Uruguay
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Uruguay. Es un país situado en el sureste de América del Sur. Su territorio, con una superficie de más de 176.000 km², es el segundo más pequeño del subcontinente detrás de Surinam y limita al norte y noreste con el estado de Río Grande del Sur (Brasil) y al oeste, con las provincias de Entre Ríos y Corrientes (Argentina) de las cuales está separado por el Río Uruguay. Por el sur tiene costas sobre el Río de la Plata, el cual lo separa de la provincia de Buenos Aires y de la ciudad de Buenos Aires, y por el sureste, tiene costas sobre el Océano Atlántico. Se encuentra dividido administrativamente en 19 departamentos.
Según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), es el tercer país de Latinoamérica (después de Argentina y de Chile), que posee el mayor Índice de Desarrollo Humano (IDH). Asimismo, es el quinto país de Latinoamérica (después de Cuba, Costa Rica, Chile, y Ecuador), con la esperanza de vida más alta, respectivamente. Es el tercer país de Sudamérica (después de Argentina y Chile), con el PIB per cápita más alto, y el décimo país de Latinoamérica (después de Brasil, México, Argentina, Colombia, Venezuela, Perú, Chile, Ecuador y Bolivia respectivamente), con el PIB más alto.
Sumario
- 1 Historia
- 1.1 Época precolonial
- 1.2 Época colonial
- 1.2.1 Régimen de la conquista y colonización de América
- 1.2.1.1 Los Adelantados (1535-1590)
- 1.2.1.1.1 El primer Adelantado: Pedro de Mendoza (1535-1537)
- 1.2.1.1.2 El segundo Adelantado: Álvar Núñez Cabeza de Vaca (1541-1544)
- 1.2.1.1.3 El tercer Adelantado: Juan Ortiz de Zárate (1574-1575)
- 1.2.1.1.4 El cuarto Adelantado: Juan Torres de Vera y Aragón (1578-1590)
- 1.2.1.1.5 Hernando Arias de Saavedra (Hernandarias)
- 1.2.1.1 Los Adelantados (1535-1590)
- 1.2.1 Régimen de la conquista y colonización de América
- 1.3 Fundación de Montevideo
- 1.4 Las Misiones Jesuitas
- 1.5 Golpe de estado
- 1.6 Retorno a la institucionalidad
- 1.7 Crisis económica, política y social del año 2002
- 1.8 Actualidad
- 2 Gobierno
- 3 Símbolos patrios
- 4 Geografía
- 5 Demografía
- 6 Economía
- 7 Cultura
- 8 Turismo
- 9 Deporte
- 10 Referencias
- 11 Enlaces externos
- 12 Fuentes
Historia
Época precolonial
Las poblaciones indígenas del Uruguay
Desde el punto de vista de la población aborigen que lo ocupó en épocas anteriores al descubrimiento del Río de la Plata, el actual territorio del Uruguay debe ser considerado integrándolo en un área más extensa, configurada por las planicies que abarcan las cuencas de los grandes ríos Paraná y Uruguay desde sus fuentes en el sur del Brasil actual y sus afluentes, principalmente el Río Negro.
Esas poblaciones indígenas son todas ellas integrantes de un gran grupo étnico y lingüístico al que se designa como “guaraní-tupí”, del cual en realidad se conoce bastante poco. Ocuparon en el sur del continente americano de la costa atlántica, en forma relativamente dispersa, un vasto territorio que puede situarse hacia abajo de la selva amazónica, desde el sur de la desembocadura del Río Amazonas, hasta algo al sur del Río de la Plata, y desde la costa del océano hasta una distancia no muy definida al oeste del Río Paraná, que abarcaba buena parte del actual territorio del Paraguay.
Por lo general se distingue entre los pueblos que habitaban el continente americano antes del descubrimiento, haciendo una diferenciación según su grado de desarrollo cultural. En un grado más primitivo, se sitúan los pueblos indígenas que permanecían en el nivel de los que procuraban su sustento mediante la caza, la pesca o la mera recolección de frutos y vegetales silvestres, y que generalmente no se asentaban en un lugar, al menos en forma permanente o muy duradera; por lo que eran nómades. Eran pueblos que no tenían un orden social estructurado, con alguna forma de autoridad central, sino que por lo general conformaban agrupamientos al nivel de la horda o de la tribu; ni una religión o creencias de carácter sobrenatural evolucionadas, con dioses plenamente identificados, sino que asigaban índole religiosa a las fuerzas naturales que se les imponían.
En un nivel cultural superior, se encontraban aquellos que además de haber aprendido a realizar cultivos agrícolas — por lo común en base a una planta determinada — se integraban en comunidades sedentarias - es decir que se radicaban en un lugar en forma permanente - y convivían en poblaciones bastante numerosas instaladas en asentamientos equiparables a ciudades, viviendo en habitaciones construídas al menos parcialmente con materiales sólidos, generalmente de piedra; así como tenían una forma de organización social superior a la de la familia, en la que podía distinguirse un sistema de gobierno, aunque fuera rudimentario. Estos pueblos, asimismo, solían tener una religión estructurada, con dioses dotados de identidad, en algunos casos representados con imágenes de forma humana; y, sobre todo con una organización sacerdotal más o menos diferenciada.
Entre estos pueblos indígenas de la América precolombina, que habían alcanzado niveles más avanzados de evolución cultural, tecnológica, religiosa y social, se cuentan los Mayas, los Aztecas y los Incas.
Los indígenas que habitaban el área geográfica poblada por los pueblos guaraníes se encontraban en un nivel de desarrollo general inferior al de esos otros pueblos de la América primitiva; ya que no habían superado la etapa de meros nómades recolectores de alimentos naturales, por lo que vivían básicamente de la caza y la pesca, y de la utilización de vegetales de crecimiento espontáneo. Como consecuencia, no habían desarrollado habitaciones estables ni de relativa solidez; como tampoco poseían armas mucho más evolucionadas que las resultantes del empleo de ramas de árboles o piedras, y el arco y las flechas. Habían llegado a dominar el fuego, que utilizaban para calentarse en tiempos de frío y para cocinar sus alimentos; También parece - atendiendo a algunos hallazgos arqueológicos - llegaron a disponer algunos elementos de cerámica de uso doméstico, como ollas, vasijas y algunas urnas funerarias. Por supuesto, no conocían la escritura.
Hasta que los europeos introdujeron el ganado vacuno y caballar, la fauna autóctona no comprendía casi animales de cierto porte y utilidad; con la relativa excepción de los avestruces, que se supone cazaban empleando las boleadoras: juego de tres esferas de piedra atadas a una especie de cordeles unidos en el otro extremo, teniendo en la mano el cual eran giradas en el aire y luego lanzadas para enredar las patas del ave corredora, incapaz de volar. Otras especies que podrían haber cazado, pueden mencionarse la perdiz, la nutria, o el capincho; aunque seguramente su captura no debió serles muy factible. En cuanto a los vegetales, al parecer utilizaban en su alimentación algunos frutos silvestres que proveía la poco variada flora autóctona, entre los que se menciona habitualmente el burucuyá, el arazá, la pitanga y el butiá.
Casi no usaban vestimenta, por lo que cabe presumir que la piel y plumas del avestruz — y excepcionalmente de otros pequeños animales silvestres — fueron casi los únicos elementos con que contaron para confeccionarse abrigos y cubrir sus precarias viviendas; por lo menos hasta que dispusieron de los cueros vacunos. Obviamente desconocieron el comercio, ni siquiera al nivel del trueque.
No conocían los metales, por lo cual todo sus instrumental, ya fueran armas o utensilios, eran de piedra o de ramas; utilizando para confeccionar instrumentos para raspar o punzar, una piedra cristalizada, la sílice, trabajada por percusión para construir bordes afilados.
Características generales de los primeros pobladores
- Poblamiento tardío - Alrededor de 12.000 años de antigüedad.
- Desarrollo correspondiente al nivel del Paleolítico inferior
- Luego cazadores y recolectores (Depto. de Artigas)
- Agricultores primitivos (Depto. de Río Negro)
- Pulido de la piedra (Boleadoras, Morteros y Rompe-cabezas)
- Trabajos con otros materiales (huesos, madera, cerámica)
Los pueblos del tronco étnico guaraní estaban dispersos en el territorio mencionado, y en gran medida formando núcleos al parecer muy desconectados unos de otros. En realidad, casi nada es posible conocer de ellos en relación a épocas anteriores a los siglos XV y XVI, cuando llegaron los españoles. Los únicos rastros que quedaron de ellos - especialmente en el actual territorio uruguayo - son algunos yacimientos arqueológicos compuestos sobre todo por puntas de lanzas y esferas de boleadoras hechas de piedra granítica, y algunos restos de utensilios cerámicos primitivos.
Por otra parte, la colonización de las zonas del Río de la Plata no tuvo inicialmente las características de explotación territorial y económica que, en otras zonas del continente americano, llevaron a incorporar a los indígenas a su estructura; bajo sistemas tales como las encomiendas, la mita y el yanaconazgo, como formas de utilizar su mano de obra en haciendas ganaderas o agrícolas. Solamente bastante tiempo después de la llegada europea a la zona del Plata, se organizaron las misiones evangelizadoras encabezadas por los religiosos jesuítas; que iniciaron cierto proceso de civilización de los indígenas, aunque no llegó a integrarlos a la sociedad colonial.
'De tal manera, se conoce que existían diversos agrupamientos que pueden considerarse de carácter tribal, localizados en diversas zonas del territorio antes mencionado':
- Los Guaraníes - que al parecer formaban el tronco originario - habitaban las zonas semiselváticas de lo que hoy es el Paraguay; aunque al llegar los españoles los había en la zona del norte el actual Uruguay, del actual Estado brasileño de Río Grande del Sur y la región de la actual Provincia de Buenos Aires.
- Otra tribu, los Guyanás ocupaban los territorios comprendidos entre la laguna De los Patos, y el sur del Río Uruguay a partir de sus fuentes, hasta el cauce curvado hacia el norte y el oeste de su afluente el Río Ibicuy; en el sur del Brasil, hacia donde parecen haber sido desplazados por migraciones guaraníes provenientes del oeste.
Propiamente en el actual territorio uruguayo se encontraban la tribu de los Chanás, sobre la costa del Río de la Plata y siguiendo el curso del río Paraná en la actual mesopotamia argentina. En el territorio actual del Uruguay, habitaban ambas costas del Río Uruguay en su curso inferior, el delta del Río Negro, y costas del Río de la Plata.
Fronterizos con ellos hacia el norte, el principal grupo indígena que poblaba ese territorio este de la mesopotamia argentina a ambos lados del Río Uruguay, eran los Charrúas que dentro de actual territorio uruguayo ocupaban el área al norte y al sur del Río Negro, y se acercaban a la costa en el actual Departamento de Rocha. La costa argentina del Río Uruguay al norte de la desembocadura del Río Negro, la ocupaban los Minuanes. La zona de los actuales Departamentos de Río Negro y Durazno era ocupada por la tribu de los Yaros; en tanto que los Bohanes ocupaban aproximadamente los Departamentos de Paysandú y Salto, y los Guenoas la zona de los Departamentos de Tacuarembó, Treinta y Tres y Cerro Largo.
Se considera de tanto los yaros, como los guenoas, bohanes y minuanes eran grupos de los propios charrúas. Lo cierto es que hacia la iniciación de la época colonial habían quedado prácticamente confundidos con ellos; del mismo modo que en los primeros tiempos de la colonización, empujados por los colonos entre otros motivos, se fueron desplazando continuamente de sus asentamientos originarios y por lo mismo confundiéndose cada vez más, por lo que usualmente se les ha designado genéricamente como charrúas.
Los Charrúas
Provenientes al parecer de la zona pampeana, ocupaban un área cercana al Río de la Plata, actuales Departamentos de Rocha, Maldonado y Montevideo, aproximadamente; en tanto que en la costa de los actuales Departamentos de San José y Colonia estaban los chanás, provenientes del mismo tronco étnico. Por el oeste lindaban con los territorios ocupados por los yaros; pero hacia el norte se encontraban separados por una vasta zona desploblada, de los asentamientos más avanzados de los guaraníes que ocupaban el actual territorio sur del Brasil, hacia la cual fueron desplazándose progresivamente a medida que avanzaba la colonización y también como consecuencia de diversos movimientos militares durante la época revolucionaria.
Originariamente muy belicosos, se les atribuye haber dado muerte al navegante español Juan Díaz de Solís, cuando desembarcara sobre la costa en el viaje que comandaba, y que produjo el descubrimiento del Río de la Plata. Destruyeron todos los primeros establecimientos de los colonos, generalmente de construcción ligera; lo que produjo en buena medida que el territorio al oriente del Río Uruguay fuera dejado yermo por los colonizadores españoles afincados en Buenos Aires; y que solamente Hernando Arias de Saavedra desembarcara allí unos cuantos ejemplares de ganado vacuno, para dejar que se reprodujera espontáneamente.
Por eso mismo, el territorio por el cual vagaban los charrúas no fue atendido, hasta que los portugueses fundaron la Colonia del Sacramento, llevando a que se decidiera construir una posición muy fortificada en la bahía de Montevideo, lo que determinó que los indios se alejaran de la costa, hacia el norte; absorbiendo y extinguiendo a las poblaciones de los yaros y los bohanes.
Posteriormente, con el progresivo asentamiento de colonos y el desarrollo de “estancias” ganaderas cada vez más hacia el norte, las poblaciones indígenas más rudas — que no se integraban en las actividades ganaderas ni se mestizaban — se mantuvieron en gran medida dentro de los altamente despoblados territorios; depredando los ganados y a menudo agrediendo a los pocos colonos. Lo que llevó a la constitución en Montevideo del Cuerpo de Blandengues para combatirlos — en el cual se creó un “batallón de pardos y mulatos” integrado por esclavos liberados, y mestizos de diversos orígenes.
Según parece, eran de fuerte complexión física, siendo su talla algo superior a la media de los españoles; generalmente delgados, y con un color de piel muy oscuro, ojos negros, y al parecer estaban dotados de excelente sensibilidad visual y auditiva. No tenían barbas aunque sus cabellos eran muy negros, aún en los ancianos, se mantenían espesos no obstante la edad; y los llevaban muy largos ya que no los cortaban, aunque solían atarlos con alguna especie de cordel, adornándolos con plumas, como también usaban vincha.
Su organización social era en grupos tribales, compuestos de una decena de familias, o poco más; y tenían un jefe o cacique, cuya principal función era dirigirlos en combate. Sus alojamientos consistían en simples tolderías, que construían con un armazón hecha con algunas ramas verdes de árboles, que curvaban hincando en tierra ambos extremos, cruzando unas con otras y colocando sobre ellas cueros de vaca, a donde penetraban por un escaso agujero. Normalmente iban desnudos, aunque en épocas de frío vestían algún cuero al que hacían un agujero para pasar la cabeza (antecedente del “poncho” gaucho); y solamente en los últimos tiempos usaron algunas telas obtenidas de los colonos. Carecían de todo aseo o costumbre de bañarse, por lo que exhalaban un verdadero tufo.
Considerando que casi todos los elementos de que se servían en la época de la colonización, provenían del ganado introducido por los españoles, es de suponer que antes de su llegada su cultura y condiciones de vida hubieron de ser totalmente primitivas.
Los caracteres principales de su grado de desarrollo pueden resumirse así:
- Formaban grupos de cazadores, recolectores y “pescadores”
- Usaban como armas el arco, flechas, boleadoras y “rompe-cabezas”
- Practicaban un comercio primitivo
- Se agrupaban en familias y tribus
- No conocían la propiedad individual
- Tenían una división del trabajo por sexo y por edad
- Habitaban viviendas de juncos, ramas y cueros
- Reconocían la autoridad de un jefe o cacique, especialmente en el combate
- Usaban una vestimenta primaria, el “quillapi”
- Tenían creencias muy primitivas:
- el espíritu maligno “gualicho”
- en una vida de ultratumba, por lo que hacían enterramientos colectivos, los “cerritos de indios”
- Se practicaban mutilaciones en señal de duelo.
A estar a los relatos de Félix de Azara —- escritor naturalista español que estuvo en Montevideo a partir de 1781 y que siendo ingeniero de tierras fue auxiliar de Artigas en sus actividades como Capitán de los Blandengues — en su libro “Viajes por la América meridional”, su comportamiento cultural era muy tosco, sin que tuvieran una religión o adoraran alguna fuerza de la naturaleza; ni practicaran danzas o cantos. Sus gestos eran monocordes, sin que siquiera expresaran alegría con risas. Hablaban una lengua particular, aunque derivada del guaraní; de sonidos sumamente guturales, que pronunciaban moviendo escasamente los labios y empleando preferentemente la garganta y la nariz.
Habían aprendido a cabalgar “en pelo” con habilidad y lo hacían armados con una larga lanza de caña tacuara que podía alcanzar a una longitud de unos 3 metros, en cuyo extremo solían colocar un elemento afilado, hecho con planchuelas de hierro, que al parecer habían obtenido en tratos con los incursores portugueses que venían desde el Brasil. También usaban flechas cortas que llevaban reunidas y colgadas a su espalda.
Generalmente rastreaban las partidas de milicianos españoles que se adentaban en el territorio, permaneciendo siempre en sus cercanías; aunque raramente les presentaban combate. Cuando lo hacían, atacaban al galope de sus cabalgaduras, profiriendo fuertes gritos y matando a todos los hombres, para conservar como prisioneros solamente las mujeres y los niños, a quienes integraban en su grupo. Esta práctica dió motivo al argumento de una de las obras más valiosas de nuestra literatura, el poema “Tabaré” de Zorrilla de San Martín.
Por tal motivo, a pesar de su atraso cultural, durante cierta época causaron grandes dificultades a los colonizadores; y dada la imposibilidad de someterlos o asociarlos a la sociedad colonial, fueron siendo exterminados, tanto que en la época de las campañas libertadoras, quedaban apenas algunos cientos de individuos. Dice Azara que no eran más de 400. El único ceremonial que se conoce que practicaban, era de carácter fúnebre. El muerto era conducido a una pequeña elevación del terreno, donde al parecer se inhumaba a todos los fallecidos, y se le enterraba conjuntamente con sus armas, ropas y demás objetos que le habían pertenecido; lo que originó los yacimientos arqueológicos charrúas conocidos como “los cerritos”.
A veces, parece que si el muerto lo había dispuesto así, se sacrificaba sobre su tumba a su caballo más apreciado. Las mujeres acostumbraban cortarse los cabellos en signo de duelo por la muerte de su padre, hermano, o esposo. E incluso, si el muerto era el marido, se cortaban una falange del dedo meñique o de algunos dedos más; por lo que dice Azara no haber visto ninguna mujer charrúa adulta que tuviera completos los dedos de sus manos.
Al parecer, ésa y otras prácticas de autoinfligirse lesiones, sería el origen de su nombre; ya que la palabra charrúa signicaba en lengua guaraní “los que se mutilan a sí mismos”. Eso también podría originarse en que, al decir de Azara, era costumbre que las madres perforaran el labio inferior de los hijos varones muy poco después de su nacimiento, para introducir en ese agujero un trozo de madera o “barbote”, que luego seguían usando durante toda su vida.
Se atribuye el exterminio de los últimos charrúas a una matanza efectuada por milicias al mando del Gral. Rivera; aunque en realidad, en la llamada “matanza de Salsipuedes” si bien murieron unos 40 indígenas sobre todo caciques, sobrevivieron alrededor de 300, principalmente mujeres y niños.
Sin embargo, las crónicas indican que quedaron con vida cuatro indios, de nombres Sanaqué, Tacuabé, su mujer Guyunusa y Vaimaca-Pirú; y que éstos fueron llevados prisioneros a Francia, exhibidos como ejemplares de una raza exótica y sus mascarillas incorporadas al Museo de Historia de París. También se afirma que Guyunusa tuvo una hija y que su padre Tacuabé logró escapar con ella, perdiéndose su rastro. Vaimaca-Pirú fué momificado, habiéndose devuelto su momia al Uruguay, recientemente. Estos son los individuos charrúas representados en una escultura existente en un parque de Montevideo, obra del escultor Edmundo Prati.
Los Chanás
Los chanás habitaban ambas costas del Río Uruguay en su curso inferior, el delta del Río Negro, y costas del Río de la Plata, actuales Departamentos de Colonia, San José y muy al sur de Montevideo y Maldonado; pero principalmente se extendían en la mesopotamia argentina (actual provincia de Entre Ríos), a lo largo de ambas márgenes del Río Paraná, desde la desembocadura del Río Paraguay hasta el delta y su unión con el Río Uruguay.
Poco se conoce de ellos, salvo que eran básicamente pertenecientes al mismo grupo de los charrúas; aunque tenían algunas peculiaridades. Eran un pueblo seminómade, que se instalaban en aldeas costeras de lagunas o ríos; los que navegaban en canoas construídas con troncos de árboles, y en los que pescaban; en algunas regiones del área del Río Paraná iniciaron algunas actividades de cultivo; fabricaban una cerámica dotada de mangos y decorada, y parece que habían desarrollado algún comercio con los guaraníes.
Al igual que los otros indígenas de la zona, parece que solamente comenzaron a utilizar algunas vestimentas cuando los europeos introdujeron el ganado del cual obtener cueros; y también rudimentarias telas de algodón que serían de origen guaraní, dado que esa planta crece en los territorios cálidos del norte. Los restos arqueológicos y cerámicos sugieren un grado de avance ligeramente superior al de los charrúas.
Bohanes, Guenoas y Yaros
Se trata de tres tribus menores, que - al igual que los minuanes - se consideran muy cercanas a los charrúas. Originarios al parecer de la zona actualmente argentina de Entre Ríos, fueron desplazándose hasta ocupar los territorios comprendidos entre los afluentes del Río Uruguay al norte del Río Negro, y al sur del Río Ibicuy; en que se encontraban a la llegada de los españoles.
Época colonial
Régimen de la conquista y colonización de América
Luego del descubrimiento, los españoles llevaron a cabo diversas exploraciones de los territorios recién descubiertos. Las primeras exploraciones de los españoles se realizaron en la misma zona del Caribe a que había arribado Colón. El propio Colón descubrió en 1492 las islas Bahamas, Cuba y Haití, en 1493 las Antillas Menores, Puerto Rico y Jamaica, y fundó en Haití el Fuerte de la Natividad. En 1498 Colón descubrió la desembocadura del Río Orinoco y el Cabo de Paria en Venezuela; y en 1502 recorrió las costas de Honduras, Panamá y Costa Rica. Entre l499 y l502 seis expediciones españolas navegaron frente a las costas de Venezuela. En ese período, Vicente Yáñez Pinzón arribó a las costas del Brasil; que pocas s semanas después fuera descubierto por el portugués Pedro Álvarez Cabral.
Luego de los viajes de Solís y Magallanes, y especialmente del viaje de Gaboto y de Diego García, la Corona española se fijó el objetivo de ocupar efectivamente y colonizar los nuevos territorios; cuyas riquezas resultaban superiores al objetivo inicial de participar en el comercio de las especies. Los descubrimientos efectuados en México, y los informes de que en los territorios del sur existían abundantes riquezas en metales preciosos — que a la larga se verían confirmados con el descubrimiento y conquista del Imperio de los Incas — movió a los españoles a organizar un sistema que condujera a explotar adecuadamente estos territorios.
El acuerdo realizado por los Reyes Católicos con Cristóbal Colón, llamado Capitulaciones de Santa Fe, fundado en el supuesto de que él encontraría una ruta alternativa hacia la Especiería, había otorgado al navegante genovés enormes privilegios. De conformidad con esas Capitulaciones, Colón y sus descendientes adquirirían la plenitud de los derechos de propiedad sobre los territorios que descubrieran, y todas sus riquezas.
Cuando se hizo evidente que su hallazgo había sido muy diferente, y que se estaba ante un nuevo Continente, de inmensos territorios absolutamente desconocidos, la Corona española anuló los términos acordados con Colón; y sostuvo que las tierras descubiertas, con sus habitantes y riquezas estaban sujetas exclusivamente a su autoridad. Dispuso, además, que nadie podría emprender expediciones de exploración o colonización, sin el permiso previo del Rey de España. Sin embargo, la Corona española estaba lejos de contar con los medios para emprender el reconocimiento completo de los territorios descubiertos por Colón, y para lograr ocuparlos efectivamente, y explotar sus riquezas. No solamente porque debía ocuparse de situaciones que requerían su atención en el propio continente europeo; sino porque en cuanto se tomó un conocimiento primario de las dimensiones de los descubrimientos, se advirtió lo enorme de esa empresa. En consecuencia, la Corona española recurrió a lo que podría llamarse, en términos modernos, un sistema de otorgamiento de concesiones. El régimen aplicado — que luego fue recogido y regulado en las “Ordenanzas de descubrimiento, nueva población y pacificación de las Indias Occidentales” dictadas por el Rey Felipe II en 1573 — reservaba a la Corona la propiedad exclusiva de los territorios, sus poblaciones indígenas y sus riquezas, invocando como fundamento el derecho de conquista.
A esos efectos, la Corona española dividió la América del Sur en cinco jurisdicciones, separadas por líneas que seguían los paralelos; que fueron denominadas “Nueva Granada”, que comprendía el norte hasta el paralelo de la desembocadura del Amazonas; “Nueva Castilla” hasta la altura de Bahia en Brasil (excluyendo la zona asignada a Portugal por el Tratado de Tordesillas); “Nueva Toledo”, hasta el límite de la costa atlántica con la línea de Tordesillas; “Nueva Andalucía” que llegaba hasta el paralelo del Río de la Plata; y “Nueva León”, hasta el sur del continente.
La conceder a los exploradores la autorización para el descubrimiento y población de tierras, la Corona española solamente les otorgaba la autoridad de gobernación y ciertos derechos económicos; mediante el otorgamiento de un contrato llamado Capitulaciones, por el cual los concesionarios debían proveer los buques, equiparlos con todo lo necesario para el viaje en cuanto a víveres, armas y municiones, y alistar sus tripulaciones. Incluso estaban obligados a pagarles de antemano por su participación en el viaje, y a cancelar sus posibles deudas para que nadie pudiera participar de una expedición sin haber pagado previamente a sus acreedores. Los que se ofrecían para estas empresas de exploración, si bien por lo general tenían importantes medios económicos, y obviamente disponían de conocimientos náuticos, debían recurrir a la contratación de importantes préstamos; que les eran otorgados exclusivamente ante la perspectivas de obtener grandes ganancias. Si bien en varios casos así ocurrió efectivamente; también sucedió que las expediciones solamente descubrieron territorios totalmente improductivos.
Ese sistema se basó en otorgar diversos privilegios — entre ellos el de ser designados Gobernador y Capitán General de los territorios a colonizar, con carácter vitalicio — a quienes aceptaran tomar a su cargo afrontar el costo de financiar las expediciones, asignándoles el título y la función de “Adelantados”; cuya misión consistía en tomar posesión efectiva de los territorios a nombre de la Corona, y proceder a su colonización fundando asentamientos y fortalezas, guarniciones militares, estableciendo pobladores, introduciendo ganado y organizando la explotación de sus riquezas, empleando para ello el trabajo de los indígenas sometidos a esclavitud, o esclavos negros importados del continente africano. De cualquier manera, este sistema permitió a España expandir los descubrimientos, ocupar los nuevos territorios y proceder a su colonización, en un plazo excepcionalmente breve; considerando las grandes distancias a que ellos se encontraban, las enormes extensiones territoriales que comprendïan y en algunos casos la gran cantidad de poblaciones indígenas que albergaban.
En l5l3 Vasco Núñez de Balboa logró cruzar el Istmo de Panamá y descurbrió el Mar del Sur, como llamó al Océano Pacífico. Habiéndose instalado los españoles, hacia 1520, en las islas del Mar Caribe, Cuba y las costas centroamericanas del Istmo de Panamá habían tenido noticias a través de expediciones hechas en los años 1516 a 1518, de la existencia del Imperio Azteca. Diego Velázquez, que era Gobernador de Cuba, resolvió entonces lanzarse a la conquista de esos territorios, lo que fue encomendado a Hernán Cortés.
Cortés realizó la conquista del Imperio Azteca entre l5l9 y l52l; apoderándose de su capital, Tenochtitlán, sobre cuyas ruinas fundó la ciudad de México; con cuyos territorios la Corona española creó el Virreinato de Nueva España. También fue partiendo de Panamá que exploradores españoles penetraron en el territorio colombiano, y recibieron noticias del Imperio Inca, que volvieron a desatar la ambición de encontrar tierras de fabulosas riquezas en oro y plata. Francisco Pizarro y Diego de Almagro; realizaron la expedición hacia el Perú, iniciada en 1531 y culminada en 1533 con la conquista del Imperio Incaico; con cuyos territorios se estableció el Virreinato del Perú en 1542.
Los Adelantados (1535-1590)
El primer Adelantado: Pedro de Mendoza (1535-1537)
Don Pedro de Mendoza era un rico caballero de la Corte española, quien se comprometió a solventar todos los costos de la expedición más importante salida hasta entonces de España hacia el nuevo continente, en calidad de primer Adelantado, con las obligaciones y privilegios que correspondían a esa condición. Su misión consistía en fundar tres fortalezas, una ciudad, encontrar un camino hacia el Océano pacífico, y evangelizar a los indígenas La expedición, que partió de San Lúcar de Barrameda el setiembre de 1535, era comandada por don Diego de Mendoza, hermano del Adelantado, y se componía de 11 buques, tripulados por más de 800 personas; entre los cuales se encontraban numerosos alemanes. Uno de ellos, Ulderico Schmidel, se convirtió en el primer historiador de los territorios del Río de la Plata. En las Islas Canarias se agregaron 3 buques en que se transportaban varias compañías de soldados y algunos caballos.
Luego de hacer escala en la bahía de Río de Janeiro, la expedición se dirigió al Río de la Plata; donde arribó en los primeros días del año 1536, fondeando frente a la Isla de San Gabriel. Schmidel describió los pobladores de la zona, indicando que eran unos dos millares de indios llamados charrúas, los cuales iban completamente desnudos salvo las mujeres que portaban una especie de saya hecha en hilado de algodón, y se alimentaban exclusivamente de la caza de la pesca. Cruzando hacia la otra costa del río, que estaba muy próxima, encontraron allí otros indígenas, los querandíes, que se comportaron en forma pacífica y con los cuales los expedicionarios canjearon víveres a cambio de algunos objetos sin valor. Dice la crónica que en determinado momento los indígenas rehusaron continuar suministrando víveres a los expedicionarios; por lo cual fueron perseguidos por éstos, trabándose un combate con varios miles de indios, quienes fueron derrotados aunque los expedicionarios perdieron a su jefe Diego de Mendoza; siendo denominado ese lugar, en adelante, como pago de la matanza.
Ante esa circunstancia, el Adelantado resolvió establecer en el lugar un asentamiento fortificado, fundando lo que denominó como ciudad de Santa María del Buen Aire, a principios de febrero de 1536; lo que constituyó la primera fundación de esa ciudad. Sin embargo, ante la escasez de víveres y la hostilidad de los indios que atacaban mediante flechas incendiarias, de Mendoza optó por retirarse del lugar, dejando allí una guarnición de unos 600 hombres.
De Mendoza continuó luego navegando por los Ríos Paraná y Paraguay, estableciendo una nueva población sobre las ruinas del antiguo Fuerte de Sancti Spiritu; y enviando río arriba a Juan de Ayolas al frente de tres naves ligeras, en busca de víveres y posibles riquezas. No obstante de Mendoza, que se encontraba enfermo y habiendo designado a Ayolas como su sucesor, resolvió retornar a España , aunque falleció durante la travesía.
Ayolas remontó los ríos Paraná y Paraguay, siguiendo la ruta de Gaboto, donde luego de haber debido soportar varios ataques de los indígenas, procedió a fundar la ciudad de Asunción el 15 de agosto de 1537. Luego de continuar remontando el Río Paraguay, Ayolas se detuvo en un lugar que llamó La Candelaria, donde dejando buques y soldados al mando de Domingo Martínez de Irala emprendió un viaje por tierra para dirigirse al Perú, tras los informes de que allí existían las riquezas y metales preciosos que pretendía obtener.
El viaje hasta el Perú resultó enormemente dificultoso, no solamente por la gran distancia y lo inhóspito del territorio, sino también por la hostilidad de los indígenas, con quienes debieron trabar constantes combates. Según las crónicas, aunque Ayolas finalmente habría logrado llegar al Perú, fue muerto por los indígenas, junto con todos los expedicionarios, cuando trataba de retornar al campamento de Irala.
Entretanto Irala, que aguardó en vano el retorno de sus compañeros de expedición, debió dirigirse a Asunción. Allí recibió a un nuevo enviado del Rey de España, Alfonso de Cabrera, quien había sido designado como veedor (inspector) por el Rey, al enterarse del fallecimiento de don Pedro de Mendoza; y a quien le había encomendado el mando de otra expedición para auxiliar a los colonos españoles, con facultades para designar a Ayolas como sucesor del Adelantado.
Ante la desaparición de Ayolas, Cabrera convocó a los colonos y de conformidad con ellos designó como nuevo Adelantado al Capitán Martínez de Irala. Éste, atendiendo a que el objetivo principal que se proponían era llegar al Perú donde consideraban que se encontraban las grandes riquezas, resolvió concentrar en Asunción a los colonos de Buenos Aires, con lo cual esta ciudad quedó abandonada y Asunción pasó a ser la única población española en la zona del Río de la Plata.
A partir de entonces, Asunción fue el centro de la conquista y colonización de la región; de donde partieron expediciones que fundaron las primeras poblaciones españolas en los territorios de la actual mesopotamia argentina, Paraguay y Bolivia. En 1551 Ruy Díaz de Melgarejo fundó Ontiveros; en 1556 Gonzalo de Mendoza fundó Ciudad Real; en 1561 Nufrio de Chávez fundó Santa Cruz de la Sierra; en l573 Juan de Garay fundó Santa Fe; en l580 Juan de Garay volvió a fundar la ciudad de Buenos Aires; y en l588, Juan Torres de Vera y Aragón, fundó la ciudad de Corrientes.
Se realizaron también varias exploraciones por tierra, entre las cuales la de l542 en que Álvar Núñez Cabeza de Vaca viajó desde la isla de Santa Catalina en la costa del Brasil, hasta la ciudad de Asunción; descubriendo las cataratas del Iguazú.
El segundo Adelantado: Álvar Núñez Cabeza de Vaca (1541-1544)
El segundo Adelantado fue Álvar Núñez Cabeza de Vaca, quien ofreció sus servicios a la Corona con el objeto de continuar la colonización.
Cabeza de Vaca había participado en 1527 de una expedición comandada por Pánfilo de Narváez, que había recorrido las costas de la península de La Florida; que terminó en un naufragio en las playas del golfo de Tampa, y en una aventura que duró diez años, en los que estuvo con otros dos expedicionarios atravesando los territorios de Texas y el actual norte de México, conviviendo con los indios, hasta que fueron hallados por otros españoles que los llevaron hasta San Miguel de Culiacán, en Sinaloa, México.
Su expedición partió del puerto de San Lúcar de Barrameda el 2 de noviembre de 1540. En la isla de Santa Catalina, sobre las costas del Brasil, desembarcó un contingente que debía dirigirse a Asunción por tierra; en tanto que el resto proseguía por vía marítima. El Adelantado llegó por tierra a Asunción, luego de un viaje sumamente dificultoso, em marzo de 1542. Álvar Núñez intentó también llegar al Perú en busca de los ansiados metales preciosos; pero las dificultades causadas por la hostilidad de los indígenas y la carencia de vituallas, impidió que pudiera ralizarlo, por lo que debió retornar a Asunción.
Por otra parte, el Adelantado no logró concitar la adhesión de los colonos, los que el 25 de abril de 1544 se amotinaron contra él, y tomándolo preso lo enviaron de retorno a España; y otorgaron nuevamente a Domingo Martínez de Irala el cargo de Gobernador. El segundo período de gobierno de Irala se prolongó por doce años, hasta 1556. Durante ese tiempo, logró realizar el viaje al Perú; así como fundó varias poblaciones a lo largo del Río Paraná, que le permitieron consolidar la presencia española en la zona.
En 1552 envió desde Asunción un grupo de colonos y 120 soldados comandados por el Capitán Juan Romero; al que asignó la misión de establecer un lugar de escala para los buques que navegaban en el estuario. Romero desembarcó en la costa oriental, actual Departamento de Colonia, y estableció un pueblo en la desembocadura del Arroyo San Juan, que fue designado con el mismo nombre. Sin embargo, el nuevo poblado fue constantemente hostigado por los charrúas; por lo cual a los dos años los colonos decidieron abandonarlo.
Irala falleció en Asunción en 1556; habiendo quedado el gobierno de la colonia a cargo de varios gobernadores interinos; hasta que en 1574 se hizo cargo de la Gobernación el tercer adelantado, don Juan Ortiz de Zárate.
El tercer Adelantado: Juan Ortiz de Zárate (1574-1575)
Al ser nombrado como tercer Adelantado, don Juan Ortiz de Zárate se comprometió a llevar a la Nueva Andalucía 200 soldados, 300 colonos, 4000 vacas e igual número de ovejas, 500 cabras y 300 equinos; con lo cual fundaría por lo menos dos ciudades y poblaría las tierras conquistadas. Su expedición zarpó de San Lúcar de Barrameda en octubre de 1572.
Luego de una agitada y prolongada travesía, Ortiz de Zárate llegó al Río de la Plata recién en noviembre de 1573, anclando las naves en el puerto actual de Colonia, que habían bautizado como Puerto de San Gabriel. Sobre la costa, fueron construidas fortificaciones y viviendas para los soldados, lo que fue denominado como Pueblo de San Gabriel.
Si bien en los primeros tiempos los charrúas se mostraron bastante amistosos con los expedicionarios, prontamente surgieron diferencias que llevaron a Zárate al error de intentar someterlos; lo que originó un ataque de los indios del cual solamente pudieran escapar refugiándose en las naves.
En tales condiciones, Zárate decidió instalarse en la isla Martín García y solicitó ayuda a la expedición de Juan de Garay, que se encontraba en la recién fundada ciudad de Santa Fé. Garay acudió prontamente, y en unión a los soldados de Zárate desembarcó en el lugar en que Gaboto había fundado el Fuerte de San Salvador con 22 soldados de infantería y 12 jinetes. Atacado por cerca de un millar de indios, tuvo lugar el Combate de San Salvador, en el cual lograron vencerlos produciendo la muerte de los caciques Zapicán y Abayubá y de alrededor de 200 indios. Ortiz de Zárate volvió a construir un asentamiento colonial en el lugar, erigiendo una población fortificada que llamó Ciudad de San Salvador; donde a causa de los permanentes ataques de los indios charrúas dejó instalada una guarnición de 60 soldados, y prosiguió su viaje hasta Asunción; donde falleció en 1575.
Ortiz de Zárate había designado como su sucesor en el Adelantazgo a quien desposara a su hija Juana, que residía en la ciudad de Chuquisaca, en el Perú; hacia donde viajó Juan de Garay para imponerla de los términos del testamento de su padre.
Doña Juana Ortiz de Zárate contrajo matrimonio poco tiempo después con otro residente en el Perú, don Juan Torres de Vera y Aragón, que de tal modo pasó a ser el cuarto Adelantado del Río de la Plata.
El cuarto Adelantado: Juan Torres de Vera y Aragón (1578-1590)
De Vera y Aragón designó inmediatamente a Juan de Garay como Teniente Gobernador, mientras él continuara en el Perú; interinato que se prolongó desde 1576 hasta 1584. Juan de Garay realizó una buena gestión como Teniente Gobernador, procediendo a la fundación de varias ciudades. El 11 de junio de 1580 procedió a la segunda fundación de la ciudad de Buenos Aires; la cual logró defender exitosamente contra los ataques de los indios querandíes, De Garay murió en 1584, en circunstancias en que viajando hacia la ciudad de Santa Fé, su comitiva fue atacada por los indios minuanes, siendo muertos todos sus integrantes. Don Juan Torres de Vera y Aragón demoró tres años, todavía, en asumir su cargo de Adelantado en Asunción; pero enfrentado a la oposición de los colonos, optó por renunciar y viajar a España en 1591.
Hernando Arias de Saavedra (Hernandarias)
Ante la defección de Torres de Vera y Aragón, los colonos eligieron como Gobernador a uno de ellos, nacido en el Paraguay, Hernando Arias de Saavedra a quien se conocía como Hernandarias y que, ratificado por el Rey vino ser, en consecuencia, el primer Gobernador colonial nacido en territorio americano.
La permanente dificultad que representaban los charrúas para el establecimiento de colonias en la costa oriental del Río Uruguay. motivó que Hernandarias resolviera trasladarse a ese territorio, lo que realizó en 1603. De tal manera, pudo percibir las excelentes condiciones que ofrecían sus campos para el desarrollo de la ganadería; motivo por el cual, ordenó trasladar 100 animales vacunos y algunos equinos machos y hembras, que provenientes de Buenos Aires — donde los ganados traídos por Pedro de Mendoza y por Ortiz de Zárate se habían multiplicado abundantemente — fueron desembarcados en el puerto de Colonia cerca de un arroyo que, desde ese tiempo, se ha denominado Arroyo de las Vacas.
Las favorables condiciones del territorio determinaron que dichos animales, aunque viviendo en total libertad, se multiplicaran hasta el grado de que dos siglos después alcanzaban a varios millones de cabezas.
Esa proliferación del ganado vacuno y caballar determinó que los indígenas dispusieran de su carne como alimento, de sus cueros como elementos de vestimenta y para la construcción de tolderías; y que aprendiendo a dominar al caballo se convirtieran el hábiles jinetes.
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Antecedentes
Luego de descubierto el Río de la Plata por el navegante español Juan Díaz de Solís, la colonización española se orientó inicialmente a los territorios aledaños a la ciudad de Santa María del Buen Ayre, actual Buenos Aires; quedando despoblado por los colonizadores el territorio situado al este del Río Uruguay, donde habitaban unos pocos indígenas nómades. Pero cuando Hernando Arias de Saavedra, conocido como Hernandarias, liberó en el territorio situado al oriente del Río Uruguay unas cuantas cabezas de ganado vacuno, dio origen al desarrollo espontáneo de esa ganadería, que en base a las condiciones favorables del terreno, se reprodujo abundantemente.
La explotación de esa riqueza ganadera que vagaba libremente por las praderas de la que se llamó “Banda oriental”, atrajo el interés. En las condiciones de la época, el principal producto que podía obtenerse de ese ganado, era el cuero. De tal manera, inicialmente se explotaba mediante incursiones en el territorio, en las que se procuraba rodear los rebaños para “cuerear” los animales luego de matarlos. Los cueros podían salarse y secarse al sol, para luego transportarlos en carretas y en barco hacia los lugares en que pudieran procesarse. Esta actividad, a la que se designó como “la corambre”, requería emplear hábiles jinetes pertrechados con elementos adecuados para atrapar los animales, que criados en total libertad eran sumamente ariscos; en tanto se carecía de cualquier clase de instalaciones para encerrarlos.
De ese modo, se usaron dos instrumentos fundamentales, la garrocha, consiste en una larga vara con un filoso gancho en su extremo para cortar el tendón de Aquiles de la pata de los animales y hacerlos caer; y las boleadoras, originalmente utilizadas por los indígenas para cazar avestruces, que eran lanzadas para enredar las patas de los animales e impedirles huir.
Estas actividades eran prácticamente nómades; ya que las tareas de atrapar los animales y extraerles los cueros se hacían en cualquier lugar apropiado; cercano a donde abundaran los rebaños. Pero luego, a la utilización del cuero, fue posible agregar la utilización de la carne; mediante un procedimiento similar de salado y secado, elaborando el producto conocido como tasajo, que se utilizaba como alimento previo su remojo, cocinándolo con frijoles, papas u otros vegetales.
De ese modo, en 1781, en las costas del arroyo Colla, situado en el actual Depto. de Colonia, un emprendedor vecino de Buenos Aires, Vicente de Medina, instaló un establecimiento dotado de instalaciones para reunir el ganado, proceder a su matanza y luego salar cueros y carnes. Este fue el primero de varios que ulteriormente surgieron en las costas del Río de la Plata cerca de sus zonas accesibles por barco, que se denominaron “saladeros”. Esta industria llegó a alcanzar importancia, al punto de que se dice que en el saladero del Colla podían albergarse varias decenas de miles de cabezas de ganado vacuno, haciéndose matanzas del orden de 1.000 cabezas por día.
La producción del ganado de la Banda Oriental se exportaba, principalmente al Brasil y a Europa. De tal manera, encontrándose el ganado abundamente y libre en un territorio casi totalmente despoblado y sin vigilancia de autoridad valedera, prontamente comenzaron a establecerse en las márgenes costeras propicias para embarcar y desembarcar, los campamentos de faeneros de diverso origen.
En una época en que la piratería abundaba en todos en los mares - antes de que el dominio naval inglés se empeñara en combatirla - navegantes piratas de todo origen, especialmente franceses, ingleses, holandeses y dinamarqueses solían desembarcar en las costas del Río de la Plata y sus ríos tributarios, para acopiar en sus barcos cueros que adquirían a bajo precio a los faeneros y luego vendían en los mercados europeos con grandes beneficios.
Entre los patrones de los campamentos o asentamientos faeneros, hubo nombres que quedaron ligados a la geografía lugareña del Uruguay, designando diversas poblaciones actuales, tales como Maldonado, Rocha, Pando, Toledo, etc. Entre los piratas que frecuentaban estas costas, se destacó el francés Esteban Moreau (pronunciar: Moró), el cual estableció gran cantidad de barracones donde depositaba los cueros, y que llegó a instalar artillería para combatir las partidas enviadas por las autoridades españolas; aunque fue muerto por los soldados al mando de Zavala en las costas de Rocha, en 1720.
Desde el norte del territorio de la Banda Oriental, la misma riqueza ganadera atrajo la penetración de buscadores de ganado provenientes del sur del Brasil, bajo dominio portugués. Esos territorios funcionaban, de tal manera, como un vasto criadero de ganado, al cual ingresaban los troperos para reunir el ganado y trasladarlo hacia el norte.
España y Portugal sostenían, desde mucho antes, un conflicto para delimitar la frontera de sus respectivos dominios en la costa atlántica de América del Sur. El Tratado de Tordesillas, que había pretendido ponerle término, solamente ocasionó toda clase de maniobras - sobre todo del lado portugués - para colocar la línea demarcatoria lo más al oeste posible. De tal manera, las ambiciones portuguesas sobre el Río de la Plata y la riqueza ganadera del territorio oriental del Río Uruguay, llevó a que en Portugal se tomara la decisión de intentar ocupar ese territorio, que hasta entonces España mantenía descuidado.
El Rey de Portugal impartió órdenes específicas al Gobernador del Brasil, por entonces Manuel Lobo, para que fundara un establecimiento militar fortificado en el nacimiento del Río de la Plata. Fue así que el 1º de enero de 1680, expedicionarios portugueses desembarcaron en las costas del Río de la Plata, prácticamente enfrente de la ciudad de Buenos Aires, y fundaron la que denominaron Colonia del Sacramento; actual ciudad de Colonia, que aún conserva construcciones de la época colonial.
La fundación de la Colonia del Sacramento dio inicio a una serie de episodios que pautaron la rivalidad luso-hispana sobre la Banda Oriental; y que de alguna manera se ha proyectado históricamente a lo largo del tiempo. Inicialmente, al conocer ese establecimiento de un contingente militar portugués en sus cercanías, el Gobernador de Buenos Ayres, a la sazón José de Garro, envió una fuerza integrada por 300 soldados españoles y asistidos por varios miles de indígenas incorporados a la milicia, que rapidamente desalojaron a los portugueses y ocuparon el fuerte.
Sin embargo, la diplomacia portuguesa - célebre por su habilidad luego heredada por la brasileña - con amenazas de graves represalias logró imponer al débil Rey Carlos II, que por entonces reinaba en España, una negociación por la cual aceptó devolver pacíficamente la Colonia del Sacramento a los portugueses, lo que tuvo lugar en 1681. La Colonia permaneció en poder de los portugueses durante 24 años; hasta que en 1704, ascendido al trono el primero de los Borbones de España, Felipe V, ordenó emprender una acción militar para desalojarlos. Eso fue llevado a cabo por una fuerza proveniente de Buenos Ayres, comandada por Baltasar García Ross, que sitió la Colonia por tierra, lo que habilitó a que la dotación portuguesa fuera evacuada por una flotilla que acudió en su auxilio.
Sin embargo, a pesar de que los españoles tuvieron pacíficamente en su poder la Colonia a partir de ese momento, las ambiciones portuguesas sobre el territorio oriental del Uruguay no decayeron; de modo que cuando a consecuencia de sus conflictos europeos España y Portugal firmaron en 1715 el Tratado de Paz de Utrech, Portugal obtuvo la concesión de volver a ocupar la Colonia del Sacramento, aunque con la restricción - que sin duda era considerada por ellos destinada a no cumplirse - de no extenderse desde ella a una distancia mayor a un disparo de cañón.
No mucho tiempo después de recuperar la Colonia, a partir de 1716, los portugueses se dispusieron a extenderse por el territorio del actual Uruguay, sin duda infringiendo el Tratado de Utrech. A tal fin, partió desde el Brasil, una expedición marítima al mando de Freitas Fonseca, que en diciembre de 1723 ingresó en el puerto natural situado en el Monte VI desde Este a Oeste de la costa del Río de la Plata.
La noticia de tal invasión produjo una reacción inmediata del entonces gobernador español de Buenos Ayres, Bruno Mauricio de Zavala, quien intimó a los portugueses a retirarse. Visto que no lo hacían, Zavala comenzó a organizar un contingente militar; pero ante ello, los portugueses, en inferioridad de condiciones, optaron por retirarse.
Las incursiones portuguesas fuera de los límites fijados respecto de la Colonia del Sacramento en el Tratado de Utrech continuaron; por lo cual en 1777 el entonces Virrey del Río de la Plata, Ceballos, envió un ejército que sitió el fuerte, construyendo importantes instalaciones militares en el lugar. Los portugueses que ocupaban la Colonia optaron por capitular, a condición de permitirseles su retirada; realizado lo cual los españoles procedieron a arrasar totalmente el emplazamiento.
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La experiencia de lo ocurrido con la ocupación del puerto y el peligro que representaba el establecimiento de la Colonia del Sacramento - por entonces nuevamente en manos portuguesas - así como la importancia económica adquirida por la riqueza ganadera existente en el territorio oriental del río Uruguay, movió al gobierno español a llevar a cabo actos de posesión efectiva de ese territorio, y a establecer una plaza militar fortificada.
El lugar donde se habían establecido los portugueses en 1723, resultó ser el más adecuado desde varios puntos de vista. Por una parte, poseía un excelente puerto natural, al formar una pequeña bahía bastante cerrada, con playas accesibles. Por otro lado, en uno de los cierres de la bahía, justamente el del lado oeste, existía un cerro bastante elevado como para avistar cualquier barco que se aproximara desde el Este y eventualmente colocar en él algunas piezas de artillería.
El territorio aledaño, eran praderas ligeramente onduladas, propicias para adjudicarlas a los colonos para emplearlas en diversos cultivos; y no existían en las cercanías demasiadas poblaciones indígenas hostiles. De tal manera, en 1724 Zavala llevó desde Buenos Ayres a la zona del Monte VI de E.a O., un grupo de 110 soldados y 1.000 indígenas, con una batería de 10 cañones, para construir el que decidieron llamar Fuerte de San José.
Una vez emplazado el Fuerte, Zavala volvió al lugar, haciéndose acompañar por un grupo de familias originarias de las Islas Canarias afincadas en Buenos Ayres, con un total de 37 personas, que fueron los primeros pobladores civiles de la nueva colonia. Para entonces, se había reclutado otro contingente de colonos en las Islas Canarias y en Galicia, por lo que poco tiempo después arribó una treintena de familias más.
Delimitación y trazado de la ciudad de Montevideo
Uno de los principales auxiliares de Zavala en el establecimiento de una colonia en la bahía de Montevideo, fue el Capitán de Corazas español Pedro Millán, natural de Llerena, en Extremadura, a quien Zavala encomendó la misión de organizar la nueva ciudad.
Millán procedió a ello con extraordinaria eficiencia. El 20 de diciembre de 1726, confeccionó un padrón de habitantes de la ciudad, cuyo original se conserva en el Museo Histórico de la ciudad de Montevideo, situado en el edificio del Cabildo. Asimismo, trazó un plano delineatorio de la ciudad, organizada en forma de damero con un total de 32 manzanas, que fueron asignadas por sorteo entre los pobladores. Ese reparto de los terrenos de la nueva ciudad, data del 24 de diciembre de 1726, designándose a la misma como Ciudad de San Felipe y Santiago de Montevideo. Millán llevó su celo urbanístico al punto de indicar en el plano de la nueva ciudad los lugares más adecuados para los edificios de carácter público.
Siguiendo las normas urbanísticas de la época, Millán procedió a delinear inmediatamente por fuera de los límites de la ciudad, el área de territorio comunal, cuyos terrenos eran destinados a apacentar libremente el ganado u otros animales, así como a otras actividades de los habitantes de la ciudad y en que estaba prohibido arar o cultivar; zona llamada “el ejido”; por lo cual llegaba hasta la actual calle de ese nombre, que atraviesa la península este de la bahía, desde el centro de ésta hacia la costa del Río de la Plata.
Más allá del Ejido, se extendían las “tierras propias“ o “de propios“, que pertenecían a la autoridad de la ciudad, el Cabildo, y que éste podía alquilar o vender a los particulares, como medio de obtener recursos económicos para las obras públicas de la ciudad. Sin embargo, los límites de los “propios” - aunque llegaban hasta la avenida del mismo nombre, Propios, actualmente Brd. Batlle y Ordóñez - no fueron claramente determinados en el libro del Padrón fundacional de Montevideo; por lo cual con los años algunos de esos terrenos fueron ocupados en forma irregular, de modo que en 1753 el Cabildo tuvo que adoptar la decisión de “amojonarlos”, es decir, marcar su ubicación precisa en el terreno mismo.
Otros repartos de tierras aledañas a la ciudad de Montevideo fueron realizados por Millán, en 1727 y 1729, asignándose a los jefes de familia habitantes de la ciudad las “tierras de labranza” también llamadas “suertes” porque una vez trazados los planos, los distintos predios eran asignados por sorteo entre los interesados.
Se asignó a la ciudad una jurisdicción que abarcó desde las costas del arroyo Cufré hasta las sierras de Maldonado, delimitada al norte por las nacientes de los Ríos Santa Lucía y San José; permaneciendo el resto de la Banda Oriental bajo la autoridad de Buenos Aires.
Población y organización institucional de la ciudad
El grupo de alrededor 30 familias provenientes de las Islas Canarias y de Galicia, llegó a Montevideo el 19 de noviembre de 1728, juntamente con un contingente militar de 400 hombres de tropa; quienes llegaron en el barco “Nuestra señora de la Encina”, fletado por el vizcaíno Francisco de Alzáibar. Alzáibar retornó a España, volviendo el 27 de marzo de 1729 con otro grupo de inmigrantes que venían a poblar Montevideo, donde el mismo Alzáibar resolvió radicarse definitivamente.
Aquí construyó una importante fortuna en tierras ganaderas; y fue quien principalmente financió la construcción de la Iglesia Matriz de Montevideo. Sus destacados servicios a la Corona y a la ciudad, determinaron que el Rey de España lo destacara designándolo Caballero de la Orden de Santiago, Capitán de Navío de la Real Armada, Marqués de San Felipe y Santiago de Montevideo, y Alguacil Mayor de Su Majestad en la ciudad.
Por otra parte, Zavala procedió a organizar institucionalmente el gobierno de la ciudad, designando su primer Cabildo que instaló el 1º de enero de 1730, con el cometido propio de esa autoridad municipal, de administrar la ciudad y asegurar el orden público entre sus pobladores. Asimismo, Zavala creó un cuerpo de milicia para la defensa de la ciudad, llamado Cuerpo de Corazas, al mando del cual fue designado uno de los primeros pobladores, Juan Antonio Artigas, abuelo del Gral. José Gervasio Artigas que desempeñaría un papel decisivo en la historia del Uruguay.
Posteriormente, en 1751, el Rey de España dispuso que en Montevideo existiera un Gobernador, nombrado directamente por la Corona. Los Gobernadores de Montevideo, fueron José Joaquín de Viana entre 1751 y 1784; Agustín de la Rosa, entre 1784 y 1771; nuevamente José Joaquín de Viana entre 1771 y 1773; Joaquín del Pino de 1773 a 1790; Antonio Olaguer Feliú de 1790 a 1797; José Bustamante y Guerra de 1797 a 1804; Pascual Ruiz Huidobro de 1804 a 1807, y Javier de Elío de 1807 a 1818.
Características de la ciudad colonial de Montevideo
La finalidad esencialmente militar que determinó la fundación de la ciudad de Montevideo - prevenir cualquier incursión portuguesa, especialmente desde Colonia que en el momento de la fundación ocupaban los portugueses - impuso que ella fuera una plaza fortificada. La ciudad en sí misma, estaba situada sobre una parte de la península que cierra la bahía por el este, hacia el Río de la Plata en un territorio aproximadamente triangular cerrado por una fuerte muralla de piedra, trazada en forma zigzagueante, y de gran ancho y altura, capaz de resistir exitosamente los impactos de las piezas de artillería naval más potentes de la época.
A corta distancia de la costa del Río de la Plata - donde actualmente es la Plaza Independencia de Montevideo - se levantaba una poderosa fortificación, la Ciudadela, cuya puerta hacia la península y la ciudad - parado frente a la cual Blanes pintara a Artigas en un célebre cuadro - se encuentra actualmente en su sitio originario, como monumento histórico.
La Ciudadela, que demoró 40 años en ser construida totalmente, era una formidable fortificación de piedra - material que abundaba en la zona - conformada por una gran plaza de armas rodeada por altas y gruesas murallas, que tenía en cada esquina sendas altas torres romboidales donde era posible emplazar poderosas piezas de artilleria. Estaba rodeada por un foso de enorme ancho y profundidad, que podía ser inundado desde el mar, cruzado hacia la ciudad con un puente levadizo.
Desde la ciudadela - que estaba situada dentro del límite de la ciudad - se extendía hasta el agua una muralla de similares características, a través de la cual solamente dos portones daban acceso a los campos exteriores a la ciudad; terminada también en dos fortificaciones elevadas, llamadas el Cubo del Norte el Cubo del Sur. Por el oeste, en el extremo de la península se encontraba otra importante fortificación, el Fuerte de San José, originaria construcción efectuada por Zavala.
En tales condiciones, Montevideo era una formidable fortaleza, en la cual estaban emplazados sobre los altos muros 300 cañones; y donde existía un enorme depósito de armas, municiones y pólvora a disposición de una dotación militar de gran importancia para su época. Entre los cuerpos militares destacados en Montevideo, cabe mencionar especialmente el Cuerpo de Blandengues de la Frontera, una selecta unidad compuesta por 8 compañías de 700 plazas cada una, creada en 1797, donde comenzó su carrera militar José Gervasio Artigas. Además, era la base naval de la Marina Real española en el Río de la Plata; y en su bahía fondeaban continuamente las naves de guerra españolas que patrullaban las costas americanas del Atlántico sur.
Sin embargo, la imponente ciudadela que llevó 40 años construir - desde 1742 a 1782 - solamente subsistió medio siglo, hasta 1833 en que, luego de la independencia, se comenzó su demolición; sin duda para emplear sus sólidos materiales para otras obras de la ciudad. Demolidas inicialmente las plataformas de sus esquinas, el cuerpo principal funcionó como mercado público hasta 1879, en que fue demolida por completo. Actualmente, sólo es posible ver un pequeño fragmento de sus muros, cerca de uno de los extremos del Teatro Solis. Bajo tierra permanecen, sellados, algunos de los túneles que comunicaban la Ciudadela con las fortificaciones cercanas.
Las Misiones Jesuitas
La situación de los aborígenes ante la conquista
Uno de los principales problemas que enfrentaron los colonizadores españoles, fue el de civilizar a los indígenas.
Para analizar esta cuestión, es preciso tener en cuenta que los exploradores españoles venían a América en base a las concepciones imperantes en su nación y en su época; conforme a las cuales en primer lugar estaban amparados por derechos emanados del descubrimiento de territorios desconocidos y de su conquista; y en segundo lugar, al conquistar esos territorios, sus pobladores aborígenes eran “infieles”, que no rendían culto a Dios, no profesaban la religión católica que como tal se consideraba universal, y por lo tanto necesitaban ser evangelizados para que, al convertirse, sus almas entraran en la Gracia de Dios.
Si bien desde cierta tesitura puede sostenerse que los aborígenes americanos ocupaban ese continente con anterioridad a los conquistadores españoles, y en consecuencia era legítimo que se resistieran a permitir que los conquistadores españoles les arrebataran sus tierras; lo cierto es que aún aquellas civilizaciones de los indígenas americanos que se encontraban más avanzadas — caso de los Aztecas, los Mayas y los Incas — no habían alcanzado el grado de desarrollo económico, técnico y cultural de los europeos. Con lo cual la colonización constituyó, evidentemente, un proceso que — a pesar de los cuestionamientos que modernamente pueden hacérsele — contribuyó a incluir el nuevo continente en el mundo civilizado occidental, y a la inclusión de sus pobladores en el mundo moderno.
Cuando América fue descubierta y se inició su exploración y colonización, además de ser un territorio mucho mayor que el de la Europa de ese tiempo, tenía una población que, numéricamente, también superaba ampliamente al total de los europeos. Pero, a la vez que esa población se encontraba distribuída de manera muy despareja en un territorio que tenía vastas susperficies deshabitadas por el hombre; y el grado de su evolución política, técnica y cultural era también muy dispar.
Mientras en los tres grandes centros de las civilizaciones indígenas — los Aztecas, los Mayas y los Incas — se concentraban grandes poblaciones integradas en sociedades que tenían lo que cabe considerar un grado importante de organizaciín social y política, que habían llegado a evoluciones como sociedades sedentarias, urbanas, agrícolas y con autoridades políticas y religiosas que efectivamente las gobernaban; existían grandes conglomerados — caso de los pueblos de la etnia guaraní —que vivían en un estado salvaje, como nómades meramente recolectores o cazadores y pescadores, en una organización a lo sumo tribal, con creencias de carácter sobrenatural meramente supersticiosas, y en un nivel tecnológico igualmente primitivo; de hecho estaban en la edad de piedra.
Los expedicionarios españoles, que indudablemente constituían un número ínfimo desde el punto de vista militar, ampliamente superado por los guerreros indígenas; lograron imponérseles debido a su muy superior tecnología bélica, frente a oponentes que ni siquiera conocían la pólvora. Incluso, cuando llegaron a tratar de conquistar las grandes civilizaciones Azteca, Inca y Maya, tuvieron a su favor las creencias religiosas de éstas, que comprendían profecías de que un día llegarían a ellas seres superiores, verdaderos dioses; por lo cual los europeos de cutis blanco fueron en muchos casos acogidos como tales.
Las Misiones Jesuitas
De cualquier manera, en el caso de los colonizadores de la zona del Río de la Plata, tropezaron con tribus indígenas sumamente belicosas; que en la mayor parte de los casos asumieron una actitud absolutamente agresiva frente a los recién llegados, y no se mostraron nada propicios a aceptar sus instancias para convertirse en agricultores o ganaderos y para aceptar la fé cristiana y avenirse a la disciplina social de los colonos.
Uno de los medios con que, especialmente Hernandarias, procuró lograr la incorporación de los indígenas, consistió en contar con la colaboración de una orden religiosa católica, la Compañía de Jesús — también conocida como Orden de los Jesuitas — quienes se encargaron de fundar establecimientos en que los indígenas asimilaran los hábitos de trabajo disciplinado, y rindieran el culto cristiano. Esos establecimientos, fueron llamados Misiones.
La Compañía de Jesús
La Compañía de Jesús es una orden religiosa que fue fundada en el año 1534, por Iñigo López de Recalde, que luego fuera canonizado por la Iglesia Católica como San Ignacio de Loyola. Integrada inicialmente por un grupo de jóvenes estudiantes de la Universidad de París, la existencia de la Orden fue aprobada por el Papa Pablo III, en 1540. Los integrantes de la Compañía de Jesús, se denominan jesuitas. Su fundador, Ignacio de Loyola, centró las determinantes de su fé religiosa en la figura de Jesucristo; del mismo modo que otras órdenes religiosas lo hicieron en la Virgen María o en otras figuras prominentes de la religión católica.
La Compañía de Jesús tuvo como uno de sus objetivos primarios, ejercer la defensa de la Iglesia Católica, especialmente ante el surgimiento en Europa de la Reforma Luterana; y se convirtió en uno de los principales impulsores de la llamada Contrarreforma. El lema de su fundador era Omni ad maiorem Dei gloriam, (Todo para la mayor gloria de Dios).
Una característica muy distintiva de la Orden de los Jesuitas, la constituyó su organización estrictamente jerarquizada; siguiendo muy firmemente el modelo de la organización militar, al punto de que su autoridad máxima era el General de la Compañía. Con el paso de los años, la Orden de los Jesuitas alcanzó un crecimiento muy importante en muchos países de Europa, llegando a ser en cierta época la más numerosa de las órdenes religiosas católicas; lo que determinó que ejerciera una enorme influencia en muchos aspectos de la sociedad y del Estado, sobre todo en España. Eso determinó que surgiera una gran oposición, que causó grandes obstáculos a su desempeño.
En varios casos, los jesuitas fueron expulsados de territorios en que ejecutaban sus actividades; e incluso el 27 de julio de 1773 el Papa Clemente XIV expidió una orden disponiendo su disolución. Sin embargo, ello fue temporario; la Orden de los Jesuitas fue restablecida, por lo que continúa existiendo en la actualidad y ejerce importante influencia intelectual y espiritual en importantes grupos de creyentes católicos.
Una de sus metas principales era propagar la fe cristiana entre los indios paganos del nuevo mundo; por lo cual muchos jesuitas europeos se dirigieron al continente americano; destacándose entre ellos varios de origen húngaro. Algunos se dirigieron a la zona de los Ríos Amazonas y Marañón, y sus afluentes, actuando como misioneros entre los indios de esas regiones; con lo cual realizaron también indirectamente una interesante actividad en cuanto al conocimiento geográfico de esas regiones, especiamente en cuanto a la delimitación de los territorios asignados a España y Portugal.
La actividad de los jesuitas fue también muy importante en América en el campo científico. Siendo muchos de ellos personas sumamente cultas, no solamente aprendieron y cultivaron los idiomas indígenas y tradujeron a los mismos los textos sagrados del catolicismo; sino que estudiaron la flora — incluso las plantas medicinales — la fauna, la geografía y hasta la astronomía en estos territorios. El primer libro de geografía de América del Sur publicado en España, fue obra de un jesuita húngaro, Ferenc Limp, llegado a Buenos Aires en 1729, quien lo escribió en la Misión de Yapeyú.
Los jesuitas tuvieron una importante actuación en el desarrollo de los más antiguos centros culturales de América del Sur, como las Universidades de Lima y de Córdoba.
Características de las Misiones Jesuíticas
Las Misiones Jesuíticas se establecieron en la zona de la colonización española en la Gobernación del Río de la Plata con la finalidad conjunta de civilizar a los indígenas bajo la autoridad española; y simultáneamente ejercer actos de efectiva ocupación de los territorios que estaban en una zona en la cual no se delimitaban claramente las jurisdicciones de la colonización española y portuguesa. Fueron poblaciones integradas exclusivamente por indígenas, aunque dirigidas por monjes jesuitas a los que se asignaba función sacerdotal, instaladas en territorios expresamente asignados para tal fin, comprendidos en la Provincia Jesuita del Paraguay, creada en 1604.
Existieron dos grandes grupos de Misiones, las Misiones Orientales que estaban ubicadas en los territorios a este del río Uruguay, al norte del Río Ibicuy, y a ambos lados de la actual frontera entre el Uruguay y el Brasil; y las Misiones Occidentales, situadas en actual territorio argentino de la mesopotamia de los ríos Paraná y Paraguay, en el territorio de la actual Provincia de Misiones, que son las únicas de las que se han conservado restos de sus edificaciones, y que son visitadas como lugar de interés turístico.
La primera de las Misiones fue establecida en 1624, dirigida por el Padre Guzmán quien logró fundar en territorio del actual Departamento de Soriano, ubicado al sur del Río Negro, la Misión de Santo Domingo de Soriano, cuyos pobladores fueron indios chanás. Los padres jesuitas llegaron a establecer muchas otras Misiones sobre las costas orientales del Río Uruguay, abarcando territorio de los actuales Departamentos de Artigas y Rivera, como del sur del actual Estado brasileño de Río Grande del Sur; entre ellas las poblaciones de San Borja, San Ángel, San Juan, San Nicolás, San Luis, San Lorenzo y San Miguel, que alcanzaron en su conjunto una población superior a las 30.000 personas.
En 1604 se creó la llamada Provincia Jesuítica del Paraguay, que abarcaba los territorios habitados por indios guaraníes, compuesta por grandes extensiones de tierras llamadas “estancias” y dentro de cuyo territorio los jesuitas instalaron un total de 30 misiones; de las cuales siete estuvieron situadas al este del Río Uruguay, y fueron denominadas “Los siete pueblos de las Misiones”, integrados por San Borja, de 1682; San Nicolás, de 1687; San Miguel, de 1687; San Luis, de 1687; San Lorenzo, de 1690; San Juan, de 1697 y San Ángel, de 1706.
Las misiones orientales estaban en el territorio actual del Estado de Río Grande del Sur, un territorio que integraba la indefinida frontera entre las zonas de influencia de los españoles y los portugueses; y en el cual incursionaban alternativamente. Comenzaron a establecerse para detener la expasión portuguesa, a partir de una primer reducción de San Nicolás fundada en 1626 por el jesuita Roque González, aunque fue abandonada en 1637.
Luego, en 1632, el jesuita Cristóbal de Mendoza fundó la misión de San Miguel de Arcángel, en las costas del Río Ibicuy; una misión que alcanzó su mejor época en las primeras cinco décadas del siglo XVIII, habiendo llegado a tener una población de alrededor de 6.000 habitantes, pero luego entró en sostenida decadencia. Actualmente, sus ruinas han sido restauradas y — conjuntamente con los de la Misión de San Ignacio Miní, en Argentina y los de las Misiones de Trinidad y de Jesús en Paraguay — constituyen los únicos restos de las Misiones Jesuíticas.
La Provincia Jesuítica del Paraguay era regida por un Padre Provincial, que era designado y dependía directamente del General de la Compañía de Jesús, con sede en Roma. El conjunto de las Misiones tenía un Padre Superior; y en cada una de las Misiones existían uno o más Padres, que cumplían diversas funciones, la principal de las cuales era atender a la evangelización y otros aspectos religiosos, tales como las actividades propias del culto.
También llamadas reducciones, las Misiones estaban organizadas en una estructura de cargos públicos similar a la de las ciudades españolas. En cada una de ellas existía un Jefe superior, alcaldes y regidores que integraban el Cabildo; cargos que eran todos ellos ejercidos por indios (generalmente los caciques); aunque no poseían iniciativa propia y tenían solamente la función de ejecutar las directivas de los sacerdotes que dirigían la misión.
Atendiendo a su objetivo de civilizar a los indígenas, los jesuitas lograron insertarse en su estructura social; logrando primeramente su sedentarización mediante el establecimiento de los poblados que constituyeron las Misiones. Los guaraníes se encontraban en estado tribal; componiéndose sus colectividades por conjuntos de familias poligámicas que contaban con dos autoridades, los caciques y los chamanes. Vivían en un estado sumamente primitivo, practicaban la antropofagia, y ejecutaban ceremonias funerarias de tipo pagano.
Los caciques eran principalmente jefes guerreros cuya autoridad se centraba fundamentalmente en los aspectos materiales de la vida del grupo; en tanto que los chamanes, también llamados payes tenían un ascendiente de carácter religioso, entre lo cual se incluía — como en muchos otros pueblos primitivos — intervenir frente a las enfermedades. Por lo tanto los jesuitas, en cuanto tenían como objetivo la conversión religiosa de los indios, que implicaba quitar su influencia a los chamanes, se apoyaron en la rivalidad de ellos con los caciques. Obteniendo la conversión religiosa de los caciques se propiciaba la del resto de la tribu; y para los caciques, ello significaba imponer su autoridad por sobre la de los chamanes.
Los jesuitas fueron transformando gradualmente las costumbres de los indígenas; atendiendo primariamente a aquellos aspectos más contrarios a los principios de la religión católica, como la antropofagia y la poligamia. Orientaron la organización familiar de la tribu guaraní en base a la monogamia; para lo cual construyeron en sus Misiones un tipo de habitaciones que se conocen como “tiras”; por cuanto las unidades de habitación eran contiguas, pero en cada una habitaba solamente una familia, destinando la primera a la familia del cacique.
En otros aspectos, no modificaron mayormente las estructuras culturales y sociales; manteniendo el idioma indígena que los jesuitas aprendieron. Las comunidades que formaban las misiones tenían una estructura económica primitiva, prácticamente eran economías de subsistencia; así que pudieron mantener sus características conforme a las cuales el concepto de la propiedad quedaba limitado a los utensilios personales. El proceso educativo de los indígenas en cuanto a la dedicación organizada al trabajo productivo de tipo agrícola y ganadero, resultaba compatible con la disponibilidad en común de los bienes de consumo y de uso, que concordaba además con las prácticas usuales en las comunidades de las órdenes religiosas cristianas.
Por otra parte, si bien algunos misioneros jesuitas eran expertos en la asistencia de las enfermedades — como el padre Zsigmond Asperger, a quien por su origen se conoció como “el médico húngaro”, ya que se hizo misionero jesuita luego de culminar sus estudios de Medicina; de todos modos la Medicina se encontraba todavía en condiciones precarias desde el punto de vista de su desarrollo científico, por lo cual no solamente continuaron aplicando en gran medida las prácticas curativas mediante el empleo de hierbas, sino que a partir de ello lograron conocer las propiedades efectivamente terapéuticas que muchas de ellas poseen. De tal modo, los jesuitas pudieron realizar, a lo largo del siglo en que aproximadamente cumplieron su labor en las Misiones, un proceso de civilización de los indígenas que no violentó sus hábitos culturales, sino que los adaptó a sus objetivos civilizadores y religiosos; permitiéndoles progresar en numerosos aspectos, como los relativos a la construcción de poblaciones y las técnicas del cultivo y de la cría de ganado.
La guerra guaranítica
En los orígenes de la guerra guaranítica se encuentra el Tratado de Tordesillas y sus secuelas; integradas no solamente por las actividades de los portugueses en el propio territorio americano con la finalidad de expandir en lo posible su jurisdicción más allá de lo que pudieran ser los imprecisos límites fijados por ese Tratado, sino también por una persistente y muy hábil actividad diplomática.
Cronológicamente, la pugna entre españoles y portugueses por ejercer actos de ocupación y posesión sobre los territorios pasibles de disputas de jurisdicción se manifestó inicialmente a principios del siglo XVII con el establecimiento de la Provincia Jesuita del Paraguay y el desarrollo de las Misiones, especialmente en la zona al oriente del Río Uruguay. Una parte de las funciones que cumplían las Misiones era de carácter militar, como guardia fronteriza de defensa frente a las incursiones de los portugueses; y con tal fin, los indígenas guaraníes fueron organizados y entrenados por los jesuitas, como tropas militares.Pero en 1680 los portugueses se presentaron en el Río de la Plata, fundando la Colonia del Sacramento; con lo cual apuntaban a reclamar jurisdicción sobre todo el territorio de la que después fue llamada la Banda Oriental. Buena parte de la fuerza militar empleada por el Gobernador de Buenos Aires para llevar a cabo la primera expulsión de los portugueses de la Colonia, estuvo compuesta por soldados guaraníes provenientes de las Misiones.La diplomacia portuguesa obtuvo su primer logro al año siguiente, al conseguir que el Rey Carlos II de España aceptara devolver la Colonia del Sacramento a Portugal; hasta que en 1705 el Virrey del Perú — bajo cuya jurisdicción se encontraban los españoles de Buenos Aires — ordenó la recuperación de la Colonia, que tuvo lugar luego de un sitio de más de seis meses. No obstante, la diplomacia portuguesa volvió a recuperar en la Colonia mediante el Tratado de Utrech en 1715 con que se selló la paz de la Guerra de Sucesión entre España y Portugal; y la convirtieron en el centro del comercio irregular con Buenos Aires y las demás colonias españolas y de la explotación de los ganados que libremente se multiplicaban en las praderas del este del río Uruguay.
En 1723 y 1724, se repitieron las acciones de portugueses y españoles para marcar sus pretensiones territoriales en la Banda Oriental, cuando ante el intento portugués de instalarse en la bahía de Montevideo, el Gobernador Zabala de Buenos Aires fundó la plaza fuerte de Montevideo.
El casamiento de Fernando VI, Rey de España, con la hija del Rey Juan V de Portugal, la Infanta María de Braganza, trajo aparejado un período de excelentes relaciones diplomáticas entre ambos países. De todos modos, la presencia portuguesa en Colonia era muy molesta para la Corona española; especialmente porque luego de la guerra entre España e Inglaterra de 1739 a 1748, se temía que la expansión de los intereses comerciales ingleses en el Río de la Plata condujera a que utilizaran la Colonia del Sacramento como una base militar; aprensiones que luego se vieron confirmadas con las invasiones inglesas.Consecuencia de todo ello fue que Portugal — cuyo Rey había obtenido de los propios jesuitas, nueva información geográfica sobre los territorios comprendidos entre el Río Uruguay y la costa atlántica y del Río de la Plata — iniciara negociaciones diplomáticas con España; que culminaron con el llamado Tratado de Permuta, firmado en Madrid el 13 de enero de 1750. Por este Tratado, cuyo objetivo era sustituir al Tratado de Tordesillas, reajustando los límites entre las jurisdicciones española y portuguesa en la zona, España aceptó la jurisdicción de Portugal sobre los territorios que había ocupado al oeste de la línea de Tordesillas, y Portugal renunció definitivamente a la Colonia del Sacramento.Pero el Tratado de Madrid de 1750 fue ampliamente favorable a los intereses portugueses; en lo cual se asigna importancia a la influencia de la Pricesa de Braganza sobre su esposo el Rey Fernando VI. Los territorios situados al oeste de la línea de Tordesillas, sobre los que España renunciaba en favor de Portugal, comprendían unos 500.000 kms. cuadrados; e incluían todas las estancias de las Misiones Jesuitas y sus siete pueblos del este del Río Uruguay. El nuevo límite entre las posesiones de España y Portugal, quedaba fijado por los ríos Ibicuy y Uruguay hasta el río Pepirí Guazú, y por las cumbres de las sierras.
El nuevo Tratado de Límites entre España y Portugal resultó totalmente sorpresivo para las autoridades coloniales del Río de la Plata; tanto el Gobernador de Buenos Aires como el Virrey de Lima y, por supuesto, el Padre Provincial, que era la máxima autoridad de la Provincia Jesuita del Paraguay. Las primeras noticias del Tratado se conocieron en setiembre de 1750, y en abril de 1751 llegó a Buenos Aires la comunicación oficial a las autoridades coloniales; así como una del General de la Compañía de Jesús que ordenaba a los jesuitas de las Misiones la entrega de los siete pueblos a los portugueses.
Eso significaba que debían abandonarse las reducciones de Apóstoles, Concepción, La Cruz, Santo Tomé y Yapeyú, con una población de 30.000 indígenas, y sus estancias que contenían la mayor población ganadera e importantes cultivos de yerba mate. La tarea de dar cumplimiento al Tratado de Permuta fue encomendada por el Padre Provincial Isidoro Barreda al jesuita Bernardo Nusdorffer; quien durante los meses de marzo y abril de 1752 recorrió las Misiones, informando a los padres y a los caciques de las reducciones, que deberían abandonar esas tierras en el plazo de un año, a cambio de lo cual recibirían una menguada indemnización; pues de no hacerlo quedarían bajo el dominio de Portugal.
La reacción de los caciques fue absolutamente negativa, rehusando tanto abandonar los pueblos, como someterse al dominio portugués. En una comunicación que los caciques dirigieron al Gobernador de Buenos Aires, invocaron sus servicios militares a España, y especialmente sus luchas contra los portugueses en Colonia del Sacramento; así como las enseñanzas que se les había impartido en cuanto a su enemistad con los portugueses, incluso mediante cartas enviadas por el propio Rey Fernando VI.
Por su parte, los jesuitas instaron a los indios de las reducciones a dar cumplimiento a la orden real; e incluso se dio comienzo al traslado hacia otros lugares de asentamiento al oeste del Río Uruguay; pero buena parte de los primeros indios que se trasladaban, huyeron. Los jesuitas informaron a las autoridades de la Orden de la situación y solicitaron se les otorgara mayor plazo; pero se encontraron con la oposición del General de la Compañía, que residía en Roma, el cual consideró que los Padres misioneros, apoyando a los caciques guaraníes, desobedecían sus órdenes, y los amenazó con ser expulsados de la Compañía de Jesús y ser excomulgados.
Ello dio lugar a que entre los propios jesuitas surgiera una situación de enfrentamiento; en la cual el Padre Provincial y el Superior de las Misiones se encontraban ante las exigencias de un Padre Comisario venido de Roma por expresas indicaciones del General de la Compañía de Jesús por una parte, y por la otra la actitud de los padres misioneros que, percibiendo la firme resistencia de los indios de las misiones a entregarlas a sus permanentes enemigos los portugueses, se inclinaban a apoyarlos.
Los guaraníes de las Misiones orientales ya se habían enfrentado antes con las tropas portuguesas de los bandeirantes; especie de milicia a la vez dedicada al saqueo los ganados. Luego de que en 163l habían debido abandonar a los bandeirantes la llamada región del Guayrá, y en 1638 habían tenido que hacer lo mismo en la denominada región del Tape; las tropas guaraníes habían logrado retornar a esos territorios luego de vencer a los bandeirantes en una batalla de Mbororé, con lo que volvieron a fundar las Misiones orientales. Estos indígenas consideraban que esos territorios situados al oriente del río Uruguay les pertenecían en forma originaria.
Para sorpresa de los propios jesuitas, los caciques guaraníes de las reducciones se dispusieron a resistir la expulsión o el dominio portugués de sus territorios, por medio de las armas. La guerra guaranítica se desarrolló entre los años 1754 y 1756. Los indígenas debieron combatir contra los ejércitos de Portugal y de España; y finalmente fueron vencidos.
Una consecuencia de la guerra fue que la Corona española decidiera expulsar a los jesuitas de sus colonias del Río de la Plata; lo que fue resuelto por una orden real de 1767. Los jesuitas fueron embarcados como prisioneros hacia España, en un viaje que tuvo 100 días de duración, y llegaron al puerto de Cádiz en pésimas condiciones, para allí ser encarcelados. Varios de ellos, que eran de nacionalidad austro-húngara, fueron liberados por mediación de la Emperatriz María Teresa, radicándose en Hungría.
Luego de la guerra, las poblaciones de las Misiones pasaron a ser dirigidas por funcionarios dependientes de la Gobernación de Buenos Aires; pero entraron en el estancamiento y la declinación. En 1761, el Rey Carlos III de España anuló el Tratado de Permuta; con lo cual la Colonia del Sacramento volvió al poder de los portugueses y el Gobernador de Buenos Aires, Pedro de Cevallos, permitió que los jesuitas y unos 1.500 indios volvieran al territorio de las Misiones, retornadas al dominio español.
Las Misiones Orientales tuvieron incidencia en el período de la Independencia. Durante un breve tiempo, desde noviembre de 1811 hasta mediados de 1812, el teritorio de las Misiones, por entonces llamado Departamento de Yapeyú, fue encomendado al mando del entonces Cnel. José Gervasio Artigas; habiendo recibido el cometido principal de organizar una milicia para combatir las constantes acciones de los portugueses. También fue en las Misiones donde Fructuoso Rivera logró un importante triunfo en la batalla de Misiones, que determinó el retiro de los brasileños del territorio de la Banda Oriental.
Golpe de estado
El 27 de junio de 1973 el entonces presidente, Juan María Bordaberry, disuelve el parlamento con el apoyo de las Fuerzas Armadas y meses más tarde crea un Consejo de Estado con funciones legislativas, de contralor administrativo y con encargo de proyectar una reforma constitucional "que reafirme los principios republicanos-democráticos", restringe la libertad de expresión de pensamiento y faculta a las FF.AA. y policiales para asegurar la prestación ininterrumpida de los servicios públicos.
El golpe de estado de junio de 1973 y su Consejo de Estado resultante se vio inmediatamente resistido por gran parte de la ciudadanía y por la totalidad de los trabajadores agrupados en la Convención Nacional de Trabajadores (CNT), así como también por el Movimiento Estudiantil, principalmente representado por la Federación de Estudiantes Universitarios (FEUU) de la Universidad de la República, quienes realizaron una huelga general de 15 días de duración, la más larga de la historia hasta el momento.
Las Fuerzas Armadas detuvieron a dirigentes de izquierda y a otros ciudadanos sin posición política acusándolos de sedición durante todo el tiempo que duró la dictadura militar, es decir, hasta 1985, así como también (durante breves lapsos) a connotados dirigentes de los partidos políticos tradicionales como Jorge Batlle Ibáñez y Luis Alberto Lacalle de Herrera, quienes posteriormente serían Presidentes de la República con la vuelta a la democracia, entre otros.
Los integrantes de partidos considerados "de izquierda" fueron recluidos en casi total incomunicación y sufrieron torturas físicas y psicológicos (comprobados posteriormente por organismos como la Cruz Roja Internacional), mientras que los de los partidos tradicionales fueron liberados, sin dejar por ello de ser sospechosos en todo momento y sometidos a vigilancia permanente. En las cárceles uruguayas murieron cerca de un centenar de prisioneros políticos y continúan desaparecidas otras 140 personas.
En 1976, al terminar Bordaberry su mandato constitucional, ante la convicción de que el caos político que había vivido el país era responsabilidad de su sistema político, propone a la Junta de Comandantes en Jefe de las Fuerzas Armadas una reforma del sistema institucional del país, eliminando los partidos políticos y sustituyéndolos por "corrientes de opinión" en un sistema de corte corporativista, idea que no es compartida por los militares. Las desavenencias entre Bordaberry y los militares generaron la crisis política de Junio de 1976, que culminó con la remoción del presidente y la designación interina de Alberto Demicheli para ocupar la primera magistratura.
Demicheli, quien hasta entonces había ejercido la presidencia del Consejo de Estado, asume la presidencia de la República el 12 de julio. Como primeras medidas de su gobierno, procedió a firmar las Actas Institucionales 1 y 2, por las que suspendía "hasta nuevo pronunciamiento" la convocatoria a elecciones generales (previstas para noviembre de ese mismo año) y se creaba el "Consejo de la Nación".
Finalmente, el 1 de septiembre Demichelli delega la presidencia a Aparicio Méndez (ex Ministro de Salud Pública), quien asume por un período de cinco años.
Retorno a la institucionalidad
El 30 de noviembre de 1980 la ciudadanía rechaza el proyecto de reforma constitucional propuesto por el régimen dictatorial, dando comienzo a un lento proceso de apertura política. El 1 de septiembre de 1981 asume la presidencia el general Gregorio Álvarez, quien en 1984 llama a elecciones, si bien con ciudadanos y partidos políticos proscritos. Tras realizarse ese mismo año, sale triunfante el Partido Colorado. Durante los primeros días de 1985 Álvarez deja el mando en manos del Presidente de la Suprema Corte de Justicia en ejercicio, Rafael Addiego Bruno y, finalmente, el 1 de marzo de 1985 el gobierno retornó a los civiles con la asunción de Julio María Sanguinetti como Presidente.
En un acuerdo por dejar atrás el pasado y retornar en paz al sistema de Partidos, los partidos políticos mayoritarios acordaron votar una ley de amnistía que extinguió todos los delitos cometidos a partir del 1 de enero de 1962 en relación a las acciones subversivas, pero excluyendo a texto expreso los funcionarios policiales y militares que hubieran cometido delitos relacionados con lo que llamaron "lucha antisubversiva" que no era sino la represión violenta contra los sectores poulares.
En los comicios de noviembre de 1989 resultó electo Luis Alberto Lacalle(del Partido Nacional). En 1994 Sanguinetti resultó electo por segunda vez.
En 1996 se pone a consideración de la ciudadanía una reforma constitucional que instaura por primera vez las elecciones internas y el balotaje; dicha reforma resulta aprobada por escaso margen en el plebiscito. Siendo así, en 1999 triunfó Jorge Batlle (del Partido Colorado), como resultado de este nuevo sistema.
Crisis económica, política y social del año 2002
Desde el período de gobierno de Julio María Sanguinetti, Uruguay enfrentaba una dura recesión económica.
En Julio de 2002, en uno de los momentos mas candentes de la crisis bancaria, el senador del Frente Amplio, Alberto Couriel, se encargó de la interpelación del entonces ministro Alberto Bensión, en la cual todos los miembros del Frente Amplio y algunos pocos del Partido Nacional le pidieron formalmente la renuncia al cargo. Esto no sucedió, pero se removió a Rodríguez Batlle.
A mediados de julio se hizo público el rechazo del Partido Nacional, hasta entonces aliado del gobierno de Batlle, para con la política económica que se estaba llevando. Fue entonces que junto con el Frente Amplio, volvieron a pedir la renuncia de Bensión y lo lograron. Bensión dejó el cargo el 20 de agosto y asumió Alejandro Atchugarry, quien entonces se desempeñaba como senador por el Partido Colorado.
El 30 de julio, se decretó el feriado bancario. El gobierno de Batlle se excusó diciendo que fue un pedido expreso del FMI para proceder a la liquidación de los bancos del grupo Peirano. Dicha decisión tuvo como objetivo detener la fuga de depósitos que la plaza financiera uruguaya venía sufriendo desde el 2001, ya que muchos ahorristas argentinos acudieron a sus ahorros en Uruguay al verse imposibilitados de sacar dinero en su país. Los cajeros automáticos se quedaron sin dinero, las casas cambiarias vendían el dólar a 38 pesos y lo compraban a 24. El feriado bancario finalizó el lunes 5 de agosto.
Mientras en el país reinaba el caos en Estados Unidos, Isaac Alfie comandaba la delegación que Batlle había mandado para formar un grupo de trabajo con delegados del gobierno norteamericano, ya que Horst Köhler, director del FMI, había dado la orden de no prestarle un dólar mas a Uruguay. Finalmente Estados Unidos acordó con Uruguay un préstamo puente de 1 500 millones de dólares destinados a capitalizar los bancos estatales. Ese fue el comienzo del fin de la crisis económica del país.
La crisis del 2002 dejó cifras devastadoras para el país. Tal es el caso de la tasa de sucidios que aumentó un 12,6%, es decir que dos uruguayos se suicidaban por día y se registraban muchos casos de intentos de autoeliminación.
Como consecuencia económica directa de esta crisis, el salario real tuvo una fuerte caída, llegando a su piso entre los años 2003 y 2004 con una pérdida del 22% respecto al año 2000. Por su parte, la tasa de desempleo, trepó a un máximo en el año 2002 del 17% subiendo 3 y medio puntos porcentuales respecto al momento de asumir el mandato.
Hacia el final de su gobierno, los índices de desempleo revirtieron su tendencia ubicándose en cifras inferiores a las del momento de su asunción. Por el contrario, la caída sufrida por el salario real no pudo ser revertida, ubicándose en el año 2005, 18,6 puntos porcentuales por debajo de las cifras del año 2000.
Actualidad
En las elecciones presidenciales de 2004 resultó electo el socialista y oncólogo Tabaré Vázquez, candidato por la coalición izquierdista Encuentro Progresista-Frente Amplio-Nueva Mayoría con el 50,6% de los votos, alcanzando la victoria en la primera vuelta y logrando un parlamento con mayorías absolutas.
Tabaré Vázquez perteneció al Partido Socialista Uruguayo durante más de 25 años, se desafilió del mismo en diciembre del 2008 por discrepancias filosóficas en su posición respecto a la despenalización del aborto, no obstante sin dejar de continuar siendo una persona de profundos ideales socialistas. En las elecciones municipales de 2005 el Partido Nacional obtuvo diez intendencias, el EP-FA-NM obtuvo ocho y el Partido Colorado obtuvo una.
En las elecciones generales de octubre del 2009 el Frente Amplio vuelve a lograr la mayoría parlamentaria con el 48% del total de sufragios (contando votos en blanco y anulados), en tanto que el Partido Nacional resultó segundo con un 29,4%, el Partido Colorado tercero obteniendo un 17,5%, la votación del Frente Amplio no logró la mayoría absoluta del total de votos emitidos, incluidos los votos en blanco y anulados, entonces la elección presidencial se definió el 29 de noviembre de 2009 mediante un Balotaje entre el izquierdista José Mujica Cordano del Frente Amplio y el derechista ex presidente Luis Alberto Lacalle Herrera del Partido Nacional.
José “Pepe” Mujica resultó electo como presidente de Uruguay y sucesor de Tabaré Vázquez. La fórmula del Frente Amplio obtuvo el 52,4% de los sufragios, mientras que el otro candidato, el ex presidente blanco Luis Alberto Lacalle (1990-1995), logró el 43,5%, de acuerdo con los resultados de la Corte Electoral.
Gobierno
La república tiene un sistema presidencialista y su gobierno se divide en tres poderes independientes:
Poder ejecutivo:donde se encuentra el presidente, que es a la vez el jefe del estado y el jefe del gobierno, y el consejo de ministros.
Poder legislativo: organizado bicameralmente, con senadores y diputados junto con el vicepresidente, quien conforma el poder legislativo y no el ejecutivo como muchas veces erroneamente se lo ubica, por lo tanto el vicepresidente de la República es también el Presidente de la Asamblea General.
Poder Judicial: encabezado por la Suprema Corte de Justicia, es el encargado de aplicar las normas judiciales.
Presidentes
Nómina de los presidentes que bajo ese u otro título han ejercido la magistratura de la República de Uruguay a lo largo de su historia.
| No. | Nombre | Cargo | Fecha | Forma en que llega a la presidencia |
|---|---|---|---|---|
| 1 | Juan Antonio Lavalleja | Gobernador Delegado | 25 de agosto de 1825 al 1 de diciembre de 1828 | Jura de la Constitución de la República de Uruguay |
| 2 | Joaquín Suárez de Rondelo | Gobernador y Capitán General Provisorio (interino) | 1 de diciembre de 1828 al 22 de diciembre de 1828 | Designado por la Asamblea General Constituyente y Legislativa del Estado |
| 3 | José Rondeau | Gobernador y Capitán General Provisorio | 22 de diciembre de 1828 al 17 de abril de 1830 | Designado por la Asamblea General Constituyente y Legislativa del Estado |
| 4 | Juan Antonio Lavalleja | Gobernador y Capitán General Provisorio | 17 de abril de 1830 al 24 de octubre de 1830 | Designado por la Asamblea General Constituyente y Legislativa del Estado |
| 5 | Luis Eduardo Pérez | Presidente del Senado en ejercicio del Poder Ejecutivo | 24 de octubre de 1830 al 6 de noviembre de 1830 | |
| 6 | Fructuoso Rivera | Presidente constitucional | [6 de noviembre de 1830 al 24 de octubre de 1834 | Elección |
| 7 | Carlos Anaya | Presidente del Senado en ejercicio del Poder Ejecutivo | 24 de octubre de 1834 al 1 de marzo de 1835 | |
| 8 | Manuel Oribe | Presidente constitucional | 1 de marzo de 1835 al 24 de octubre de 1838 | Elección |
| 9 | Gabriel Antonio Pereira | Presidente del Senado en ejercicio del Poder Ejecutivo | 24 de octubre de 1838 al 1 de marzo de 1839 | |
| 10 | Fructuoso Rivera | Presidente constitucional | 1 de marzo de 1839 al 1 de marzo de 1843 | Elección |
| 11 | Manuel Oribe | Presidente | 16 de febrero de 1843 al 8 de octubre de 1851 | Autoproclamado Presidente del llamado Gobierno del Cerrito durante la guerra civil conocida como Guerra Grande |
| 12 | Joaquín Suárez de Rondelo | Presidente del Senado en ejercicio del Poder Ejecutivo | 1 de marzo de 1843 al 15 de febrero de 1852 | |
| 13 | Bernardo Prudencio Berro | Presidente del Senado en ejercicio del Poder Ejecutivo | 15 de febrero de 1852 al 1 de marzo de 1852 | |
| 14 | Juan Francisco Giró | Presidente constitucional | 1 de marzo de 1852 al 25 de septiembre de 1853 | Elección |
| 15 |
|
Triunvirato | 25 de septiembre de 1853 al 12 de marzo de 1854 | Triunvirato de Gobierno |
| 16 | Venancio Flores | Presidente constitucional | 12 de marzo de 1854 al 10 de septiembre de 1855 | Elección |
| 17 | Luis Lamas | Presidente de facto | 29 de agosto de 1855 al 10 de septiembre de 1855 | Luego de la Rebelión de los Conservadores en Montevideo, Uruguay |
| 18 | Manuel Basilio Bustamante | Presidente del Senado en ejercicio del Poder Ejecutivo | 10 de septiembre de 1855 al 15 de febrero de 1856 | |
| 19 | José María Plá | Presidente del Senado en ejercicio del Poder Ejecutivo | 15 de febrero de 1856 al 1 de marzo de 1856 | |
| 20 | Gabriel Antonio Pereira | Presidente constitucional | 1 de marzo de 1856 al 1 de marzo de 1860 | Elección |
| 21 | Bernardo Prudencio Berro | Presidente constitucional | 1 de marzo de 1860 al 1 de marzo de 1864 | Elección |
| 22 | Atanasio Cruz Aguirre | Presidente del Senado en ejercicio del Poder Ejecutivo | 1 de marzo de 1864 al 15 de febrero de 1865 | |
| 23 | Tomás Villalba | Presidente del Senado en ejercicio del Poder Ejecutivo | 15 de febrero de 1865 al 20 de febrero de 1865 | |
| 24 | Venancio Flores | Presidente de facto bajo el título de Gobernador Provisorio | 20 de febrero de 1865 al 15 de febrero de 1868 | |
| 25 | Pedro Varela | Presidente del Senado en ejercicio del Poder Ejecutivo | 15 de febrero de 1868 al 1 de marzo de 1868 | |
| 26 | Lorenzo Batlle | Presidente constitucional | 1 de marzo de 1868 al 1 de marzo de 1872 | Elección |
| 27 | Tomás Gomensoro | Presidente del Senado en ejercicio del Poder Ejecutivo | 1 de marzo de 1872 al 1 de marzo de 1873 | |
| 28 | José Ellauri | Presidente constitucional | 1 de marzo de 1873 al 22 de enero de 1875 | Elección |
| 29 | Pedro Varela | Presidente constitucional | 22 de enero de 1875 al 10 de marzo de 1876 | Elección |
| 30 | Lorenzo Latorre | Presidente de facto bajo el título de Gobernador Provisorio | 10 de marzo de 1876 al 1 de marzo de 1879 | |
| 31 | Lorenzo Latorre | Presidente constitucional | 1 de marzo de 1879 al 15 de marzo de 1880 | Elección |
| 32 | Francisco Antonino Vidal | Presidente constitucional | 15 de marzo de 1880 al 1 de marzo de 1882 | Elección |
| 33 | Máximo Santos | Presidente constitucional | 1 de marzo de 1882 al 1 de marzo de 1886 | Elección |
| 34 | Francisco Antonino Vidal | Presidente constitucional | 1 de marzo de 1886 al 24 de mayo de 1886 | Elección |
| 35 | Máximo Santos | Presidente del Senado en ejercicio del Poder Ejecutivo | 24 de mayo de 1886 al 18 de noviembre de 1886 | |
| 36 | Máximo Tajes | Presidente constitucional | 18 de noviembre de 1886 al 1 de marzo de 1890 | Elección |
| 37 | Julio Herrera y Obes | Presidente constitucional | 1 de marzo de 1890 al 1 de marzo de 1894 | Elección |
| 38 | Duncan Stewart | Presidente del Senado en ejercicio del Poder Ejecutivo | 1 de marzo de 1894 al 21 de marzo de 1894 | |
| 39 | Juan Idiarte Borda | Presidente constitucional | 21 de marzo de 1894 al 25 de agosto de 1897 | Elección |
| 40 | Juan Lindolfo Cuestas | Presidente del Senado en ejercicio del Poder Ejecutivo | 25 de agosto de 1897 al 10 de febrero de 1898 | |
| 41 | Juan Lindolfo Cuestas | Presidente de facto | 10 de febrero de 1898 al 15 de febrero de 1899 | Golpe de Estado |
| 42 | José Batlle y Ordóñez | Presidente del Senado en ejercicio del Poder Ejecutivo | 15 de febrero de 1899 al 1 de marzo de 1899 | |
| 43 | Juan Lindolfo Cuestas | Presidente constitucional | 1 de marzo de 1899 al 1 de marzo de 1903 | Elección |
| 44 | José Batlle y Ordóñez | Presidente constitucional | 1 de marzo de 1903 al 1 de marzo de 1907 | Elección |
| 45 | Claudio Williman | Presidente constitucional | 1 de marzo de 1907 al 1 de marzo de 1911 | Elección |
| 46 | José Batlle y Ordóñez | Presidente constitucional | 1 de marzo de 1911 al 1 de marzo de 1915 | Elección |
| 47 | Feliciano Viera | Presidente constitucional | 1 de marzo de 1915 al 1 de marzo de 1919 | Elección |
| 48 | Baltasar Brum | Presidente constitucional | 1 de marzo de 1919 al 1 de marzo de 1923 | Elección |
| 49 | José Serrato | Presidente constitucional | 1 de marzo de 1923 al 1 de marzo de 1927 | Elección |
| 50 | Juan Campisteguy | Presidente constitucional | 1 de marzo de 1927 al 1 de marzo de 1931 | Elección |
| 51 | Gabriel Terra | Presidente constitucional | 1 de marzo de 1931 al 31 de marzo de 1933 | Elección |
| 52 | Gabriel Terra | Presidente de facto | 31 de marzo de 1933 al 18 de mayo de 1934 | Golpe de Estado |
| 53 | Gabriel Terra | Presidente | 18 de mayo de 1934 al 19 de junio de 1938 | Elegido por la IIIª Convención Nacional Constituyente |
| 54 | Alfredo Baldomir | Presidente constitucional | 19 de junio de 1938 al 21 de febrero de 1942 | Elección |
| 55 | Alfredo Baldomir | Presidente de facto | 21 de febrero de 1942 al 1 de marzo de 1943 | Golpe de Estado |
| 56 | Juan José de Amézaga | Presidente constitucional | 1 de marzo de 1943 al 1 de marzo de 1947 | Elección |
| 57 | Tomás Berreta | Presidente constitucional | 1 de marzo de 1947 al 2 de agosto de 1947 | Elección |
| 58 | Luis Batlle Berres | Presidente constitucional | 2 de agosto de 1947 al 1 de marzo de 1951 | Elección |
| 59 | Andrés Martínez Trueba | Presidente constitucional | 1 de marzo de 1951 al 1 de marzo de 1952 | Elección |
| 60 | Consejo Nacional de Gobierno | Presidido por:
|
1 de marzo de 1952 al 1 de marzo de 1966 | |
| 61 | Óscar Gestido | Presidente Constitucional | 1 de marzo de 1967 al 6 de diciembre de 1967 | Elección |
| 62 | Jorge Pacheco Areco | Presidente Constitucional | 6 de diciembre de 1967 al 1 de marzo de 1972 | Elección |
| 63 | Juan María Bordaberry | Presidente Constitucional | 1 de marzo de 1972 al 27 de junio de 1973 | Elección |
| 64 | Juan María Bordaberry | Presidente de facto | 27 de junio de 1973 al 12 de junio de 1976 | Golpe de Estado |
| 65 | Alberto Demicheli | Presidente de facto | 12 de junio de 1976 al 1 de septiembre de 1976 | Designado por las Fuerzas Armadas |
| 66 | Aparicio Méndez | Presidente de facto | 1 de septiembre de 1976 al 1 de septiembre de 1981 | Designado por las Fuerzas Armadas |
| 67 | Gregorio Álvarez | Presidente de facto | 1 de septiembre de 1981 al 12 de febrero de 1985 | Designado por las Fuerzas Armadas |
| 68 | Rafael Addiego Bruno | Presidente de la Corte Suprema de Justicia | 12 de febrero de 1985 al 1 de marzo de 1985 | Ejercicio del Poder Ejecutivo |
| 69 | Julio María Sanguinetti | Presidente Constitucional | 1 de marzo de 1985 al 1 de marzo de 1990 | Elección |
| 70 | Luis Alberto Lacalle | Presidente Constitucional | 1 de marzo de 1990 al 1 de marzo de 1995 | Elección |
| 71 | Julio María Sanguinetti | Presidente Constitucional | 1 de marzo de 1995 al 1 de marzo de 2000 | Elección |
| 72 | Jorge Batlle | Presidente Constitucional | 1 de marzo de 2000 al 1 de marzo de 2005 | Elección |
| 73 | Tabaré Vázquez | Presidente Constitucional | 1 de marzo de 2005 al 1 de marzo de 2010 | Elección |
| 74 | José Mujica | Presidente Constitucional | 1 de marzo de 2010 – En el cargo | Elección |
Símbolos patrios
La Bandera de Uruguay o Pabellón Nacional es uno de los símbolos nacionales de Uruguay. Fue adoptado por las leyes del 16 de diciembre de 1828 y 12 de julio de 1830. Sus colores son el blanco y el azul, teniendo el sol, que ocupa el cantón, color oro. La bandera tiene las siguientes proporciones: el largo y el ancho están en relación de 3 a 2 y el espacio que contiene el sol consiste en un cuadro en la parte superior, junto al asta, que llega hasta la sexta franja, exclusiva, de color azul. La primera franja y la última son de color blanco. El dibujo del sol consiste en un círculo radiante, con cara, orlado de dieciséis, con un diámetro de 11/15 del cuadro blanco.
El Escudo Nacional de Uruguay es el aprobado por las leyes del 19 de marzo de 1829 y del 12 de julio de 1906 y el Decreto del 26 de octubre de 1908. De acuerdo con este último decreto se dispuso modelo oficial de Escudo Nacional el presentado por el señor Miguel Copetti, ajustado en sus reglas de ejecución a la modificación indicada por el Poder Ejecutivo, que consistía en la supresión de trofeos militares y de marina, quedando orlado por dos ramas de olivo y de laurel unidos en la base por un lazo azul celeste (ley del 12 de julio de 1906).
Geografía
Con una superficie terrestre de 176.215 km² (de la que 175.016 km² es la suma total de los departamentos y 1.199 km² comprende la suma de los lagos artificiales del río Negro) ejerce, además, su soberanía sobre varias islas ubicadas en el río Uruguay (con un total de 105 km²), 16.799 km² de aguas jurisdiccionales (Río Uruguay, Río de la Plata y Laguna Merín) y un área de mar territorial de 125.057 km². A su vez, Uruguay mantiene dos disputas limítrofes con Brasil acerca de los territorios conocidos como Isla Brasilera y Rincón de Artigas, que ocupan un área de 237 km². El área total del territorio uruguayo abarca 318.413 km².
Relieve
El relieve está vinculado en la parte sur a las tierras pampeanas y está constituido por vastas llanuras onduladas y surcadas por colinas de escasa elevación llamadas cuchillas. Las más importantes son las que pertenecen a la Cuchilla de Haedo y a la Cuchilla Grande. Su punto más elevado es el cerro Catedral, con 514 msnm.
La cuenca hidrográfica más importante es la del río Uruguay, el cual se utiliza como vía de comunicación para con los demás países vecinos. La cuenca del río de la Plata está formada por ríos de curso corto. La cuenca de la Laguna Merín la integran los ríos Yaguarón, Tacuarí, Cebollatí y otros.
Hidrografía
Uruguay es el único país sudamericano que se encuentra íntegramente en la zona templada. La ausencia de sistemas hidrográficos importantes contribuye a que las variaciones espaciales de temperatura, precipitaciones y otros parámetros no sean tan altas. La temperatura media anual para el país en el entorno de los 17 °C.
El mes de marzo presenta las mayores lluvias en la mayoría del territorio con un máximo de 140 mm., cubriendo parte de los departamentos de Artigas, Rivera, Salto y Tacuarembó y una isoyeta mínima de 90 mm. que se ubica al sudeste. El mes de menores lluvias medias es diciembre para todo el país, comprendidas entre 100 mm. sobre Artigas y 60 mm. sobre Rocha.
Uruguay posee una red hidrográfica densa y muy ramificada. Todas las corrientes fluviales tienen una única vertiente, el océano Atlántico.
Clima
El clima en Uruguay es templado y húmedo (promedio 17 °C), con verano cálido y precipitaciones más o menos homogéneas durante todo el año. En Uruguay, donde la influencia marítima como también continental se hacen notar, la distribución de lluvias presenta una doble estación lluviosa, con un máximo principal en otoño y un máximo secundario en primavera. Por su latitud, entre 30ºC y 35ºC, las cuatro estaciones están claramente diferenciadas por la temperatura.
Demografía
La población de Uruguay es fundamentalmente de origen Europeo (88%). Las sucesivas olas migratorias que vivió el país han conformado la población actual, compuesta principalmente por descendientes de españoles, seguidos de cerca por italianos y con un importante número de franceses, alemanes, portugueses, británicos, suizos, rusos, polacos, búlgaros, húngaros, ucranianos, lituanos, holandeses, belgas, croatas, griegos, escandinavos, armenios y libaneses, mestizos (8%), y negros (4%), no obstante se estima que existen algunos uruguayos con algún antepasado Charrúa o Guaraní, recientes investigaciones de ADN en Uruguay confirman que existe una minoría de uruguayos con antepasados indígenas o africanos (afrouruguayos).
Según esos estudios cerca de un 33% de los uruguayos tiene al menos un ancestro indígena por lado materno aunque esto no se note en el fenotipo; el aporte indígena al ADN uruguayo es del 10% y sube al 20% en el departamento de Tacuarembó, donde se estima que vivieron los grupos más numerosos.
Muchos de los inmigrantes europeos llegaron a Uruguay desde 1800 y en gran medida han influido en la arquitectura y la cultura de Montevideo y otras ciudades importantes. Por esta razón, Montevideo y la vida alberga múltiples huellas de la cultura urbana de Europa occidental, principalmente a España, Francia e Italia.
El resto de la población uruguaya es de origen africano o de origen africano blanco (mulatos), casi el 5% o 6%. Sólo 1 o 2% son de origen asiático, en su mayoría del Líbano y la República Árabe Siria, la ascendencia china o japonesa es muy escasa.
Montevideo, con alrededor de un millón y medio de habitantes, es la capital y la ciudad más grande. El resto de la población urbana vive en unas 20 ciudades. Montevideo es una ciudad de aproximadamente 200 km².
El país se distingue por su elevada tasa de alfabetización que llegó al 97,7% en 2006 según el I.N.E. Durante los decenios de 1970 y 1980, se estima que seis de cada cien uruguayos emigraron, principalmente a Europa, Argentina y Australia.
Como resultado de la baja tasa de natalidad, la elevada esperanza de vida y la relativamente alta tasa de emigración de los jóvenes, la población de Uruguay es bastante madura; el país tiene menor porcentaje de jóvenes que la mayoría de los países de América Latina (excepto Chile y Argentina). En 2008, la tasa global de fecundidad alcanzó los 2,01 hijos por mujer, valor por debajo del límite del reemplazo generacional de 2,1.
Durante los últimos dos decenios, se calcula que 500.000 uruguayos han emigrado, principalmente a Europa, Argentina y EEUU. (España es el principal destino de los uruguayos dentro de Europa, pero también emigran a Italia, Francia y Alemania).
La emigración a Estados Unidos también aumentó recientemente, siendo a una pequeña zona de ese país; la mayoría de los uruguayos en los EE.UU. viven en Nueva York, Nueva Jersey, Washington, DC y en las zonas urbanas de California.
| Departamento | Capital | Superficie (km²) | Población (Censo 2011) |
|---|---|---|---|
| Artigas | Artigas | 11.928 km² | 73.162 |
| Canelones | Canelones | 4.536 km² | 518.154 |
| Cerro Largo | Melo | 13.648 km² | 84.555 |
| Colonia | Colonia del Sacramento | 6.106 km² | 122.863 |
| Durazno | Durazno | 11.643 km² | 57.082 |
| Flores | Trinidad | 5.144 km² | 25.033 |
| Florida | Florida | 10.417 km² | 67.093 |
| Lavalleja | Minas | 10.016 km² | 58.843 |
| Maldonado | Maldonado | 4.793 km² | 161.571 |
| Montevideo | Montevideo | 530 km² | 1.292.347 |
| Paysandú | Paysandú | 13.922 km² | 113.112 |
| Río Negro | Fray Bentos | 9.282 km² | 54.343 |
| Rivera | Rivera | 9.370 km² | 103.447 |
| Rocha | Rocha | 10.551 km² | 66.955 |
| Salto | Salto | 14.163 km² | 124.683 |
| San José | San José de Mayo | 4.992 km² | 108.025 |
| Soriano | Mercedes | 9.008 km² | 82.108 |
| Tacuarembó | Tacuarembó | 15.438 km² | 89.993 |
| Treinta y Tres | Treinta y Tres | 9.529 km² | 48066 |
Economía
Uruguay es un país agroexportador, por lo cual la agricultura: arroz, trigo, maíz, girasol, sorgo, cebada, soja, remolacha azucarera, caña de azúcar, (aunque esta última está muy restringida por la zona climática) y la ganadería (vacunos, ovinos) son los recursos fundamentales de la economía. Las industrias principales son la lechera y derivados, papel, cartón, fertilizantes, alcoholes, cemento y refinación de hidrocarburos. Los recursos minerales y energéticos si bien son escasos; existen grandes yacimientos de ágatas en el norte del país, yacimientos de granito y mármol, y extracción de oro en la localidad de Minas de Corrales. También están en estudio la búsqueda de diamantes y otros minerales. Uruguay es también el mayor exportador de software de América Latina.
Destaca también el sector de servicios (financieros, logística, transporte, comunicaciones) así como la pujante industria de las tecnologías de la información, en particular el desarrollo de software y servicios vinculados.
En los últimos años ha crecido en importancia la explotación forestal de Eucaliptus grandis y Eucaliptus globulus, con vista a la producción de madera aserrada y madera para la producción de pasta de celulosa. Asimismo, está en construcción una planta de la empresa española ENCE, así como otras en estado de proyecto. Se encuentra en funcionamiento otra planta de celulosa perteneciente a la empresa finlandesa Botnia, ubicada sobre el Río Uruguay, en el departamento de Río Negro, cerca de la capital del mismo, Fray Bentos.
Otro de los principales ingresos económicos al país es el turismo: la nación cuenta con una línea costera sobre el Río de la Plata y el Océano Atlántico salpicada de balnearios, entre los que se destacan Punta del Este y Piriápolis, de fama internacional. El turismo agropecuario, histórico y termal también tiene importancia.
Cultura
La cultura de Uruguay se ha ido formando en el transcurso de su historia a través de la influencia de los inmigrantes. Los eventos históricos han tenido influencia en la creación de la actual identidad de su población, así como muchas de las características que componen su estado. La cultura de Uruguay se conforma a partir de notorias influencias impartidas por diversos aspectos. La historia es uno de esos importantes factores que ha influido notoriamente en la conformación de la cultura y la identidad de su población.
Uruguay es un pequeño país del sur de Sudamérica que obtuvo su soberanía tras haber sido invadido en reiteradas ocasiones y recuperar su libertad en diversas batallas. Ya consolidado como un país independiente abrió sus puertas a los inmigrantes europeos que buscaban una nueva vida alejada de la guerras, adhiriendo así diversas costumbres que se amalgamaron con las tradiciones ‘charrúas’. Toda la cultura rioplatense cuenta con esta importante influencia, sin embargo es un importante centro mundial de desarrollo cultural. Otro de los importantes hechos que marcó la actual cultura de la población uruguaya fue la cruda dictadura que tuvo que atravesar su pueblo durante la década de los años 70’ y hasta mediados de los 80’.
Durante la década de 1950 Uruguay era considerado la Suiza de América del Sur, eran tiempos de opulencia y su población se acostumbró a vivir como una potencia mundial, a lo cual se sumaban los grandes logros en su principal deporte, el fútbol. El fútbol recorre las venas de la mayoría de los uruguayos y más que un deporte es una pasión, al igual que en Argentina, Brasil e Italia. 1950 es un año inolvidable para los amantes del fútbol mundial, Uruguay (Primer Campeón Mundial en 1930) logra su segunda Copa Mundial en terreno brasileño y ganándole la final al local ante un aforo de 220.000 espectadores, luego de comenzar perdiendo y con la desventaja de que con el empate el campeón era su rival. Ese hecho marcó a fondo la cultura de Uruguay, un país que se acostumbró a las grandes hazañas y que siempre luchó por convertir lo imposible en posible.
La gastronomía uruguaya es como toda su cultura un combinado de recetas de diversas culturas que han sido elaboradas por sus pobladores con sus propias técnicas. Cuenta con excelentes platos y sus materias primas son de primera calidad. Como bebida autóctona destaca el mate, una infusión que gran parte de los uruguayos bebe y que es única de ese país. Este hecho genera en sus pobladores la emoción al encontrarse con su termo y mate en cualquier lugar del mundo.
Música
El mayor exponente de la música rioplatense es el Tango, seguido de la Milonga. En la creación del Tango Uruguay ha tenido un importante papel, si bien Buenos Aires es la meca del 2 x 4. Grandes figuras, músicos y cantantes son oriundos de sus tierras y han otorgado grandes letras y partituras al género. Entre los cantantes se destacan Carlos Gardel, Julio Sosa y, actualmente, La Orquesta Filarmónica de Montevideo, considerada la mejor orquesta de tango del mundo. Entre los tangos más famosos originados en la cultura de Uruguay sobresale notoriamente ‘La Cumparsita’, inicialmente una marchita, compuesta por el joven estudiante de arquitectura Gerardo Hernán Matos Rodríguez a fines de 1915 y principios de 1916, para la comparsa de carnaval organizada por la Federación de Estudiantes del Uruguay.
Más cerca en el tiempo se destacan grandes músicos en Uruguay como Alfredo Zitarrosa, Eduardo Mateo, los hermanos Fattoruso, Jaime Ross, Jorge Drexler, Ruben Rada, entre muchos más.
Pero se debe destacar como géneros musicales puramente autóctonos al candombe y la murga. El candombe tiene raíces africanas y se produce con tambores, la murga consta de un coro que canta letras con un alto contenido social en forma irónica y entretenida.
Principales exponentes de la cultura de Uruguay en las diferentes expresiones artísticas
Literatura
- José Enrique Rodó
- Bartolomé Hidalgo
- Adolfo Berro.
- Julio Herrera y Reissig
- Emilio Frugoni
- Emilio Oribe.
- Juan Carlos Onetti
- Carlos Martínez Moreno
- Eduardo Galeano
- Mario Benedetti
- Washington Benavides
- Jorge Majfud
- Juana de Ibarbourou
- Delmira Agustini
Teatro
- Florencio Sánchez
Pintura
- Pedro Figari
- Juan Manuel Blanes
- Joaquín Torres García
- Carlos Sáez
- Rafael Barradas
- Pedro Figari
- Carmelo de Arzadum
- Ernesto Laroche
- Felipe Seade
- José Cúneo
- Elina Damiani
Escultura
- Juan Manuel Ferrari
- José Vellón
- José Luis Zorrilla de San Martín
- Gonzalo Fonseca
- Germán Cabrera
- Ramón Cuadra Cantera
- Mario Lorieto
- Hugo Nantes
- Ricardo Pascale
- Octavio Podestá
- Águeda Dicancro
- Mariví Ugolino.
Cine
El 7º arte uruguayo siempre se caracterizo por contar con producciones uruguayo-extranjeras. Desde el año 2000 el cine uruguayo atraviesa una etapa de apogeo con películas que han ganado importantes premios y con la participación de actores y diferentes técnicos en importantes películas de renombre mundial. En ese aspecto se destacan César Charlone como director de fotografía del largometraje brasileño Ciudad de Dios, por el cual fue nominado al premio Oscar, y Jorge Drexler, ganador del premio Oscar a mejor banda sonora original en una lengua distinta al inglés por la canción en la película ‘Diarios de Motocicleta’.
Religión
El Estado uruguayo es laico, con absoluta libertad de cultos. La separación Iglesia-Estado fue establecida en la Constitución de 1919 como culminación de un proceso de secularización que había comenzado en 1861 con la secularización de los cementerios y continuado en 1877 con la aprobación del Decreto Ley de Educación Común redactado por José Pedro Varela que establecía la no obligatoriedad de la educación religiosa en las escuelas. Existe en la sociedad un amplio clima de tolerancia hacia los distintos cultos. La Constitución y la ley prohíben la discriminación por razones religiosas.
Turismo
Punta del Este
Este famoso y naturalmente atractivo balneario, conocido internacionalmente, posee un gran número de lugares para visitar en cualquier época del año.
Aguas Termales
Uruguay cuenta con varios complejos termales, los cuales cuentan con piscinas de variadas temperaturas. Los mismos brindan un gran número de servicios: hotelería, instalaciones deportivas, guardería y restaurantes, para su mejor estadía.
Cabo Polonio
Cabo Polonio se ubica en el área de Valizas (Departamento de Rocha). Su aspecto general es el de una franja arenosa de ancho desigual, que posee unos 35 kms. de largo aproximadamente, por unos 5 a 7 kms. de ancho. Está formada por un sistema de dunas que llegan a superar los 30 metros de altura y que están alineados en la dirección del viento dominante. Este sistema de dunas es único en Uruguay y constituye una de las pocas áreas de dunas móviles costeras de América.
Colonia
Ciudad que mantiene el encanto y la belleza de su arquitectura colonial. Se la ha reconocido por la Unesco como Patrimonio Mundial siendo la única distinción de este tipo que posee nuestro país. Testimonio actual de toda la época de la Conquista, donde sus calles y piedras cuentan de invasiones, batallas, saqueos, y más de alguna historia de amor. Recorrerla produce una continua serie de emociones que nos hacen sentir sus casas, patios, aljibes, iglesias, ruinas, hasta llegar al atardecer y esperar que el color del río comience a oscurecerse.
Campo Uruguayo
Cuenta con una forma de turismo única en el mundo: son estancias, chacras, tambos. Están ubicados en el corazón mismo de la Naturaleza. Una naturaleza pacífica, amigable. Campos inmensos, manadas de ganado, potros en libertad, arroyos purísimos. Con sus casas del siglo XIX, donde la tradición y la paz del pasado se mantienen mágicamente.
Deporte
El deporte con más seguidores en Uruguay es el fútbol. También gozan de mucha popularidad el baloncesto, el ciclismo y el rugby.
Fútbol
El fútbol es, por amplio margen, el deporte más popular en Uruguay. A pesar de ser un país de poco tamaño y población, sus equipos han logrado grandes logros en competencias internacionales, siendo los mayores logros para este país los dos Campeonatos Mundiales de 1930 y 1950 y las medallas de oro conseguidas en los Juegos Olímpicos de 1924 y en 1928. Además Uruguay ha obtenido la Copa America en quince oportunidades y es el actual campeón de la Copa América 2011.
El fútbol es en Uruguay un estilo de vida. La gran mayoría de los uruguayos se ven identificados con un equipo de fútbol, principalmente con uno de los grandes (Nacional o Peñarol). Los días domingos son por excelencia los días para la práctica de este deporte. A lo ancho y largo del país se disputan partidos de fútbol, los cuales son tema de discusión en las calles a lo largo de toda la semana. El fútbol es una cultura en Uruguay, y su práctica se suele ver casi en cualquier punto del país, desde el Estadio Centenario, hasta en la calles de las áreas urbanas.
Básquetbol
A nivel de selecciones, Uruguay es el tercer equipo que más veces ha ganado el Torneo Sudamericano de este deporte en mayores por detrás de Brasil y de Argentina, con un total de 12 títulos. Además obtuvo dos medallas de bronce en los Juegos Olímpicos de Helsinki 1952 y Melbourne 1956.
Ciclismo
Es un deporte popular, que se desarrolla en todos los departamentos. Como competencias de ruta, son tradicionales la Vuelta Ciclista del Uruguay y Rutas de América, que recorren todo el país, con gran adhesión del público que los recibe en cada ciudad. Participan diversos clubes de Uruguay y también de otros países americanos.
Tenis
Los tenistas uruguayos más exitosos han sido Diego Pérez (tenista) Marcelo Filippini y Pablo Cuevas. Facundo Collete llegó al puesto número 27 del ranking mundial, Filippini por su parte alcanzó la 30º colocación en la lista mundial en 1990 y llegó a cuartos de final del Abierto de Francia de 1999. Cuevas estuvo en la 45º posición mundial en 2009 y ganó el torneo de dobles masculinos del Roland Garros 2008 llegando al puesto número 14 del ranking de dobles.
Referencias
Enlaces externos
Fuentes
- Portal del Estado uruguayo
- Presidencia de la República Oriental del Uruguay
- Poder Legislativo
- Banco de Datos de Política y Relaciones Internacionales - Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República (UdelaR)
- Edición Completa de la Investigación "detenidos Desaparecidos"
- Portal Uruguay Cultural
- Museo Nacional de Artes Visuales (MNAV)
- Museo Municipal de Bellas Artes Juan Manuel Blanes
- Ministerio de Turismo y Deporte de Uruguay
- Información y Noticias Adinet
- Directorio de empresas, proveedores y servicios de Uruguay
- Bolsa Electrónica de Valores del Uruguay
- Guía Telefónica de Uruguay
- Diario Digital Uruguayo con las ultimas noticias y novedades de todo el Uruguay
- Turismo de Uruguay
- Los Presidentes de la República Oriental del Uruguay
- Cultura de Uruguay