras cimeras del movimiento independentista cubano: Serafín Sánchez Valdivia. El General Sánchez Valdivia falleció en el Combate de Las Damas, el 18 de noviembre de 1896[18], en la quebrada del Paso de La Larga, cuando iniciaba la retirada con su cuartel general. Al volverse para observar el movimiento enemigo, un proyectil de máuser lo atraviesa del hombro derecho al izquierdo; aún así, su indoblegable voluntad y espíritu patriótico le dan fuerzas suficientes para exclamar:

¡Me han matado, eso no es nada! ¡Siga la marcha!

Así moría el insigne patriota mambí. Eran más de las cinco de la tarde cuando el héroe expiró. El patriota fue una de las 27 bajas del bando cubano y se contó entre los ocho muertos de la acción, mientras a los españoles se les atribuyeron 83 heridos y no menos de 30 fallecidos.

La muerte de Serafín enardeció a los cubanos: Enrique Loynaz del Castillo, jefe del Estado Mayor, arrebata una bandera cubana y carga frenético contra un frente español y lo hace ponerse en fuga; reforzado por la caballería que momentos antes había pedido Serafín hace en el enemigo una verdadera carnicería; el brigadier González Plana, desde la posición que defiende en el Paso de La Larga, bate también a los españoles, el brigadier José Miguel Gómez pelea hasta el último cartucho y el Mayor General Francisco Carrillo asume el mando de las fuerzas que entrada la noche abandona el campo de batalla llevando el cuerpo de Serafín. Fue una dolorosa victoria.

La muerte de Serafín Sánchez, más que disminuir la moral de los cubanos, lo que hizo fue elevó el espíritu combativo de las tropas que, incitadas por José Miguel Gómez, a la voz de:

(...) levantad vuestro esfuerzo a la altura del dolor que os embarga, que yo sabré compartir con vosotros –mis valientes compañeros–, la gloria de vengarlo.

Con estas palabras continuaron la marcha y cumplieron la orden de combate emitida por Serafín en su lecho de muerte.

A fines de diciembre de 1896, el general en jefe Máximo Gómez cruza la Trocha de Júcaro a Morón –día 26– y el 28 acampa en Santa Teresa, donde recibe la confirmación de la muerte de Antonio Maceo y su hijo Panchito; desde allí lanza una orden general dando a conocer este acontecimiento y declara diez días de duelo general para el ejército.

Año 1897

Valeriano Weyler, el Capitán General militar español que durante 1897 intensificó el ataque a las fuerzas de Máximo Gómez y el Cuarto Cuerpo con el fin de aplastar la revolución.

En los primeros días de enero de 1897 ya Gómez está nuevamente operando en el territorio espirituano. Ya en estos momentos tiene la concepción estratégica de lograr que el mando español desconcentre la gran cantidad de fuerzas que tiene operando en el occidente del país. De ahí, su genial plan de La Reforma con el que pretendía también, que el régimen colonial lanzara en su persecución gran número de fuerzas y que se vieran obligados a combatir en las condiciones que más le convenían y en el teatro de operaciones por él escogido.

Por su parte, el mando español, después de la muerte de Maceo. Cifró sus esperanzas en aniquilar a Gómez y con ello a la revolución. Es por esto que a principios de febrero de 1897 Valeriano Weyler se traslada hacia Las Villas y con su cuartel general instalado en Santa Clara tomó medidas para la reorganización de las fuerzas españolas del territorio villareño –Segundo Cuerpo del Ejército Español– y en particular la Segunda División Sancti Spiritus-Remedios, bajo el mando del general Agustín Luque, con dos Brigadas: Sancti Spiritus y Remedios.

Campaña de La Reforma

La campaña de La Reforma se desarrolló entre enero de 1897 y principios de 1898, al este del territorio espirituano, tuvo por escenario la zona comprendida entre los ríos Jatibonico del Norte y del Sur por el oeste, y la Trocha de Júcaro a Morón al este. La selección de este territorio como teatro principal de operaciones –que conocía muy bien desde la Guerra de los Diez Años– reflejó la gran capacidad táctica del general Máximo Gómez, pues reunía las condiciones necesarias para el tipo de lucha que concibió –irregular–; una zona llana con bosques, pastos y aguadas para operar con la caballería; así como pocos poblados y medios de comunicación.

El propósito de las primeras acciones desarrolladas por Gómez era llamar la atención del enemigo, sobre todo de Weyler, para obligarlo a mover hacia Las Villas las fuerzas que tenía sobre Matanzas, La Habana y Pinar del Río; para lo cual contaba con el apoyo decisivo de las fuerzas del Cuarto Cuerpo del Ejército Libertador de Las Villas y sobre todo con las de la Primera División con sus tres Brigadas: Sancti Spiritus, Remedios y Trinidad. En este marco se inscriben entre otras, acciones como: combate contra columna española acampada en Marroquí que fue obligada a retirarse hacia San Felipe el 2 de enero, por fuerzas del Cuartel General del General en Jefe, unido a la Brigada de Sancti Spiritus, donde resultó herido el brigadier José Miguel Gómez, jefe de la misma. En su retirada esta columna cae en la emboscada preparada por el comandante Jesús Pérez de las fuerzas del general Carrillo, jefe del Cuarto Cuerpo.

El 27 de enero se inicia el sitio al poblado de Arroyo Blanco, que se extiende hasta el día 2 de febrero; este poblado cuenta con 14 fuertes y 300 soldados. En el mismo participan fuerzas combinadas de los generales Máximo Gómez, Francisco Carrillo y José Miguel Gómez. Durante estos días el poblado fue atacado en dos ocasiones, no obstante, no pudo ser tomado, porque se reciben refuerzos de dos columnas españolas, que procedentes de la Trocha y Taguasco vinieron en auxilio de los españoles. Estas columnas fueron interceptadas por las fuerzas cubanas y sostienen un reñido combate en Juan Criollo, el 1 de febrero de 1897. El accionar contra Arroyo Blanco esta considerado como el inicio de la campaña de La Reforma; pues es una de las razones que obligan a Weyler a trasladarse hacia esta región.

Por estos días –30 de enero– Gómez recibe en su campamento de Arroyo Blanco la visita de un periodista del Herald de Nueva York, que lo entrevista por el rumor que circula de que él está dispuesto a aceptar la autonomía como solución al conflicto; su posición al respecto es muy clara[19]:

Pelearemos por la independencia absoluta: así se ha dicho y firmado en nuestra constitución y se dice y se afirma a diario y con sangre en los campos de batalla.

Por otra parte Máximo Gómez a través de cartas, distintos documentos, rumores, etc. hizo creer al mando español que se llevaría a cabo una segunda invasión a occidente. Sin dudas Gómez había cumplido los objetivos de su plan táctico; el mando español envió para Las Villas 33 batallones y 40 escuadrones que operaban en el occidente; con lo que contribuyó a aliviar la presión militar sobre ese territorio; incluso el propio Weyler trasladó su cuartel general para Sancti Spiritus, arribando a esta ciudad el 16 de febrero de 1897. El 2 de marzo Weyler le informa al Ministro de la Guerra, mediante un telegrama, las fuerzas españolas que operan en la zona[19]:

He situado fuerzas en Chambas, Arroyo Blanco, Guayacanes, Chorrera, Mayajigua, Yaguajay, Viana y Caballería (...) un total de 38 batallones y 4 regimientos de caballería operan en un radio de cuatro leguas, acampando en el círculo así formado.

A esta concentración de fuerzas hay que sumarles los guerrilleros y el Cuerpo de Voluntarios; unos 20 mil hombres más aproximadamente. Unido a esto, se puede señalar que el sistema de fortificaciones de la ciudad de Sancti Spiritus, iniciado desde los años anteriores, se incrementa a partir de 1897, planteando que se podían utilizar para dichos trabajos a los reconcentrados y a los que se reconcentren. Se dispone con toda urgencia[20]:

(...) se tapien todas las bocacalles de la población en el final de las mismas que dan al campo, a excepción de la salida por el puente de piedra situado junto al teatro (...) las tapias no deben bajar de dos y medio metros de altura.

Gómez, para realizar esta campaña, organizó sus fuerzas y contó con unos 600 hombres fundamentalmente de caballería, cuyo centro era el Regimiento de Caballería Expedicionario; pero por lo general operó aproximadamente con unos 400 efectivos y contó con el apoyo valioso de la primera y segunda Brigadas de la Primera División del Cuarto Cuerpo del Ejército Libertador; pues estas fuerzas se ven tanto operando en ocasiones junto a Gómez en La Reforma, como hostigando constantemente a las fuerzas españolas que se movían por este territorio, colindante con la misma. Esto sin dudas favorecía los planes de Gómez y constituía una ayuda de apreciable valor.

En estos primeros meses –febrero-mayo de 1897–, coincidiendo con la campaña de La Reforma, se producen en el territorio espirituano una serie de acciones que reflejan la situación de la guerra en la zona. Se produce un constante hostigamiento a las columnas españolas que desde Sancti Spiritus, San Felipe, Cristales, San Agustín, Marroquí, entran y salen del poblado de Arroyo Blanco, en esto participan las fuerzas de los escuadrones y regimientos de la Brigada de Sancti Spiritus al mando del brigadier José Miguel Gómez.

El 17 de abril fuerzas del cuartel general de Máximo Gómez hostilizaron a más de 5 mil españoles que permanecieron acampados por espacio de ocho días en La Reforma; después regresan a Sancti Spiritus. Durante el resto del mes continúa el constante tiroteo y ataque sobre las columnas que se mueven por la zona por fuerzas de la Brigada de Sancti Spiritus y de Remedios, mientras que en La Reforma lo hacía el Regimiento Expedicionario al mando del teniente coronel Armando Sánchez.

Durante el mes de mayo continúan intensamente las acciones de este tipo: el 3 de mayo en La Reforma una fuerte columna española de las tres armas es detenida por fuerzas del cuartel general del Ejército Libertador bajo el mando de Máximo Gómez. Poco después hay un fuerte movimiento de columnas españolas por el territorio, coincidiendo con el regreso de Weyler a Sancti Spiritus; éstas son hostilizadas constantemente, aunque sin atacarlas directamente por falta de parque. En lo que resta del mes continúa el fuerte movimiento de fuerzas españolas y el hostigamiento de las mismas por las fuerzas cubanas, prueba de lo anterior –según los datos que han podido ser localizados– es el hecho de que durante el mes de mayo se produjeron 52 acciones de diversa índole en 28 de los 31 días del mes.

Los meses que van entre mayo a octubre de 1897, coinciden con la temporada de lluvia en el país, uno de los factores muy bien aprovechado por Gómez de acuerdo a la estrategia a seguir, dado el tipo de guerra que se había planteado; recuérdese su célebre frase de que junio, julio y agosto eran sus tres mejores generales. Su objetivo, entonces, era provocar el mayor desgaste posible en las fuerzas españolas; pues el calor sofocante, las intensas lluvias, las plagas y las enfermedades que de ellas se derivan, inutilizaban una considerable cantidad de soldados españoles que tenían que permanecer en los hospitales de recuperación, donde incluso, muchos fallecían. Unido a ello se aprecia una intensificación de las actividades de las fuerzas cubanas, teniendo como propósito continuar desgastando a las fuerzas enemigas.

Continúan operando en el territorio las mismas fuerzas a que se ha hecho referencia anteriormente. Algunos ejemplos que ilustran lo anterior son: entre los días 26 de mayo al 1 de junio de 1897 fuerzas del Regimiento de Caballería Volante de Taguasco hostilizan columnas españolas por las zonas de Covadonga, El Majá, Ramón Alto, Ciego Caballo, Vega Grande y San José, mientras que las fuerzas de la Brigada de Sancti Spiritus hostilizan y atacan columna enemigas en El Jíbaro, Laguna de Miguel, Los Negros, Playa Alta, La Sierra, La Crisis y otras, en los meses de junio a octubre.

Así mismo, fuerzas del cuartel general de Gómez hacen fuego contra el poblado de Cabaiguán y destruyen la línea telegráfica de Placetas a este lugar, los días 7 y 8 de septiembre de 1897, mientras en Sabinal fuerzas del Regimiento Expedicionario sostienen encuentros con el enemigo el 20 de septiembre y lo obligan a retirarse[21].

No puede obviarse que todo este accionar de las fuerzas cubanas tiene lugar en medio de la política de exterminio de Weyler que se aplicaba en el país; pero en el territorio espirituano tiene la particularidad de que el propio Weyler en su propósito de acabar con la revolución se traslada hacia Sancti Spiritus desde febrero de 1897. Desde su llegada, el territorio sufre las consecuencias de su presencia y en tal sentido declaró al Ayuntamiento que venía a responder a la guerra con la guerra y que dejaría el territorio limpio como la palma de la mano[22].

Durante la estancia de sus numerosas fuerzas en la zona, destruyeron fincas, se apropiaron del ganado, incendiaron bohíos, zonas de cultivo; impuso multas al comercio, casi todo peninsular, y cometieron crueldades con personas humildes y pacíficas, tales como el asesinato de dos niños que llevaban comida para su madre enferma en un rancho en Juan Criollo[23]; asesinato del subprefecto de Cucharas, Joaquín Pérez, por el teniente coronel Gabriel Orozco –cubano al servicio de España– y el asesinato del Dr. Hernández –enfermo de tisis en último grado– fusilado delante de su esposa Luz Noriega de Hernández. La feroz represión desatada obligó a muchos campesinos a marchar hacia las ciudades y poblados en condiciones horribles.

En importante señalar que el resumen de reconcentrados en la ciudad de Sancti Spiritus, en diciembre de 1897 asciende a 1 501 mayores de 14 años y 1 716 menores, para un total de 3 217. Sirva como ejemplo que sólo en el barrio San Andrés aparecen reconcentradas 512 personas, alojadas en las calles Gloria, San Telmo, Santa Genoveva, Santa Ursula, San Ignacio, San Eugenio, San Andrés, Santa Brígida, Santa Bárbara, Jesús Nazareno, Nueva, Jesús María, Príncipe, San Alejo, Santa Lucía, San Pedro, Raimundo y Rosario. Llama la atención que en la calle Santa Genoveva se reconcentran 65 personas y en Santa Ursula 90. En esta calle en el número 10, aparecen 37 personas reconcentradas, y en el 26, se registran 32[24].

Estos datos permiten apreciar el grado de hacinamiento y las condiciones infrahumanas de tal procedimiento; lo que provoca enfermedades y epidemias que llevan a la muerte a muchas personas.

Por otra parte, desde la llegada de Weyler, todas las faldas de los montes de Sipiabo, Arriero, Macaguabo, Yayabo, La Sierra, Banao y La Güira, fueron recorridas por guerrilleros cubanos y fuerzas regulares, y como resultado de esto, las prefecturas y subprefecturas, talleres, hospitales, etc. Tuvieron que abandonar sus lugares habituales y trasladarse constantemente hacia otros, tratando de evadir la persecución y ser capturados. Esto, por supuesto, afectó el abastecimiento de las mismas, por lo que ven obligados a alimentarse de jutías, frutas silvestres, corojo y otros recursos naturales.

También esta situación perjudicó a las fuerzas cubanas que estaban sobre las armas, pues se afecta su base de sustentación a través del sistema de prefecturas, pero además, por el estado de ruinas en que quedan los campos y la escasez de animales que también fueron recogidos.

No sólo fue la política de reconcentración, la única arma utilizada por Weyler para neutralizar a las fuerzas cubanas; también utilizó otros procedimientos como por ejemplo, proclamas, en las que llamaba a abandonar la lucha, ofreciendo amplio perdón para todos los que se presentaran, indicando que se entregarían raciones, viviendas y trabajo; tal es el caso de la emitida desde Sancti Spíritus el 3 de julio de 1897, donde además trataba de desvirtuar la realidad existente, planteando que la insurrección en las provincias orientales estaba dominada.

No obstante, todo ello, las fuerzas cubanas en este territorio se mantuvieron activas, en pie de lucha y contribuyeron al fracaso de Weyler en su empeño de acabar con la revolución.

Un criterio acertado acerca del verdadero significado de Weyler y su política, es el que ofrece el patriota espirituano Raimundo Sánchez Valdivia en su diario de operaciones[25]:

(...) qué lleva a su patria el hombre en quien cifró el Gobierno Español su confianza? El desprestigio ante sus conciudadanos, la execración de los cubanos y la reprobación del mundo civilizado, esto en el orden moral; los restos de un ejército de más de doscientos mil hombres sacrificados inútilmente, la deuda de unos cuantos millones de pesos gastados al tesoro nacional, las cuentas pendientes con los industriales y comerciantes de esta Isla y la responsabilidad histórica de la ruina y devastación de las riquezas públicas, esto en el orden material.

Ante las difíciles condiciones que se le crearon al campo insurrecto durante el año 1897, el Ejército Libertador y las autoridades civiles del distrito de Sancti Spiritus aplican una serie de medidas para garantizar el abastecimiento del ejército y los hospitales de campaña.

Ya desde mediados de 1897 –junio– se puede apreciar que el gobierno norteamericano comienza a involucrarse en el problema cubano, envían nota de protesta a España, donde la presiona por el tipo de guerra “incivilizada” e “inhumana” que se está llevando a cabo en Cuba; pero en realidad lo que está preparando es el camino para la intervención en el conflicto hispano-cubano.

Por otra parte el fracaso evidente de Weyler con su política de exterminio, sangre y fuego; unido a las presiones del gobierno de los Estados Unidos, obligan a España a un cambio de política con relación a la guerra de Cuba, como último intento por preservar esta posición y la sustitución de Weyler a finales de octubre de 1897, por Ramón Blanco.

Ante la situación que se crea a fines de este año, la posición de las fuerzas cubanas es clara y precisa; lo que queda expresado en la proclama del general en jefe Máximo Gómez al Ejército Libertador el 8 de noviembre de 1897, desde La Reforma, donde expone entre otras cosas[26]:

(...) el sustituto del sanguinario Weyler, el General Ramón Blanco, (...) viene a imponer nuevos rumbos á esta guerra (...) En cuanto a nuestros propósitos ellos están bien definidos y proclamados ante el mundo. La independencia del País, Cuba para los cubanos. La América para los americanos. Las esperanzas de España para dominarnos son esperanzas muertas yá, y el General Blanco representa su postrer y último esfuerzo.

También José Miguel Gómez, jefe de la Brigada de Sancti Spiritus, se hace eco de este llamado y en una proclama dirigida a sus hombres, llama a mantener la lucha contra España, por la independencia definitiva y valora la llegada del general Blanco, como expresión de la derrota de Weyler.

A pesar de que cuando el general Ramón Blanco llega a Cuba ya se está maniobrando por parte del gobierno español para un cambio de política con relación a la Isla; éste no renunció al principio de tratar de sofocar la revolución y mantuvo la misma línea de su antecesor, por lo que centró su atención en tratar de cercar a Gómez en La Reforma; estrechando aún más el círculo sobre éste.

Gómez comprendió esta situación desde el principio y así lo expresa, señalando que Blanco tenía como propósitos fundamentales la realización de la zafra y hacer desaparecer a los principales jefes cubanos. Por lo tanto la posición sigue siendo la misma; es decir, proseguir la guerra hasta lograr aniquilar al ejército español. De ahí que se pueda apreciar que se mantienen los mismos tipos de acciones que se han visto hasta el momento. Prueba de ello lo constituyen las siguientes acciones: fuerzas del Cuartel General del Ejército Libertador sostienen fuego contra fuerzas enemigas en Corral Nuevo –1 de noviembre– y en Las Delicias, donde fueron sorprendidos por la avanzada de una columna española que penetró hasta cerca del campamento, pero lograr deternerla y retirarse. El día 6 de noviembre sostienen un encuentro en Los Hondones con una fuerte columna de más de mil hombres de las tres armas, obligándolas a retirarse. Esta misma fuerza el día 30 en el Ocujal, camino de Río Grande a Jicotea, cargó contra una columna española con resultados positivos.

Por otra parte, el 3 de diciembre, fuerzas combinadas de las Brigadas de Remedios y Sancti Spiritus, bajo el mando del general Carrillo, jefe del Cuarto Cuerpo, sostuvieron reñido combate en Las Delicias contra columna española, destrozando su caballería.

En un constante accionar el regimiento Honorato de la Brigada de Sancti Spiritus, sostuvo encuentros con fuerzas españolas en La Ceiba, camino de Taguasco; en el camino de Sancti Spiritus a Puerto Príncipe y en el poblado de El Jíbaro, los días 8, 10, 14, 16, 24 y 27 de enero de 1898.

La campaña de La Reforma, que tuvo por escenario parte del territorio espirituano se extendió hasta principios de 1898 y significó un duro golpe para el poder español. La forma en que Gómez concibió la misma llevó al aniquilamiento de las fuerzas españolas; las que se vieron sometidas al hostigamiento constante, largas marchas y contramarchas, los rigores del clima: sol, lluvia, plagas de insectos, etc. apenas se les permitía descansar y se les obligaba a pernoctar en lugares donde no podían reparar el sueño, o se les tiroteaba durante toda la noche. Como consecuencia de todo ello se afectó grandemente su capacidad combativa, víctimas del cansancio, el clima y las enfermedades. Ello obligó al mando español en el período 1897-1898 a tener que aumentar grandemente el número de camas en sus hospitales y clínicas; en el territorio espirituano se incrementaron 2 850 camas con relación al período 1895-1896[27].

En la campaña de La Reforma brilló la capacidad táctica de Gómez, que lo ratifica como un gran estratega militar en este tipo de guerra; por sus resultados, ésta a pesar de que se define como una campaña defensiva, se convirtió en una de las mayores ofensivas. Es necesario precisar que durante todo el desarrollo de la misma, Gómez pudo contar con el eficaz apoyo de las fuerzas de la Primera División y fundamentalmente con las de la Brigada de Sancti Spiritus.

Año 1898

Capitán General Ramón Blanco y Erenas, el hombre que envió España a Cuba para alcanzar la paz otorgándole más autonomía a la Isla.

El año 1898, comienza con la aplicación de la opción autonomista, puesta en práctica por el gobernador y capitán general Ramón Blanco y Erenas; pues la realidad de Cuba por un lado y la propia situación de España por el otro, obligaban al poder colonial a esta tardía concesión, que representa también la última acción reformista de la burguesía cubana. Aunque los autonomistas incrementaron sus actividades, tanto dentro como fuera del país, las condiciones históricas en que se desarrolló, no propiciaron que se estabilizara; siendo la decisión y la actitud del pueblo cubano de continuar la lucha, el factor decisivo de su fracaso.

Esto se aprecia en las propias orientaciones que emanan del jefe de las fuerzas cubanas, quien en carta del 26 de febrero de 1898, dirigida al comandante Raimundo Sánchez, jefe del distrito de Sancti Spiritus, precisa las medidas a tomar con relación a la propaganda autonomista y orienta que se detenga y se envíe al Cuartel General aquellas personas que sean sorprendidas en esa labor propagandística, para juzgarlos como traidores, y enfatiza en que la situación de España en Cuba es cada día más insostenible[28].

Con respecto a esta posición, el propio Raimundo Sánchez valora la esencia del régimen autonómico que España ofrece considerándolo el último esfuerzo para poner fin a una guerra que tantos soldados y dinero le cuesta.

En estos momentos Gómez se mantiene aún en su campo de operaciones de La Reforma, y a pesar de que desde fines de enero ya no se aprecia el mismo volumen de acciones en esta zona, pues España ha trasladado hacia Oriente gran parte de las fuerzas destacadas en la misma; no ocurre así en el resto del territorio, donde la Primera División se mantiene en un accionar constante. Debe tenerse en cuenta que a partir del 22 de enero de 1898 se han producido cambios en esta División: el general José Miguel Gómez ha asumido la jefatura de la misma y nombrado al general José González Planas, jefe de la Brigada de Remedios, como su segundo al mando; mientras que José Joaquín Sánchez asume la dirección de la Brigada de Sancti Spiritus. En muchas ocasiones se aprecia que se realizan acciones en las que operan combinadas todas estas fuerzas que se encuentran en el territorio. Prueba de lo anterior, con relación a la intensidad de las operaciones en la zona, es que en los meses de febrero a abril de 1898, hasta donde se ha investigado, se registran 42 días de actividad bélica con un total de 72 acciones desarrolladas durante esos días. Eso equivale a un promedio de 14 días de actividad con 24 acciones ejecutadas por mes.

Algunos ejemplos que ilustran lo anterior son: el Cuartel General del Ejército Libertador, sostuvo rudo combate en Guayacancito, contra fuerzas españolas procedentes de Sancti Spiritus y dos columnas procedentes de Ciego de Avila, el 1 de marzo de 1898. Los días 20, 21 y 22, hostilizan una columna enemiga en La Reforma. Por su parte las fuerzas del cuartel general del Cuarto Cuerpo en su operar por el territorio, sostienen fuego con una columna española en el paso del río Calabazas. De la misma manera el Cuartel General de la Primera División, unido a los regimientos de la Brigada de Sancti Spiritus realizan diferentes acciones en el camino de Iguará, cerca de Arroyo Blanco, donde es batida una fuerte columna española procedente de Sancti Spiritus, por el general de división José Miguel Gómez con su escolta y una fuerza del regimiento Máximo Gómez de la Brigada de Sancti Spiritus.

Otro encuentro similar se produce en La Crisis el 19 de marzo, donde se combate contra una columna española en acción dirigida por la jefatura del Cuartel General de la Primera División, un escuadrón del Regimiento Sancti Spiritus y la infantería del Regimiento Serafín Sánchez, ambos de la primera Brigada.

Guerra Hispano-Cubano-Norteamericana

El gobierno español, antes las amenazas de una posible guerra contra Estados Unidos, y que además no ha podido ni con Weyler y la Reconcentración, ni con Blanco y el régimen autonómico, vencer la resistencia de los cubanos; toma la decisión unilateral de suspender las hostilidades el 10 de abril de 1898, con el propósito de que los cubanos hagan causa común con ellos para enfrentar a los norteamericanos. La respuesta de la parte cubana es un rechazo rotundo a tal proyecto. Esto se puede apreciar en la Orden General emitida el día 20 de abril de 1898 desde La Reforma por el General en Jefe Máximo Gómez, donde dispone que los jefes y oficiales del ejército a su mando batan al enemigo en cualquier situación que éste se encuentre, sin alterar en lo más mínimo el sistema de guerra que se lleva hasta el momento.

El 18 de abril de ese año la Cámara de Representantes y el Senado norteamericano, aprobaron la Resolución Conjunta, refrendada por el presidente William McKinley el día 20, lo que de hecho constituía una declaración de guerra y así, fue interpretada por el gobierno español. Por su parte conocida la declaración de guerra de Estados a España; el entonces gobernador de la provincia de Santa Clara, Marcos García, el 28 de abril de 1898 hace una alocución a cubanos y españoles para unir sus fuerzas, bajo la bandera española y así enfrentar a los extranjeros. Aunque valora de una forma clara lo que podía representar para el país una intervención y ocupación norteamericana, lo hace desde posiciones españolas[29].

No obstante las proposiciones españolas y sus reclamos a las fuerzas cubanas para enfrentar a los norteamericanos, el hecho de haber mermado las operaciones en el territorio, levantar sus campamentos de Santa Teresa y La Reforma, retirar sus fuerzas de Yaguajay, frenar el trabajo de las fortificaciones y abandonar algunos de sus fuertes; la posición de los cubanos es de continuar ahora más que nunca la guerra contra España. Es por eso que entre los meses de abril y junio de 1898 se producen en el territorio diferentes acciones. Las fuerzas del Cuartel General de Máximo Gómez atacan una columna española en La Herradura, mientras que la infantería le hace fuego al pasar el río Jatibonico, el día 2 de mayo; fuerzas del regimiento de infantería Serafín Sánchez de la Brigada de Sancti Spiritus, unido a fuerzas del Cuartel General de la Primera División, baten al enemigo en el camino de Pelayo a Covadonga y hostilizan los poblados de Sancti Spiritus, Arroyo Blanco, Cabaiguán y El Jíbaro, así como los fuertes de Pelayo y Covadonga.

El 2 de julio de 1898 llega por Palo Alto una valiosa expedición por el general Emilio Núñez con abundantes pertrechos de guerra, municiones y víveres. El día 4 Gómez llega a dicho lugar para recibir la misma; también lo hacen los generales José Miguel Gómez y Francisco Carrillo. Se realizó el desembarco y acarreo de los efectos sin ser molestados. En esta expedición arribó un escuadrón de caballería norteamericano compuesto por 50 hombres, los que fueron puestos a las órdenes del general José Miguel Gómez.

El 19 de julio de este año se produce el ataque y toma del poblado de El Jíbaro por el jefe de Primera División, general José Miguel Gómez, con fuerzas de la Primera y Tercera Brigadas de Sancti Spiritus y Trinidad respectivamente, al mando de sus jefes, coroneles, José Joaquín Sánchez y Juan Bravo. En esta acción participa También el escuadrón de caballería del ejército norteamericano, a las órdenes del teniente C. P. Johnson. Tras un fuerte combate de más de una hora, el enemigo se rinde e iza bandera de parlamento. Se ocupaba así, una importante y fortificada plaza española. Con gran entusiasmo se arrió la bandera española y fue izada la cubana, bajo gritos de ¡Viva Cuba y Máximo Gómez!.

El día 20 de julio, después de evacuar a los heridos que se encontraban en el fuerte principal, donde se había establecido el hospital de sangre por la sanidad cubana, el oficial norteamericano Johnson con sus fuerzas, haciendo uso de la violencia tomó dicho fuerte, arriando la bandera cubana, echándola al suelo y en su lugar izó la bandera norteamericana. Este hecho provocó la indignación de las fuerzas cubanas que querían protestar con las armas, pero la serenidad de José Miguel Gómez logró que los hechos tuvieran un matiz menos violento; no obstante obligó a retractarse al oficial norteamericano y rendir los honores correspondientes a la bandera ultrajada; saludando a la misma y rindiéndole honras con tres descargas de fusilería, delante de las fuerzas cubanas formadas para ello.

Incidentes posteriores con este mismo oficial determinaron su arresto y procesamiento por una junta de guerra siendo remitido con el expediente del caso al mando norteamericano, que los juzgó y degradó.

Días más tarde, el 27 de julio de 1898, se produce el ataque y toma del poblado fortificado de Arroyo Blanco, plaza más importante del poder español entre la Trocha y la ciudad de Sancti Spiritus, lugar obligado de tránsito de las columnas enemigas que se movían en esa zona, por las fuerzas del Cuartel General de la Primera División acompañadas por la Brigada de Sancti Spiritus, bajo el mando del general José Miguel Gómez. El ataque iniciado sobre las seis de la mañana duró casi todo el día, hasta que pasadas las cuatro de la tarde se levanta bandera de parlamento, una vez tomado los fuertes principales (La Quinta y El Heliógrafo). Se redactó la capitulación y se entregó el poblado a la autoridad civil, según lo establecido por el Consejo de Gobierno.

La toma del poblado de El Jíbaro y la rendición de Arroyo Blanco, constituyen las últimas operaciones militares de mayor importancia desarrolladas por las fuerzas de la Primera División y del Cuarto Cuerpo de Las Villas; ambas incluso posterior a la rendición de Santiago de Cuba.

Después de la acción de Arroyo Blanco, aunque las fuerzas cubanas se mantienen en sus campamentos sin desactivarse, no se producen acciones combativas en el territorio; la orientación de Gómez y Carrillo era no emprender acciones ofensivas, por lo que se aprecia un clima de paz.

Por otra parte las fuerzas españolas se retiran de sus posiciones, fortines, ingenios, poblados y comienzan a concentrarse en las ciudades.

A principios de agosto, José Miguel Gómez con sus fuerzas se trasladan para el territorio del sur espirituano y establece el cuartel general de la Primera División a su mando en el central Mapos. En este lugar se inicia la publicación del periódico La Nación, autotitulado Periódico Independiente Quincenal, con un consejo de redacción integrado por el general José Miguel Gómez, coronel licenciado Enrique Villuendas, coronel Francisco Díaz Silveira y los tenientes coroneles Orestes Ferrara, Jorge Villuendas, Tomás Armstrong y Francisco Peña.

Mientras tanto por estos mismos días, el general Máximo Gómez se mantiene en sus campamentos habituales de La Reforma, en espera de los acontecimientos.

Fin de la guerra

El 12 de agosto de 1898 se declara el cese de las hostilidades entre España y Estados Unidos, que en la práctica pone fin a la Guerra Hispano-Cubano-Norteamericana. Esta noticia se da a conocer en Sancti Spiritus el día 14 de agosto en el periódico El Fénix, órgano del Partido Autonomista en esta ciudad. En el mismo se expresa:

Viva la paz. Ha sido firmado el Protocolo de preliminares negociaciones de paz entre el Gobierno de España y el de los Estados Unidos; a consecuencia de lo cual han sido suspendidas las hostilidades por las fuerzas de mar y tierra.

Por su parte, Gómez, que ha recibido esta noticia en Punta Alegre, al regresar a La Reforma envía una carta a Estrada Palma el 26 de agosto de 1898, donde le expone los principios por los que han luchado los revolucionarios cubanos desde el inicio de la guerra y señala[30]:

(...) He leido el decreto de suspensión de hostilidades; pero no se nada oficialmente.
Se declaró la guerra y se firmará la paz sin que yo reciba ni la menor atención oficial de parte de los americanos; pero nada de eso ha hecho, ni hará mella alguna en mi espíritu (...)
(...) así como he sido uno de los más activos para hacer la guerra, ahora me brindo el más dispuesto para ayudar a consolidar la paz en esta tierra a la que tanto debo.

Del documento anterior se puede inferir, primero, que las fuerzas cubanas han sido ignoradas por las autoridades norteamericanas, sin reconocer lo que representa Gómez en este sentido; segundo, la inconformidad de éste con el proceder unilateral del mando norteamericano; y tercero, la disposición de Gómez de continuar contribuyendo con Cuba en la paz, tanto como lo hizo en la guerra.

A fines de agosto de 1898, ante la noticia de la llegada de una expedición por la costa norte, parte para Yaguajay, lugar al que arriba el día 29 de este mes y acampa en el central Narcisa. En esta zona se mantendrá hasta su posterior salida para La Habana a principios de 1899.

Mientras tanto en esta misma fecha, en la zona sur del territorio espirituano, donde se encuentra el Cuartel General de la Primera División, se da a conocer una serie de disposiciones, a partir de las indicaciones emanadas del Consejo de Gobierno. En estas, entre otras cosas se plantea que se prohíbe recolectar caballos, monturas, machetes y demás útiles de trabajo; así como prohíbe toda expropiación, respetándose la propiedad, fueran o no sus dueños, favorables a la causa[31].

Sin dudas, ya en el documento se expresa que se está en paz, y por ello, se están tomando medidas que tienden a evitar que se produzca cualquier incidente o exceso por parte de las fuerzas cubanas y que puedan alterar el orden.

Preocupados por la situación existente con el ejército norteamericano, el Cuartel General de la Primera División expone su criterio sobre la posición que deben asumir las fuerzas cubanas en estos momentos, lo que queda expresado de forma muy precisa en el artículo titulado “El Ejército Libertador”, publicado en periódico “La Nación”, donde se señala que firmada la paz entre los gobiernos de España y Estados Unidos ¿cuál será la suerte del Ejército Libertador?, y expone que todavía en las ciudades hay miles de españoles armados, que una parte del país todavía obedece a las órdenes del Capitán General; que el pueblo de Cuba no ha expresado su voluntad sobre el gobierno que desea, ni ha elegido sus representantes; por lo tanto, el ejército es necesario y debe mantenerse expectante, con el arma en brazos hasta tanto Cuba se consolide conforme a sus deseos, y añade[31]:

Si algún gobierno (el de España u otro) quisiera imponer soluciones contrarias a los deseos de la mayoría del pueblo cubano, el Ejército Libertador, tendría que continuar la lucha aunque el enemigo fuese extremadamente poderoso; pues no ha batallado hasta aquí, con heroísmo sin igual, por cambiar de dueño, sino por no tenerlo.

En este artículo advierte cuál debe ser la posición futura del ejército cubano, en caso de que Cuba no logre sus propósitos, señalando que se mantendrá en pie de lucha, hasta que muera el último de sus hombres y se vea realizado el ideal que le dio vida.

Aunque la posición de las fuerzas de la Primera División estaba bien clara con relación a estos problemas; el curso posterior de los acontecimientos demostró que no sería así; por un lado no se logró el status de país independiente, por otro, los norteamericanos maniobraron hasta lograr la destrucción de las instituciones cubanas, incluyendo el Ejército Libertador.

Desde octubre de 1898 se reúnen en París los comisionados españoles y norteamericanos encargados de concertar la paz, de estas conversaciones y por unidad de criterio entre las dos partes, serían excluidos los representantes de las fuerzas cubanas. El 10 de diciembre de ese año se firmaba el tratado de paz por el cual se ponía fin a la guerra Hispano-Cubano-Norteamericana, con un sabor amargo para los cubanos. España entregaba el país a los norteamericanos y la independencia quedaba frustrada.

El general Máximo Gómez, que desde el mes de agosto de 1898, se había mantenido acampado en el central Narcisa y otros territorios del norte villareño, ya había expresado su inconformidad con el proceder norteamericano; ahora, tras conocer la firma del Tratado de París, la forma en que éste se había efectuado, así como sus acuerdos, consideró necesario dejar clara su posición al respecto, lo cual hace a través de su conocida Proclama de Narcisa (Yaguajay), el 29 de diciembre de 1898.

En esta proclama quedan expresadas sus principales preocupaciones; es decir, se produciría la retirada del ejército español y Cuba no sería ni libre ni independiente, por cuanto el gobierno norteamericano entraría a ejercer la soberanía sobre la Isla; la constitución inmediata de un gobierno propio como condición indispensable para el cese de la presencia extranjera en el país y el licenciamiento de una forma digna del Ejército Libertador.

Sin dudas, en esta proclama se puede apreciar la posición de Gómez; a éste le preocupa grandemente la nueva situación en la cual se ve envuelto el país y que resulta amenazadora para el futuro: la independencia no se ha hecho realidad y la presencia de un poder extranjero, que no se sabe por qué tiempo se mantendrá, es inobjetable. Si bien es cierto que consideró necesario –sin ver el alcance de lo que ello implicaba– la disolución del ejército; no es menos cierta su posición de mantenerse firme, dispuesto a ayudar a los cubanos para concluir la obra a la que había consagrado su vida.

Consideraciones finales

La guerra afectó sensiblemente la economía del país y la situación social de la población, también provocó considerables daños en el territorio espirituano, zona ubicada en Las Villas orientales, limítrofe con la Trocha de Júcaro a Morón y por tanto, sometida al constante movimiento de las fuerzas españolas, además de constituir el teatro de operaciones de la campaña de La Reforma.

La guerra significó para el territorio espirituano, entre otras cosas, la pérdida de su riqueza agrícola, azucarera y ganadera; la interrupción de sus actividades comerciales y la destrucción de sus vías de comunicación; el empobrecimiento de su población, sobre todo campesina y el exterminio de cerca de 7 mil personas, fundamentalmente civiles, como consecuencia del hambre, la miseria y las enfermedades derivadas de la salvaje política de la reconcentración y los efectos de la propia guerra.

Esta zona eminentemente rural, con una base económica sustentada en lo fundamental en la agricultura, sobre todo cañera y la ganadería; fue afectada en grado considerable, tanto por las acciones de guerra como por la política que aplican ambas fuerzas, lo que trajo como resultado la destrucción total de muchas fincas, incluyendo casas quemadas, cercados destruidos, siembras arrasadas y imposibilidad de desarrollar las mismas; a esto se suma la pérdida de ganado, así como la no atención a los cultivos por efectos de la insurrección y la reconcentración. Particular afectación sufrió la producción azucarera, por la imposibilidad de realizar las zafras, bien por la propia política de la revolución, por haber perdido sus cañaverales por la quema o por no poderlos atender por falta de mano de obra.

En cuanto al comercio de exportación, el mismo fue afectado, así como el abastecimiento a la población. Otra de las afectaciones es la destrucción constante de vías férreas, líneas telegráficas y telefónicas, que obligaba al mando español a disponer de fuerzas para el custodio de las mismas y las reparaciones sistemáticas. Por ejemplo, la Tuinucú Sugar Cane Manufacturning Co., en un informe emitido el 23 de septiembre de 1897 por el señor Francisco Rionda, administrador del central, se indicaba que ya en agosto de 1896 las pérdidas de la compañía por la insurrección, ascendían a $527,480.18 en moneda americana y que la zafra de 1896-1897 no se podía hacer porque las cañas habían sido quemadas, sin posibilidad de sembrar ni atender los cañaverales por la guerra y la reconcentración[32].

Desde el punto de vista social las consecuencias fueron considerables, por una parte la propia guerra, con todas sus secuelas, por otra la propia política española y la reconcentración provocaron grandes daños a la población; entre ellos, como un elemento importante está el despoblamiento, fundamentalmente de los campos, dado por las incorporaciones a la guerra y los reconcentrados en los poblados, lo que afecta grandemente la fuerza laboral con las consiguientes afectaciones productivas.

Las muertes también afectaron a la población, y aunque es difícil precisar el número de fallecidos víctimas de la guerra y la reconcentración, independientemente de los aportes que puedan brindar los estudios actuales que se realizan, sí hay datos que pueden servir como referencia de la magnitud del problema; sólo en la jurisdicción de Sancti Spiritus el censo de 1897 recoge 29 278 habitantes contra 25 709 en el de 1899; es decir, 3 569 habitantes menos[33]. Como causas de este fenómeno se pueden señalar las condiciones infrahumanas y falta de atención a que fue sometida la población reconcentrada; lo que generó una desnutrición crónica que la convirtió en víctima de múltiples enfermedades como el paludismo, fiebre amarilla, etc. Esto unido a la escasez de alimento y falta de atención médica y medicamentos, empeoraba aún más la situación.

El carácter fundamentalmente agrícola del territorio espirituano determinó que los más afectados fuerann los campesinos, que perdieron sus tierras, cultivos y ganado; los obreros agrícolas, muchos de los cuales quedaron desempleados como resultado de la destrucción de las fincas donde laboraban; los carreteros, que vieron interrumpidas sus labores de transportación de mercancías, instrumentos, alimentos, etc.

La guerra en Las Villas, y sobre todo en este territorio espirituano es uno de los factores principales que inciden en el estado que reflejan las fuerzas españolas en el momento de la intervención norteamericana, caracterizada por un debilitamiento progresivo, lo que demuestra que es posible hablar de la incapacidad de España para derrotar las fuerzas cubanas; así como de las posibilidades de un triunfo cercano para las mismas, pues como acertadamente expresara Gómez “nosotros iniciamos la guerra, a España le toca pagarla”.

Notas

  1. Luis Lagomasino Alvarez. Se levanta en armas en mayo de 1895; se mantiene en la guerra hasta mediados de 1896. Por contradicciones con los generales Carrillo y José Miguel Gómez, abandona la lucha y marcha para México; donde se mantiene vinculado con la causa cubana. Todo parece indicar que no regresó más al país.

Referencias

Fuentes

  • Abreu López, Carlos y C. Guillot (1986): Sancti Spiritus. Apuntes para una cronología. La Habana: Editora Política.
  • Almodóvar Muñoz, Carmen (1986): Antología crítica de la historiografía cubana (Epoca colonial). La Habana: Editorial Pueblo y Educación.
  • Alvarez Estévez, Rolando (1969): La expedición Roloff. La Habana: Academia de Ciencias de Cuba.
  • Alvarez Estévez, Rolando (1981): Carlos Roloff Mialovski. La Habana: Editorial Ciencias Sociales.
  • Barreras Figueroa, Orlando (1986): Sancti Spiritus. Sinopsis histórica. Santiago de Cuba: Editorial Oriente.
  • Barreras Figueroa, Orlando (1994): Estudios de historia espirituana. Sancti Spiritus: Editora Luminaria.
  • Boza, Bernabé (1974): Mi diario de la guerra. La Habana: Editorial Ciencias Sociales.
  • Callejas, Bernardo (1979): Batallas mambisas famosas. La Habana: Editorial Letras Cubanas.
  • Carrillo Morales, Justo (1936): Expediciones cubanas. La Habana: Imprenta Rambla, Bouza y Cía..
  • Castellanos García, Gerardo (1946): Tarja de Bronce: Serafín Sánchez a través de su siglo, julio 2 de 1846-julio 2 de 1946. La Habana: Imprenta El Siglo XX.
  • Colectivo de autores (1986): Mayor General Máximo Gómez Báez. Sus campañas militares. Tomo II. La Habana: Editora Política.
  • Colectivo de autores (1986): Apuntes biográficos del Mayor General Serafín Sánchez Valdivia. La Habana: Editora Perfil (UNEAC).
  • Colectivos de autores (1994): El diferendo Estados Unidos-Cuba. Ciudad de La Habana: Ediciones Verde Olivo.
  • Colectivo de Autores (2012): Síntesis histórica de la provincia de Sancti Spíritus. La Habana: Editora Anales, Instituto de Historia de Cuba. ISBN 978-959-7048-94-7
  • Marín García, Segundo (1945): Aspectos históricos de Sancti Spiritus. Sancti Spiritus: Imprenta Iris.
  • Marín García, Segundo (1955): Sancti Spiritus en el siglo XIX: dos trabajos históricos. Sancti Spiritus: Publicaciones Pérez Luna, Cuaderno no. 4.
  • Marín García, Segundo (1957): Acontecimientos e individuos del pasado espirituano: 1514-1895. Publicaciones Pérez Luna, Cuaderno no. 6, Imprenta Iris, Zaza del Medio, Sancti Spiritus.
  • Martínez-Moles, Manuel (1931): Tradiciones, leyendas y anécdotas espirituanas. Contribución al folklore. Tomo III, La Habana: Cultural S.A.
  • Martínez-Moles, Manuel (1936): Tradiciones, leyendas y anécdotas espirituanas. Contribución al folklore. Tomo III, 2da. parte. La Habana: Cultural S.A.
  • Martínez-Moles, Manuel (1936): Epítome de la historia de Sancti Spiritus desde el descubrimiento de sus costas hasta nuestros días (1934). La Habana: Imprenta El Siglo XX.
  • MINFAR: Causas y factores de nuestros reveses y victorias, La Habana, 1994.
  • Miró Argenter, José (1970): Crónicas de la guerra. La Habana: Editorial Ciencias Sociales.
  • Sánchez Valdivia, Serafín: Diarios y otros documentos. (Compilado por Orlando Barrera Figueroa). Sancti Spiritus: Ediciones Luminarias, 1992.