José Triana

José Triana
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Dramaturgo, poeta y traductor cubano.
NombreJosé Triana[1]
Nacimiento4 de enero de 1931[2]
poblado de Hatuey,[2]
municipio de Sibanicú,
provincia de Camagüey,
Cuba Bandera de Cuba
Fallecimiento4 de marzo de 2018 (87 años)[3]
ciudad de París,
Francia Bandera de Francia
ResidenciaParís
Nacionalidadcubana
Ciudadaníacubana
EducaciónFilosofía y Letras
Alma materUniversidad de Oriente (en Santiago de Cuba
Obras destacadasMedea al espejo (1960).

El parque de la fraternidad La casa ardiendo La visita del ángel La muerte del Ñeque (1963). La noche de

los asesinos
PremiosPremio Casa de las Américas (1965) por La noche de los asesinos Premio Gallo de La Habana (1966).

José Triana (Hatuey, 4 de enero de 1931 - París, 4 de marzo de 2018) fue un dramaturgo, poeta, guionista y traductor cubano. Uno de los principales teatristas cubanos contemporáneos.[4]

Síntesis biográfica

Nacido en una familia modesta de origen obrero, en 1931, en el poblado de Hatuey (provincia de Camagüey).[5][2] Sus dos hermanas también nacieron en Hatuey: Gladys (en 1933) y Lyda (en 1937).[6]

En 1940, cuando José tenía 9 años, su padre, que era reparador en la Compañía de Teléfonos, accedió a un cargo mayor en la misma empresa. La familia se instaló entonces en la ciudad de Bayamo (antigua provincia de Oriente), 160 km al sureste de Hatuey. José considerará a Bayamo su ciudad natal. Allí tuvo una formación temprana que nutrió su acervo cultural a partir de la lectura de autores como Dante Alighieri, Miguel de Cervantes, Emile Zolá y Cirilo Villaverde.

Al año siguiente, a la edad de diez años, empecé a escribir poesía. Era el resultado de las lecturas que había hecho de los poetas cubanos y latinoamericanos Alberto Baeza Flores, José Manuel Poveda, Mariano Brull, Emilio Ballagas, Alfonsina Storni, Gabriela Mistral, José Martí... textos que aparecían en las revistas de la época y que iba leyendo de manera totalmente desorganizada. Escribí una libreta de poemas claramente influenciados por esas lecturas.
José Triana[6]

Estudios

Se graduó de Bachiller en Letras en el Instituto de Manzanillo y luego matriculó Filosofía y Letras en la Universidad de Oriente (en Santiago de Cuba), en 1952. Vivió en La Habana, donde trabajó en la Compañía de Teléfonos.

En 1954 asistió al estreno de la obra de teatro Las criadas (de Jean Genet), con la interpretación de Myriam Acevedo, Ernestina Linares y Dulce Velasco. montada en La Habana por Francisco Morín con su grupo Teatro Prometeo.

El espectáculo fue tan impactante que decidí, en adelante, escribir teatro. Unos meses después, di un viaje a Miami. Para los cubanos, Miami y Nueva York eran los dos puntos de referencia. Los Estados Unidos no existían. Solo existían esas dos ciudades. Esa, al menos, era la visión de un muchacho de provincia de veinte años.
José Triana[6]

En 1955 viaja de Miami a Nueva York, y de allí sale en barco para España. Se instala en Madrid. Viaja por Europa (Francia, Italia y Bélgica). Entre los libros que lo acompañan están La Isla en peso (de Virgilio Piñera) y las obras completas de Fiódor Dostoievski. Ingresó en la Universidad de Madrid en 1955, pero no concluyó sus estudios. Empezó a escribir teatro. En 1956 y 1957 trabajó como asistente del director de teatro Trino Martínez Trives, en el grupo Dido. También fue actor. Publicó en la revista Ciclón una serie de poemas que en 1958 incluirá en el poemario De la madera del sueño. Fue ayudante de escena del Teatro Ensayo (1958); además, en Madrid escribió su primera obra, El Mayor General.

Durante estos años, decisivos para consolidar su formación teatral, Triana viajó también por Francia, Bélgica, Italia e Inglaterra.

En 1956, en Madrid, escribió la obra de teatro El Mayor General hablará de Teogonía. También actuó en La comedia de las equivocaciones (de Shakespeare), dirigida por Antonio del Cabo, con el grupo de teatro Dido.

En 1957 actuó en la obra Los siervos, de Virgilio Piñera, dirigida por Aitor de Goiricelaya y José Moraleda, con el grupo Teatro de Ensayo Escena.[6]

En 1958 se publicó en Madrid su poemario De la madera del sueño.

Trayectoria profesional

Llegó a La Habana el 18 de enero de 1959, días después del triunfo revolucionario del 1 de enero de 1959. Se desempeñó como empleado de la Compañía de Teléfonos, donde había trabajado antes de ir a España. A partir de este período, entre 1960 y 1965, comenzó a estrenar sus primeras obras de teatro estimulado por Francisco Morín, director del grupo Prometeo.

Fue uno de los fundadores de la UNEAC (Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba).[2]

Logra en 1960, con Medea al espejo, atraer la atención crítica, al acercar el mito griego al nivel solariego con toques bufos y humor crítico. Sus otros estrenos, El parque de la fraternidad, La casa ardiendo, La visita del ángel y La muerte del Ñeque (1963), no añadieron nada nuevo a su escena.

Estrenó en 1961 una adaptación de Edipo rey (de Sófocles), y en 1964 una versión libre de La tía de Carlos (1892, del dramaturgo británico Brandon Thomas, 1848-1914).

Fue asesor literario del Consejo Nacional de Cultura, de la Editora Nacional de Cuba y del Instituto Cubano del Libro. Colaboró en publicaciones como Casa de las Américas, Ciclón, La Gaceta de Cuba, Lunes de Revolución, Revolución y Unión.

Fue actor y asesor en la Sala Prometeo. Entre 1960 y 1964 sus obras fueron dirigidas por Francisco Morín en ese teatro. En 1964 la sala fue expropiada por el Estado.

Persecución y exilio

En 1964 escribió La noche de los asesinos, una obra de tan enorme fuerza teatral e imaginación dramática, que se convierte en uno de los títulos más notables del período. La obra se ha representado en unos treinta países de América, Europa ―entre ellos la República Democrática Alemana, Checoslovaquia, Polonia, Hungría y Yugoslavia―, Asia y África.[7] La noche de los asesinos ha merecido numerosos galardones, entre ellos el de la categoría de teatro de Casa de las Américas (1965) y otros otorgados en Colombia, Argentina y México. En 1966 recibió el premio Gallo de La Habana.

Triana le entregó la obra directamente al director de teatro Vicente Revuelta ―que en ese entonces había sido separado del Teatro Estudio― como un apoyo moral. En 1966 se monta la obra en el Festival de Teatro Latinoamericano, de la Casa de las Américas. La obra tuvo un gran éxito de público.

En 1967 viajó a Europa, al Teatro de Naciones en la ciudad de París (Francia). Durante el Festival de Teatro, en la ciudad de Londres (Reino Unido), La noche de los asesinos se consideró uno de los espectáculos más importantes junto con Los gigantes de la montaña (de Luigi Pirandello y las Danzas de la India (de autor desconocido).

En diciembre de 1967 regresó a La Habana, donde participó en un seminario de teatro, cuyo propósito era crear una política cultural revolucionaria, basada en las obras del socialista alemán Bertold Bretch y otras obras del campo socialista y la Unión Soviética. El Estado dejó de apoyar a autores como Virgilio Piñera, Antón Arrufat, Abelardo Estorino y el mismo Triana. Al terminar el seminario, Triana leyó una ponencia. Fue abucheado por el público como contrarevolucionario. Se le acusaba de ser agente de la CIA estadounidense (que efectivamente estaba intentando infiltrarse entre los intelectuales cubanos).

En 1968 se casó en La Habana con la francesa Chantal Dumaine.[6]

Ese año fue invitado como jurado de los premios de la UNEAC. Allí encontró la obra Los siete contra Tebas. En ese momento él no sabía que era de Antón Arrufat (es parte de las reglas de los concursos que los jurados no conozcan la identidad de los autores). Triana consideró que la obra merecía el premio. Lo llamaron, le dijeron que no debería darle el premio a esa obra, y le advirtieron: «Acepta truenos y rayos sobre tu cabeza». La obra de Arrufat recibió el premio.

Pablo Pacheco, jefe del Departamento de Literatura, lo llamó y le dijo que si él no lo sabía se lo iba a recordar: que la revolución era única e indisoluble, y la revolución determinaba el ejercicio de cada uno de sus ciudadanos. Por lo tanto Pacheco, en nombre de la revolución, determinaba que Triana debía irse a trabajar en una fábrica. Triana lo aceptó con cinismo. Fue separado de su trabajo literario. Vivió más de año en su casa. Después de ese tiempo lo llamaron para trabajar en una fábrica de libros, poniendo las etiquetas "fe de erratas", en compañía del dramaturgo Virgilio Piñera.

Los recelos de la política cultural de los años setenta quisieron acallar el impacto [de Triana sobre la cultura cubana de esos años]. ¿Quiénes eran los padres contra los que se rebelaban esos adolescentes en ese sótano lleno de trastos inútiles, qué mano se atrevería a levantar esos cuchillos, por qué no había menos palabras y más consignas en una pieza que de pronto era identificada como lo más novedoso del teatro nacional? Triana, junto a varios de los mejores dramaturgos de su tiempo, fue silenciado, y La noche de los asesinos tardaría mucho en regresar a los escenarios cubanos mediante una nueva puesta. En ese período de silenciosa grisura, mientras la pieza que lo identificaba seguía representándose fuera de la Isla, trabajó como editor y traductor, y no alcanzó a verse en nuestras carteleras. Poco a poco, al deshacerse la bruma, el aire se hizo más respirable. Pero en 1980, junto a su esposa Chantal Dumaine, Triana se radicó en París. No volverá más a Cuba, aunque no deje jamás de pensar y escribir en cubano.

En 1969 su hermana Lyda se exilió en Madrid.[6]

En 1971 las autoridades le quitaron a Triana el carnet de la UNEAC. En esos años escribió poco, casi nada. Ese año 1971, Triana colaboró en el guion de la película Una pelea cubana contra los demonios (de Tomás Gutiérrez Alea). Al año siguiente (1972) escribió Revolico en el campo de Marte, la cual está escrita en verso y se ubica en La Habana de 1900, con claras alusiones a las comedias del Siglo de Oro español. En 1973 sus padres y su hermana Gladys se van a vivir a España, y unos años después se radicarán definitivamente en Nueva York.[6]

Al año siguiente (1974), Triana fue llamado para que dejara de trabajar en la fábrica de libros y se incorporara al trabajo, en su casa: debía recibir personas, y ser lector de textos marxistas.

En 1978 vino el proceso de la UNEAC, y finalmente en el caso Padilla, Triana fue sindicado como contrarrevolucionario, disidente, o persona poco confiable.

Desde 1980 residió en París con su esposa.

A mí me costó tiempo poderme estructurar (rehacerme como quien dice) y decirme: «Yo soy escritor». En 1983 volví a escribir, un relato. Soy un exiliado como cualquier otro. No siento nostalgia, quizá un poco de melancolía de que las cosas fueran como fueron. Adoro mi país, lo considero extraordinario.
José Triana

En 1986 creó, para la Royal Shakespeare Company, en Stratford-Upon-Avon, la pieza Palabras comunes, una versión de la novela Las honradas, de Miguel de Carrión. En 1990 produjo Ceremonial de guerra, la cual se ubica en la manigua cubana durante la gesta independentista de 1895.

En el exilio, colaboró con las revistas Les Lettres Nouvelles y Cahiers Renaud Barrault, ambas de París. Publicó las compilaciones Teatro español actual y La generación del 98: Unamuno, Valle-Inclán, Baroja, Machado, Azorín. En colaboración con Chantal Dumaine, su esposa, tradujo Los biombos, de Jean Genet.

Su poesía ha sido recogida en numerosas antologías, entre las que se destaca Poesíe cubaine du XXe. siècle (de Claude Couffon), y ha sido traducido al inglés, francés, italiano, portugués, alemán, húngaro, polaco, sueco, finés, danés, holandés, noruego, hebreo y catalán.

Obra

La obra dramática de José Triana se interesa de manera particular por temas como el crimen y la sangre, el poder y la libertad, el odio en el interior de las familias, la muerte como exorcismo, la culpa y el remordimiento, la esquizofrenia y la incomunicación, siempre mediados por acciones rituales que muchas veces sustituyen la acción.

Sus piezas generalmente tienen finales que significan un nuevo comienzo para los personajes. Aunque la impronta cubana se advierta en sus obras a partir de sus historias, de su lenguaje y de su espíritu, en general trascienden por la caracterización universal de la condición humana.

Por otra parte, la dramaturgia de Triana se distingue por el uso de recursos como la ambigüedad de sentidos y el teatro dentro del teatro, este último con una larga tradición cubana donde también se incorporan autores como Carlos Felipe, Abelardo Estorino, Virgilio Piñera y Rolando Ferrer. Asimismo, sus piezas se distinguen por una filiación a los mitos y modelos clásicos de la tragedia griega, los cuales aprovechó en numerosas ocasiones para contextualizarlos en el presente.

Con El Mayor General hablará de Teogonía (1956), Triana se ubica en la época machadista y representa la dependencia hacia una figura paterna que es deificada en la obra por parte del resto de los personajes. La pieza se desarrolla en la casa del Mayor, un espacio cerrado y sin localización precisa. Cuenta con tres personajes protagónicos ―Elisiria, Petronila e Higinio―, quienes discuten en torno al pasado y se contradicen en un diálogo sin sentido que refuerza el absurdo, la circularidad, la situación sin salida. Todo ello se acentúa por los sonidos metálicos de los cuchillos, que hace difícil oír lo que se dice en escena. El General es aquí un personaje referido que vive "arriba" y al cual los demás planean matar, aunque nunca encuentran las fuerzas para ello. Se discute por lo tanto sobre el tema del poder dictatorial, y sobre las reales capacidades para ser libres.

Medea en el espejo (1960) fue la primera obra en tres actos publicada por Triana, y aunque se mueve en un ámbito cubano muy específico, toma como punto de partida la tragedia de Eurípides. La obra transcurre en un solar habanero de los años cincuenta, y su personaje protagónico se llama María, una mulata que, como Medea, cuenta con una fuerza destructiva e instintiva. Su compañero, Julián, es un chulo blanco que recuerda mucho al protagonista de Réquiem por Yarini, de Carlos Felipe, o incluso al propio Julián de María Antonia, obra de Eugenio Hernández Espinosa.

En la obra de Triana se discute sobre conflictos raciales, sociales y familiares, de los cuales intenta liberarse la protagonista luego del asesinato de sus hijos y, por lo tanto, de la venganza hacia el padre. Como en el clásico griego, aquí la violencia tiene un fin "purificador" y también se hace uso de un coro, aunque este está conformado por personajes comunes como un vendedor, un bongosero, un barbero y "la mujer de Antonio", que pertenece a la mitología popular cubana.

Uno de los elementos que Triana aprovecha en esta obra para su complejidad discursiva y dramática es la intriga y el enredo de la información, lo cual origina la tragedia de María y la enloquece, a la vez que oscurece el desarrollo de los hechos. Otro elemento de la cultura popular que aprovecha Triana es la religiosidad y la práctica de la santería, lo cual también determina el destino de María y se convierte, por tanto, en otro motivo de angustia y opresión.

Con La muerte del Ñeque (1963), Triana reitera los temas de la discriminación racial, de la miseria de las clases desposeídas en la sociedad cubana durante la dictadura batistiana, y del crimen y la muerte en su dualidad de elección y destino. Nuevamente insiste en ubicar la acción en un solar de los años cincuenta, pero esta vez en Santiago de Cuba. El eje central de la acción es una escalera por la que transitan los personajes y donde comentan sus vidas, otra vez con falta de privacidad, como ocurría en Medea. También aquí aparece la magia negra, y el propio título hace una referencia explícita, ya que ñeque significa desgracia en yoruba.

La acción dramática principal avanza paralela a una ceremonia espiritista, desde la cual se oyen los "cantos del Orilé". Está asimismo presente, como en tras de sus obras, un coro al estilo de las tragedias griegas, pero esta vez encarnado por una tríada de personajes de diferentes rasgos raciales: un negro, un blanco y un mestizo, quienes no sólo anuncian el crimen, sino que además contribuyen a ejecutarlo. Es en la escalera donde se planea el asesinato del tirano Hilario, de quien dependen los abundantes personajes de la pieza. Esta obra significa, dentro de la dramaturgia de Triana, un enriquecimiento de las posibilidades del ritual y del diálogo.

La obra cumbre de la dramaturgia de Triana es sin dudas La noche de los asesinos (1965), cuya primera versión de 1958 contaba solo con un acto, aunque luego quedó definitivamente en dos. A diferencia de otras obras anteriores, en esta pieza de Triana no existe un contexto histórico concreto, ni tampoco una intención realista o localista. Por ello mismo, la obra trasciende la circunstancia inmediata y se aproxima a conflictos esenciales de la condición humana a través de la experimentación teatral.

Aparecen aquí catorce personajes interpretados solamente por tres actores, que encarnan en principio a tres hermanos: Lalo, Cuca y Beba. Ellos se desdoblan continuamente a partir de la técnica del teatro dentro del teatro: la representación teatral, que es su juego constante, se convierte en un círculo vicioso que no permite una liberación verdadera. Los tres hermanos planean el asesinato de sus padres, y anticipan el hecho mediante su puesta en escena, repetida una y otra vez. Nuevamente está presente, asimismo, el tema de la imposibilidad de obtener la libertad, y de la violencia como modo de exorcismo.

Bibliografía

  • Bufill, Albra; Gutiérrez de la Solana, Elio; y Gutiérrez de la Solana, Alberto (1981): The 1967 French critical reception of Jose Triana’s La noche de los asesinos (págs. 121-125). José Cid Peréz. Nueva York: Senda Nueva, 1981.
  • De la Campa, Román: José Triana, ritualización de la sociedad cubana. Mineápolis: Instituto para el Estudio de Ideologías y Literatura, 1979.
  • Estorino, Abelardo: «Triana salva a los asesinos», artículo publicado en septiembre de 1965 en la revista Unión, n.º 4, págs. 178-180. La Habana: julio-septiembre de 1965.
  • Larco, Juan: «"La noche de los asesinos", de José Triana», artículo publicado en la revista de Casa de las Américas, n.º 32, págs. 97-100. La Habana, septiembre-octubre de 1965.
  • Leal, Rine: «José Triana», artículo publicado en el libro Teatro cubano en un acto (antología). La Habana: Ediciones R., 1963, págs. 313-316.
  • Meléndez, Priscilla (1983): «El espacio dramático como signo: la autoconciencia del juego representacional en "La noche de los asesinos", de José Triana, artículo en español publicado en la revista Latin American Theatre Review, 17.1, págs. 108-125; 1983.
  • Miranda, Julio E. (1965): «José Triana o el conflicto», Cuadernos Hispanoamericanos, No. 230, Madrid, febrero de 1969, pp. 439-444.
  • Miranda Cancela, Elina: «Un espejo para Medea», artículo publicado en el libro Calzar el coturno americano (págs. 87-106). La Habana: Alarcos, 2006.
  • Ortega, Julio: «La noche de los asesinos», artículo publicado en la revista Cuadernos Americanos, n.º 3, págs. 262-267; México D. F., marzo-junio de 1969.
  • Taylor, Diana (1989): Ensayos críticos sobre Griselda Gambaro y José Triana. Ottawa (Canadá): Girol Books, 1989.
  • Vasserot, Christilla: «Entrevista con José Triana», Latin American Theatre Review, No. 29, Center of Latin American Studies, Kansas, 1995, pp. 119-129.

Fuentes